Juan Carlos GONZALEZ GENTILE “Gallego”
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Nació el 20 de agosto de 1946 en La Plata. Comenzó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional «Rafael Hernández» y los completó en el Colegio Sagrado Corazón de esa ciudad. En 1969, ingresó a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata inscribiéndose en la carrera de Profesorado en Historia luego de abandonar la carrera de Ciencias Médicas, donde comienza su militancia.
Al profundizar su compromiso político se integró a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y con la integración, el 12 de octubre de 1973, pasó a ser un flamante cuadro montonero. Si se mira para atrás, estuvo en todas las grandes movilizaciones de los ’70: el primer acto masivo de la campaña “Luche y Vuelve” que se realizó en la cancha de Cambaceres, en Ensenada, donde se apiñaron más de 5 mil personas; la larga y accidentada marcha sobre Ezeiza el 17 de noviembre de 1972 para ir a recibir a Perón; la asunción de Cámpora en mayo del 1973, cuando “el sol del 25 viene asomando” y también en la discusión con Perón en la Plaza de Mayo el 1° de mayo de 1974.
González Gentile era un organizador: cuando se crea el Partido Peronista Auténtico, él fue el apoderado en la provincia de Buenos Aires. Lo trasladan a Santa Fe en octubre de 1976 debido a la ferocidad de la represión desatada en La Plata.
“La represión golpeaba mucho en La Plata. Nos tiroteaban los locales, habíamos perdido todos los cargos que teníamos en el gobierno, habían echado a Bidegain. Después del pase a la clandestinidad, se decidió trasladar cuadros hacia otros lugares. Muchos compañeros fueron a Córdoba, al sur, al Chaco. Al “Gallego” le tocó Santa Fe. En esa época, la vocación de servicio era muy grande. Nadie imaginaba la política como una cuestión personal, siempre era una cuestión de grupo, de conjunto. Se trabajaba para otros, para muchos. El Gallego era de esas personas, con una entrega total”, fue a Santa Fe con su familia, ésa era la costumbre. Algunos pueden pensar que eso era exponerse mucho, pero la militancia incluía la familia. No había idea de dispersarse. En ese sentido, el ‘Gallego’ es un ejemplo.”
/Gonzalo Chávez
El verano del ‘77 fue una masacre. A cada caída le sucedía otra. En enero se desplomó la conducción de la organización. El sábado 12 de febrero de 1977 el “Gallego” fue a cubrir una cita, sabiendo que la muerte rondaba cualquier esquina y su propia figura, pero al menos, que si eso ocurriera que fuera lejos de la vista de su compañera y sus hijos Javier, Griselda y Soledad. Cuando caminaba por la calle Belgrano, dos grupos de tareas lo fusilaron con fuego cruzado. Era blanco fácil para armas largas y represores disfrazados de linyera. Ni siquiera tuvo tiempo de defenderse. Cayó de rodillas, inmóvil. No alcanzó a defenderse. Su casa cayó mucho después, cuando Teresita y los chicos ya estaban en Europa.
Sus restos fueron recuperados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en una de las causas que impulsara la fiscal federal Griselda Tessio. La investigación permitió hallar también los restos del Estado terrorista: huellas dactilares microfilmadas, documentos —entre ellos la orden militar de inhumación como NN— y hasta fotografías del cuerpo.
Luego fueron inhumados por sus familiares en La Plata, el viernes 31 de marzo de 2000, con una frase: “El bosque hace un árbol” y una larga estrofa: “Ellos creen que has muerto porque te han matado / Ellos creen que se pueden quebrar de un hachazo los bosques / Ellos puede que hasta crean que estamos aquí para llorar tu muerte / Porque ellos lo que ignoran, en realidad, es que te han multiplicado / qué estás mirando por todos nuestros ojos / hablando por nuestras bocas / abrazando con todos nuestros brazos / caminando con todos nuestros pasos”.
En 2010, en un obituario de “Página 12” se hicieron presentes sus compañeros de militancia: “¡Aquí estamos, compañero! En la ciudad de tu lucha por una Patria Justa, Libre y Soberana. La que tuvo el orgullo de llamarse como Evita, la de las diagonales y los tilos de tus sueños, la de una ‘juventud maravillosa’ que la engalanaba pintado sus “P” y sus “V”. Y aquí estás con nosotros ‘Gallego, como siempre, caminando las anchas veredas del pueblo”.
El legajo de Juan Carlos como estudiante de la FaHCE fue reparado mediante la resolución Nº 500 del mes de marzo de 2019.
En el diario Página 12 todos los años sus compañeros y familiares lo recuerdan
Un aula del Colegio Nacional de La Plata lleva su nombre
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada