Héctor Marcelo ACORONI "Pica"
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Marcelo Valenzuela, ex militante de la Unión de Estudiantes Secundarios durante los setenta, recordó en diálogo con Redacción Rosario que a Héctor Marcelo Acoroni “le decían el Pica”, y que “cursaba en el turno noche del colegio Superior de Comercio de Rosario”. Valenzuela señaló que “El Pica era un tipazo, un muchacho muy carismático y comprometido con la militancia”.
“Antes de ser compañeros de militancia éramos amigos, pero yo me sumé a la UES gracias a él, allá por de junio de 1973, antes de lo de Ezeiza”, comentó Valenzuela, y agregó: “yo iba a tercer año y él terminaba quinto. Era un tipo carismático, muy agradable, no era de los jetones que se subían a arengar desde un banquito, pero sí era un referente para todos, incluso muy confiable para los que no militaban en el mismo espacio”.
“El Pica era delegado de curso, recuerdo que cuando iba llegando al Superior venía saludando a todos los pibes, todos los querían, hasta los que militaban en otros espacios”, concluyó su ex compañero Marcelo Valenzuela, notablemente emocionado.
/ Diario digital Redacción Rosario - 19/09/2012
Como muchos militantes de Rosario, al avanzar la represión se trasladaron a militar a Santa Fe de manera clandestina. Marcelo se había radicado en la capital de la provincia en octubre de 1976 y tuvo contacto con su familia por última vez a mediados de diciembre de ese año, cuando anunció a través de un telegrama que volvería a Rosario, cosa que nunca sucedió.
El 4 de enero de 1977 alrededor de las 20 en inmediaciones de la Universidad Nacional del Litoral se realizó un operativo de persecucución a militantes en la calle por “fuerzas conjuntas” y del cual resultó víctima una persona joven. Su cadáver había sido “encontrado” en Pasaje Larramendi y San Jerónimo y enterrado en el cementerio como N.N.
Desde entonces permanecía desaparecido y 35 años después pudo restituirse su identidad.
La justicia federal le devolvió el nombre al último de los desaparecidos de la dictadura enterrado como NN en el cementerio de Santa Fe. Tuvieron que pasar 35 años. Es Héctor Marcelo Acoroni. "Pica", como lo llamaban. Un militante de la Juventud Peronista de Rosario, que cayó el 4 de enero de 1977, apenas cumplido los 21, ante un grupo de tareas del Ejército y la Policía, a pocas cuadras de la Universidad del Litoral (UNL). Una investigación de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia aportó datos clave de fondos documentales, fotos y hasta huellas dactilares, pero fue la sangre de sus hermanos y el análisis genético la que confirmó la identidad. Era el último de los NN en el Panteón de la Memoria, en el cementerio de Santa Fe. Los restos ya habían sido exhumados en 1984, por el entonces secretario del Juzgado Federal de Santa Fe, Víctor Brusa. Pero quedaron en el olvido en un nicho, junto con otros siete NN. Recién en 1998, y por iniciativa de la ex fiscal Griselda Tessio, la justicia avanzó en la identificación de once NN. Faltaba uno. Y la semana pasada, el juez federal Reinaldo Rodríguez concluyó la pesquisa. "Por las pruebas colectadas en este sumario, principalmente los exámenes genéticos, se ha logrado establecer que los restos que se encuentran en el Panteón de la Memoria corresponden a Héctor Marcelo Acoroni, nacido en la ciudad de Rosario, el 22 de noviembre de 1955. Su muerte se produjo el 4 de enero de 1977, en Santa Fe, donde se encontró su cuerpo en San Jerónimo y Pasaje Larramendi", señaló el juez.
No dice quiénes participaron en el operativo. Pero en el expediente hay pruebas suficientes: era un grupo de tareas integrado por el Destacamento de Inteligencia Militar 122 del Ejército y efectivos del Departamento Informaciones de la Policía santafesina (el D2), en una zona liberada por el Comando Radioeléctrico.
El 21 de agosto declaró ante la justicia Mario Augusto Acoroni, quien confirmó que su hermano se había trasladado a Santa Fe, en octubre de 1976. "La última noticia la tuvimos antes de la Navidad de 1976, cuando recibimos un telegrama que nos decía que iría a Rosario para fin de año. Eso no sucedió", dijo Mario. Le mostraron cuatro fotos del cuerpo encontrado en 1977 aportadas por la Secretaria de Derechos Humanos. Las imágenes son desgarradoras. "Es posible que sea mi hermano", dijo. Y lo describió: "Al momento de su desaparición tenía 21 años recién cumplido, cabello y ojos castaños, cutis blanco, 1.74 de estatura, delgado". El 29 de agosto, el juez Rodríguez ordenó los exámenes genéticos.
Unos días después, la Secretaría de Derechos Humanos remitió al juez un nuevo informe, pero ahora con otra prueba clave: las huellas dactilares de un NN que rescató del Gabinete de Identificaciones de la Unidad Regional I y las comparó con las de "Pica" Acoroni. Eran idénticas.
El 7 de setiembre, el juez Rodríguez realizó la última prueba: el análisis genético realizado por el Equipo de Antropología Forense que permitió establecer "la relación biológica" entre Acoroni y sus hermanos. "En consecuencia, en base a los resultados del estudio documental, antropológico y genético se concluye que los restos estudiados corresponden a Héctor Marcelo Acoroni", concluyó el magistrado.
/ Juan Carlos Tizziani - Rosario 12
El Centro de Estudiantes de la Escuela Superior de Comercio de Rosario colocó una placa que recuerda a los 20 alumnos de esa escuela que están desaparecidos y bautizó cada aula con sus nombres, entre ellos Marcelo Acoroni, Orlando Finsterwald, Horacio Ferraza, Adriana Angel
Las circunstancias de su asesinato se hallan todavía en instrucción judicial en el Juzgado Federal de Santa Fe