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Agrupamos aquí las historias de vida y militancia en el movimiento estudiantil y la labor profesional comprometida con el pueblo en las décadas de 1960 y 1970 en orden alfabético
Las palabras con las que nombramos hechos o momentos históricos implican una forma de verlos. En un principio hemos hablado solamente de “dictadura militar”, después agregamos “cívico-militar”, y en lo cívico hablábamos de “complicidad empresarial”.
En realidad no estábamos indicando el papel fundamental del poder económico en la planificación del golpe y la economía en su beneficio, y la participación directa en operaciones represivas sobre sus trabajadores en grandes unidades productivas.
Un aporte desde nuestra provincia
“…A partir del golpe de Estado del 24 de marzo 1976 se produjeron profundos cambios en la estructura económica argentina, que terminaron por conformar un nuevo modelo económico basado en la acumulación rentística y financiera, la apertura externa irrestricta, comercial y de capitales, y el disciplinamiento social. La dictadura militar se propuso restablecer la hegemonía del mercado en la asignación de recursos, restringir la participación del Estado y abrir la competencia de los productos nacionales con los extranjeros, aunque ello significara sacrificar la industria local…” (Mario Rapoport)
Para que los grupos financieros y económicos pudiesen ensanchar sus ganancias, había que terminar con la puja distributiva de décadas previas surgidas con el modelo (ISI) industrialización por sustitución de importaciones.
“…El Terrorismo de Estado impidió toda resistencia social a la transformación regresiva de la economía. Las elites agropecuarias, los grandes grupos económicos y financieros locales, y los intermediarios de las finanzas y el comercio internacionales fueron los beneficiarios inmediatos y de largo plazo de estas políticas…”(Mario Rapoport)
Existe una estrecha relación entre el modelo económico implementado por la dictadura y la represión hacia el movimiento obrero. Uno de los objetivos de las FFAA fue desarticular la organización sindical y capacidad de movilización de los trabajadores. De acuerdo al informe de la Conadep del Nunca Más el 30% de los desaparecidos/as fueron obreros/as.
“…Se desarrolló una represión sin precedentes, tanto en términos cualitativos como cuantitativos, sobre la clase obrera y el movimiento sindical, que tuvo como consecuencia que miles de trabajadores, dirigentes y activistas fueran asesinados, presos, desaparecidos, exiliados, al tiempo que se desarrollaron distintas formas de violencia en los lugares de trabajo, se prohibieron asambleas y reuniones y se profundizaron las estructuras de seguimiento, vigilancia y control…” (Victoria Basualdo)
Por tal motivo, no se puede pensar y reflexionar la última dictadura sin tener en cuenta la alianza los sectores más concentrados del poder económico y el rol represivo de las FFAA hacia el movimiento obrero.
La investigadora historiadora Victoria Basualdo en su libro "Complicidad patronal-militar en la última dictadura argentina" analiza cómo altos directivos de las empresas Dálmine-Siderca, Ford, Mercedes-Benz, Astarsa y Acindar estuvieron vinculados con el accionar represivo entre 1976 y 1983. Un claro ejemplo de esta colaboración fue la del empresario Carlos Pedro Blaquier en 1976 en Ingenio Ledesma cuando los obreros y dirigentes sindicales fueron secuestrados con vehículos e infraestructura de la empresa, hecho histórico conocido como la “La noche del apagón”.
Miles de obreros, dirigentes sindicales, delegados de base, fueron secuestrados, torturados, detenidos en sus propios lugares de trabajo y trasladados a CCD, y aún hoy permanecen desaparecidos.
En el norte santafesino (*)
Entre 1973 y 1976 los trabajadores con movilizaciones habían recuperado el sindicato aceitero en manos de burócratas: “Movimiento Obrero de Recuperación Sindical 31 de Mayo”. Alrededor de 22 obreros, entre ellos los 14 delegados, fueron secuestrados entre enero y noviembre de 1976, muchos de adentro de la “planta fabril” todos miembros de la comisión directiva e integrantes del cuerpo de delegados.
Otras de las empresas emblemáticas de la zona es el frigorífico FRIAR, hoy perteneciente al grupo Vicentin, pero entonces sus directivos eran los ganaderos del Grupo “Árbol Sólo” como Gorleri, Capózzolo, González Kees… Pietropoaolo, etc y allí también fue escenario de la acción represiva en el norte.
El obrero y militante gremial, Edén Sandrigo, que fue secuestrado en el frigorífico con un grupo de compañeros por su militancia gremial, como Osvaldo Marcón, Bernabé Aranda, Adolfo Juan Martínez, etc- Muchas de estas historias fueron narradas ante el Tribunal Oral Federal de Santa Fe en lo que fue la denominada “Causa Base Aérea Reconquista” (2012-13).
Prof Pablo Rolón
Fuente: https://campuseducativo.santafe.edu.ar/complicidad-empresarial-asignatura-pendiente/
(*) En una nota de este libro hablamos sobre la empresa Vicentín.
En Santa Fe, la planta de FIAT Sauce Viejo, la mayor metalúrgica de la zona en ese momento, donde había mucha actividad gremial, tuvo desde el 24 de marzo de 1976 al Tte Cnel RE Baglietto, hasta entonces jefe de policía de provincia, como Jefe de Seguridad. Baglietto era además asesor del servicio de inteligencia de la policía.
Acindar, la siderúrgica más importante del cordón de Villa Constitución, dirigida hasta el 24 de marzo por Martínez de Hoz, tuvo participación activa. Los efectivos policiales y parapoliciales instalaron un cuartel en el denominado “albergue de solteros”, ubicado dentro del predio de Acindar. Este cuartel era utilizado como centro clandestino de detención (CCD) donde se hacían los interrogatorios por parte de la Policía Federal. Acindar se convirtió en una especie de fortaleza militar con cercos de alambres de púas.
El fiscal general Adolfo Villatte sintetizó en marzo de 2017 la responsabilidad de Acindar a través de la disposición de lugares para la utilización, el alojamiento y vivienda de las fuerzas represivas; el aporte de vehículos y la reparación y cuidado de los pertenecientes a Policía Federal (la mayoría de ellos eran los célebres Ford Falcon sin patente); el pago de sobresueldos al personal de las fuerzas represivas; la facilitación del ingreso a la fábrica de los integrantes de los grupos de tareas para el secuestro de obreros; permitir el acceso de esos mismos grupos con personas secuestradas a efectos de requisar sus casilleros personales; brindar información que resultó primordial a la hora de identificar a las víctimas para privarlas de su libertad y la elaboración de listados de las personas a detener.
En 2022 fue señalizada como sitio de memoria y en 2023 se abrió el juicio por los delitos cometidos.
En otras provincias:
Ingenio Ledesma, Jujuy. "La noche del Apagón” fue una gran represión a trabajadores, trabajadoras, activistas y militantes vinculados y vinculadas con los procesos de organización en el ingenio Ledesma, entre ellos el intendente Luis Aredez, muchos fueron realizados con vehículos del ingenio y tuvieron lugar en varios días sucesivos en el marco de cortes realizados en el suministro eléctrico. Carlos Pedro Blaquier, dueño del ingenio Ledesma, y Alberto Lemos, el administrador general de la empresa en la etapa en que se cometieron las violaciones a los derechos humanos fueron procesados en noviembre de 2012 por privación ilegal de la libertad de 31 trabajadores y referentes sociales entre marzo y julio de 1976. Sucesivas apelaciones y demoras impidieron que Blaquier sea juzgado mientras vivió y mantuvo hasta sus 93 años la propiedad y dominio de la empresa que monopoliza la industria azucarera del país.
Mercedes Benz: Los trabajadores que fueron secuestrados, torturados y desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar fueron incluidos en el cuarto juicio que se lleva a cabo por la megacausa Campo de Mayo en 2022. En esta causa están imputados militares, pero hay otra, que está en condiciones de elevación a debate, que está paralizada, es la que involucra a quienes durante los años de represión ilegal ocuparon altos cargos en la planta automotriz. Cuasa Campo de Mayo-Mercedez Benz
Ford Motor Argentina: Un tribunal argentino condenó a los exdirectivos de la empresa considerándolos "partícipes necesarios" del secuestro de 24 obreros de la fábrica, donde se da por probado que funcionó un centro de torturas durante el régimen de facto. Causa Ford (VER ANEXO)
La Veloz del Norte es una conocida empresa de transporte de pasajeros ubicada en Salta y con sede también en Tucumán. Se calcula que “al menos 22 trabajadores” de esa empresa fueron víctimas de crímenes de lesa humanidad durante el terrorismo de Estado. En 2016 su propietario, Marcos Levín había sido condenado por “la probada y llamativa presencia en dependencias de la Comisaría Cuarta, particularmente durante el período de detenciones”. Fue la primera condena en casos de responsabilidad empresarial por crímenes de la dictadura en el país. La condena fue apelada y la Cámara de Casación Penal la anuló, pasó a revisión de la Corte Suprema, determinó que el trámite del caso sea retomado por el Juzgado Federal Nº1 y comenzó un nuevo procesamiento. Causa La Veloz del Norte - Salta (VER ANEXO)
Lozadur, llegó a tener más de 1200 obreros y producía vajilla de cerámica. Las principales reivindicaciones eran por el trabajo a destajo, por las malas condiciones laborales: se sufrían las altas temperaturas de los hornos y enfermedades pulmonares por la falta de extractores para el polvillo, la mayoría de los trabajadores eran mujeres con bajos salarios. Al producirse el golpe la Federación Obrera Ceramista fue intervenida y quedó a cargo del comandante de Gendarmería Máximo Milarck. En abril de 1977, tras nuevos reclamos, la empresa puso a civiles armados a recorrer los pisos de la fábrica. En agosto del mismo año, el ejército volvió a intervenir en la fábrica y llegaron a apuntarle con las armas a los obreros. Sin embargo, se mantuvo el quite del trabajo a destajo durante agosto y septiembre, pero el interventor Millarck citó a los delegados y los intimó a suspender las medidas de fuerza o vendrían “los bichos verdes”. En octubre del 77 comenzaron a llegar los telegramas de despido y oficiales del Ejército se instalaron en la puerta de la empresa para evitar el traspaso. El 3 de noviembre secuestraron a Felicidad Abadía Crespo, Dominga Abadía Crespo, Sofía Cardozo, Elba Puente, Ismael Notaliberto, Francisco Palavecino y Ramón Pablo Villanueva, que se encuentran desaparecidos. En los juicios transcurridos en el 2014, un jefe de personal de Lozadur declaró que el dueño de la empresa recibía a los militares y tenía un trato fluido con ellos. (Extracto nota Clarin 01.12.22).
SASETRU. Empresa nacional apropiada por la banca extranjera.
La empresa, fundada en 1949, expandió sus negocios en la industria del aceite y los alimentos: exportaba el 30 % de las oleaginosas y el 20 % de los cereales del país. A las pocas horas de haberse producido el golpe del 24 de marzo de 1976, la empresa comenzó a sufrir presiones por parte de los militares, que le ordenaron a los directivos entregarles los legajos de cada uno de los 256 delegados que había en Sasetru.
Producto de la política económica de valorización financiera impuesta por Martínez de Hoz, la empresa entró en convocatoria y el Banco Central presionó para la creación de un fideicomiso conformado por "un club de bancos" que se haría cargo de la gestión de Sasetru. En marzo de 1981, Sasetru fue obligada a entregar sus acciones a este fidecomiso y luego sus directivos quedaron detenidos. Poco después se concretaba la operatoria para vender el banco del grupo al Bank of American, en el contexto de una operatoria sospechosa. Tras la quiebra, quince directivos de Sasetru fueron acusados de violar la ley de subversión económica, pero finalmente todos fueron sobreseídos en democracia, y la empresa cesó sus actividades.
En 2021 la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad elaboró un dictamen que indica que se debe investigar si la sesión de las acciones del grupo se realizó "mediante intimidación contra la voluntad" de los directivos de la empresa, que se investiguen "las detenciones ilegales" que sufrieron los directivos de la empresa y la "venta ilegítima" del Banco BISA -propiedad de Sasetru- al Bank of America por parte de funcionarios de la última dictadura militar. Considera como hipótesis que la detención de los directivos de Sasetru y el BISA, ocurridas antes de la venta, tuvo el propósito de "quitarlos del medio" para fraguar una operatoria de transacción cuando en verdad se trataba de un despojo ejecutado con la complicidad de los directivos del BCRA. (Telam).
La participación y responsabilidad de las corporaciones económicas, artífices de la dictadura de 1976-1983, es la parte menos reconocida por la conciencia ciudadana y la menos enjuiciada por el sistema judicial, permeable o partícipe hasta el día de hoy del poder real
En auditorías posteriores, se comprobó que la mayoría de los préstamos contraídos por las empresas privadas que generaron dicho monto, se trataban de auto-préstamos y maniobras fraudulentas entre las casas matrices y las sucursales radicadas en Argentina.
Principales beneficiados fueron los Bancos Río, de Italia, de Galicia, Mercantil, Francés, CitiBank, Ganadero, Crédito Argentino, Comercial del Norte, de Londres, Boston, Tornquist, Español, de Quilmes, de Crédito Rural, Sudameris, Deutsche Bank, Banco Roberts, General de Negocios,Continental Illinois, Supervielle, Chase Manhattan, Bank Of America, Manufactures Hanover, Shaw y Pcia. de Buenos Aires
De la provincia de Santa Fe lo fueron las empresas Acindar SA, Swift Armour, Fiat, Deere and Company y Cargill
Y a lo largo del país: Cogasco SA, Autopistas Urbanas SA, Celulosa Argentina, Alto Parana SA, Bridas SA, Alpargatas SA, Cía. Naviera Perez Companc, Dalmine Siderca, Papel De Tucumán, Cementera Juan Minetti SA, Celulosa Puerto Piray, Sade, Sevel, Parques Interama, Cía. De Perforaciones Río Colorado, IBM, Industrias Metalúrgicas Pescarmona, Astra A Evangelista SA, Mercedes Benz, Alianza Naviera Argentina, Propulsora Siderúrgica, Ford, Astilleros Alianza SA, Masuh SA, Cemento Noa, Alimentaria San Luis, Loma Negra, Selva Oil Incorporated, Macrosa, Sideco Argentina, Astra Cía. Argentina de Petroleo, Deminex Argentina, Esso, Petroquímica Comodoro Rivadavia, Panedile Argentina, Suchard Argentina, Sudamtex, Textil Sudamericana, Renault.
Para eso había sido necesario el genocidio
SEMBRANDO MEMORIA contiene las historias de vida y militancia de 890 personas, 637 de ellas nacieron a lo largo y lo ancho de la provincia de Santa Fe, en 103 localidades de los 19 departamentos
9 de Julio
GREGORIA PÉREZ DE DENIS / TOSTADO / TRES POZOS
Vera
CALCHAQUÍ / LA GALLARETA / MARGARITA / OGILVIE / TARTAGAL / VERA
Gral Obligado
AVELLANEDA / COLONIA ELLA / MALABRIGO
COLONIA RECONQUISTA / FLORENCIA / FORTÍN OLMOS / LANTERI / MOUSSY / NICANOR E. MOLINAS / PARAJE LAS MERCEDES / RECONQUISTA / VILLA ANA / VILLA GUILLERMINA / VILLA OCAMPO
San Cristóbal
CERES / HERSILIA / LAS PALMERAS / MOISÉS VILLA / SAN CRISTÓBAL / SAN GUILLERMO / SOLEDAD / SUARDI
San Justo
LA CRIOLLA / MARCELINO ESCALADA / NARÉ / RAMAYÓN / SAN JUSTO
San Javier
ROMANG / SAN JAVIER
Castellanos
CLUSELLAS / COLONIA ALDAO / HUMBERTO PRIMO / MARIA JUANA
RAFAELA / SUNCHALES
Las Colonias
ELISA / ESPERANZA / FELICIA / FRANCK / PILAR / SA PEREIRA
SAN CARLOS NORTE / SAN CARLOS SUD / SAN JERÓNIMO DEL SAUCE / SAN JERÓNIMO NORTE / SANTA CLARA DE BUENA VISTA
SANTO DOMINGO
La Capital
LAGUNA PAIVA / SAN JOSE DEL RINCÓN / SANTA FE / SANTO TOMÉ
Garay
HELVECIA
San Martín
CAÑADA ROSQUÍN / CARLOS PELLEGRINI / EL TRÉBOL / LAS PETACAS / PIAMONTE / SAN JORGE / SASTRE
San Jerónimo
BARRANCAS / GÁLVEZ / MACIEL / PUERTO GABOTO / SAN GENARO
Belgrano
ARMSTRONG / LAS PAREJAS / LAS ROSAS
Iriondo
CAÑADA DE GÓMEZ / CARRIZALES (CLARKE) / PUEBLO ANDINO
Caseros
AREQUITO / BERAVEBÚ / BIGAND / CASILDA / LOS MOLINOS
LOS QUIRQUINCHOS / SAN JOSÉ DE LA ESQUINA
San Lorenzo
CARCARAÑÁ / FRAY LUIS BELTRÁN / LUIS PALACIOS / PUERTO GENERAL SAN MARTÍN / ROLDÁN / SAN JERÓNIMO SUD / SAN LORENZO / TIMBÚES
Rosario
ALVEAR / CORONEL BOGADO / ESTACIÓN LOS MUCHACHOS / FISHERTON / FUNES / GRANADERO BAIGORRIA / IBARLUCEA / MONTE FLORES / PÉREZ / ROSARIO / SOLDINI / VILLA AMELIA /
VILLA GOBERNADOR GÁLVEZ
Gral López
CARRERAS / ELORTONDO / HUGHES / MAGGIOLO / MARÍA TERESA / MELINCUÉ / RUFINO / SAN EDUARDO / SAN GREGORIO / SANCTI SPÍRITU / VENADO TUERTO / VILLA CAÑÁS
Constitución
EMPALME VILLA CONSTITUCIÓN / GODOY / JUAN BERNABÉ MOLINA
PAVÓN ARRIBA / PEYRANO / SARGENTO CABRAL
VILLA CONSTITUCIÓN
A CONTINUACIÓN SE PUEDE VER EL LISTADO COMPLETO DETALLANDO POR DEPARTAMENTO LAS CIUDADES DE NACIMIENTO, MILITANCIA O DESAPARICIÓN DE LOS COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS
La Historia oficial argentina, la que a pesar de los cuestionamientos de los historiadores revisionistas, aún se continúa enseñando en muchas de nuestras escuelas, es una versión de la historia sobre la que miles, millones de niños construyen su idea de pertenencia a un destino común, de ciudadanía, de Nación, está basada en la historia escrita en el Siglo XIX por Bartolomé Mitre.
Esa historia “…ofrece una visión de nuestro pasado desde la óptica del bloque social dominante, (…) Mitre aseguró el predominio de sus ideas con la fundación (…) del diario La Nación (…) la clase dominante no sólo legitima su pasado, presentándose como la suma de las virtudes y adjudicándoles los horrores a sus enemigos, sino que se consolida políticamente y apuesta a perpetuarse en el futuro al someter a su concepción al resto del país, especialmente a los sectores más ligados a la cultura (la clase media)” .[1]
De esta manera, la Historia Oficial, escrita para legitimar y consolidar el triunfo de Buenos Aires sobre la Confederación, exalta a algunos y condena a otros, ignora las causas económicas, políticas y sociales de los enfrentamientos internos. Oculta que ya desde 1810, se perfilan dos proyectos de país enfrentados en un conflicto que perdura hasta nuestros días. Es que, con los lógicos matices y cambios políticos y sociales propios del devenir histórico, los problemas centrales de los siglos XIX, XX y XXI, continúan siendo los mismos, independencia, justicia y derechos sociales, distribución de la riqueza, libertad y democracia.
EL control hegemónico establecido por las armas y las políticas culturales, nunca logró imponerse completamente, fue cuestionado y enfrentado, con mayor o menor éxito en distintos momentos de nuestra historia. La lucha por derechos y mejores condiciones de vida fue la respuesta rebelde de los sectores populares contra el modelo de explotación y sometimiento. Se fueron conquistando derechos, pero la lucha siempre fue respondida con una represión muchas veces cruenta, y con políticas culturales de desprestigio.
“El proceso simbólico mediante el cual los dominadores legitiman su dominación es, en esencia, sencillo. Se trata de devaluar la cultura y el pensamiento de parte de la población, mientras ellos se colocan en la antinomia. Es así como el acto de minusvalorar las opiniones de los actores sociales populares permite y hasta solicita el acto consecuente de salvarlos de sí mismos. En la Argentina, el punto de vista antiperonista –que constituyó una cultura de clase- se apoyó en las antinomias “civilización contra barbarie”, “democráticos contra autoritarios”, “realistas contra populistas”, “modernos contra primitivos”, construyendo una inmensa segregación social. Cuando a esta se agregó la segregación política, el resultado fue la formación de una identidad de resistencia de los excluidos que construyó “formas de resistencia colectiva contra la opresión, de otro modo insoportable”.[2]
Frantz Fanon, revolucionario argelino, sostenía que el colono habla del colonizado en un lenguaje zoológico para negarle su condición de ser humano. A modo de ejemplo, decían que los pueblos originarios no tenían “alma”, ”total es sangre de gauchos” dirá Sarmiento, luego será el “aluvión zoológico”, “los cabecitas negras”, los negros, los grasas, la chusma y hoy “los planeros”.
Estas prácticas de desvalorizar al opositor se seguirán aplicando en las décadas de 1960-´70, tanto contra peronistas como contra la izquierda, tanto a unos como a otros se los acusa de subversivos, apátridas, criminales, corruptos, ajenos al ser nacional, del mismo modo como antes se lo había hecho con los caudillos federales, con los irigoyenistas, o con dirigentes obreros anarquistas y socialistas, los de la Semana Trágica, los de las Huelgas Patagónicas, los de la Forestal, los de la resistencia peronista y tantos otros.
Así, los jóvenes de los ´70 aparecen, en la prensa y discursos oficiales de la época, y actualmente en todos los discursos de la derecha, como los únicos responsables de la violencia política en Argentina dejando en el olvido hechos tan terribles como por ejemplo el bombardeo a Plaza de Mayo.
Es el trabajo por Memoria, Verdad y Justicia, de los organismos de Derechos Humanos, Madres, Abuelas, Familiares, HIJOS, el que impide el éxito y la consolidación de estas prácticas difamatorias. La difusión de la información correcta sobre los hechos y métodos empleados, la crueldad y magnitud del genocidio, del robo de bebes, de la verdad acerca de los asesinatos y torturas produjo un enorme rechazo social que se visualizó claramente en el masivo rechazo al “dos por uno” para liberar genocidas condenados y en la acción de la justicia, que desde el Juicio a las Juntas, y todos los demás juicios a los genocidas que aún se siguen desarrollando han demostrado la falsedad del relato dictatorial. [3]
Es a esa historia, la otra historia, la de los sectores populares a la que queremos aportar con este libro desde nuestro lugar de testigos y partícipes. Este no es un libro de Historia sino de Memoria, pero su comprensión, hace necesario que esa Memoria sea situada en tiempo y espacio, en su contexto histórico, la ciudad de Santa Fe, Argentina, en las décadas de 1960 y 1970.
Comprender los hechos de los años ´60/70, sin el facilismo de culpabilizar a una generación de violentos, requiere echar una mirada sobre los acontecimientos ocurridos a partir del gobierno de Perón y su derrocamiento. El peronismo, sobre la base de las industrias sustitutivas surgidas después de la crisis de los años ´30, puso en marcha un proyecto industrialista de tipo keynesiano, orientado a la generación de trabajo agregando valor a la producción primaria para liberar al país de la dependencia externa y buscar la justicia social. En pocos años el país alcanzaba un importante desarrollo industrial. La formación y desarrollo de fuertes sindicatos, de leyes y políticas sociales y los mayores salarios lograron mejorar notablemente los niveles de vida de los trabajadores. El país dejaba de ser una semi-colonia proveedora de materias primas para empezar a construir una Nación con un proyecto industrial que permitía integrar al conjunto de sus ciudadanos en el pleno uso de sus derechos.
El golpe militar de 1955, que reemplaza al legítimo gobierno de Perón por una dictadura eufemísticamente denominada “Revolución Libertadora”, cuyo sangriento accionar se inicia con el bombardeo a Plaza de Mayo, fusilamientos y cárcel para los opositores, significó la destrucción de ese proyecto. Con la vuelta de políticas económicas liberales que incluían el ingreso de Argentina al FMI (1956) se iniciaba un camino a través del cual, dos décadas después, (1976) otra dictadura, continuará la destrucción del aparato industrial para reemplazarlo por un modelo de libre comercio, valorización financiera, pobreza estructural y represión.
A partir de la imposición del proyecto antipopular del 55, junto con la represión al peronismo y la consecuente pérdida de derechos socio-políticos, una trama de odio y violencia condicionó la vida política argentina con la alternancia entre dictaduras militares y la ficción de “gobiernos constitucionales”, débiles por las circunstancias de su origen: elecciones en las que el partido mayoritario estaba proscripto. Fueron los años en los que la distribución del ingreso comenzó a ser desfavorable para los trabajadores que van perdiendo las condiciones de vida logradas durante la etapa peronista, años en los que se inicia la resistencia peronista, años en los que la conflictividad social y la represión eran una constante.
En los ´60, el ingreso del capital extranjero agrava el control imperialista sobre nuestra economía. La radicación de empresas multinacionales, conduce al surgimiento de importantes agrupamientos fabriles en zonas como Córdoba o el corredor industrial que se establece a lo largo del Paraná. La gran concentración de obreros en estas regiones dará lugar a la formación de poderosos y combativos sindicatos. Una situación que a partir de 1966, cuando el Gral Onganía al frente de la “Revolución Argentina” impone políticas neoliberales y se acentúa el deterioro de la situación social provoca una gran conflictividad en el sector obrero, pero también en las clases medias.
En la ciudad y provincia de Santa Fe, bajo los gobiernos de Sylvestre Begnis y Aldo Tessio, se emprendieron importantes obras de infraestructura y comenzaron a instalarse grandes industrias como DKW y Fiat, empezando a cambiar su perfil de ciudad administrativa y conservadora. Al mismo tiempo, crecía la población de los barrios marginales, un cordón de pobreza que rodeaba la ciudad en el que se refugiaban numerosos migrantes desplazados por la crisis de las industrias regionales y del agro del norte santafesino y provincias linderas. En esos barrios, trabajaban los curas obreros (Catena, Silva, Büntig, entre otros) que eran acompañados por alumnos de colegios públicos y privados, y jóvenes universitarios, que de este modo se iniciaban en la militancia social. Posteriormente, estos jóvenes estudiantes, nucleados en organizaciones políticas, trabajarían desde las mismas en la mejora de las condiciones de vida (saneamiento, apertura de calles, construcción de ranchos y escuelas) y formación política de líderes barriales.
Eran hijos de la clase media o de sectores obreros especializados que gozaban de un relativo bienestar y podían disfrutar del acceso a la cultura y a las Universidades, en las que las políticas sociales que aún se mantenían vigentes (ingreso irrestricto, gratuidad, comedores y residencias estudiantiles) les permitían acceder a los estudios superiores junto a jóvenes de otras provincias o de países limítrofes. Esa convivencia entre estudiantes de diferentes orígenes socio culturales hizo posible una comprensión más plena de la realidad social Argentina y regional.
En la escuela secundaria y en las universidades se desarrollaban apasionados debates sobre política e historia nacional. Los docentes no debían preocuparse por estimular el interés de sus alumnos sino en responder a sus inquietudes y cuestionamientos. Todo era cuestionado y entraba en discusión, desde los contenidos curriculares, la historia tradicional o el objetivo de las ciencias. Se leían obras de pensadores nacionales y de otros que como Teilhard de Chardin o el obispo Elder Cámara, junto con la relectura de Marx y los clásicos del marxismo y una nueva interpretación de los Evangelios desde nuestro continente a la luz del Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín, eran signos de los profundos cambios culturales de la época.
El movimiento obrero desde 1955 a 1976 recorrió un camino de acciones importantes, crecimiento en organización y nuevos métodos de lucha, nuevas camadas de trabajadores y dirigentes combativos, acciones directas en las calles, tomas de fábricas. La situación se irá agravando en la medida que aumenta el deterioro de la situación social y económica, aumentan las protestas sociales y sindicales, siempre respondidas con represión y encarcelamientos.
“La ofensiva se descargó, en un principio, sobre los trabajadores… otros sectores sociales sufrieron los efectos de la modernización económica. Los comerciantes, las pequeñas y medianas empresas, los funcionarios y empleados del sector público, los agricultores y finalmente los grandes productores rurales padecieron las consecuencias de una política económica tendiente a favorecer a la gran industria y la inexistencia de mecanismos representativos que permitieran su canalización creó las condiciones para un estallido popular.”([4])
Pocos días después de ocupar el gobierno, Onganía interviene las Universidades y anula la autonomía universitaria y el gobierno tripartito, lo que junto con la intervención policial conocida como “la Noche de los Bastones Largos” provoca la reacción estudiantil, en septiembre de 1966 cae herido de muerte el estudiante de la Universidad de Córdoba Santiago Pampillón. En mayo de 1969, el Interventor en la Universidad Nacional del Nordeste decide la privatización del Comedor Universitario de la UNNE, un hecho aparentemente menor enciende la chispa que incendiará el país. Esa medida, acorde con la idea neoliberal de la necesidad de achicar el Estado y que la Universidad fuese sólo para quienes la podían pagar, provoca una fuerte reacción de los estudiantes de la Universidad Nacional del Nordeste. Las organizaciones estudiantiles, con el apoyo de los sindicatos, los sectores medios y la Iglesia, reclaman la renuncia del Interventor de la Universidad y la revisión de la medida. El asesinato durante una manifestación, del estudiante Juan José Cabral, 15 de mayo, provocó la indignación general de la población, desencadenó una serie de protestas en todo el país en las que cayeron otras víctimas, como Bello y Blanco en Rosario y que culminaron en el Cordobazo.
El estallido social del año 1969, protagonizado mayoritariamente por obreros y estudiantes, fue la lógica consecuencia de las políticas de la dictadura militar. Muchos de sus protagonistas eran jóvenes, que por pertenecer a una generación que había nacido y crecido entre dictaduras, en un país dividido por un odio político que justificaba toda acción antiperonista, carecían de toda experiencia democrática y descreían de ella.
La ciudad de Santa Fe, no fue ajena a estas convulsiones, marchas y movilizaciones gremiales y estudiantiles, reclamos barriales que se unían o surgían ante diversos problemas puntuales, como por ejemplo el de los productores de azúcar del norte provincial, los reclamos estudiantiles y gremiales agitaban la ciudad. Aunque en estos hechos el mayor peso recae en el movimiento obrero, en la ciudad de Santa Fe, por su carácter de ciudad administrativa y universitaria, los sectores estudiantiles tuvieron gran importancia.
DIce Norberto Galasso “en algunos hechos, como el Cordobazo, la participación de los trabajadores ha resultado importante, pero, en otros, el hecho nuevo está dado por la creciente movilización de los sectores medios, tanto en las concentraciones, como en la gestación de las guerrillas.” (…) en este proceso de nacionalización y radicalización de los sectores medios han jugado factores internos y externos. Entre los internos, debe señalarse que dichos sectores vivieron, en ese cuarto de siglo, experiencias diversas, la mayoría frustrantes, lo cual explicaría que junto al descenso en el nivel de vida producido por la política económica de Krieger Vasena, hayan entrado en la crisis también desde el punto de vista de su fe en las instituciones y en los políticos, es decir, en el sistema democratista que, con hipocresías, tergiversaciones y deformaciones, rigió en esos años.”
Estos acontecimientos están enmarcados en un contexto internacional que surge al finalizar la segunda guerra mundial, la división del mundo en dos bloques enfrentados, el llamado mundo occidental o capitalista encabezado por Estados Unidos y el bloque Socialista centrado en Rusia, es lo que conocemos como guerra fría, en la que de una u otra manera se vieron envueltos todos los países. Es en ese período en el que se produce la independencia de los países coloniales de Asia y África, las guerras de Argelia y Vietnam, el movimiento hippie, el Mayo Francés y fundamentalmente el triunfo de la revolución cubana. Por otra parte, la Iglesia Católica que, bajo el papado de Juan XXIII, inaugura en 1962 su Concilio Vaticano II, produce una profunda renovación en el seno del catolicismo. Entre esos cambios, destacan aquellos que promovían una nueva interpretación de los Evangelios. En Latinoamérica, esa interpretación va a centrar la mirada en los problemas sociales.
Los jóvenes se han convertido en actores protagónicos que se rebelan contra un mundo que no les da respuesta, rechazan el consumismo y militan por la paz, rechazan los valores y estructuras del mundo burgués. En América Latina, se entiende que la paz es imposible sin justicia y que la injusticia social y la violencia con la que la imponen los sectores hegemónicos justifica la rebelión y la violencia de “los de abajo” y en ello coinciden los jóvenes católicos y los de izquierda. El hambre y la miseria son intolerables, pero la violencia dictatorial las perpetúa.
Es en ese marco nacional e internacional, en el que hay que comprender la extraordinaria movilización y politización de los ´70, en el que personas provenientes de muy distintos sectores sociales, se plantearon la necesidad de un cambio de las injustas estructuras que condenaban a la miseria a amplios sectores sociales, la revolución aparecía no sólo como posible sino como estrictamente necesaria e inminente.
Los acontecimientos del año ‘69, marcan un punto de inflexión. Desde este momento la “Revolución Argentina” está en retirada, la organización popular en avance. Aunque hubo intentos anteriores (Uturuncos y Taco Ralo), es a partir del Cordobazo que aparecen distintas organizaciones guerrilleras. Las más importantes fueron: FAP, FAR, Descamisados y Montoneros de origen católico y peronista, a esta organización se sumarán luego las primeras. Desde la izquierda no peronista surgen, las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), Poder Obrero (OCPO/PO) y el ERP, Ejército Revolucionario del Pueblo, brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de orientación guevarista.
A partir de ese momento la politización, sobre todo entre los jóvenes, es masiva. Esa movilización reconoce dos grandes corrientes, la de los que sueñan con la revolución en clave peronista y la de orientación marxista. Tanto unos como otros planteaban no sólo el cambio social, sino el cambio personal, la construcción de una sociedad justa necesitaba del “hombre nuevo”, personas auténticas, honestas, ajenas a los intereses individualistas, capaces de pensar en el otro, de pensar en profundidad pero también de sentir, personas que actuaran y sintieran tal como pensaran; como diría el Che: “capaces de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo.” El militante debía luchar por ser siempre mejor persona, siempre en todo momento y lugar, en todas las relaciones de su vida.
A Onganía le suceden en el gobierno los generales Levingston y Lanusse, en un clima de creciente oposición y continuo desarrollo de las guerrillas. Las cárceles se llenaron de presos políticos, muchos fueron trasladados al penal de Rawson, en la provincia de Chubut. En agosto de 1972, los presos logran tomar el penal y se produce la fuga de los principales jefes, 19 prisioneros que no habían podido acceder al avión que condujo a Chile a sus compañeros, se entregaron y fueron asesinados en la base naval Alte. Zar, de Trelew el día 22. En ese grupo de combatientes fusilados estaban tres jóvenes de nuestra ciudad: Jorge Ulla, Ricardo Haidar y Carlos del Rey. Posteriormente Ricardo Haidar, Alberto Camps y María Antonia Berger que lograron sobrevivir a la masacre y dieron testimonio de ella, fueron asesinados por la dictadura de Videla.
Trelew señala un quiebre importante en las prácticas represivas y podría ser considerado como el primer acto de terrorismo de Estado. A partir de este momento se hizo evidente que la dictadura no podría sostenerse por mucho tiempo más. Lanusse se ve obligado a convocar a elecciones, la juventud Peronista lanza la campaña del “luche y vuelve” a la que la juventud se incorpora masivamente.
El 25 de mayo de 1973, en medio del entusiasmo popular, Héctor Cámpora asume la Presidencia de la Nación, primer presidente elegido democráticamente, después de 18 años de proscripción del peronismo. Esa noche son liberados miles de presos políticos que poblaban las cárceles y comenzaba un período llamado posteriormente “primavera camporista”.
Por un brevísimo período, se vivió un ambiente de libertad, de creación, de proyectos, de futuro y de sueños, el cielo estaba en las manos de los luchadores populares, hasta que el 20 de junio de ese mismo año, desde el palco oficial donde se esperaba el arribo del general Perón a la patria, y ante lo que parecía iba a ser la mayor fiesta popular después del 17 de octubre de 1945, la derecha peronista hizo saber que la fiesta había finalizado y el horror comenzó.
Posteriormente tras la renuncia de Cámpora, hay nuevas elecciones y triunfa la fórmula Perón-Perón. Después de la muerte de Perón el 1 de julio de 1974, la influencia de López Rega y la extrema derecha son cada vez mayores. Mientras la inflación se descontrolaba y el salario perdía valor día a día, la reforma económica de corte neoliberal del ministro Celestino Rodrigo, “el rodrigazo”, produjo una brutal devaluación. La reacción obrera fue enfrentada por la acción de grupos parapoliciales y paramilitares como las tristemente célebres AAA (Alianza Anticomunista Argentina). Dirigentes políticos, gremiales, estudiantiles, sacerdotes, militantes sociales, obreros, van a ser asesinados. Según la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CoNaDeP), entre 1974 y 1976, estos grupos, asesinaron a más de 450 personas. A comienzos de 1975, un decreto del gobierno de Isabel Perón ordena la intervención del ejército en Tucumán, donde actuaba la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), para “neutralizar y aniquilar la acción de los elementos subversivos”. En febrero los militares crean en Famaillá el primer centro clandestino de detención, “La escuelita”. En agosto asume como Comandante en Jefe del Ejército el General Videla. A fines de ese año, después del desastre de Monte Chingolo y su derrota en Tucumán el ERP, estaba derrotado. Montoneros había pasado a la clandestinidad y muchos de sus miembros encarcelados.
La dictadura que se instala a partir del 24 de marzo de 1976 tenía claros objetivos económicos, acordes a los dictados del neoliberalismo. Los años ’70, fueron también los años del avance en el contexto internacional de las ideas y políticas neoliberales. Esta corriente cuyo desarrollo teórico iniciado en la década de 1930, sostiene la libertad de mercado, la desregulación económica, el achicamiento del Estado, la privatización de las empresas públicas y la reducción del gasto público. Es una teoría que se aplica plenamente primero en el Chile de Pinochet (1973), después será el turno de Videla (1976) en Argentina y seguirán Inglaterra con Thatcher (1979-90) y en EEUU con Reagan (1981-89) .
Ese plan económico, que destruyó el tejido económico-social argentino, sólo pudo ser aplicado con la persecución política y el terrorismo de estado. Prueba de ello es que la mayor parte de las víctimas de la dictadura son dirigentes gremiales, delegados de fábrica o simples obreros que reclamaban sus derechos. La resistencia y la fuerte oposición de diferentes sectores sociales a las políticas económicas neoliberales del onganiato habían demostrado que era imposible aplicarlas sin romper la resistencia obrera y popular, de ahí la aplicación de la teoría del enemigo interno, que ya desde los años 50 se difundía entre las fuerzas armadas, como sostiene la francesa Marie Monique Robin[5], los militares argentinos, ya desde fines de los 50, participaban de los cursos de formación para la guerra antiguerrillas en Francia y Argelia, incorporando así lo que era una forma de lucha de un país colonial contra aquellos que peleaban por su independencia. Esa formación militar será completada por la de la Escuela de las Américas en la que el capitalismo norteamericano formaba quienes serían defensores de sus intereses económicos y políticos en su “patio trasero”. El ejército argentino va a actuar contra la propia población como lo haría una fuerza de ocupación extranjera.
La periodista francesa Monique Robin que entrevista al Gral. Balza[6] le pregunta: ¿Cómo se llega a eso?, Balza responde: “…yo diría que fue un cóctel político, ideológico, militar y religioso, el que engendró el régimen más criminal de nuestra historia….la enseñanza dispensada por los militares franceses a partir de los años 50 fue fundamental….aportaron una concepción nefasta y perversa, que literalmente envenenó el espíritu de los oficiales de mi generación: la del “enemigo interior”…interiorizamos el hecho de que el enemigo contra el que debíamos batirnos era nuestro propio conciudadano: con el que estábamos a punto de almorzar, el profesor de nuestros hijos o nuestro vecino; en resumen, todas aquellas personas cuyas ideas nosotros no compartíamos, y que podían tener de lejos o de cerca, afinidades con el comunismo, presentado como el mal absoluto, o con el peronismo, considerado como un subproducto del primero…”.
En marzo de 1977, Rodolfo Walsh, escribía, la Carta a la Junta Militar y decía:
“.. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror…” “...han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina. ..”
“Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio…”
“….muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.”
“…estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.”
“En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales. Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9% prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.”
“…Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, … enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la ´racionalización´”.
A partir de 1976, los dueños del poder hegemónico, arrasaron el país, masacraron una generación e hicieron sus negocios imponiendo el modelo neoliberal que la resistencia popular había hecho fracasar, durante la dictadura anterior. El saldo fue que la pobreza pasó del 4% al 37% y se estatizó la deuda privada. La reacción y resistencia popular hicieron que la dictadura reaccionara ante su evidente decadencia tratando de recuperar poder apelando a una sentida causa nacional: Malvinas. Sacrificando en el altar de sus intereses a otra generación de jóvenes argentinos.
Desgraciadamente, a caída de la dictadura no significó el fin del neoliberalismo, ya que luego en democracia, aplicando políticas económicas neoliberales, y engañando al pueblo, lo completaría Menem entregando las empresas del Estado y luego reimplantaría Macri endeudando al país a límites insostenibles. Hoy seguimos viviendo las consecuencias de aquellos males.
Las historias que contiene este libro nos cuentan quienes fueron algunos de esos hombres, mujeres y niños, generosos, idealistas y patriotas que soñaron y lucharon por un mundo mejor, resistieron las dictaduras, defendieron los intereses populares y fueron asesinados por la dictadura genocida.
Las historias que contiene este libro nos cuentan quienes fueron algunos de esos hombres, mujeres y niños, generosos, idealistas y patriotas que soñaron y lucharon por un mundo mejor, resistieron las dictaduras, defendieron los intereses populares y fueron asesinados por la dictadura genocida.
[1] Galasso, N. Historia de la Argentina. Pág 83
[2] Salas, Ernesto, Uturuncos.El origen de la guerrilla peronista. pág. 24.Ed Biblos.
[3] En 2017 la Corte Suprema, con los votos de Rosatti, Rosenkatz y HIghton dictó un fallo beneficiando a genocida para que obtenga su libertad
[4]Rapoport, Mario. Historia política, económica y social de la Argentina. Ed. Macchi. P.617-618]
[5]Robin, M. M., “Escuadrones de la Muerte. La Escuela Francesa.” E. Sudamericana, Bs. As 2004.
[6]
EDICIÓN 2023 - EDITORIAL EL PERISCOPIO
Esta obra colectiva reúne las historias de 431 militantes populares desaparecidos o asesinados que nacieron o desarrollaron su actividad en los doce departamentos del centro y norte de la provincia de Santa Fe.
Equipo responsable: Juanita Kohler / Francisco Klaric / Luis Larpin / José Nagahama / Rolando Pisarello
A Fernando, por su parecido con el personaje de la historieta, sus compañeros de estudios y militancia lo conocían como Clark Kent. Había nacido en Santa Fe. Hijo único. Sus padres se separaron cuando él era muy chico y desde entonces vivió solo con su mamá sin tener ninguna relación con el padre. Cursó la escuela primaria en la vieja Escuela Sarmiento, sus compañeros de aquella época lo recuerdan como a un chico más bien gordito, muy buen alumno y gran compañero. Cuando comenzó la escuela secundaria, él y su mamá se fueron a vivir a Sunchales donde la madre puso una óptica.
Fernando era muy simpático y fachero, todas las chicas del colegio andaban tras de él, situación que, como todo adolescente, disfrutaba. Cursó hasta 3er año del bachillerato en el Colegio Nacional de Sunchales y después, volvió con su madre a la ciudad de Santa Fe.
Durante los dos años siguientes, mientras terminaba el secundario, siguió volviendo regularmente a Sunchales, porque allí habían quedado muchos amigos y una novia. Era muy inteligente, super responsable y lector crítico. Le gustaba jugar al basquet y lo practicó, tanto en Sunchales como en Santa Fe, formando parte de muy buenos equipos.
Siempre supo que iba a estudiar Ingeniería Química, carrera a la que ingresó en el año 1970. Durante el primer año dedicaba mucho tiempo a estudiar y aprobaba siempre con las mejores notas. Posteriormente dividía el tiempo entre el estudio y su creciente compromiso político con las luchas que llevaban adelante los estudiantes tratando de aportar a la construcción de una sociedad más justa.
Testimonios :
Corrían los días duros, en retirada, de junio de 1976, por esas cuestiones de los traslados...yo estaba en Rosario, venía de Santa Fe.
Un día en que iba a cubrir mi cita diaria con mi responsable, también venido de Santa Fe, al despedirnos, después que coordinamos rápidamente lo necesario y establecemos un nuevo encuentro, me dice: -"Sabés con quién me voy a encontrar ahora?" -"Obviamente no" le contesté... -"Con el Clark!!!! Querés venir a verlo?"
Dudé un instante...era fuerte el deseo de poder estrechar en un abrazo a un compañero de la Facultad, con quien compartimos tantos momentos, y sobre todo en esos días donde todo era desconocido, extraño, hostil. Pero los criterios de seguridad pesaron más...-"Me encantaría, pero no corresponde hermano. Dejale un abrazo enorme..."
Nos despedimos, y él fue al encuentro del Clark, en San Martín y Avenida Pellegrini, y yo a cubrir otra cita con mi grupo en España y Avenida Pellegrini. No pasó mucho tiempo...tal vez una eternidad visto hoy...y escuchamos las sirenas...esas de todos los días...y el interrogante que te desgarraba cada día... habrán agarrado a alguien? Terminada mi reunión, me dirigí como un autómata hacia San Martín, intuyendo algo, no sé...y mi presentimiento se materializó... Que pasó? pregunté inocentemente...y me contaron que habían agarrado a 2 ó 3 subversivos en un bar, aparentemente los sacaron a la vereda y ahí nomás los fusilaron... Con un nudo en la garganta me alejé del lugar...no volví a ver a mi responsable, ni tampoco al Clark. Compañeros entrañables...mi recuerdo para ellos.
/Ruli
Lo conocí a Fernando en algún momento de 1970.Empezamos Ingeniería Química juntos en ese año. Él era santafecino de la ciudad y yo, como también mis recientes amigos, éramos de pueblos del interior de la provincia o de otras provincias. Como los santafecinos, digamos que seguían su vida “normal”, en principio no se establecían muchas relaciones entre estos grupos. Rendimos al mismo tiempo todas las materias del primer año y creo que empezamos a conocernos mejor en el verano de 70-71. Seguramente establecimos una relación muy fuerte a partir del inicio del 71, cuando constituimos la casa de San Jerónimo 4148 con varios compañeros de la FIQ. Fernando, empezó a frecuentar nuestra casa y establecimos una relación de amistad muy profunda. De una inteligencia superior y sagacidad sin igual, competíamos, en el buen sentido, por las mejores notas durante estos primeros años de Facultad. Como Pachanga tocaba un poco la guitarra, Fernando se interesó, y en poco tiempo, sin otro profesor o estudio, ya tocaba bastante bien. Tenía una casi imperceptible tartamudez, como una ligera dificultad para arrancar la frase.
Una mañana de junio del 76, pocos meses después del golpe militar, Mirta, volvió de comprar verduras en un camioncito que paraba por Laprida (vivíamos en Ocampo y Laprida) y desconsolada me contó que se comentaba que habían matado a dos guerrilleros en un bar de las inmediaciones. Tiempo después supimos que los asesinados habían sido Fernando y Tito Duarte, de Económicas, los sorprendieron en una cita en el bar. No tengo ningún otro detalle. Fue uno de los momentos más tristes de mi vida. Nos queda el recuerdo imborrable de su integridad militante, de su espíritu crítico, de su opción de vida.
/ Angus
Fernando era un tipo fuera de serie en la Facultad, además de su compromiso militante con la causa de Perón, era un tipo muy inteligente que llevaba su carrera al día y rendía las materias siempre con buenas notas. Como recuerdo suyo tengo, además de su calidad y generosidad como compañero, la de sus apuntes, escritos con letras en mayúscula y super prolijos, eran los apuntes que buscábamos para aprobar las materias, no fallaban nunca. Fernando fue un compañero respetado por militantes y no militantes, tenia esa cualidad que lo distinguía.
/Pato
La relación que construimos con Fernando Abasto fue muy profunda y personal. Yo estuve en Santa Fe desde enero del '70 a marzo '74 y las características de esa época nos permitían un contacto personal y hasta familiar muy frecuente. Sé que venía de Sunchales, también que era hijo único y que vivía con su mamá a quien conocí y con la que casualmente cumplíamos años el mismo día (01-10), ella era empleada municipal, también conocí su casa, aunque no recuerdo en que barrio estaba.
Compraba a principio de año una resma de algún color suave y armaba carpetas para las distintas materias. Tomaba apuntes, desde las filas delanteras aunque nunca desde la primera, con un manojo de biromes de colores con los que resaltaba lo más importante o lo que él llamaba "las chinches" del profe. Cuando requeríamos su ayuda era capaz de explicarnos todos los temas desarrollados en clase.
En la lectura era minucioso y profundo, también resaltaba y subrayaba, nunca iba a una reunión sin haber leído el tema propuesto para la discusión. Lo vi por última vez por febrero del '75, andaba en una camioneta Ford Ranchero y nos cruzamos en la esquina del Cullen. Nos dimos la mano y nos despedimos. Estaba intacto, tenía el brillo del hombre nuevo en sus ojos. Lo recuerdo siempre con mucho cariño y un poco de la culpa que sentimos varios de los sobrevivientes.
/ Bruno
/ Marta Bertolino
Hermana de , nació en Romang el 22 de noviembre de 1955. En muchos aspectos sus historias coinciden. Su familia vivía en Colonia San Roque (a 40 kilómetros de Romang), allí cursó sus estudios primarios en la hoy Escuela N° 6346 y, como no se contaba con secundario, realizó sus estudios en el Colegio Inmaculada Concepción. En este período también permanecerá como internada en el Colegio a cargo de las Hermanas Terciarias Franciscanas. "Siempre se destacó como estudiante, fue abanderada tanto en primaria como en la secundaria. Era menudita e inquieta, con unos ojos enormes que siempre se encontraban interrogando la realidad. Sus compañeros la recuerdan como una persona alegre, solidaria, muy bueno compañera e inteligente. Los docentes reconocen que fue una de las mejores alumnas que tuvieron en la escuela", recuerda hoy con una ligazón de orgullos melancolía y dolor su hermana Adriana.
Terminó el secundario en 1972 y se fue a Santa Fe en 1973 donde comenzó la carrera de Licenciatura en Química. En la efervescencia de ese año bisagra comenzó a militar en la Juventud Universitaria Peronista. En el transcurso de esos meses descubriría que la química no era su vocación por lo que al año siguiente barajará y dará de nuevo: comenzará la carrera de Derecho en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad del Litoral. Al mismo tiempo, en ese 1974, comenzó a trabajar ya que necesitaba aliviar la economía familiar, como encuestadora del INDEC y más tarde en Turismo de la Provincia.
Trabajaba, estudiaba, ayudaba a su familia y participaba activamente en la actividad política de aquella época junto con la militancia. Era una "compañeraza" dicen sus compañeros de aquellas jornadas. Durante el gobierno de Isabel Perón y la Triple A, en 1975, comenzó la persecución a los estudiantes de la JUP, siendo suspendida en la UNL. Entonces regresó al hogar de sus padres en el campo de Colonia San Roque, noviembre de 1975.
"El 29 de abril de 1977 Raquel viajó con su madre a San Nicolás para visitar a su hermana. María Cristina y Horacio, residían en esa ciudad industrial del sur bonaerense junto con su pequeño hijo Fernando Carlos, que tenía entonces nueve meses. Raquel y mamá pensaban regresar al día siguiente al campo donde vivían. Pero retomó la madre mientras Raquel se quedó por unos días más."
"Cuando se recuperó la democracia supimos que estuvieron secuestrados en una casa en San Nicolás donde fueron vistos por un compañero llamado Pablo Martinez, que vivía en esa ciudad. Este joven fue secuestrado el mismo día y nos contó que entre el 4 y 5 de mayo secuestraron alrededor de treinta personas, tres de las cuales fueron pasados a prisión legal meses después. Pablo Martinez los vio por última vez cuando los bajaron de un auto en lo que cree era la comisaria de Somisa en San Nicolás, el 7 de mayo. Es el único testimonio que conseguimos. El obispo Ponce de León intervino intentando salvar a los sobrevivientes, posteriormente él mismo fue asesinado.” Adriana
El teniente coronel Manuel Fernando Saint Amant fue el militar que amenazó personalmente varias veces al obispo Carlos Ponce de León (“Tenga cuidado, usted está considerado un Obispo rojo” -Nunca Más-Conadep). Después el prelado moriría en un sospechoso accidente de tránsito, como el obispo Angelelli.
Oriundo de Nogoyá, Entre Ríos, donde nació un 4 de enero de 1945. Estudió en la UNL de Santa Fe, militó en el dónde se lo conocía como el “Negro Amestoy”, buen orador y militante comprometido. Se recibió de Escribano a los 23 años, volvió a Nogoyá y obtuvo por concurso el Registro de la Propiedad del Automotor, continuando su militancia en la en los barrios. Conformó una agrupación que instaló hornos en distintos barrios para fabricar ladrillos con los que construir viviendas para la gente más necesitada.
Fue organizador de en su provincia y después del golpe militar del 24 de marzo de 1976, se trasladó junto a su familia a las ciudades de Paraná, Santa Fe y más tarde San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires.
Su hermano menor, Miguel Ángel Amestoy, así lo define: “Activo militante barrial de Nogoyá, en realidad, ya de chico era un gran colaborador de las instituciones del pueblo, lo que le permitió ir cosechando muchos y buenos amigos, sobre todo porque su única preocupación era el prójimo. De hecho mis padres muchas veces no entendían su forma de ser y chocaban con él porque siempre daba todo lo que podía”.
Se lo recuerda porque al concluir sus horas de trabajo, “se sacaba el saco y se iba a trabajar a los barrios”, cuenta Florencia su sobrina. Siendo jefe del Registro Automotor, Omar había conformado una agrupación que había instalado hornos en distintos barrios y fabricaban ladrillos para construir viviendas para la gente más necesitada. También conseguían chapas y colaboraban en la edificación.
Cursó el secundario en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe. Ya desde esos años mostraba un gran sentido crítico, que por su inteligencia y sentido común sabía compatibilizar con su gran sentido del humor, lleno de ocurrencias y dichos populares.
Terminado el secundario hace dos años de medicina en Rosario, luego abandona esa carrera y se traslada nuevamente a Santo Tomé e inicia los estudios de Arquitectura en la Universidad Católica de Santa Fe.
Era el año 1973, Cámpora llegaba al gobierno y Perón regresa al país, era un año de gran efervescencia política y de grandes expectativas. Los estudiantes de la Católica, igual que los estudiantes de las demás universidades del país estaban movilizados detrás de un proyecto que permitiera la construcción de una sociedad más justa.
Ese año se produjo una gran inundación y los estudiantes de las distintas facultades se volcaron a ayudar solidariamente a los pobladores afectados, y posteriormente trabajaron en las campañas de vacunación masiva que se organizaron.
Toda su vida era encarada en función de la militancia, pero, en el sentido de la construcción de un proyecto de país, por cierto muy distinto del que tenemos hoy. Ese proyecto implicaba también el formarse como un hombre nuevo, capaz de compartir, de jugarse con los otros, de buscar juntos las formas de superar las dificultades, de generar acciones que se justificaran en el logro de mejores condiciones de vida para todos.
De esta manera va a generar la formación del Centro de Estudiantes de la Facultad de Arquitectura, apoyar el proyecto del traspaso de la Facultad a la UNL, formar la Lista Azul y Blanca que gana las elecciones del Centro en el año 74 y 75.
Tenía un gran sentido de la solidaridad y el compañerismo, él pensaba que todo debía ser compartido, porque eso era lo justo. Por ejemplo- cuenta una anécdota- una vez, estando de campamento en Reconquista, era muy difícil conseguir cigarrillos, alguien consigue varios atados y se los da. El Chavi los reparte entre todos los fumadores del campamento en partes iguales, a pesar de la protesta de los más íntimos, que por serlo pretendían algo más. Actitud que les fue reprochada por no ser la que correspondía a quienes pretendían el cambio social.
El Chavi era un conductor nato, muy querido por sus compañeros, era orador en las asambleas, había concurrido a la “escuela de oratoria”, donde la organización formaba a los “jetones”, enseñando cómo organizar un discurso, los tonos de voz, los gestos, la forma de pararse, etc.
En septiembre de 1976, vivían en Córdoba, son cercados en su casa, alcanzan a poner a salvo al nene que es recogido por un vecino y luego entregado a su familia, y resisten. El muere acribillado, ella es secuestrada y permanece desaparecida.
“Yo de desaparecidos y asesinados no sabía nada. Al punto que tuve un amigo con quien empezamos Medicina, el Chavi Argüello, un cuadrazo de Montoneros, que estuvo implicado en el asesinato de algún militar. Él sabía que yo no sabía y no me involucró. Pasó una noche a despedirse de mí y mi ex esposa y lo mataron a los pocos días en una encerrona en Córdoba. Para mí fue una muestra de lealtad y verdadera amistad. Con el tiempo me dí cuenta de la enorme mayoría silenciosa que hubo, del colaboracionismo".
Quique Pesoa
Fue el mayor de tres hermanos, Jorge y fueron los menores. Nació en Goya, Corrientes, el 10 de noviembre de 1944, en el seno de una familia humilde, de padre empleado y madre ama de casa. Cursó sus estudios primarios en una escuela pública para varones, y los secundarios en la Escuela Normal, donde se recibió de Maestro en 1962, y fue elegido el mejor compañero del curso.
En su adolescencia comenzó su interés por los marginados, sobre todo a partir de su contacto directo con las enseñanzas de Monseñor Alberto Devoto, quien como integrante del movimiento de los curas tercermundistas, impartía los valores y conceptos de la nueva Iglesia Católica. Así, junto con otros jóvenes movilizados por esta nueva forma de conocer a Dios, integró grupos de reflexión, participó de tareas comunitarias. Le gustaba mucho bailar, salir con amigos, leer y escuchar música folklórica.
A los 16 años se puso de novio con mi mamá, Alicia, dos años más joven que él, quien también cursaba sus estudios en la Escuela Normal, y de la que egresó en 1964, con medalla de oro a la mejor alumna de su promoción. En 1963 fue a estudiar arquitectura a La Plata pero, por problemas económicos, tuvo que regresar a los pocos meses. Comenzó a trabajar entonces como maestro en una escuela rural hasta que en 1964 se crea el Instituto Superior «José Manuel Estrada», auspiciado por la Iglesia, y desde el que, por intermedio del entonces sacerdote Rolando Camozzi Barrios, con quien tenía una profunda amistad, es convocado para cumplir la función de bedel.
Sé que de Santa Fe, en 1972, fuimos a Salta como clandestinos. Allí y en pleno preparativo de un operativo, tuvimos que trasladarnos urgente a una casa con varias familias más, que terminaron allanando en octubre de 1972. Mamá, Laura de dos años y yo de uno, junto al resto de las mujeres y niños detenidos, fuimos a la Comisaría Departamental de Salta, desde donde luego de varios días nos retiró mi abuela materna. Mamá, embarazada de mi hermana Clarisa, fue llevada al Hogar del Buen Pastor de Salta, donde funcionaba la penitenciaría de mujeres y luego de unos meses, trasladada a Devoto, donde nació Clarisa en la maternidad Sardá el 5/3/ 1973. Fueron liberadas el 11/4/1973.
Después del Golpe del 76, la vida en Tucumán se hizo insostenible al punto que a principios de julio tuvimos que abandonar la casa y trasladarnos urgente a Santa Fe, donde teníamos previsto ir a la casa de una compañera de nombre «Norita». Mientras viajábamos en tren, escuchamos por la radio que ese domicilio había sido allanado. No teníamos a dónde ir. Llegamos a Santa Fe y papá decidió que nosotros (mamá y sus cuatro hijos), nos viniéramos a Goya, y él se volvería a Tucumán. Fue a ver al Cura Atilio quien intentó persuadirlo de que no regresara a ese lugar tan temible diciéndole «Juan Carlos te van a matar», sin lograr convencerlo. Para ese entonces su hermano Cacho y su esposa Marita ya estaban desaparecidos.
A los pocos días mientras almorzábamos en la casa de mis abuelos maternos, que fue nuestro hogar durante muchos años, le dieron a mamá la noticia de que papá había muerto en un enfrentamiento. Varios diarios lo publicaron, señalando que la fecha del hecho había sido el 12 de Julio de 1976, en todos se la incluía a Margarita Azize Weiss aunque algunos también señalaban que habían «caído» otros militantes. Recuerdo que mamá no tenía consuelo y nosotros no sabíamos qué pasaba, hasta que salió de su dormitorio y nos dijo: «lo mataron a papá». Fue lo último que dijo de él hasta el advenimiento de la democracia. A mamá la vinieron a buscar en abril (creo) de 1977, para trasladarla al Regimiento de Resistencia (Chaco), de donde regresó para quedar detenida durante varios meses, en la Comisaría Departamental de Goya. Pero esa es otra historía.
Laura (hija)
“A casi 34 años de su muerte, nuestro padre regresó a casa".
Juan Carlos Aguirre fue asesinado en Tucumán el 12 de julio de 1976, pocas horas después ingresaron sus cuerpos al Cementerio Norte de Tucumán para ser enterrados en una fosa común, y a pesar de saberse sus nombres, identificados como NN.
Muchos años después, cuando la angustia, el silencio, el misterio y el oprobio social que rodeara la muerte de nuestro padre, se hicieron insostenibles, comenzó la búsqueda. Así conocimos personas que generosa y desinteresadamente nos brindaron las piezas que faltaban para confirmar que los datos acerca de cómo, cuándo y dónde había fallecido, tenían cierto grado de certeza, e incluso el probable lugar de su sepultura. Con el rompecabezas precariamente armado emprendimos el camino hacia su encuentro. El proceso fue largo, muchas veces penoso, pero siempre preñado de esperanza.
El ejercicio del derecho a sepultar a nuestro padre como una forma de elaborar un duelo largamente pospuesto, sólo fue posible porque miramos hacia atrás, buscamos, preguntamos, reconstruimos, recurrimos a la justicia. Lamentablemente, aún hoy persiste la reticencia e incluso el miedo a dar respuestas. Mas, estas conductas devienen imperdonables pues para reconstruir cada historia individual de los que todavía hoy se encuentran desaparecidos, se necesitan personas e instituciones que contesten, abran archivos, informen.
Es inaceptable que a esta altura de la historia se pretenda y promueva el criterio de dejar todo atrás, olvidar. Asumir definitivamente esa postura importaría privar a miles de familias conocer dónde, cuándo y cómo murieron sus seres queridos; y también cuál fue el destino final de sus restos. O dicho de otro modo, sería despojarlos de su derecho a la identidad y reconstrucción de su propia historia. Ejercitar la memoria no conlleva aspiraciones de revancha o venganza.
Aquellos que, como nosotros, transitaron por la dolorosa experiencia de no saber o saber a medias, de no haber tenido la prueba cierta de la muerte como es el cuerpo, de haber perdido a un padre, esposo, hijo, amigo, sin poder reclamarlo a riesgo de correr su misma suerte, sin poder despedirse, velarlo y darle sepultura, tenemos el derecho y también la obligación de luchar para que en medio de la tragedia de estas pérdidas injustificadas, se impongan la verdad y la justicia. Es que, relegarlos al olvido, importaría volver a matarlos.
Dicen los que lo conocieron, que Juan Carlos, nuestro padre, era un gran tipo, que le gustaba leer, escuchar y bailar música folclórica, divertirse; que era obstinado e impuntual, que con las palabras tenía un enorme poder de persuasión, que tenía una fuerte convicción religiosa, que sentía desapego por las cosas materiales. También dicen que quiso un país mejor y por eso luchó hasta la muerte.
Pero nosotros, sus hijos, que hoy tenemos más años de los que él tenía cuando murió, nos lo perdimos, como también se lo perdieron sus ocho nietos... Y la verdad, aún cuando su impronta y su mensaje se nos proyecta, no nos alcanzan los recuerdos de los demás, porque hubiésemos querido tenerlo, disfrutarlo. “
Utopía
Sin querer me metí en una utopía
Y no pude salir íbamos hacia el cielo el mar el monte
Y no pude salir
Creábamos futuro a ras del alma
Y no pude salir
Cuando al fin/no sé cómo
Salí de aquel ensueño
La utopía hechicera ya no estaba
Y el mundo me ofrecía mal humor y abandono
Mario Benedetti
Este trabajo tiene como antecedente el trabajo que realizamos en las ediciones 1 y 2 de “Historias de Vida-Homenaje a militantes santafesinos”. y
Agradecemos a quienes trabajaron desinteresadamente en aquellas ediciones y a familiares, amigos y compañeros que brindaron testimonio y aportaron para ese cometido
La base fundante de este nuevo trabajo, está dada por la gran cantidad de material recogida en entrevistas y en recuperación de documentación de aquel trabajo que quedaron excluidas en muchos casos por falta de espacio. A esto debemos sumarle que del trabajo permanente que realizamos y seguramente continuaremos haciendo, fueron apareciendo nuevos casos y mayor cantidad de material para nosotros importante, que era necesario incorporar y es una obligación que como grupo sentimos.
Nuestro interés no es idealizar nombres angelizados. Sus nombres tienen carnadura moral significante para la conciencia nacional. Creemos firmemente que la historia no debe ser despolitizada. Y que cada compañere debe ser rescatado por mérito propio, que la palabra revolución les habita y pertenece, porque fueron dignos hasta el final y los procesos históricos no se agotan en la muerte individual
Sentimos la obligación de decir de ellos, nos conmueve hacerlo, necesitamos traerlos reafirmando su presente. La historiografía neoliberal dinamitó como siempre todos los puentes con el pasado, sentimos que ellos hubieren querido construirlos y nosotros asumimos esa tarea como propia.
Nos consideramos sobrevivientes con experiencia propia y diversa. Constituimos un pequeño grupo de militantes que vivimos la experiencia de aquella época, tanto la previa como militantes comprometidos como la dictadura misma en carne propia y a la cual sobrevivimos.
Junto con la recuperación democrática recuperamos la inserción social no sin dificultades. Podemos definir este grupo como una coincidencia significativa en el hecho de que sincronizamos conjuntamente un modo similar de mirar la memoria, la historia y la pertenencia política.
Más precisamente de repensar la historia desde la memoria. Sabemos que entre historia y memoria siempre hay tensiones, en general estas últimas están destinadas a obturar la memoria, el sistema de dominación busca desde su lugar de privilegio y escribe la historia para justificarse a sí mismo. El pasado es de este modo siempre un botín justificatorio, basado en el ocultamiento, que hace que el olvido se produzca por el aprendizaje interferente, que es el aprendizaje que sustituye a un recuerdo no consolidado en la memoria, y lo "desaparece" de la conciencia.
Está tensión entre la historia y la memoria está también proyectada sobre la verdad desaparecida por esta interferencia intencional.
Nuestro objetivo en este trabajo es casualmente evitar que el olvido oculte la historia y la verdad que consideramos propia; sabemos que existen varias memorias y que todas se justifican como válidas y que expresan una visión de la historia.
A lo largo de los últimos 40 años hemos visto distintos tratamientos sobre la violencia y la represión en la Argentina. Distintas maneras de negar lo sucedido, desgraciadamente pudimos observar lo hondo que caló el “no te metas” y el “por algo habrá sido” no solo en el hombre común sino también en la dirigencias política.
La “teoría de los dos demonios” planteada en los años `80, pretendió instalar que la dictadura fue un enfrentamiento entre dos bandos delirantes, haciendo hincapié en la culpabilidad de quiénes fueron víctimas del terrorismo de Estado como generadores de la intervención militar. Esta teoría fue compartida y explicitada por la mayoría de las dirigencias políticas empresariales eclesiásticas sindicales y sociales. Cuando está teoría quedó desnuda frente a la evidencia del terrorismo de Estado, inventaron otras como “la elite y los perejiles” para denostar la Militancia (con mayúsculas) como política transformadora.
En esta obra reivindicamos la Militancia de tantos hombres y mujeres, chicas y chicos que dedicaron su vida, hasta ofrendarla, imbuidos del espíritu revolucionario del Hombre Nuevo.
En el trabajo que hemos realizado con anterioridad, que ya tiene más de 10 años de la aparición del primer tomo, se nota que la forma de tratar la recuperación de la historia, de mencionar los hechos, va creciendo con la práctica utilizada. La narrativa recupera palabras, hechos, y se percibe en su crecimiento que se va liberando de la presión impuesta por la memoria oficial.
Sabemos que, dicho de manera simple, se manifiesta como una imposibilidad política e intelectual de llamar por su nombre a gran parte de ese pasado que debemos asumir que fue violento y trastocador, tantos como otros muchos que vivió la historia de nuestro país y de Latinoamérica
Auspiciosamente luego de la catástrofe del neoliberalismo de los ´90 pudimos alcanzar una etapa popular que permitió florecer la política y con ello todo lo que se había intentado negar o enterrar salió a superficie, dejando al descubierto el verdadero rostro del horror que fue la dictadura cívico-empresarial-militar-eclesiástica.
Creemos que la tarea de repensar la historia se trata de atreverse a mirarnos como sociedad frente a frente, sin hacer una revisión maniquea entre buenos y malos.
El sistema dominante, aún retrocediendo en espacios el poder, supo ganar la batalla cultural por medio de su manejo de la información, la cultura y el temor, imponiendo una serie de premisas que hacen a la negación de la verdadera historia.
En nuestro país como en todo Latinoamérica la violencia fue el método de los sectores dominantes,. La conquista colonial con la cruz y la espada fue violenta, las luchas por la independencia fueron violentas, los conflictos entre unitarios y fue violento, la “campaña del desierto”, la guerra contra el Paraguay, la explotación de los inmigrantes, las represiones a las luchas obreras, el fraude histórico, los bombardeos a Plaza de Mayo, las proscripciones y represiones posteriores fueron violencia.
La otra parte de esta etapa violenta fue la resistencia a la opresión de una generación de sectores sociales, en muchos casos, que no padecían necesidades que asumió la del otro como propia.
Nunca hubo ofensiva realmente hablando, todos los movimientos realizados por los sectores populares fueron productos de resistencias para detener el avance, que a pesar de los 40 años de institucionalidad democrática ha perdurado provocando aumento de la pobreza, consolidación de la marginalidad excluyente, con los sectores dominantes apropiándose descaradamente del poder judicial y de los medios informativos, generando insatisfacción, miedo y resignación donde se alimenta el monstruo de la extrema derecha.
La destrucción del país, el terror y la persecución nos afectó a todos. Aunque aquí recordamos a quienes más lo sufrieron, en nuestro pueblo hubo también innumerables actos heroicos anónimos. El hombre común reaccionó en momentos donde todo era oscuridad y violencia, donde el miedo era impuesto desde todos los ámbitos de poder. Existieron innumerables actos de solidaridad que solo hablan del corazón generoso de nuestro pueblo y difíciles de explicar de otro modo, porque representaron riesgos y consecuencias personales altísimas.
Entre ellos un grupo de mujeres, las MADRES, que reconocían que la militancia de sus hijos las había parido a la política y que con su militancia superó todos los cercos, convirtiéndose en imprescindible referente y verdadero puente indestructibles entre el pasado el presente.
Nuestra idea con este trabajo es realizar un aporte simple y sencillo a la construcción de la memoria colectiva, como una apacheta que permita o sirva de disparador para otros trabajos y fundamentalmente como sincero homenaje a todos los compañeros, en la conciencia de que siempre van a existir elementos, hechos, personas y cosas que aún no han sido rescatados y que alguien podrá hacerlo.
La lucha emprendida por nuestra generación en su momento no ha sido en vano.
No nos han vencido
Nació en Elortondo, Pcia de Santa Fe. Ingresó en Derecho en 1973, en plena efervescencia por la recuperación de la democracia. Alegre, solidaria, predispuesta a brindarse a los demás, se sumó a la JUP en la etapa de la reconstrucción universitaria. Se caracterizó por la vehemencia en defender sus convicciones en las discusiones que a diario se daban en los pasillos de la facultad . Fue suspendida y luego expulsada de la facultad.
“Soy Beatriz Baronio, la hermana menor de Maria Rosa Baronio y por cierto la única que quedé ya que mi hermano era y mi cuñada que fueron asesinados en la ciudad de Zarate el 21 de abril de 1977. (…) María Rosa nació en Elortondo de sur de la provincia de Santa Fe donde actualmente vivo yo. Hizo la primaria en una escuela de campo ya que nosotros vivíamos en zona rural y la de Comercio en un pueblo vecino llamado, Chovet. Ella era un cascabel, siempre tenía buen humor, tengo los mejores recuerdos y jamás me olvidare de ella. A consecuencia de todo esto quedé solita porque mis viejos no lo soportaron, mi madre murió de cáncer y mi padre de una depresión de la que nunca pudo salir. Yo tenía una familia hermosa, éramos felices, perdí todo me quede sin nada y todo esto se lo debo a los milicos de la dictadura. No me van a alcanzar los años de vida que me queden para aborrecerlos. Mi hermana desapareció a los 23 años en San Nicolás, el 4 de mayo de 1977, junto con su pareja .” (…)
Secuestrada-desaparecida en la vía pública el 4 de mayo de 1977, en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, a la edad de 22 años. Luego fueron a su casa y se llevaron a su pareja Eduardo Luis Reale. Su madre murió de cáncer y su padre de una depresión de la que nunca pudo salir luego del secuestro de María Rosa.
Alberto Ramón Baronio nació el 2 de julio de 1952 en Elortondo, Provincia. Santa Fe. Vivía en el campo junto con mis padres, mi hermana María Rosa, un tío soltero al que queríamos como a un abuelo, mi primo Miguel, que mas que un primo era un hermano para él, y yo la hermana menor. La primaria la hizo en una escuela de campo y el secundario en Chovet, un pueblo que quedaba muy cerca.
En 1969, cuando termina 5to año, nosotros nos fuimos a vivir a Elortondo, donde actualmente vivo y él se fue a la ciudad de Santa Fe a estudiar ingeniería química. Era una persona muy especial y querida por todos, tenía mucha bondad, era muy callado e inteligente, también algo miedoso. Manejaba desde los 8 años, y en épocas de mucho trabajo, le ayudaba a mi papá junto con mi primo Miguel a trabajar el campo. Como todo joven le gustaba salir de noche entonces invitaban a mi mamá a ir al pueblo, la dejaban en casa de una hermana y después la pasaban a buscar porque como había que bajarse a abrir muchas tranqueras para llegar hasta la casa del campo, tenían miedo y la hacían bajar a ella por eso la llevaban, mi vieja era re-gamba.
Tuvo una infancia con mucha inocencia, como en esa época no había luz eléctrica en el campo, para no aburrirse, hacían una especie de obrita de teatro entre mis primos y mi hermana (yo no, porque era muy chica) donde invitaban a los vecinos a ver la misma, ya que colocaban sillas y encendían faroles para ver, de esa forma se divertían sanamente. No tengo palabras para él, jamás me peleé porque era demasiado bueno, me tenía mucha paciencia, además me llevaba 9 años. EN MI MENTE QUEDAN LOS MEJORES RECUERDOS DE ELLOS Y JAMAS LOS OLVIDARE. Su hermana Beatriz
Recuerdo a Fernando Alberto Balizan Chiesa, lo conocí una mañana muy calurosa de enero de 1970, cerca del mediodía. Yo llegaba por vez primera a Santa Fe como estudiante universitario para cursar el preuniversitario que constaba de tres materias (matemática, física y química) sobre las que tenía vagos conocimientos porque me había recibido de perito mercantil. Me llevaron mis padres en auto, yo estaba con saco y corbata, mi madre lloraba mientras me tendía la cama y yo vaciaba bajo la atenta mirada de mi padre la valija, también nueva, llena de objetos y ropa nueva.
Fernando nos abrió la puerta, estaba en patas y en cuero, con una bermuda de jean desflecada, estaba en una reunión con otros muchachos, todos fumaban y hablaban en voz muy baja…. Con el tiempo conocí a algunos de esos compañeros: Fernando Vaca Narvaja, el , el Chabri… Fernando provenía de una familia tradicional de la ciudad de Rosario, su padre era un médico muy conocido que había fallecido recientemente, los dos hermanos mayores de Fernando también eran médicos, creo que del Británico. Tenía un hermano menor llamado Ricki, empleado bancario y actor teatral y por último una hermana a quien apodaban Mona (por Mona Lisa), que hacía honor a su sobrenombre. En mi vida de pueblo algunas personas, empezando por mi padre, abrieron una puerta a mis inquietudes sociales y políticas pero fue Fernando el modelo que elegí para copiar. Manteníamos prolongadas charlas en la casa del de calle Crespo 33 donde él era el jefe de la casa o el responsable de los 16 estudiantes que convivíamos, por lo tanto era nuestro referente y consejero. Su carácter amable, a veces jocoso, pero firme lo calificaban para ser un tipo de consulta confiable. Me inició en la lectura de Cristianismo y Revolución, Erich From, Envido y otros escritos que eran apuntes de historia nacional. Militaba por ese entonces en el Ateneo o que se autodefinía como Revolucionario, Cristiano, Socialista Nacional. Como yo era bueno para escribir a máquina y muy prolijo, me captó para “picar” sténciles tanto con apuntes como con documentos y volantes del movimiento. Si bien más adelantado que yo, transitamos el camino de la definición política y opción militante por el Peronismo Revolucionario. Me llevaba a reuniones de “base” en grupos de discusión y estudio de documentos sobre la opción por el Peronismo y la Revolución, veíamos películas con reportajes a Perón y otras como La Hora de los Hornos, La Batalla de Argelia, fuimos al lanzamiento de la fórmula Cámpora – Solano Lima a la cancha de Nueva Chicago en Bs.As. y nos alojamos en el Dpto. de una tía de Fernando que, paradójicamente, era esposa de un militar.
Me habló como siempre, como un hermano mayor, con sus convicciones intactas, pero me planteó la disyuntiva de la obediencia sobre todas las cosas: “Te vas a Tucumán a pelear al monte o dejás la Orga”. No tuve huevos para aceptar lo primero, me auto desterré en Córdoba y seguí militando pero en la periferia de la JUP. Mi último recuerdo es de dos muchachos conversando sentados en un banco de madera del octógono de la FIQ, yo de civil y él con guardapolvo blanco (creo que era ayudante alumno o JTP), un apretón de manos y un abrazo de despedida. Con el tiempo me enteré que lo mataron, la versión que conozco es que fue en un retén de tránsito, que a Analía la desaparecieron y que al hijo de ambos se lo habían entregado al hermano de ella. Más tarde me enteré que tenían dos hijos y que en ocasiones se han reunido con otros hijos de compañeros muertos o desaparecidos.
/ Bruno
Un recuerdo sobre Fernando: Conocí a Fernando en los años 60. Éramos vecinos, amigos y compañeros en la quinta división de rugby de universitario de Rosario. Era un tipo entrañable, cariñoso, alegre, gran amigo de sus amigos y un excelente ser humano. Formaba parte de una numerosa y linda familia y estaba especialmente unido a su hermana, la "Mona" Belizán, única mujer entre cuatro hermanos varones y mayores que ella. La tragedia que después asoló a nuestro país hizo que nos perdiéramos la pista y, muchos años más tarde, en España, me enteré de que lo habían matado en Tucumán. Lo recuerdo con mucho cariño y me gustaría añadir este testimonio sobre todo para sus hijos, para que sepan que su padre vive en la memoria inclaudicable de muchos de nosotros. El padre de Fernando y el mío eran amigos de juventud, de manera que nosotros crecimos juntos compartiendo las reuniones familiares, el colegio, las salidas en la adolescencia, algunas vacaciones, la militancia. Hace dos años plantamos un árbol en el bosque de la memoria en el parque Scalabrini Ortíz de Rosario en su memoria, siempre lo extraño. Un gran abrazo y muchas gracias por el afecto.
/ Negro Pérez Cortés
Fernando fue fusilado en la Plaza Independencia de la ciudad de San Miguel de Tucumán el 18 de agosto de 1976.
Había nacido el 1/12/46 en Lucas González, un pequeño pueblo cercano a Paraná (E.R) hijo de un obrero de la carne. Sufrió desde chico todos los padecimientos de la dura vida de los explotados, lo que lo fue forjando en las virtudes de los mejores hijos del pueblo.
Costeándose los estudios con su trabajo logró ingresar en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral. Vivía en una de las residencias que la Universidad ponía a disposición de los estudiantes de pocos recursos, que provenían del interior de la provincia o del resto del país. En ésa residencia de calle Francia, convivía con «el Buzón» () «Pelé» y otros jóvenes, muchos de los cuales eran también militantes. Fue en esas circunstancias que adquirió conciencia de que sólo luchando por el socialismo podría cambiarse la situación de tantos explotados.
Ingresa al y al . Abandona los estudios y se dedica a trabajar con el proletariado de Santa Fe y Laguna Paiva donde milita activamente. En su actividad como militante formó parte de la Dirección Regional Santa Fe y Rosario. Trabajó en el frigorífico Nelson, fue responsable del Frente de la Carne y luego pasó al Comité Regional como dirigente del Frente Legal. Fue un activo organizador del VI Congreso del FAS. Formó pareja con una compañera con la que tuvieron un hijo que falleció al poco tiempo.
/ Entrevista a Rafael (el Negro) Pérez
Su memoria se recuerda mediante árboles plantados en el lugar del fusilamiento, Catamarca
La mayor obra de saqueo por parte de las corporaciones económicas fue la estatización de la deuda privada por un monto aproximado de u$s 15.000 millones. El Presidente del Directorio del Banco Central de la República Argentina (B.C.R.A.) era por entonces el joven Domingo Felipe Cavallo, quien completó el saqueo y la destrucción de la banca y la industria en dos períodos como ministro (1991-1996 y 2001).
Participó en las luchas por el comedor estudiantil y luego en todo el proceso de A pesar de que su actividad política era cada vez mayor, no dejó nunca la Facultad porque había asumido ese compromiso ante su madre. Buen hijo, responsable, honesto, sensible y con una capacidad intelectual enorme, siempre tuvo claro lo que quería para su vida y vivió conforme a eso.
Creo que su militancia comenzó, o se intensificó, como ocurrió con muchos de nosotros, durante la huelga estudiantil por el en mediados del 71. La huelga duró 3 meses y fue muy activa, con actos y manifestaciones de todo tipo y claro, una profunda politización. Fue a finales de 71, inicio del 72, cuando pasé a “superficie”, y de ahí a “jetón”. Esto hizo que disminuyeran mucho mis relaciones con otros compañeros durante este periodo, todavía de gobierno militar. Pero, como continué viviendo en San Jerónimo, a Fernando lo seguí viendo, pero, nunca pertenecimos al mismo grupo o célula. Fui a su casa una o dos veces, de su padre ausente jamás hizo comentarios y la relación con su madre estaba tensa, ella no aceptaba su militancia, que en su visión perjudicaba su carrera. Me acuerdo bien de un sábado en que su mamá hizo un pollo sancochado con fideos con manteca y miramos un partido de fútbol de Argentina en el mundial por TV, esto sólo puede haber sido en el 74.
No estoy muy seguro pero me parece que era sabalero. Por la misma época, los dos nos volvimos Ayudantes de Cátedra, él de (ah memoria!!) Orgánica (¿???). Había unas rubiecitas ingresadas un año después a las que les dedicábamos especial atención. El sobrenombre Clark Kent se lo pusieron en algún , por sus lentes gruesas y cuadradas, bien de acuerdo a su rostro también cuadrado y su cabello siempre bien peinado. Rápidamente se destacó en la militancia por su compromiso, su liderazgo y sus ideas. Tenía una relación personal muy profunda y de mucha admiración por , que fue un poco su guía y mentor.
Debe haber sido por el 73-74 que se puso de novio con una compañera del Profesorado, Susana, hoy sé que era , también asesinada por la dictadura. Lindísima, y extremamente tímida, se ponía colorada por cualquier cosa. Imagínense la “vergüenza” de esta tierna compañera la noche que vinieron a casa y les presté mi cuarto de San Jerónimo (el que daba a la calle) para lo que fue, probablemente, su primera noche de amor. La clandestinidad, después de la expulsión de Plaza de Mayo en 1974, nos separó físicamente, de forma definitiva. Nos trasladamos a Rosario probablemente por la misma época, finales del 75 y creo que, salvo algún encuentro fortuito, no nos vimos nunca más.
Tuve el privilegio de ser su primer responsable en el , en los grupos de base que armábamos para leer y discutir sobre el cambio necesario y a posteriori sobre nuestra incorporación al Peronismo. Hincha de River, buen jugador de fútbol y basquet era un compañero intachable como persona, estudiante, hijo y militante. Como dice el Pato, sus apuntes eran muy buscados porque tenían una precisión increíble.
“..estuve a punto de participar de aquella reunión en el barcito donde asesinaron a Fernando Abasto, pareja de Norma Coutada, y . A Norma “en Rosario la llamaban ‘Lluvia’, por esa forma correntina de pronunciar la elle, era tierna, inteligente, muy cálida, muy querida. Ambos se enamoraron simultáneamente de la ‘Lluvia’ muy poco tiempo antes, recién llegados de la ciudad de Santa Fe. Ernesto, muy tímido, no sabía cómo acercarse a la ‘Lluvia’, en una charla que tuvimos los dos, me confesó su amor por Norma y su reticencia (que incluía una farragosa argumentación sobre la necesaria o deseable abstinencia de los militantes!) y las cosas que yo le dije para romper sus inhibiciones. Pero ¡Fernando le ganó de mano!. Fui quien debió informar a Norma sobre el asesinato de Fernando y aún conservo la memoria de aquel abrazo con la ‘Lluvia’ cuando le conté lo ocurrido, sus ojitos enrojecidos por el llanto, toda ella conmovida y triste, arrancada de golpe de su incipiente relación amorosa con Fernando, como una espiga de trigo segada de cuajo, prematuramente”. (Norma Coutada, con 21 años fue luego desaparecida en Rosario en septiembre de 1977).
Su memoria es recordada por una placa colectiva colocada en el Octógono de la 1996.
Las dos hermanas mantuvieron siempre fuertes lazos familiares, siempre preocupándose por el bienestar de la familia, a tal punto que Raquel accedió a quedarse en el campo, prácticamente recluida para que sus padres no sufrieran. La decisión de María Cristina de irse a San Nicolás con su compañero fue respetada por papá y mamá aunque hubiesen deseado que también regresara a su casa. Se conocía la existencia de riesgos pero jamás imaginaban una represión tan atroz.
En su memoria el Colegio Inmaculada Concepción de Romang
y también en la mediante una placa colectiva
Los responsables de su desaparición fueron juzgados y condenados en la
El 19 de noviembre de 1976 las fuerzas represivas cercaron su casa de la calle Juan B. Justo 676, una casa operativa de Montoneros. Realizaron un bombardeo contra la vivienda y sus moradores; el lanzamiento de gases lacrimógenos afectó los pulmones de sus hijitos ocasionando su muerte (pese a estar cubiertos con colchones y frazadas húmedas) y de toda la familia: Omar Darío Amestoy, su compañera (Pochi), sus hijitos Fernando Amestoy 3 años) y María Eugenia Amestoy (5 años). También muere otra compañera de la organización: , siendo el único sobreviviente su hijo Manuel Gonçalvez Granada. Este operativo violento en el que participaron más de 50 efectivos se conoce como la
Los restos de Omar Darío Amestoy fueron recuperados por su familia y se encuentran en el cementerio de su ciudad natal, donde puede leerse en una placa: .
Su memoria es recordada por una placa en el cementerio de Nogoyá, colocada en un acto público. También se lo recuerda en la
llevan los nombres de Omar y María del Carmen
Los responsables de su desaparición fueron juzgados y condenados en la
El Chavi se involucró enseguida en el movimiento estudiantil y empieza a trabajar en la Agrupación de Estudiantes Peronistas, que luego se transformaría en la de la Católica.
Es por esa época en que se encuadra en y poco a poco se va formando como el importante cuadro político-militar que llegó a ser al final de sus días.
También en esas fechas, y por decisión de la organización comienza a trabajar como Bedel en la Escuela Industrial Superior, donde era director el pero su función no era la de captar militantes para la lucha armada, sino fundamentalmente contribuir a la formación de los alumnos como profesionales al servicio del país. Así es cómo organiza una serie de charlas en las que los alumnos de arquitectura daban clases a los chicos de 5° y 6° años sobre la vivienda popular y su sistema de construcción, para lo cual se habían elaborado una serie de cuadernillos para uso de los alumnos.
En esos años y en diferentes momentos comparte reuniones con la que fue su esposa. , la Negra, con quien tiene un hijo, Federico.
Su memoria es recordada por una Placa colectiva en la , en la , en la plaza central de la ciudad de Santo Tomé y en el
Los responsables de su asesinato están procesados en la
A prIncipios de 1965, ambos se radican en Santa Fe. Mi mamá como pupila en el Instituto de Profesorado de Educación Física y mi papá en una de las casas que el brindaba a los estudiantes del interior. Eligió la carrera de Ingeniería Química. A los pocos años, se sumó su hermano, Marcos Salvador Aguirre «Cacho», quien también vivió en el CMU. Se casaron en octubre de 1969 en una ceremonia que ofició el Cura Atilio Rosso, confesor y amigo entrañable de papá. La fiesta se celebró en la casa de calle San Jerónimo del Colegio Mayor, del que papá era decano para ese entonces. Me contaron que le gustaba mucho y se dedicaba bastante a leer y conocer la historia de Corrientes, pero esa historia que no se cuenta en los libros escolares; también que escuchaba mucho chamamé y música folclórica; que siempre que se reunían gritaba un sapukay (grito típico del correntino que evoca emociones).
Papá sin embargo, fue objeto de torturas en la comisaría y de allí lo llevaron directamente a Rawson, donde permaneció bajo condiciones de máxima seguridad hasta el 25 de mayo de 1973, cuando
Ambos participaron de la espera eufórica del , de donde tuvieron que escaparse entre las balas que preludiaban lo que se avecinaba. Luego del alejamiento de Montoneros con Perón, pasamos a la clandestinidad, primero estuvimos en Jujuy y luego, a partir de 1975, en Tucumán. Vivíamos en una casita muy precaria en uno de los barrios más humildes de las afueras de la capital. Recuerdo que una noche mis hermanas y yo nos despertamos sobresaltadas por fuertes golpes en la puerta: nos estaban allanando la casa, Papá se salvó de milagro porque pudo escaparse por una puerta trasera, descalzo y en pantalones. Mamá para entonces estaba embarazada de mi hermano José Manuel. Al poco tiempo nos encontramos con él y escuché que le contaba a mamá que de tanto correr descalzo se le ampollaron los pies. También recuerdo que en esa época viajábamos mucho en tren. Mi madre lo acompañó en todas las etapas por las que atravesó mi padre: la clandestinidad, el traslado intempestivo de casas, y siempre con nosotros a cuestas.
Su memoria es recordada por una placa colectiva colocada en el Octógono de la en 1996.
. El 14/09/2012 en la vereda de acceso a la Escuela Normal “Mariano I. Loza” de Goya, descubrieron la “Baldosa de la Memoria” que recuerda a Juan Carlos “Yacaré” Aguirre, refrendada por la Ordenanza municipal N° 1.629 (Programa Baldosas de la Memoria). Participaron del acto familiares, autoridades municipales, concejales, integrantes de “Memoria, Derechos Humanos y Solidaridad” (), el jefe del Batallón de Ingeniero de Monte 12, personal y alumnos del establecimiento, como así también compañeros de militancia. Luego, el concejal Juan Domingo González -impulsor de la ordenanza-destacó la lucha de numerosos militantes que perdieron su vida en la década del 70’. Y en ese marco, mencionó que “desde el 2003 se convirtió en una política de estado la defensa de los Derechos Humanos, lo que permite contar con la presencia de un Jefe del Ejército en un homenaje a un desaparecido”.
Sus restos fueron exhumados e identificados por resolución del Juzgado Federal N°1 de Tucumán mediante la intervención del en 2008
“Memoria Urgente”, relevamiento realizado por la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia, aportó muchos nombres de personas nacidas en la provincia que realizaron su vida y militancia en otras. Los trabajos de Raúl Borsatti (“Solo digo compañeros”) y Roberto Baschetti () completaron buena parte de este trabajo integrador.
“La Gorda” María Rosa Baronio, nació en Elortondo, al sur de la provincia de Santa Fe. Hizo la primaria en una escuela de campo ya que vivía con su familia en zona rural y la secundaria (comercial) en un pueblo vecino llamado Chovet. Estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) en aquella provincia. Militante de . Montonera. Caracterizada por la vehemencia en defender sus convicciones en las discusiones que a diario se dan en los pasillos de la Facultad, fue suspendida y luego expulsada de ésta. Ni aún así perdió su alegría, solidaridad y predisposición para brindarse a los demás.
Su memoria se recuerda en una placa colectiva en la
Los responsable de su desaparición fueron juzgados y condenados en la
El cuerpo de hombre quería desmentirle la cara de pendejo con la que el Albertito llegó a la FIQ. No hubiera cabido llamarlo Alberto, tenía que ser el diminutivo. Como se llama al amigo que se quiere. Ni cuando quería ponerse malo le salía cara de grande. Era eso, un pendejo buenazo. Enseguida que llegó se sintió cómodo, discutiendo y participando del trabajo político en el Ateneo de la FIQ. Después aprendió a tocar la guitarra. Una amiga le enseñó el abc. Las ganas y su sentir lo llevaron a largarse en las peñas. Le gustaban las milongas sureñas que hacía el Pepe Larralde. Y las tocaba lindas, mientras chacoteaba con lo que llamaba el «manojo de vergas» de la mano del Pepe. Cuando un tema lo enojaba se le inflaba la vena del cogote. Y ese enojo casi siempre salía comentando los descuelgues de la izquierda teórica. Su paso por fuentes teóricas fue tras haber caminado una práctica revolucionaria diaria en el barrio, en el comedor universitario, en las asambleas. Era una persona simplemente alegre, simplemente feliz, sin vueltas. Comprometido en su tarea cayó con su compañera víctima de la represión. Mario
Alberto Ramón Baronio y fueron asesinados en Zárate el 21 de abril del 77. La hermana de Alberto, fue secuestrada el 4 de mayo de 1977 en San Nicolás al igual que su pareja .
Pueblo Regional, periódico digital de la zona
Su memoria es recordada en una placa colocada en el Octógono de la en 1996
Los responsables de su desaparición fueron juzgados y condenados en la
Poco a poco me fue delegando responsabilidades mientras él iba asumiendo mayores compromisos en la Orga y me catapultó a responsable del frente estudiantil de la JUP en la FIQ. Cuando se ponía nervioso se le producía como una alergia que le tapaba la naríz y entonces se ponía Lidil, al mismo tiempo que empujaba el puente de sus anteojos de aumento con marco de plástico negro, rectangulares, bien de intelectuales de izquierda, y con la otra mano se peinaba el pelo fino hacia atrás. Era muy buen alumno, sus hermanos y su madre lo querían mucho aún desde la discrepancia ideológica y política, puedo decirlo porque estuve en su casa familiar en la calle Laprida, cerca del Teatro El Círculo de Rosario, al poco tiempo de haber fallecido su padre. Con el tiempo se casó con , una compañera oriunda de Rafaela, en la capilla Cristo Obrero con el , yo fui su testigo de casamiento. Hacia finales de 1973 me encanaron por muy pocas horas porque los compañeros de la JP que eran Diputados provinciales intercedieron para que me liberaran. En marzo de 1974 caí como integrante de un grupo de 4 compañeros que vivíamos en una casa donde teníamos guardados materiales de la Orga. Estuvimos adentro entre 2 y 3 semanas –ya no recuerdo- pero cuando salimos fui a hablar con él para darle mi punto de vista y ponerme a disposición teniendo claro que debía irme de Santa Fe porque estaba muy “quemado”.
Su memoria es recordada en una placa colocada en el Octógono de la de Santa Fe en 1996 y en los
Por su humildad, espíritu de sacrificio y coraje fue incorporado a la Compañía de Monte del ERP. El 12 de agosto de 1974, luego de quedar aislado junto con 16 compañeros al frustrarse el proyectado ataque a un cuartel militar en Catamarca, fue fusilado en el lugar conocido como .
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la
En el momento de salir de casa me sorprendió ver a mi hermano mayor, Osvaldo, hablando con nuestra madre en el zaguán. Era extraño porque habían cerrado la puerta cancel como si hubieran querido aislarse. Al pasar al lado de ellos oí que Osvaldo decía: “dependerá de Uds. que continuemos viéndonos”, Cuando más tarde y hasta ahora hemos querido ponerle una fecha a este hecho no logramos hacerlo. ¿En el 66, 67, 68?
Mi mamá, sólo se acuerda que Osvaldo tenía 17 años y Gabriel 15 cuando la revolución entró de lleno en nuestras vidas. ¡Cuántas veces! Mamá, evocó esa conversación, en la que Osvaldo le explicó que había decidido entrar en una organización política con el objetivo de tomar el poder para transformar la sociedad, luchar contra la injusticia y erradicar la miseria. Al mismo tiempo, él era consciente de que los poderosos no aceptarían perder sus privilegios sin resistencia, que los riesgos eran grandes y que muchas veces los primeros caían. Ante su mirada angustiada, Osvaldo había agregado que se iba a cuidar y que no quería poner en peligro a la familia, por eso, dependería de nosotros el que continuáramos viéndonos.
Hasta ese momento habíamos formado parte de esas familias casi sin historia como la mayor parte de la clase media argentina de los años 60. El camino parecía trazado de antemano: Mis hermanos sin dudas serían más tarde profesionales como nuestro padre y yo, en tanto que mujer, hubiese realizado estudios “sociales” o formado parte del cuerpo docente, o quizá sería la esposa de un profesional, ama de casa y madre de familia. Nuestros padres nos criaron con completa libertad. Ellos nos explicaban lo que estaba bien, lo que estaba mal. Nunca utilizaron otra forma de educación que la palabra. Me acuerdo de peleas memorables de mi mamá con los curas y monjas de las escuelas católicas que frecuentamos en los primeros años de la primaria, a causa de las penitencias que imponían y por lo que se decidió que pasáramos a las escuelas públicas.
La casa familiar estaba situada en la esquina de Sarmiento e Ituzaingó, Barrio Candioti. Es increíble la cantidad de anécdotas que circulan alrededor de mi familia y de esta casa, que estaba siempre llena de gente. A pesar de la pésima comida de mamá los amigos venían y volvían a venir. En esa casa se reunían primero todos los chicos del barrio, creo, que era la única en que podíamos jugar a la zapatería y a los indios y cowboys sin que nos reprendieran por el desorden; más tarde fue lugar de reunión de los familiares de presos políticos, albergue de militantes huyendo de otras provincias, y también refugio de jóvenes vecinos “exiliados” de sus hogares. Fue sin lugar a dudas una de las casas más allanadas de la ciudad, todo daba motivo para que la policía viniera y revolviera todo, sabían donde estaba guardado el material prohibido, iban directamente a buscar volantes, libros y afiches.
Más tarde, cuando Osvaldo y Gabriel ya no estaban en casa, las bombas hicieron su aparición, sacando a nuestros padres de la cama y despertando la solidaridad de los vecinos que corrían para llegar antes que la policía preguntando “Élide, Osvaldo ¿Tienen algo que esconder?” Aunque papá era médico y en esa época un médico era considerado “alguien”, nosotros vivíamos de forma muy modesta. Había una gran austeridad en la casa aunque siempre tuvimos muchos libros. La lectura era una de nuestras distracciones favoritas, como lo eran las charlas con los amigos y asolearnos en la costanera en verano. Los chicos pasaban horas jugando a la pelota en la esquina, en esas épocas el automóvil no era todavía el dueño y señor de las calles del barrio. Además siendo socios del Club de Regatas, ellos participaban de las actividades deportivas, remo, water polo, natación, que eran un verdadero semillero de amigos.
A papá lo llamaban el médico de los pobres, muchas veces las visitas se las pagaban con un pollo, un pescado, un paquetón de naranjas y no nos asombraba llegar a casa y encontrar un linyera almorzando en la sala de espera. Mamá acababa de servirle uno de sus “famosos arrocitos” en la mesita redonda de la entrada, pero, era sin duda un protegido de papá. Desde chicos mis padres nos habían inculcado el respeto por los más débiles y pobres. “El amor al prójimo, el amor al prójimo” repetía papá. Y hasta el cura de la Iglesia de enfrente, a pesar de no vernos nunca en misa, decía que la Sra. De Benedetti era la mejor cristiana del barrio. Por eso, cuando la militancia llevó a los muchachos a “expropiar un camión cargado de carne o de leche para distribuir la mercadería en los barrios humildes, para ellos no fue más que la continuidad lógica de aquello que habían visto en nuestra infancia.
Escribir sobre Osvaldo —el Tordo y Gabriel —el Tordito hace que la costra apenas cicatrizada vuelva a sangrar. Por eso prefiero detenerme en las anécdotas de nuestra niñez y adolescencia antes del paso de Abbadón el exterminador. Osvaldo respondiendo en COVEIQ (el concurso de preguntas y respuestas organizado por los estudiantes de la universidad); cantando en el coro, aprendiendo a tocar el acordeón a piano, como cantante folklórico con los amigos del barrio y después como orador en las asambleas universitarias, organizador de acciones espectaculares de propaganda.....
Eran las épocas de Onganía, de manifestaciones casi cotidianas, de reuniones tardías, de entusiasmos, de sueños, que rápidamente nos llevaron a alejarnos de la casa familiar para militar en lugares diferentes. El Tordo que participa del V Congreso del Partido donde se resuelve la creación del ERP, ocupa rápidamente importantes responsabilidades dentro de la organización, lo que le vale lamentablemente mucha publicidad, su nombre y su rostro aparecía en diarios y afiches que bajo el rótulo de “Buscado” lo presentaban como enemigo de la sociedad cuando él era solamente un gran enemigo de la injusticia social.
Para mí siempre fue el hermano alegre, juguetón, que sabía hacer todo, excelente alumno, hermano, hijo, esposo y padre amoroso. Osvaldo era el compañero de Liliana y padre de dos hijos varones que casi no tuvieron tiempo de conocerlo. Uno de los únicos recuerdos del hijo mayor está asociado a una capilla donde se realizaban las visitas de los familiares en una de las cárceles por donde pasó. El menor, de pañales, no tiene ningún recuerdo. La primera vez, abril del 72, es detenido en Buenos Aires y sale en libertad con la amnistía de Cámpora, no regresa a Santa Fe y vuelven a detenerlo a fines del 74 en Tucumán. El Tordo conoció prácticamente todas las cárceles del país: el Buque Cárcel Granaderos, Devoto, La Plata, Rawson, Córdoba....
En el 78, cuando tenía 30 años, es retirado de la cárcel de Rawson, llevado a la unidad penitenciaria de Córdoba de donde es sacado por orden de Menéndez y Bussi, con el silencio cómplice del juez Manlio Martínez, es fusilado el 21 de julio. 30 años más tarde las expresiones de cariño y de admiración por Osvaldo continúan emocionándonos. Un día un compañero se me acerca. Al enterarse de quién era yo comienza a llorar y me pide disculpas diciéndome entre sollozos que no podía evitarlo, él había compartido la cárcel en Rawson y en Córdoba y dijo: Osvaldo había montado una escuelita y era él quien le había enseñado cómo comprender la política internacional.
Un antiguo compañero de facultad, en Rosario, agregaba que era un “bocho”; otro decía “él lo sabía todo”. Me permito transcribir una parte de la carta que los antiguos compañeros de cautiverio enviaron a mis padres exiliados en Francia. Cuando la escribieron hacía 21 años que había sido asesinado. Ellos señalaban: ...“ Que el recuerdo Osvaldo Sigfrido es de verdadera satisfacción. Que ha sido un honor el haber compartido el cautiverio con una persona de tan relevantes cualidades y prendas personales, dotado de tan clara inteligencia y vivacidad, de brillante simpatía. Estamos persuadidos que esta caracterización que estamos haciendo era compartida por el conjunto de quienes allí habitábamos forzadamente.....siempre nos hemos considerado amigos (en la más rotunda expresión) de Osvaldo a quien hemos querido entrañablemente. Tener la satisfacción y el privilegio de decirlo así hoy a sus propios padres, llena enteramente nuestras expectativas de este momento de evocación”.
/ Su hermana Emma
Su memoria es recordada en la Escuela Industrial Superior mediante una placa y Baldosas por la memoria en la vereda del establecimiento
También se lo homenajeó en el Cementerio del Norte, convocado por familiares y la Asociación de Ex Presos Políticos de Tucumán, colocando una piedra recordatoria en la tumba donde yacen sus restos.
Los responsables de su Osvaldo fueron juzgados y condenados en la Causa De Benedetti-Tucumán.
ESTA OBRA SERÁ ACTUALIZADA Y COMPLEMENTADA POR LOS APORTES QUE SE RECIBAN.
LA MEMORIA ES UNA CONSTRUCCIÓN COLECTIVA
Nacido en Diamante, Entre Ríos, comprometido militante de la Juventud Peronista. A fines de 1975, la persecución hacia militantes o activistas de las organizaciones populares era una constante, esto hace que se realicen traslados de los compañeros Omar, que ya había pasado a la clandestinidad debido a la persecución de que era objeto en su ciudad natal, Diamante, se va a la capital santafesina con su compañera María Irma Ferreira.
Por su paso en Santa Fe permanecieron en la clandestinidad. Situación que no impidió continuar con el trabajo político, “El Perro” es recordado por los militantes de las agrupaciones gremiales de la JTP, por su aporte y capacidad de conducción.
En Rosario, las fuerzas represivas detectaron en una vivienda de la calle Cullen 1617, a Omar e Irma, dos cuadros Montoneros que deciden no entregarse con vida. Como resultado de un ataque con morteros y bazookas fueron asesinados en la madrugada de un caluroso 7 de enero de 1977. Omar Fernando Bravo tenía 30 años al momento de su deceso.
Su memoria es recordada en un mural de homenaje a los muertos por la dictadura en Diamante, Entre Ríos, realizado con apoyo del Gobierno de la provincia y la Municipalidad en el marco del proyecto “Huellas” que se encuadra en el Programa “Educar en Derechos Humanos” elaborado por la Universidad Autónoma de Entre Ríos y el Consejo General de Educación.
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la causa Guerrieri IV
¿Qué me decís de la Rosa? Fue la pregunta. Eran los finales del ‘76 y ni Haydé ni yo pudimos articular sonido. Se nos habían acabado las lágrimas y las palabras. Alberto Molinas había muerto en esos días y Rosita, su prima, militante del Poder Obrero había sido secuestrada
Fuimos compañeras de colegio y amigas siempre. Compartíamos las largas veladas en casa de los Molinas de calle Gral. López, las inevitables idas al Parque del Sur, los intentos totalmente infructuosos de practicar deportes... Era atropellada, impulsiva, y con una generosidad fuera de lo común.
En el 74 nos encontramos después de algún tiempo sin vernos en una reunión del FAS. Era claro que se había comprometido políticamente y que no eran tiempos de muchas confidencias, por lo que no puedo dar muchos detalles de su militancia. Pero sí compartimos muchos momentos en aquel período que se tornaba cada vez más oscuro.
Se enamoró profundamente de Jaime y al poco tiempo se casaron. Ya antes del casamiento, una noche habían allanado una casa donde vivía Jaime y los detuvieron. A la mañana me avisaron por teléfono que estaba en el Tránsito. Hugo, el padre de Rosita, logró que los liberaran enseguida. (No fue tarea fácil ir a darle la noticia a su mamá, ni que Hugo aceptara que declararan que su presencia en la casa allanada era ocasional y solo por asuntos amorosos).
Se fueron a Mendoza, eso lo supe después, cuando fueron detenidos. Jaime quedó preso, Rosita fue liberada, pero inmediatamente la volvieron a buscar por lo que no volvió a Santa Fe.
No hubo despedida, supimos que se resistió cuando la secuestraron y no me lo imagino de otra manera, pero elijo el recuerdo de su fuerza y de su convicción para pelear por cambios revolucionarios.
/ Susana
Rosita desaparece el 14 de octubre de 1976, en San Lorenzo donde la vieron por última vez. Desde entonces, a pesar de los esfuerzos de su padre, un reconocido abogado santafesino, y de sus suegros españoles que con sus peticiones al gobierno y al Rey lograron la intervención de la Embajada de España, nada más pudo saberse.
Rosa, «Marisa», militaba en el partido Organización Comunista Poder Obrero (OCPO) y participaba en el Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS). Era oriunda de Santa Fe y miembro de una importante familia de esa ciudad. Estudiaba abogacía en la Universidad Católica de Santa Fe y trabajaba en el rectorado de la Universidad Nacional del Litoral como personal no docente.
Formaba parte del comité de prensa y propaganda de esa organización, por lo que le encomendaron la tarea de radicarse en la zona del cordón industrial junto a un compañero de militancia para distribuir los materiales realizados en las imprentas de Rosario, en especial el periódico «El Obrero».
Para ello alquilaron una casa ubicada en calle Perdriel al 700 de la ciudad de San Lorenzo. Allí permaneció por unos meses hasta que volvieron a Rosario ya que consideraban que ya no era seguro permanecer allí.
En efecto, el 14 de octubre de 1976 en horas de la tarde, un gran operativo del Ejército irrumpe en el domicilio en busca de Rosa y su compañero. Según testimonios, eran más de 60 soldados con cascos y fusiles que llegaron en camiones, jeeps y camionetas. No la encontraron pero levantaron pisos y revolvieron todo. Posteriormente cuando el procedimiento ya había terminado, Rosa llegó a la vivienda y cuando estaba por ingresar es capturada, golpeada y tirada al piso por un policía que era vecino, el cual llamó a un móvil y se la llevaron para siempre.
NO OLVIDAMOS, NO PERDONAMOS, NO NOS RECONCILIAMOS.
Espacio por la Memoria, la Verdad y la Justicia del Cordón Industrial
Su memoria es recordada en una placa colectiva en la Universidad Católica de Santa Fe
Se encuentra en instrucción la Causa que reúne a los Trabajadores del Cordón Industrial, en el Juzgado Federal de Rosario.
Reynaldo Ramón José Briggiler era un nombre demasiado largo para un niño quizás por eso fue siempre «Pepo» para quienes lo conocieron y amaron. Nació en un pueblo de inmigrantes cercano a la ciudad de Santa Fe, San Jerónimo Norte, un 19 de marzo de 1952, en un hogar integrado por los padres y dos hermanas.
Los estudios primarios los realizó entre la Escuela Inmaculada Concepción y la Escuela Normal Gral. José de San Martín, los secundarios en el Liceo Militar hasta la mitad de 4to año en que fue expulsado de ese instituto y pasa al Colegio Simón de Iriondo donde al año siguiente se recibe de Bachiller. Era un joven tímido, no muy conversador, introvertido al que le gustaba leer y jugar al rugby, jugó para el Liceo Militar y El Quillá, dónde también fue nadador. Pero, por sobre todo le gustaba estar con Ana María, su novia de siempre.
Ana María cuenta: Nos conocimos porque estudiaba con mi hermano en el Liceo y después se hizo de nuestro grupo, así fue que el 6 de enero del 66 nos pusimos de novios, él tenía 14 años y yo 13. Nos veíamos los días miércoles en el Liceo porque yo iba a almorzar con mi hermano y los padres de él lo iban a visitar, así que cuando terminábamos de comer me juntaba con él y otros cadetes, salía los viernes hasta el domingo a la noche, entonces íbamos al cine Garay que quedaba cerca de mi casa, o a bailar con la hermana de él que era mayor de edad, su novio, la prima y el suyo. Pero, cuando estaba sancionado nos veíamos cada 15 días, si es que la madre lo dejaba, porque muchas veces la penitencia de ella era que no me viera, así que a veces no podíamos vernos ni salir por tres semanas seguidas.
Esa fue la adolescencia en Santa Fe. Al finalizar el secundario se fue a estudiar Psicología a Rosario, allí comenzó a militar, seguía siendo el mismo chico introvertido, callado, sin problemas con nadie, lo único que cambió fue que nos veíamos únicamente una vez al mes porque estudiaba y trabajaba y yo no podía viajar todos los fines de semana. Un día me propuso que nos casáramos, se lo dijimos a nuestros padres y nos unimos el 28 de abril de 1972. Eran épocas duras. El país, que ya había pasado por Cordobazos y Rosariazos, seguía convulsionado, pero los jóvenes estudiaban, trabajaban, proyectaban y soñaban con el mundo que ayudarían a construir y que seguramente sería mejor.
Una noche o mejor dicho una madrugada estábamos durmiendo, de pronto nos abren la puerta del dormitorio, ¡fue la primera vez que lo vi saltar de la cama! Era la policía, nos llevan detenidos a nosotros y a todos los habitantes del departamento y de los otros departamentos, en total 19 personas que entramos a la Jefatura de Rosario, era el 3 de junio del 72. Estando detenidos nos separan, las mujeres por un lado, los hombres por otro, en cierto momento entra un chico que vendía alfajores, compro un paquete para mí y le mando otro a él, al rato vuelve el muchacho y me dice que no lo ubica, que allí no está… A las 48 hs nos sueltan a todos pero de Pepo no se sabe nada, comencé a buscarlo en todas las comisarías y lugares donde se me ocurría que pudiera estar y nada, recién el 22 me dicen que está en Jefatura y me lo dejan ver, me pide que no me preocupe que me cuide, yo estaba embarazada, y vuelvo a Santa Fe.
El 3 de septiembre estaba mirando el noticiero de la TV cuando lo mencionan y dicen que él había matado al Gral Sánchez, me descompongo y el 9 nace nuestra hija María Eva. Lo trasladan a la cárcel de Devoto y yo sólo podía ir una vez al mes porque económicamente no estaba bien, cosa que Pepo no sabía. Una de esas veces que voy de visita, estando en un pabellón grande todos los presos con sus familiares, le doy la gran sorpresa, el mejor regalo para un preso del peronismo, le cuento, que le había mandado una carta al General pidiéndole que fuese el padrino de María Eva y que Perón había aceptado. Nombró como su representante personal en esa ceremonia al Sr. Ceballos de Rosario, que era la persona con quien yo había mandado la carta a España. Esa tarde fue una fiesta en todo el Pabellón, era la primera vez que Perón aceptaba algo así estando exiliado.
Pepo estaba feliz, re-emocionado. Cuando fui a la Catedral de Santa Fe para realizar los trámites del bautismo, hablé con el padre Re, quien era el sacerdote que nos había casado y que me conocía de toda la vida. El cura me explica que la ceremonia bautismal era colectiva y es entonces cuando yo le digo que no, que tenía que ser privada porque era un caso especial y le cuento, me mira y dice: ¡¡Te casé con un guerrillero y ahora me lo traés a Perón de padrino!! Bueno, finalmente la ceremonia fue como yo quería y Perón fue el padrino de María Eva.
Pepo es juzgado y condenado y lo trasladan al buque Granaderos, para entonces yo ya había empezado a trabajar y podía visitarlo más seguido, los guardias eran muy estrictos con las visitas, que si la pollera era corta, que si era larga, que si estaba privado de visitas, etc, etc, etc… hasta un día en que voy y me dicen que lo habían trasladado a Rawson. A esa cárcel tan lejana habían trasladado a todos aquellos que, los dictadores del momento, consideraban los presos más importantes, así los mantenían alejados de sus familias y de sus compañeros en lo que se consideraba una cárcel de gran seguridad. Siempre que podía me escribía, me hacía pequeñas poesías y el primer y único dibujo que me mandó fue una imagen del Principito.
En Santa Fe se organizó la Comisión de Familiares de Presos Políticos, había gran solidaridad, yo puedo viajar gracias a la labor de esa comisión, después de estar dos o tres días se produce la asunción de Cámpora como Presidente. Cumple con su palabra de dar libertad a los presos, por suerte yo estaba allí. Nunca me voy a olvidar, entramos todos los familiares a la cárcel y de allí salimos con nuestros esposos, hijos, padres, hermanos, fue una fiesta, el pueblo entero salió a la calle a festejar con nosotros. De Rawson fuimos a Buenos Aires y nos quedamos dos días, luego regresamos a Santa Fe, donde seguimos viviendo hasta que María Eva tuvo un año y medio.
Él seguía militando y un día me dijo que nos teníamos que ir a Misiones. Estuvimos ahí como dos meses y luego nos instalamos definitivamente en Corrientes, trabajaba en los barrios. Con la gente del noroeste fuimos a Ezeiza a recibir a Perón, fue terrible, pero Pepo se encargó de organizar y cuidar de todos, fue muy triste, el pueblo había ido a una fiesta… Cuando el embarazo de mi segundo hijo ya estaba por el octavo mes regresé definitivamente a Santa Fe, él venía a vernos cuando podía, a ese hijo lo llamé Andrés, en homenaje a su padre, porque Pepo en la clandestinidad, había elegido llamarse Andresito, como el cacique guaraní hijo adoptivo de Artigas y héroe de las luchas por la independencia del Río de la Plata.
El 5 de octubre de 1975 vino a casa su mamá para anunciarme que lo habían matado en Formosa. Cayó con el nombre de Ángel Córdoba, pero los compañeros que lo conocían avisaron a los padres para que lo fueran a buscar, fue el padre, estaba enterrado en una fosa común, tenía puestas sus botitas de gamuza. Por suerte entregaron el cuerpo y hoy está enterrado en el Panteón familiar. Falleció el chico que quería un mundo mejor para todos «sin injusticias», tenía 23 años y toda una vida por vivir junto a los hijos que quería tener y disfrutar, no pudo ser, un ideal muy fuerte se lo impidió, ojalá algún día podamos ver que esos sueños, esos ideales se hacen realidad.
Su memoria es recordada en una placa colectiva en la Escuela Nacional «Simón de Iriondo»
Por solidario, siempre dispuesto a servir, apoyar y contener a sus compañeros, en algún Colegio Mayor, lo bautizaron «La Madre», y así lo nombraron y así lo recuerdan quienes fueron sus compañeros y amigos en el Ateneo y la Facultad de Química de la U.N.L. Había nacido un 24 de enero de 1945, en Baradero, Provincia de Buenos Aires. Hijo único de un matrimonio bastante mayor, Aristóbulo Bracco y Rosa Lidia Marsa de Bracco, fue muy amado por toda su familia.
Tenía una malformación en uno de sus brazos, la mano pequeña, con dedos mal desarrollados, por esta situación (según contó su madre) había sufrido numerosas operaciones. Pero esta dificultad no hizo más que impulsarlo a tratar de superarse, su vida fue un constante desafío a su presunta incapacidad. Excelente alumno, su nota más baja durante el Bachillerato, cursado en el Instituto Santiago Ferrari de Baradero, es en primer año: un promedio siete en Dibujo. Excepcional en un certificado de estudio donde abundan los nueves y los dieces. Ingresó a la Facultad de Ingeniería Química de la UNL, en 1963, y cursó hasta 1968, le faltaban muy pocas materias para finalizar una carrera donde también se destacó por las brillantes calificaciones obtenidas.
Cuando llegó a Santa Fe fue a vivir a una casa del Colegio Mayor, 25 de Mayo 2522, enseguida entró también a formar parte del Ateneo, y por supuesto que en el '65, es un activo participante de lo que se llamó «el conflicto de Química», un hecho que significó un quiebre en las posturas tradicionales del Ateneo. Un gran militante, un laburador.
Lo conocí -dice Ítalo- durante una campaña, estaba en la entrada de la Facultad, subido a una escalera clavando afiches, «dejá lo hago yo», -le dije- me contestó que no, que él podía. Creo que se ofendió. En realidad era muy hábil, a pesar de sus problemas de nacimiento. En el momento más álgido del conflicto, durante una reunión del Consejo de la Facultad, los estudiantes estábamos en absoluta minoría, y estaba demostrado que los buenos argumentos no bastaban. Habíamos acordado provocar una interrupción de la luz, momento en el que desde las barras se arrojarían panfletos y bombas de humo. La Madre, muy hábil con las instalaciones eléctricas, era el encargado de provocar el corte, con dos destornilladores provocó el cortocircuito, se apagó la luz, comenzamos la acción, pero…el corte duró segundos, se quemó los dedos, largó todo y se hizo la luz…
Se enamoró profundamente de Susana Medina, «había una cierta relación, estaban conociéndose. Él iba a visitarla, los veíamos juntos. No habían formalizado todavía.» Ella, también militante de Ateneo, murió en un penoso accidente, en septiembre de 1968, una compañera de habitación había guardado bajo la cama, una valija con productos químicos que entraron en contacto y provocaron una explosión. Susana, que estaba durmiendo, sufrió graves quemaduras y murió días después. Raúl, siguió el mismo camino que sus compañeros del Ateneo, la progresiva politización mediante charlas, lecturas, debates, acciones, opción por los pobres, por el peronismo; en el marco de proscripción política y dictadura, Concilio Vaticano, Conferencia de Medellín, opresión -resistencia- violencia y surgimiento de las organizaciones armadas.
Se incorpora a Montoneros. Se va de Santa Fe. Lo matan en Córdoba, durante un allanamiento el 31 de mayo de 1972. No está muy claro qué pasó, pues fue el único muerto, quizás hizo algún gesto que los represores interpretaron como de resistencia y lo mataron. Los compañeros que estaban con él, entre ellos, Cambiasso, fueron a la cárcel.
Su memoria es recordada en una placa colocada en el Octógono de la Facultad de Ingeniería Química de Santa Fe en 1996.
La Municipalidad de Baradero construyó un memorial en la Plaza de la Memoria, donde es recordado junto a los otros seis baradenses desaparecidos.
Gustavo nació en San Javier, el 31 de agosto de 1954. Su familia estaba compuesta por su padre Rodolfo Bruzzone, su madre Irma Godone y un hermano que lleva el nombre de su padre por haber nacido cuatro años antes y ser el primogénito.
En el año 1955 la familia Bruzzone deja el lugar para radicarse definitivamente en la ciudad de Santa Fe “... su corta vida se desarrolló aquí...” cuenta su mamá.
“Era un niño tímido y muy inteligente. Aprendió a leer solo, impaciente por disfrutar las aventuras de Patoruzito y ante la negativa de su hermano de sentarse con él a relatarle las aventuras del libro. Para lograrlo ideó su propio sistema, empezó nombrando el amor primero... MAMÁ
Preguntando, uniendo vocales y consonantes, logró descifrar el misterio que encerraban los cuadritos de la caricatura. Cuando entró en el primer grado de la escuela primaria José de San Martín, ya sabía leer y escribir.
Cuando dejaba su delantal de la escuela se calzaba los botines y se iba al club Gimnasia y Esgrima, era desde los siete años, el arquero del equipo de fútbol. Como su papá ya había fallecido, lo pasaba a buscar el Señor Grasso, entrenador de las divisiones inferiores, quien se ocupaba de llevarlo personalmente. Sus habilidades de portero hicieron que el club Unión de Santa Fe se fijara en él a los doce años y le propusiera jugar para la institución, pero Ciudadela no aflojó. Fue tal la desilusión que Gustavo decidió no presentarse a jugar más, solamente lo hacía como invitado cada vez que lo requerían y en ocasiones especiales.
En la escuela primaria conoció a Liliana...y fue desde entonces, su gran amor.
“Liliana y Gustavo fueron compañeros desde la escuela primaria en la Escuela Gral José de San Martín, donde ya eran noviecitos. El secundario lo hicieron en el mismo edificio; Gustavo a la mañana en el Comercial “Domingo Silva” y Liliana en el Comercial “Juana del Pino”, y seguían siendo novios. Liliana era “la piba más linda del barrio”.
El “Gordo”, apodo que tenía en el barrio por ser corpulento a diferencia de tantos adolescentes flacos, era arquero, buen arquero, llegó a jugar en la reserva de Gimnasia y Esgrima del barrio de Ciudadela. Y tenía pasión por el fútbol. Ya en 1976, estando clandestino llegó sin avisar, acompañado por otros compañeros de militancia para jugar un partido en la canchita de Independiente.
“Su hermano mayor, Fito, le enseñó a jugar ajedrez. Y Gustavo aprendió, llegó a ser campeón juvenil de la Asociación Santafesina, fue primer tablero del Comercial, pasando el ajedrez a ser lo único en que le podían ganar a la Escuela Industrial en esos años”, dice un amigo.
A los catorce, -coincide la madre-asistía al Comercial “Domingo Silva”, y era un alumno brillante, sus promedios nunca fueron menores a ocho cincuenta. Por entonces descubrió el ajedrez. Esta actividad la compartió con su hermano a quien lo unía un gran afecto. Se apasionaban sobre el tablero. Juntos eran imbatibles.
Comenzó a jugar en el Club Unión, luego en el Centro Balear, para pasar al Centro Sirio Libanés al que concurría todos los viernes. Con el hermano se apasionaban, y estaban horas jugando. Ambos lo hacían muy bien y se destacaban donde fuera que jugaran, eran muy unidos En el 72, como representante de la Federación Santafesina, ganó el derecho de participar en el certamen argentino. También su escuela lo envió como delegado a un match organizado por la radio universitaria: un ajedrez viviente. Fue premiado y junto con otros dos participantes más viajó a Mar del Plata para participar en el “Torneo abierto Ciudad de Mar del Plata”. Un diario de la ciudad, “Nuevo Diario”, se encargó de cubrir los gastos de inscripción.
Toda esta experiencia le abrió nuevamente las puertas de su escuela primaria, esta vez, como profesor de ajedrez designado por el Ministerio de Educación de la Provincia. Siendo alumno secundario empezó a transitar el camino de la solidaridad que lo llevaría a la militancia política. Trabajo social, reuniones de discusión y estudio. Descubrir “los cómo y los por qué” de una realidad que abrumaba a los más débiles. Dice su mamá, y los amigos completan el relato diciendo:
“Allí comenzó a militar en el Movimiento de Acción Secundario (MAS), de la juventud peronista. Gustavo tenía dos tesoros heredados de su padre: un libro que había escrito sobre el proyecto sanmartiniano y dos libros ilustrados de los planes quinquenales de Perón, tesoro escondido durante 18 años de proscripción que nos ayudó a los adolescentes de esos días a conocer ese país que añoraban los más viejos cuando los encontrábamos en cada barrio en los actos por el “Luche y Vuelve”.
Cuando llegó la hora de elegir una carrera universitaria, en 1974, se decide por la Facultad de Ingeniería Química. Eran tiempos de elecciones en los Centros de Estudiantes y Gustavo fue candidato a Secretario General de la lista “Azul y Blanca”, que representaba a la JUP.
En la Facultad alcanzó a rendir solamente ocho materias. “...la militancia le llevaba mucho tiempo, yo siempre protestaba por esto, pero él me aliviaba el enojo con sus mimos, porque era muy cariñoso...y un día me comunicó que abandonaba la Facultad porque su vocación era otra...luchar por los niños, los obreros, el país. Para mejorar la situación... y que si dejaba sus huesos en el camino sería feliz de hacerlo por estos objetivos...”, dice su madre.
El 4 de diciembre de 1974, se casa con su novia de toda la vida, Carmen Liliana Nahs, militante como él. Con gran alegría recibieron la noticia de que estaban esperando un hijo, vivían pensando en él, pero no pudo ser, nació prematuro y falleció a las pocas horas en diciembre de 1975. Eso lo marcó muchísimo, más que eso pasó cuando aquí, dónde ya se sentía inseguro y había decidido mudarse a Rosario, cosa que hizo el 1 de enero de 1976. Antes, renunció a su cargo en el Centro de Cómputos de la provincia al que había ingresado por concurso ya que se había recibido en Informática en el Colegio Inmaculada.
“En Rosario, sé que militaban, él y su esposa, activamente, arriesgándose en demasía. Allí hizo de todo, trabajó en el puerto, pintó paredes, lavó piezas en un taller mecánico. Se mudaban de pensión en pensión. Al final alquiló una casa en calle Rioja 5349.
Para entonces, ya trabajaba efectivo, en la fábrica “Irrospe”, en el sector de computación, y, con el grupo de compañeros de la fábrica solían reunirse a jugar al fútbol.
El 19 de marzo de 1977, por la mañana, sale de su casa para comprar cigarrillos y retirar un automóvil que había “heredado” y no vuelve más. El 20 me habla un amigo y me pide que el lunes viaje urgente a Rosario. Con mi hijo Rodolfo fuimos, recorrimos hospitales, comisarías, pero nada.
Volví y fui con una recomendación de un alto jefe de la policía local que había sido amigo de mi esposo, para, creo, el Jefe de inteligencia Guzmán (no estoy segura de su apellido). Este me recibe bien, me hace innumerables preguntas, me habla de “las caídas de montoneros” y me pide que regrese a la semana. Vuelvo, me tortura con un montón de historias y me dice que se va a comunicar conmigo en siete días.
Cuando me llama, me dice que tiene la seguridad de que cayó, en “un ajuste de cuentas entre montoneros” y que él, ya no tiene nada que hacer. Después, durante un largo tiempo, viajé cada quince días a Rosario, iba al Comando del Ejército, allí me atendía el Teniente Coronel Gonzáles Roulet, quien me pedía que volviera otra vez, hasta que un día no toleré su respuesta, le contesté mal, y me echó. Era mayo de 1978, más de un año que había desaparecido.
También con un cuñado (sub-oficial Principal) lo visité a Galtieri... con resultado indignante. A casi 30 años de su desaparición, la familia, los amigos y todos los que lo conocieron lo recuerdan con inmenso cariño. Era dulce, cariñoso, solidario.
A pesar de no haber regresado nunca a San Javier, su lugar de nacimiento, siempre decía: “soy indio ”...porque había nacido en uno de los días de reunión de las tribus: el 31 de Agosto y recitaba desde chico una estrofa de Julio Migno...” “Timbó, laurel, Curupí / Lindos ceibales en flor /Tierra de indio mocoví /San Javier donde nací / No hay otra tierra mejor.“
Su memoria es recordada en la Escuela de Comercio “Domingo Silva” y en la Facultad de Ingeniería Química
Plazoleta "Gustavo Bruzzone" en la intersección de Rivadavia y Ruperto Godoy, barrio de Villa María Selva, surgida en el marco de la primera sesión del Concejo Municipal en los barrios, a propuesta de la Secretaría de Cultura y Derechos Humanos de la Asociación Vecinal Unión y Trabajo, de Villa María Selva, con la creación de un espacio que lo recuerda con la instalación de tableros de ajedrez de uso público.
IDENTIFICACIÓN: En julio de 2014, el cuerpo de Gustavo fue identificado en el Cementerio La Piedad de Rosario; la investigación del Equipo Argentino de Antropología Forense comprobó que había sido trasladado a El Pozo, el centro clandestino de detención que funcionó en el ex Servicio de Informaciones de Rosario y cinco días después lo sacaron junto con otros dos detenidos, que fueron asesinados en calle Córdoba al 5600 simulando un “enfrentamiento”. Finalmente sus familiares, vecinos y compañeros pudieron acompañar sus restos hasta el Panteón de la Memoria del cementerio municipal de Santa Fe.
Nació en Soldini, sur de Santa Fe, en una familia de agricultores. Cursó el colegio primario en el mismo pueblo y el secundario en el Colegio Cristo Rey de la ciudad de Rosario. Vino a Santa Fe a estudiar ingeniería química, al poco tiempo se integra al Movimiento Ateneísta.
Al recibirse de ingeniero se desempeñó como docente investigador hasta que fue detenido en el 72, cuando ya era un cuadro de la naciente organización Montoneros. Compañeros de la primera detención de Osvaldo relataron que el viejo tuvo un paro cardíaco en la tortura. Salió en libertad con la amnistía que dictó el gobierno de Cámpora el 25 de mayo de 1973.
En el 75 estaba a cargo de la Región Noroeste, en un viaje cerca de Reconquista, se queda dormido, choca y es llevado al Hospital, al ingreso se da a conocer y pide a los médicos que lo atienden que avisen a su familia. Cuando están realizando la atención médica aparece la patota militar que probablemente dependía de la Base Aérea e intentan llevárselo por la fuerza a lo que los médicos del hospital se oponen y obligan a identificarse al personal que intentaba secuestrarlo, por lo que tuvo que ser reconocido. De inmediato y sin darle la atención médica necesaria, ya que tenía una pierna fracturada y varias costillas lesionadas, lo trasladan a la cárcel de Coronda sin darle ni la más mínima atención. Lo alojan en la enfermería, en un sector aislado, donde lenta e inexplicablemente fue superando su estado, quedando con una renguera visible que le afectaba el caminar. Sin cumplir los deseos de quienes estaban a cargo del penal, que lo trasladaron de un lugar a otro siempre intentando aislarlo y tratando de que su falta de atención permitiera su muerte, superó con entereza la consigna que enunciaba la dirección de la cárcel: que los prisioneros que allí se alojaban debían salir «muertos o locos».
«Lo recordamos como era, un tipo amable, tranquilo, muy firme en sus convicciones, siempre con una sonrisa que rompía el aislamiento al que estaba sometido y que transmitía confianza, aun cuando no podían mediar palabras con la mirada nos alentaba, siendo que él era el que peor estaba de nosotros.» Del otro lado de la mirilla - Obra colectiva testimonial de los ex presos políticos de Coronda
Su prestigio era reconocido también por el enemigo; en una ocasión lo visitó un oficial del ejército (presumiblemente un coronel) fue a conversar con él, entre otras cosas interesado por la operación de Formosa y por lo cual le manifestó su admirativo asombro. Por supuesto el «Viejo» se hizo absolutamente el distraído, ya que no sabía a qué había venido este sujeto y a qué se debía esa conversación. Lo que si demuestra esta visita es el grado de interés de la inteligencia militar en su persona. Finalmente la dictadura lo trasladó a la cárcel de Rawson donde era el compañero de mayor rango en prisión. Por su estado de salud y por la presión de varios gobiernos, entre ellos los de España, Francia, Suecia y Holanda fue liberado. La Cruz Roja Internacional supo de su caso en forma particular, dado su precario estado de salud, insistiendo en el pedido por su libertad.
Fue liberado a fines de 1981. Sin dejar transcurrir mucho tiempo, como buen militante peronista que era, se reintegró a la militancia en el intento de rearmar un espacio del peronismo revolucionario. El respeto que le guardaban los compañeros hizo que se convirtiese en un referente indiscutible y de consulta de todos. Como organizador, aglutinó rápidamente sin cuestionamientos personales a la mayoría de los compañeros que salían de la cárcel, que regresaban del exilio, que habían quedado desconectados o se incorporaban a la militancia que renacía en el retiro de la dictadura, tanto en Entre Ríos, como en toda la provincia de Santa Fe. Con otros compañeros funda la «Agrupación Peronista por la Liberación», y más tarde se incorporan a Intransigencia y Movilización Peronista (IMP). Su hermana Ethel recuerda un diálogo con él cuando ella se preocupaba por su vida: «¿Crees que no le temo a la muerte? Pero más terrible es la injusticia, hermanita…», contestó Osvaldo.
El 14 de mayo de 1983, pocos meses antes de la llegada de la democracia fue secuestrado en el bar Mágnum de Rosario junto a Eduardo Pereyra Rossi (Carlón) miembro de la Conducción Nacional de Montoneros que había regresado al país. Un clamor popular se levantó por toda la Argentina pidiendo su aparición con vida. Cuatro días después de haber sido secuestrados. Luego de ser torturados en un galpón en el que operaba el Destacamento de Inteligencia 121, los entregaron a una patrulla del Comando Radioeléctrico de Tigre, en la provincia de Buenos Aires, que los ejecutó simulando un falso enfrentamiento. Los cuerpos aparecieron en un camino de tierra de la localidad bonaerense de Lima. La dictadura, ya en retirada, quiso hacerlo pasar por un enfrentamiento. La reacción de los compañeros permitió recuperar sus cadáveres e iniciar la investigación, y que a pesar de las evidencias se tardó 35 años en condenar a los culpables.
Su memoria es recordada en una placa colocada en el Octógono de la Facultad de Ingeniería Química de Santa Fe en 1996
En 2009 el Concejo Municipal de Rosario designó con su nombre una calle en el Distrito Sur de la ciudad.
El 24 de Marzo de 2022, respondiendo a la consigna «Plantamos memoria» (campaña nacional de Madres de Plaza de Mayo) , los familiares y amigos realizaron un homenaje plantando un árbol en el campo donde nació, en la localidad de Soldini.
Cada año, hasta llegar al juicio, la militancia peronista de Rosario realizó actos frente al bar «Magnum», en el cual fue secuestrado.
La Casa de la Memoria de Zárate los recuerda desde 2008 con un monumento en el Sitio-Memorial ubicado en el km 103 de Ruta Panamericana, jurisdicción de Lima, cerca del lugar en el que fueron asesinados por Patti.
En 2019 fue declarado de interés por el Concejo Deliberante de Zárate. Los responsable de su asesinato fueron juzgados y condenados en la causa «Cambiaso – Pereyra Rossi» .
Con Marisa militábamos juntas en el mismo grupo del PRT, en el que también estaba «la Cuaia» Hilda Palacios, otra joven santafesina asesinada por la represión. Marisa era estudiante del Profesorado de Letras de la Universidad Católica de Santa Fe, había sido detenida durante la dictadura de Onganía-Lanusse y compartimos cárcel en Devoto, en el «Pabellón de las Madres».
La recuerdo como una chica seria, reservada, muy responsable, que en ese tiempo carcelario añoraba enormemente el apoyo, el cariño y las caricias de su compañero, el «Flaco» Ballerio, con quien tuvo dos hijos. Élide
Su memoria es recordada por una Placa colectiva en la Universidad Católica de Santa Fe
Militaba desde su adolescencia en la Acción Católica de la iglesia de su barrio (Plaza Constituyentes). Su adhesión no había sido formal: el gordo era un tipo profundamente cristiano, transparentemente bueno y con un gran sentimiento de solidaridad hacia los demás. Ingresó a la Facultad de Ingeniería Química en 1961 siendo casi inmediata su incorporación al Ateneo Universitario, donde fue uno de los protagonistas del proceso de cambio que tuvo esa agrupación, profundamente ligado a los acontecimientos que producían los sectores obreros y populares proscriptos de las decisiones políticas en esos años.
Así, Chioccarello y el Ateneo participaron a partir de 1964 de las acciones que llevaban adelante el peronismo y los sindicatos combativos en Santa Fe (Ferroviarios, Luz y Fuerza, Telefónicos, Madereros, Gráficos, Sanidad, etc) que conformaban la CGT de los Argentinos. El golpe de Onganía en 1966, genera en el Ateneo un proceso de discusión en términos claramente políticos acerca del papel de los militantes revolucionarios ante la situación de la Argentina y los métodos viables para sumarse a una estrategia de toma del poder, que había sido perdido en 1955. Se inició el trabajo político en lo que entonces se llamaban “barrios marginados” de la ciudad y en el movimiento obrero.
El gordo Choca se integró decididamente a los sindicatos combativos, junto a otros compañeros, ampliándose de esta manera en forma notable la discusión política. Además participó en los contactos con otros grupos del país, principalmente de Reconquista, Córdoba y Buenos Aires, aporte importante a las definiciones que se fueron tomando de adhesión a la lucha armada y concretamente a Montoneros. Fue parte del grupo de estudiantes que colaboraron con la movilización del Norte ante el cierre del Ingenio Arno, que realizó una gran marcha de apoyo que culminó con represión, en la que participaron los curas Catena, Silva y una veintena de sacerdotes que se encontraban en reuniones en el Seminario.
Fue un tipo fundamental en el manejo de las relaciones personales en el grupo, importante para avanzar con la participación de todos como así también para el fortalecimiento emocional de los compañeros, que comenzaban a prepararse para una empresa en la que –eran plenamente conscientes- ponían en juego sus afectos, su familia y hasta su propia vida. En esto fue relevante, la sólida formación humanista del gordo, que tenía una tolerancia infinita hacia todos, aceptando la diversidad de opiniones y respuestas, pero una vez tomada –entre todos- una decisión era el más férreo custodio de que no se produjera ninguna desviación ni en lo político ni en lo personal. Juan Carlos Chioccarello fue secuestrado-desaparecido a la edad de 33 años, el 28 de abril de 1977 en Avenida Directorio y Varela, barrio del Bajo Flores.
/ Domingo Pochetino
Su memoria es recordada por una placa colectiva colocada en el Octógono de la Facultad de Ingeniería Química de Santa Fe en 1996
Según lo conversado con su tío Juan, él mismo se ocupó de buscar a Daniel a partir del momento en que su hermana lo llamó diciéndole que había recibido una llamada telefónica. Corría abril del '77 y mediante esa llamada le informaron anónimamente que su hijo y su nuera habían desaparecido de sus lugares habituales; que habían sido capturados por fuerzas de seguridad.
Entonces él viaja a Buenos Aires, recorre comisarías, se entrevista con autoridades pero no recibe información. Viaja a Monte Grande, donde residía el matrimonio, y al llegar al domicilio una vecina lo llama para informarle lo sucedido: «la pareja había ido al supermercado y al regresar a su casa los estaban esperando fuerzas de seguridad y se los llevaron». Efectivamente, el tío vio al entrar a la casa las bolsas del supermercado tiradas en el pasillo y un desorden total, «todo dado vuelta».
Se dirigió entonces al ejército de Monte Grande y allí le informaron que Daniel y su esposa, junto con otros compañeros, habían sido abatidos en un enfrentamiento quince días antes y habían sido enterrados en un predio del cuartel. Ferrero manifiesta su intención de retirar el cuerpo y cuando llega al lugar donde los habían enterrado vio varias fosas «tapadas con cartones». En una de ellas estaba su sobrino «brutalmente torturado», pero el cuerpo no mostraba signos de descomposición, por lo que al tío le dio la impresión de que la muerte era muy reciente y no de quince días atrás.
Daniel era médico, su esposa Catalina Oviedo había estudiado en la Escuela de Servicio Social de Santa Fe. Daniel había estudiado en Córdoba y, ya recibido, habían residido un tiempo en esa ciudad para luego trasladarse a Monte Grande, provincia de Buenos Aires,
Cuenta Ferrero que: «Cuando íbamos a Córdoba con mi esposa a visitarlos, nos conmovía la austeridad con que vivían, las necesidades que pasaban, no tenían nada: las alacenas y la heladera vacías. Nosotros íbamos a comprar y se las llenábamos porque nos daban lástima.» «Una vez le pregunté si estaba metido en algo raro y él me aseguró, riéndose, que no, que me quedara tranquilo.»
Ferrero dice que después de su muerte se enteró que formaba parte de Montoneros, aunque no hay seguridad acerca de esta identidad militante, ya que las compañeras de estudios de Catalina, afirman que ella se incorpora al OCPO (Organización Comunista Poder Obrero), agrupación a la que pertenecería su compañero. Un dato que corroboraría esta opinión es que Daniel realizó los estudios secundarios en el Colegio de la Inmaculada, Santa Fe, donde fue compañero y amigo de Fernando Florez, amistad que prosiguió en Córdoba. Fernando, también estudió en la universidad cordobesa y fue militante del OCPO.
Su memoria es recordada por el Colectivo de Educación por la Memoria, Verdad y Justicia (CEMVJ) de Esteban Echeverría
Los responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados y condenados en la causa "Vesubio-Puente 12"
En el año 2000, cuando en el país regían las leyes de Obediencia Debida y Punto final, el Segundo Tribunal Criminal de Roma juzgo en ausencia los ex generales Carlos Guillermo Suárez Mason y Santiago Omar Riveros y dicto cadena perpetua porque los encontró culpables del asesinato de siete ciudadanos italo-argentinos, entre ellos Daniel Ciuffo y Laura Carlotto.
“Esta condena que es para pocos militares es para todos los genocidas, y esta justicia que es para pocos familiares es para los 30.000 desaparecidos”, dijo Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas.
Néstor Hugo Cherry nace el 19 de julio de 1955 en Junín (Buenos Aires). Lo llamamos familiarmente Hugo. Luego le conocimos dos apodos de su época del Industrial: «La Pepa» y finalmente "Facundo". Hijo de Néstor Juan Cherry y Noemí Carmen Geiser. Su papá tuvo participación gremial en ATILRA (Sindicato de la Industria Lechera) y atesoraba el recuerdo de esa militancia en los años de la resistencia peronista. El legado materno fue la educación cristiana y la entrega desinteresada, el amor en todos sus actos.
Había nacido con fisura labio palatina, en tiempos en que era difícil su tratamiento. Tuvo muchas cirugías y estadías en hospitales. Como secuela de ello, varias cicatrices y algunas dificultades en el habla. Siempre fue muy buen alumno. Hizo la escuela primaria en la Escuela de Nuestra Señora de Guadalupe y el secundario en la Escuela Industrial Superior. De allí egresó en 1974 como Técnico Electromecánico.
Participó varios años en grupos de scouts cristianos; allí probablemente se desarrolla su inquietud por los temas sociales, la solidaridad, la necesidad de cambios revolucionarios. En el Industrial milita en la UES, y en sus últimos años tiene estrecho contacto con el Director Barber; quien intenta implementar cambios realmente revolucionarios en metodologías y contenidos. Cuando egresa se inscribe en la Universidad Tecnológica aunque manifiesta -no recordamos si se inscribió o no- su interés por estudiar paralelamente Filosofía en la Universidad Católica.
Trabajaba como instalador eléctrico. Siguió vinculado a Montoneros. El 18 de julio de 1976 fuerzas conjuntas de ejército y policía allanan el domicilio familiar de calle Ayacucho. Se llevan libros y ropa (un uniforme de boy scout de Hugo y la boina con escuditos e insignias que usaba con el uniforme). Esa noche no estaba en casa por precaución; nos había dicho que un compañero de militancia había caído preso y estaban buscando a casi todos los conocidos. Cuando le avisamos lo sucedido, él decide no presentarse ante las fuerzas de seguridad y pasa así un año escondido en diversos lugares, incluso en casa de familiares. Sus padres le propusieron arbitrar los medios para que pueda irse del país. A esto él respondía que no podría con su conciencia, no podía dejar aquí a sus compañeros. Finalmente, el 19 de agosto de 1977, estaba parando en casa de su tía Lelis, a la vuelta de la casa paterna. Sale de allí —iba a encontrarse con algún compañero y no regresa más. Nunca tuvimos información.
Era tranquilo, sensible y de una gran inteligencia. Recuerdo haber aprendido mucho de él. Todo lo posible de un hermano seis años mayor, admirado, cuando se tienen entre 12 y 15 años. Si bien me inclinaba más naturalmente por las humanidades, elegí el Industrial por el amor que se desprendía de él hacia esa escuela y por sus compañeros. Me ayudaba con las láminas que tanto me costaron en mi primer año, pero —a pesar de mis reclamos sólo un poco, lo justo, quizás para que pudiera ser independiente y aprender. Me acuerdo de dos de sus compañeros de militancia en la escuela Alberto y Aldo (Alberto Solé y Aldo Partida); dos tipos buenazos, también desaparecidos. Escuchaba a Los Beatles, también Manal y Quilapayún. Coleccionaba las revistas de historietas D'artagnan, particularmente las historietas de Nippur de Lagash y Gilgamesh. Y la revista PELO; tenía la colección casi completa. Iba bastante al cine, era socio de Cine Club y del Núcleo Joven. Fui con él algunas veces y me sentía muy orgullosa cuando veía alguna película prohibida para 14 y me colgaba de su brazo y la conversaba con él.
Teníamos un mueble biblioteca que había sido de nuestra abuela materna (y aún hoy está) repleto con sus libros. Me convencía casi silenciosamente de que leyera algunos; recuerdo haber descubierto así «La Madre» de Máximo Gorki. También a Leopoldo Marechal y Cortázar. Miraba con respeto otros que me parecían menos atractivos, como uno sobre la vida de Marx y otro con textos de Bakunin; alguna vez le pedí que me contara sobre ellos y sobre por qué militaba y con su explicación sentí que un mundo mejor estaba al alcance de la mano, que no habría otra alternativa de pensamiento justo.
Cuando allanaron nuestra casa y él pasó un año «prófugo» yo tenía 14 años. Hicimos un asado en una quinta cuando cumplí los 15 y recuerdo que sólo esperaba que él pudiera estar ese día con nosotros. Por suerte a la tardecita, llegó. En los últimos tiempos, creo que él incorporaba la certeza de que no había una revolución cercana, y que iba a ser difícil salvarse. Luego de su desaparición, y durante unos tres o cuatro años, él estaba en casi todos mis sueños, compartiendo como una figura silenciosa los acontecimientos. Siempre era igual; estaba en casa y a veces nos comunicábamos, pero no entendía por qué los demás no podían verlo.
/ Teresita, su hermana, que amplió su relato en HERMANO - Fragmentos en torno a una desaparición
El recuerdo de los compañeros
«La Pepa» era muy inteligente pero no hablaba en público, por su labio leporino. Hablaba bajito, no se le entendía nada, pero cuando le agarrabas la vuelta era un placer hablar con él. Leía mucho, siempre nos traía cosas para ver, íbamos a su casa a leer. Era un gran militante, lejos fue el más responsable de todos, uno se iba de joda, tomaba unos vinos, pero «La Pepa» se quedaba a leer, estudiaba. Fue realmente la conducción de nuestro grupo, interpretaba, guiaba. Nos decía «si quieren ser buenos militantes tienen que ser buenos estudiantes». Sabía explicar y bajar los conceptos, las ideas.
Era un compañero muy comprometido y muy arriesgado, fue a mi casa estando yo preso en Coronda, a ver a mi vieja y saber de mí. Ella, esperó que nadie escuchara en el locutorio para contármelo; era muy arriesgado. Él era muy buen estudiante, tenía buenas notas, era muy responsable, se hacía tiempo para todo. A muchos pibitos los charlaba y los convencía. Siempre decía «hay que distinguir entre lo ideal y lo necesario» y «las compañeras son para después de la revolución», era muy introvertido. A «La Pepa», lo vi en 1976, anduvimos dando vueltas por el interior de la provincia, escondiéndonos, durmiendo en cualquier lado. / Froilán
Sus padres, Néstor y Noemí, fueron activos miembros de Familiares de Desaparecidos en la ciudad de Santa Fe, y como tales sufrieron el control y la perscución de los servicios de inteligencia. Su hermana Tere ha contribuido con trabajos artísticos y audiovisuales a conservar sus memorias
Su memoria es recordada en la Escuela Industrial Superior con una placa y baldosas por la memoria
Los responsables de su secuestro y des-aparición fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada Santa Fe
El Espacio de memoria del Cordón Industrial la recordó en un acto realizado en el «Bosquecillo de la Memoria» en la ciudad de San Lorenzo, plantando un árbol con su nombre.
A lo largo de las historias de vida y militancia se hace referencia a temas tratados en las siguientes notas
María Irma fue la quinta hija del matrimonio compuesto por Lucio Wenceslao Ferreira y María Esther Turinetto. Nació el 3 de febrero de 1954, en la localidad de Guaymallén, en la provincia de Mendoza. A principios de 1957 la familia se traslada a Paraná, donde Irma crece y donde nacen sus hermanos menores. Su infancia transcurre en un ambiente familiar feliz, donde Irma fue gestando su personalidad generosa, protectora, dispuesta, consejera y solidaria.
Apodada La Negra o Negrita, le gustaba la vida al aire libre y en verano disfrutaba del caudaloso Río Paraná, navegando en el velero de su novio, repitiendo una y otra vez, “sople, Pampero, sople”. Era cita infaltable ir todas las tardes a la playa del Rowing Club y compartir con amigos, luciendo las tan cuestionadas y transgresoras bikinis, que hacían furor en la moda de la época. Y los fines de semana salía toda la familia a la playa del Club Estudiantes, donde el padre hacía un rico asado, o se trasladaban todos a un arroyo cercano para pasar un día de camping, en la Colonia de Vacaciones, la Picada o el Espinillo.
María Irma fue una joven de una personalidad apasionada, asombrosamente inquieta, aventurera, no le temía a nada ni a nadie y siempre estaba dispuesta al cambio. Apasionada en todo lo que emprendía, brillante en sus estudios, inteligente y tenaz, difícilmente se quedaba callada cuando algo no le agradaba, sobre todo la injusticia, y este rasgo de su personalidad es lo que tiene que haber despertado en ella el poder de lucha por un país más justo, más equitativo, donde los que menos tenían pudieran adquirir, no sólo el conocimiento, sino el trabajo y la libertad de elegir, en un país lleno de oportunidades pero donde unos pocos pueden hacer.
Por ser una persona creativa, amaba la lectura y la música. Fue asidua lectora de Ernesto Sábato y apasionada de Joan Manuel Serrat. También amante de la naturaleza, elige su carrera universitaria, Ingeniería Agrónoma, donde se familiariza con los problemas de la estructura de la facultad en lo social y en lo agropecuario. Se involucra inmediatamente con la politización de la facultad y lucha por un perfil de egresado de las Ciencias Agropecuarias, que estuviera al servicio de nuestros campesinos, quienes no tenían acceso a créditos, recursos, asesoramiento gratuito.
Comenzaba el año 1972, cuando se inscribió, junto a su hermana María Susana, en la facultad de Ingeniería Agrónoma, que funcionaba en la escuela Alberdi, y en ese entonces el título era Técnico Agrónomo. El 72 era un año de transición. Todavía había un gobierno de facto, de los tantos que se habían sucedido durante años y años en nuestro país. María Irma tenía un sentido de la justicia tan arraigado que no dudó en participar activamente desde la Juventud Universitaria Peronista de la Facultad, al lado de su compañero de estudios Eduardo, quien era el presidente del centro de estudiantes, y de su, por entonces novio, Rodolfo. Juntos, realizaron un curso en el campo, que se extendió por varios meses, destinado a pequeños productores campesinos de la zona. Esta actividad iba acompañada por una militancia diaria, donde el ideal y la práctica marchaban de la mano, ya que querían hacer realidad aquello del hombre nuevo.
Muy inquieta en cuanto a las necesidades de la mujer del campo, que generalmente no había terminado los estudios primarios y que estaba postergada por tradición en esta sociedad, desde la Facultad de Agronomía, junto con la Facultad de Ciencias de la Educación, se lanza un plan de alfabetización que abarcaba a toda la provincia. Se toma conciencia de lo que eran las multinacionales en nuestro país.
María Irma fue testigo de la matanza de Ezeiza, el 20 de Junio de 1973, cuando el General Perón regresa definitivamente al país. El día del Trabajador de 1974, Irma acude a la Plaza 1° de Mayo en Buenos Aires. Allí sucede la inevitable ruptura. La columna que había ido desde Paraná, junto con la JP se retiran de la plaza, dejándola semivacía.
A fines de 1975, la persecución hacia militantes o activistas de las organizaciones populares era una constante, esto hace que se realicen traslados de los compañeros, María Irma se va a la capital santafesina con su compañero Omar Fernando Bravo, que ya había pasado a la clandestinidad debido a la persecución de que era objeto en su ciudad natal, Diamante.
Por su paso en Santa Fe permanecieron en la clandestinidad. Situación que no impidió continuar con el trabajo político, “El Perro” es recordado por los militantes de las agrupaciones gremiales de la JTP, por su aporte y capacidad de conducción.
Irma se despide prácticamente de sus padres, ante la incertidumbre de la situación, presentándoles a su pareja, quien promete cuidarla y acompañarla toda la vida. Sus padres no conocen su nombre, ya que para seguridad de los militantes, no decían sus verdaderos nombres, y se hacían llamar por apodos, que luego cambiaban también. Omar Fernando Bravo era “Perro”, Irma, “La Negra”. Su familia recién se entera de su verdadera identidad cuando leen en los diarios que los habían matado.
María Irma ya no volvió a Entre Ríos. Como se sentían inseguros en Santa Fe, se trasladaron a Rosario, muy preocupados por la situación que se vivía, no ajenos a los diarios tormentos que miles y miles de argentinos sufrían, pero felices de estar juntos y sobre todo, cuando Irma se entera de que está esperando un bebé.
Comienza a preparar el ajuar para su tan ansiado “batata”, como lo llamaba, tejiéndole algunas ropas con sus propias manos. Mientras, la familia en Paraná, sufría allanamientos que se hacían en la época, a altas horas de la noche, por personal disfrazado para que no se los reconociera. Martín nació el 14 de noviembre de 1976. Irma estaba feliz. Según testimonio de su hermana Susana: -...me preguntaba a cada rato: ¿cómo lo ves? ¿No es precioso?, acunándolo con una sonrisa ancha. Recuerdo también que en un momento me dijo: ¡Por fin nació Martín!, con voz de alivio, como si cada día de su embarazo hubiera temido que no llegara a feliz término. Me recomendó que si algo les pasaba a ellos, que yo buscara a Martín y lo criara. Sabía de las torturas y desapariciones de personas por lo que estaban dispuestos a no dejarse atrapar vivos. El día del nacimiento de Martín, es la última vez que Susana ve con vida a su hermana Irma y a su compañero Omar.
El 7 de enero de 1977, una mañana terriblemente calurosa, un familiar escucha por la radio que esa misma madrugada, habían sido abatidos María Irma Ferreyra y Omar Fernando Bravo. Informada la familia en Paraná, viajan de inmediato a Rosario. Se encuentran con la familia de Omar, que también había viajado desde Diamante a reconocer el cuerpo de su hijo. Por ser ambos padres militares retirados, hasta se les cede desde el Comando una salita para velarlos por unas horas, antes de trasladarlos a Entre Ríos.
La memoria de Irma es parte de la obra de arte “Ausencias” del fotógrafo y militante Gustavo Germano sobre los desaparecidos y desaparecidas de Entre Ríos que ha recorrido todo el país
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la causa Guerrieri IV
Relatos de Marcelo Villar enlazados en la historia de su hermana
"Algunas anécdotas que pasan por mi mente en este momento como pinceladas pueden ayudar a pintar nuestra infancia. Las vacaciones en general eran compartidas con los Fucksman y los Rozados y eran en Mar del Plata o La Falda. Los Rozados tenían dos hijos Misael y Manuel. A ellos se les sumaba Carlos Dumani, su primo. De esas vacaciones compartidas y de los veranos en que íbamos mucho a la casa de los Rozados que vivían en Guadalupe cerca de la playa, resulta que los primeros novios de mis hermanas van a ser Misael de Cristina y Carlos de Patricia.
(...) Finalmente Patricia Gabriela en el año 1974 cuando cursaba ya su último año de secundaria se incorpora también a la Juventud Guevarista (la juventud del PRT) con lo cual pasamos a compartir el mismo espacio político. Ese año también fue la realización del VI Congreso del FAS (Frente Antiimperialista y por el Socialismo), un frente político impulsado por el PRT, en la ciudad de Rosario. Los dos participamos del mismo como parte de la Juventud Guevarista. Es en esta ocasión que la “Pato” se va a reencontrar con Carlos Dumani. Él militaba en el PCML (Partido Comunista Marxista Leninista) y ellos formaban parte del FAS. A partir de este reencuentro la “Pato” va a quedar vinculada con Carlos, lo que más adelante se traducirá en su incorporación al PCML.
(...) Patricia no había podido entrar en la Facultad de Filosofía y Letras ya que en esa época había examen de ingreso y cupo. Por eso se anota en la Universidad John F. Kennedy en la carrera de Ciencias de la Educación. El compromiso de Patricia en su militancia en el PCML se va afianzando. Se suceden hechos de inseguridad, tenemos que irnos del departamento, vamos a otro, al tiempo vuelve a suceder lo mismo y nos tenemos que ir.
(...) En el mes de septiembre ocurre un episodio bastante confuso en el que Carlos Dumani pierde la vida. Él tenía una cita con Mané y otro compañero en la casa de Flora, la madre de Carlos; cuando ellos llegan se encuentran con un operativo policial en el edificio donde estaba el departamento donde debían verse con Carlos. Según la versión oficial Carlos le pide la llave al portero y corre hasta la azotea y se suicida. Yo no llegué a conocer bien cual es la evaluación que hicieron de los hechos Mané y los compañeros, es mi hermana la que me cuenta que Mané presencia el operativo por la razón de que debían encontrarse con Carlos en esa cita. No sé si él estaba ya detenido y se les escapa o si lo venían persiguiendo, tampoco sé si Carlos intenta saltar a otra terraza para escapar o si se suicida como dice la versión que le da la policía a Flora. Lamentablemente no sé si se podrá conocer la verdad sobre los hechos, pero sí que fue un golpe muy duro para todos nosotros.
En la sede de la Asociación Israelita I. L .Peretz se ha colocado una placa y baldosas en su memoria
En el barrio Centenario, de pibes, nos juntábamos en la «Jota Paso», y fuimos continuadores de la «banda de los cuatro bancos»; eran muchachos que se juntaban en los cuatro bancos que había en el centro del cantero, y de ellos aprendimos las cosas de la calle. «El Flaco» era dibujante técnico, había hecho el curso de dibujo mecánico en la Escuela de Auxiliares de la Industria «General Manuel Savio», una escuela profesional nocturna (que creo ya no existe). Trabajaba dibujando, haciendo instalaciones eléctricas, en general lo hacía en forma independiente, pero también trabajó en comercio.
Era hijo único, mimado. Le gustaba la música, tenía muy buenos discos de Pink Floyd, los Rolling Stones, todo lo que había la madre le compraba. Siendo adolescentes escuchábamos música y hablábamos, sabíamos de Vietnam, de Camboya, de todo lo que pasaba.
El Flaco se conecta con una gente del «Malena» (MLN, Movimiento de Liberación Nacional), que era una agrupación de importancia en los años “60), fuimos a un acto de aniversario de la muerte del Che. Más tarde conocemos a Hermes Manera y empezamos a formarnos leyendo los libros de Marta Harnecker, Nos agrupamos varios compañeros, algunos del Industrial se conectaron con nosotros. Así comenzó la militancia en Espartaco, un grupo que se origina en Córdoba, con algunos cuadros provenientes del PO (Partido Obrero), alineados a corrientes internacionales.
«El Flaco» era el nexo de la agrupación del Industrial con el resto del grupo Espartaco. Era quien iba, coordinaba, informaba, lo que suele decirse bajaba la línea. En su barrio, Centenario, eran varios compañeros de la agrupación. En la casa de uno de ellos, cerca de la comisaría, tenían la imprenta que trabajaba todo el día. Era una agrupación pequeña con mucha presencia de propaganda. Teníamos sólo un mimeógrafo, pero imprimíamos tanto que parecía que teníamos una gran imprenta. Luego, con Hermes Manera, tomábamos el tren a Paiva con un bolso lleno de volantes, repartíamos allá y volvíamos.
Estábamos muy enfrentados al gobierno de Perón. Uno de esos días, mientras estábamos imprimiendo en el mimeógrafo miles de volantes con duras críticas, empezamos a sentir música sacra en la radio... había muerto Perón. Quedamos muy apenados, no por la muerte del Presidente sino porque teníamos que tirar todos los volantes que habíamos hecho.
«El Flaco» tenía una moto grande, una moto importada que estaba más tiempo rota que andando, y tenía pintada una especie de cruz gamada, por lo que lo gastábamos los amigos. Era un tipo chistoso, de un humor un poco ácido.
En setiembre de 1972, el Industrial y otras escuelas hacemos una gran asamblea, en un aula de la Facultad de Ingeniería Química. «El Flaco», junto a los compañeros de Espartaco, participó en ella. Siguió orientando la agrupación durante el año 1973 en las reuniones de los centros de estudiantes, cuando los estudiantes se movilizaron para echar a los directivos de la Escuela que venían desde la dictadura. Era un grupo animoso y activo; se pasaban tres, cuatro horas discutiendo en la esquina de Junín y San Jerónimo, para asombro y desconcierto de los profesores, que no entendían tal nivel de politización y formación en los estudiantes.
En 1974, cuando llega la intervención de Calvo, un grupo de militantes de Espartaco se quedan dentro de la escuela haciendo pintadas, los celadores los detectan y los quieren detener, forcejean, pero «El Cuervo» Esborraz los hace zafar. Uno de los involucrados era Carlos Miguel Pepe, que por esa razón es suspendido de la escuela.
Luego de eso varios compañeros se van a Córdoba, centro industrial y del sindicalismo combativo, lugar importante de las agrupaciones de izquierda, donde Espartaco tenía fuerte presencia. Allá, mientras un compañero les daba trabajo en una pequeña empresa de limpieza, continuaban la militancia, vivían en pensiones o departamentos en grupo. Allí fueron Manera, Esborraz (ambos asesinados en Córdoba), Fiocchi, Pepe, «El Narigón», «El Negro», Aldo.
Fue secuestrado en Santa Fe en agosto de 1977, el mismo día que sus compañeros Luis Verdú y Carlos Pepe.
/ Testimonio de Aldo, Carlos, Urso y Quelo
Su memoria es recordada en la Escuela Industrial Superior en una placa colectiva y en las baldosas de la memoria en la vereda del establecimiento
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en Causa Acumulada Santa Fe
Nació en Romang (Santa Fe) el 14 de mayo de 1954. Vivió en Colonia San Roque donde realizó sus estudios primarios. A los doce años debió salir de su hogar para cursar estudios secundarios en Romang donde ingresó como pupila en el Colegio Inmaculada Concepción (hoy N° 8101).
En esa escuela la recuerdan como una excelente alumna y muy buena compañera. María Cristina siempre se preocupó por los problemas sociales y la escuela donde estudiaba era caja de resonancia de lo que sucedía en el país (cursó 5to. Año en 1971) y las religiosas de la Congregación Franciscana no cerraban los ojos ante la realidad. En el hogar no faltaban las apasionadas discusiones políticas y la lectura de los acontecimientos que conmovían el país en esos años.
En 1972 comenzó a estudiar Bioquímica en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral. Rápidamente se involucró en la militancia universitaria, el trabajo en las villas de emergencia, la participación en marchas, manifestaciones y seminarios. En esos ámbitos incorporaría a su hermana Raquel en 1973.
En 1974 se pone de novia con Horacio Martínez, un estudiante de Derecho y militante de la Juventud Universitaria Peronista, con quien compartiría sus sueños hasta el final. Comenzó a trabajar en 1975 en la Universidad Católica de Santa Fe en el sector administrativo de la Facultad de Filosofía y Letras. Era muy dulce pero firme en sus convicciones. Cuenta su hermana Adriana que con la intervención de las universidades durante el ministerio de Ivanisevich comenzó la persecución política y en agosto de 1975 María Cristina y Horacio fueron suspendidos.
En diciembre se reunieron por última vez todos los integrantes de la familia, María Cristina contó que estaba embarazada y se iría a vivir a San Nicolás. Raquel volvía al campo con sus padres. Viviendo en San Nicolás nació su hijo Fernando. María Cristina escribía hasta dos cartas por semana contando cómo vivían y cómo crecía Fernando. Ambos militaban en Montoneros cuando, el 5 de mayo de 1977 María Cristina estaba preparando la comida y estando Raquel de visita, irrumpieron hombres armados y uniformados en vehículos militares y policiales, secuestrando a los tres y dejando al bebé a la familia vecina de apellido Perazzo. Al día siguiente volvieron y robaron todo lo que había en la casa, ordenando al vecino que entregara el bebé al jefe del Área militar 132 del I Cuerpo de Ejército: Manuel Saint Amant, quien dispuso que fuera llevado a un orfanato desde donde lo rescataron sus abuelos.
Allí el que era capellán del Batallón de Ingenieros, el sacerdote Miguel Regueiro, quien ofició de «mediador» para obligar a los abuelos maternos a firmar un documento que calificaba a sus hijas como delincuentes que habían abandonado al nene, bajo amenazas de impedirles que se lo llevaran. María Cristina fue asesinada el 2 de junio de 1977, junto a dos personas que estaban secuestradas en el centro clandestino de detención El Atlético.
Este vídeo realizado por los chicos de la EESN°7 de San Nicolás narra la historia de Fernando Alvira quien a los nueve meses de edad sus padres y tía fueron secuestrados, él entregado a un vecino y luego a un hogar de niños, para tiempo más tarde ser recuperado por sus abuelos.
El EAAF y el Ministerio de Seguridad identificaron sus restos a partir del análisis de una huella digital que esperó durante cuarenta años en un expediente del Consejo de Guerra.
En 2007 jóvenes de la EES N°7 de San Nicolás realizaron el documental «El tormento de Santa Rosa» en el que rescatan esta historia. Ellos terminan diciendo: «más temprano que tarde, con esta primavera sembrando memoria, cosecharemos justicia», y no se confundían.
En su memoria el Colegio Inmaculada Concepción de Romang realizó un acto en 2013.
Los responsables de su desaparición fueron juzgados y condenados en la causa «Saint Amant»
Compañero de Silvina Urteaga , oriundo del Chaco vino a Santa Fe de muy chico. Aquí estudió recibiéndose de Maestro, trabajó como tal en el norte de la provincia, en esos lugares olvidados por Dios y el sistema, alfabetizando a los más desposeídos, indios, hacheros y peones rurales, Era conocido de un tío y por ende de la familia, nuestro padre lo invita a Chile para participar en una película que realizó sobre el asesinato de un general allendista.
A su regreso continúa frecuentando la familia, y un tiempo antes de la partida de Silvina a Rosario comienza la relación entre ambos. Juntos van a seguir estudiando en la Facultad. Su formación estudiantil, en las artes, su necesidad por el conocimiento y la lectura, sus convicciones humanas de pensar en conjunto y no solamente en el individuo, hizo como en tantos jóvenes de la época, que abrazara un proyecto político por un cambio de sociedad. Era el momento de «algo hay que hacer..., algo tenemos que hacer...».
Fue una excelente persona, un gran tipo y es merecedor de que su memoria sea recordada, por eso quiero que su historia continúe unida a la de mi querida hermana. El cuerpo de Silvina fue entregado a su familia. El de «Chiche» fue confundido con el de otro compañero; como en tantos otros casos la crueldad y el desinterés por el respeto a los sentimientos de los seres humanos por parte de quienes hicieron que ese Estado -que debía velar por los derechos de los ciudadanos, cometiera los hechos más aberrantes que se conocen, confundieron los cuerpos de dos compañeros y entregaron cajones cerrados, con los cuerpos cambiados. Con el paso del tiempo las dos familias, tras mucho buscar y penar lograron recuperar a sus seres queridos.
El 7 de octubre de 1976, mientras realizaba una volanteada de propaganda fue baleado por la espalda en las calles de Rosario.
Su memoria es recordada por una placa colectiva en la Escuela Almirante Brown de Santa Fe en acto público
Marta María Benassi Fasano nació el 12 de julio de 1949, en el marco de la familia conformada por Estela Ángela (su madre), Carlos Alberto (su padre) y María Estela (su hermana). Luego se incorporan sus hermanos menores, Carlos José y Juan Vicente. Marta era una persona alegre que amaba la vida. Se posicionaba crítica y reflexivamente acerca de los mandatos impuestos a los jóvenes en aquél momento.
Era querida por todos los que la conocían por su sencillez, transparencia y sinceridad para llevar adelante sus proyectos. Esto caló hondo en el corazón de todos nosotros, sus familiares y amigos. Fue coherente con un espíritu cristiano que la lleva a observar las injusticias sociales como situaciones no deseadas para el prójimo, indignándose frente a las mismas. Por esto se compromete activamente en una opción de vida que privilegia la lucha para lograr la justicia en pos de los que menos tienen. Cuando termina la secundaria, viaja a Córdoba a seguir la carrera de Psicología y profundiza su compromiso social, comenzado años anteriores en Santa Fe. Participa en los Campamentos Universitarios de Trabajo en Tucumán, y en la Agrupación Estudios Sociales (AES) abriéndose éstos nuevos horizontes de comprensión de la realidad de la pobreza y marginación social que la llevan a optar por la militancia política.
Conoce a quien fuera su compañero Carlos Rodolfo Laluf, con quien luego comparte el resto de su vida, contrayendo matrimonio. Su primera detención se produce en la Navidad de 1971 permaneciendo presa en la cárcel de Villa Devoto hasta el 25 de mayo de 1973. Una vez en libertad, pese a las posibilidades de comenzar una «nueva vida», decide profundizar su tarea militante. Se instala junto a su esposo en la ciudad de Rosario. El 11 de agosto de 1975 nace su hijo Carlos Ignacio, cuyo nacimiento fue deseado intensamente por ambos.
En agosto de 1977 fueron detenidos por manos genocidas, que los trasladaron al campo de concentración conocido como la Quinta de Funes. Allí padeció una serie de sufrimientos y violaciones a su persona basadas en la mentira y el sometimiento brutal. Tuvo que desprenderse, entre otras de su hijo querido, hecho que le causó el más tremendo de los dolores. Hoy sabemos, a través de testimonios de compañeros sobrevivientes que en marzo de 1978 en uno de los famosos «vuelos de la muerte» terminaron con sus vidas. De Marta siempre recordaremos lo mejor de ella: su fuerza, su entrega y su valor aun viviendo situaciones extremas en la cárcel, la persecución y la muerte. Nos deja su sonrisa y su cariño que nos acompañan en todos nuestros días.
/ Carlos, su hermano
«Marta me precedió seis años en el camino de la vida. Familia de origen italiano, trabajadora, honesta, religiosa, virtuosa. Como era el más chico de cuatro hermanos, fui beneficiario de mimos y atenciones prodigadas con generosidad. Y Marta era prodigadora y cariñosa. Un espíritu sensible, generoso, solidario y alegre. No recuerdo haberla visto enojada alguna vez.
Si el huracán no hubiese pasado en los ‘60 y ‘70 quizás hubiera sido un ser brindado a los demás desde la psicología, la carrera que siguió... fue a estudiar a Córdoba en épocas turbulentas. Cordobazo. Lucha armada. Revolución, para terminar con la miseria lacerante de muchos. Cárcel. Trelew, 22 de agosto. Devoto.
Recuerdo que cuando tenía sólo 17 años y viajaba desde Santa Fe a Buenos Aires con asiduidad los domingos, día de visita en Devoto. Era para mí el encuentro con una santa. Todo virtud, todo paz, todo evangelio post-conciliar tercermundista. Rodeada de otras mujeres-santas que, en mi visión de adolescente, pagaban con las rejas el valor de luchar contra la dictadura. Nunca se quejó. Su fortaleza interior era en mi experiencia, grandísima.
Fue para mi una fuerza de atracción irresistible hacia el compromiso político. El ejemplo arrastra. Culminó esta etapa en la liberación la noche del 25 de mayo del 73, que viví con ella en Devoto. Día exultante. Climax de la épica romántica y utópica de entonces.
La paz que sobrevino duró poco. En ella sobresalió la búsqueda afanosa de un hijo hasta que la vida la ayudó a adoptar a Nacho apenas nacido. Lo amó y cuidó aún en medio de las limitaciones de la clandestinidad.»
/ Juan, su hermano menor
Hablar sobre Marta es básicamente evocar a aquella amiga con la que compartí horas y horas de charlas íntimas y confidencias, mientras entre los 13 y los 17 años nos íbamos convirtiendo en mujeres y nos preguntábamos grandilocuentemente sobre nuestra misión en el mundo; es describir a la cómplice en el proceso de descubrir qué era el amor, los hombres, nuestra sexualidad; es volver a escuchar nuestras risas incontenibles ante quienes, sintiéndose mayores y más maduras, nos catalogaban de chiquilinas; es contemplar una vez esa foto tomada en las arenas de Rincón donde parecemos dos niñas despidiéndose de las rondas infantiles; es verme parada una noche de invierno en una esquina del Barrio Candiotti de la ciudad de Santa Fe escuchándola decir que se haría monja porque esa era su vocación, mientras yo no podía dejar de llorar porque sentía que esa decisión nos separaría para siempre.
En marzo de 1962 comencé mis estudios de magisterio en el Colegio Adoratrices en esa ciudad. No sé dónde pero lo más probable que haya sido en un recreo, nos elegimos como amigas y no dejamos de serlo de una forma total por cinco años. Fueron años de candor e inocencia, permítaseme la expresión a riesgo de parecer cursi, cuando era imposible imaginar siquiera que nos tocaría enfrentar el terror.
Volví al país en 1985 después de mi exilio en Venezuela. Cuando fui a visitar a sus padres, su madre me abrazó llorando y me dijo: «Ay, su Marisabel, su Marisabel, siempre quiso seguirte, hacer lo que vos hacías, no podía estar sin vos, cómo te quería!» Me conmovió profundamente el dolor del que creo esa madre nunca pudo recuperarse, viví la impotencia de no poder ser fuente de consuelo, y por el contrario sentí que mi presencia era causa de que su herida se profundizara. Sin embargo, no dejaron de llamarme la atención esas palabras que decían que yo había sido alguna vez el espejo donde Marta se había mirado. Posiblemente porque en aquellos años lo sentí a la inversa:
Marta era a mis ojos esa persona que encarnaba la entrega y el compromiso totales, la bondad sin límites, un ejemplo a seguir. Por ese proceso de identificación masiva, propio de esa edad, es que me resulta difícil hablar de ella sin el nosotras. Fue más tarde, como consecuencia de la propia maduración, cuando empezamos a diferenciarnos.
Ambas fuimos hijas de madres maestras, de grado y de «trabajo doméstico» (¿así se llamaba la materia?) la de ella; de música la mía; vivíamos en el mismo barrio, cercano al colegio; los valores y costumbres familiares eran muy semejantes y las dos adheríamos a una visión practicante del cristianismo que viró luego hacia el compromiso social primero y al político después. ¡Cómo nos tomamos la vida tan en serio desde tan jóvenes! ¿Consecuencia de una educación de género? ¿A las mujeres se nos exigía más el recato, las buenas costumbres, la abnegación desde pequeñas? ¿0 fue nuestra raíz cristiana la que nos llevó a ser distintas de algún modo en ese aristocrático colegio donde una monja nos recordaba cada lunes que «no éramos chinitas del Liceo sino niñas de las Adoratrices», mientras revisaba que nuestras uñas no estuviesen pintadas de rojo carmesí? Seguramente la causa no fue única y tampoco estarán ausentes nuestras propias variables psicológicas, pero hoy quiero evocar con la misma alegría con la que la encaramos en aquellos años, nuestra participación en «Obra de Barrios», una tarea de catequización en el Barrio Yapeyú que lideraba el padre Antonio Rodríguez. A despecho de las críticas que a un proyecto de tal naturaleza le haría hoy en día, no vacilo en afirmar que nos acercábamos a aquellos niños a los que queríamos enseñarles que Dios era su padre mientras nos preguntábamos qué vivencia de la paternidad tendrían, con mucho amor y con más respeto.
Nos pasábamos tardes enteras de sábado preparando nuestras «clases», nos esmerábamos como las maestras que empezábamos a ser con las mejores propuestas didácticas que se nos iban ocurriendo, llegamos a hacer un relevamiento casa por casa del barrio para saber cuántos niños vivían en cada familia para no olvidarnos de ninguno, y los domingos madrugábamos para llegar al barrio a la hora convenida.
Marta no entró al convento, aunque con humor podríamos decir que casi, porque en 1967 nos fuimos a Córdoba a estudiar Psicología a la Universidad Católica. El primer año nos alojamos en el mismo colegio universitario, y después en la misma pensión, y a diferencia mía, Marta trabajaba como maestra para costearse parte de sus estudios, y vuelvo a recordarla como perseverante, ordenada, alegre, coqueta sin estridencias, solidaria.
Córdoba, la vida universitaria y la política irrumpieron en nuestras vidas con toda la fuerza de aquellos años.(...) vinieron, entre muchos otros acontecimientos, el Cordobazo y el Viborazo. Creo ubicar en ese año de 1971 el primer indicio de que nuestras opciones políticas empezaban a ser muy distintas. Cercana al peronismo de base, yo había participado de esa segunda movilización y cuando volvía de esa jornada encontré a Marta en la pensión donde vivíamos estudiando con toda dedicación, ajena a la emoción que yo ponía en describir esa «gesta heroica de la clase obrera y sus vanguardias clasistas». Su respuesta, algo burlona, aludía a que el pueblo no podía seguir enfrentándose desarmado a la represión y que era hora de pasar a otras formas de lucha. Rápidamente entendí que no era indiferencia su dedicación al estudio en esos momentos convulsionados, sino que era, repito, un dato evidente de su adhesión a otras estrategias políticas. De esta segunda etapa son muchas más las preguntas sin respuestas que lo que me queda en la memoria. Frente a la reflexión de hoy, pienso que el principal motivo del desconocimiento de nuestras cotidianeidades y por lo mismo de la imposibilidad de seguir alimentando la amistad como lo habíamos hecho durante la adolescencia fue esa lógica de «compartimentación» de la vida, tan propia de aquellos años, que nos impusieron en parte las dictaduras y las persecuciones que nos tocó enfrentar, y en parte nuestras opciones políticas.
No creo necesario aclarar que esta semblanza de mi mejor amiga del secundario es solo un pequeño retazo de mi memoria... Marta fue mujer, hija, hermana, amiga, esposa, madre, compañera, militante. Enriqueció a muchas personas. Pero ella no puede corregirnos, completar nuestros relatos, afirmarlos o negarlos. Marta no puede hablar de sus tormentos, de sus dudas, de sus dolores, de los horrores que le tocó vivir. Y no puede, porque hay que decirlo, Marta fue víctima de un crimen de lesa humanidad, Marta fue forzada a su desaparición.
Nos queda mucho de ella. Y nos asiste el derecho a la verdad y el derecho a la justicia. El camino es todavía largo y hay que continuar recorriéndolo.
/ Marisabel
Su memoria se recuerda en una placa colectivas en AMSAFE provincial
Los responsable de su desaparición fueron juzgados y condenados en la causa «Guerrieri-Quinta de Funes»
Jorge era rosarino, vino a Santa Fe para estudiar en el Instituto de Cine de la UNL. Su papá, trabajaba como mozo en el Restaurant Ritz, un comedor muy conocido de Rosario, donde él también trabajó un tiempo como ayudante de cocina. Con su papá tenía una relación un tanto conflictiva, no sólo porque no aceptaba su militancia, sino que el padre no entendía eso de querer estudiar cine, pudiendo hacer alguna cosa más normal, como abogado o médico, por ejemplo.
Lo conocí más o menos en el 72, cuando vengo, también desde Rosario, a estudiar en el Instituto de Cine de Santa Fe, cosa que no logré hacer, ya que al poco tiempo, lo cerraron. Además de estudiar, Jorge trabajaba en la por entonces más prestigiosa casa de fotografía de Santa Fe: Mario Platini, por lo que recibió el sobrenombre de «Fellini» como doble mención a su trabajo y estudio. Su esposa Bety, con la que vivía por la zona de General Paz y Salvador del Carril, tenía una guardería infantil, esto era más o menos por el 73 pues ya había nacido su hija Bárbara. Ella lo acompañaba en todo; él era un gran militante, un militante de fierro, con pasión y entrega por la causa revolucionaria.
Es una de las personas de las cuales guardo el mejor recuerdo, un tipo muy íntegro, sin dobleces, muy abnegado, siempre dispuesto a hacer lo que se le pidiera, sin poner excusas, aunque las tuviera. Al respecto recuerdo una anécdota que lo pinta entero: resulta que había que hacer una operación en Rosario, se requerían varios días de permanencia en esa ciudad, una semana o más. El problema era justificar esta situación en el trabajo; él, en lugar de decir “no puedo”, se consiguió un certificado médico, se hizo enyesar el brazo y se presentó así solicitando licencia. Posteriormente, Platini estaba muy contento, chocho, por la rápida recuperación y el retorno de su empleado.
En el 74, como consecuencia de la caída de unos compañeros, debemos irnos de la ciudad, Jorge y su esposa, yo y la mía y el «Yoyi» Goizueta, estuvimos primero por la zona de Baradero y luego nos trasladan a Buenos Aires. La situación era bastante precaria, no teníamos domicilio fijo, dábamos vueltas por la ciudad y eso era mucho más complejo todavía porque lo hacíamos con un bebé, al que había que cambiar en los baños de los bares y dar de comer por cualquier parte. Eso duró unos 15 días hasta que a mí y a «Yoyi» nos trasladan. Ya no volví a verlo, ni a saber nada de ellos, hasta que un día, en un diario veo la noticia de su muerte en un “enfrentamiento”. / Jaime
El 18 de febrero del 76 viajaba en un Fiat 125 blanco con tres compañeros cuando fue interceptado en el barrio de Flores, por una patrulla de la Superintendencia de Seguridad Federal. Trataron de escapar y tras circular varias cuadras por Rivadavia, el Fiat fue baleado desde los patrulleros y chocó. Los cuatro militantes quedaron atrapados entre las balas de los policías. Si bien los efectivos dijeron a la prensa que habían encontraron armas de grueso calibre entre sus pertenencias, testigos hablarán años más tarde de una ejecución sin atenuantes. Junto a Jorge murieron Carlos Marcotte, Luis Titunik y Raúl Uhalde todos militantes del OCPO. / Colectivo Ex Presos Políticos y Sobrevivientes - Rosario
«Jorge se había recibido de periodista en Rosario, donde conoce a mi tía, en el actual ISET N° 218, cursaban juntos. Luego vino a Santa Fe para estudiar cine. Será en la Escuela de Cine, donde se integrará a un denominado Grupo de Base, para pasar luego a formar parte de FAL 22, sumándose luego a Poder Obrero de Santa Fe, (quizás a través de Franklin «Yoyi» Goizueta, desaparecido en el 78). Este grupo, a nivel nacional, será conocido como OCPO (Organización Comunista Poder Obrero) conformado por gente de Córdoba, Buenos Aires, Tucumán, La Plata, y demás. / Su sobrino. (Quien también ha reflejado la realidad familiar en un texto que agregamos en Anexos)
Saber.... Me lo contaban las tías viejas, las tías abuelas... por eso tampoco puedo creer que sea tan cierto, que no tenga una pizca del romanticismo que todas ellas tenían, que no exageraran, que no lo pintaran con el color que a mí más me gustaría ver... no sé, pero ellas lo contaban así, con los ojos llorosos... Me lo imagino, porque en realidad nunca lo recordé... y eso que tengo buena memoria, muy buena dicen todos... pero esa escena no la recuerdo como propia, la tengo en mi cabeza, pero sé que es una reconstrucción en base a cosas que me contaron las tías... y mi propia abuela, su madre... No sé cuántos años tendría, más de tres, seguro... también menos de cuatro, porque de otro modo lo recordaría... dicen que puse una flor en su tumba... y que no sabía leer... entonces menos de cuatro, seguro... porque a los cuatro hubiera podido leer su nombre... Fue sólo una vez... no sé por qué no me llevaron más... tal vez mi madre les dijo, tal vez ellas se impactaron demasiado, tal vez yo no quise ir más... nunca me gustaron los cementerios... Sin embargo, con los años... sé que fue un alivio saber que dejé esa flor en su memoria, en un lugar concreto... un lugar que les permitió a las tías visitarlo, y llorarlo... un lugar que le dio tranquilidad al dolor de mi abuela, su madre... estaba ahí, donde yo alguna vez dejé esa flor, sin saber leer su nombre... Los restos del hombre que alguna vez fue mi padre, están en un lugar, quedaron en un tiempo, detenidos, y fue terrible, porque lo mataron... su alma se desparramó un febrero gris en una ciudad gris de un país gris del Río de la Plata... junto a otros jóvenes que luchaban por febreros, ciudades y países luminosos y libres... pero las madres, las compañeras, las hijas, pudimos hacer el duelo, llevando flores, sólo una vez, o muchas veces, o nunca.... pero pudimos, porque supimos... y seguramente perdonamos un poco más... Hoy siento que ese recuerdo construido con las palabras de las tías, es tan importante, tan necesario... porque otros no lo tienen, y sobre todo, porque hay muchos a los que no les importa que haya quienes no lo tengan... Yo sé donde está.... y el dolor es entonces un poco más tolerable en los días de nostalgia y de preguntas... yo sé qué le pasó... y el rencor casi no existe... por supuesto que me gustaría que la justicia responda, que juzgue... pero no siento odio, porque sé... sé cómo pasó, dónde, cuándo... los que lo hicieron andarán con esa carga por esta vida, o por otra... Qué cosas me contaban las tías!!! pero a pesar de ser tan chica, no me ponía triste... sabía que él estaba muerto, y en definitiva, aunque no me daba cuenta por qué... era bueno saber dónde estaba... era bueno saber... / Bárbara, hija
Su memoria es recordada por una placa colectiva Instituto de Cine de la UNL
“Pedro”. “Toscazo”. Nacido el 19 de octubre de 1949. Boliviano originario de Tarija, uno de los tantos estudiantes de países vecinos que llegaba a la Facultad de Ingeniería Química de la UNL en Santa Fe, de gran prestigio. Se integró al Ateneo en dicha facultad, abrazando las banderas de la militancia peronista e integrando uno de los primeros grupos de la organización Montoneros.
Corría 1972, durante la dictadura de Lanusse, y el gobernador General Sánchez Almeyra vetó un acuerdo salarial de municipales, el gremio ASOEM respondió organizando medidas de fuerza con un paro ininterrumpido. El 16 de febrero, la unidad de combate “Evita Montonera” se hizo presente en la casa-quinta que el intendente Conrado Puccio, Oscar Aguirre golpeó a la puerta y fue recibido por un disparo que le causó la muerte
La Juventud Peronista del Barrio La Lona, en la capital santafesina, construyó una unidad básica el 8 de mayo de 1973 a la que le pusieron su nombre, juventud que se identificaba en los actos con el canto de “Santa Fe corazón / Santa Fe de Aguirre y Bracco / montoneros de Perón”
Su memoria es recordada por una placa colectiva colocada en el Octógono de la Facultad de Ingeniería Química de Santa Fe en 1996.
Lito y Sara, son dos viejos militantes que en los 70 tenían poco más de 40 años, sin embargo, cuando Lito cae preso y lo llevan a Coronda donde la mayoría de los detenidos políticos rondaba apenas los 20, lo apodan “Matusalem”. Al poco tiempo de su detención, producida el 26 de julio de 1976, mientras aún permanecía secuestrado (estuvo en esa situación 6 meses antes de ser llevado a Coronda), sus dos hijos fueron asesinados.
Miguel, el hijo mayor, que nació en Santa Fe el 3 de marzo de 1956, es asesinado el 7 de septiembre de 1976 en una casa de la calle Martín Zapata. Al parecer, de acuerdo a lo que sus padres han llegado a averiguar, Miguel aguanta a la patota hasta que puede huir una compañera que estaba en la casa (no sabemos si esta chica realmente logró salvarse, si está viva...). Miguel cae herido y lo rematan degollándolo. Como si este horror no fuera suficiente, su madre recibe el 13 de septiembre cuando apenas habían transcurrido unos pocos días del sepelio, la noticia de que también Ani, la hija de apenas 16 años había sido asesinada de un tiro en la cabeza en su casa, sin que hubiera tenido ninguna posibilidad de defenderse.
A los pocos días, la casa donde vivía Ani va a ser dinamitada, por supuesto después de que los represores se robaran todos los muebles, enseres y electrodomésticos. No cabe sino preguntarse ¿por qué tanto odio? ¿Qué tan peligrosos podrían ser dos chicos de 20 y 16 años?...
Ani, como la nombran sus padres, había nacido el 10 de noviembre de 1959, era apenas una niña que cursaba 4to año en la escuela de Lourdes donde se destacaba como estudiante y gran jugadora de ajedrez. Además, estaba por recibirse de Maestra de Inglés y pensaba estudiar un profesorado en la UNL. Era muy buena y dulce, sensible, le dolía la pobreza, siempre que aparecía alguna persona necesitada, ella lo daba todo.
Hay una anécdota que la pinta entera. Sobre la cama tenía varias muñecas atesoradas desde la infancia. Un día, llega una mujer con una niñita pidiendo de comer, las hace pasar a la cocina, pero, la chiquita se queda parada frente a la puerta de la habitación mirando las muñecas. Ani la ve y pregunta: - ¿Te gustan? - Sí, -le responde. Ella entra al dormitorio, elige la más bonita y se la regala.
En el año 1975, se produce la movilización de los estudiantes secundarios que reclamaban por el boleto escolar, Anita, como militante de la UES participa en la campaña y en una de las volanteadas organizadas con ese objetivo es detenida por la policía que la deja en libertad cuando su padre va a buscarla.
Después de varios años, Lito sale en libertad, el matrimonio consciente de que en Argentina corre serios riesgos se exilia en México, allí se ponen en contacto con los compañeros y con las instituciones que se organizaron en el exilio, con ese apoyo logran a pesar del tremendo dolor, continuar la lucha contando la historia de los chicos y denunciando los horrores de la dictadura. Una de esas actividades fue su participación en el documental «Esta voz entre muchas», film que se vio en todo el mundo, menos en Argentina por supuesto. Sara y Lito lloran a sus hijos, pero están tremendamente orgullosos de ellos.
Su memoria es recordada con Baldosas de la memoria y una placa colectiva en la plaza central de Santo Tomé
El Instituto de Educación Superior N° 64 de Santo Tomé se denomina «Ana María Fonseca» desde 2018 en su homenaje, nombre elegido por la comunidad educativa.
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en Causa Acumulada Santa Fe
Había nacido en la ciudad de Ceres, en el norte santafesino, el 8 de febrero de 1950. Estudió arquitectura en la Universidad Católica de Santa Fe, donde comenzó su noviazgo con Marisa, estudiante de Letras en la misma Universidad, y también, su militancia en el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). A los 27 años, ya casado y con dos hijos, trabajaba como obrero en la Embotelladora Pepsi de Paraná. El 27 de abril de 1977 fue secuestrado en su casa de Barrio Piérola, Paraná, junto con su esposa Marisa Cavallini. Fue asesinado y sus restos entregados a la familia el 8 de julio de 1977.
«Querido sobrino, te paso a relatar algunas cosas de tu papá, mi hermano Néstor, nunca pensé que tendría que hablar de él en un papel. Éramos muy unidos, compinches; me cubría cuando en la infancia hacía mis travesuras y me encerraban en el baño, donde lloraba como una loca, exagerando bastante... Y a pesar de que no me quedaba quieta en el baño, porque seguía haciendo de las mías usando el lápiz labial de mi vieja o abriendo todas las canillas o la ducha... Néstor no podía sentirme llorar, porque le hacía mal y yo lo sabía... Creo que especulaba con eso un poco y lograba mi cometido, estar lo menos posible en el baño. Él conseguía la llave y me abría, se jugaba como hermano. Fuimos de adaptarnos a las circunstancias y a la economía familiar, sin chistar, era tan bueno... Querido, en la primaria compartimos un año en la “Drago”, yo en 1er grado y él en el último o sea 6to grado. En esa época allí lo apodaban el “Colorado”. Le gustaba Serrat, Los Beatles, bailaba con los Iracundos en el Sargento Cabral o en el Friulano, de Salvador del Carril. Le gustaba fabricar cosas como agregarles al tocadiscos unos bafles grandes para la época, tenían que sonar fuerte y bien; le gustaba mucho la música. Llegó a ser profesor de acordeón y era el único alumno que en las vacaciones buscaba más deberes. Como futbolista era pata dura, nunca logró mi papá que se hiciera de San Lorenzo, era de Unión y de Boca. Lo vimos practicar softball, eso le salía bien. Era introvertido, inteligente, irradiaba mucha paz interior, muy pendiente de las necesidades domésticas de los demás; elemento de bazar que hiciera falta él solito lo traía por voluntad propia, y ¡que a Anita no le faltara el ventilador a la hora de lavar los platos! Cosa que a mí me daba lo mismo. Está bien, yo era más chica, andaba en otra... Pero veo hoy ¡qué diferencia con los jóvenes de 18 años! La forma en que afrontó la muerte de mamá, lo que se movió para sacarla a flote, y luego, cuando nos quedamos sin ella, con una mirada sabía cómo me sentía en ese momento. Me llevaba de colita cuando había una juntada de parejas alrededor de un asado de domingo. Fue un gran hermano, yo diría el ideal, y una gran persona. Fue mi primer amigo...» Un beso, Tía Estela
En 1968 soplaban vientos de renovación y las juventudes asomaban en el espacio público reclamando libertades. El mayo francés roería las pantallas que -aún en blanco y negro- preanunciaban el color y el calor de los clamores. En estas latitudes, con el estado de derecho perdido en 1966, con el injusto golpe militar -otro, esta vez cometido contra un presidente bueno, se respiraba la atmósfera que se densificaría con el «Cordobazo» y el «Rosariazo». El clima se comenzaba a percibir en fábricas y aulas, porque eran los obreros y estudiantes los que iniciaban las luchas y enarbolaban banderas primerizas. En la tranquila Santa Fe también se respiraban aires diferentes. Asomaban con timidez en las plazas y las calles lo que ya no se contenía en el interior de la academia. En esos primeros meses de 1968, con expectativas, comenzamos a estudiar Arquitectura, en la vieja casona de calle San Martín, cercana a los «Dos Chinos», Jockey Club y Club del Orden. Allí la confraternidad era alentada por la necesaria convivencia entre apretadas paredes, propia de una casona señoríal, inadecuada para actividades de facultad. Así aprendimos los primeros diseños y compartimos momentos que desembocaron en una amistad, a la cual se le agregó una dosis de profesionalismo al fundar un estudio entre algunos de nosotros. Néstor Ballerio, Mario, Juan Mario, Carlos y quien escribe -Hugo-, incursionamos en «Estudio 8», realizando trabajos profesionales, pero principalmente preparando exámenes, maquetas y láminas para presentar ante las cátedras. De todo el grupo, el «Colorado» Ballerio sobresalía por su afecto y circunspección. Atento en el taller, su único movimiento en clase era para acomodar el mechón rebelde, el que se desacomodaba más cuando conducía con enorme seguridad su Zanella 150 cc. Cuando organizábamos asambleas, toma de facultad o alguna marcha callejera, era el más precavido y poco toleraba que pasáramos tiempo confeccionando pancartas, banderas o algún inocente «miguelito». Néstor Ballerio sobresalía del resto, no sólo por el color del pelo, sino por la seguridad y la severidad de sus afirmaciones y convicciones, de las cuales nadie lo movería. No obstante, no trasuntaba de ninguna manera su compromiso militante dentro del grupo activista que integraba con Marisa, hasta que nos anoticiamos de su desaparición y muerte. También era el primero a la hora de la generosidad, debido a que era el auto de papá Ballerio el utilizado para visitar obras, trasladar materiales o las maquetas del taller, todos con las novias en los picnic de primavera en la Isla Berduc. Muchos años después su recuerdo se agiganta y vuelven los momentos compartidos alrededor del mate que giraba mano en mano, como también las ideas que debatíamos en momentos de futuro incierto. Retorna el tono de voz suave y modulada (nunca le escuché un grito, ni siquiera en las agitadas asambleas). También rememoró su paso firme y seguro en las marchas con banderas, la misma seguridad que aplicaba en cada gesto de su vida. Su joven vida se apagó, envuelta en igual generosidad de joven comprometido con la gente junto a la mujer que amó -Marisa- y con la cual soñaron mejores mundos para ellos y sus hijos.
/ Hugo
Néstor era un muchacho como tantos, delgado, estatura media, pecoso y ligeramente pelirrojo, de allí es que lo llamábamos el «Colorado» Ballerio. De mirada tranquila y sonrisa siempre presente, oriundo de Santa Fe, ingresó a Arquitectura en 1969, a la Universidad Católica de Santa Fe, ya que por entonces era la única Facultad de arquitectura de la ciudad. Néstor era humilde, sereno, no recuerdo haberlo visto irritado, escuchaba, dejaba hablar, y luego opinaba, breve, concreto. Pero esa serenidad indicaban tanto una personalidad sólida como convicciones firmes. Al poco tiempo de iniciar su vida de estudiantes, su rechazo a las dictaduras que gobernaban y un cada vez más fuerte compromiso social con las luchas que libraba nuestro pueblo, lo fue moldeando, desarrollando y llevándolo a una práctica cada vez más comprometida. Así como era él, simple, claro, sin largas disquisiciones. Su enorme inquietud y creciente compromiso político, lo llevaron por diversas experiencias de búsqueda. Formó parte del primer Centro de Estudiantes de Arquitectura que tuvo Santa Fe, se integró por breve tiempo al «Grupo de los 8», participó activamente en la lucha que llevó la Facultad de Historia, y ya para 1970 encontró en el PRT un lugar definitivo para su militancia revolucionaria. En este período conoció a Marisa, «La Petisa» como la llamábamos cariñosamente, con la que compartió su amor y su militancia. De ese amor nació un hijo, que era su canto a la vida, a la confianza en el futuro. En el '72 son detenidos y encarcelados por su militancia en el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Y salen en libertad con la amnistía del 25 de mayo de 1973. El período de encarcelamiento, fortaleció las convicciones revolucionarias de ambos. Las condiciones políticas del momento hacían que militaran en la casi clandestinidad, por lo que a poco andar el Partido los envía a Paraná, donde finalmente la represión los asesina. Los que tuvimos el orgullo de compartir la militancia con ellos, atesoramos un recuerdo de los más preciados, lleno de amor y ejemplo de humildad, nobleza y compromiso. Verdaderos revolucionarios. Nunca los olvidaremos. Jua es recordada por una Placa colectiva en la Universidad
Su memoria es recordada por una Placa colectiva en la Universidad Católica y en el Colegio de Arquitectos de Santa Fe.
Aldo Melitón Bustos realizó sus estudios secundarios en la Escuela Industrial de la Ciudad de Santa Fe. Como a muchos chicos de su época le gustaba pasar las tardes concentrado en interminables partidas de ajedrez. Desde temprana edad comenzó a participar en la vida política, primero en centro de estudiantes de la industrial, luego en la Facultad de Derecho de la Universidad del Litoral.
No bien se recibió de escribano público se radicó en la Ciudad de Salta, al poco tiempo abrió un estudio en la ciudad de Tartagal junto a otros abogados. Aldo era Adscrito a la escribanía del Sr. Simensen, que falleció en 1973 y por este motivo Aldo realizó los trámites para obtener la titularidad de la escribanía. Durante el gobierno provincial de Álvaro Ulloa (de facto) y mientras Jorge Folloni era funcionario de rango ministerial de ese gobierno, le niegan la titularidad que solicitaba invocando antecedentes subversivos del peticionante, por lo que trabajaba como docente en Tartagal.
Durante el año 1977 recibe múltiples amenazas de muerte, sospechando que estas se originaban en miembros del ejército y más específicamente del RIM 28 de Tartagal y por temor a su vida viaja a Bolivia solo, dejando a su familia en Salta. Melitón no soporta esta separación y regresa decidido a terminar con la intriga. Se entrevista con el jefe policial Joaquín Guil y luego con el militar Rios Ereñú que al parecer le dicen que con él todo estaba bien y que no debía temer. Toma la decisión de regresar a Tartagal con su hijo Raúl.
Una madrugada del 2 de febrero de 1978, a sus 42 años, tocan a su puerta personas pertenecientes al Ejército entre quienes estaba Arias que luego fue identificado por su hijo. Lo llevaron encapuchado para nunca más regresarlo.
Su memoria es recordada por una Placa en la Asociación de Empleados Judiciales y Procuradores de la Provincia de Salta, del que Bustos fue uno de los fundadores y resultó electo como el 1° Secretario General.
Los responsables de su desaparición fueron juzgados y condenados en el primer juicio por delitos de lesa humanidad realizado en la provincia de Salta, la causa "Regimiento de Monte 28 Tartagal". El T.O.F. de Salta debió aplicar prisión perpetua luego que la condena original fuera revisada por parte de la Cámara de Casación Penal
Lito y Sara, son dos viejos militantes que en los 70 tenían poco más de 40 años, sin embargo, cuando Lito cae preso y lo llevan a Coronda donde la mayoría de los detenidos políticos rondaba apenas los 20, lo apodan “Matusalem”. Al poco tiempo de su detención, producida el 26 de julio de 1976, mientras aún permanecía secuestrado (estuvo en esa situación 6 meses antes de ser llevado a Coronda), sus dos hijos fueron asesinados.
Miguel, el hijo mayor, que nació en Santa Fe el 3 de marzo de 1956, es asesinado el 7 de septiembre de 1976 en una casa de la calle Martín Zapata. Al parecer, de acuerdo a lo que sus padres han llegado a averiguar, Miguel aguanta a la patota hasta que puede huir una compañera que estaba en la casa (no sabemos si esta chica realmente logró salvarse, si está viva...). Miguel cae herido y lo rematan degollándolo. Como si este horror no fuera suficiente, su madre recibe el 13 de septiembre cuando apenas habían transcurrido unos pocos días del sepelio, la noticia de que también Ani, la hija de apenas 16 años había sido asesinada de un tiro en la cabeza en su casa, sin que hubiera tenido ninguna posibilidad de defenderse.
A los pocos días, la casa donde vivía Ani va a ser dinamitada, por supuesto después de que los represores se robaran todos los muebles, enseres y electrodomésticos. No cabe sino preguntarse ¿por qué tanto odio? ¿Qué tan peligrosos podrían ser dos chicos de 20 y 16 años?...
Miguel, fue un niño de clase media de entonces, nació en el Barrio Mayoraz de la ciudad de Santa Fe; empezó la escolaridad primaria en el Colegio Verna, y ya desde ese momento se mostró como un chico despierto, inquieto e inteligente. Cuando se funda el Colegio San José para varones empieza en esa escuela el 2do grado y es el abanderado hasta que la familia se traslada a Santo Tomé y en su nueva escuela, la Garay, donde había 5 divisiones de 6to. Grado, será también el abanderado. Al mismo tiempo, desde los 8 años ayudaba a su mamá a atender un kiosco, en las vacaciones se iba al campo a casa de los abuelos, donde andaba a caballo y salía a cazar y pescar disfrutando de la naturaleza.
Ingresó en la Facultad de Química de la UNL cuando apenas tenía 16 años porque había rendido libre (y con excelentes calificaciones) el 4to año del Colegio Comercial de Santo Tomé. En esa época trabajaba vendiendo rifas y artículos de almacén al por mayor. Además, solidariamente, ayudaba a sus compañeros a preparar los exámenes. Miguel empieza a militar en la universidad y se incorpora a Montoneros. Sara, la madre, recuerda que cuando ella se da cuenta y lo interroga al respecto, él le contesta que su lucha es para lograr mejores condiciones de vida para todos, y que en eso, él no era más que el reflejo de sus padres que siempre se habían preocupado por los demás. Él sólo trataba de hacer lo mismo por otros medios. Alertado por la madre del peligro que ello implicaba, Miguelito, demostrando la fe que tenía en el proyecto revolucionario, le dice:
«Mirá mami, aunque quede uno sólo de nosotros, uno sólo, ése compañero va a levantar la bandera, vas a ver que vamos a triunfar». Sara, con lágrimas en los ojos, recuerda el momento y su respuesta: «Te prefiero en el cajón antes que traidor». Paradójicamente, Miguel cae por la traición de «Goyo», un correntino que se decía militante, a quien sus padres habían protegido y apoyado.
Después de varios años, Lito sale en libertad, el matrimonio consciente de que en Argentina corre serios riesgos se exilia en México, allí se ponen en contacto con los compañeros y con las instituciones que se organizaron en el exilio, con ese apoyo logran a pesar del tremendo dolor, continuar la lucha contando la historia de los chicos y denunciando los horrores de la dictadura. Una de esas actividades fue su participación en el documental «Esta voz entre muchas», film que se vio en todo el mundo, menos en Argentina por supuesto. Sara y Lito lloran a sus hijos, pero están tremendamente orgullosos de ellos.
Su memoria es recordada con Baldosas de la memoria y placas colectiva en la plaza central de Santo Tomé y Facultad de Ingeniería Química
Los responsables de sus asesinatos fueron juzgados y condenados en Causa Acumulada Santa Fe
Nunca supe muy bien el origen de su apodo: era un tipo grandote, pero nada exagerado. En realidad, su físico era el de un deportista, o mejor, el de un tipo al que le gustaba practicar todo tipo de deportes; tal vez la conjunción de su anatomía con un carácter alegre, bien dispuesto, respondía a la imagen del «oso bueno», esa que nos dejaron los dibujos y películas infantiles de casi cinco décadas atrás.
No obstante, en lo que no nos equivocamos es que esa identificación que quedó en nuestra memoria, que llevamos con nosotros hasta hoy, es la que define a Raúl Leonel Brú como un muy buen tipo, generoso, con predisposición -siempre- a dar abrazos de «oso bueno», con un compromiso y lealtad con todos, en particular con su propio modo de entender el mundo, a toda prueba. El Club 9 de Julio de Rafaela era su gran amor, al menos su primer gran amor. Como vivía en calle Lamadrid al 300 y el club está en Ayacucho, dos cuadras hacia el oeste -en tiempos de niñez todas calles de tierra- con «arcos naturales», los árboles en hilera, funcionales para jugar a la pelota, dividía su tiempo -tal como los demás chicos- entre el club, los pocos baldíos que quedaban y el «partidito en la calle» con los arcos que brindaba la naturaleza y la gente de Espacios verdes de la Municipalidad. Pero lo del 9 de Julio no era solamente un pasatiempo: jugó como arquero en las inferiores de fútbol, también en la reserva y -por lo tanto- fue suplente en alguna ocasión del titular en el equipo de «primera» que revistaba en la liga rafaelina. También jugó al básquet en el mismo club, pero poco tiempo y para ayudar a formar equipo ya que la institución dedicaba poco y nada a otra cosa que no fuera fútbol.
Pero la actitud del Oso era siempre esa: estaba bien dispuesto permanentemente para dar una mano, en este caso, a la institución de sus amores. A veces, cuando cruzo por la calle a quienes nos animaban los domingos de aquellos años, principios de los sesenta, cuando 9 de Julio era poderoso, con «jugadores de Santiago del Estero y todo», la imagen joven, con media sonrisa de Raúl, viene a mi encuentro. Las mañanas de la Escuela Rivadavia lo tuvieron siempre como un animador privilegiado, sobre todo en el patio y en los juegos compartidos.
Su vocación de servicio se reflejó en algo que nos impactó a todos cuando en el sexto de entonces, tuvimos que manifestar nuestros planes futuros, tanto relativos al estudio como al trabajo. Muchos, la mayoría -por aquello de estudiar algo «que fuese útil para defendernos en la vida»- elegimos ir para Perito Mercantil; otros, los menos, bachilleres, o técnicos en la «Escuela fábrica». Solitario entre los varones, el Oso dijo que quería ser… maestro normal. Aún él en el Normal -el famoso normal de «las hermanas Cossettini»- y nosotros en otras escuelas, aunque con menor frecuencia, seguíamos compartiendo aspectos de la vida: las salidas de fin de semana, la pileta del Club Independiente… y ya sobre los años 68, 69, volvimos las miradas hacia las «cosas que ocurrían en otras ciudades». Cuando en mayo del 69 irrumpió el Cordobazo, esos «20 días que cambiaron la historia reciente de este país» al decir de María Seoane, todos los secundarios de nuestra aldea previsible, formal y en cierto sentido aburrida, no sabemos muy bien por qué, nos dirigimos a la plaza 25 de Mayo, de la que eran cercanos todos los colegios de entonces como en cualquier pueblo o ciudad chica de provincia.
Los días que entonces transcurrían indicaban claramente que «algo pasaba» en todos lados, que ya nada sería igual… lo mismo que en nuestras mentes, aunque en éstas aún de manera confusa. Muchísimos chicos estaban allí, los del Normal, del Nacional, de la Técnica, del Comercial, del San José. El Oso también. Los años que siguieron fueron vertiginosos; pocos y con un encadenamiento en los hechos que hoy nos cuesta desmadejar. Pocos, pero tan llenos de vitalidad que aún proyectan su onda expansiva. Raúl empezó a trabajar con la gente de la Juventud Universitaria Peronista de la UTN de Santa Fe en 1971… entonces era el Ateneo Universitario, de raíz católica y opción peronista. Siempre tenía una humorada: todos lo recordamos por esa capacidad infinita de encontrar un motivo para que las cosas de esa vida tan dura y comprometida no fuera una carga sino un servicio, como lo había querido en aquella decisión que lo llevó a ser maestro Normal pocos años antes.
Todas sus compañeras y compañeros de la escuela secundaria, también los de la UTN, aún hoy cuando hurgan en sus memorias vuelven a los lugares comunes y sagrados de aquellos años compartidos -continuadores de la adolescencia sin ser adultos del todo- y ponen en valor su nobleza sincera, su buen humor que humanizaba la vida y su predisposición para servir… los tres pilares que daban sustento al camino emprendido de participación política. Los días soleados, de calles de tierra, de tribunas viejas, de afecto a raudales en «la normal», del despertar a mil cosas -pero sobre todo al compromiso con los demás, que siempre fue su rasgo distintivo- han pasado cronológicamente. Lo que no ha pasado es la presencia de un buen Oso, de un querido Raúl que está, aun cuando su vida haya quedado enredada allá en Córdoba, un día de diciembre de 1976.
/ Ricardo, compañero y amigo.
Escarbando en los cajones del pasado puedo rescatar una imagen tuya. Hoy, ya lejos y en una sociedad libre del miedo y del «algo habrán hecho» que me condenó al silencio y la vergüenza de la mirada con lástima, condescendiente de los que miraron hacia otro lado, puedo decir orgulloso: obvio que sí, ¡algo hicieron! Creer y trabajar para y por un futuro mejor y libre, más equitativo y justo. Entregar hasta la vida por defender su pensamiento y sus ideales, por defender la libertad y la vida. Raúl fue un hijo, hermano y amigo leal y noble, que sembró el recuerdo que perdura con una sonrisa más allá de la muerte. Participó activamente desde chico en su comunidad educativa y deportiva (Club 9 de Julio). Durante su adolescencia (16 años) fue «condecorado» por su valentía de sobreponerse al miedo y su compromiso al salvar una niñita de morir asfixiada.
Militó y trabajó junto a sus compañeros, políticamente, hasta el momento de su muerte. Tenía 24 años ese noviembre en que le arrebataron la vida intentando darme un mejor lugar donde vivir, creyendo y trabajando por el futuro y peleando por la libertad. Ese 2 de noviembre en la ciudad de Córdoba no pudieron doblegar su lucha. Hoy, 34 años después, te rescato del olvido. Dejo testimonio de mi orgullo de saberte una persona íntegra y entregada, leal y compañera… Tengo la cabeza y la barba disfrazada de blanco y me pesa ser diez años más viejo que vos, pero… dos pequeños nietos, destacados personajes de su comunidad por sus valores y compromiso son quizás un reflejo de tu lucha y vivo testimonio de que la sangre manda… Quizás, y es muy posible serán las que completarán con orgullo vuestra lucha… Papá, hoy más que siempre, más que nunca jamás… ¡Presente! Gracias
Mariano Javier Brú, su hijo, en 2010
Poesías a su hijo Mariano
Su memoria es recordada en una placa en la Facultad de Ciencias Económicas UNL y una columna en la Plaza de la Memoria de Rafaela
Los responsables de su asesinato están siendo procesados en la Megacausa Gomez - TOF 1 Córdoba, actualmente en instrucción
Topi, mi hermano.
Es el menor de tres hijos, en una familia de clase media santafesina. Papá empleado de Banco Provincial de Santa Fe, mamá Dietista del Departamento de Nutrición de la provincia. Padres socialistas que soñaron con un país menos desigual, y así nos educaron. La villa bancaria, ese conjunto de casitas de tejas rojas, atrás de la universidad, todavía de ritmo apacible y tardes bucólicas, fue donde Topi creció, jugando mucho, en un grupo grande de chicos de barrio. Todavía estaba frente a casa la canchita de Ferro, y todos los días había fútbol entre los chicos. Topi era inquieto, curioso, todo lo investigaba, aprendía jugando.
Cursó el primario en la escuela J. J. Paso. Sus maestras tenían un sentimiento contradictorio con él. Era inteligente, sensible y seductor, pero aprendía demasiado rápido y las clases lo aburrían y terminaba revolucionándoles el aula.
Los abuelos vivían en San José del Rincón y allí durante los veranos, entre los arenales, el verde, los pájaros y el rió se enamoró de la naturaleza, la costa, la isla y se convirtió en un excelente nadador. Juntos, los tres hermanos disfrutábamos nadando largos raides por el arroyo Ubajay.
El secundario lo hizo en el colegio Nacional Simón de Iriondo. Fue desarrollando su gusto por la lectura, la música y el cine, sin abandonar nunca la actividad deportiva ni momentos junto al río o al aire libre. Era sensible ante las desigualdades y las injusticias y frecuentó barrios humildes como La Lona, Alto Verde y Villa del Parque donde se interesó por la obra del cura Catena. En todos ellos hizo amigos.
Cuando terminó el secundario quiso conocer el país, y comenzó, junto con dos amigos, mochila al hombro, un poco a dedo y un poco en colectivo por recorrer las provincias de Tucumán, Catamarca y La Rioja. Era el verano de 1975. De regreso, se instaló en Rosario donde yo ya estaba desde hacía tres años, estudiando arquitectura en la UNR. Su plan, entre otros tantos, era comenzar también la carrera de arquitectura. Yo le había reservado un lugar en mi pieza de la vieja pensión de la calle Pasco 152, a cinco cuadras de La Siberia. En esa época, la facu había sido trasladada a esos galpones precarios de paredes de bloques y techos de fibrocemento. Arquitectura, Música y algunos laboratorios de Ingeniería eran lo único que había de la Universidad en ese predio horrible que se tornaba hermoso por los miles de estudiantes que lo llenaban todo.
Cuando llegó Topi a la pieza de la pensión, yo me puse eufórico de contento. Él lo estaba mucho más. En realidad, le significaba, como lo había sido para mí, comenzar un nueva vida, liberarse, especialmente de la mirada aprensiva de nuestros viejos que veían con preocupación el riesgo que comenzaba a significar para nosotros, nuestro sueño de trabajar para construir un país con justicia para todos. Los viejos sabían que lo nuestro era un crecer a partir de los valores y la sensibilidad que ellos mismos nos habían enseñado. Se estaba volviendo peligroso, pero ya no podían detenernos. Topi estaba lleno de sueños, planes, proyectos, quería hacerlo todo, no quería perder tiempo. Recuerdo su cara, su alegría su entusiasmo, él sentía que a partir de ese momento todo iba a ser para él un ininterrumpido hacer y crecer en libertad. Y así lo fue, con una alegría contagiosa, con una fuerza imparable, hasta el día en que lo mataron.
1975 fue un año de intensa actividad universitaria en Rosario. El taller número cinco de la Facultad de Arquitectura era un sitio que incentivaba a la investigación y la polémica, donde entre los estudiantes de los distintos niveles crecía el entusiasmo en el desarrollo de propuestas de viviendas de función social, la discusión política permanentemente presente y el creciente convencimiento de que un mundo distinto era posible y podía construirse. Ese fue el ámbito donde Topi no solo comenzó con sus estudios universitarios, sino donde, con su característico entusiasmo, rápidamente se insertó con participación activa. .
El operativo Independencia que comenzó en Tucumán por decreto presidencial de Isabel Martínez de Perón, se extendió muy pronto a todo el país. Rosario se fue tornando cada vez más convulsionada, se multiplicaban los allanamientos y detenciones de estudiantes, militantes políticos y dirigentes gremiales.
Topi conoció a Silvia Somoza y unos meses después decidieron irse a vivir juntos. Se mudaron a una piecita en la azotea de otra vieja pensión, en la esquina de Presidente Roca y Catamarca. Era una habitación paupérrima de tres metros por tres metros donde había una cama simple y un pequeño roperito. Ellos le agregaron una biblioteca hecha con tres tablas y Unos ladrillos apilados, una mesa de dibujo de las fabricadas por él, que también funcionaba como única mesa del lugar, y en un rincón sobre un banquito pusieron un calentador. El único tesoro, además de los libros, era un pequeño grabador que alguna vez había sido mío y unos cuantos casetes de música que Topi había ido coleccionando con esfuerzo. En la puerta pegaron un cartelito que decía: HOGAR DULCE HOGAR, y abajo entre paréntesis y con letra chiquita: “un poco frescón”.
Silvia era una mina macanudísima, inteligente, de respuestas rápidas e ingeniosas, de un humor incisivo, un tanto sarcástico, que armonizaban con una mirada profunda y destellante. Era rosarina, provenía de una familia humilde, trabajadora y esforzada que orgullosa veía cómo su niña ya había terminado de cursar su tercer año de la carrera de Psicología. Con el tiempo, Daniel, su hermano, casi cinco años menor, me contaría que Silvia era quien lo incentivaba con sus estudios, le controlaba la tarea y pugnaba por inculcarle que desarrollarse como persona no era sólo pasarse las tardes jugando a la pelota con amigos.
1976 fue para Topi y Silvia un año de actividad intensa entre universidad y militancia. Ambos formaban parte de la CURS (Corriente Universitaria por la Revolución Socialista), rama universitaria de la Organización Comunista Poder Obrero. El golpe militar del 24 de marzo recrudeció el accionar represivo de la policía, las patotas de civil y el Ejército que comenzó a ser de repente otro componente más del terror en las calles de Rosario.
En diciembre de 1976, Topi y Silvia, eufóricos de contentos, nos anunciaron que Silvia tenía un embarazo de tres meses y habían decidido casarse. La fecha que eligieron fue la primera semana de febrero. Eran conscientes que la llegada de un bebé los obligaría a realizar muchos más esfuerzos y unos cuantos ajustes en sus vidas. Pero a ellos nada los acobardaba, tenían una fuerza envidiable y un entusiasmo para todo que resultaba contagioso.
El jueves 20 de enero de 1977 estuvimos trabajando juntos toda la mañana. Yo alquilaba una pequeña oficina donde estaba dando mis primeros pasos en proyectos de arquitectura. Topi, que para ese entonces había terminado su segundo año de la carrera, me ayudaba por las mañanas dibujando planos, lo que además de irle dando cierta práctica le permitía juntarse con algunos pesos, por demás de valiosos para ellos que siempre estaban apretados con la guita. Yo había terminado mi quinto año de la carrera, y hacía ya un año que me había casado con María Dolores. A las doce cortamos de trabajar, yo lo había invitado a comer algo con nosotros, me contestó que no, que la mamá de Silvia los esperaba con unas pastas ese mediodía. Nos despedimos. Nunca más lo vi.
Luego de desesperadas búsquedas, pudimos llegar a reconstruir lo que ocurrió: Entre la madrugada y la siesta del jueves 20 de enero de 1977, siete estudiantes, militantes del ala universitaria de “Poder Obrero” fueron secuestrados en distintos lugares de la ciudad de Rosario. Recluidos todos juntos en el centro clandestino de detención, tortura y desaparición de personas que funcionaba en dependencias de Investigaciones de la Jefatura de la Policía Provincial en Rosario, fueron torturados durante tres días por la patota asesina de Feced. De allí uno pudo escapar, y en la madrugada del domingo 23 de enero, en un simulacro de persecución y enfrentamiento, los otros seis fueron asesinados en las inmediaciones de las calles Cafferata y Ayolas —hoy calle Uruguay-, zona de galpones, con pocas viviendas y propicios paredones de fusilamiento.
Las personas asesinadas en la que hoy se conoce como “La Masacre de Cafferata y Ayolas”son:
Hector Luis Fluxá, 20 años, estudiante de arquitectura, oriundo de Santa Fe.
Silvia Lidia Somoza, 22 años, estudiante de psicología, oriunda de Rosario.
Mónica Cristina Woelflin, 25 años, estudiante de medicina, oriunda de Rosario.
Nadia Doria, 33 años, estudiante de psicología, oriunda de Villa Constitución.
Gladys Hiriburu, 20 años, estudiante de medicina, oriunda de Santa Fe.
Luis Ulmansky, 24 años, estudiante de psicología, oriundo de Moisés Ville
Su memoria es recordada en placas colectivas en la Escuela Nacional y el Colegio de Arquitectos de Santa Fe
LOs responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados y condenados en la causa Feced III y IV
Cuando la conocí ella cursaba ya el tercer o cuarto año del Profesorado de Letras en la Universidad Católica de Santa Fe. La «Negra Mary» como la llamábamos todos perteneció a la generación que, ya antes de los activos y movilizados años '70, había comenzado a criticar el sistema de sociedad y a plantearse nuevas opciones políticas y sociales.
Estudiaba Letras y a la par formaba parte del Movimiento Estudiantil de la Universidad Católica (MEUC). A partir de 1971, juntamente con la unificación y centralización de la mayoría de las facultades de la Universidad Católica y al igual que en todos los ámbitos estudiantiles del país, se inicia un nuevo período en donde el estudiantado en general va a tomar parte en forma más activa y masiva en la vida social y política argentina.
El MEUC y sus integrantes, los pioneros de la Católica, están presentes en todos los acontecimientos que se van generando hasta que el mismo proceso va definiendo las orientaciones y con ello la disolución del propio MEUC pues sus integrantes se van reubicando en las nuevas expresiones políticas existentes. La «Negra» también lo hace y así milita en las filas de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y en la organización Montoneros. Lo hace con gran convicción y su militancia determina su actitud de vida. Sus relaciones, su pareja, su familia, se establecen dentro de ese marco. Hasta aquí llegué a estar en contacto con ella y podría definirla como una gran idealista de la revolución, ideal al que se entregó total y apasionadamente en sus últimos años de vida.
En 1976 en su vivienda de Córdoba son sorprendidos y atacados por el ejército la «Negra», su esposo el «Chavi» Argüello y su pequeño hijo. Después de una gran resistencia por parte de ambos, a él lo matan en el lugar y a ella la detienen herida, el niño es recuperado por los familiares.
Lo que pasó después me duele mucho, por todos y por ella también. Hoy todavía -como tantos otros casos pertenece a la categoría «desaparecida». Es tiempo ya de que los responsables de tantas torturas, denigraciones y asesinatos se hagan finalmente cargo de ello y brinden la información pertinente para que especialmente sus familiares puedan encontrar la paz.
/ Nilda
Su memoria es recordada en una placa colectiva en la Universidad Católica de Santa Fe
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Mega causa «Menéndez III»
Más conocido como el “Petiso'' pero también como el “Cordobés”, Alberto nació el 24 de noviembre de 1951 en Las Varillas al sur de la provincia de Córdoba, en el seno de una sencilla familia de pueblo. José, el Gallego, como él mismo llamaba a su padre, era ferroviario y Lidia se ocupaba de los quehaceres de la casa y de sus tres hijos varones, de los cuales Alberto era el del medio. A pesar de las muchas limitaciones tuvieron una infancia felíz y ya adultos solían reencontrarse alrededor de la mesa materna y recordar las travesuras infantiles en la casa y en el barrio, algunas de las que todavía se hablaba. El “Pinocho”, así lo llamaban sus amigos y vecinos solía tener las ideas más increíbles para hacer travesuras.
Ya se mostraba en él ese espíritu místico e idealista que lo llevó a realizar su colegio secundario en el Seminario Metropolitano de Santa Fe, con miras a convertirse en sacerdote para canalizar ideales que ya empezaban a tomar forma. Pero su proceso personal se impregna también de ese otro proceso más amplio que se vivió en las décadas de los años sesenta y setenta y muchos como él, ya desde el Seminario perfilaron con mayor claridad sus ideales llevándolos a la práctica en una forma diferente a la que se habían imaginado, algunos ya como sacerdotes tercermundistas otros comenzando una militancia política que fue creciendo en compromiso y desarrollándose paralelamente a como se iba manifestando la realidad del país.
Alberto terminó el colegio secundario y “cruzó el patio”, es decir que ingresó a la Facultad de Filosofía que dependía de la Universidad Católica de Santa Fe. La elección de dicha carrera tampoco fue casual, se hallaba en una etapa de su proceso de maduración donde se daban cuestionamientos esenciales sobre el ser humano y su actitud y participación en la vida, toda una nueva perspectiva y también una nueva lectura de la realidad y del nivel de compromiso en la misma.
Ese mismo proceso se repetía y se multiplicaba ampliamente en muchos otros jóvenes de las generaciones de esos años. Así es como ya siendo estudiante universitario participa de las actividades del MEUC (Movimiento Estudiantil de la Universidad Católica) y posteriormente en las filas de la JUP (Juventud Universitaria Peronista) y de la JP (Juventud Peronista). En medio de esto, en 1972 cumple con sus obligaciones civiles haciendo el servicio militar, y ya en 1973 queda atrás su etapa como estudiante activista pasando a comprometerse total y definitivamente como militante montonero en pos de un proyecto nacional y popular.
A partir de aquí su vida se concentra específicamente en su militancia y no hay nada más prioritario para él que seguir su camino hacia la revolución. No obstante, dentro de ese marco de compromiso y con las limitaciones que ocasionaba la situación, logramos construir nuestra pareja.
El año 1975 comenzó lleno de ilusiones y buenas perspectivas: el casamiento, que implicaba más tiempo para compartir juntos, el embarazo..., pero nuestro sueño de seguir juntos detrás de nuestros ideales comienza a desvanecerse en primer lugar, con mi encarcelamiento y nuestro capítulo se cierra el 16 de diciembre de ese año con su muerte acaecida en Rosario como consecuencia de un enfrentamiento. Tenía solo 24 años. Alberto, el Petiso, murió luchando por sus ideales de lograr una sociedad más justa. Su enorme amor por la Revolución a la que llamaba su novia no decayó nunca. Y su grado de convencimiento queda demostrado con la entrega de su propia vida.
Alberto murió desangrándose en los brazos de sus compañeros, no sabemos que es lo que pensó o decidió en sus últimos minutos pues no hizo saber que estaba herido y cuando se percataron de ello ya era tarde para hospitalizarlo, la arteria femoral fue más rápida. Quizás esa haya sido su última decisión, no entregarse.
Es probable que Guillermo López Torres con el que compartió militancia, vivienda y amistad haya estado en esos momentos junto a él, al menos fue él quien posteriormente se comunicó con nuestros familiares. Hoy Guillermo figura también en esta lista de compañeros y amigos que recordamos.
Alberto vivió por y para sus ideales y permanece vivo y presente a través de su amor, de su compromiso y de su enorme grado de entrega. No le tocó vivir el después, nunca supo lo que pasó en su querida patria. Y de cuando en cuando nos surge el interrogante: ¿Cómo sería o cómo reaccionaría él ante determinados hechos o circunstancias...?
En su memoria Nilda Cáceres, Daniel y Jorge Gaset, familiares y amigos.
Fragmentos de cartas y pensamientos de Alberto:
"Sé que lo más hermoso de las pruebas de nuestro amor es esta separación que nos duele, pero asumimos en la causa de la misma, lo más puro y hermoso que tenemos y que es el ir entregando día a día parte de lo nuestro a esa causa tan linda que hemos abrazado y es allí, en esas entregas donde nuestro amor se fortalece y se hace más liberado, menos egoísta, más nuevo... No puedo evitar pensar nuestra vida lejos de nuestra muerte y espero que cumplas lo que en esos tres minutos o tres siglos que pasamos juntos te pedí......”.
Su memoria es recordada con una placa colectiva en la Universidad Católica de Santa Fe
Alfredo era hijo de Alfredo y Sara Pavón. Don Alfredo, como anteriormente lo había sido su padre, era dueño de un Almacén de Ramos Generales en Marcelino Escalada, un pueblo ubicado sobre la ruta nacional 11, una zona productiva de la provincia de Santa Fe, por lo que la familia, sin ser gente rica, gozaba de un buen pasar económico.
Fue el tercer hijo en una familia que ya contaba con dos hijas. Como en aquella época en los pueblos rurales no existía la escuela media, cuando las chicas terminaron la primaria, el padre compró una casa en la calle Buenos Aires en la ciudad de Santa Fe. Allí se instalaron las hermanas junto a una tía. La infancia de Alfredo fue igual que la de cualquier chico de pueblo, girando en torno a la escuela y a los muchos amigos que allí se formaban. Más o menos para la época en que debía empezar la escuela secundaria, falleció su papá y la mamá se trasladó a vivir a Santa Fe junto a todos sus hijos. Alfredo entra al Colegio de La Salle donde hace el secundario.
Sara, su mamá conoce en esa época a un vecino de la cuadra también viudo, con tres hijas, se casan, formando una gran familia. A Alfredo le gustaban los deportes, sobre todo el fútbol que practicaba con los amigos, pero como buen santafesino también gozaba del río y cuando empezó a trabajar se compró un velero para poder disfrutarlo mejor.
Empezó a trabajar en la Dirección de Hidraúlica al mismo tiempo que estudiaba ingeniería. Muy estudioso y entusiasta, estaba apasionado por la vida universitaria. Atento, alegre, educado, era un muchacho muy querido por la familia, los amigos y todos los que lo conocieron. Al poco tiempo de que empezara la carrera universitaria conoció a Silvia, una chica que ingresó un poco después que él y con quien inició un corto noviazgo. Se casaron cuando tenían 21 años, la fiesta se hizo en la casa de una tía en Santo Tomé y los novios se fueron a vivir a la casita de Pedro Ferré y Alvear, dónde poco antes de cumplir el primer año de casados, fueron asesinados, en un hecho que se pretendió presentar como un enfrentamiento.
A mi querido Amigo-hermano:
Nos conocimos a nuestros 17 años, por esas cosas de la vida. Mi Papá, viudo (hacía muchos años) con tres hijos y su Mamá, viuda, también con tres hijos, uno de sus hijos era él y uno de los de mi Papá: yo. Al poco tiempo de conocernos se produjo un año de casamientos en las dos familias, tanto el de nuestros Padres, como de nuestros hermanos, de los que aún quedaban solteros y quedamos viviendo sólo Alfredo y Yo, con la nueva pareja conformada por su Mamá y mi Papá.
Cualquiera que lea esto dirá, seguramente, que no era una situación fácil, y tal vez no lo era, pero no obstante, aprendimos a querernos y a entendernos. Alfredo era un muchacho como cualquiera de esa época, conciente y preocupado por una realidad Nacional.
Era muy estudioso, buen alumno, ambos estábamos comenzando nuestra carrera universitaria y también comenzábamos a trabajar, debido a esas ansias de independencia, a esa necesidad de mantenernos solos y dejar de depender de nuestros padres.
Durante el día cada uno hacía su vida, y algunas noches también ya que los dos teníamos distintos amigos, pero muchas otras… de esas noches nos quedábamos charlando por horas, después de cenar; compartíamos nuestros sueños, nuestras inseguridades, nuestras certezas. Y nos fuimos respetando y apreciando como personas. Él tenía muy buenos sentimientos, muchas energías y necesidad de ayudar.
Y así, en esa hermandad-amistad, íbamos madurando mientras transcurrían los años, incluso solíamos a veces, agregarnos a los compañeros de estudio, a los amigos del otro, para mantener charlas, guitarreadas, etc. El era alegre, con una risa fácil y franca, sonora, que iluminaba su cara.
Después de algunas noviecitas, se enamoró de Silvia, con la que se casó al poco tiempo, y compartieron su vida, sus ideales y sus luchas. Tal vez por este hecho del casamiento, o porque dejó de vivir en casa, o porque cada uno tomó caminos distintos, es que nos alejamos un poco. Creo que para nada nos dejamos de querer, pero ya no compartimos los momentos de antes.
Y un día, un día terrible, espantoso, me enteré de su muerte, de sus muertes… Y después el dolor, el gran vacío… le habían dado muerte a su hermosa juventud.
/ Raquel (amiga-herman
En los años ’70, la Universidad creaba la carrera de Ingeniería en Recursos Hídricos, que por entonces funcionaba en el viejo edificio de la esquina de calles República de Siria y Chacabuco. Eran los días finales de la dictadura. La de Lanusse. Las fábricas, universidades, barrios, calles, en una permanente y creciente agitación y efervescencia social. Es en ese clima, y en esas primeras experiencias callejeras de lucha política por poner fin a la dictadura, donde toda una joven generación sellaba un compromiso de lucha, cargado de ideales y valores, en la idea del hombre nuevo, del grito de justicia por los pueblos sometidos.
Allí comienza, en ese contexto. Con Alfredo ingresamos y cursamos juntos en 1971, santafesino, buen estudiante, gran compañero y amigo de muchos. Poco después ingresó Silvia, una compañera muy especial, íntegra, de diálogo simple, franco, frontal, buena estudiante, trabajadora, amiga y compañera. Como muchos, contagiados del fenómeno juvenil de los ’70, Silvia primero, Alfredo después, comienzan a transitar experiencias de cada vez mayor compromiso militante con el centro de estudiantes, y con la JUP de aquellos tiempos. Luego de un corto noviazgo ambos contrajeron matrimonio en el ‘75.
Ya mucho antes del 24 de marzo del ’76 la represión venía dura. Pero desde Videla, la “guerra antisubversiva” cobró forma de “terrorismo de estado”, forma institucional. Ya no eran grupos civiles armados, ni las Tres A, o paramilitares. Era el “Estado” por medio de las fuerzas armadas quienes operaban de forma conjunta, abierta, sistemática, un plan siniestro de exterminio a toda manifestación de militancia popular.
Santa Fe fue semillero de una juventud idealista, ideológica y políticamente comprometida, germen de pasión y lucha revolucionaria. Era una de las regiones de mayor resistencia a la nueva dictadura. La caza de brujas de militantes barriales, trabajadores y estudiantes, eran a diario y a la vista pública. Las detenciones “legales” cedieron para pasar a ser en su mayor parte secuestros en casas, calles y oficinas, en otros casos, simples fusilamientos en simulacros de “enfrentamientos”, torpemente fraguados. Sabiendo que el destino que corría cada compañero que caía, era la desaparición, tortura y muerte, muchos eligieron dar su vida antes que entregarse, respondiendo a un poder de fuego desproporcionado, descomunal, que no le daba tampoco chances ni opciones de entrega digna.
La caza de brujas apuntó entre otros al frente universitario. Algunas veces en la semana, rompíamos las reglas de seguridad personal para vernos, charlar o cruzar información. Alguna guitarreada si el lugar lo permitía, y luego despedirnos con la triste sensación de no saber si nuevamente nos veríamos. El cine era a veces un buen lugar, y la vieja película “El Tren”, de Aldrich, con Lee Marvin y Ernest Borgnine, inspirada en la gran depresión de los años ’30, fue la elegida para compartir esa noche, la última.
Era alrededor de las 18 horas, del 7 de Octubre de 1976 y me encontraba en zona cercana al Puente Negro. Tronaron los primeros “bombazos” que con claridad provenían de un barrio cercano, detrás de los talleres ferroviarios. Luego un fuerte, intenso y prolongado tiroteo. Era normal, cosa de todos los días, de toda hora, pero esta vez percibía un sentimiento especial, un triste presentimiento por el barrio de donde provenía. Recuerdo que corrí por Salvador del Carril y tomé el “6”. Recorrí sentado, solitario, cargado de pésimas sensaciones esas pocas cuadras. Al llegar cerca de calle Pedro Ferré, el colectivo toma un desvío obligado, todo estaba cortado, móviles y fuerzas combinadas “operaban” al 1900 de esa calle. La sequedad de mi garganta, la presión en el pecho, me decía que era algo más que un presentimiento. Pronto vino el desgarrador ruido del silencio, del final, el ligero olor acre a pólvora, y la inmediata sensación de ahogo, impotencia, bronca y llanto contenido, y seguro, una oración por lo que imaginaba, presumiendo ya lo peor.
La noticia de la muerte de Silvia y Alfredo tardó algunas horas en llegar, confirmadas también al otro día por el diario local como “enfrentamiento”. Luego, el dolor intenso, largo, eterno, por nuestros dos amigos caídos, compañeros y militantes de la “JUP de Hidráulica”. Ambos mueren abatidos, junto a otras dos militantes, sin piedad ni opción, bajo la metralla pesada de las fuerzas represivas.
Con el recuerdo de siempre, y en su memoria, el recuerdo por todos quienes cayeron víctimas del terrorismo de estado.
/ Juanjo, compañero y amigo
Los responsables de sus asesinatos fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada Santa Fe
Compañero del Ateneo y verdadero impulsor del grupo, disciplinado, excelente alumno y compañero, fue quien lideró el cambio de la agrupación. Hacia 1963-64, ocuparon facultades acompañando el plan de lucha de la CGT, Fredy para ese entonces presidía el Ateneo. En esa época para que un compañero fuese orador en las asambleas debía tener promedios altos, de este modo se predicaba con el ejemplo, era el concepto que la agrupación sostenía de la política y la militancia frente al resto del estudiantado y ante toda la sociedad. Fredy tenía todas las características que distinguirían a los compañeros de aquella época y que perdurarían en él. Como nos cuenta su hijo Guillermo, a pesar de las circunstancias de clandestinidad en que vivían, él era una persona que cumplía con todas las responsabilidades, muy familiero, y muy comprometido con su militancia, pero siempre interesado en la situación de su familia y atendiendo sus necesidades.
“Llegué desde Villa Mercedes, San Luis, en el 68, a una casa llamada El Fortín, que lideraba el Freddy, aunque no eran todos de su grupo político. Allí funcionaba un grupo de la Juventud Peronista, ligada a las FAP, algunos estuvieron presos en Coronda en 1969-70, otros estaban en la residencia Suipacha. En esa época habían hecho operaciones militares de recuperación de fondos para su organización. También estaban ligados a un grupo liderado por John William Cooke, cuyos representantes eran Guido Agnellini y su mujer Elisa. En el frente gremial estaba “el Negro” Melgarejo en ferroviarios. En el 70 habían caído casi todos presos. Desde el estudiantado se armó la Comisión de Ayuda A los Presos Peronistas, con el avance de la represión pasó a ser “a los presos políticos” englobando a todas las fuerzas de izquierda. Se reunían en el sindicato no docente universitario (APUL) y su mayor logro fue conseguir un ómnibus para ir con los familiares a Rawson. Freddy era del Ateneo, nacido desde la democracia cristiana, como opción estudiantil del catolicismo. Era un tipo muy inteligente, muy capaz, brillante. Por sus condiciones de conductor era el presidente del Ateneo. (Incluso encabezó los movimientos por la “educación libre” que defendía la iglesia católica) Empiezan a revisar su posición política a partir del 66, 67, pasando de la política universitaria a plantear una opción política en la opción por los pobres, la adhesión al peronismo y su debate sobre la revolución y la lucha armada. En ese tiempo tenía relación con el sector sindical peronista, el sindicato de madereros, también con los curas del Tercer Mundo y los grupos barriales. Se casó y fue a vivir a un barrio, cerca del barrio La Lona, en una casita humilde. Allí se reunía con los viejos compañeros como Pirles, Haidar, Meneses. "
Tuvo su hijo mayor, Federico y luego Guillermo. No era un buen orador; pero era muy suave para hablar, humilde, explicaba todo con mucha sencillez y convencía “hasta los huesos”; era un ejemplo de vida, en todo, con su familia, sus hijos, sus vecinos. No imponía sus ideas, era capaz de hablar y convencer. Era profesor adjunto de termodinámica en la facultad y además tenía una ladrillería (“iba a pisar barro en patas”), que era un emprendimiento de la organización (en el que participaban otros compañeros) para recaudar fondos. Estuvo preso desde 1971, fue detenido junto a René Oberlin; cuando intentaron escapar fueron tiroteados y heridos, salvando sus vidas. Estuvo en Resistencia y en Rawson bastante tiempo, recuperando su libertad poco antes del 25 de mayo del 73. Celia, su compañera lo fue a visitar viajando en un Citroen hasta Rawson, con sus dos chiquitos. Desde entonces se instaló en Córdoba, participando en la llegada de Atilio López a la vicegobernación. Tenía una casa en Río Ceballos donde se reunían los líderes de la organización. Siempre mantuvo sus amistades en Santa Fe (Italo, el Turco) a quienes visitaba periódicamente. Con ellos hicieron sus casas en común, con los ladrillos que fabricaban en su horno.
La Caída. Lo identificaron en la calle, lo persiguieron, hirieron y capturaron, registrado con otro nombre, fue llevado al Departamento de Informaciones de la Policía, donde fue torturado y al día siguiente, 19 de julio de 1975, trasladado a la localidad de Río Ceballos, lugar en donde le dieron muerte con múltiples disparos de armas de fuego. En Santa Fe se hizo un acto en su homenaje, en la placita del monumento a Evita, frente a la cancha de Unión.
/ Relato de Roberto Fernández
Su memoria es recordada en una placa colocada en el Octógono de la Facultad de Ingeniería Química de Santa Fe en 1996.
Los responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa Vergez-González Navarro
Hugo César Coria y Lidia Mercedes Procks se casaron en la Iglesia de La Salette, la misma en la que años después su hija Silvia se casaría con Alfredo Fontana. Silvia fue la hija mayor, nació en Santa Fe, el 17 de febrero de 1954, su hermana Nancy –que nos relata su historia- nació ocho años después.
Éste es su relato: durante la infancia por cuestiones del trabajo de nuestro padre que era ferroviario, vivimos en Coronda, pero como nuestra abuela vivía en Santa Fe Silvia, hizo la escuela primaria en el Colegio del Huerto, venía a clases en colectivo. El secundario sí lo hizo en la Escuela Normal de Coronda, siempre tanto en la primaria como en la secundaria, fue una excelente alumna, terminó en el Cuadro de Honor. Lo que ponía muy orgullosos a nuestros padres, sobre todo a papá.
Cuando finalizó el colegio y tenía que venir a estudiar en la Universidad, empezó a estudiar Ingeniería Hidráulica, papá pidió traslado y toda la familia se instaló en Santa Fe. Vivimos en la casa de la abuela, por calle Avellaneda. Era alta, elegante, muy inteligente, muy buena persona, todos los que la conocían la querían mucho, era íntegra, de buen carácter, le encantaba ayudar a los demás. Trabajaba en los barrios ayudando a la gente que lo necesitaba, siempre participaba de todas las actividades que tuvieran fines sociales. Tenía muchos amigos y también enamorados, pero ella se enamoró de Alfredo, a quien conoció en la Facultad, hacían una hermosa pareja. Los dos militaban en la J P, a veces hacían reuniones en casa, a las que concurrían dos o tres compañeros. Papá sabía de su militancia. Lamentablemente yo era muy chica y a mí no me participaban y por otra parte, en ese momento tampoco me interesaba demasiado saber de que se trataba, así que es muy poco, o mejor nada, lo que puedo aportar sobre este tema.
Cuando me hice mayor nunca le quise preguntar nada a mi padre para no renovar su dolor. Nueve meses después de su casamiento, el 7 de octubre de 1976 como a las cinco de la tarde, su casa de Pedro Ferré fue atacada por el Ejército, la casa y ellos fueron acribillados, fueron a matar, los vecinos contaron que no hubo resistencia. Esa tarde temprano, a la siesta, estuvo en casa y le pidió a mamá que le cuidara un rato el perro, un ovejero, porque tenía que hacer unos trámites, no la vimos más, mi papá adoraba a ese animal, era lo único que quedó de su hija.
Por la noche, camiones del Ejército se llevaron todo, muebles, enseres de cocina, todo no dejaron ni la ropa, ni fotos, nada, por eso son muy pocos los recuerdos que tengo de mi hermana, solo unas pocas fotos que tenía mamá. Mi padre pudo recuperar los cuerpos, los velamos en casa de la abuela, fueron pocos los que se animaron a asistir, el miedo dominaba, después…. recuerdo que los padres de muchas de mis amiguitas del colegio, teníamos 14 años, no las dejaron juntarse conmigo, una actitud muy cruel para con una niña que acababa de perder a su hermana. Pero así eran aquellos tiempos, el miedo y los prejuicios, a veces, podían más.
/ Su hermana Nancy
Los responsables de sus asesinatos fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada Santa Fe
Nació en Santa Fe, era el menor de tres hermanos. Cursó sus estudios primarios en la escuela Bernardino Rivadavia, los secundarios en el Nacional Simón de Iriondo, a los 15 años ingresó en la Facultad de Derecho obteniendo su título de abogado a los 18 años de edad. Fue secuestrado en Rosario, el 18 de mayo del “77, tenía 42 años. Como egresado de la Facultad de Derecho de la UNL, su nombre está incluido dentro de la lista de aquellos alumnos y egresados muertos y desaparecidos de esa Facultad, que fueron recordados en el año 2006, de esos homenajes extraemos los testimonios de sus antiguos compañeros y amigos:
“Se recibió de abogado siendo muy joven. Disputaba con Horacio Uzandizaga el mejor promedio de su promoción. A los 22 años era abogado notorio en el foro de Santa Fe. A los 24, ya casado, intentó la aventura de Buenos Aires. De inmediato tenía bufete en el centro porteño y militaba en la Gremial de Abogados junto con Ortega Peña, Héctor Sandler, Horacio Sueldo, Zito Lema y otros. Entendía que la lucha por la justicia excede las posibilidades del tribunal. La urgencia de su voluntad lo hacía fastidiarse con las lentas costumbres de las instituciones democráticas, en una época, en que, el corte de estas, el golpe de mano y el recurso de la fuerza era práctica cotidiana de unos pocos. Perseguido por la Triple A y luego por la dictadura se refugió en Rosario. Prefirió el anonimato de un barrio pobre y el trabajo de empleado en un estudio. Creyó que eso era suficiente para salvar la vida. Lo secuestraron en pleno centro de Rosario. Lo amontonaron junto con otros 7 u 8 secuestrados de otros lugares y de otros orígenes, entre estos el arquitecto Ricardo Franco. Entre ellos ni se conocían. Los igualó la muerte y los cubrió la misma basura de ese tiempo de desprecio. Acompañé a su joven esposa, embarazada de 7 meses, al ritual trágico del reconocimiento. Un balazo desde muy cerca denunciaba el ojo certero del cazador. Una barba de 7 u 8 días el de su cautiverio y tortura. Alberto era capaz de escuchar, por tanto de pensar y hoy su inteligencia brillante sería un aporte importante a la lenta construcción de un país mejor.” /Dr. J. C. Adrover
El perfil de un hombre llamado Alberto Corazza. “En nuestro grupo de condiscípulos, Alberto era varios años menor al promedio de nuestras edades. Estudiaba en forma sacrificada; pertenecía a una familia humilde, no compraba apuntes pero prácticamente copiaba el texto de los libros para estudiar. Y sus exámenes eran francamente enjundiosos, porque precisamente abrevaba en los libros, no en los apuntes. Se graduó como abogado con poco más de 20 años, con excelentes calificaciones, no como quienes estudian para "recibirse" sino porque amaba las ciencias jurídicas y se afanaba especialmente con las ciencias sociales. Era muy formal en su vestimenta habitual, casi siempre con traje y corbata (claro, en aquellos tiempos muy pocos se atrevían al vaquero, indumentaria del oeste norteamericano que poco a poco pasó a ser la de nuestros jóvenes, inundados por música foránea y letras con un idioma que ninguno conocía, pero tarareaba). Hasta graduarse, Alberto no había viajado nunca más allá de Rosario; cuando salimos en un pequeño automóvil, en un viaje de vacaciones rumbo al mar -donde nos esperaban otros amigos-, todo era novedad para él, la ruta, las curvas, los carteles de publicidad, los moteles! (de los cuales nunca había sido habitué).
Su joven vida había sido dedicada entrañablemente, hasta entonces, a los libros, a descubrir los caminos y la gente. LA GENTE! Ese era el mayor misterio que despertaba y conmovía en Alberto, quien a poco comenzó a distinguir de ella, sus necesidades, la iniquidad de su pobreza y postergación, las privaciones, la negación de la justicia, reservada para quienes, por el camino de la política corrupta o los golpes de Estado, se habían apoderado de ella degradándola a sus intereses. Permaneció poco tiempo en Santa Fe, y ya desde su nuevo lugar de residencia, en cada vez más distantes comunicaciones telefónicas, me contaba de su trabajo, su joven familia, su militancia. Si nadie lo conocía, una forma de comenzar a hacerlo era enterarse que su hijo se llamaba CAMILO, por el enorme revolucionario cubano compañero del Che y de Fidel. Con la misma pasión que puso en sus estudios, abrazó la lucha revolucionaria hasta lo que fue su secuestro, su desaparición y su prematura muerte. Laura, su hija, me dijo ayer: "Yo no lo conocí a Papá..." Y así fue, sin duda, arrebatado a su compañera, a sus hijos, a sus libros, a sus compañeros, a la vida a la que tenía tanto pero tanto DERECHO. Yo no recorrí su mismo camino, por eso a pesar de los afectos, nos desgarró la distancia que no impedía que tuviéramos los mismos sueños, aquellos por los que él resolvió que valía la pena morir. Pero morir luchando, no la muerte artera que eligieron para él los terroristas de la tortura, la desaparición, los ladrones de criaturas, los enemigos de la cultura y el Derecho. ¡Tan joven era Alberto cuando lo arrebataron! Qué enorme suerte tuvimos de tenerlo. Qué inconmensurable dolor haberlo perdido. Con estas palabras, mi inalterable afecto y recuerdo.” / Felipe Cherep
Pero son sus propias palabras, dirigidas a su esposa Marta, las que nos ayudan a ir completando una imagen, por supuesto siempre inacabada, de esta brillante persona que fue Alberto:
Mi Querida Marta: Hoy se cumple un mes de algo muy sublime e inconmensurable que iniciamos juntos, solo espero que este amor perdure en el tiempo, el camino de montaña que hoy comenzamos a transitar juntos está lleno de dificultades y peligros, pero es siempre ascendente. Los jóvenes de hoy solo podemos elegir entre la abulia, el "no te metas", la inercia; o revelarnos a todo esto y construir un mundo mejor, así lo hicieron nuestros mayores y en especial tu padre a quien respeto y admiro, solo espero que él comprenda que la juventud de hoy le toca transformar y crear al "hombre nuevo".
Como decía Howard Fast en su libro "Espartaco" (el que espero hayas terminado de leer) ..Construiremos mejores ciudades, sin murallas...”. No me guían intereses personales y económicos, sólo el bienestar de mi patria y mi pueblo persigo, y tengo como todos derecho a hacerlo, has decidido acompañarme, enhorabuena, todo será bello y bienintencionado. El camino será muy duro, pero el amor y el respeto que nos debemos mutuamente hará de éste un camino luminoso.
El esfuerzo y el sacrificio de esta lucha, quizás no lleguemos a verlo, pero quedará marcado firmemente el camino a seguir por las generaciones venideras y para nuestros hijos ésta será la única herencia que habremos de dejarles, lo cual nos hará merecedores de su respeto y aprecio. Espero pronto tu respuesta, hacela clara y pensada, como sueles hacerlo.
TE QUIERO, TE AMO, TE EXTRAÑO. Alberto
Esta es la segunda carta que Alberto me envió cuando estábamos de novios, él en Buenos Aires y yo en Santa Fe. Así fue la herencia que le dejó a sus hijos: Camilo Salvador y María Laura, y a sus nietos: Julián, Ignacio, Alberto Agustín, Tomás y Ramiro. / Marta Pugliese de Corazza
Su memoria es recordada por una placa colocada en la semana de homenaje en la Facultad de Derecho UNL 2006 y una placa en el Colegio de Abogados de Lomas de Zamora
Los responsables de su secuestro fueron juzgados y condenados en la Causa Guerrieri IV -
Nacido en Casilda, estudió en el Colegio Nacional, el “Ex Nacio”, hoy Escuela Nº 417 “Colonia Candelaria”. Al finalizar fue a estudiar Ingeniería Química a Santa Fe.
“Fui compañero de estudios en la FIQ de Raúl Cominotto, el Flaco o “Miseria” le decíamos (en ese tiempo había un personaje de un programa humorístico de TV, muy flaco y narigón apodado ‘Miseria espantosa’). Una gran persona, muy solidario e inteligente , preparamos juntos Matemáticas II, en su casa de Necochea al 3400 que compartía con otros estudiantes, habrá sido por el año 1969 o 1970. En ese tiempo Raúl no militaba.” /Roberto
“Raúl Luis Cominotto era un buen pibe, estimado por todos, peronista independiente. Había perdido a sus padres viejitos, quizás por la situación que vivía su hijo. Sólo le quedaba un pequeño hermano, del que habría quedado como el tutor o sostén, imposible de llevarlo a cabo por la cárcel. Fue estudiante y docente de la Facultad de Ingeniería Química. En el lapso de 40 días lo mandaron sancionado dos veces de 15 días, a los castigos. Era mucho. Los de La Plata eran los más crueles que conocí. Salías verde. Mucha gente alcanzaba a soportarlos sin desfallecer, pero se derrumbaban cuando volvían a la celda. Fue el caso de Cominotto, cuando lo traen del segundo castigo (…) Ya había manifestado signos de descontrol en el castigo anterior (…) Cuando volvió a su celda – Horacio Crea, médico, militante peronista encarcelado - se lo encontró a Cominotto colgado del soporte que sostenía la segunda de las dos cuchetas, que por razones de espacio estaban una sobre otra (…) En verdad, el pobre Cominotto hizo una obra maestra porque en 15 ó 20 minutos, que fue el período de tiempo en que se alejó Crea de la celda para la audiencia, rompió sábanas, las trenzó, las ató a los fierros de la cama, se subió a la más alta, se anudó el lazo y se tiró. ¿Cuánta habrá sido la necesidad de matarse?”.
Tomado del libro “Días de Prisión” de Osvaldo César Gasparini editado en 2010
Cominotto pasó por la cárcel de Coronda y la U9 de La Plata donde encontró la muerte. Ocurrió en agosto de 1980. Su muerte, como las de Schiavoni y Toledo en la cárcel de Caseros, representan algunas de las formas más macabras de hostigamiento que la dictadura ostentó en las cárceles. Eso sostienen muchos de los ex presos, como Hernán Invernizzi: “eran lugares destinados a producir dolor y sufrimiento, confusión y locura, con equipos donde participaban además sacerdotes y médicos psiquiatras; al poder no le importaba, los fusilaban igual, los tiraban vivos al mar".
La historia de Mabel la tomamos de los textos que se escribieron con motivo del Homenaje con el que la Escuela de Servicio Social, recordó a sus estudiantes y egresados muertos por el terrorismo de estado.
Mabel nació en Elisa, Santa Fe, el 1° de abril de 1952. Realizó sus estudios secundarios en la Escuela Normal N° 8 Almirante Brown y en 1971, ingresa en la Escuela de Servicio Social. Delgada, ojos muy claros, tez blanquísima, el cabello espeso, tenía un tono rojizo apagado. Recuerdo allá por los '70, su mirada soñadora, su actitud comprometida y su constante predisposición a dejar de lado intereses y necesidades personales por las de los demás. La discusión política era su eje y cualquier tema de conversación con ella terminaba en un análisis político: las relaciones afectivas, el “cieguito” de la parada de diarios de la esquina de la casa, las actividades laborales, la profesión.
Militante activa de “servicio social”, la recuerdo en la toma de la Escuela en julio del "72 cuando reclamamos ( y obtuvimos) otro turno de examen para los compañeros que perdían su regularidad por el reglamento ajustado a la escuela secundaria de ese momento (sólo se podían “llevar dos previas” del año anterior), en la creación de la JUP, como agrupación política estudiantil en el '73, en la constitución y elecciones del centro de estudiantes ( que ganamos), en el proceso de reforma del plan de estudio que impulsamos los estudiantes, algunos graduados y docentes durante el '74.
Durante esos años batallamos intensamente en las cátedras, asambleas, desde el centro de estudiantes, desde la agrupación JUP, por un Servicio Social al servicio del pueblo y por el pase de la Escuela a la Universidad, donde la “Mabelita” tanto como la “Colorada Edi” Cravero, luego “la Yoli” Ponti y como graduada la otra “Colo”, la Busaniche, fueron protagonistas. Compartí casa con ella y otras compañeras, lo que significó que además de compañeras de estudio y de militancia nos hicimos amigas.
La asesinaron en Rosario y cada vez que hablo de mis alumnos sobre el trabajo social de los '70, ella, al igual que los demás compañeros, aparece ahí, tan viva y tozuda, tan comprometida y desafiante, cabello al viento, mirada soñadora.
Recuperar el recuerdo de una persona tan querida para la familia nos aviva sentimientos de nostalgia y dolor, pero a la vez nos alegra profundamente el reconocimiento brindado desde la Escuela de Servicio Social. Yo tenía sólo ocho años cuando partió mi tía Mabel y tengo recuerdos vagos sobre ella, es por eso que con motivo de este evento tuve la posibilidad de indagar más acerca de su historia, leer su diario y cartas donde hablaba acerca de sus ilusiones e ideales de vida, con esa frescura que la distinguía. Lloré y reí a la vez por sus ocurrencias, compartiendo su mundo de proyectos, sus vivencias de aquellos años felices de infancia en el campo, donde ambas crecimos, sintiéndome identificada con su relato acerca de los paseos a caballo, el monte, el ombú, todo lo que yo amo también y le transmito a mis hijos. Compartimos esa historia en común y también abrazamos juntas la misma profesión. Siento que bregaba incesantemente por un ideal de justicia y un mundo mejor para todos, por lo que luchó a pesar de las circunstancias adversas con coraje y valentía, dejándonos un gran vacío difícil de llenar ante su ausencia. Siempre será recordada como la Colo, la simpática, la intrépida, la atrevida, pero por sobre todo como una gran mujer con una gran riqueza espiritual y con mucho amor para brindar al prójimo. Ella está y estará presente en nuestros corazones. Agradezco una vez más a los responsables de este reconocimiento que dignifica aún más el recuerdo de nuestra querida Mabel. En nombre de toda mi familia y mis abuelos que ya no están más ¡GRACIAS!
/ Su sobrina Patricia
La Colorada era referente de su escuela en Juventud Universitaria Peronista. El avance represivo de la derecha en la universidad hizo que debieran emigrar hacia el sur. Con su pareja Omar Mattioli. Luego del asesinato de Omar en la ciudad de San Nicolás, se trasladó a Rosario, donde formó pareja con el «Cabezón» Larrosa.
Fue asesinada en la ciudad de Rosario, el 19 de febrero de 1977. Al ser perseguida, iba de contramano por la calle Vera Mújica y chocó con otro auto que transitaba por calle San Juan.
Su memoria es recordada en placas colectivas en la Escuela de Trabajo Social y el Colegio de Asistentes Sociales
Oriundo de Diamante, había nacido el 21 de junio de 1947, el «Loby» o «Foca» -como le decían- había cursado la Universidad en Santa Fe, donde ingresó en 1968 a la Facultad de Ciencias Económicas.
«Al Lobi lo conocí en el año 1969 cuando entré a la Facultad, en esa época militábamos en el «Ateneo», e incluso alcanzamos a cursar alguna materia juntos. Era un personaje. Se destacaba por su generosidad y su alto concepto de la amistad; se jactaba de ser peronista de base, amigo de pescadores, gente humilde, el vino y las mujeres, esto último a pesar del compromiso moral de la militancia de la época y de que era muy feo el pobre -de ahí su nombre Lobizón- aunque no tenía ningún tipo de complejo. Era uno de los principales «arengadores» en las reuniones clandestinas. Era un «duro». «Yo no voy a dejar de pelear hasta que el último gurí tenga sus zapatos y pueda comer». Tenía un grado de compromiso muy grande sobre el cuál no conocí mayores detalles por el tabicamiento de aquellas épocas, además, era más grande de edad y al poco tiempo dejó de militar en la Facultad.»
En 1972 se suma a la militancia de Paraná, fué Coordinador por Entre Ríos, de la Dirección Nacional de Educación de Adultos (DINEA). Oscar Daniel Capella fue secuestrado en Rosario, el 15 de agosto de 1977 y llevado a la Quinta de Funes quedando bajo las órdenes del entonces comandante del II Cuerpo de Rosario, Leopoldo Fortunato Galtieri.
El siguiente texto fue encontrado entre las cosas que guardaba su madre, quien con amor expresaba la angustia por la ausencia del hijo.
Por larga que sea la noche...el día siempre vuelve...
Ojalá fuese cierto yo llevo esperando hoy, mucho tiempo, y todos mis días son noches perpetuas
¿Dónde estás mi vida? que mal cometiste, para yo saberlo...
así comprendería lo que no comprendo, mi muchacho noble, el amigo leal, el hijo querido
¡qué orgullo que siento haberte parido!
Que me den razones, que presenten pruebas.
Yo pido, camino...presento recursos que nadie contesta. ¿Estás vivo?, ¿Estás muerto?
Contesten señores. ¿No tienen respuesta? El ser bien nacido implica todo esto
Denme la verdad por cruel que ella sea, entonces sabremos a qué atenernos, la angustia, la espera, no importa, tendremos paciencia....
O resignarnos a la rebeldía de saber que un día tuvimos un hijo, que lo hicimos hombre, le dimos estudio, le dimos cariño y quizá quedó cara al cielo tendido a la vera de cualquier camino...
Que triste es pensarlo,...los que así proceden ¿no tienen un hijo?
No hay bandos, señores, las que somos madres lloramos lo mismo ...el hijo perdido... el que desgarró nuestras carnes, cuando hubo nacido y nos llenó de gozo sin acordarnos, desde ese momento todo lo sufrido
Por eso decimos ¿qué hicieron con ellos?
{No sabremos nunca qué juicio tuvieron si fueron juzgados, ¿qué sentencia dieron? {Por eso hoy pregunto quiénes y qué causa los llevó a esta guerra {
Nuestro Señor dijo "El que esté exento de culpa, arroje la primera piedra.
Mamá
Su memoria es recordada por una placa en la Facultad de Ciencias Económicas UNL
Los responsables de su desaparición fueron juzgados y condenados en la causa "Guerrieri-Quinta de Funes"
Estudiante del Colegio Inmaculada de Santa Fe, promoción 1969, siendo muy reconocido por el estudiantado. Fue a estudiar a Córdoba, donde participaba en AES, ligada a Montoneros. El 29 julio de 1971 murió a causa del estallido de un explosivo.
Al conocerse el hecho, los presidentes de cursos del colegio pidieron a las autoridades realizar una reunión general de alumnos.
El 30 de julio se realizó dicha reunión para recordarlo, hablando un alumno de 5to año y el prefecto de la escuela, una misa concelebrada posterior contó con una homilía referida a la fe y el dolor.
Agrupaciones santafesinas emitieron un comunicado destacando la militancia peronista de Juan Carlos y manifestando que era un combatiente más que entregó su vida en la lucha por la liberación de la Patria (Peronismo de Base, JP, MJP, Movimiento Ateneísta, Integralismo, MUP y MAS)
Por la tarde, al iniciarse el cortejo fúnebre el Rector del Colegio dijo un responso y al día siguiente fue recordado en la misa que se celebró en la capilla privada de la comunidad de los jesuitas por la desaparición de un alumno “de características intelectuales sobresalientes”.
El cortejo fúnebre, encabezado por una corona con el nombre de Juan Domingo Perón y ofrendas florales de FAP, FAR y Montoneros, marchó por las calles con acompañamiento de público, esperando más gente en el cementerio. Un joven orador expresó que había muerto por haber entendido lo que era el amor, la pobreza y la miseria en los hechos concretos, y que por consiguiente había asumido su compromiso hasta dar la vida por ello, ratificando la idea de no claudicar jamás, señalando su compromiso de ser “libres o muertos, jamás esclavos”.
Fernando es mi hermano mayor. Nació en Santa fe el 5 de enero de 1952. Compartimos una familia integrada por tres hermanos varones, hijos de padres muy creyentes que nos educaron en el marco de la Fe. Asistimos los tres al , cercano a nuestra casa de la infancia. Esto nos marcó mucho, y es allí donde Fernando se encontró con gente que supo darle a la vida un sentido profundo y fue donde descubrió un Jesús verdadero en sus hermanos más cercanos. Todo mi recuerdo sobre él va a ser desde mi visión familiar.
Las imágenes de los años '60, en mi infancia, me llevan a la quinta de los abuelos en Río Grande, Sauce Viejo, donde transcurrieron inolvidables veranos en familia junto al río. También están presentes los «asaltos» en la terraza de casa, las guitarreadas con amigos, los viajes al Mascardi, con el colegio, el Colón del '65 y tantos otros recuerdos de aquella edad feliz donde Fernando compartió con hermanos, primos y amigos sus ganas de vivir y crecer.
Fue excelente estudiante, de una inteligencia sin límites que se destacaba en cualquier disciplina en la que se encaminaba, pasando por las artes, la natación o la guitarra. Se recibió de bachiller en Inmaculada en el año 1969, siendo abanderado de su promoción y merecedor de la medalla de oro que se entregaba al alumno destacado por sus méritos; ya en aquel entonces decidió donar simbólicamente el valor de ese premio para ser aplicado a la beca de un alumno del colegio, y como dice el diploma prefirió «el ser al tener», frase que siempre aplicó en toda su vida.
Cuando su vocación se definió y comenzó la carrera universitaria, Medicina en Córdoba, también tenía definida una clara posición política, en donde los valores estaban cargados de un idealismo auténtico. En ese terreno mi familia no participó, aunque sí veíamos con temor los riesgos a los que se exponía, con una mezcla de valentía y convicciones absolutas, «... en la arena del circo los cristianos no renunciaron a Jesús aún sabiendo que los romanos abrirían las puertas a los leones», fue una frase suya ante un pedido de mi padre que temía por su vida, frase que lo pinta de cuerpo entero.
Siempre los recordaré en Córdoba, como estudiantes universitarios y también militantes de grupos políticos preocupados por las injusticias de nuestro país. Desde allá siempre llegaba la carta afectuosa, la llamada a sus padres o hermanos con el interés por transmitirnos una sensación de tranquilidad y confianza.
En abril de 1976, a los 24 años, Fernando, terminó la carrera de medicina. La dictadura se instalaba en el país y comenzaba una triste etapa de la historia argentina. Me despedí de él por última vez en Rosario, nos encontramos junto a mis padres el 15 de agosto del '76. Yo estaba allá y ese día era mi cumpleaños. Él siempre con una sonrisa, siempre dispuesto a escuchar. No hubo fotos. Eran tiempos difíciles.
Ese mismo día volvió a Córdoba junto a Raquelita; y juntos dos días después, en su casa, fueron asesinados. Era el 17 de agosto de 1976, tenía 24 años de edad. Un atroz operativo militar quiso silenciarlo, junto a toda una generación que apostaba por un mundo mejor.
Una prima en Buenos Aires escuchó la noticia de un allanamiento en Córdoba, reconoció el nombre de la calle y llamó a nuestros viejos. Flores y Laluf fueron inmediatamente y lograron que les entregasen los cuerpos por un contacto especial que consiguieron. Volvieron los dos padres con los dos cuerpos, que hoy están juntos en la bóveda familiar.
Ellos habían comprado una casita que fue demolida en el operativo militar. Luego rompieron y robaron todo lo que había. Los viejos trataron de recuperar lo recuperable, vendieron la casita e hicieron una donación a Cristo Obrero, donde Fernando estuvo muchos años trabajando junto a Catena. Inolvidable el coraje de Don Carlos Laluf y de mi padre, Anselmo, para rescatar a sus hijos en un escenario cargado de dolor y muerte; también es para ellos mi recuerdo y mi reconocimiento permanente.
Querido Fernando: verdadero hermano, gracias por tu generosidad, gracias por tu grandeza y hasta siempre. / "Quique" (Enrique), hermano menor
Palabras de Fernando al asumir como Abanderado del Colegio de la Inmaculada, con 17 años
“Me enorgullece asumir la responsabilidad que hoy confía el colegio en mí. Creo que el compromiso que adquiero lo sabré llevar, acompañado por el aliento que me pueden brindar las autoridades y compañeros de esta comunidad.
Personalmente trataré de ser fiel reflejo de lo que el colegio espera de cada uno de nosotros. ¿Qué desea el colegio de nosotros?
Pienso que quiero que seamos auténticos cristianos. Es fácil expresar estos términos, pero ¿Cómo lograrlo?
Requiere sinceridad consigo mismo y con los demás, un verdadero compromiso con la realidad que estamos viviendo y una esmerada dedicación a la meta que queremos alcanzar, romper con todo lo fácil, lo superficial, lo cómodo en nuestra vida y despertar a lo más profundo de nuestro ser personal, a nosotros mismos y a nuestros hermanos.
Debemos tener espíritu de cambio, ya que vivimos en un mundo que debe transformarse profundamente en sus estructuras sociales. Tenemos que ser reflexivos y concientizarnos de los problemas, vivirlos en carne propia, sentirlos, solucionarlos en la medida que nos sea posible.
Entreguémonos a esta sociedad con amor y voluntad para lograr que cada día desaparezca la injusticia en ella. Cuestionémonos acerca de todo esto, si le da sentido a nuestra vida.
Vivamos el presente de nuestra propia realidad. Recuerdo que el año pasado, al recibir la bandera, aseguré con vehemente entusiasmo, que lograríamos, salvando todas las dificultades, llegar a ser los jóvenes que nuestro Colegio sueña que seamos, es decir:
Jóvenes que vibremos intensamente con altos ideales, siempre que éstos sean sinceros, persigan una causa justa y noble, y lleven de base el amor que emana del espíritu evangélico. Jóvenes que, comprometidos sincera y personalmente con nuestros ideales, con entusiasmo y tesón a su conquista, hasta las últimas consecuencias.
Jóvenes convencidos que nuestro interés y colaboración son decisivos para el nivel de eficacia que el Colegio quiere alcanzar en el plano educativo.
Jóvenes, en fin, que escuchemos y aceptemos el llamado a más elevadas realizaciones personales y sociales, que rechacemos de plano la mediocridad y egoísmo estériles, el ventajismo interesado y todo lo que envejece prematuramente a nuestra juventud, que está llamada a cambiar el rumbo del mundo.
Jóvenes que seamos capaces de asumir una actitud dinámica y de constante renovación, para responder evangélicamente, con espíritu sincero y generoso, dejando de lado la comodidad personal, a las necesidades del momento presente.
Jóvenes capaces de desarrollar un sincero sentido de responsabilidad personal, y una actitud de profunda sensibilidad social, como encarnación viva de la actitud de la Iglesia.
Jóvenes capaces de grabar hondamente en nuestros corazones, la necesidad de asumir un compromiso para siempre, fieles al llamado de Cristo a la entrega generosa, sin desmayos.
(...)
Tuvimos posibilidad de adquirir una mayor sensibilidad social, encauzada hacia la construcción de una sociedad en la que el pueblo sea integrado con todos sus derechos de igualdad y libertad, no solo políticos, sino también económicos, culturales y religiosos.
Se nos ha brindado, en fin, la posibilidad de asumir el espíritu Ignaciano, para lograr un desligamiento afectivo de aquellas obras que se juzgue deben ser dejadas, aunque sean antiguas y provechosas, para emprender otras nuevas y tal vez más difíciles.
Esta última frase, que no es mía, sino del Padre General de la Compañía extracta en sí, algo que fue casi obsesión en San Ignacio, y que aparece en casi todas las constituciones que dejó para sus hijos: Nos insta, en definitiva, a asumir la necesidad de adecuarnos a los tiempos y lugares.“
Gabriel era muy diferente en casa, él siempre fue más callado, menos exuberante, pero desde muy chiquito lo atraían todas las manifestaciones artísticas, me acuerdo de las máscaras pseudos africanas que nos fascinaron, de su fase de fotógrafo que hizo decir últimamente a un amigo que si Gabriel hubiese vivido hubiera sido cineasta, sensible al extremo bajo un semblante serio, tenía los ojos más hermosos y expresivos que yo haya visto. Habiendo comenzado su militancia muy joven, apenas 15 años, su sentido de la responsabilidad y su madurez lo habían colocado en posiciones de responsabilidad en el seno de la organización. Cuando comenzamos a crecer, cuando aparecieron los bigotes, los pantalones Oxford, las novias, mi “toca”, los tacos y la “mini”, para afirmarnos dejamos de lado nuestros juegos en común y pasamos a formar parte de nuevos grupos “autónomos”, cada uno de nosotros por nuestro lado.
La ElS (Escuela Industrial Superior) a la que ellos asistían, amplió el grupo de amigos, nuestra casa como siempre los acogía, pero como estos recién llegados no formaban parte de mi grupo, yo no me había dado cuenta de que uno de ellos, , era mi enamorado, tiempo después terminó siendo mi compañero y padre de mi hija Gabriela. Aunque los tres hermanos mayores terminamos militando en la misma organización, el PRT, cada uno ingresó por su lado sin que ninguno de nosotros influyera sobre la decisión de los otros.
Gabriel, el Tordito, que no había sido detenido en la dictadura anterior, cae preso durante el copamiento de Sanidad. Tenía apenas 21 años, nunca más salió en libertad. Murió en la cárcel de Rawson. Las condiciones extremas, el aislamiento (toda la familia estaba exiliada), el hambre y el frío y sobre todo el asesinato de Osvaldo, hicieron que perdiera el contacto con la realidad, él creía que la familia estaba en campos de concentración todo esto lo lleva a la muerte. El Tordito reposa en el cementerio de Rawson donde los compañeros le rinden homenaje todos los 24 de marzo, el 22 de agosto y en el aniversario de su fallecimiento. Al visitar nuevamente su tumba me sorprende encontrar una cruz con un aire totémico con la leyenda “Gabriel De Benedetti, el Tordito, luchó por la patria y su liberación”. Igualmente sobre la lápida una escultura que representa una de las cinco puntas de la estrella del ERP.
Los compañeros me explicaron que tanto la cruz como la escultura fueron colocadas por la gente del lugar y que desde la primavera su tumba siempre está rodeada por margaritas, su flor preferida. Los compañeros me describen a alguien lleno de alegría: ”un cascabel”, organizador de una de las escuelitas de la cárcel, buen compañero, solidario. Para mí sigue siendo mi hermanito menor, el que siempre sabía más que yo y que me mostraba su ejemplo.
/ Su hermana Emma
Todo fue muy vertiginoso. Yo me casé. Adela y Gabriel esperaban un hijo, que resultó ser una hija. En 1978 Osvaldo, el Tordo, fue a parar a la cárcel de Sierra Chica, al pabellón 11, le llamaban el pabellón de la muerte. Gabriel y yo, por entonces, estábamos presos en el pabellón 2 de La Plata, al que también le llamaban pabellón de la muerte. A Osvaldo lo asesinaron en Tucumán inventando una fuga. Y la desgracia no terminaba. Gabriel recibía las cartas de Adela, su compañera, que había logrado llegar a París con la pequeña hija de ambos a cuestas y empezar a estudiar trabajo social. Gabriel estaba en el pabellón 1 de Rawson.
Gabriel era un tipo de lo más templado. No se le conocía ningún decaimiento en su compromiso. Pero la mente humana suele jugar malas pasadas. Los compañeros de pabellón detectaron que empezaba a decir cosas extrañas, quizá por manía persecutoria, quizá por un delirio. Vaya a saber cómo eran los laboratorios para volver locos a los presos. Lo concreto es que un día, cuando sacaban al recreo a los de ese pabellón, Gabriel no salió. No se pudo saber si no lo dejaron salir o él pidió quedarse. Habían pasado menos de dos años de la muerte del Tordo, su hermano mayor. Cuando volvieron del recreo, los compañeros supieron que Gabriel se había quitado la vida. Adela vive en París, trabajó en institutos de salud mental hasta jubilarse el año pasado. La hija que tuvo con Gabriel, Cecilia, vive con su compañero, también en París, y tuvieron a Nina. "
Eduardo Anguita – Tiempo Argentino - 03.06.2014
Ernesto Luis Duarte, éste era su nombre de bautismo, aunque en su casa siempre lo llamaron: "Tito". Su familia, era una como todas, pero donde se vivía con mucho amor. Un amor que no quedaba encerrado en la familia chica, sino que llegaba a muchos: desde la familia grande, con abuelos, tíos, muchos primos ... hasta la familia más amplia de los amigos del barrio. “El Tito" era uno que siempre tenía muchos amigos, por su carácter bueno "de adentro". Siempre escuchaba a todos, y siempre tenía algo positivo para decir. Su casa estaba siempre llena de chicos; de todos los chicos del barrio que no tenían otra casa adonde ir.
En la adolescencia, empezó a tener una especial tendencia a acercarse a quien pasaba alguna necesidad. Lo irritaban las situaciones injustas, y se hizo cada vez más consciente de la pobre situación de la sociedad de ese momento. A medida que pasaron los primeros años de adolescente, empezó a hacerse cada vez más fuerte su "pasión" por no quedarse quieto ante lo que no iba, ante la corrupción, ante lo que consideraba que abría siempre más la brecha entre los que todo tenían y los que no tenían nada y nunca iban a tener nada. Empezó en ese momento a gestarse su vocación política, vocación que de algún modo llevaba en la sangre. Su bisabuelo paterno también había sido un ferviente luchador en las idas y vueltas de la política. Vocación que lo llevaba a enfrentar cualquier situación si él consideraba que ¡ba a fructificar en un mayor bien al "bien común".
Cuando empezó la Universidad empezó toda otra etapa de su vida, de su historia, y también de la historia argentina. Lo empezaron a llamar "el Negro". No se calló más, hasta que lo callaron de golpe. Nunca se hubiese callado por sí mismo, si no lo hubiesen hecho a mansalva. Porque le nacía desde lo más profundo de su corazón el "jugarse" por el que estaba al lado suyo. Siempre. Y en ese momento, jugarse significaba abrir los ojos de muchos otros que no querían mirar, o que miraban para otro lado ante el dolor ajeno. Hoy, a muchos años de ese momento, todavía está vivo en sus amigos su sonrisa firme, su mirada profunda, su amor concreto que muchos todavía no han podido olvidar. Susana (Hermana de Tito)
Mi conocimiento de "Tito" se remonta a 1966-1970; cuando en la Parroquia. San José, de ésta ciudad, y con la dirección de un joven cura vasco, Miguel Elu, tuve que dirigir un grupo de adolescentes de la Acción Católica. Estaban allí varios "niños" que pintaban para "jóvenes", entre ellos, cuatro vecinos de calle Crespo, entre 4 de Enero y Urquiza, y de ellos, uno, muy reservado, educado, casi tímido, pero fiel, amigo, y seguro de sus acciones... lo conocíamos todos como "Tito" Duarte. Pasó el tiempo, nos dispersamos, tiempos bravos, tiempos de dolor, de incomprensión, tiempos confusos... Pasaron muchos días..., hasta que en uno de ellos, por uno de aquellos "adolescentes" ya hombre, me entero: ..."¿te acordás de Tito?, sí, ¿Qué es de la vida de él?, hace muchísimo que no lo veo; lo asesinaron los represores..." Dolor..., preguntas..., cuestionamiento... “...¿y yo, qué hice; dónde estaba? Estudiaba en "la nocturna del Domingo Silva": trabajaba y paraba la olla en casa; no me involucré; miré desde afuera... y este chiquilín proyectándose para Hombre lo dio todo... ¿Cómo no me di cuenta...?” Tito, asumió en sí mismo el mensaje, la "...buena tierra de su corazón, que recibió la siembra de la Palabra...”. ¡¡¡Gracias Tito por tu donación, por tu joven y serena valentía, por tu justo reclamo ante la verdad menospreciada, ante la Justicia amordazada y vendida!!!. Desde la Fe, sé que estarás contemplando a, y viviendo en, La Verdad. Aldo Esteban Ducrano
Compartimos la Adolescencia. La adolescencia es una época singular, sensible, creativa, formadora, de gran movilización. Y así, las relaciones que logramos establecer durante este período, y en particular "la secundaria", son de las que se recuerdan especialmente, por las alegrías y las tristezas, por la intensidad de vivir cada logro y cada caída. La vida me dio la oportunidad de compartir nuestro querido "Comercial" con Tito Duarte y un gran grupo de amigos que aún conservo. Y desde ese enorme recuerdo puedo decir que Tito fue un buen amigo y una hermosa persona desde siempre, mucho antes de asumir su militancia, y que no coincidiéramos en el signo político no modificó el afecto y el concepto de sí mismo que supo inspirar. Sólo puedo agregar que no basta ni es necesario morir para ser un gran tipo, y de hecho, a muchos no les alcanzarán 200 años de vida ni 200 muertes para lograrlo, por eso, deseo de corazón que este momento de merecido recuerdo sirva de reflexión y profundo repudio a la Gran Argentina Injusta que desde el inicio de su historia viene devorando hijos de todos los colores, convirtiendo sueños en frustraciones y pesadillas, y de homenaje a los que no se rinden ni se venden, por mínimo que sea el papel que les toque cumplir en la complejidad de la vida. Roberto Jaume
¿Y qué decir de Bernardo, el Canario, Tito, mi Canta? Cuando en ese nefasto 1° de diciembre del 76 los militares lo secuestran, sabíamos que no volveríamos a verlo. El 21 de diciembre un diario anuncia su muerte en un “enfrentamiento” con los militares el 15 de diciembre, tenía sólo 26 años y lo acribillaron después de dos semanas de tormentos.
¿Cómo hablar de un Hombre Justo? Si tuviera que describirlo en pocas palabras diría que era una persona a la que no le gustaba imponerse. A nivel personal era suave, dulce, fue un hermoso padre para Gabriela, para mí un maravilloso compañero en todos los momentos. La vida más tarde me llevó a otros encuentros pero yo nunca me sentí tan mujer, como al lado suyo. A pesar de las situaciones de gran peligro que compartíamos, su tranquilidad, su paz, hacían que uno se sintiera también en seguridad. Cuando la organización nos planteó la proletarización, nos fuimos a vivir a un barrio obrero. Bernardo comenzó a trabajar en una empresa metalúrgica en Rosario.
Él que como hijo de un reconocido abogado santafesino podía tener una vida fácil, se levantaba a las 4 de la mañana para llegar a las 6 y después de 8 horas de trabajo y habiendo comido sólo unos bocados se iba a militar. Para mí fue la persona que más se acercaba a lo que considerábamos el “hombre nuevo”. Vivíamos modestamente, contábamos solamente con nuestro sueldo de obreros. Cuando nos enteramos de su muerte,que estaba preso y que era un gran amigo suyo me escribió que la pequeña luz de esperanza que tenía se había apagado con lágrimas y que Bernardo había sido la mejor persona que él había conocido.
Bernardo era alto, delgado, muy atlético, con unas mechas rubias indisciplinadas. Recuerdo la cantidad de copas y medallas que había ganado como nadador y cuando había atravesado el Paraná a nado. El se reía y minimizaba los elogios que recibía, su modestia le impedía aceptar esos premios sino con suma humildad. Él había sido uno de los compañeros de mis hermanos en la Escuela Industrial Superior. No puedo dejar de evocar la actitud valiente y solidaria de nuestros padres. Nada hacía suponer que mamá, chiquitita, tímida, siempre a la sombra de su exuberante marido, que había crecido como una de “las chicas del chalet”, atada a las convenciones se convirtiera en una tigresa en el momento de defender a sus hijos.
Papá fue “la figura carismática de los refugiados argentinos en Francia” según lo expresó una amiga después de su muerte. Todos los jueves, durante años, papá y mamá estuvieron frente a la Embajada Argentina exigiendo la aparición con vida de los secuestrados y el castigo a los culpables. El 24 de marzo de 2006, fue la primera vez que la Embajada aceptó recibir a los exiliados y en el acto en que fue recordado el nefasto golpe de estado y los 30 mil desaparecidos, mi familia tuvo el honor de ser elegida en forma unánime para representar al conjunto del exilio argentino, en razón de la solidaridad y la lucha de mis hermanos y mis padres. Mis hermanos y Bernardo me han acompañado paso a paso todos estos años y siempre me digo que la imagen vívida que tengo de ellos no me va a dejar hasta el último momento. A lo largo del tiempo he creído verlos, en un andén del tren, en la calle, he creído escuchar sus voces y sus risas.
/ Emma De Benedetti
Nació en Santa Fe, el 19 de agosto de 1941, siendo la segunda hija de una familia de cinco hijos. El secundario lo inicia en 1955, en el Colegio del Calvario, donde también había hecho la primaria. Ese año en el que, con los bombardeos de junio, se iniciaba la etapa más terrible de la vida política argentina, nosotras, como alumnas de un colegio católico, festejamos el golpe de septiembre, creyéndonos, infantilmente ingenuas, lo de “libertadora”......
Luego, llegó Frondizi, laica o libre, por supuesto éramos “libres”, íbamos a las manifestaciones y nos relacionábamos con los chicos de otros colegios y las más grandes, con los del Esos fueron nuestros primeros acercamientos al mundo de la política, pero, en nuestra vida cotidiana lo que contaba eran las alegrías y travesuras juveniles en las que, Monina, era siempre activa participante.
Monina era rubia, baja, más bien gordita, simpática, alegre, excelente alumna, aunque nunca fue abanderada ni escolta, porque la competencia por una nota le era algo completamente ajeno, solidaria, de carácter fuerte, inclaudicable en sus ideas. Desde muy joven vivió sus relaciones como hija, hermana, amiga con intensidad y cuidado. Proyectando posteriormente esta vivencia en su visión comunitaria y participativa de la vida.
También colaboró activamente en los Institutos del Colegio de Abogados, donde había pocas mujeres abogadas y su simpatía y dedicación tenían encantados a los solemnes directivos. Fue una de las primeras integrantes de la Asociación de Abogados. Esta Asociación surge a fines de los ‘60, con el fin de defender a los presos políticos de la dictadura.
“Todas las semanas se juntaban en alguna casa y se charlaba de política, entre mates, asado y algún vino en damajuana. No siempre las charlas eran pacíficas, el origen de cada uno daba para que la discusión a veces los encontrara enfervorizados hasta las 4 de la mañana. Pero eso sí, al que estaba detenido no se le preguntaba por sus ideas políticas. SÓLO SE LO DEFENDÍA.”
Testimonio de Laura De Greef. “ Libro Homenaje Derecho”
Pero no todo era estudio, política y militancia, a la Moni le encantaba viajar, sobre todo a dedo, de mochilera, así fue como en nacimiento de su primer sobrina y ahijada, allá por el '65, la encontró en Tucumán, y allí festejó el acontecimiento con las amigas. Descubridora incansable de gentes y paisajes recorrió la Argentina y países vecinos, adentrándose y compartiendo la vida y la cultura de otras regiones. También le apasionaban la playa y el voley, que jugaba en Regatas, pero, a veces esas dos actividades se juntaban en las arenas de Guadalupe.
Era muy generosa y bastante austera consigo misma, tenía poca ropa, aunque de calidad, siempre vestía mocasines, pollera gris y blazer azul, en verano chemises, cuando cobraba algunos pesos siempre compraba algo para su familia, especialmente para su mamá, Irma, por quien sentía una gran ternura, a través de ella se hermanó con el destino de las mujeres postergadas de esa generación.
En el 68 el Centro de Estudiantes de la Católica, el MEUC, inicia una huelga de hambre en apoyo a diversos reclamos estudiantiles, fundamentalmente el aumento de los aranceles. Ella se sumó y estuvo con el grupo con el que tiempo después se formaría el grupo inicial de Montoneros en Santa Fe.
El tema de la legitimidad del recurso a la violencia era un problema que se venía discutiendo en la Católica desde un tiempo antes, en cátedras y asambleas, acerca del derecho de resistencia a la opresión, sobre “la violencia injusta de los opresores y la justa violencia de los oprimidos que se ven obligados a recurrir a ella para lograr su liberación”.
En la siesta santafesina, una de esas en que el calor agobia e invita al mate y la larga charla con los amigos, reunión en la cocina, Monina dice: “Mi vida va a cambiar, no soporto más algunas injusticias; creo que no alcanza con las denuncias y las marchas; no alcanza con la lucha reivindicativa; es un desgaste grande y todo sigue igual... “
Después de eso, aparecía poco por Tribunales, se retiraba de las reuniones sin hacerse notar, pedía que “cubriéramos” sus ausencias de asados y fiestas del Colegio, con diversos pretextos. Cuando el asalto al Hospital Italiano de Santa Fe, es detenida por algunas horas, igual que otros abogados de la Asociación. En febrero de 1971 se fue de Santa Fe. Había ocurrido un allanamiento en una quinta de Arroyo Aguiar, donde fueron detenidos algunos compañeros. A los pocos días, Monina, pretextando una beca en Chile, sale de la ciudad.
En carta a una amiga, con su letra, grande, gorda y clara, explicaba su decisión diciendo;
“hay cosas que a veces no conviene decir a nadie. No es porque queramos cuidarnos el cuero nosotros, todo el día lo tenemos expuesto, es por ustedes....... te extraño y extraño el voley y las charlas, tu casa....(los amigos)....es tan débil nuestra existencia que el amor es como alargar un poco la cosa. Nuestra vida es simple, vivimos pobremente y luchamos todo el día hasta morir por lo que estamos convencidos..... Nuestra entrega es total, hasta la muerte, estamos definitivamente por los pobres, explotados, por los que sufren. Nuestras vidas están por ellos en este proceso de liberación nacional...”
La lucidez y la coherencia de vida fueron una característica que mantuvo hasta el final, cuando decidió volver a las filas de Montoneros, sabiendo de los riesgos inminentes por el nivel de exposición que tendría al reingresar desde el trabajo de base. No obstante, tomó la decisión y se despidió de otros compañeros que no compartíamos el retorno a Montoneros, ella dijo que no podía volver atrás, que su lugar era el del pueblo peronista.
Meses después de la muerte de su compañero en las sierras de Córdoba, ella pasó por Santa Fe, contó a sus íntimas los terribles días vividos entonces, sola, enferma con neumonía, enterándose de su muerte por radio y esperando que vinieran a buscarla. Entonces, alguien inspirado en un relato de Monina acerca de la clandestinidad, que les exigía vivir un día en un lugar y al siguiente en otro y en otro, escribió un poema-canción que le gustó mucho y del que se pudieron reconstruir algunas estrofas:
"Yo que tuve el hogar que tuve
el lugar es lo de menos
allí donde vos andabas
iba mi hogar compañero.
Mi hogar fueron tus dos brazos,
puerta, caminos y cielo
y un par de miradas claras
y el corazón en el centro
Mi hogar fueron tus dos brazos
descubridor de tormentas
Adonde andarán tus brazos
abrazando el mundo entero
le das un hogar a tantos
mi negrito compañero “
En el 73 volvió a Santa Fe y pasó la Navidad con su familia y amigos. Seguía instalada en Córdoba, dónde trabajaba profesionalmente en Derecho Laboral, relacionada a los sindicatos. En agosto del 74, durante un viaje a Córdoba, se encuentra por última vez con sus amigas santafesinas. “Fuimos a las sierras-dicen- y nos comentó que volvía a las filas de Montoneros, que era la única organización que podía tener peso en la coyuntura, que la “derechización” era un hecho y ningún otro grupo organizado podía oponerse eficazmente. Todo lo que argumentamos para disuadirla fue inútil”.
Luego vinieron noticias aisladas, hasta un día de abril del "76 en que en forma confusa se supo que estaba desaparecida. Los testimonios de sus compañeros de prisión, que la conocían además como “la Gringa” o “la Petiza”, “la Gorda” o “la Gorda Sabino Navarro”, hablan elocuentemente de su grandeza de alma. Dice una sobreviviente de La Perla: “Estuvo secuestrada en La Perla hasta febrero de 1977, cuando la fusilaron, junto a otras dos personas. Esa semana llevaban para fusilar a tres personas por día, para que “alcanzaran para todos los oficiales de la nueva promoción”, dijeron. Antes de llegar a ese momento quiero recordar algunas cosas sobre cómo vivió ella adentro: era plenamente consciente que el destino planificado para los secuestrados era la muerte. Tuvo una actitud muy humana en el sentido más pleno de la palabra. Ayudó a todos los que pudo a que estuvieran mejor, levantando el ánimo, retando a quienes decaían, abrazando, mimando cuando podía. Era muy prolija con su imagen: cada mañana, con la venda puesta, se peinaba, arreglaba lo mejor que podía y quedaba así, sentadita, erguida todo el día. Cuando por debajo de la venda una vez vio a una amiga acostada en la colchoneta, hecha un ovillo, le susurró * así no, derechita y bien arreglada para no perder la moral y demostrar que seguimos fuertes”.
Adentro, lideró un intento de organización y resistencia, en condiciones casi imposibles por la venda, la inmovilidad, el traslado continuo de gente. Pensaba mucho en la gente que estaba viva afuera, militando, y que iba a ser secuestrada. Quería evitarlo desesperadamente. Dijo: “las caídas no son aritméticas, son geométricas, en poco tiempo van a caer todos por la cita o contactos, hay que hacer algo”. Pensaba que la única manera en que la gente se salvara del secuestro era que cada uno se dispersara y cortara todo contacto organizativo, hasta que las condiciones cambiaran. Trató de convencer a los militares de que la organización era mucho más fuerte de lo que era, que era imposible que lograran secuestrar a todos, para que intentaran otros métodos, pero estaba convencida de que en poco tiempo todos caerían si nada se modificaba afuera. Los militares le propusieron dar una conferencia de prensa. Ella pensaba aceptar pero no en los términos de los militares sino en los suyos: decirle a la gente que debían dispersarse en esa etapa para que así se salvaran del secuestro y la muerte. Nunca pensó en salvarse a sí misma sino que era un intento desesperado de que afuera hubiera una reflexión y la gente rompiera contactos organizativos. Sí, quería incluir a militantes de bajo nivel en la conferencia, “perejiles” para tratar de protegerlos. En un momento los militares se convencieron de que no necesitaban desmoralizar políticamente pues les sobraban fuerzas para secuestrar y matar a todos los militantes organizados, que era mejor que siguieran así, contactados, para poder localizarlos. Decidieron no hacer la conferencia de prensa.
Fue un intento desesperado. Pero lo peor es que afuera no hubo reflexión. Adentro, los militares sí se dieron cuenta de que ella intentaba manipularlos dando una imagen de la organización más fuerte de lo que era, para hacerlos cambiar de “método” y dar tiempo a que “afuera” se dieran cuenta de lo que estaba pasando. Tenía mucha ternura por los jóvenes secuestrados, por los militantes “perejiles” .. ella decía... “yo ya no quiero vivir habiendo visto a tantos chicos perejiles morir”. Adentro no se perdía en disquisiciones ni frases hechas, solo pensaba en la gente, la gente que sufría adentro y la gente que todavía estaba afuera. Era su principal preocupación. Ayudó a todos los que pudo, no perdió la sonrisa, ni el humor, ni la ironía, ni la ternura, ni la fuerza, ni la humanidad. Una vez la llamaron en medio de un traslado para fusilar, y luego le dijeron que era una broma. Le preguntaron cómo se sentía. Ella dijo “soy un ser humano, cómo te sentirías vos en mi lugar? ...esto que vivo desde hace tanto no se lo deseo ni a mi peor enemigo”.
El día que se la llevaron lo intuía. Después de comer solía dormir un ratito. Ese día una amiga le preguntó: “vas a dormir?” Contestó “No, hoy me vienen a buscar y quiero aprovechar las últimas horas de vida que me quedan, para pensar”. Además dijo “Nena, te van a venir a ver después de que me maten para regodearse con tu llanto, por favor no llores, no les des el gusto”. Ante su fusilamiento expresó una vez más su dimensión política, al decir al jefe del pelotón de fusilamiento: “en Ud. me despido de toda la humanidad”.
/ Testimonio de los amigos y amigas de Monina.
Los responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa «Menéndez III» La Perla
El Concejo Deliberante de la Municipalidad de Las Varillas, incorporó su imágen junto a los varillenses detenidos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar en el “Mural Mujeres y Hombres de Nuestra Historia” (Res. Nº 5/2020) que está en su recinto.
Su memoria fue recordada en Casilda por el Colectivo Nacional de ex presos políticos y la Juventud Peronista, quienes colocaron una placa en 2017
En los años del colegio sus amistades fueron compañeros que ejercieron un compromiso por lo social. Muchos son los nombres que vienen a mi memoria, y muchos son también los que ya no están, que -como Fernando- dieron la vida por un ideal; y que disfrutaron una amistad de jóvenes comprometidos con la realidad de la época. Fue alumno de la promoción '69, junto al y , vivió con otros compañeros, entre ellos el , también de la Inmaculada, que murió al detonar un explosivo en su casa. Fernando estuvo detenido dos días y salió.
En su adolescencia estuvo muy cerca del sacerdote , con el cual comenzó su trabajo en los barrios. Mis padres, muy allegados a muchos curas que en aquellos años acentuaban el compromiso del hombre con lo social, iban viendo cómo su hijo se comprometía en un trabajo por los más necesitados. Su inclinación por la carrera de medicina siempre la sintió como una profesión para ayudar a los más desprotegidos.
Mis padres eran muy creyentes, siempre estuvieron vinculados con el proceso en que la Argentina iba cambiando. Ellos trabajaban mucho dentro de la Iglesia en un ambiente de trabajo social, no de pacatería, estuvieron en varias parroquias cerca de Catena, de Trucco, se acercaron a una Iglesia bastante renovadora, estuvieron cerca de los . Se preguntaron siempre si no habían sido ellos los que «pusieron la semilla» en Fernando. A medida que iba creciendo tuvieron encontronazos, porque era más rebelde y frontal en sus ideas. Pero lo suyo era inevitable, porque era un tipo muy generoso, muy lúcido y era imposible que no participara en la vida política del momento para modificar una realidad inaceptable.
En los años '70 llegó a su vida , una adolescente llena de alegría dueña de una sonrisa inolvidable, con la que formó pareja inseparable. Ella dejó la carrera de psicología en Rosario para radicarse en Córdoba junto a él, a pesar de tener grandes peleas con sus padres. Ella y su hermano se jugaron y tuvieron una vida muy arriesgada. Fernando y María Raquel estuvieron cuatro años de novios y se casaron cuando ya vivían en Córdoba. Alrededor de enero de 1974, Catena los uniría en matrimonio.
“Conocí a Gabriel en 1971. Llegaba para ponerse al frente de la organización en Buenos Aires, tenía apenas un año más que yo. Ninguno de los dos llegaba a los 20. Fuimos con otro compañero a vivir a un barrio obrero en San Martín y allí estuvimos hasta el 25 de mayo de 1973, cuando salieron los presos de la dictadura. Entre ellos, el) y también Adela, la compañera de Gabriel. Fue entonces que Adela se quedó a vivir en la casita de San Martín y yo me mudé a La Rioja y Alsina, en Once, a pocos metros de la sede de la UOM.
Su memoria es recordada en la mediante una placa y Baldosas por la memoria en la vereda del establecimiento
Tito inició su militancia política en el Movimiento de Acción Secundario (MAS) en 1972 cuando cursaba 5to año del Comercial, tiempo de la lucha por el , el “” y el Luche y Vuelve. Ingresando a la Facultad de Ciencias Económicas fue actor importante de la transformación del en JUP, la política de reconstrucción universitaria, la participación en el centro de estudiantes. Siendo cursante de 2do año encabezó la Lista Azul y Blanca que obtuvo un contundente triunfo en la elección de Centro y fue a partir de allí el responsable de su agrupación de facultad. Un año después era ya un dirigente perseguido por la derecha que empezaba a asaltar las universidades, por ello la emigración obligada hacia Rosario, donde fue asesinado el 25 de junio de 1976 en Rosario junto a , en la vereda de un bar donde estaban reunidos, a la edad de 23 años.
Su memoria es recordada en placas colectivas en la y en la ”
Papá, con su vida cómoda y sus convicciones radicales, tampoco dejaba presagiar que iba a convertirse en un gran defensor de las ideas de sus hijos. Durante los años “crueles”, los dos siguieron incansablemente a sus hijos por todas las cárceles, en condiciones difíciles, de gran peligro, abandonando completamente su vida personal. A Miguel, nuestro hermanito, nacido cuando nosotros teníamos 14 (),12 (yo) y 10 años (Gabriel), la represión le robó su infancia y su adolescencia. Desde chico, sus salidas estaban siempre ligadas a nuestros hermanos presos, que conoció esencialmente detrás de las rejas. Una vez me dijo, que con lo poco que él había disfrutado de ellos, le había tocado sufrir toda su vida. Después del asesinato de Bernardo, y dado el peligro de muerte que corríamos todos, la familia se exilió en Europa. Mis padres continuaron incansablemente pidiendo por la libertad de sus hijos encarcelados y por el conjunto de presos políticos.
Su memoria es recordada en la mediante una placa y Baldosas por la memoria en la vereda del establecimiento
Los responsables del secuestro y asesinato de Bernardo Depetris fueron juzgados y condenados en la
Lo más importante que nos ocurrió en esos años del secundario fue que nombraran Capellán al un hombre extraordinario, que nos enseñó el verdadero sentido del cristianismo: la justicia. Con él comprendimos lo absurdo de esa “caridad” de dar lo que nos sobraba, entendimos que eso del amor al prójimo significaba luchar por la dignidad de todos, él nos hablaba de la gente de la villa, de sus necesidades, de sus ilusiones, de sus esperanzas y desesperanzas. Nos llevó a conocer realidades que nos eran ajenas, nos enseñó a pensar, a reflexionar, a cantar, a disfrutar de la alegría de las cosas simples. Con él fuimos de campamento a Córdoba, y nos divertlamos mucho, escalábamos (el Champaquí), y cantábamos por las noches junto al fuego.
Monina ingresó a la Facultad de Derecho de la , en 1960 y egresó en 1965. .En la Universidad siguió siendo muy buena alumna. Su certificado de estudios muestra “sobresaliente” en muchas materias y un promedio general más que bueno. El “tomarse la vida en serio” incluyó, sin duda para ella, su capacidad de goce, su incisivo humor su fundamental alegría por lo grande y lo pequeño, sus enojos y sus rebeldías. Cuando se trataba de oponerse a alguna injusticia, siempre Monina estaba en primera línea, ya desde la época de estudiante, tanto en el secundario como en la universidad. Era alguien de una extraordinaria integridad, muy querida y respetada por su bondad y coherencia. En esa época fue presidenta de la Acción Católica Universitaria (J.U.C.) y trabajaba en el centro de Estudiantes de Derecho, en cuya revista colaboraba.
En la Católica, buscábamos la guía espiritual de sacerdotes como Leyendecker, Tavito Vietti, , el o el Gordo Aguirre, reconocidos por sus méritos intelectuales y personales. Cuando se recibió, fue de las fundadoras de la Agrupación de Egresados, ya en 1967, cuando comenzaba una etapa de gran activismo social y estudiantil. En ese momento, organizó con otros compañeros de promoción un estudio en Santo Tomé, pero poco después se instala en Santa Fe. Se dedicó al Derecho Laboral, siempre en defensa de los derechos de los trabajadores, y se ofrece para colaborar como abogada voluntaria en la CGT. En las largas horas de guardia en la CGT (planes de lucha de los '60) se organizaban Campeonatos de Truco, que Monina disputaba a los “muchachos” de Penissi.
Lucas Lanusse, en su libro “Montoneros, el mito de los 12 fundadores, al que pertenecen la cita anterior, dice que la resolución de formar la organización se toma en un campamento en Cavalango, Córdoba. Sin embargo, las amigas de Monina, recuerdan un campamento en Fortín Olmos, donde trabajó un mes junto a , del que regresa cambiada.
Su práctica política en los barrios de obreros de Córdoba (fundamentalmente los mecánicos ligados a la industria automotriz) la hizo desarrollar una conciencia de clase que, junto con su compañero, , habían profundizado en las discusiones internas de . Debido a esto, con la muerte del Negro, la responsabilidad político-militar de la columna es asumida por Monina (Teresa), que no comparte las decisiones tomadas en la organización desde cúpulas alejadas de la realidad política de los trabajadores concretos, que lideraban las luchas. La convicción de Monina hizo que liderara, en coincidencia con el proceso de discusión de compañeros presos, la constitución de la Columna Montoneros José Sabino Navarro en pleno 73, escisión política de la organización que anticipó un debate sobre la articulación de las luchas populares y las organizaciones armadas.
Su memoria es recordada en una placa colectiva en la
El 27 de agosto de 2010 en un acto organizado de manera conjunta por la Secretaría de Derechos Humanos de Córdoba, la , se descubrió una placa que dice: “Los que viven en la memoria del pueblo jamás desaparecerán… seguimos luchando por construir el país que soñaron”
Joselo era el mayor de 3 hermanos, hijo de una familia de trabajadores, ya que mi padre era obrero en SanCor y mi madre tenía una pequeña mercería, para ayudar a mantener la familia. Nació en San Justo un 6 de Junio de 1956 comenzó la primaria en la Escuela N° 415, y a partir de 5° grado en el Colegio Urbano de Iriondo del Niño Jesús, donde terminó la primaria, el secundario lo hizo completo en la Escuela Normal Superior República de México, terminando con el título de Bachiller con Orientación Pedagógica.
Excelente alumno, nunca le quedaron materias para rendir. Siempre se destacó en él su gran generosidad y su carisma para llegar a la gente, fue líder innato en sus grupos y muy querido por todos, con vocación para ayudar a los que más necesitaban o más necesidades padecían, y esto queda demostrado en el afecto que todavía me hacen, a pesar del tiempo, todos los que lo conocían o compartieron con él algún momento. Y cada vez que se reúnen sus compañeros de secundaria, lo recuerdan, lo visitan y dejan siempre un gran afecto.
Practicó futbol, jugando en las divisiones inferiores del Club Colón de San Justo, y terminó jugando en la reserva del club, ya que después se fue a estudiar a Santa Fe, Ingeniería en Construcción; los baile, si que le gustaban, todos los fines de semana salían con su grupo de escuela, y recorrían todas las localidades vecinas y por supuesto no se perdían los bailes en San justo o en esos momento “las Confiterías” (La Casona, Papagayo) de nuestra ciudad. También tuvo novias , ya que tenía buena pinta y muy agradable para entablar amistades. Las peñas también le gustaban, había estudiado folklore y era Profesor, zapateaba muy bien.
Fue muy afectuoso, tanto con mis padres como con nosotros, los hermanos más chicos, siempre trató de protegernos y ayudarnos, a tal punto, que una noche cuando él tenía 14 años y yo 12, fuimos a casa de unos amigos y volvimos como a la 5 de la madrugada, mi padre muy disgustado no nos dejó ir a dormir, y nos mandó acarrear tierra con una carretilla, como yo era más chico, estaba con mucho sueño y cansado, entonces él me dejó durmiendo en el lugar y acarreó toda la tierra. Con esta pequeña anécdota quiero destacar su generosidad, su amor y su sacrificio por los demás, no le interesaba dar todo de sí para el bien del otro. También esa fuerte personalidad y gran compromiso con sus ideales, con su familia, con sus amigos, y la gran vocación de servicio, que lo llevó hasta dar su vida para mantenerlos. Quince días antes de su caída, habían ido a visitarlo sus padres y hermanos, y cuando se despidieron, abrazó fuerte a su hermano y le dijo, ”tal vez es la última vez, que nos veamos” pero no le digas nada a los papis, lo trató de convencer de que regresara, pero no hubo caso.
/ Alberto (Manito)
Conocí a Joselo en la casa que el Colegio Mayor Universitario había regenteado a principios de la década del 70 en calle 9 de Julio al 2700 pero que para entonces -año 1976- era administrada por nosotros. Había llegado de su ciudad natal - San Justo- para estudiar Ingeniería en la UTN, tiempos en que los jóvenes nos involucrábamos en política para lograr una sociedad mas justa. Hijo de laburante y ama de casa, tenía un hermano y una hermana menor a quienes quería entrañablemente. Se incorporó a su llegada rápidamente a la militancia integrando la JUP de la UTN y participando activamente de los hechos políticos de entonces. Era un tipo bárbaro, siempre de buen ánimo y con ganas de hacer, arrebatado a veces.
El año 1976 venia duro, golpeados por la detención y asesinato de varios compañeros, el golpe en marzo de los milicos, aseguraban aun más dureza para la militancia, no eran tiempos de esquivarle al compromiso. Ahí estuvo el 1 de Mayo en un acto relámpago que se hizo en calle Santiago y las vías de calle San Luís dando muestras de que la nueva resistencia peronista no le iba a ceder fácilmente la calle y los espacios de lucha a los milicos asesinos. Lo detienen en la retirada cuando intentaba alejarse del lugar a bordo de un colectivo de línea, resiste pero es apresado, lo llevan a la Comisaría 3ra (Balcarce y Lavalle); allá nos vamos turnando los compañeros para llevarle la comida y otras necesidades. Pasa luego a la Guardia de Infantería Reforzada y es dejado en libertad por el mes de septiembre u octubre.
Recuerdo que festejando su libertad, la familia organizó en San Justo un gran asado con cuero donde compañeros y familia pudimos compartir esa alegría junto a él. A los días, de regreso a Santa Fe, con la clara convicción de que su compromiso con la causa la llevaría hasta las últimas consecuencias, se encuadra nuevamente en la Organización Montoneros, una Organización que ya le pesaban las bajas que venía sufriendo producto de la ofensiva del Ejército organizado en patotas. Desde entonces lo pude ver y compartir momentos de a cuenta gotas.
Murió el 24 de marzo de 1977, a la madrugada del primer año del golpe, luego de resistir en su casa de Guadalupe (Javier de la Rosa al Oeste de las vías), junto a las compañeras Silvia Wollert y Norma Meurzet, un ataque del Ejército. Ha sido un tipo bárbaro con el cual me unía un afecto de hermano y hoy/siempre lo recuerdo -a pesar de su juventud- con el coraje de haber entregado su vida por una lucha que asumía como justa, con un objetivo noble de lograr la Patria justa, libre y soberana. Sé que andará diciendo por ahí, ¡LIBRES O MUERTOS, JAMAS ESCLAVOS! ¡VIVA LA PATRIA!
/ El Pato, compañero y amigo
Su memoria es recordada en una placa colectiva en la Universidad Tecnológica Nacional-Regional Santa Fe y por la Municipalidad de San Justo en oportunidad de crearse el Espacio de la Memoria el 24 de marzo de 2015
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada Santa Fe
Evocar al Goyo es convocar su risa amplia, sus ojos claros, su mirada penetrante y atenta, su expresión de persona decidida por donde se cuela sin embargo la calidez y la ternura. Cordobés nacido en Ucacha y crecido en Isla Verde, de familia de vascos acostumbrados a trajinar en las pesadas tareas del tambo, llega a Santa Fe con su título de maestro bajo el brazo para estudiar en la facultad de Ingeniería Química, donde comienza su práctica política en el peronismo estudiantil, militancia que ya no abandonará. Lo incorporamos a nuestra familia como novio de mi hermana Alejandra y rápidamente obtiene en ella su propio espacio, conquistado con su personalidad sencilla, su carácter afable y su indiscutible condición de buena persona.
Aprende el oficio de serigrafista, emprendimiento con el que se gana la vida, y, poco tiempo después de su casamiento, en 1972, ambos son detenidos y retenidos en diferentes cárceles. Paradojalmente, mi conocimiento de Goyo a partir de entonces se profundiza y el afecto crece a la par. Las largas visitas a la cárcel de Coronda, permitidas en aquél primer año de la dictadura de Lanusse, enmarcaron el tiempo en el que nos transmite y explicita el proyecto de vida elegido, en cuya viabilidad confiaba fuertemente. La solidaridad de los compañeros y los familiares hacía de aquél patio de visitas un lugar extrañamente acogedor. Recuerdo aún hoy con admiración la serenidad con la que enfrentaba su encierro, utilizando, cuando la ocasión lo permitía, el ingenio y la creatividad para procurar que aún la cárcel fuera un espacio de lucha, lográndolo a veces con sorprendentes “piezas literarias” elaboradas en la imprenta del penal en que trabajaba. Fue para mí un tiempo de asombro y aprendizaje que duró hasta su traslado a la distante cárcel de Rawson, donde las condiciones de detención y comunicación se endurecieron radicalmente. Retornada temporariamente la democracia y disuelta su pareja con mi hermana, sólo volvimos a vernos unas pocas veces, pero siempre con renovado afecto. La noticia de su muerte en Formosa fue un duro golpe y el anticipo de los tiempos aciagos de la dictadura por venir. Su entrega desinteresada a la construcción de una sociedad más justa, sin explotadores ni explotados, la firmeza de sus convicciones y su temple en la prosecución del camino emprendido son parte del ejemplo que nos ha dejado, por el que siempre lo recordaremos. Recuperar para suelo amigo sus restos seguramente arrojados a alguna fosa común, es una deuda que aún no hemos saldado.
/ Clarisa Niklison
“Goyo” fue parte del primer grupo de militantes de Ateneo que decidió trascender la militancia universitaria tomando una opción política, crearon el “Movimiento Peronista de Liberación” (nombre importante para un grupo en ciernes) junto a Coty, el Flaco, Fredy Ernst y Carlos Legaz. Luego seguiría la formación de la agrupación Peronismo de Base y progresivamente la formación de Montoneros en Santa Fe.
Su memoria es recordada por una placa colectiva colocada en el Octógono de la Facultad de Ingeniería Química de Santa Fe en 1996.
Nacido en Rosario un 12 de septiembre de 1948. Fue alumno del Instituto Politécnico de Rosario y luego de Ingeniería Química en Santa Fe, donde inició su militancia en Ateneo junto a muchos compañeros con los que se integró a la organización Montoneros, en la que fue oficial.
En tiempos de represión debió continuar su militancia en forma clandestina a Rosario, donde hizo pareja con Mabel Demarchi, la “Colo”. En su Rosario natal le decían Gordo. En su adolescencia jugó rugby en el Club Logaritmo.
Un ex compañero, Roberto, lo recordó: “Aún lo veo... inmenso, con la camiseta granate de Loga”, Cursó el secundario en el Politécnico, colegio que lo homenajeó en 2010 junto a otros estudiantes desaparecidos. “Le decíamos Hetito. Tuvo problemas en la cervical por jugar al rugby, pero nada serio. Era lo más hermoso y cariñoso del mundo. Se preocupaba por los que menos tenían, como su papá que era socialista y como yo, que trabajé como maestra en La Forestal”, dijo su tía abuela, Delia Larrosa, de 91 años.
Seguido por la Inteligencia militar
En archivos desclasificados por el Archivo Provincial de la Memoria de Santa Fe, se pudo saber que en agosto de 1970 se remite un documento al Jefe de Escuadrón 27 “Punta de Vacas”, de la Gendarmería Nacional Argentina, provincia de Mendoza, que informaba sobre la “organización, funcionamiento y características de célula peronista y comunista que operan en Santa Fe”, denominado “Planilla Sintética Nominal de Activistas de Santa Fe”, donde indicaba que “Las bases de operaciones se encuentran fundamentalmente en la Facultad de Ingeniería Química”.
En esa nómina había 18 militantes de Ateneo de la FIQ que fueron asesinadas en los años posteriores: Raúl Bracco, Oscar Aguirre Haus, Fred Mario Ernst, Fernando Belizán, Eduardo González Paz, Héctor Larrosa, Juan Carlos Meneses, Luis Alberto Barber Caixal, Carlos Bosso, Juan Carlos Chiocarello, Domingo Del Rosso, Stela Maris Hildbrand, Sonia Kindrasiuk, Mario Nívoli, Roberto Pirles, Alfredo González, Raúl Yäger y Roberto Turelli.
Fue secuestrado y desaparecido en junio de 1977 y fue visto con vida en el CCD La Calamita.
Secuestrado en “LA CALAMITA”
Ese predio de campo en la jurisdicción de Granadero Baigorria, con una vivienda, un galpón y otras construcciones menores, funcionó como centro clandestino de detención y torturas. En 1976, fue dado en alquiler por parte de sus propietarios a los directivos del Club Rosario Central, Antonio Rodenas y Natalio Wainstein y estos, debido a su contacto con el coronel Juvenal Pozzi, se lo cedieron al 2° Cuerpo del Ejército. El represor “arrepentido” Gustavo Bueno planteaba que el lugar estuvo en manos de miembros del destacamento de Inteligencia Militar 121, dirigido por el coronel Pascual Guerrieri, la parte exterior estaba cuidada por Gendarmería.
Desde fines de mayo a principios de junio del 78 se realizaron traslados de los detenidos a través de vuelos que salían del aeropuerto de Fisherton. Desde comienzos de 1984 comenzaron a aparecer denuncias que fueron entregadas a la justicia y desaparecieron con el robo a Tribunales de Rosario el 8 de octubre de 1984. Con participación popular, ante el anuncio de la venta del predio en abril de 2001, nació la Comisión por la Memoria y Contra la Impunidad integrada por numerosas organizaciones comunitarias, barriales, trabajadores de prensa y de la educación, artistas populares.
En un largo proceso que aún no ha terminado, se obtuvo que en 2003 el Concejo Municipal de Baigorria declarara de utilidad pública y sujeto a expropiación el predio de La Calamita a fin de que funcione en ese lugar el Museo de la Memoria de Granadero Baigorria. En noviembre de 2003 la legislatura provincial sancionó la ley 12.192 de expropiación, que por sucesivas modificaciones reitero en 2015, sin que a marzo del 2021 se haya logrado la donación parcial requerida
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en el octogono de FIQ en 2006.
El Politécnico recordó a sus ex alumnos desaparecidos en la dictadura. Un acto realizado por autoridades y Centro de Estudiantes, se proyectó un video realizado por estudiantes y personal del Instituto que rescataron de los archivos fotos y documentación del paso dentro del "Poli" de alumnos que están desaparecidos. Culmino en el Aula 02 (que paso a llamarse “Aula de la Memoria”) con una placa recordatoria que lleva el nombre de todos los ex alumnos desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado.
El Club Logaritmo realizó un homenaje a los jugadores desaparecidos en los´70, entre ellos Héctor Larrosa y Luis Alberto Barber Caixal.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Guerrieri III
Era oriundo de Paso de los Libres (Corrientes), vino a Santa Fe para estudiar arquitectura en la Universidad Católica. Sus padres Doña Lila y Don Moncho, eran personas maravillosas, estuvimos muchas veces en la casa, Ricardo, Caty, mi compañera y yo. Daba gusto estar con ellos. Hicimos una fuerte amistad. Cursó sus estudios en el esc n°93 Gral San Martín y el ciclo secundario en Esc Normal "Valentín Virasoro".
Ricardo era un muchacho muy querido por sus amigos, inteligente, correcto, amable, se destacó como estudiante. Lo recordamos siempre con su simpatía, sus modales y modismos correntinos, su alegría, su empedernido optimismo, en fin, siempre en la primera línea de trabajo. Sus amigos cuentan que era extrovertido y un excelente estudiante, siempre encontraba la ocasión para expresar sus convicciones. En la Facultad participó activamente de la vida universitaria y formó parte del conjunto de jóvenes que preocupados por los problemas sociales, empiezan a pensar que la solución a la situación estructuralmente injusta de la sociedad capitalista, sólo podría ser superada por la revolución.
En la Católica fueron muchos los estudiantes que se incorporaron a las distintas organizaciones revolucionarias de la época. Ricardo era un muchacho comprometido políticamente desde el '68 o antes. Como en arquitectura de la Católica no pasaba nada, él iba a las asambleas de la UNL, muchas veces con su hermano Jorge. Cuando se dio la posibilidad de fundar el Centro de Estudiantes de Arquitectura de la Católica, fue uno de los impulsores de la lista que ganó (que me honró con la presidencia). A partir de allí —año 69- los procesos se aceleraron en el país y en la facultad. Cuando el PRT comienza a trabajar en Santa Fe, de inmediato Ricardo se contacta y como era habitual se fue raleando de la facultad, ya al borde de recibirse.
Vivía en la calle Catamarca pasando Av. Freyre (3600 y pico creo). Su casa era centro de reunión tanto política como de diversión, aunque lentamente se fue adaptando a la modalidad operativa. Yo me incorporé también a la militancia del PRT, y al poco tiempo me trasladé a la casa de calle Catamarca. Año '70, hasta que Ricardo se casa con Caty Benassi, en el 70 o comienzos del 71, si mal no recuerdo y se traslada a Marcial Candioti. Ya recibido de arquitecto instalamos un estudio en calle Crespo al 28 y pico —yo no estaba recibido- trabajábamos y militábamos. Cuando me detienen en noviembre del 74 se va a Rosario donde permanece hasta que lo matan.
Mirado con el tiempo, uno valora el sentido políticamente amplio, no dogmático de Ricardo, su aporte permanente en reuniones, en los barrios, en fin, era su manera de ser. Con él desarrollamos el loteo de Barranquitas Oeste (confrontando todo el barrio con el intendente del onganiato). Esa experiencia creó relaciones hermosas, que pude comprobar que perduran, que lo tienen presente. Y en medio de ellas, el recuerdo de ese gran tipo que fue Ricardo.
Su tumba en Paso de los Libres, tiene siempre flores, es un lugar donde mucha gente hace pedidos y promesas, fieles a su cultura correntina.
Luego de permanecer secuestrado en el centro clandestino “La Calamita” fue asesinado junto a 9 compañeros y compañeras en Granadero Baigorria en la masacre de «Las verbenas y 9 de julio» el 23 de junio de 1977. Su esposa, María Catalina Benassi , fue secuestrada en el marco del Operativo Cóndor el 29 de setiembre de 1978 en el aeropuerto de Montevideo, permaneciendo desaparecida.
En 2019, a 42 años de lo ocurrido, el Espacio por la Memoria, la Verdad y la Justicia del Cordón Industrial, junto a Documenta Baigorria, realizaron un homenaje a las víctimas de la “Masacre de Las Verbenas y 9 de Julio”, ocurrida en barrio San Fernando de esa localidad y se hizo en la plaza “25 de noviembre”. Durante la actividad se dispusieron pancartas con las caras y los nombres de las víctimas, se recorrió la zona pegando afiches con información con la pregunta “¿Qué pasó en Las Verbenas y 9 de Julio?” y se pintaron pañuelos alrededor del mástil de la bandera de la plaza, con banderas rojas como el símbolo del PRT ERP, agrupación a la que pertenecían las víctimas.
Su memoria es recordada con una placa colectiva en la Universidad Católica de Santa Fe y en el Colegio de Arquitectos de Santa Fe
Los responsables de su secuestro y asesinato fueron denunciados en la Causa Guerrieri I , pero ese caso se halla en instrucción
Dicen que era un buen tipo mi viejo, que de chiquito era travieso y que lo fue también de grande; dicen que era buen mozo y que no pocas sucumbieron a su encanto, así dicen.
Dicen que fue monaguillo, que estudió cine, que fue fotógrafo, que nunca terminó abogacía; dicen que sabía ser buen amigo y que tenía una máquina para hacer botones. A mí, mi viejo me quería, eso dicen, metía el termómetro en el agua antes de bañarme para ver que la temperatura fuera justa; me tenía en brazos por la noche a la hora del terror, cuando el miedo y la oscuridad forman un único abismo... Así dicen...
Dicen que de a poco todos se iban muriendo, iban cayendo. Dicen que cada vez que uno caía había que hacer la valija rapidito y mandarse guardar. Dicen que no había tiempo ni para llorar, ní para entender, ni para despedirse. Dicen que en medio del desastre mi viejo decidió jugarse las cartas.
Mi vieja quería irse, quería que nos fuéramos los tres, dice. Ella es una mujer prudente. Dicen que mi viejo dijo que sería la última reunión; dijo que era importante. Así dicen.
Alguna vez dijo que vivía en Liniers, dicen, y que había un perro en la casa vecina. Dice mi madre que lo escuchaba al teléfono al perro del vecino y que mi padre decía que vivía en Liniers, así dice.
Ella dice que buscó la casa en Liniers y que buscó al perro y dice que nunca los encontró, ni a la casa ni al perro. Mi viejo cayó en esa reunión, eso dicen. Alguien, según el rito, habrá tenido que hacer las valijas entonces. Yo tenía apenas un año y ya tenía mi propia valija.
Y yo, así, con lo que dicen, con jirones de recuerdos que no son míos, a mi viejo, lo construí. Con recuerdos de otros yo me hice un padre. Y creo que me salió bien; nos llevamos bien mi padre y yo. Y para qué quiere uno construirse un padre si no es para llevarse bien.
A veces me pregunto si nos hubiésemos llevado así de bien, mi padre y yo, si hubiésemos crecido juntos. Claro que yo a mi viejo lo sigo construyendo; con fotitos que cada tanto aparecen, pocas, porque había que quemarlas a las fotos; con nuevos recuerdos prestados que sigo coleccionando; atando cabos que encuentro sueltos por ahí; visitando algún amigo suyo o algún psicólogo cuando los cabos son de distinto color y la confusión me abruma y me veo poniéndole una tercera pata o una profusa melena...era pelado mi viejo, le decían «el pelado Pedro»; al menos así dicen.
Pero la dialéctica de la orfandad no es un proceso lineal y acumulativo. El resultado cambia siempre, muta, a veces incluso drásticamente. Recuerdo cuando mi padre encarnaba los ideales más altos del mundo y su sacrificio ennoblecía mi soledad. Recuerdo cuando mi padre era la vara con la que medía los defectos de mi madre. Recuerdo cuando nuestra filiación era una de mis cartas de presentación. Mi Che Guevara personal, inmaculado, dechado de compromiso y consecuencia.
Me costó mucho tiempo y muchas lágrimas superar este idealismo, ponerle carne y uñas al personaje. Pero de a poquito lo humanicé, de a poquito empecé a encontrarme con sus defectos, a entender que su actuar respondía a pasiones humanas, que tuvo miedo, que se reía y que lloraba.
De a poquito empecé a tener desacuerdos con él. Y también así, de a poquito, entendí que su ausencia la había elegido él.
Yo a veces me preguntaba qué hubiera pasado si las cosas sucedían de otro modo, si no ¡iba a esa reunión, si nos íbamos antes del país, si no le ganábamos 6 a 0 a Perú, si Menotti en vez de darle la mano al dictador le rompía la cara de una trompada, si Cámpora continuaba su mandato, si Videla reventaba en uno de los atentados que sufrió, si los milicos no ganaban...
Tal vez entonces no terminábamos viviendo en Méjico; tal vez recordaría a mi abuelo, tal vez los alfajores no hubieran sido un manjar esporádico, tal vez hubiera crecido en el lugar donde nací, tal vez mi viejo me enseñaba a andar en bicicleta.
En ese caso, seguramente, no hubiera crecido en Méjico, ni hubiera aprendido a apreciar el picante, ni me hubiera hartado de mangos cada primavera, ni hubiera elegido a los mil y un tíos y primos que colmaron mi infancia, ni a los hermanos que aún hoy, hombro a hombro caminan conmigo. Tal vez no me pertenecerían dos culturas, tal vez no hubiera aprendido que la patria está hecha de gente y no de fronteras. Tal vez el ideal revolucionario sería un código vivo y no la perenne tristeza de ver cómo las banderas rotas se siguen haciendo añicos en nuestras manos.
Somos los hijos de la derrota, herederos de un orgullo bañado en lágrimas, asfixiados por un paradigma que no hemos sabido renovar. Perpetuadores de arquetipos sin vigencia que se osifican ante nuestra impotencia. Bebimos de ese cáliz, sin pedirlo, sin quererlo.
Quién sabe cómo habrían sucedido las cosas si hubieran sucedido de otro modo. Pero lo que yo sé es que aquí estamos, cada uno con su historia y sé que nos toca vivir y sé que tenemos que seguir imaginando y que no tenemos que olvidar, sé que hay que seguir construyendo la memoria, así como yo sigo construyendo a mi padre, así, con pedacitos de recuerdos, con jirones de justicia, con fotitos de entonces, las que no hayamos tenido que quemar, y con sueños de mañana, con la alegría que los enfurece, con la dignidad que supimos conseguir, con babita para que no duela, con la claridad de que lo que pasó nunca tiene que volver a pasar.
/ Manuel, hijo
Su memoria es recordada en placas colectivas en el Instituto de Cine de la UNL y en la Plaza Central de Santo Tomé
Los responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa ABO (Atlético-Banfield-Olimpo)
Fernando, el «Alemán», a quien familiarmente apodaban «Kiki», nació en Santa Fe el 27 de mayo de 1953. Vivió en su casa familiar de Necochea al 4300 hasta mediados de 1975, cuando fue necesario que se mudara. Su familia estaba compuesta por sus padres (Hilde Nélida Venturini y Fernando Dussex), sus hermanos (Ana María y Daniel) y la «familia ampliada»: sus abuelos maternos Cándida y Dante Venturini, la tía Leli Venturini y Betty (que ayudaba a «Leli» en su actividad de modista) que vivían en casas contiguas.
Su papá, hijo de inmigrante suizo, había nacido en Florencia, al norte de la provincia y muy joven se vino a Santa Fe y trabajó en Terrabusi. De apariencia dura, no era fácil comunicarse con él, pero con actos demostraba el afecto y la preocupación que sentía por los suyos. Su mamá Hilde, tenía una inmensa ternura, en general era la intermediaria en la comunicación entre su esposo y sus hijos. Generaba un espacio acogedor en su casa y cocinaba «como los dioses», la mesa era un lugar de encuentro.
Los nonitos y «Leli» eran imprescindibles en este entramado familiar. Para Fernando, el nono Dante, ferroviario y peronista, era un referente. Hablaba mucho con él, escuchaba sus historias y compartía proyectos y preocupaciones.
Cursó la escuela primaria y la secundaria en el Colegio La Salle Jobson de Santa Fe. De su adolescencia siempre recordaba con entusiasmo los campamentos y el grupo de danzas alemanas del club Alemán. Su hijo conserva todavía la vieja mochila de lona verde y armazón metálico. Más adelante comenzaría a trabajar con un grupo cristiano en un barrio. Esto lo pone en contacto con una realidad que ya le preocupaba. Su familia era trabajadora y conocía de esfuerzos, pero estos «pobres de toda pobreza» vivían en condiciones dolorosas, se alimentaban mal, con educación pública y todo, no siempre accedían a ella y tenían muchas dificultades para cuidar su salud o atender la enfermedad. Esto hizo que decidiera comprometerse para cambiar esa realidad injusta.
Cuando terminó la escuela secundaria, ingresó a estudiar Edafología en la Universidad Católica. Allí militó en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). En julio de 1975 comenzó a trabajar como empleado administrativo en la Gobernación de Santa Fe (en la Dirección General de Administración). Se sentía muy a gusto con sus compañeros de trabajo, siempre los recordaba con mucho cariño.
A mediados de 1975, pasó a ser responsable de la JUP de la Facultad de Ingeniería Química. Dejó su casa y se mudó donde vivíamos varios compañeros. Ahí es en realidad cuando yo lo conozco, porque hasta ese momento sólo sabía que era «el Fernando de Católica», para mí tenía la apariencia de alguien distante, que hablaba menos de lo necesario, muy crítico, exigente consigo mismo y con los demás. Cuando establecía un vínculo más cercano, este «cascarón» ¡ba desapareciendo, y entonces sí, el «Alemán» se soltaba, se mostraba afectuoso, preocupado por los demás, dispuesto a escuchar y a compartir sus estados de ánimo y proyectos.
Leía mucho y producía material para discutir en la casa y en los distintos grupos. Permanentemente pensaba propuestas para cambiar la realidad, decía que quería otro país para sus hijos. Muchas veces recordábamos juntos las pintadas del «Luche y Vuelve», el 20 de junio en Ezeiza: la esperanza de verlo al «Viejo» compartida con una enorme multitud, el gran dolor de la vuelta, y el 1° de mayo de 1974 cuando nos fuimos de la Plaza... Lejos estábamos de la «primavera»" (antes del 11 de marzo de 1973) cuando marchábamos por Boulevard Pellegrini en Santa Fe, con Cámpora y Solano Lima.
Mirando juntos en una misma dirección, pronto nos enamoramos y nos casamos el 10 de abril de 1976 en la Parroquia Santa Teresita del Niño Jesús, donde el Párroco era el Padre Zanello. Ya se había dado el golpe militar y no era tiempo propicio para encontrarnos y festejar con los compañeros entrañables: sólo algunos a lo lejos y la familia. Nos fuimos a vivir a Alvear al 4700 y tuvimos que dejar rápidamente la casa el 9 de julio. Después nos alojaron compañeros: los correntinos Titico y Cambá, y un tiempo Marta y Trito. Finalmente el 22 de agosto de 1976 nos mudamos a Rosario.
A partir de ese momento Fernando estuvo en la Secretaría de Prensa de Montoneros. Al principio vivimos en casa de familiares, después en un hotel y luego en pensiones de las que nos mudábamos cuando alguien que las conocía caía. Trabajó poco tiempo en un negocio que vendía repuestos y autos usados. Yo estaba embarazada, esperábamos nuestro hijo.
El 1° de mayo nos mudamos a una casa en Pasco al 7300, un barrio en la zona oeste de Rosario, muy pobre. Teníamos buena relación con los vecinos, participábamos de reuniones donde nos organizábamos para realizar actividades que mejoraran la calidad de vida: desmalezamientos, zanjeos, extensión de caños de agua para aumentar el número de canillas públicas, construcción de refugios para que esperaran los que iban a trabajar a los talleres ferroviarios de Pérez. Pero este entusiasmo que compartíamos con la gente se transformaba cuando cotidianamente los vecinos nos comentaban: «destruyeron una casa a dos cuadras y se llevaron a la pareja que vivía ahí», «demoré en llegar porque pararon el colectivo, nos bajaron y nos hicieron poner los brazos arriba apoyados en el bondi y se llevaron a una chica», «no vayas a la Avenida a tomar el colectivo porque hay una pinza y están parando a todo el mundo», «¡Sabés qué loco!, los milicos me pidieron el documento y me preguntaron ¿Usted de qué signo es?», por ser pobres ya eran sospechosos. Los diarios mostraban esta realidad que era cada día más desesperante: el campo popular retrocedía a pasos agigantados.
Con terror cubrías una cita o asistías a una reunión. Ya a esa altura cada cita era una caída, y la pérdida de un compañero. Se sabía que desde hacía tiempo los compañeros no iban a las cárceles... desaparecían, ¿dónde estaban? ¿los habían matado?... hasta ahí eran todas incógnitas y una gran angustia. Después fuimos sabiendo detalles del horror.
El 21 de junio de 1977 nació nuestro hijo Fernando Dante (él quería que llevara su nombre). Me acompañó en el parto y lloró de alegría al verlo. Era tan tierno y dulce con él. Siempre decía «es igual a mí, tiene mi misma nariz», y en realidad esto era así.
El 8 de agosto de 1977 me acompañan con Liliana Nahs de Bruzzone a llevar al bebé hasta el consultorio del pediatra. Después se fueron juntos a una cita a las 18 hs. No volvieron. Por una enfermera supe que estuvo un tiempo en la Asistencia Pública de Rosario. Por las declaraciones de Jaime Dri sé que Fernando compartió el cautiverio con él (y otros compañeros) desde el 27 de diciembre de 1977 hasta el momento en que a Dri lo devuelven a la ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada) el 23 de marzo de 1978. Estuvo en este tiempo en distintos Centros Clandestinos de Detención: en la «Quinta de Funes»; luego el 18 de enero de 1978 es llevado a la Escuela N° 288 «Dr. Osvaldo Magnasco» (Ovidio Lagos y Zeballos). A fin de febrero de 1978 (había terminado el receso en la Escuela) los trasladan a la «La Intermedia» (una casa de campo que está a la vera de la autopista Santa Fe-Rosario). Fueron años difíciles, muy duros, pero de sueños compartidos. Sueños que no vimos hechos realidad pero que seguramente serán la simiente de otros que nuestros hijos o tal vez nuestros nietos concreten y se plasmen en una patria libre, justa y soberana, la Patria del Hombre Nuevo.
/ Cecilia Nazábal, su compañera
Su memoria es recordada en una placa colectiva en la Universidad Católica de Santa Fe y en los Torneos Nacionales de Homenaje a los Rugbiers Desaparecidos
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Guerrieri III
Sábado por la tarde de un hermoso día otoñal, mayo de 2007, cruzamos el túnel hacia Paraná, vamos con José a buscar una historia, otra historia de vida que como todas las de este libro es también la nuestra. Esta de alguna manera y al menos para mí, es especial, voy, vamos a la casa del Profesor Lionel Mac Donald mi antiguo compañero de trabajo, un hombre atento, amable, tranquilo, sencillo, querido por compañeros y alumnos, en el que nadie podía ver o sospechar a ese otro Pato, el padre incondicional que apoyó y participó de la militancia de sus hijos, el que junto a su esposa Coty, los siguió por las cárceles del país, formó parte de la Asociación de Familiares y tuvo el coraje de presentarse en el Tucumán de Bussi a reclamar los restos del hijo caído en combate.
Nos recibe Mario el segundo hijo del matrimonio, el Pato y un nieto adolescente que da vueltas por la casa hasta que, finalmente se sienta a escuchar en silencio estas historias, que son a la vez la de su familia y la del país. Será él, quien en un momento de la charla nos sorprende a todos diciendo: “Esto lo encontré entre los papeles de la abuela. A lo mejor sirve”. “Ésto” es un pequeño papelito, un pedacito de papel carta de avión escrito con letra pequeñísima que sólo puedo leer (a pesar de los anteojos) estirando muuuucho el brazo, es decir :“un caramelo” en el lenguaje carcelario una carta enviada desde el monte tucumano, un mensaje familiar, pero también un documento histórico de gran valor para los historiadores, (no deben quedar muchos “caramelos” dando vueltas) es un mensaje de amor filial y a la vez el mensaje de un revolucionario.
Allí terminamos de convencernos de que ésta no es sólo la historia del Capitán Raúl del ERP, sino la de toda una familia. Lionel - Raúl, con “fervor revolucionario” no sólo hace llegar su amor de hijo y comunica a sus padres la noticia de su nuevo grado y les habla de las responsabilidades que implica, sino que también invita a sumarse y subir al monte a......! Don Pato!!! Lo que motiva el comentario de Mario: Lionel respiraba, comía, dormía y vivía para la revolución.... si pensamos, ésa era una actitud compartida por muchos, hoy se nos hace difícil explicarlo, pensarlo, entenderlo, pero acaso no parecía que la revolución era posible? que estaba ahí a nuestro alcance? el mundo, creíamos que avanzaba hacia el socialismo y nuestra generación estaba empeñada en luchar para que ocurriera cuanto antes. Seríamos partícipes de la formación de un mundo mejor......
La familia Mac Donald vivía en Santa Fe, en una casa ubicada en la diagonal Maturo cerquita de la costanera frente “al puente roto”, donde los chicos vivieron una infancia feliz, gozando de la libertad que permitía por esos años la vida en una pequeña ciudad de provincia y del contacto con la naturaleza, tardes de amigos, de fútbol, de río y pesca. Los hijos eran tres, Lionel el mayor, Mario el segundo y Patricia la menor, la madre Myrna Aurora Rosa Beney, trabajaba como no docente en la UNL, al finalizar su tarea en la Universidad, se desempeña como bibliotecaria de la Escuela Avellaneda, el padre docente en varios colegios de la ciudad incluido Liceo Militar, en algunos momentos se desempeñó también como empleado público o como chofer de colectivo, una tranquila familia de laburantes de clase media típica de los años 50-60.
Los Mac Donald, que ya participaban en los respectivos centros de estudiantes, cuyas reivindicaciones eran todavía limitadas al ámbito estudiantil, comienzan a escuchar de los mayores otros planteos políticos vinculados a la conflictiva realidad que se vivía por esos años. Cuando se produce el golpe del 66 el cambio es notorio, en los colegios la actitud represiva se muestra uniformando a los jóvenes, no al vaquero, al pelo largo, saco y corbata obligatorios y todas esas estupideces de la época dice Mario, en el Nacional es obligatorio el pago de la cooperadora, 20 o 30 pesos que no todos podían pagar, los centros organizan los reclamos. El Industrial por su cercanía con la Facultad de Química es el que avanza más rápidamente radicalizando posiciones. Poco a poco en los demás colegios surgen las distintas agrupaciones, al principio sin identificación política partidaria ideológica.
En Santa Fe las movilizaciones eran diarias y se realizaban por toda la ciudad. En todos los barrios, nos citábamos en una esquina por ejemplo detrás del campo universitario en don Bosco, calles de tierra, nos reuníamos 200, 300, nos miraban como a bichos raros pero se hacía el acto, si aparecía la policía a correr y los vecinos nos daban refugio. La idea era llevar nuestros conflictos a los barrios y recoger y expresar también los conflictos y problemas de los vecinos. De este modo comenzamos a hacer contacto en distintos sectores, el trabajo de acercar el periódico, de conversar con los vecinos e interesarse por sus problemas fue la base sobre la que luego se comenzó a operar militarmente, por ejemplo si había que repartir algo, ¿a dónde vamos? Y.. en tal barrio tenemos gente conocida que puede supervisar el reparto.....o llevarle lo que necesitan, esa actividad se inicia más o menos hacia el año 71.
Lionel Mac Donald cae en una emboscada del ejército el 21 de octubre de 1976 en Nueva Baviera, Famaillá, cuando al frente de los últimos restos de la Compañía de Monte del ERP se retiran hacia Tucumán. Su compañera después de haber dado a luz a su hija, escapa de la clínica dónde la fueron a buscar y logra refugiarse en Suecia. La noticia de la muerte de Lionel es escuchada por sus padres a través de un noticiero radial, Lionel padre sale rumbo a Tucumán, es notable cómo este señor, ya anciano, puede relatarnos con todo detalle y hasta con rasgos de humor y fina ironía todas las peripecias vividas. Desde la llegada al aeropuerto donde sufre un gran susto cuando lo separan de la fila de los recién arribados y un oficial lo interroga acerca del motivo de su viaje, le consigue un taxi, que luego se da cuenta, no es tal. La llegada al comando dónde para su sorpresa, es atendido de manera muy deferente por un Teniente Coronel. A poco se aclara el motivo de la amabilidad, resulta que este señor, lo tenía muy presente al Prof Mac Donald de la época en que siendo él un teniente y Don Pato profesor del Liceo Militar, las autoridades del mismo cuestionaron su desempeño como chofer de colectivo, actividad — a su criterio — poco digna para uno de sus docentes. Por supuesto que este planteo sólo mereció una furiosa renuncia en la que Mac Donald defendía su dignidad de trabajador docente y del volante... Así es cómo los milicos, después de interrogarlo acerca de los diferentes lugares donde trabajaba como profesor y acerca de las opiniones de sus alumnos del profesorado, tienen como respuesta: “No sé, yo doy historia antigua, hablamos de los romanos y los fenicios”. Dice pícaramente provocando nuestras carcajadas. Finalmente y cómo al parecer ignoraban dónde había sido sepultado, pusieron a su disposición un sargento y una camioneta que lo paseó por comisarías, morgues y cementerios, hasta que finalmente logró le fuera restituido el cuerpo, que no obstante haber sido perfectamente identificado en el momento de su muerte, había sido sepultado como NN junto con otros compañeros.
Lionel Mac Donald, Pasto Seco o el Capitán Raúl como lo conocían sus compañeros, descansa hoy en un cementerio tucumano, su padre, una vez recuperado el cuerpo, lo sepultó allí, en la tierra donde él había decidido luchar por un mundo mejor.
Seguramente no soy la persona que más lo conoció, ni la que tiene la mayor cantidad de cosas para decir acerca de él, pero soy la hija, y si bien él se me presenta como algo fantasmal —pues no tengo recuerdos- no quise escapar la posibilidad de hacer una referencia a él. No iba a ser esta una hoja en blanco. Ahora que me lo preguntan, creo que sé poco, que podría saber más. De todas maneras siento que tengo tiempo. En todo caso, ahora sé que la vida de una persona se arma a través de un rompecabezas, y que no es estático, sino que se compone una y otra vez, según quien cuente a quién.
Para mi abuela fue su tercer hijo, que nació casi sin que tuviera dolores de parto, en el ascensor de la maternidad Pujato, un 29 de agosto de 1949, sintió unas patitas que se movían entre las de ella. Y era Roquito. Lo llamaron como su papá. Tuvo dos hermanos mayores, María Eugenia y . La familia vivía en la ciudad de Santa Fe, sobre calle Saavedra, entre La Rioja y Catamarca. La escuela primaria la cursó en la Escuela Normal, al igual que sus hermanos y la secundaria en el Colegio Nacional Simón de Iriondo. Después se fue a estudiar a Córdoba la carrera de Psicología.
No sé con quién vivió, ni en qué momento conoció a quien sería su esposa, que estudiaba la misma carrera y era dos años mayor que él. Sé que un día, probablemente del año 1971, se casaron por civil y a regañadientes por Iglesia. Y que los dos integraron aquella organización político militar que se conoce como . Y que pronto cayeron presos, y pasaron por el penal de Rawson, cuando corría el año 1972 y la fuga fue frustrada. Y que después ella fue trasladada a Devoto, él a Encausados, en Córdoba. Y también sé que ambos fueron , en el inicio de la consabida primavera camporista.
/ Paula Bottino. San Nicolás, agosto de 2007
En otro documento posterior, con motivo de la reunión de obispos para analizar las conclusiones de Medellín, abril del 69, afirman “o se asume el compromiso....y se opta por los pobres rompiendo definitivamente con el sistema capitalista, los dictadores y la oligarquía; o se continúa con la adhesión pública a un gobierno que explota a su pueblo en beneficio de unos pocos”... Y culminaron diciendo “Estamos en los umbrales de una nueva época...que marcará la transformación radical de nuestra sociedad y la valorización de la mujer y del hombre latinoamericano. Más, no llegará por un camino fácil. Cada uno debe ocupar su puesto de lucha. Ese era el pensamiento de estos jóvenes estudiantes de la Católica de Córdoba, ésas habrán sido las ideas que impulsaron la lucha de Roque.
Cayó preso durante la dictadura de Lanusse y fue liberado el 25 de mayo de 1973. El 2 de Enero de 1977 muere al resistir su detención en la casa del barrio Gráfico de Rosario.
Nació en Santa Fe, el 24 de noviembre de 1956. Primogénita de una pareja sencilla de clase media, que sólo conoció de esfuerzo y trabajo duro para el logro de sus metas. La casa propia, la educación de sus hijas, ya que a los tres años nació la segunda y a los nueve la última. Tres mujeres terminaron de conformar esta familia honrada y muy estricta en cuanto a la educación de sus hijas, un tanto por su forma de ser, un tanto por la época.
A pesar de ello Gladys tenía la agradable particularidad de dar vuelta cualquier situación con su carácter cariñoso; un gran abrazo, fuertes besos y mimos eran sus más valiosas armas para obtener tanto de padre como de madre, todo aquello que quería o necesitaba, flaqueando ambos ante su preciosa sonrisa. Hermosa por fuera, hermosa por dentro, su amistad era el anhelo de todo adolescente que la conocía. No tardó en hacerse querer cuando llegó el momento de cambiar de colegio. Al secundario lo realizó en la Escuela Juana del Pino de Rivadavia.
A pesar de estar avocada de lleno a la realización de eventos para obtener fondos para concretar el tan ansiado viaje a Bariloche, en uno de esos bailes conoció al amor de su corta vida. era de la localidad de Las Palmeras, pero el destino quiso que se encontraran y su amor fuera tan profundo como verdadero. Fue feliz a pesar de los temores familiares.... “es cinco años más grande que vos, es de otra religión, sos tan chica todavía, etc., etc.... “ le decían.
Alfredo González “Gonzalito” o “Papacho”. Nacido en Bella Vista, Corrientes, séptimo hijo de una familia numerosa, once en total, vino de su Corrientes natal a Santa Fe a estudiar Ingeniería Química en la FIQ de la UNL. Morocho, bajito, usaba grandes anteojos de marco negro, buen tipo, simpático, muy querido por todos.
Muy católico, militaba en el y vivía en el de Santa Fe, dónde fue decano de una de sus residencias y buen amigo del cura Leyendeker, fundador de esa institución. Ya recibido de Ingeniero Químico, llegó a ser Decano de la Facultad de Ingeniería Química de la UNaM en Posadas(Mnes) y fundador del Comedor Universitario de esa ciudad. Científico reconocido en Japón, Alemania y Estados Unidos, fue secuestrado el 24 de marzo de 1976, en abril, el delegado militar lo deja cesante en la Facultad. Después de pasar por varios centros clandestinos y la cárcel es liberado en el mes de octubre. Reincorporado a la Universidad, ocupa la cátedra de Proyectos de Grado.
“Como dirigente del abrazó la política con firme vocación democrática y pluralista, sustentada en su formación humanista. Tuvo participación activa en las elecciones de 1973 y en los posteriores acontecimientos políticos que conmocionaron a la sociedad argentina, manteniendo una definida posición nacional y popular, dando su apoyo al Partido Peronista Auténtico en las elecciones de Misiones de 1975”. (de “ El Golpe de Estado en la Provincia de Corrientes” Ediciones Al Filo)
Al celebrarse el Juicio por su desaparición, la periodista Alejandra Dandán, publicó en Página 12, el 30 de enero de 2006, una nota de la que transcribimos algunos párrafos:
“(...)según sus amigos y colegas, era un genio. Sus amigos sospechan que se lo llevaron para robarle una fórmula. La dictadura militar de Misiones sabía que había logrado una invención para abaratar la fabricación de aluminio, iniciar un proceso de potabilización del agua y fabricar un abrasivo semejante al cif.” “Alfredo vivió sus últimos años en su casa de soltero de Posadas, pero recorría habitualmente los 80 kilómetros que lo separaban del pequeño laboratorio del pueblo de Alem, donde hacía sus investigaciones de rutina.
(…)” “Alfredo era uno de los académicos reconocidos de la UNaM. Había nacido en la ciudad correntina de Bella Vista, donde aún vive María Amelia, su hermana, que es la querellante de la causa por su desaparición, que se inició en 2004. Hace unos días, ella tuvo entre sus manos el viejo pasaporte de su hermano. Lo miró aún sorprendida por la turbulencia de fechas, viajes y recorridos: “¡Eran un montón! –dice–. Pero mi hermano no viajaba por turismo. Tenía viajes a Japón, Estados Unidos y Alemania, donde hacía cursos de posgrado”. “Para la época, Alfredo era un adelantado. Con su aspecto menudo, su estatura chiquita, sus inmensos pares de lentes, el tono locuaz y su incorregible aspecto de científico, era uno de los pocos académicos con acceso a masters y posgrados en el exterior. Llegó a la UNaM cuando la universidad aún era un conglomerado de facultades con la cabecera en Corrientes”.
“Posteriormente en su provincia comenzó a trabajar dentro de una convulsionada estructura de la democracia cristiana. Aunque muchos de los que lo conocieron aseguran que nunca se asoció a las organizaciones armadas ni tuvo gran militancia política, dentro del partido era uno de los que mantenían posiciones más cercanas a la izquierda.” “Mario Alfredo Marturet fue uno de sus compañeros de militancia. (…) “Alfredo tenía una gran militancia –dice– y no sólo dentro del partido, sino con todo lo que tenga que ver con un nacionalismo sin zeta.” Para muchos de los detenidos de la época, la militancia de Alfredo iba en la línea de los que trabajaban por un mundo mejor sólo a partir de sus convicciones internas.”
“Los conflictos en la universidad y los enfrentamientos políticos con los grupos de la derecha católica universitaria no son ajenos a la investigación de su desaparición, se transforman en otra línea de análisis que puede confluir, o no, en la investigación del aún supuesto robo de la fórmula. Alfredo trabajó en la universidad para la época de los bastones largos del gobierno de Juan Carlos Onganía. Y cuando los correntinos se aproximaban a la revuelta estudiantil que terminó con la muerte del estudiante Juan José Cabral, herido durante la protesta multitudinaria del 15 de mayo de 1969. La sede correntina de la UNaM estaba intervenida por los amigos del brigadier y gobernador Hugo Garay Sánchez, nombrado por Onganía: “Fue el que trajo los cursillos de la cristiandad hasta Corrientes, de la clásica derecha católica; no sé si me explico”, apunta Marturet.(…)”
“(…) Alfredo no había cambiado de partido pero aquellos debates, su compromiso universitario y su participación en el bloque de la Confederación Universitaria del Nordeste que le disputó la dirección de la universidad a la derecha, le valieron la calificación de comunista en las páginas de los diarios: “Lo acusaban de izquierdista –dice Marturet–. Esa derecha lo acusó siempre de idiota útil, que quería decir que no era comunista pero que trabajaba para los comunistas”. “Sus padres aún estaban en Bella Vista. “El Gallego” don Manuel era panadero y doña Elba había criado a más de una decena de hermanos. Alfredo pasó a visitarlos luego de su primera detención, producida el mismo día del golpe de marzo de 1976. A esa altura, no sólo había avanzado con su carrera y sus estudios sino también con la fórmula. Sus captores lo sabían. Dicen que se lo preguntaron en el interrogatorio.”
La fórmula. “Alfredo pasó seis meses detenido, primero en la unidad penitenciaria de La Candelaria, a unos 20 kilómetros de Posadas, y luego en la UR 7 de Resistencia,… Parece que dentro de la cárcel no lo acosaron. Por lo menos al comienzo. Pero finalmente lo trasladaron a Resistencia cansados de su modo de pasar el tiempo. Había comenzado a dar clases de química entre sus compañeros; los carceleros no lo soportaban.”
“El abogado Ramón Alfredo Glinka es un ex detenido político de Misiones. Hace unos días su testimonio se incorporó a la causa porque estuvo detenido en el mismo período que Alfredo. Su relato aportó detalles sobre el aún supuesto robo de la fórmula. Según dice, el propio Alfredo mencionó el interés de los militares sobre el tema cuando lo liberaron para septiembre de 1976.” “¿Cuál era la importancia del invento? ¿Por qué había tanto interés por su fórmula? ¿Por qué no lo vendió o lo cedió? Las preguntas siguen sin respuestas, pero algunos testimonios cercanos empiezan a darle sentido al rompecabezas.”
“¿Cuál fue la importancia?”, pregunta su hermana María Amelia en forma retórica. “Imagínese que lo que descubrió era cómo fabricar papel 50.000 veces más barato de lo que en ese momento se pagaba por el papel que comprábamos a Chile o Estados Unidos. Yo no le puedo contar de la fórmula porque no la sé, lo único que puedo decir es que siempre le preguntaron por la fórmula.” Se lo preguntaron los militares, pero no fueron los únicos. También lo hicieron insistentemente sus socios del pueblo de Alem. Querían que Alfredo la compartiera pero el académico no lo hizo, convencido aparentemente de que la patentarían para producirla en Norteamérica”.
“Al parecer, la fórmula que descubrió se parecía al CIF. Además del abrasivo y del método de fabricación de papel, Glinka explica que su amigo identificó “las propiedades de las tierras lateríticas para una fabricación mucho más económica del aluminio y de otras arcillas misioneras que suplantaban a un costo mucho menor la potabilización del agua”. Era un genio, insiste su compañero de cárcel aún sorprendido porque sin la ayuda de las computadoras el otro se tragaba las fórmulas de memoria.”
“Aún hay dudas, y muchas, sobre el modo en el que la información, si es cierta, llegó a la cúpula militar. ¿Dónde se escuchó? ¿Quién la recibió? ¿Y desde qué sector se dispuso su secuestro? El ingeniero no sólo se había metido a trabajar sobre el proyecto del abrasivo y su comercialización. Dicen que cuando desapareció llevaba años detrás de una inversión de papel misionero adjudicada a Alfredo Martínez de Hoz y Albano Harguindeguy. Esas pistas y el enfrentamiento con algunos dirigentes de la facultad son parte de las hipótesis que se investigan en la causa.(…)”
“Alfredo González fue detenido por segunda vez el 4 de marzo de 1978 con un operativo impresionante frente a su casa. Lo acusaron de subversión económica, una figura por la que la dictadura militar misionera avanzó contra muchos militantes (…)” “Glinka creyó oír allí dentro la voz de González. Y durante el juicio explicó que, de acuerdo al relato de un policía de nombre Sánchez Boado, cliente suyo,(…) el académico de la UNaM murió de un ataque cardíaco en la sala de torturas. Su cuerpo, dijo este tal Boado, habría sido arrojado al río Paraná.”
Al conocerse la condena al represor Caggiano Tedesco,responsable de la zona, la mamá de Alfredo, entonces de 98 años, le dijo “COBARDE, SE VIVE O SE MUERE, NO SE DESAPARECE.”
Nació en Santa Fe y estudió en el Se formó intelectual y espiritualmente con los jesuitas en el colegio de la Inmaculada de Santa Fe. Fue un lector consuetudinario de , la revista que editaban Juan García Elorrio y luego Casiana Ahumada. Podría definírselo como un cura laico de la militancia, dueño de una personalidad atrapante.
Fue un líder nato, de gran capacidad para crear conciencia y transmitir fuerza. En su paso por el secundario, fundó en Santa Fe con otros compañeros, el Movimiento de Acción Secundaria (MAS), que luego abrevaría de lleno en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES).
Ingresó a Derecho en 1972, fue orador del y referente no solo de los universitarios sino de toda la juventud peronista. Fue un líder nato, de gran capacidad para crear conciencia y transmitir fuerza en pos de un ideal. Su vida fue una completa entrega hacia los demás, especialmente los humildes. Con menos de veinte años era respetado por todos quienes se relacionaban con él, no sólo encarnaba los mejores valores de su generación sino que era capaz de hacer sentir el peso de todos en su voz o en su presencia.
Su compromiso lo llevó a facilitar un importante operativo montonero en el Regimiento 29 de Infantería de Monte, Formosa, donde prestaba servicio, sabiendo que arriesgaba la vida. Por sus aptitudes militares fue considerado el mejor soldado de su unidad y por dicha razón, ascendido a Dragoneante. Allí había llegado luego de ser castigado en el Batallón de Arsenales 121 de Fray Luis Beltrán, Rosario. Mayol, fue quien pasó la información necesaria a sus compañeros para la toma parcial del cuartel –el 5 de octubre de 1975- originando el retiro de numerosas armas de guerra que pasaron a engrosar el arsenal guerrillero. Murió ese mismo día en el combate que se originó adentro del recinto militar.
Su muerte a los 21 años, en un momento de extrema violencia política en el país, nos conmovió a todos sus compañeros y amigos, que lo recordamos como el militante más lúcido y generoso con quien compartimos la lucha. Una anécdota de Robertito, contada por el Turco Alaniz “...año 73, discusión en Derecho, la JUP moviliza, al frente de la columna Robertito, en el trayecto se cruza con el Turco y lo invita a debatir en el aula. El Turco contesta que “teme por su integridad”, Robertito se lo garantiza. Rogelio habla, expone su punto de vista opuesto a las ideas de la JUP, y según sus propias palabras se retira sin incidentes. Acotación del Turco —“efectivamente tal como había prometido Robertito, nadie nos dijo ni hizo nada, por supuesto nosotros tampoco dijimos todo lo que pensábamos”. Esta anécdota marca no sólo el carácter y el prestigio de conducción que ejercía Roberto, no sólo sobre sus propios compañeros sino el reconocimiento de sus adversarios en aquellos difíciles años donde la moderación no era casualmente una constante.
/ Alejandrina
Mi hermano, comenzó desde chico una militancia se podría llamar inorgánica, en casa la que militaba era yo, y en eso, no era muy acompañada por la familia. A mi domicilio llegaban algunos volantes y documentos varios, un día descubro que él los leía y que además, salía a repartirlos por el barrio. Lo descubrí porque un día, una vecina, le comenta a mamá que Lucho había tocado timbre en su casa para ofrecerle un volante y explicarle de qué trataba. La mujer, que estaba con sus tareas en la cocina lo acepta, y le dice que después lo lee; y él responde que si ella quería, mientras cocinaba le cebaba unos mates y le leía el volante. Era un volante algo extenso, una hoja oficio con letra chica, editado por el Ateneo, se refería a un conflicto ferroviario.
En esa época, Lucho tenía unos 12 o 13 años y junto con un amigo, un gordito cuyo nombre no recuerdo, con el que estaban siempre juntos, salían a repartir volantes. Nosotros vivíamos en el barrio Las Flores l, en casa no teníamos teléfono y el público estaba en la comisaría, así que los policías nos conocían. Una noche, Lucho, no vuelve a dormir y mamá no se preocupó pensando que se quedaba a dormir en la casa de algún amigo. Pero, al otro día llama a la puerta un policía diciendo que Lucho estaba en la comisaría por el robo de una bicicleta. Mi mamá lo va buscar acompañada de un abogado y lo sueltan.
Entonces, nos cuenta que en la noche habían estado tirando unos volantes del "Luche y Vuelve", la policía los detuvo y los metió en un calabozo lleno de agua. Lucho y su amigo, dos chicos que aún no habrían pasado los 13 años, estuvieron toda la noche mojados, abrazándose para darse calor, sin poder siquiera sentarse, y además teniendo que soportar la vergúenza que les acarreaba, a estos muchachitos que apenas iniciaban la adolescencia, ser dos chicos varones y pasar la noche abrazados.
Pero lo que quizás refleja mejor la «calidad moral» de quienes se ensañaban de ese modo con dos criaturas, es que, como a las tres de la mañana, una persona de civil y borracho entró a la celda con una pistola en la mano y poniéndosela en la cabeza los amenazaba diciendo: «... donde los encuentre otra vez les vacío el cargador» y otras cosas por el estilo.
Después de una volanteada en la Terminal de Ómnibus, lo detienen junto con otros compañeros y permanece diez días en la Alcaidía. Lo que ya había pasado antes, sumada a esta detención, hace que lo persigan constantemente. Tal es así que una noche cae la patota en mi casa estando mi mamá con otro de mis hermanos y un cuñado, pero Lucho no estaba, porque le habían avisado de la caída de Marcelo, otro compañero. Lo estuvieron esperando toda la noche, por eso él ya no pudo volver a vivir allí.
Estuvo viviendo en diferentes lugares hasta que llega a la casa de calle Primera Junta y San Lorenzo, la que compartía con otros compañeros. Mi otro hermano visitaba a su novia a algunas cuadras de ese lugar cuando salía de la colimba. La tarde que cae, mi hermano escucha disparos, sale en una moto y pasa frente a la casa, en el balcón, en el respaldo de una silla estaba la camisa que él le había dado a Lucho y también el tablero de ajedrez. Como siempre jugaban al ajedrez en ese lugar, se aleja tranquilo, pero un rato más tarde le avisan del allanamiento de la casa de mi mamá y se entera de lo ocurrido, Le dicen que había fugado por los techos, disparando, y que lo hieren en la espalda. A mamá le dijeron que lo estaban atendiendo en el hospital. Pero lo dejaron morir sin ningún tipo de atención, eso lo sabemos por la lectura del expediente y por declaraciones de compañeras que lo vieron allí.
Lucho era un chico con una sensibilidad muy grande, no era un chico extremadamente activo, tampoco podríamos decir que era rebelde. Tenía un carácter especial, se llevaba muy bien con su madre. Los vecinos recuerdan de él su solidaridad, como cuando salía a pedir ropa o zapatillas para compañeros de escuela que lo necesitaban, lo veían como un chico de buen corazón, para nada violento. Esa es la imagen que me quedó, su gran sensibilidad y preocupación por las injusticias, los pobres, el hambre, que volcó en unos versos. Yo los guardaba. Lamentablemente, en oportunidad de estar en Rosario en casa de familiares, mi cuñada por miedo a los allanamientos y sin que me diera cuenta, los quemó junto con otros papeles que tenía.
Cuando Lucho tenía 7 años, estando en la escuela Lavalle, le dan para decir una poesía en un acto, La estudió, cerca de la fecha mamá le pregunta si ya sabía lo que tenía que decir, y entonces se da cuenta que la poesía era el Romance de Juan Lavalle, muchas estrofas que recitó solo, con sus 7 años, chiquito con la cabeza llena de rulos rubios y el aplauso de la gente al terminar cada estrofa.
/ Nancy , hermana
Lucho, en el recuerdo de un amigo
Lucho se había enganchado a fines del '74 o principios del '75 en el frente estudiantil, pero el funcionamiento fue bastante inorgánico hasta fines de 1975. En esa época se estaba organizando la Mesa Directiva de la Juventud. No milité con él y no puedo dar testimonio al respecto. Creo haberlo encontrado en el Congreso del FAS. Le dieron un balazo cerca de la columna y murió después por falta de atención. Alguien comentó que hubiese quedado paralítico, cosa que, pienso, no habría podido bancarse un tipo tan inquieto y activo como él.
/ Marcelo
Sonia Kindrasiuk nació en Cabal, provincia de Santa Fe, el 15 de julio de 1947, en un hogar de inmigrantes ucranianos donde los principios familiares eran: trabajar, estudiar y superarse. Tenía una hermana dos años mayor. Desde pequeña, ya en la ciudad de Santa Fe, se fue perfilando con un carácter fuerte, decidido y con mucha tenacidad.
Realizó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio “Antonia M Verna”, que por el año 1960 estaba en pleno crecimiento y desarrollo, dirigido por hermanas de la Congregación de la Inmaculada de Ivrea, quienes pocos años atrás habían llegado desde la lejana Italia. En el Colegio, con mucha dedicación e intensidad formó parte de un grupo de excelentes alumnas que se destacaron en todos sus emprendimientos por su inteligencia, entrega y compromiso: en el dictado de catequesis junto con las hermanas del colegio en barrios marginados, en el equipo de educación física que participaba en encuentros intercolegiales de vóley y en el coro del colegio.
Llegado el momento de elegir una carrera universitaria decidió inscribirse en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral, en la carrera de Bioquímica. Casi inmediatamente junto con sus estudios universitarios comienza a integrarse a los grupos existentes en la Facultad: el Centro de Estudiantes, el , el grupo de teatro, y a toda aquella actividad que significara involucrarse en la realidad político-social de los días que se estaban viviendo (alrededor de los años 1966- 67). A partir de ese momento se afianza y crece su compromiso con la Vida misma que ya se estaba gestando en su paso por el colegio secundario. En los pocos momentos en que la familia podía reunirse, se inicia en el conocimiento de sus ideas, la exposición de sus preocupaciones y sus expectativas en cuanto a la realidad del país.
Es por esos tiempos que comienza su acercamiento y posterior noviazgo con Carlos Legaz, nacido en Hernando (Córdoba) el 6 de noviembre de 1941, quien había llegado a Santa Fe desde su ciudad natal para estudiar Ingeniería Química. Esta relación se fue consolidando y juntos emprenden una tarea de militancia y compromiso activo con sus ideas y proyectos. Pasado un tiempo deciden casarse, el 30 de octubre de 1970. Pero la vida quiso que ese comienzo que se suponía sería el inicio de una prolongada y fecunda vida juntos, fuera un tiempo fugaz, aunque de gran intensidad y entrega, como todo lo que hicieron juntos: a fondo, sin claudicaciones ni vacilaciones.
Su militancia los lleva a vivir en distintas ciudades, entre ellas, Paraná, Buenos Aires, Venado Tuerto y Rosario. Producida la asunción del gobierno peronista en 1973 nace su hija Patricia, para felicidad de todos, a la que finalmente tratan de proteger y preparar para lo que pudiera venir. También gestiona en la Facultad de Ingeniería Química su título de Bioquímica ya que años antes había completado sus estudios (1971). Así pasan los primeros años de vida de esa pequeña familia, con encuentros furtivos, pero cargados de emotividad, con el resto de la familia. Y ellos, pensando siempre que el cambio estaba próximo, y que tanto sacrificio, iba a dar sus frutos para bien de todos.
Alrededor de 1975 ya había comenzado la etapa más sangrienta y atroz que le tocó transitar a nuestro país, el de la última dictadura militar, con sus persecuciones, sus detenciones clandestinas y sus desapariciones. En el año 1977, un domingo 1ro de Mayo, asesinan en Rosario a Carlos Legaz, en el día del trabajador, como si fuera un homenaje a tanta entrega y sacrificio. En agosto del mismo año, es muerta Sonia, luego de un seguimiento por una patrulla militar en la ciudad de Rosario. La historia de Sonia Kindrasiuk y Carlos Legaz asesinados en 1977, con 30 y 35 años, fue muy corta, aunque en esos años de vida fueron muy ricos en SUEÑOS y en PROYECTOS, muchos de ellos pendientes. Pero, que nos han dejado un gran legado: el del COMPROMISO, el de la ENTREGA, el de la lucha por las CONVICCIONES. Hasta el momento final, HONRANDO Y DANDO LA VIDA MISMA. Que estas palabras, pocas veces dichas, pero siempre guardadas en el fondo del corazón, sean un pequeño homenaje de su hermana mayor, nacidas del cariño y la admiración.
/ Olga Kindrasiuk
Santiago era estudiante de Química, muy inteligente, simpático, atractivo, de gran éxito con las chicas pero profundamente enamorado de Nora no tenía ojos para otras. Frecuentaba la residencia de Obispo, el bar San Jerónimo y todos los ámbitos donde se reunía la estudiantina hasta que, durante la dictadura de Onganía, empieza a militar en el PRT, durante el año 68, se lo recuerda por sus brillantes intervenciones en las asambleas universitarias como orador de la TAR, (T)
El hecho lo hace demasiado conocido y comienza a estar sumamente vigilado, de ahí el recuerdo de los compañeros sobre sus entradas “en secreto” a la facultad, saltando por las ventanas o por cualquier otra entrada que evitara los peligros de las puertas vigiladas para asistir a los exámenes, reuniones o asambleas. Posteriormente es trasladado a Rosario, de esta etapa se sabe poco, pero sí se conoce el hecho de que él fuera el jefe de la compañía del que tomó el arsenal Domingo Matheu. El mismo día que Montoneros realiza el copamiento del regimiento de Formosa, un grupo del ERP conducido por Santiago, ignorando lo que sucedía, realizaba tareas de entrenamiento en un campo santafesino, al regresar, a eso de las 5 de la tarde, caen en una pinza montada por la policía y el ejército que buscaba a quienes habían escapado en el avión, en ese enfrentamiento mueren varios compañeros, entre ellos: Santiago.
El sábado 11 de octubre de 1975, un grupo de alrededor de 13 combatientes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), se encontraban entrenando y realizando prácticas de tiro en la zona rural comprendida entre los pueblos de Clarke y Díaz. Alertados por pobladores, fuerzas conjuntas de la policía y la guardia rural ‘Los Pumas’, concurrieron al lugar en donde montaron un operativo, que fue divisado por los guerrilleros. En inmediaciones del puente que cruza el río de Carrizal, se produjo el primer tiroteo, momento en el que se dispersaron en tres grupos. El primero compuesto por 6 combatientes, uno de ellos herido en la cabeza, se refugió en una casa ubicada en un tambo, donde pidieron ayuda y lograron escapar hacia Serodino. Otros dos, un hombre y una mujer, quedaron escondidos en la maleza, logrando sobrevivir. El tercero, compuesto por cuatro hombres, (uno herido) y una mujer, se refugiaron en una casa de tambo ‘La Solita’. Cuando vieron que la policía se acercaba, salieron corriendo por el sembradío a campo traviesa, donde fueron ametrallados con ráfagas de disparos, perdiendo la vida.
Para Santiago:
Pero vos estabas
Te marcaron enseguida después del Cordobazo, pero vos estabas ocupado organizando el compromiso agitando en las asambleas;
“Las chicanas con contenido hacen explotar al enemigo”.
Te estaban buscando por las partes más pequeñas donde poder encontrarte,
pero vos estabas muy grande orondo como si nada con ese apuro de amor y tu tranquito entrerriano.
Te masacraron desarmado una tarde equivocada en una pinza cualquiera, pero vos estabas preocupado en un futuro visionario muy cerca de la historia sin importarte el peligro.
Skargeko (Oscar Pérez) Estocolmo, julio 07
(HOMENAJE): . (VER ANEXO)
El juicio a los responsables de su asesinato se encuentra en etapa de instrucción
"Nuestro padre era amigo desde sus épocas de Colegio con Don Carlos Laluf y con Anselmo Florez, amistad que mantuvieron durante toda su vida. Nosotras conocimos a Raquelita cuando era niña, la recordamos jugando en Guadalupe en casa de los Casabianca, la familia de su mamá. Luego, de adolescentes, la perdimos de vista. Seguramente fue porque ella fue a un colegio diferente y en ese entonces el círculo de amistades se limitaba al barrio y la escuela.
Sí recuerdo haberme encontrado con ella y , que para mi sorpresa me la presentó como su novia. Ella era flaquita, tímida, había sido muy mimada y protegida por su familia.
Con Fernando sí tuvimos una relación mucho más prolongada, era un muchacho muy serio, responsable, con una madurez mayor que los años que tenía. Con él compartimos la adolescencia, los bailes de 15; hicimos las campañas de recolección de botellas para EMAÚS (*), subidos arriba de los camiones de la Municipalidad, saltando, corriendo, subiendo y bajando para recoger las botellas que nos acercaban los vecinos, ¡éramos tan felices!
/ Susana y Marila
(*) EMAÚS es un Movimiento fundado por un sacerdote francés conocido como Abbé Pierre, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, para salvar a familias que lo habían perdido todo y que vagaban por las afueras de París, sin techo y sin comida. Desde el año 1952 EMAÚS estuvo en la Argentina en distintas provincias
Carlos Legaz, nacido en Hernando (Córdoba) el 6 de noviembre de 1941, había llegado a Santa Fe desde su ciudad natal para estudiar Ingeniería Química.
Carlos fue parte del primer grupo de militantes de que decidió trascender la militancia universitaria tomando una opción política, crearon el “Movimiento Peronista de Liberación” (nombre importante para un grupo en ciernes) junto a Coty Marengo, el Flaco Pochetino, y . Luego seguiría la formación de la agrupación y progresivamente la formación de en Santa Fe.
Hizo pareja con y juntos emprenden una tarea de militancia y compromiso activo con sus ideas y proyectos. Pasado un tiempo deciden casarse, el 30 de octubre de 1970. Pero la vida quiso que ese comienzo que se suponía sería el inicio de una prolongada y fecunda vida juntos, fuera un tiempo fugaz, aunque de gran intensidad y entrega, como todo lo que hicieron juntos: a fondo, sin claudicaciones ni vacilaciones.
Su militancia los lleva a vivir en distintas ciudades, entre ellas, Paraná, Buenos Aires, Venado Tuerto y Rosario. Producida la asunción del gobierno peronista en 1973 nace su hija Patricia, para felicidad de todos, a la que finalmente tratan de proteger y preparar para lo que pudiera venir. Así pasan los primeros años de vida de esa pequeña familia, con encuentros furtivos, pero cargados de emotividad, con el resto de la familia. Y ellos, pensando siempre que el cambio estaba próximo, y que tanto sacrificio, iba a dar sus frutos para bien de todos.
Alrededor de 1975 ya había comenzado la etapa más sangrienta y atroz que le tocó transitar a nuestro país, el de la última dictadura militar, con sus persecuciones, sus detenciones clandestinas y sus desapariciones. En el año 1977, un domingo 1ro de Mayo, lo asesinan en Rosario, en el día del trabajador, como si fuera un homenaje a tanta entrega y sacrificio. En agosto del mismo año, es muerta Sonia, luego de un seguimiento por una patrulla militar en la ciudad de Rosario.
La historia de Sonia Kindrasiuk y Carlos Legaz asesinados en 1977, con 30 y 35 años, fue muy corta, aunque en esos años de vida fueron muy ricos en SUEÑOS y en PROYECTOS, muchos de ellos pendientes. Pero, que nos han dejado un gran legado: el del COMPROMISO, el de la ENTREGA, el de la lucha por las CONVICCIONES. Hasta el momento final, HONRANDO Y DANDO LA VIDA MISMA. Que estas palabras, pocas veces dichas, pero siempre guardadas en el fondo del corazón, sean un pequeño homenaje de su hermana mayor, nacidas del cariño y la admiración.
En 1962, el hijo mayor inicia el secundario en la de donde egresará como Técnico Constructor, dos años después, Mario ingresa al Nacional y en el 66, Patricia lo hará en la Escuela Alte. Brown. Son años decisivos en la formación de estos muchachos. Los chicos comen en el comedor universitario, lo que era posible y necesario por el trabajo de la madre, allí entran en contacto con estudiantes mayores que ellos de todos los rincones del país y diferentes clases sociales. Era la época en que becas, comedor y residencias estudiantiles permitían a los hijos de las familias humildes del interior acceder a la universidad. El Estado de Bienestar aunque un tanto maltrecho aún subsistía.
Las actividades principales de los secundarios consistían en volanteadas de tipo reivindicativo estudiantil, pero ya comienzan a insinuarse otros planteos. Luego en la Universidad se forma la TAR, , de orientación marxista que a nivel secundario era ARES, Agrupación de Resistencia Estudiantil Secundaria. Por eso nuestra perra se llamaba Arec, para disimular!! acota riéndose el Pato. Era el año 67 o 68, por esa época se hacía la farándula estudiantil, en el Industrial fueron los de nuestra agrupación los encargados de construir las carrozas y los temas fueron: el hambre y la represión. Cuestionados por muchos y apoyados por otros tantos lograron ser premiados. Se aprovechaba cualquier situación para tratar de darle contenido y hacer una manifestación política que no podía realizarse de otras formas, continúa el relato de Mario...
Por esa época ya comienzan a definirse las opciones políticas y sobre todo después del cordobazo, nosotros como secundarios comenzamos a tener otro soporte político, otra visión del mundo, los boletines y periódicos que llegaban, un boletín de “los chinos” y otras publicaciones nos daban un análisis distinto de la realidad y otro compromiso político. A los 17 años leíamos a Marx, Lenin, al Ché y otros autores clásicos, era una formación que nos exigía el contexto de la época y la organización, se trataba de que todo militante se incorporara al partido para el que era fundamental la formación de cuadros revolucionarios. El Cordobazo fue precedido por la movilización de los estudiantes correntinos que reclamaban por el aumento del precio del ticket del comedor, en esa movilización cae asesinado Juan José Cabral, este suceso provoca el estallido que se extiende por todas las universidades del país, caen otros y las movilizaciones se generalizan, ya no son sólo los estudiantes los que protestan, otros sectores se van incorporando.
Lionel y su amigo compañero de promoción, fueron quienes, como mayores, nos inician políticamente a los hermanos y amigos, esto también se dio también en todos los colegios y en los barrios, en los que estuvieron. Lauroni era una persona de gran solidez ideológica lo mismo que Lionel, que a esas cualidades le unía el atractivo de ser un gran jugador de fútbol y eximio guitarrista, virtudes que le facilitaban el contacto con la gente y la posibilidad de entrar a debatir ideas. Nuestra casa siempre fue una casa abierta, donde se reunía la muchachada militante y muchas veces hasta “pensión” temporaria del amigo en dificultades económicas. Los viejos participaban en todo, la recomendación era “tené cuidado”, nunca nos reprimieron, nos apoyaron y dieron refugio a los hijos y a los amigos. En el 67 y 68 Lionel ya era un dirigente conocido, cuando se anunciaban manifestaciones, la policía lo buscaba y detenía la noche anterior y lo dejaban detenido junto con otros dirigentes, hasta que finalizaban las movilizaciones.
En el 70 se va a Rosario, teóricamente a estudiar arquitectura, para esa época ya había participado del 5to congreso donde se toma la decisión de crear el partido de cuadros y el ejército de masas, él fue uno de sus fundadores, allí cambia todo, uno tenía la mayor parte de su vida en la clandestinidad, el resto sólo era “cara”, hasta que algo saltaba y tenías que irte, el pase a la clandestinidad era básicamente cambiar de ciudad. Lionel cae preso en el 71 en Rosario, de allí lo mandan a Coronda y después a Resistencia, después de la fuga de Trelew lo llevan a Rawson. Mario está unos meses detenido en Resistencia, había sido detenido en una Iglesia, junto al cura tercermundista por participar en las , Patricia cae presa en Córdoba. Y allá parten Don Pato y su esposa al rescate de los hijos. Ambos formaban parte de la Asociación de Familiares de Santa Fe, se reunían en el local de Luz y Fuerza de calle Junín. A Patricia, por ser menor de edad y no tener una causa grave, logran liberarla. De esa etapa hay muchas anécdotas interesantes, en el 72, Familiares organiza un viaje a Rawson donde había muchos presos de la ciudad, Coty miembro de Apul (y secreta autora de la marcha del ERP, que ya por esas fechas se cantaba en las cárceles) habla con quien era en ese momento Rector de la UNL, el Ing. Jorge Mullor y consigue el colectivo de la Universidad, antes de llegar se produce la fuga, ahí nomás se comunican con el chofer ordenándose el regreso, pero....Mullor tiene que renunciar...
Lionel es , y dice Don Pato: nos encontramos en la reunión que se hizo en la sede del partido justicialista en la Avenida Cabildo en Buenos Aires, pero no vuelve a Santa Fe. Desde el año 70 habrá venido sólo en tres o cuatro ocasiones, a veces medio día, escondido sin salir de casa. Es poco lo que sabemos de su vida en esos años, él es uno de los que se encarga de ir a Tucumán a hacer el reconocimiento del terreno, en el proceso que luego termina de la creación de la Compañía de Monte, de la que tiempo después al morir , otro santafesino, será su último jefe. Sus compañeros y el propio Santucho, lo reconocen como uno de los mejores jefes que tuvo el ERP, dice el Pato con una sonrisa vital y orgullosa por el recuerdo del hijo.
HOMENAJE: Su memoria fue homenajeada en el Panteón de la Memoria del Cementerio de Santa Fe en 2010 y recordada en la
Unos meses después supieron que iban a tener un hijo. Nació en junio de 1974 y la llamaron Paula. Algún compañero de ellos, años después, me contó que era un nombre muy común entre los apodos de guerra de las mujeres. Vivieron en Córdoba hasta que mataron a su esposa. , el 29 de enero de 1976. Y quizás es el período de su vida donde más me gustaría saber de él. Trato de imaginarlo, sólo, con una hija de un año y medio, en un país en estado de devastación....y aún creyendo que valía la pena hacer más. En esta circunstancia escribe una carta que fue publicada en la Revista Evita Montonera. Está dirigida a su esposa, y se muestra orgulloso de su “entrega final”.
Y...no sé más hasta octubre de ese año en que fuimos a vivir a un casa del barrio Gráfico de Rosario, junto a la . Rescato un apodo de ese período: el negro Julio. Y otra voz que habla y dice: “Él quería ser un buen papá y estaba preocupado por eso..” Tenía 27 años. Y tras Nochebuena y Navidad llegó la despedida sin formalismos. Entraron, dejaron salir a las mujeres y los niños y “procedieron”. Y vuelve la voz de mi abuela: le avisaron de un “enfrentamiento” en la casa de Rosario. Viajó junto a su esposo y buscaron hasta que se pudieron entrevistar con un policía que les confirmó el hecho y los mandó a un cuarto de la comisaría a ver si entre los cadáveres apilados estaba su hijo. A ella le alcanzó sólo con ver los pies. Eran pequeños, finos, acaso como los míos. Parece una historia inconclusa. Y lo es.
Hasta aquí, el relato de su hija Paula, podemos añadir que Lucas Lanusse menciona a Roque como uno de los fundadores del AES, , y dice que en ese grupo inicial, proto-Montoneros, también estaban otros santafesinos como y Carlos Soratti Martínez.
El AES, se habría formado a partir de la conmoción que provoca entre el estudiantado la muerte a manos de los represores de Onganía (1966), del estudiante Santiago Pampillón. A partir de este hecho, varios sacerdotes “..que eran profesores de esa institución (la Católica cordobesa), y a través suyo varios estudiantes decidieron asumir un compromiso más profundo con la realidad que los circundaba” Después de un campamento de trabajo realizado en Tucumán, la agrupación publica en la , en octubre del 68, un documento en el que afirmaban que el fin del AES, era luchar “por una nueva sociedad, donde el hombre pueda realizarse plenamente.”
Su memoria es recordada en placas colectivas en la y la
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en las
Contra viento y marea se casaron el 6 de diciembre de 1976, con tan sólo 20 años, ella y 25 él, eligen como lugar de residencia la ciudad de Rosario, iniciando Gladys la carrera de medicina y Luis la de sicología, comenzando una etapa de dobles proyectos mutuos, el estudio y el matrimonio. La juventud arrolladora, la ilusión de concreciones, se las arrebataron con el brutal secuestro producido el 19 de enero de 1977, todos sus objetos materiales fueron robados por las personas que los secuestraron, heladera, muebles, cocina...dejando tiradas por todos lados sus fotos, las del casamiento y muchas más..... Luego de 72 horas de torturas continuas y desmedidas, el día 23 de enero de 1977 fueron llevados al paredón ubicado en Cafferata y Ayolas (hoy calle Uruguay) de Rosario, fusilándolos junto a cuatro compañerxs de la universidad que militaban en la Corriente Universitaria por la Revolución Socialista (CURS) -expresión de la organización política -, los acribillaron a balazos como al peor de los animales y fueron sepultados como NN en el cementerio La Piedad, pudiendo ser identificada y recuperada años después.
Su memoria fue recordada en el año 2007, al cumplirse 30 años, frente al edificio del (en San Lorenzo y Dorrego, hoy Espacio de Memoria), lugar en el que durante dos días estuvieron cautivos y fueron torturados-
Los responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados y condenados en la
Su memoria es recordada en un Mural de homenaje en Bella Vista Ctes y en una placa colectiva colocada en el octágono de la en 1996
Los responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados y condenados en la causa
Como dirigente de la participó activamente del en la provincia de Buenos Aires. Muy pronto la Universidad le quedó chica, fue un activo cuadro de Montoneros y cumpliendo con el servicio militar obligatorio, en 1975, fue trasladado a distintos destinos por el Ejército, que lo identificaba como peligroso.
“Mi recuerdo es hacia El y a “Robertito” Mayol como niños, como adolescentes, siendo yo joven, junto al barrio que los vió crecer, cerca de la Plaza España, donde seguramente jugaron. Roberto con su bicicleta con la cual entraba y salía de su casa a cada rato. Al ‘Negro’ lo recuerdo en el balcón de la casa en siestas de carnaval tirando agua y bombitas desde aquella esquina de San Jerónimo y Crespo. Como ven no es mucho lo que tengo que decir de ellos, pero quiero también recordarlos así, porque así son nuestros nietos, porque ellos dos, fueron niños como tantos, que rieron, gozaron y al crecer creyeron en la utopía de un derecho para el que sufre; para quien vive y no tiene acceso a la justicia como derecho; para quien no satisface sus necesidades para vivir dignamente. Porque hicieron carne lo que Evita dijera que detrás de cada necesidad hay un derecho no respetado”. Resumiendo: su vida fue una completa entrega hacia los demás, especialmente los humildes. Como dijo un compañero de militancia que lo conoció mucho, con Roberto Mayol, debido a las circunstancias de su muerte, se da algo muy particular: Fue el compañero más querido y paradójicamente el más olvidado”.
Su memoria es recordada en una placa colectiva en la Facultad de Derecho UNL colocada en la semana de de 2006
Durante el , la movilización por el retorno de Perón, participó en toda la campaña, asistiendo a todos los actos que se hacían, cosa que por su edad y ser mi hermano más chico no me gustaba mucho, se lo hacía saber, al igual que otros compañeros, pero él siempre se las arreglaba para estar.
Cuando fuimos a Ezeiza, ayudó en el armado de una bandera muy grande de las que llevaba la columna de Santa Fe. Además, participó del armado de carteles y tizones. Trabajó con mucho entusiasmo, tanto que una noche tomó unos tizones y desde las Flores hasta el Cementerio fue haciendo pintadas, culminando en una construcción en la curva de Blas Parera y Fray Cayetano Rodríguez, en la parte más alta, donde había un gran espacio de cemento, tirado en el techo, pintó las consignas del «Luche y vuelve». En las reuniones de el comentario y las preguntas de los compañeros eran sobre quién habría hecho tan buen trabajo de propaganda.
El 1° de mayo del 1974, cuando nos vamos de la Plaza de Mayo, Lucho estaba con la gente de Santa Rosa y en un momento lo golpean en la espalda con una madera, gracias a un compañero que lo ayuda la situación no fue peor. En esa época, vivían en el barrio César y Mario, dos compañeros del con los que teníamos discusiones políticas. Él siempre se quedaba charlando con ellos; cuando en la Plaza, Perón nos dice «estúpidos imberbes», ¡y pobre, él era imberbe! Esas palabras provocaron su ida del peronismo.
Cuando ingresé a la escuela media, ya existían varias agrupaciones estudiantiles a nivel secundario, las principales eran la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), la , Espartaco y la JF. A Lucho lo conocí cuando ingresó a la ElS, luego pasó al Colegio Nacional, en ese entonces estaba vinculado con la UES, Pero cuando la represión hace que esa organización se vaya desarmando y seguramente por desacuerdos internos se vincula con el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores).
Esta organización, después del secuestro de las abogadas y (en noviembre de 1974), sufre un fuerte impacto que desorganiza la estructura por la caída de muchos de sus dirigentes. Parece que la casa de las abogadas había estado vigilada y desde allí siguieron a Darío () al que finalmente secuestran y asesinan; pero previamente, al seguirlo, habían logrado identificar a varios compañeros.
Su memoria es recordada por una placa colectiva colocada en la y en la Baldosas por la memoria en la vereda del establecimiento
Los responsables de sus asesinato fueron juzgados y condenados en la
Es el momento de su militancia activa junto a grandes compañeros y valiosísimas personas, que la familia empezó a conocer solo por sus sobrenombres: “La Madre” (), “Palometa” (), “El Petiso”() y con posterioridad “El Gordo” () y “La Colorada” (). En su etapa universitaria, alternaba larguísimas horas de estudio para poder avanzar en una carrera tan exigente como era Bioquímica, con reuniones, encuentros y discusiones con compañeros que intercambiaban ideas y propuestas, que le permitían no sólo crecer intelectualmente sino ir conociendo y entendiendo cada vez con mayor profundidad la situación del país.
Su memoria es recordada por una placa colectiva colocada en el Octógono de la de Santa Fe en 1996
Los responsables del secuestro y asesinato de Sonia fueron juzgados y condenados en las
Su memoria es recordada por una placa colectiva colocada en el Octógono de la de Santa Fe en 1996
Raquel y Fernando militaban en el . Cuando los mataron, su papá Don Carlos fue a recoger su cuerpo. Me impactó su relato: ¡Cómo pueden decir que murió en un enfrentamiento! Si no pesaba ni 50 kilos y estaba debajo de la cama y en camisón!!
Carlos Laluf es un hombre que merece un gran reconocimiento por su enorme coraje. Nunca dejó de reclamar por sus hijos, recuperó el cuerpo de Raquel y hasta sus últimos días siguió bregando por saber cuál fue el destino de "
Su memoria es recordada por una placa colectiva colocada en el Octógono de la de Santa Fe en 1996
El Grillo vino en el año 1969, desde Villa Cañás (Santa Fe) a estudiar Ingeniería Química. Sus padres eran agricultores. Él había sido abanderado en la escuela secundaria. Entre los años 71-72 fue responsable de la residencia de calle San Luis del Colegio Mayor Universitario y ayudante de cátedra en la Facultad. Gran jugador de fútbol y mejor degustador de vino tinto, se destacaba en el frontón. Muy ingenioso, en la época del “luche y vuelve” había desarrollado un equipo para rellenar los aerosoles con gas de garrafas, ya que era muy grande la demanda y escasos los recursos económicos, esto terminó cuando reventó uno, por suerte no pasó nada. Se casó con Anita y tuvieron un hijo que en la actualidad vive en la provincia de Córdoba.
Un amigo y compañero de militancia, lo recuerda así:
"Lo conocí un enero de hace 37 años, ojos y pestañas grandes, estatura pequeña, pelo y bigotes negros, siempre alegre y locuaz, fue inevitable que lo bautizáramos: El Grillo.
El Grillo era el prototipo del gringo de campo, bonachón, casi inocente, solidario, su vestimenta lo delataba, un jean tiro corto, camisa de grafa color caqui y un pulóver marrón que nunca abandonaba. ¿Qué adjetivos usar para describirlo?
Era bueno desde el alma, tranquilo, no le gustaba estudiar, futbolero (hincha de Independiente) recordaba siempre su familia y su querida Villa Cañás, quizás por su timidez admiraba el éxito de su hermano con las mujeres.
Experto en el funcionamiento de los calentadores Bran-Metal, admirador de Sergio Denis, jugador de ajedrez y brisca, admirador de la cultura griega (leía la llíada y la Odisea), desprendido de las cosas materiales, soñaba con una familia y un mundo mejor para todos, sencillo y simple.
Así recuerdo al AMIGO, al querido GRILLO.”
El 9 de diciembre de 1975 en una emboscada en su propia casa es detenido y posteriormente desaparecido “el Grillo”, por un grupo de tareas del Área 212 que actuaba bajo el control operacional del Ejército. Se había casado a principios del 75 y tenía un bebé de un mes y medio, Germán. Vivían en una casa humilde, en Jujuy 3618 (hoy Pasaje Andrade), en el sur de la ciudad. Ese día Ana María, su esposa, paseaba con su bebé por bulevar Gálvez, cuando vio que alguien comenzó a seguirla. Tomó un colectivo en la esquina de República de Siria y llegó a su casa con su hijo en brazos, alrededor de las 19. No habían pasado más de diez minutos, cuando el grupo de tareas irrumpió en la vivienda. Eran seis hombres, fuertemente armados, sin uniforme y a cara descubierta, que "en ningún momento exhibieron orden de allanamiento ni identificación alguna”.
Buscaban a su esposo, revisaron la casa, comprobaron que no estaba y siempre a los gritos, le dijeron que no se moviera, aunque no le taparon la cara. Afuera había otras tres personas en un auto que también forma parte del operativo Los represores dejaron la casa en penumbras. Sólo quedó encendida la luz de la cocina para no despertar sospechas. Y esperaron que llegue Marini. Media hora después, cuando el "Grillo" se asomó por la puerta "se le abalanzaron encima, lo tiraron al piso boca abajo, lo apuntaron con armas y le preguntaron de dónde venía". Seis contra uno, es muy difícil que alguien pueda resistirse. Además el Grillo no medía más de 1.65. Pasaron unos minutos, cuando la sacaron de la casa con su bebé y allí pudo ver que los otros tres represores seguían a bordo de un auto en la calle.
En un momento, pidió volver porque se había olvidado el chupete de Germán, pero se topó con una orden: "¡Si volvés a entrar, sos boleta!", le gritaron los de adentro. La llevaron con su hijo hasta la Comisaría 1ª (25 de Mayo y Primera Junta), donde pasó la noche. Esperó que también trajeran a su marido, pero fue en vano. Al otro día, un policía le comentó que lo habían llevado a la Comisaría 4ª y que ellos no tenían nada que ver, que el operativo estaba a cargo de los militares. Una semana después, la interrogó otro militar que le dijo que Mario "se les había escapado", lo que le pareció imposible por la magnitud del despliegue militar y cómo lo habían reducido. Luego, y ante sus súplicas a los policías de la Comisaría 1ª, uno de ellos le comentó que se rumoreaba que Marini había muerto en la sala de torturas, de un paro cardíaco.
Ana María estuvo detenida cuatro años y medio a disposición del Poder Ejecutivo. Con el correr del tiempo supo que su casa había sido desmantelada. Le robaron todas sus pertenencias: la ropa, la vajilla, los libros, los regalos de casamiento, los electrodomésticos. Un botín de guerra.
Su memoria fue recordada en el Parque de la Memoria de Villa Cañás, organizado por la Escuela de Educación Técnica Nº 652 “José Manuel Estrada” y la Municipalidad de Villa Cañás.
También en placa colectiva en la Facultad de Ingeniería Química de la UNL
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la “Causa González”
JUICIO: (VER ANEXO)
Maria Elena Miretti “Negra”, nacida en Santa Fe el 20 de octubre de 1952, hija menor de dos hermanos, estudió en el Colegio Nuestra Sra. del Calvario, muy buena compañera y excelente alumna.
En 1970 ingresó a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral, aprobó materias de los primeros años de su carrera de Derecho. Junto a su actividad como estudiante fue comprometiéndose en la militancia política de la Juventud Peronista, ahondando cada vez más su compromiso con los necesitados de nuestra patria, milita en Montoneros. Perseguida por la Triple A y las FF.AA., se trasladan a la ciudad de Buenos Aires entrando en la clandestinidad. Se pierde todo contacto con la familia, quedando como único nexo la madre, esta fue quien comunica al conjunto familiar que está embarazada y en abril de 1976 nace Laurita.
En octubre del 76 viaja la mamá a visitarlos, el día 14 se presume que debe concurrir a una cita o actividad militante junto a su compañero, queda con la nena con instrucciones precisas por si no regresan su madre, al cumplirse el tiempo establecido sin tener noticias, regresó a Santa Fe con Laura. A la edad de 23 años, fue secuestrada-desaparecida el 14 de octubre de 1976, en Colombres y Avenida San Juan, barrio de Boedo. Con ella cae su marido Aldo Anselmo Eier. Fue vista en el CCD ESMA, antes de su asesinato.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Facultad de Derecho UNL en 2006 durante la semana de “Homenaje Derecho”
La Comisión por la Memoria de la Red Cultura Boedo y lxs vecinxs de la Comuna 5 de CABA realizan el Festival por la Memoria en la Plaza Mariano Boedo, en la cual recuerdan a militantes desaparecidos asesinados en ese barrio.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa ESMA III
Queridos Adolfo y María Teresa: Les escribo esta carta para que sepan que su padre fue mi gran amigo y que juntos soñamos, como gran parte de la humanidad en esos días, con cambiar el mundo por uno con más justicia y equidad. Las circunstancias así lo hacían suponer y equivocado o no, él fué uno de los más ardientemente convencidos de que eso era posible. Sabía del peligro, pero nada lo hizo retroceder. Por eso merece de nosotros y de todos los compatriotas el respeto por su capacidad de entrega. Fue capaz de dar su vida por sus ideas. Nos conocimos de niños y a los catorce años, en 1955, nos encontramos en el mismo Colegio Secundario (por entonces Colegio Nacional).
De jóvenes compartimos muchas cosas: el amor por el folklore, el tango, la música clásica, el fútbol, aunque a él le gustaba mucho más la lucha grecorromana; era un especialista en ese deporte. ¡Qué difícil era ponerlo de espaldas! ¡Cuántos grandotes sucumbimos ante su increíble habilidad! En 1959 nos recibimos de Bachilleres; él profesaba la fe católica y yo era hijo de un pastor protestante. En 1960 fuimos a la facultad; lo acompañé a Santa Fe, él iba a estudiar Ingeniería Química y yo Derecho. Pero justo ese año se abrió la Facultad de Derecho en Rosario y yo me quedé en esta ciudad por cercanía con nuestro pueblo. "Carlito" (así lo llamé siempre) entró al Colegio Mayor que dirigía el cura Rosso (fallecido recientemente).
En 1962 hicimos el servicio militar; él en Campo de Mayo, yo en Mercedes (Bs. As.) Gobernaba Frondizi, y los cuestionamientos militares nos tuvieron acuartelados gran parte del año. Cuando se produjo el planteamiento de Onganía entre colorados y azules, Campo de Mayo era colorado y el Regimiento N° 6 de Mercedes azul. Nosotros nos reíamos de la locura de los milicos de ese tiempo. Carlito nos visitaba cada vez que venía a Cruz Alta. Yo había dejado de estudiar el año que murió mi padre (1962). Me casé en 1964 y hacia fines del '65 o principios del '66, me dio la noticia de que estaba de novio, "Juan se llama María Estela" me dijo. Algunos veranos compartimos días de río y playa aquí, en nuestro pueblo. En el '69 naciste vos Adolfo, el mismo año que mi hija menor, tengo de recuerdo la tarjeta de tu bautismo, y a fines de 1970 llegaste vos, Tere.
Debo detenerme en este punto, porque aquí la historia común deja de serlo y se transforma en la historia de nuestra Patria desgarrada. Las organizaciones armadas Montoneros, FAR, ERP y otras entran en escena. Montoneros, con el secuestro y muerte de Aramburu, y otros hechos entre ellos (el asalto al Policlínico de Santa Fe). En éste se encuentran comprometidos: Meneses, Vaca Narvaja (uno de ellos) y un químico de apellido alemán que empieza con H, que tenía un hijo de 5 o 7 años, ciego. Cuando son detenidos, el abuelo Adolfo y la abuela María, me pidieron que vaya a Santa Fe a visitarlo a la cárcel de Las Flores. Así lo hice. Lo encontré con el mentón roto, por los golpes que le habían dado. Hablaba con mucha dificultad, pero igual nos entendimos. Ese mismo día mataron a un gremialista de apellido Alonso. Después pasé por la casa de ustedes para dar noticias, Tere estaba en camino.
Poco tiempo después una amnistía lo puso en libertad. En 1971 se radicó en Córdoba con otros compañeros, Molina Oliva (cordobés) y Bracco de San Nicolás. En el año '72 se producen los sucesos que narra tu padre en una entrevista que la revista Primera Plana, del 25 de julio de 1972 le realiza en la cárcel de Devoto. En la tapa de la revista está la foto de Federico Méndez y Héctor Jouvet, y dice en letras grandes: "Prisioneros del sistema; héroes de la patria". Un amigo que la guardó durante muchos años me la entregó para que algún día yo se las diera. Aquí la tengo. Luego lo trasladaron al Buque Granaderos y después al penal de Rawson, pocos días antes de la masacre de Trelew.
El 25 de mayo de 1973 otra vez en libertad bajo el gobierno de Cámpora, pasa unas semanas en Cruz Alta con sus padres. En el verano del '74 los trajo a ustedes dos y fueron al río. Ésa es la imagen que tenés grabada vos, Adolfo; no así Tere por ser más chica. Con la muerte de Perón (los Montoneros ya habían roto con él) el peligro de López Rega y la Triple A se acrecienta. El golpe militar de 1976 lo encuentra en la selva tucumana. Tengo también para ustedes un libro con los hechos relatados según la prensa de esos días, donde hacen referencia al enfrentamiento en Lules entre tropas del ejército e irregulares. Pocos días después salen los nombres de los combatientes muertos como si hubieran sido identificados, pero tenían documentos fraguados; Carlito llevaba uno con el nombre de Miguel Ángel González Cano. El abuelo Adolfo fue informado por un correo de los Montoneros. la tarde del 26 de mayo de 1976 vino a mi bar y me contó lo que jamás hubiera querido escuchar. Tiempo después viajó a Tucumán y reclamó el cuerpo con aquel nombre, pero no se lo dieron. Le dijeron que ya iba a tener noticias. Pero esas noticias jamás llegaron. En 1978, estando yo preso, Don Meneses ya enfermo, me mandó a llamar, no sabía en qué circunstancias yo me hallaba. Y ya no tuvo oportunidad de tener esa charla. Toda mi vida esperé encontrarme con los hijos de mi gran amigo, para darles un fuerte abrazo, será por eso que el día que ocurrió, mi cerebro murió unos minutos y luego volvió en sí.
Bueno, queridos Adolfo y Tere, les dejo estas primicias por si acaso, pero sepan que es mucho más lo que podría contarles sobre su padre. Sólo tienen que preguntármelo.
/ Juan, un amigo
Su memoria es recordada en una Placa colectiva colocada en el Octógono de la Facultad de Ingeniería Química en 1996
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en las Causas Manlio Martínez y Romero Niklison - Tucumán.
Horacio nació en Santa Fe. Estudiaba Derecho en la UNL y militaba en el Ateneo Universitario, que en 1973 conformó la Juventud Universitaria Peronista.
Apodado familiarmente «Coco», en la facultad era el «Gordito Horacio», apelativo que solo significaba que no se le veían las costillas, como a la mayoría de aquellos adolescentes flacos y pelilargos. De carácter afable y demostrativo, fue uno de los militantes que hicieron punta en el gran crecimiento de la agrupación que en 1974 disputó la conducción del Centro de Estudiantes, tradicionalmente radical, obteniendo gran apoyo a través de los votos estudiantiles.
Siendo uno de los militantes más expuestos, fue expulsado de la facultad en 1975 y perseguido, emigrando de Santa Fe para residir con su esposa María Cristina Alvira y su bebé en San Nicolás. Fue secuestrado junto a ellos y su cuñada, Raquel por el Batallón de Ingenieros de Combate, a cargo del Coronel Saint Amant, el 5 de Mayo de 1977, a los 27 años. El bebé fue entregado a la abuela materna por el Capellán del Ejército Miguel Regueiro, diez días después.
Horacio y María Cristina nunca regresaron. El cura Regueiro fue detenido y enjuiciado por el Juez Villafuerte Ruzo, murió en 2011 antes de la sentencia. .
Su memoria es recordada en la Facultad de Derecho de la UNL mediante una placa colectiva
Los responsables de su desaparición fueron juzgados y condenados en la causa «Saint Amant»
Pancho fue muy diferente. De conducta impulsada por los afectos, fue, con las cosas que descubría, comprometido y simple. Muy leal en sus relaciones le hacía ganar enseguida el cariño de todos los que lo conocían. El colegio secundario lo hizo al compás de su personalidad, sin importarle mucho los resultados académicos, vivía las relaciones humanas como la asignatura más importante. Desde muy chico rebelde con las injusticias y con la mano siempre tendida para con sus compañeros.
Guiado por la militancia de Alberto, inició la suya en la Universidad Católica de Santa Fe como miembro del Movimiento de Estudiantes de la Universidad Católica (MEUC), dando origen al grupo montonero santafesino. Viudo de María Guadalupe Porporato y con una niña de apenas un año, formó nueva pareja con Clara Josefina Lorenzo Tillard, posteriormente secuestrada desaparecida junto a Francisco en febrero de 1977.
La melliza de Pancho, Haydée dijo que un día soñó a su hermano. A la mañana siguiente llamaron a su puerta. Era su sobrina, Paula Molinas, a quien no conocía porque durante 18 años se crió en Córdoba con la familia de la segunda compañera de Pancho. Su mamá, María Guadalupe Porporato, cayó en septiembre de 1974, en Rosario, cuando ella tenía seis meses. Desde esa pérdida, Pancho no se despegó de su niña hasta que lo mataron, en 1977.
En 1993, ella volvió a Santa Fe y le dijo a su abuelo: "Yo soy Paula". Los Molinas quedaron impactados porque durante años ellos creyeron que Paula era otra adolescente que vivía en Rosario. Un juez de San Isidro se las había entregado como la beba de Pancho. En 1995, los análisis genéticos revelaron que la otra Paula era Laura Fernanda Acosta, la hija de otro militante político, Lidio Acosta y de su primera compañera, María Dolores Vargas, que desapareció en 1977.
“Pancho: hermano mellizo y mi otro yo, alegre, decidido, valiente, sensible, amigo fiel, padre enamorado de su hija, protagonizando siempre su entrega incondicional. “ / Haydee
El 1 de septiembre de 2015, la familia fue citada por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para entregarle los restos, identificados entre decenas de víctimas del terrorismo de Estado, en el cementerio de Avellaneda. Era el último de los Molinas desaparecido.
Su hija Paula fue quien encabezó el homenaje en la Plaza de Mayo de Santa Fe, frente al Colegio de la Inmaculada, donde jugaron desde niñxs todxs los hermanxs
Carlos (el Gringo), quizás el más introvertido de todos los hermanos nació el 29 de junio de 1950. De todos modos era muy común en él utilizar las bromas (a veces bastante pesadas) como una forma de vincularse y expresar sus afectos. No se adaptaba casi nunca a los esquemas establecidos, era original y decidido en sus conductas, y en su forma de apreciar la realidad.
«Carlos: muy sensible, comprometido y audaz con sus convicciones, generoso, súper responsable en sus decisiones, divertido, sencillo y tenaz.»
/ Haydee
Desde su tercer grado primario ya rompió esquemas familiares decidiendo el ambiente escolar que quería. Terminó su colegio secundario en el Colegio Don Bosco. Comenzó su militancia en el Ateneo, cuando estudiaba Abogacía en la UNL y se incorporó a la administración pública en Bienestar Social de la Provincia; representó a sus compañeros como delegado en Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) y fue dirigente de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP).
En 1971 vino a Santa Fe el ex presidente Arturo Frondizi a un local que estaba en calle 1° de Mayo entre Junín y Suipacha. El Ateneo organizó un repudio dentro del local; cuando Frondizi comenzó a hablar Carlos en persona le recriminó por no haber cumplido el pacto con Perón en 1958 y los contratos petroleros. La reunión terminó en un escándalo; el custodio de Frondizi empezó a tirar tiros al techo y se armó una corrida afuera del local con la policía tirando gases, no hubo más reunión.
Carlos para esa época había entrado a la administración pública como contratado al igual que muchísimos otros, ya que desde entonces y aún se sigue haciendo, el ingreso se hace precarizando el trabajo para no abultar el presupuesto en el rubro personal. Él trabajaba en Bienestar Social, en la casa conocida como «de los gobernadores» en Güemes y Bulevar Galvez. En aquel entonces ya existía el concepto neoliberal del «Estado elefante» y las dictaduras lo asumían como propio, además de reconocer que no podían nombrar planta permanente porque su poder era ilegal ya que no tenían ley de presupuesto legislativo.
Tanto Carlos como otros compañeros que estaban en la misma situación comenzaron a reunirse en distintos lugares y así fue creciendo un movimiento de contratados y comenzó la lucha por el pase a planta permanente, siendo muy importante para esa época. Incluso se hizo un trabajo para demostrar que la mayoría de los contratados, casi el 85%, pertenecía personal imprescindible para el funcionamiento especialmente en el Ministerio de Salud. Al calor de la lucha por el pase a planta comenzaron las reuniones en distintos sindicatos, puesto que los tres sindicatos de empleados públicos existentes al momento no permitían la afiliación de contratados y por lo tanto está lucha no la tomaban como propia. Paulatinamente el movimiento de contratados fue tomando fuerza. En el año 72 el movimiento de contratados alcanza una importante dimensión, llegando hacer asambleas de más de 150 personas una de ellas en ATSA, sindicato que conducía Lito Sorbellini y que prestaba sus instalaciones para las reuniones, como también lo hicieron el Sindicato de Viajantes y el de Gráficos entre otros.
Al calor de esa lucha nace la Agrupación Eva Perón de empleados públicos de la que Carlos fue uno de los fundadores y también está agrupación es una de las fundadoras de la JTP en Santa Fe. A fines de 1972 se realiza una reunión con la conducción de UPCN en una pensión de estudiantes, de la misma participan el «turco» Obeid, referente de la JP en Santa Fe, Carlos y otro compañero por la agrupación Eva Perón y se acuerda que el sindicato de UPCN tomara la revindicación del pase a planta de los contratados, cuestión esta que se logra en los inicios del gobierno democrático de Carlos Sylvestre Begnis.
Posteriormente la mayoría de los compañeros que habían dado la lucha como contratados ya en planta permanente se transforman mayoritariamente en delegados oficiales del personal de cada repartición lo que le otorga a la agrupación un peso importante en la asamblea de delegados. Así Carlos pasa a ser el delegado de Bienestar Social y un activo militante de la JTP, que tenía el local en calle Catamarca y Belgrano.
En 1974 por razones de seguridad fue trasladado como Oficial Montonero a la zona de San Nicolás. Un operativo policial lo asesinó junto con Carlos Fernando Lagrutta, Luis Bocco, Guillermo Rodríguez y Carlos Alberto Tuda en la localidad de Campana en lo que se llamaría la «Masacre del Río Luján».
Sus restos fueron inhumados en el cementerio municipal de Santa Fe en un acto importante para esa época. En ese homenaje participó el dueño de un bar que estaba a la vuelta del local de la JTP, un ciudadano paraguayo perseguido por Stroessner que reconoció en Carlos a un militante revolucionario, quien recordaba con profundo cariño de las veces que hablaba con él en dicho bar.
/ Pancho
Su memoria es recordada en una placa colectiva que incluye a todxs lxs empleadxs públicxs colocada en la Casa de Gobierno de Santa Fe
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la causa «Masacre del Río Luján» por el TOF 3 San Martin.
«Por un pelo no se lleva usted la bandera, cadete Molina». Esto le dice a mi hermano Jorge el General Miná, director del Liceo Militar General Belgrano, en la ceremonia de entrega de diplomas del año 1961, en Santa Fe. Jorge se recibía entonces, como todos los cadetes de 5to año, de Subteniente de Reserva. Había cursado el secundario en el Liceo junto con mi hermano José María, porque la beca que les habían asignado hacía menos difícil la situación económica de mi madre, docente, viuda, con cuatro hijos. La bandera a la que se refería Miná, era el primer puesto de la promoción, que quedaba en manos de su hijo, el Subteniente Miná. A Jorge le entregaban medalla al mérito y una réplica en miniatura del sable corvo del General San Martín, que fue un orgullo para él y para todos nosotros.
A los 18 años Jorge era un muchacho apasionado por la literatura, habilidoso en artes plásticas, correcto y muy humilde, con una visión esperanzada de la vida. Era entonces, como lo fue siempre, un hombre feliz, de profunda fe en sus ideales, amable y amado. Leíamos a Benedetti, a Asturias, al Vargas Llosa de «La ciudad y los perros.»
Enseguida empezó la carrera de Arquitectura en la Universidad Católica de Santa Fe, pero los puntos de vista de sus profesores y de los sacerdotes que frecuentaban esa universidad muy pronto le parecieron estrechos y limitados, así que decidió continuar con su carrera en la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
En Rosario se recibió de Arquitecto más o menos al mismo tiempo que empezaron a militar con mayor compromiso en el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), y a Jorge le sirvieron los conocimientos militares que traía del Liceo y sus habilidades prácticas que le permitían dibujar, hacer esquemas y redactar instructivos en forma clara y didáctica. Lo de «maestro» debe haberlo heredado de mi madre, porque los compañeros dicen que era muy claro cuando se trataba de explicar a sus pares los temas que los ocupaban.
Jorge fue uno de los compañeros que fundaron el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) en Julio de 1970, durante el V Congreso del PRT, junto a Santucho, Urteaga, Menna, entre los principales.
Desde entonces tuvo responsabilidades en distintas acciones: el secuestro del cónsul inglés Sylvester (ligado al Swift) en Rosario; el combate de Azul y el secuestro de Igarzábal; el desenvolvimiento de la Compañía de Monte en Tucumán. Estuvo preso en Devoto y en Rawson y la amnistía del '73 nos lo devolvió provisoriamente a La Plata.
Los sucesos de Capilla del Rosario, en Catamarca, donde perdimos a mi hermano José (el compañero Esteban), afectaron mucho el ánimo de Jorge. Yo lo vi sufrir la pérdida de «Josema», aunque nunca lo vi renegar de su fe en la lucha; y muchas veces le oí decir: «Lo que a nosotros nos toca destruir, a Cecilita le va a tocar reconstruir para el socialismo.»
La emboscada del 7 y 8 de octubre de 1975 en la Ruta 307 se produjo 14 meses después de Capilla del Rosario y Jorge perdió allí la vida en una acción tan valerosa como cabía esperar del Capitán Pablo. A mí me tocó acompañar a mi madre a recoger el cuerpo, pero nos hicieron saber que no podíamos retirarlo y que debíamos enterrarlo en el cementerio de Cebil Pozo, cerca de San Miguel de Tucumán. Cecilia quiere recuperar sus restos.
Trabajando en el Comedor Universitario de la UNR conoció a la «Negrita» Nilda Miguez, que cursaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNR. Con Nilda crecieron juntos en la vida y en la militancia revolucionaria y entonces todo ese caudal de ideales que Jorge tenía en formación se pasó a la causa del proletariado, con la misma fe que antes carecía de un objetivo claramente marcado.
Con Nilda se casaron en 1969 y al año siguiente nació Cecilia, su única hija, a quien veían en la casa de los padres de Nilda, en el barrio de Arroyito, cuando ellos dos pasaron a la clandestinidad.
Nilda fue secuestrada en Buenos Aires 2 años después, en mayo 1977, a los 32 años. No tenemos testimonio de su paso por un Centro Clandestino de Detención. Era militante del PRT y Sargento del ERP con el nombre de “Ana”
Recuerdos de infancia y adolescencia
Fuimos vecinos del viejo barrio Candioti y de allí nos conocimos. Sólo puedo hablar de Jorge «El Bicho» Molina Taleb, porque José María («Josema») era unos tres o cuatro años mayor que yo, y a esa edad esa diferencia es una brecha insalvable.
No me pregunten cómo lo conocí... el recuerdo se pierde en el tiempo. Fue seguro en la primaría, en la escuela Moreno recién estrenadita por todos nosotros en Ituzaingó y Necochea, en Santa Fe. Era más grande, estaba un año más adelante pero era compañero de grado de un hermano de un integrante de mi grupito de amigos de grado. Y además, todos íbamos al viejo club de Regatas. De esa forma y por esos extraños y ahora nostálgicos mecanismos asociativos que en la infancia nos hacían agruparnos en una «barra», formamos «nuestra barrita de Regatas».
Terminó la primaria y allá fue, al Liceo Militar Belgrano. Y atrás de él, al año siguiente, seguí yo. Pero la barra siguió firme. Nosotros nos perdimos las juntadas diarias en Regatas, quedándonos sólo las del fin de semana y, por supuesto, las de todas las tardes de las vacaciones.
No compartíamos deportes. Lo de él eran el waterpolo y la gimnasia en aparatos. Lo nuestro nada que ver. Pero sí las mateadas, la playa, las salidas en bote o los campamentos en la isla.
Compartimos también repetidos retrocesos en los promedios generales. Tanto él como «Josema» no fueron abanderados porque la conducta les tiraba los promedios abajo. Apenas si llegaron a ser escolta de banderas... Los dos... ¿Qué tal? Seguramente fue ese bajísimo coeficiente intelectual el que los llevó por el mal camino, no?
Recuerdo de esos años :
En unos carnavales decidimos cambiar nuestro destino obligado, los bailes de Regatas por los del humilde y vecino Club Azopardo. Fuimos todos disfrazados. El «Bicho» de mujer. Y tenía un físico tan estilizado y asumía tan bien su papel, que el «Mono» -uno de los integrantes de la barra (ayudado por una cierta concentración etílica en sangre) bailó con él y se enamoró perdidamente de esa misteriosa chica, que se fue cuando se dio cuenta que se había pasado de rosca.
Lo veo en otros carnavales, llevado entre la gente que llenaba Regatas por dos policías o empleados del club, uno a cada lado de él, tomándolo del brazo. Él... descalzo y con los mocasines en la mano, porque había tratado de colarse al baile bajando del viejo muelle vecino al club hasta la playa vecina al muelle. No había oportunidad de aburrirse estando juntos. No era una época en la que lo político, lo social y mucho menos ese deseo de transformar al mundo que brotó luego, estuvieran en nuestras prioridades.
A medida que terminábamos el secundario comenzó la diáspora de la barra. Con la Universidad nos alejamos. Ya no recuerdo si él comenzó en Santa Fe (creo que fue en la Católica), pero sí que luego se fue a otro lugar (creo que Rosario). Pasó el tiempo. Varios años, sin saber nada uno del otro. Y la última vez que nos vimos fue muy pintoresca.
Yo trabajaba en el Banco Provincial de Santa Fe, militaba gremial y políticamente en la Izquierda Peronista. Por motivos de trabajo viajé a Rosario en el Micro (los santafesinos seguramente recuerdan, era como viajar en el Aerobus). Llegamos a la terminal y en el momento en que ponía el pie en la plataforma, pasó delante mío un rubio pintón que me miró de reojo y siguió caminando, apresurando el paso.
Me quedo pensando: «Lo conozco... ¿quién mierda es?». De repente, se me prendió la lamparita: ¡¡¡El Bicho!!! ¡Pero teñido de rubio o con peluca! . Estuve a punto de salir corriendo para pararlo y darle un abrazo y de repente comprendí. Él me reconoció, pero no sabía en qué andaba yo. Yo, ahí, me enteré en qué andaba él. Y me frené.
Luego, muchas veces y lo estoy haciendo en este mismo momento, me arrepentí de no haberlo corrido. Fue la última oportunidad que tuve de darle un abrazo y de decirle que a pesar de que la vida nos separó, seguía siendo uno de mis queridos amigos.
¡I¡Hasta la victoria siempre, Bicho!!!
/ Carlos Oscar
Jorge Carlos Molina, «Capitán Pablo» fue asesinado el 8/10/75, a los 32 años. Documentos desclasificados de la Embajada de Estados Unidos, mencionan su muerte
Su memoria es recordada en el Colegio de Arquitectos de Santa Fe
“Josema”, “Esteban”, “Molina Grande” nació el 7/2/1940 en un pueblo cercano a Santa Fe y fue fusilado el 11/08/1974 en Capilla del Rosario, Catamarca, a los 24 años.
“En 1960 o alrededor de ese año hubo una huelga bancaria en Santa Fe. Unos familiares influyentes le ofrecieron a José María y a su primo Fredy ocupar puestos en el Banco de la Provincia, lo que significaba la cesantía de dos huelguistas. Fredy aceptó y con el tiempo llegó a ser gerente del banco. Pero Josema se negó a romper la huelga, porque a los veinte años ya tenía un claro sentimiento de solidaridad social. Creo que él había recibido de nuestra madre, una docente luchadora, la conciencia de lo que es opresión e injusticia. Y con el tiempo fue ella la que recibió de él las bases de la teoría revolucionaria. Recuerdo las conversaciones con mamá, en la cocina, en las que él empezaba a expresarse en los términos de un partido revolucionario marxista.
La familia lo "castigó" por el desplante de la huelga, consiguiéndole un empleo en el puerto de Santa Fe, donde trabajó hombreando bolsas de cereales junto a peones mucho mayores que él, hombres rudos, padres de familia, con quienes se juntaba a comer pescado de río, a concursar sobre quien comía más sábalo, surubí o dorado. Y en el esfuerzo por superar a los compañeros veteranos se dio un atracón que le hizo odiar el pescado desde entonces. Él siempre bromeaba sobre eso. Y aquellos fueron sus primeros contactos vacilantes con la clase trabajadora.
Josema era un tipazo de buen carácter, alto, buen mozo, seductor. Los compañeros del Liceo lo habían nombrado "el mejor camarada" cuando terminó el colegio secundario, en 1956 o 1957. Él había cursado esos años en el Liceo Militar Belgrano por dos motivos: estaba becado, lo mismo que mi hermano Jorge Carlos (asesinado en 1975), con lo que se aliviaba nuestra precaria situación económica, y además en esa época se salvaban de la colimba porque obtenían el título de Subtenientes de Reserva. La instrucción militar que recibieron en el Liceo, calificó después a mis hermanos José María y Jorge Carlos, en la lucha armada iniciada por el PRT/ERP. Recuerdo haber visto sus prolijos apuntes, con esquemas sobre armas y tiro.
Después de 1961 Josema fue a estudiar Arquitectura en Rosario, donde al mismo tiempo trabajaba como peón de taxi. Vivía en una pensión muy modesta a la que llamaban El Nido, lugar de reuniones alegres, de asados y de vinos, y de interminables discusiones políticas, donde empezaba a germinar la militancia en serio. Recuerdo con cuánta atención escuchaban los discursos de Fidel grabados en discos de pasta de 78 RPM, en una habitación con las persianas bajas para evitar que oyeran los curiosos.
Al principio de los años 70 terminó la carrera en la UNR, pero no quiso buscar su título de arquitecto en la Facultad, un mérito burgués, sin valor para quien ya militaba en la clandestinidad, acompañando a su hermano Jorge Carlos (el Capitán Pablo), que fue una influencia de peso en el compromiso de Josema con la lucha armada y en la formación de la Compañía de Monte.
Después vino Capilla del Rosario y supimos que Esteban era Josema. ¿Era Esteban realmente aquel mismo payaso bocón que nos divertía en las fiestas, aquel que seguía a nuestra madre por toda la casa, cantándole arias de óperas inventadas para que ella se olvidara de sus problemas o para que le perdonara alguna desatención? ¿Nos costó tanto asumirlo?
Y cubrimos su féretro con la bandera del ERP. Y pudimos velar su cuerpo junto con los parientes y los amigos, todavía, porque todo lo que vino después fue aún más atroz.
Él tuvo una hija única con la compañera Cristina Planas: Jorgelina Planas, nacida en el '73. La nena fue apropiada en 1977 e inscripta como Carolina Sala. Volvió a nosotros por su propia voluntad en los años '90, pero ya no recuperó su verdadero nombre. Está casada y tiene dos criaturas y lleva una buena relación con nosotros, pero también con sus apropiadores. “
Su hermana
Las memorias invisibilizadas
“Y él [el desaparecido José María Molina] era primo de Reutemann, del Lole, claro, la mamá era una Molina. La mamá y el papá del Lole son de acá de Felicia...”
En Las Colonias se han invisibilizado las memorias de los desaparecidos y el caso paradigmático es la total ausencia de memoriales que recuerden a los dos primos hermanos de Carlos Reutemann, quien fuera gobernador de Santa Fe en dos ocasiones (1991-1995, 1999-2003), y quien se desempeñó desde 2003 como Senador electo por la provincia de Santa Fe.
Durante su primer mandato al frente de la cartera provincial Reutemann ordenó la construcción de una tumba sobria, sobrerrelieve, en el cementerio de Felicia, el pueblo de origen de sus padres y abuelos. En ella colocó los restos fúnebres de sus abuelos maternos y de su primo hermano José María Molina, militante del PRT-ERP asesinado en la masacre de Capilla del Rosario, en Catamarca, en agosto de 1974. No obstante, no colocó ninguna inscripción alusiva a la causa de su muerte, y al día de hoy nadie recuerda en el pueblo que ese féretro llegó a la provincia envuelto en la bandera del PRT- ERP, luego de que su madre viajara a Catamarca a identificar el cadáver de su hijo.
Aunque hay tres personas enterradas en esa tumba, la placa que la acompaña lista cuatro nombres. Se añade allí el nombre de Jorge Carlos Molina (el famoso “capitán Pablo” del PRT-ERP), otro primo de Reutemann, y hermano de José María, que estuvo preso en Devoto y en Rawson, tras lo cual fue liberado por la amnistía de 1973, y finalmente fue asesinado en la emboscada perpetrada por el Ejército en la Ruta 307, en la provincia de Tucumán, en octubre de 1975, donde fue enterrado en una fosa común.
Por consiguiente, la memoria de los hermanos Molina se diluyó dentro de la historia de una familia tradicional, del mismo modo que se invisibilizó su paso por el Liceo Militar de Santa Fe, de donde fueron literalmente borrados, pese a su destacado desempeño durante el cursado de sus estudios secundarios. Ya no se encuentran presentes en el cuadro de honor ni en los recordatorios de su promoción. Al respecto, M., una vecina de Felicia, recuerda: “Casi ni se podía ni nombrar a los Molina de acá. Claro, porque en ese momento que estaba la guerrilla y todo eso, como este era el jefe de los guerrilleros...”.
La operación de estigmatización que sufrió la familia Molina sigue vigente. En Felicia no hay placas ni memoriales que recuerden a sus desaparecidos, y la memoria colectiva sigue planteando que en el pueblo no pasó nada. Sin embargo, al consultar a sus habitantes sobre “los Molina” instantáneamente evocan los conceptos de “guerrilleros” y “subversivos” y traen a colación un rumor según el cual uno de los cuatro hermanos Molina se habría refugiado en el cementerio del pueblo luego del fusilamiento del mayor de ellos. Esta afirmación falaz se funda en el hecho de que Ana Taleb, la madre de estos jóvenes, pasó largas estancias en un tambo cercano al cementerio, donde el virtual aislamiento y la compañía de gente allegada le permitieron sobrellevar el dolor que la embargaba.
Virginia Pisarello. ”Pueblo chico, infierno grande. Los desaparecidos y la memoria en la pampa gringa”.
Su memoria es recordada en el Colegio de Arquitectos de Santa Fe
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa Masacre Capilla del Rosario-Catamarca
Nació en Rosario un 22 de septiembre de 1946, de padre rosarino y madre correntina. En su infancia fue una de las víctimas de la epidemia de polio que ocurrió en la década de los años “50 en Argentina; como secuela de la enfermedad tenía la pierna derecha más corta, situación que no afectó su postura en la vida siendo un buen hijo y hermano, buen estudiante y muy emprendedor.
Estudió en el Normal 3 de Rosario, escuela que por entonces contaba con pileta de natación cubierta y como la natación era recomendada como rehabilitación por la enfermedad padecida, su dedicación a este deporte hizo que en su Juventud realizara un curso de «Guarda Vidas» en la Cruz Roja y desempeñó esa actividad en la misma pileta.
Se recibe de Maestro Normal Nacional en 1964. Por entonces era muy querido por todos, en su promoción y por elección de todos los alumnos se lo reconoce como «el mejor compañero». Terminado el secundario se inscribe en la Facultad de Psicología pero, al poco tiempo y quizás por su necesidad de independizarse, abandona. Comienza a trabajar en el Canal 5 de televisión y desde 1966 se desempeña como asistente de producción hasta el año 1968, cuando se traslada a Santa Fe e ingresa al Instituto de Cine. Ya como estudiante de cine, en 1970 participa de un cortometraje que se realiza en Santa Fe, titulado «Vestigios», de un conocido director.
Para sus padres era muy difícil sostener económicamente su carrera en Santa Fe, por lo que vivió en varias residencias estudiantiles y trabajó haciendo fotos. En cierta oportunidad se enteró que había vacantes de fotógrafo para el Nuevo Diario. Allí, en la etapa de prueba, se conoce con Rayna y Russo; este último sería tiempo después por esas cosas de la vida su cuñado. Ante la posibilidad de que una de las vacantes sea ocupada por el hijo de uno de los dueños del diario, el trío de fotógrafos trabajó con gran dedicación y camaradería, quedando luego confirmados en sus cargos.
Siempre tuvo un gran ingenio y habilidad manual, su destreza lo llevó a realizar desde pequeños muebles hogareños hasta diversos objetos artísticos o simplemente cosas que eran el entretenimiento de sus sobrinos. Cuentan también que ya en su militancia política, por esa capacidad manual e inventiva propia, desarrolló formas de resguardar documentación y objetos ante la avanzada represiva que no tardaría en llegar. Siempre se destacó en él su sentido de responsabilidad. Fue muy cuidadoso en relación a la seguridad y el respeto por la vida de los compañeros, como para tantos otros, las citas eran programadas con gran cuidado.
Se enamora de una amiga de su hermana y comienza la relación más sería de su vida. Para el año 1977 ya tenía tomada la decisión de irse a Mendoza donde planeaba casarse. En la mañana del 27 de enero de 1977 despachó varias encomiendas con sus pertenencias y a las cinco de la tarde en un operativo en la calle, justo en la esquina de su casa, lo secuestraron y nunca más se supo de él.
Ya en la noche de ese día, un grupo del ejército entra en la casa y reclama por él, sus padres dicen que ya lo habían llevado por la tarde. No obstante se quedan y con el cable de un velador comienzan a torturar a su padre para que dijera dónde estaba, en tanto a la madre le aplican submarino en la bañera del baño sin querer escuchar que ya lo había chupado otro grupo de tareas.
Al tener la certeza que no estaba y que no llegaría comienzan el saqueo de la casa, se llevan la ropa preparada para el viaje de la familia, un equipo de aire acondicionado que su padre había comprado y todavía estaba embalado, documentos al cobro perteneciente al padre que con posterioridad se confirma cobraron a sus deudores, todo lo que tenía algún valor fue alcanzado por la rapiña.
Luego de estos acontecimientos y estando la familia dispersa, sus padres no podían superar lo vivido, estando solos son visitados por personas que los inducen a vender la casa. En algún momento cuando por alguna razón vuelven, la persona que los atiende, en un descuido o no, deja ver que el garaje se había convertido en depósito de electrodomésticos.
A pesar de todos los intentos que su madre hizo por saber de su paradero y de todos los lugares que visitó nunca pudo saber el destino final de Mariano. Se cree que lo mataron y fue enterrado en las afueras de Rosario. Su padre murió de cáncer y su madre vive con graves secuelas neurológicas.
/ Entrevista con Juanita, su hermana
Mariano Martinez era de Rosario. Era un tipo extraordinario, solidario, laburador, de bajo perfil. Era un tipo muy voluntarioso. Era renguito, la poliomielitis le había dejado secuelas en una pierna. Tenía mucha voluntad de trabajo, le gustaba el trabajo de luces, electricidad e iluminación, más que la realización. Laburaba como un negro, era muy buen tipo.
/ «Negro»
Su memoria es recordada en una placa colectiva en el Instituto de Cine de la UNL
de los varones, nacido en julio de 1945, fue muy buen estudiante en el , amante de la lectura y la literatura, lo que le marcó su historia y la nuestra.
Cursando su tercer año de Facultad de Medicina (Universidad Católica de Córdoba) se realizó un concurso literario sobre cuentos cortos entre todas las Universidades católicas del País. Él presentó tres cuentos que obtuvieron el primer premio nacional, lo que le valió una plaqueta, dinero, y una beca para un viaje de perfeccionamiento a EE.UU. Así lo hizo, pero al regreso decidió hacerlo a dedo conociendo los países de América central y América de Sur.
El contacto con la realidad social de esos países, su pobreza y sus necesidades, le valió una profunda transformación de vida y de nuevo en la Universidad católica de Córdoba fundó la , con la que se inició en su militancia social primero y política después. Así se forma uno de los primeros grupos de .
En julio de 1970 debió pasar a la clandestinidad debido a los sucesos ocurridos en La Calera (Córdoba).(Un poema, musicalizado por el conjunto musical Huerque Mapu en honor a José Sabino Navarro “el Negro”, uno de los fundadores de Montoneros caído en ese lugar, figura como de autor anónimo, pero su autor es Alberto Molinas.)
"ellos creen que has muerto
porque encontraron tu cuerpo esta mañana
y no saben que lo dejaste
porque estabas cansado
remendado, hecho añicos.
Además, habías crecido
y te quedaba chico."
Pocos días después hace llegar una carta a la familia paterna que refleja muy claramente los ideales, pensamientos y compromisos en esos momentos.
“Esta carta pretende ser breve pero a la vez suficientemente clara para decir todo lo que tengo adentro. Siempre he regido mi vida por un principio básico: asumir en los hechos lo que consideraba como verdad. Esa fue la forma cristiana de interpretar el sentido de la vida.
Así comprendí luego de ver y sufrir mucho que la solución de los pobres de nuestra tierra no podíamos dárselas nosotros con largas charlas. El País poco a poco, entregado por los distintos Gobiernos, los pobres cada vez más pobres, los índices de mortalidad infantil cada vez mayores. Inocentes que pagaban con su vida por nuestra indiferencia. Generaciones de obreros condenados para toda su vida a nacer, trabajar como burros y morir.
Enfermos en los hospitales sin esperanzas por no tener dinero.
Familias de obreros despedidos, mendigando por hambre.
Y esa conciencia iba creciendo. Ellos veían su desgracia y buscaban su camino.
Durante mucho tiempo lo buscamos juntos, pacíficamente. Pero la violencia de los culpables no lo permitía. Si gritábamos en las calles éramos apaleados o baleados, los detenidos eran torturados, expulsados de sus trabajos, marcados para que no pudieran conseguir otro nunca más.
Entonces decidimos luchar, como hacen los hombres. Pelear por nuestras mujeres, por nuestros hijos, por nosotros mismos.
Me dirán que yo lo tenía todo al alcance de mi mano, que mi hijo y mi mujer estaban a salvo. El amor consume cuando deja de ser literario, cuando hace querer en cada uno de ellos a un hermano, en cada de ellos, un hijo nuestro.
Queremos construir una sociedad distinta, donde los hombres puedan vivir como tales y no pararemos hasta conseguirlo,
Nuestra lucha no podrá ser detenida jamás porque son miles de hombres y mujeres que están en ella.
Hoy hemos sufrido un revés. Han sido detenidos varios compañeros de vida ejemplar, algunos de ellos tal vez mueran. La policía busca al resto de la gente, a mí entre ellos. No sé cuándo podré volver a verlos, pero a pesar del inmenso dolor que siento por ello, seguiré hasta el final.
No me agarrarán vivo posiblemente, y si lo hacen tendré que ser fuerte. En ese momento pensaré en ustedes, en mi mujer y mi hijo. Jamás tendrán un hijo, un esposo, un padre o un hermano cobarde ni traidor.
No entiendo cómo hay mujeres que puedan aguantar a su lado a hombres que no son capaces de morir por lo que piensan. Sé que la Negra lo entiende así y así quiero que eduquen a mis hijos.
No pensé que esto se diera tan rápido
Ante mí Dios, en el que creo, rindo cuentas de mis actos.
Un abrazo enorme de alguien que piensa en ustedes en todo momento y que por eso lucha. “
Alberto Molinas
Posteriormente ocupó varios cargos dentro de la organización siendo el secretario político en el momento de su muerte en el enfrentamiento de la calle Corro 105, junto con Victoria Walsh, José Carlos Coronel, Ismael Salame e Ignacio José Bertrán. Del combate de la calle Corro, Rodolfo Walsh escribe de su hija o para su hija y quizás para cada uno de los compañeros que supieron dar la vida tanto en ese lugar como a lo largo y ancho de la patria: « Vicky pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonroso, pero el que eligió era el más justo, el más generoso, el más razonado. Su lúcida muerte es una síntesis de su corta hermosa vida; no vivió para ella, vivió para otros y esos otros son millones».
Carta de la hija de Alberto Molinas
Querido Viejo:
En realidad es muy poco lo que puedo escribir en una carilla, ya que lo que tengo para contarte ocuparía un libro entero...y no te rías, es que ya pasaron casi treinta y cuatros años de mi vida y con ellos muchísimas vivencias que no pudiste compartir conmigo.
Quiero encabezar diciendo que sos y vas a ser siempre un papá ejemplo. Costó entenderte, te cuestioné muchas veces el no poder tenerte. Pero creo que cuando el amor es tan grande, que hasta te hace dar la vida por el otro, no hay cuestionamiento que valgan la pena... HAY AMOR; HAY ENTREGA TOTAL POR EL OTRO; NO HAY EGOÍSMO ALGUNO, y eso me pone súper orgullosa.
(…)
Quedate tranquilo que tu lucha, si bien a veces parecería que fue en vano, dejó sus semillas en los hijos, en hombres y mujeres que hoy pensamos que desde el lugar donde nos toca estar, podemos aportar nuestro granito de arena para que las cosas cambien, para que no nos olvidemos de ser solidarios, de compartir, de soñar que todo va a cambiar, de que la justicia va a llegar para todos. Ya demostraste en tu corta vida, que sos especial, todo te recordamos así, como un hombre muy inteligente, muy humano, con unos valores y unos ideales inquebrantables, gracias por dejarnos esta herencia, por pensar en nosotros, por amarnos tantos...
Si bien hay siempre un dolor por tu ausencia, también hay sentimientos de que existen personas que, como vos, dejaron lo más preciado del mundo para que las utopías se hicieran realidad.
Otra vez ¡GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS ...!!!
Siempre te voy a recordar como mi héroe, mi ídolo, y mi ejemplo a seguir... un beso gigante ¡! TE QUIERO MUCHO ¡!!1! NI OLVIDO, NI PERDÓN ¡!!!
Tu hija que te adora... Mariana.
Alberto: pensante, criterioso, poeta, su amor comprometido lo manifestaba cotidianamente, en sus seres queridos, en sus hermanos y compañeros de lucha.
/ Haydee
Los responsables de su asesinato fueron imputados en la megacausa «I Cuerpo del Ejército» que se halla en instrucción
Su abuelo (Wilhelm Kurt Nahs) había nacido en 1909 en Hannover, Alemania. Liliana hizo su escuela primaria en la Escuela General José de San Martín y la secundaria en el comercial Juana del Pino de Rivadavia.
Ingresó a la Facultad de Derecho en 1973. Allí comenzó su militancia en la JUP, junto a decenas de ingresantes. Había una gran esperanza colectiva, un gran impulso a reparar injusticias, cambiar estructuras. El gobierno de Cámpora planteó la Reconstrucción Universitaria, y en ese marco se impulsaban propuestas, debates, planes, reformas.
Liliana era alegre, entusiasta, (carismástica diríamos ahora) y así como se comprometía en la militancia estudiantil hacía participar y tomar conciencia a sus compañeros de curso. El impulso estudiantil generaba nuevas propuestas. Por ejemplo, se puso en debate el contenido de «Introducción a la Filosofía», se rediseñó el programa y se incorporaron ayudantes de cátedra. Liliana fue seleccionada y trabajó en ello.
Las garras del Cóndor en la UNL-Nicolás Lovaisa
El texto demuestra el control de los genocidas, repitiendo 4 veces que «estaba bien» cuando todos sabían que se hallaba secuestrada, en un centro clandestino de detención y tortura.
José Luis nació el 16 de marzo de 1951 en Santa Fe. Hizo su secundario en la de Santa Fe, egresando en el año 1969 con el titulo de bachiller. En 1970 se mudó a vivir a Córdoba para estudiar Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba (U.N.C.), cursando dicha carrera hasta el 4to año.
Se enamoró de Lucía Molina con quien se casó y fueron padres de un hijo: Santiago. También militaba en la OCPO).
José le dedicó el siguiente poema a Lucía:
Te quiero porque tu voz no es sólo mar, flores y pájaros... porque nuestros cuerpos son fuerza y son fuego. porque tus lagrimas saben del miedo y del placer...
porque una mirada tuya llega hasta lo más profundo.
te quiero porque tu vientre es promesa.
te quiero por nuestra casa que "no es nidito de amor" sino trinchera de lucha, porque sabes de mis miedos y mis cagones, porque tu abrazo me los aleja...
te quiero
porque dios es un invento, porque creemos en el hombre
porque domesticamos juntos "nuestro burgués". porque la sangre derramada, jamás será olvidada.
te quiero porque inventamos juntos este amor que nace a veces con el sol más lejano...
por eso, por eso te quiero.
José.
«El Gringo», como le decían sus compañeros, fue asesinado el 26 de marzo de 1976 junto a sus compañeros Vilma Ethel Ortiz y Gustavo Gabriel Olmedo en la casa de Gustavo en el Pasaje Bello 1477 de barrio San Vicente. Su esposa Lucía fue secuestrada y desaparecida en abril de 1977. Su hijo Santiago fue rescatado por su abuela Irma «Mima» Ramacciotti de Molina.
Su cuerpo fue recuperado por su familia. Tenía 25 años.
Los días previos al comienzo del juicio, la organización H.I.J.O.S junto a los Sitios de Memoria y los vecinos de San Vicente, homenajearon a tres de las victimas del juicio: Vilma Ethel Ortiz, José Luis Nicola y Gustavo Gabriel Olmedo.
Nació y creció en Sunchales, en el año 1967 viene a Santa Fe e ingresa en la carrera de abogacía en la UNL. Pertenecía a una familia de condición humilde, y para costear sus estudios trabajaba como mozo, mediante una Beca, en el .
Al poco tiempo de llegar se sumó a las luchas estudiantiles que enfrentaban a la dictadura de Onganía y sus políticas universitarias. Luchas contra los exámenes de ingreso y los aranceles, por la defensa del comedor universitario y las residencias estudiantiles. El asesinato del estudiante Juan José Cabral, durante las luchas contra el aumento del ticket del comedor universitario en Corrientes mayo de 1969, provoca una serie de reacciones populares, de las que participan estudiantes, obreros y clase media, que van a culminar en el Cordobazo.
Es en esa época en la que «Navarrito» como lo conocían todos, se va a incorporar al Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda (FAUDI), y posteriormente al . Tuvo una activa participación en el Centro de Estudiantes de Derecho, integrando su Comisión Directiva en representación del FAUDI.
«Navarrito», así te llamábamos. Eras muy joven cuando llegaste a San Javier, recién recibido de Abogado. No lo dudaste un momento, pusiste tu profesión y tu juventud al servicio de los más necesitados, de los más desprotegidos y de los más explotados de la costa santafesina: los obreros rurales, los trabajadores del campo. Muchos aún te recuerdan, cada vez que se invoca al F.A.T.R.E., la lucha de los obreros rurales, los reclamos, el sindicato que tanto costó formar. Aquella familia islera que aún hoy lagrimea al recordar tus canciones y tu guitarra, junto al fogón de aquel rancho, que aún sigue igual, como en aquellos años de los setenta y tantos. Fuiste de las aulas al campo. San Javier te recuerda en su gente sencilla y tu ejemplo sirve como guía para nuestra noble y aguerrida juventud. Camarada Navarrito, estás presente en cada obrero rural. ¡Hasta la victoria final!
Santa Fe, 1997. Luis
«...Estudiábamos en la Facultad de Derecho. Navarrito era petisito, morocho, negrito, pero con un calor humano inmenso y una convicción que seguramente lo aferró a la vida hasta su último aliento (...) hablaba muy bien, siempre era uno de los principales oradores (...) le gustaba mucho cantar. Era uno de los primeros en agarrar la guitarra y cantar después de las asambleas en el comedor universitario...»
Graciela Abdolatiff en nota para Rosario 12
Pensaba que el combate contra la dictadura debía abrir el camino para una revolución popular antiimperialista que lograra una segunda y definitiva independencia nacional. En 1973, trabajaba en la región costera de la provincia de Santa Fe y en cumplimiento de su decisión de apoyar a los más humildes, ayuda a formar el Sindicato de Obreros Rurales de la ciudad de San Javier, al recibirse de abogado se va a desempeñar como asesor legal ad-honorem de ese sindicato.
En 1975, es designado apoderado de su partido en Santa Fe, por lo que refrendó con su firma las posiciones políticas del PCR. En julio de 1971 fue detenido por la Policía Federal debido a su participación en las luchas por el Comedor Universitario y las residencias estudiantiles. También fue detenido y luego liberado a fines de 1975 por su trabajo como abogado de sindicatos. Apoderado Legal del PCR durante los años 1974-1975, tuvo una destacada presencia en la denuncia pública de los preparativos del golpe de Estado de 1976, testimoniada en artículos del Diario «El Litoral» de esa época.
El día 12/09/1976 fue nuevamente detenido cuando se domiciliaba en Cortada Bustamante (Hotel La Pequeña Bolsa) y alojado en la Comisaría 3ra. El 17 de septiembre de 1976, fallece de un ataque al corazón, consecuencia de la tortura que sufriera en la comisaría.
Dice Graciela en la nota ya citada «...En la seccional...le rompieron las manos para que ya no pueda tocar su guitarra. Después le troncaron la vida...» Intentaron «disfrazar» su deceso como un suicidio por ahorcamiento en la mirilla de la celda donde estaba recluido, difundiendo a la vez versiones falsas y contradictorias («muerte accidental», ahorcamiento en la pensión donde vivía) como parte de las maniobras para ocultar la verdad histórica, pero quienes compartían la prisión y fueron testigos de su tortura y muerte, han relatado las verdaderas circunstancias en que se produjo.
En febrero de 2016, casi cuarenta años después de su asesinato, obreros de la construcción hallaron documentos de gran valor escondidos en un doble cielorraso de la Seccional Tercera de Policía, demostrativos de su detención y hallazgo de su cuerpo en esa Dependencia, en aquel entonces bajo jurisdicción del Destacamento de Inteligencia 122 del Ejército Argentino. Estas pruebas han permitido la detención de tres de los otrora responsables de esa Comisaría.
Dicen sus padres:
«En esos días esperábamos sus noticias y nos llega un telegrama enviado por sus allegados pidiéndonos que viajáramos urgente. A la mañana siguiente fuimos al hogar del abogado socio de nuestro hijo. Nos recibe su señora suegra diciéndonos que Orlando Julio había sido retirado de su alojamiento – Cabildo, planta alta– en la madrugada del día 13 de setiembre de 1976 para “averiguación de antecedentes”. Nos pidió que fuésemos a ese lugar a retirar su ropa y luego presentarnos en la Seccional 3ra. en la que estaba detenido. En el alojamiento mencionado, nos informaron que ahí no había quedado ninguna ropa. De dicha seccional nos mandaron a la repartición Fuerza de Choque. Ahí estuvimos esperando casi tres horas al rayo del sol, ya eran las 15 hs., cuando nos hacen pasar al despacho del señor Principal de apellido Villalba (si mal no recuerdo) quien nos pregunto si somos los padres de Orlando Julio Navarro, abogado? Respondimos afirmativamente. Luego nos dice. Tengo que darles una mala noticia...Vuestro hijo se suicidó ahorcándose con las mangas de una camisa. Ante la terrible noticia, mi señora exclamó desesperada...lo mataron...lo mataron a lo que el Principal dijo con voz que marcaba ya una acentuada disfonía, “no nos haga ese cargo señora...”. Al retirar de un depósito del cementerio el cuerpo de nuestro querido hijo, al reconocerlo comprobamos las horribles huellas del criminal y desgarrante suceso…»
En 2014, y respondiendo al pedido realizado a través de una iniciativa ciudadana, el Concejo Municipal de Sunchales aprobó la Ordenanza Nº 2375, por medio de la cual se dispuso que el Departamento Ejecutivo fabrique e instale baldosas recordatorias en las viviendas que ocupara Orlando Navarro.
Viviendo ya en Rosario, en el año 1974 caen en diversos operativos varios compañeros en Santa Fe, que bajo tortura lo nombran. A partir de ese momento tuvo que extremar su seguridad. Mostró una participación muy activa en el en 1975, realizando la revisión del accionar de la organización, proponiendo más acciones políticas para ese momento.
Como militante del OCPO y en función de su actividad fotografió todos los documentos de la organización para su preservación. Estos fueron enviados en encomiendas con otras pertenencias personales el día de su secuestro. A la fecha nunca fueron encontrados.
Durante la dictadura de Lanusse fue apresado junto con en la ciudad de Mendoza, y mediante un ardid en el que participó su padre y abogado lograron fugarse, quedando en la clandestinidad
Pero su corazón estaba en el barrio, en los pobres, en los necesitados. Hacíamos una tarea social o política en los barrios y se quería quedar allí, no en la Facultad. Muerto Perón comenzó la represión en las universidades, fue suspendida en la Facultad, detenida en dos oportunidades y debió seguir militando semi clandestinamente con su compañero de toda la vida, , en el barrio de Villa Hipódromo, como más le gustaba. Tiempo después debieron irse a Rosario.
«El 18 de mayo de 1976 la UNL tomó una determinación que probablemente haya marcado varios destinos: la expulsión de 30 alumnos que ya habían sido echados de las facultades de Ciencias Económicas y Ciencias Jurídicas y Sociales en distintos momentos del año 1975, todos pertenecientes a la Juventud Universitaria Peronista. Fueron perseguidos y varios de ellos fueron secuestrados con posterioridad: , , , Carmen Liliana Nahs y están desaparecidos. La expulsión estaba motivada por conductas “en contra del principio de autoridad y de elementales normas de respeto”, por “provocar desórdenes” y un “accionar disolvente”. Por este comportamiento eran considerados «elementos disociadores o factores reales o potenciales de perturbación del proceso de desarrollo». La nota, firmada por el secretario Jorge Ramírez y el interventor militar, coronel José Hipólito Núñez, fue recibida por la Facultad de Periodismo de La Plata el 24 de junio de 1976 y allí se especifica que la medida debe comunicarse a “la Subsecretaría de Asuntos Universitarios del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación y a todas las Universidades Nacionales”».
Su nombre clandestino fue «Marga», trabajaba de «babysitter» y fue secuestrada pocos días después que Gustavo en Rosario cuando tenía 23 años y fue vista por última vez en el centro clandestino «Quinta de Funes». Desde su cautiverio en la logró enviar una carta a su suegra, en la que decía: «Viejita querida: gracias a la solidaridad del portador de la presente es que puedo hacerles llegar esta líneas. Me encuentro en perfecto estado tanto física como moralmente y comprendo que uds estarán sufriendo mucho por ello, les pido que me crean que estoy lo más bien. No se preocupen ni se desgasten tratando de saber dónde estoy, lo importante es que sepan que estoy bien, lo demás es tener paciencia y esperar el día en que podamos volver estar juntos. Le escribo a Ud, como siempre lo hacía para que trate de ayudar a mi vieja y acompañarla en todo momento. Deseo con todas mis fuerzas que todos estén bien y les repito que no se preocupen por mí, porque estoy bien. Les recuerdo que los quiero muchísimo a todos y les mando un beso grande especialmente a mis viejos. Cariños. Lili».
La memoria de Liliana es recordada en placas colectivas colocadas en la y en la
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la y una Baldosa por la Memoria en el Plaza del Soldado, frente al domicilio donde fue secuestrado.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron condenados la
Mario Alberto Nivoli nació el 25 de Abril de 1945 en Ucacha (Córdoba), en 1966 estudió ingeniería química en Santa Fe, militaba en Montoneros y sabía que este compromiso era en esa época de mucho riesgo. Luego de un atentado a su casa y otros destinos se trasladó a Córdoba, donde finalmente lo «chuparon».
Secuestrado por personal de la 3ra sección de Operaciones Especiales OP3 La Perla, perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141 «General Héctor A Iribarren», que dependía directamente del Comando del III Cuerpo de Ejército, llevado a La Perla, lugar en el que estuvo detenido, fue torturado y donde se perdió todo rastro de su vida, un sobreviviente de ese centro clandestino de detención, dijo que pudo ver todavía con vida a numerosos detenidos, entre ellos a «Mario Alberto Nívoli, secuestrado de su domicilio de Barrio General Paz Junior a mediados de febrero ‘77 (posiblemente el día 13) y trasladado tres o cuatro días después».
Reconstruir la memoria, reconstruir la mirada.
Soledad tenía cuatro meses cuando su papá Mario, un ingeniero químico cordobés de 28 años, fue secuestrado y desaparecido por un comando paramilitar. Ni ella ni su hermano ni su mamá, volvieron a verlo con vida. Sin embargo, en esa silenciosa batalla de los que no se resignan a lo irresignable, de los que no olvidan ni perdonan, de los que a pesar del paso del tiempo continúan buscando una explicación para tanto horror, hace tres años Soledad se volvió a encontrar con él.
«Cuando éramos chicos con mi hermano jugábamos siempre con una caja con diapositivas. Pero como no teníamos proyector, no sabíamos muy bien qué eran esos cuadraditos de plástico. En 2004 alguien se ofreció a prestarme uno y por fin vimos lo que había allí: eran fotos de mi papá, no fotos de él, sino tomas que él había hecho en distintos viajes y que nunca habíamos visto. Pero luego de verlas y volverlas a mirar, me di cuenta de que lo que había ahí era otra cosa, a lo mejor más importante: en esas fotos estaba su mirada».
A partir de este hallazgo y de esa posibilidad de «mirar con sus ojos», Soledad reconstruyó el itinerario vital de Mario. En un periplo de casi dos años, que comenzó como indagación y devino viaje introspectivo, visitó cada sitio fotografiado por Mario y allí intentó recapturar su mirada treinta años después. «Mi papá nació en Ucacha. Cuando cumplió 18 se fue a estudiar a Santa Fe. Ahí empezó a militar políticamente. Después de sufrir un atentado a manos del Comando Anticomunista de Litoral se fue con mi mamá a vivir a Concordia -cuenta Soledad-. A partir de las fotos de algunos de esos lugares que habían sido importantes para él, me gustó la idea de volver a hacer ese circuito intentando encontrar algunos de esos rastros de su vida».
Claro que en algunos casos, la experiencia marcaría un antes y un después en la historia familiar. «Durante el viaje pude conocer por ejemplo, a la última persona que lo vio con vida en La Perla. Él nos confirmó que a mi papá lo habían matado tres días después de su detención. Hasta ese momento nosotros no sabíamos si estaba muerto», explica. Con todo ese material fotográfico y emotivo Soledad decidió confeccionar un pequeño homenaje a su padre, un ensayo documental que se convirtió en muestra, y se expuso en la Facultad de Psicología de la UNR -donde ella da clases-, el 24 de abril de 2007, día del cumpleaños de Mario, y en el Museo de la Memoria de Rosario.
En el Sitio de la Memoria La Perla está el recuerdo, la fotografía de Nívoli. Cruzando la ruta, frente al ingreso del lugar, se encuentra una placa de madera que su hija una vez de paso dejó en memoria a su padre.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Faculta de Ingeniería Química en 1996
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Mega causa «Menéndez III» (La Perla – Campo de la Ribera – D2)
Nació en Oncativo, Córdoba, el 3 de marzo de 1950. Alegre, optimista, ferviente católico, después de terminar la secundaria se fue a Santa Fe para estudiar Ingeniería Química. Allí comienza su militancia en el Ateneo, y ante las detenciones de varios compañeros en 1972 se traslada a la ciudad de Corrientes, allí conoce a Nelly Noemí Vázquez. Nelly era una destacada militante de la JUP, participaba y hablaba en todos los actos y asambleas. Esa militancia no le impidió continuar sus estudios y llegó a ser la primer mujer egresada como Licenciada en Química de la UNNE. Se casaron en el año 1973 y tuvieron dos hijas.
Hacia comienzos del 76 vivían en Empalme Villa Constitución e integraban la Unidad Básica Combate de San Nicolás- Villa Constitución de la columna 17 o Paraná de Montoneros, integrada también por Jorge Novillo (Ignacio) Mario Luis Catena (Martín). Posteriormente se trasladan a la zona de Zárate- Campana. En junio del 77 Pedro y su esposa fueron secuestrados y llevados a Campo de Mayo desde donde los trasladan al Chaco y finalmente, bajo “libertad vigilada” a Corrientes en la casa de los padres de Nelly. En diciembre los militares vuelven a buscarlos y bajo el pretexto de que serían sometidos a Juicio los trasladan a una comisaría en Bella Vista (BsAs). Allí los visitaba una hermana de su abuela y ellos escribieron cartas a la familia, pero el 29 de enero de 1978, cuando la tía abuela va a visitarlos le informaron que no estaban y que nunca habían estado en este lugar. Desde entonces permanecen desaparecidos.
Pedro Moresi, era muchas cosas.
Era hijo, el único varón, era consentido por sus padres; era hermano, y son justamente sus hermanas las que se encargaron de mantener viva su historia.
Era ferviente cristiano, era buen amigo, era un joven comprometido con su época, preocupado por su prójimo, era estudiante, era compañero, era militante. Era argentino. Era peronista. Era montonero. Era hombre. Era esposo. Era padre. Y fueron todas estas cosas las que marcaron su vida y su destino.
Pedro Moresi no era muchas otras cosas. No era uno más. No era solo un muchacho de Oncativo. No era indiferente a la realidad de los demás. No era alguien que esperaría a que las cosas se arreglen por sí solas. No era un hombre ensimismado en su pequeño mundo. No era un perejil.
Pedro Moresi decidió no ser solo todo lo que ya era, decidió no ser un espectador más sino un protagonista. Decidió vivir y morir por este país.
Decidió hacer algo. Decidió luchar por lo que creía mejor para el mundo. Decidió que su vida no sería una vida más.
Pedro Moresi era Pinino, era el Gringo, era Germán, era Primer Oficial, era clandestino.
Pedro Moresi fue prisionero, fue torturado, fue desaparecido, fue asesinado.
Pedro Moresi fue mi padre. Y fue el padre de Mariángeles. Fue el esposo y compañero de Nelly. Hoy sería el abuelo de Alejandro, Lucas, Adriana y Santiago.
Pedro Moresi es Historia, es la historia cruel del país, es Calle de barrio, es placa en la Universidad, pero NO es pasado, es presente, es Mi historia y Mi presente.
Pedro Moresi fué un buen hombre. Fué un gran hombre.
Hace un tiempo la Argentina y el mundo tuvieron una generación de luchadores entregados sin reparos a sus ideales, de hombres y mujeres tan generosos que dieron lo mejor que tenían, sus vidas. Una generación truncada por el genocidio cometido por el Estado, una generación torturada y asesinada sin piedad, una generación que no podremos ni debemos olvidar. Pedro Moresi era mi padre y puedo decir con orgullo que era parte de esa generación.
..."Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, hermosa vida. No vivió para ella: vivió para otros, y esos otros son millones. Su muerte sí, su muerte fue gloriosamente suya, y en ese orgullo me afirmo y soy yo quien renace de ella"... Fragmento de la carta que le escribió Rodolfo Walsh a sus amigos, tres meses después de morir su hija Vicky.
Lucia Moresi, su hija
Sus hermanas Olga y Edith lo recuerdan con estas palabras:
“Como hermanas tenemos los mejores recuerdos, era buen compañero, con muchísimos amigos, el lugar de encuentro era nuestra casa. Después, cuando terminó el secundario, esa decisión que había tomado de ir a estudiar a otro lado nos dejó muy tristes, especialmente a mis padres que en ese tiempo no se acostumbraba.
Y desde allí cambió su vida, estudió, se casó con una divina mujer...militaba...tuvieron sus dos hermosas hijas, que son regalo de Dios para las dos familias. Nosotros lo recordamos como héroes, con la única diferencia que no tengo donde llevarle una flor...porque alguien lo decidió así…”
Pinino, mi amigo..
A Pinino lo recuerdo como un tipo simple, solidario, profundo, alegre, cálido. Entre tantas casas donde viví, en una de ellas (barrio Barranquitas cerca de las vías) fue con Manolo, el Colo Nieddu y el Frata. Pinino nos visitaba, claro eran casi hermanos con Manolo, los dos vinieron juntos desde Oncativo. También lo recuerdo al Tubo, amigo de ellos dos, creo que también era de Oncativo o de Laguna Larga, no estoy seguro... el Tubo se reía mucho con mis ocurrencias y boludeces humorísticas, esto a Manolo a veces le molestaba, pero después terminaba también cagándose de risa.
Mi novia, mi compañera de toda la vida, Silvia la Colo, nos veíamos en esa casa. Ella era una adolescente militante del MAS (Mov. de Acción Secundaria), Pinino me cargaba, me decía que era del MAP, Mov. de Acc. Primaria, pues aparentaba menos edad de lo que tenía. Pinino se le acercaba, tenía charlas profundas de buen compañero.
En esa casa fabricábamos las "cebollitas" para los actos, entre ralladas de azufre y carbón, nosotros con el pucho en la boca. Qué locura!!! Pinino me parece que fumaba los Particulares verdes.
Con Silvia lo vimos por última vez a Pinino en la terminal de ómnibus de Rosario, no recuerdo bien la fecha, pero era dictadura. Nos habíamos casado y nos recluímos en mi pueblo a vivir el largo exilio interior, buscando cobertura en la empresa en la que mi viejo era socio. Pinino estaba muy angustiado, casi desesperado, a tal punto que le dejé mi tarjeta para que vaya a mi pueblo y ver la posibilidad de ayudarlo desde mi laburo. Nos dimos un fuerte apretón de manos, nos miramos profundamente, fue como una despedida...
/ Gringo
Fue secuestrado el 29/01/1978, pasó por la Comisaría 2ª de Bella Vista (San Miguel - BsAs ) y por el CCD "El Campito" en Campo de Mayo, el mayor centro clandestino de detención que funcionó en el país. Poco después fue asesinado en jurisdicción de Villa Amelia, cerca de Rosario e inhumado como NN en el cementerio La Piedad, pudiendo ser identificada por ficha dactiloscópica.
Registro Único de Víctimas del Terrorismo de Estado -(RUVTE)- Secr Derechos Humanos de la Nación
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en el octógono de la Facultad de Ingeniería Química en 1996
Una calle de Barrio Ponce de la ciudad de Corrientes lleva su nombre desde el año 2006, y otra el de su esposa Nelly Vázques de Moresi
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Panetta - TOF Corrientes
El primer pensamiento es que pudimos muy bien haber sido otros de los tantos jóvenes que aún hoy, más de 30 años después de «aquello» no saben su verdadera identidad, porque fueron apropiados por otras personas. Es por eso que vemos a nuestra madre como a quien nos salvó a mi hermana y a mí, de las garras de los buitres asesinos. Está claro que esos primeros años no los recordamos claramente, aunque siempre dejan rastros en el inconsciente de toda persona.
Cuando teníamos 7 y 6 años mamá conoció a su segundo marido y nosotros a nuestro segundo padre. Fuimos muy afortunados de encontrar a alguien tan bueno que siempre nos habló con la verdad. Nuestro abuelo el «Negro» Novillo falleció de tristeza al poco tiempo de la desaparición de su hijo mayor, Jorge Horacio. Tenemos un vago recuerdo de él, de cuando nos visitaba siendo muy chicos. Con la que pudimos compartir más momentos fue con la abuela María Juana, quien nos visitó varias veces y cuando crecimos un poco también fuimos un par de veces a pasar las vacaciones a su casa en Venado Tuerto.
Con cada viaje aumentaban las preguntas sobre nuestro Padre, a ella y a todos los familiares que visitábamos. Entonces había muchas respuestas a medias, porque todavía no estábamos preparados para toda la información que buscábamos. Es en una de esas visitas donde empezamos a tener una vaga idea de qué había sucedido con él. Estábamos cenando en la casa de un amigo de infancia de papá y comenzamos a tirarle preguntas cada vez más incisivas y detalladas, lo pusimos en una difícil situación. Sus repuestas fueron bastante abstractas y filosóficas para un par de chicos de 11 y 12 años. Él es un buen hombre y nos dijo que llegaría el día en que entenderíamos las cosas. Pobre de él, qué dura noche le hicimos pasar.
Cuando comenzábamos la adolescencia mi abuela -que fue siempre muy buena y cariñosa con nosotros- falleció, igualmente seguimos visitando a nuestra familia de Venado Tuerto. Esos viajes nos mostraban algo así como otra vida, que podía haber sido la nuestra. En una ciudad próspera, con los campos más ricos del país donde la pobreza casi no aparecía, a la vista de quien recorría el lugar. Otro mundo comparado con nuestro pueblo en Corrientes. ¿Y entonces por qué?¿Y entonces para qué? La primera reacción como adolescente fue egoísta hacia nuestro Padre, lo culpamos de no quedarse con nosotros. De haber elegido mal. De no pensar en su familia. Si sus padres tenían un buen pasar y lo mandaron a la universidad ¿para qué meterse en una lucha que no le pertenecía?
Pero poco a poco, con el paso del tiempo fue cerrando todo, y pudimos entender la historia de esos años y de cómo los jóvenes de entonces querían cambiar el país en que vivían, para que sus hijos tengan un futuro allí. Eso lo entendimos, y en realidad no fue tan difícil, pero si lo fue encontrar una explicación a la forma de esa lucha, al enfrentamiento directo con la dictadura. Es en esa etapa de búsqueda de esa explicación que viajamos con Mamá a un homenaje que se hacía en la Universidad en Santa Fé a los alumnos desaparecidos en aquel infierno. En ese momento era muy poco lo que se hablaba de los años setenta en los colegios de la Argentina.
En ese homenaje a los estudiantes de la UNL llegaron hijos de todos los lugares del país, y esas reuniones nos acercaron mucho a la forma de pensar de aquellos jóvenes militantes que como Papá participaron en las luchas de los ‘70. Eran sobre todo solidarios con los humildes, hacían trabajos sociales en las comunidades más pobres y estaban dispuestos a enfrentar a quien fuera para tener un país justo, donde la riqueza se reparta entre todos y no quede en manos de unos pocos. Nuestro padre era un hombre con valor, que daba sus discursos en el comedor universitario o en cualquier pasillo de la facultad. Imaginamos que tenía gran capacidad dialéctica y que convencía al hablar.
También era de calentarse, por eso le decían «el Leche» ya desde su Venado Tuerto natal. Era el mayor de cuatro hermanos y la figura a seguir entre sus muchos primos. Era también amante de la música y cantaba. Era un muchacho que se casó muy joven, imagino a los abuelos con la esperanza de que tener su propia familia iba a hacerlo cambiar un poco y no ir tan de frente contra la opresión del régimen. De regreso de esa reunión compramos el libro de Miguel Bonasso donde lo mencionan como uno de los detenidos de la Quinta de Funes con el seudónimo de Ignacio. Fue difícil leerlo.
En fin, el rompecabezas de nuestro pasado se fue armando para nosotros con el relato de Mamá, de sus compañeros que quedaron, de los familiares de Venado Tuerto y de a poco fuimos construyendo la imagen de eses hombre tan querido, con ideales tan claros, con una oratoria que movía a las masas, pero que por sobre todo era el hijo de María Juana y el Negro, el hermano de Chabela, Caty y Carlitos, el esposo de Gachi y el papá de María Laura y Martín. Este homenaje nos parece no solo merecido sino necesario para recordar siempre y a cada momento que Jorge Horacio Novillo, nuestro padre, fue un hombre que siguió sus convicciones hasta el final, con el único objetivo de dejarnos a nosotros sus hijos, un lugar mejor para vivir y ese es su legado. ¿Sabés qué, Viejo? ¡¡¡Lo conseguiste!!!
/ Martín y María Laura, tus hijos
Con «el Leche» (por leche hervida, era calentón) nos conocimos a los 5 años, en el Jardín de Infantes del Colegio Sagrado Corazón de Venado Tuerto, más conocido como el «colegio de los curas». -Luego, cada uno hizo el primario por su lado, y nos encontramos nuevamente iniciando el secundario en el viejo Colegio Nacional «Juan Bautista Alberdi», en la sección anexa de perito mercantil, allá por el año 1966.- Jorge era un tipo flaco, realmente flaco, con mucha capacidad intelectual, que nosotros -sus compañeros de secundaria- empezamos a admirar sobre todo en el último año. En 5º año se le despertaron dos grandes pasiones: la merceología (materia que tenía que ver con la química) y la política. -Por eso, al año siguiente (1971) se anota en la Universidad Nacional del Litoral para seguir la carrera de ingeniería química, la que cursó por poco tiempo para dedicarse enteramente a su otra gran pasión, o mejor dicho su verdadera pasión.-
Con él y algunos más cultivamos una gran amistad, que se evidenciaba en los gustos por la música y por una incipiente conciencia revolucionaria o porque ya nos empezaban a preocupar los que sufrían, los que menos tenían.- Entonces, conjugamos ambas cosas: empezamos a componer algunos temas, Jorge hacía las letras y yo le ponía la música, modestamente y de acuerdo a nuestros escasos conocimientos en la materia. La temática era denunciar la pobreza, la explotación, por eso los títulos eran «Que mundo es el nuestro», «¿Donde está el culpable?», etc.
Recuerdo haber pasado tardes enteras en la casa de los Novillo (Dorrego entre Alvear y Mitre), donde la mamá (María Juana) nos atendía de maravillas, Jorge al piano y yo con la guitarra. El también tocaba la guitarra, y así fueron saliendo algunas canciones, que finalmente vieron su luz en un recital, en el propio Colegio Nacional y luego en Villa Cañás, de donde era oriundo el rector. Hasta tuvimos una banda en ese 5º año y tocábamos temas de los Beatles, y de los Gatos. Recuerdo que al «leche» también le gustaba mucho el atletismo, sobre todo los 400 y 800 metros llanos, competíamos para bajar «records propios», pero me ganaba casi siempre: tenía las piernas más largas y flacas que yo.- El fútbol no le gustaba mucho era «maleta», distinto a mí que me apasionaba.-
Ana María, mi compañera de aquella época (y la actual), también compañera de Jorge, siempre sintió por él un gran afecto y admiración, y seguro ha tenido que ver en su inicio en la militancia dentro de la Juventud Peronista.- Así era nuestra vida en aquella época de la adolescencia, de la «estudiantina», sencilla, con el despertar de los primeros sueños por una patria mejor. Al irnos a la Universidad, él partió a Santa Fe, yo a Rosario a seguir la carrera de Ciencias Económicas, nos vimos muy poco. Asistí a su casamiento con Gachi, lo «aguantamos» un par de veces en el departamento cuando en el año 1975 empezaba a avanzar la represión. Tengo el mejor de los recuerdos y hoy sería –sin duda- uno de mis grandes amigos.-
/ Luis Carletta
Mi amistad con Jorge y la relación con toda su familia comenzó cuando me fui a estudiar a Venado Tuerto al colegio Nacional a partir de cuarto año de la secundaria. Si bien no conocía a nadie de todos mis nuevos compañeros de escuela, con Jorge la amistad se dio desde el primer momento, con su particular forma de ser, a los pocos días de estar me había integrado al seno de su familia como uno más, relación que continuó más allá de su desaparición. El Leche es para mi, un hermano, esos que la vida te entrega, era un tipo divertido, claro, inteligente y profundo, que me hizo parte de su familia ya que soy padrino de su hijo Martín, que respetó mi manera de pensar y que a pesar de su compromiso político y social nunca mezcló la amistad con su ideología. Compartimos mucho, como yo no era de Venado Tuerto viajaba conmigo a mi pueblo los fines de semana, para ir a los bailes de aquel entonces. Cuando estaba en su casa lo primero que hacía al levantarse era sentarse al piano a tocar y cantar letras del momento o canciones de «protesta» recién después se sentaba a desayunar. Jorge...amigo, compañero, hermano, lo mejor que me dejaste es tu compromiso con la vida, con la gente, esa caricia en el alma que me acompañará toda la vida de haber sido incondicional e íntegro, con tu ideal, con tu necesidad de cambios e igualdad. Hoy, como ayer...estás en mi corazón y en mi vida.
/ Daniel Brun
Cuando pienso en mi hermano Jorge, viene inmediatamente a mi mente un ombú, un enorme y frondoso ombú que te brinda protección, seguridad y cobijo. Así lo sentía y así lo siento aún. Inteligente, cariñoso, alegre, generoso y con unas ideas tan claras que fue capaz de dejar atrás la «vida fácil» que tenía, para compartir su vida con quienes no tenían nada, ni siquiera derechos. Y fue tal su convicción y la fuerza de sus ideas que reunió a la familia, a papá, a mamá y a sus hermanos para hacerlos partícipes de cuál era el camino correcto a seguir. Recibió el apoyo incondicional de todos nosotros, y lo quisimos más que nunca. Su desaparición fue una desgracia anunciada, pero no estábamos preparados para ESE dolor, tan desgarrador, tan profundo, tan injusto. Sé, estoy convencida, que papá murió de tristeza, de impotencia, después de un año y medio de luchar sin descanso (y a veces arriesgando su propia libertad) con policías, militares y obispos que le negaban su paradero. Sé que no se fue en paz por no haberlo encontrado. Mamá tampoco. Sé que les dejó su fuerza , su tenacidad y sus ideales. Y utilizaron esa fuerza para buscarlo sin rendirse, hasta su último aliento. Sé también, que de alguna manera ( no sé cómo, ni importa), mi hermano protegió con su vida, la vida de los que amaba: su mujer, sus hijos, sus padres, sus hermanos y sus compañeros. Y lo sé, porque de no haber sido así, no estaría escribiendo su historia, sino que alguien estaría escribiendo la nuestra.
/ Chabela Novillo
Querido Jorge: No quiero recordarte con tristeza, ni con dolor; sacaré mis recuerdos de lo más profundo de mi corazón: Espíritu puro, siempre rodeado de amigos, leal y afectuoso.- Espíritu noble de toda nobleza; quisiste abrazar a todos los que sufrían y no se animaban a luchar. . . o no podían.- Ningún «interés personal» te impulsaba, siempre fuiste así: cariñoso, alegre, entregado, humilde.- (...) Eras músico, poeta, solidario, atraías a tus amigos a tu casa con la anuencia de tus padres: María Juana y Jorge que no pudieron soportar tu irreparable pérdida y fallecieron sin conocer dónde estabas, a pesar de sus denodados esfuerzos, humillaciones y búsqueda incansable.- Para mí siempre estuviste y estarás dentro de mi corazón.- Después supe . . . porque alguien dijo . . . . . que te habían arrojado al mar como a tantos. . . pero ya no interesa . . . ¿o si?. . . lo importante es que dejaste una huella muy profunda.- ¡¡¡verdad!! (...) querido Jorge, mi amado sobrino – ahijado, eres mi orgullo. . . . . nuestro orgullo.- Mi amor hacia vos rebasa todas las fronteras.- Aquí estarás, nunca te olvidaremos, mi pequeño gran idealista, forjador de un mundo más humano.
/ de su tía Chiche (Elsa Saade de Pieli)
Recuerdos de estudiantina…
Inventiva para todo. Jorge dormía con el Flaco Chita en la misma pieza de una residencia estudiantil. Nunca se despertaban a tiempo, ponían el reloj pero lo apagaban y seguían durmiendo. Así fue que inventaron un sistema perfecto: colocaron la campanilla de un timbre de puerta a mucha altura, de allí un cable que salía de la habitación y llegaba a la cocina, entraba a un armario donde estaba el reloj. Al accionar el despertador, la manijita de la cuerda hacía contacto y comenzaba a sonar el timbre dentro de la habitación. O sea: se tenían que levantar, ir a la cocina, abrir el armario y apagar el reloj. Imposible volverse a dormir después de eso. A los dos días terminaron cortando el cable para seguir durmiendo a gusto…
Estudiar ingeniería química tenía sus ventajas para la resistencia diaria en tiempos de dictadura. Jorge y los compañeros de la casa preparaban el engrudo con un poco de yodamina (sustancia que al secar adquiere carácter explosivo). Pegaban los carteles en los pasillos de la facultad, a escondidas, con ese engrudo. Al día siguiente, cuando alguien intentaba arrancarlo hacía pequeños estruendos que desalentaban cualquier otro intento.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Facultad de Ingeniería Química en 1996
En 2016 la Municipalidad de Venado Tuerto junto al Instituto Venadense por la Memoria, la Verdad y la Justicia, colocaron una placa recordatoria por los 12 desaparecidos de la ciudad en el patio interno del Palacio Municipal.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Guerrieri
José Miguel Pais nació el 27 de junio de 1937 en la ciudad de Santa Fe. Estudió arquitectura en la UNLP y fue Ayudante Alumno en el Departamento de Arquitectura de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de La Plata. Vivió en Chacabuco durante la década del 60, si bien nunca terminó la carrera de arquitectura, participó en la construcción de varios edificios de la ciudad. Militaba en del ERP-22 de agosto, fue secuestrado el 16 de agosto de 1976 en Capital Federal. Fue visto por sobrevivientes en el CCD División Cuatrerismo (Brigada Güemes). Estuvo también en Superintendencia Federal. Continúa desaparecido.
A Miguel Pais se lo llevó la última dictadura militar en agosto de 1976, según los registros de la Conadep. No se sabe bien en qué lugar están sus restos, sin embargo, el recuerdo de este hombre quedó marcado tanto por las vivencias que compartió con la gente que conoció, como en los edificios que ayudó a mientras vivió en nuestra ciudad, durante la década de los años 60.
Es el padre de Federica y Ernestina Pais, las hermanas que se ganaron con esfuerzo un lugar en los medios de comunicación a escala nacional. La primera pasó los primeros años de su vida en Chacabuco, la segunda nació poco después de que toda la familia se mudó a la ciudad de Buenos Aires, sin dar muchas explicaciones, a poco de comenzar la década de los '70.
Si bien era un reconocido simpatizante peronista, buena parte de la gente que lo conoció en Chacabuco dice que nunca lo vio militar activamente por sus posiciones políticas. No obstante, se cree que fue este rasgo poco difundido lo que lo condenó a ser un perseguido. El ingeniero Isidro Ventimiglia recuerda que Pais llegó a Chacabuco, convocado por Juan José Pepe Rubino, para conformar un estudio que llevaría por nombre el apellido de los tres. Rubino conocía a Miguel porque había sido su profesor en la Universidad de La Plata, relata Ventimiglia. Pais era de oriundo de la provincia de Santa Fe y había elegido estudiar arquitectura en la ciudad de las diagonales. Nunca terminó la carrera, pero eso no evitó que fuera uno de los motores de Ventimiglia-Rubino-Pais. “Llegamos a tener 40 obras en Chacabuco. Hicimos uno de los primeros edificios de altura: el Pueyrredón,también colaboramos con el proyecto del edificio de los Colegios Secundarios, y hasta levantamos un hotel en Bariloche”.
Pais estaba en pareja con Milka Truol, una bailarina que había formado parte del Instituto Di Tella y decidió acompañarlo en su vida en Chacabuco. Allí nació Federica en 1968, mientras su padre continuaba desarrollando su trabajo en la ciudad. Pais se distinguió por la particular forma de utilizar el espacio y la implementación de las arcadas y las estructuras cilíndricas, así como los desniveles y la carpintería. Formó parte de una generación que protagonizó grandes cambios sociales y culturales durante la década de los '60 en Argentina y el mundo.
El estudio que integraba País, junto a sus otros dos socios, fue el primero en utilizar en el país hormigón de color para la construcción del edificio Pueyrredón. Según recuerda Ventimiglia, “trajimos los pigmentos desde Francia y también hicimos el gimnasio de la terraza del Club Porteño”. Distinta fue la situación de la casa de Jorge Unsain, una obra por la cual el propietario terminó haciéndose amigo de Pais. “El era un genio, pero no era arquitecto recibido. Le faltaba poquito pero no tenía intención de terminar. Era un tipo que se dedicaba muchísimo a su trabajo los contratistas lo adoraban si bien los tenía cortitos porque era alguien que les enseñaba cosas constantemente”.
/ Cristian Otegui - Chacabuco
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Protobanco – Puente 12
Publio y María fueron los hermanos mellizos más chicos de toda la familia, nacidos en febrero de 1956.
Sobre ellos escribió su hermana Haydee quien compartió sus últimos años con ellos... «...Hermanos mellizos comenzaron juntos en el Movimiento de Acción Secundario, además de hermanos mellizos, eran amigos, compañeros. También juntos en el mismo mes del mismo año dieron su vida por lo que realmente estaban convencidos, teniendo la posibilidad de «zafar» con la ayuda de nuestro padre de salir del país.
Pero pese a sus edades de adolescentes, su conciencia crítica, madura, fortalecida por la convicción de protagonizar el camino hacia una sociedad de igualdad de posibilidades para todos lo llevaron a dar la vida por ello.»
«Publio: un hombre «grande» pese a su corta edad, decidido, coherente, amigo, ser humano excepcional.»
/ Haydee
Publio fue de los principales dirigentes en la creación de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y en 1974 integró su Mesa Nacional. Cayó asesinado en Rosario, Santa Fe, el 16 de diciembre de 1976 (calle San Luis y pasaje Zolezzi), junto con su compañera de organización, Alicia Estela Bearzi.
En 2008 Colectivo de ex presos políticos de Rosario, realizó un mural en 2008 en homenaje a lxs cinco hermanxs
Carlos Miguel Pepe era un joven que vivía en Santo Tomé, estudiante de la Escuela Industrial Superior. Ingresó a ese establecimiento en una etapa muy especial, en la que sueños y proyectos parecían estar al alcance de la mano. La Escuela, dirigida por un docente sumamente innovador, aplicaba planes de modernización educativa, educando para la libertad.
Los alumnos participaban activamente en todas las actividades escolares, incluso, a través del Centro de Estudiantes, en la dirección del establecimiento, y estaban fuertemente politizados. En la escuela tenían cabida todas las agrupaciones estudiantiles que representaban a las distintas corrientes del pensamiento. En esa politización influía no sólo la vecindad de la Facultad de Ingeniería Química sino el clima de la época, la política estaba en el aire.
Así, el jovencito comienza a participar junto con sus compañeros en actividades académicas y políticas propias del movimiento secundario. Entre las diferentes agrupaciones que en ese momento existían en el ámbito secundario, él se acercó al grupo Espartaco. Asambleas, debates, propuestas, lecturas, cine y por qué no, bailes, campamentos, picnics y farándula estudiantil. La vida bullía, los jóvenes participaban, soñaban con el hombre nuevo y con un mundo sin injusticias.
Pero esa «primavera» tuvo muy poca vida, el director progresista, el «Gallego» Alberto Barber, fue desplazado y unos años después sería también desaparecido. En medio de las protestas de los alumnos, asumió un nuevo Director Interventor, el Ing. Calvo, sumamente reaccionario y se volvió al régimen tradicional. Carlos tenía 15 años, era alumno de 3er año cuando en marzo de 1975 las autoridades de la Escuela deciden aplicarle una suspensión por tres años. En octubre del año anterior y ante una denuncia del nuevo Director-Interventor, un hombre que hacía muy poco honor a su condición docente y en lugar de educar y proteger, denunciaba; fue detenido junto con otros alumnos, por la Policía Federal. En ese momento, fue advertido y aconsejado por sus padres acerca de los problemas que podría causarle en su vida estudiantil y las consecuencias que para su futuro podría tener su participación en actividades políticas.
Su padre, Ayudante de Segunda en la Prefectura Nacional, habló con las autoridades escolares y los funcionarios policiales acordando que lo ocurrido no lo hacía acreedor de ningún tipo de sanciones. Sin embargo, la sanción aplicada al iniciarse el curso posterior lo dejó fuera del circuito escolar. Aunque era muy jovencito le decíamos «El Abuelo», porque tenía cara de mayor, dicen sus compañeros de la agrupación Espartaco; quienes además sostienen que después de su salida del Industrial fue junto a Eduardo Fiocchi y otros compañeros a militar en Córdoba, orientados por Esborraz y Manera. Estuvo unos meses allí y luego lo hacen volver a Santa Fe porque era menor de edad y sus compañeros querían protegerlo.
Pero la noche del 19 de agosto de 1977, un mes después de cumplir 18 años, fue secuestrado. Ese mismo día corrieron igual suerte otros compañeros, también ex alumnos de la EIS: Fiocchi, Cherry, Verdú, Solé, Partida. Todos están desaparecidos. La detención fue realizada por personal que se identificó como perteneciente a la Policía Federal, en «Portagos» una confitería de la ciudad de Santa Fe, ubicada en Lisandro de la Torre y 25 de Mayo, donde trabajaba como lavacopas. Se lo llevaron ante la mirada asombrada de sus compañeros de trabajo, estos compañeros se ofrecieron para prestar testimonio ante la Justicia en los recursos de Habeas Corpus interpuestos por su familia, pero nunca fueron citados.
Sus familiares jamás pudieron saber nada acerca de su destino, como tampoco pudieron conocer cuáles fueron las causas que motivaron su secuestro y asesinato, quizás ahora el aporte de sus compañeros contribuya a esclarecer lo sucedido. A través del relato de sus tíos podemos conocer algunos aspectos relevantes de la personalidad de Carlos o Miguelito, como lo llaman ellos. El tío Carlos y su esposa lo describen como un chico fuera de serie, bueno, servicial, tan estudioso que nunca se llevó una materia, que jamás pedía nada, que colaboraba en todo con la familia.
Era muy compañero y compinche del tío; trabajaba al mismo tiempo que cuidaba de su abuela, su madre enferma y sus sobrinos. También dicen que era muy serio y reservado. Siendo muy joven, cuando cursaba 3er año, fue elegido delegado de los estudiantes de la EIS ante la Facultad de Ingeniería Química, de la que esta escuela depende. Ello nos habla del prestigio del que seguramente gozaba entre sus compañeros. Hasta su familia había llegado un dato que parecía muy dudoso, lo habría venido a buscar gente de Córdoba, hoy pensando que todo el grupo de ex alumnos del Industrial desaparecidos en fechas cercanas había tenido algún paso por Córdoba, es un dato que resulta factible, aunque seguramente nunca sepamos la respuesta.
Nelly, su tía, dice que quiere escribir algo cariñoso y que refleje lo que en verdad fue su corta vida:
«En realidad para nosotros, su familia, él siempre fue Miguel o Miguelito como le decíamos cariñosamente, nació en la ciudad de Resistencia, Chaco, en la casa de su Abuela Adela, donde vivían sus padres, mi hermano Carlos y yo, su tía Nelly. De ahí nos fuimos a vivir a la ciudad de Santa Fe, su papá y su mamá por problemas de trabajo se mudaron a Buenos Aires. El queda viviendo en mi casa, con su abuela, su tío Carlos, y yo su tía «Laly» como él me había bautizado. Con nosotros vivió hasta los 9 años más o menos, lo llevábamos a la escuela, íbamos a verlo a sus actos infantiles, en fin, compartimos la vida con él, su abuela Adela lo adoraba y era re compinche con su tío Carlos. De esa época guardo anécdotas y recuerdos hermosos. Él fue mi primer sobrino y yo lo amaba mucho. Después su mamá y su papá vuelven a vivir a Santa Fe y lo llevan con ellos. Esa es la época en que vive en Santo Tomé. A partir de ahí su vida no es muy fácil, tiene siempre a su mamá enferma, con problemas de salud y al poco tiempo también sufre la separación de sus padres. Él como todo adolescente, comienza el secundario, tal vez empieza una búsqueda para él, quién sabe. Es un chico con una historia complicada, tratando de encontrar su propia identidad, creo que su participación en política obedece a que siendo una persona sumamente inteligente necesita encontrar respuestas para su vida. Después de los problemas que tiene en la escuela, vuelve a vivir con su abuela, y empieza a trabajar en la Confitería Portagos. De ahí se lo llevan una noche. Tenía apenas 18 años. El resto ya es historia conocida para todos los que la sufrimos, hasta el día de hoy lo seguimos esperando... La última vez que lo vi, fue el mismo día que desapareció, a la siesta en la casa de su Abuela, estaba un primo, Daniel, bromeaban y se reían, se lo veía feliz... Esa es la imagen que quise guardar de él, hasta que nos volvamos a encontrar.»
/ Nelly, Tía Laly
Su memoria es recordada en una placa colectiva y Baldosas por la memoria colocadas en la Escuela Industrial Superior, y en la plaza central de Santo Tomé
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en Causa Acumulada Santa Fe
Hizo su escuela secundaria en el Colegio del Calvario, siendo dirigente del MAS y luego de la UES. Al finalizar fue a estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Rosario, donde militaba en la JUP.
Intentaron secuestrarla el 7 de diciembre de 1976, en las calles Amenábar y Paraguay, de Rosario. No se dejó agarrar con vida y llegó muerta al campo de concentración. María me dijo una vez: «Hay gente de sesenta años que no sabe para que vive ni por qué».
Pese a ser tan jóvenes y que más de una vez sentí con angustia de hermana mayor, madre, no poderlos proteger, no contenerlos en momentos límites, me hacían ver a dos seres humanos «elegidos» para protagonizar el camino liberador. María en un cumpleaños mío en momentos difíciles y riesgosos se las ingeniaba para hacerme llegar una flor dibujada con un feliz cumpleaños y un «te quiero mucho».
Tanto ella como Publio y mis otros hermanos se daban un tiempo, de cinco minutos tal vez, pero sólo La última cita programada con María, ya la habían matado, pero igual fui al lugar donde debíamos encontrarnos y bajo la lluvia, había un vendedor de flores que nunca había estado en citas anteriores, al luchadora. En los momentos límites manifestaba su coraje indestructible.»
/ Haydee
Nacidos todos en la ciudad de Santa Fe, en una familia constituida por once hermanos. Mis padres; un matrimonio de clase media, de militancia cristiana muy activa. Por ello a pesar de lo numeroso del grupo que conformaba la casa, fuimos formados en valores de mucho respeto por el otro y, solidaridad entre todos. Fue una casa abierta al compañerismo, la amistad y la necesidad del prójimo. Y cuando digo una casa abierta, lo refiero a lo concreto como al espíritu que allí se vivía. Fue casa de muchos amigos, conocidos, y necesitados. El estudio, los cumpleaños, fechas especiales, o el ritual mismo de la amistad fue excusa siempre para que la casa albergara gente. En realidad cuando pienso en mi casa paterna, las imágenes y recuerdos de mis hermanos siempre están acompañados de imágenes y recuerdos de una lista muy grande de compañeros y amigos realmente irremplazables.
Fuimos once hermanos, de una familia también numerosa en parientes, y como tal confluían en ella distintas expresiones políticas santafecinas, lo que motivó siempre una movilidad muy rica en ese sentido.
Pese a que hasta el día de hoy los extraño a los cinco: Alberto, Pancho, Carlos, Publio y María, en cada grito de justicia, de entrega incondicional, de alegría compartida están y estarán vivos como así también mis amigos hermanos Punci, Negro, Gringo, Pelado, Dani, Raquel, Cati, Fernando, Rosita, Raúl, Graciela, Analía, Colorada, María Guadalupe... y la mayoría de una generación en la que me siento orgullosa pertenecer. Se podrán decir muchas cosas de los que ya no están, pero les puedo asegurar que: la coherencia en lo que sentían y hacían, la práctica de los valores que vivían cotidianamente, la amistad sin intereses mezquinos, el procurar para el otro lo mismo que procuraban para ellos, la entrega de un amor profundo, comprometido sin ningún indicio de mezquindad, la fe incondicional en un mundo mejor para todos, la generosidad, y el compartir en las pequeñas y grandes cosas, la alegría, la risa y el festejo con el mate. El canto y la guitarra son la esencia, la profundidad del sentido de la vida que protagonizaron y protagonizarán eternamente. El individualismo, el “sálvese quien pueda”, la traición, la ambición de poder NO pudieron ni podrán con ELLOS”
/ Haydee
Aldo había empezado a militar durante el secundario en la Escuela Industrial Superior. Cuando estaba en 6to año, en el 75, lo acusan de haber estado repartiendo panfletos, nos llaman de la Escuela, estaban el director Calvo, el Vice, Di Bernardo y el Jefe de Celadores, lo detiene la Federal durante varios días, el Comisario Fierro le da una buena apretada para asustarlo. Pero consigue seguir estudiando. Luego, vuelve a haber un problema, lo suspenden y nos piden que lo tengamos en casa sin dejarlo salir. Lo reincorporan pero tenía que rendir todas las materias, sin embargo, era tan buen alumno y tenía tan buenas notas que los profesores lo eximieron ya que reconocían que la sanción era por sus ideas y no por mala conducta. Así logra compartir la graduación con todos sus compañeros y juntos reciben como recordatorio: el símbolo de la Escuela, algo que él apreciaba mucho. Ya era Técnico Electromecánico.
Había hecho una pasantía en Fiat, al terminar ese período, hace un interesante informe analizando las relaciones humanas dentro de la fábrica. Al recibirse se va a Córdoba a trabajar en la fábrica de Materfer. El padre, tenía mucho miedo por los conflictos que estallaban constantemente en esa ciudad, por lo que llamaba todos los días para ver como estaba, finalmente viene para Navidad y aunque al principio se negó terminó aceptando nuestros pedidos y se quedó en Santa Fe entrando a trabajar en Fiat.
Siempre fue un excelente alumno, terminó el primario en la Escuela Normal integrando el Cuadro de Honor con otros chicos que eran sus mejores amigos, entre ellos: Cherry, al que ellos llamaban Facundo, y que desapareció el mismo día que Aldo. Aunque era muy estudioso, siempre le decía a su hermana que no se preocupara tanto por las notas, que no se puede valorar a las personas por un número.
Era un chico noble, honesto, se volcó a una ideología, quiso hacer algo distinto con el apoyo de su grupo, una utopía. Siempre fue muy sensible y solidario, era muy chico cuando empezó a ayudar a los otros, recuerdo que había tres chicos muy humildes a los que ayudaba con las tareas escolares y luego me decía: Por favor mamá dales la leche, lo necesitan.
Empezó a trabajar con el Padre Gasparotto en la Iglesia de Santa Lucía, y con él y otros chicos organizaron toda la obra de acción social de la Parroquia. Era hincha fanático de Colón, lloraba cuando perdía su equipo, cuando cumplió 14 o 15 años, el abuelo, le preguntó que quería de regalo, Aldo pidió el cuadro de Colón Campeón del 65. La familia vivía en ese entonces a pocas cuadras del Centenario, cuando las comparsas salieron a festejar, vimos venir al enorme grupo que se había formado y a Aldo, que desfilaba feliz a la cabeza de la comparsa.
A pesar de gustarle tanto el fútbol, él fue jugador de rugby, primero en Quillá, donde fue campeón de la cuarta división, en ese equipo también jugaban Alberto Pelosi y Edgardo Zalazar, luego jugó en Universitario, hoy el entrenador de las inferiores de ese club, es su primo José Luis.
/ Entrevista a su familia
Aldo era un tapón, morrudito, eléctrico, yo lo conocí al ingresar al industrial en el 72, participaba de las asambleas y Aldo se paraba a hablar efusivamente en favor del director del colegio, hombre de la dictadura (el gobierno de Lanusse) que era sinónimo de lo retrógrado, lo represivo, no dejaba actuar al centro, nada. Así como fue de vehemente en esa época, lo fue para defender sus ideas revolucionarias, después. («En el conflicto, en el nivel de agitación que se daba, en el patio interno se había hecho una asamblea, Aldo se paró a defender a Fernández Grand porque garantizaba la educación, bla, bla, bla, el mismo discurso de las autoridades, los vagos lo querían bajar, y él se defendía.»)
Participando en las marchas de los secundarios se lo podía ver a Aldo llevando su bombo acompañando con él las consignas militantes por una educación inclusiva. Al poco tiempo y a raíz de su entusiasta actividad política recibió de las autoridades de la Escuela Superior Industrial todas las amonestaciones posibles para que su regularidad quedara trunca.
Lejos de rendirse, y para sorpresa de sus profesores y director de la escuela, rindió todas las materias libres con notas buenas y así logró egresar con el título de Técnico Electromecánico junto a los compañeros de su promoción. Tenía las ideas claras y el corazón comprometido para luchar por un país mejor. Con ese mismo compromiso político presentó un análisis de las relaciones humanas en el contexto de las fábricas y ese informe lo llevó a conseguir una pasantía en Fiat Concord, que operaba en Sauce Viejo.
«Es un vacío tremendo que no podemos llenar con nada, parece que fue ayer, que el tiempo no ha transcurrido», es la voz angustiada de la madre. Y tiene razón. En realidad es así, el crimen de la desaparición se sigue cometiendo en tanto no se resuelva. Ésa es la crueldad suprema de la desaparición de personas: la imposibilidad de elaborar el duelo, no nos es posible concebir que alguien «simplemente no esté más, que se haya esfumado, desaparecido».
El último día que lo vimos fue el 20 de agosto del ‘77 -continúa diciendo- él normalmente andaba siempre con nosotros, salíamos, paseábamos juntos, ese día, salió a comprar unos repuestos para la moto y no volvió más. Salió, y al rato llega a casa un grupo de gente que entra, revisa todo y revuelve las pertenencias de Aldo.
En son de burla se llevan como trofeo, un sombrero lleno de los «pines», escuditos, símbolos que Aldo había traído como recuerdo de los distintos lugares del país que había recorrido, era un muchacho al que le gustaba mucho viajar.
Aldo sospechaba algo, ese día había hecho planes para ir al cine con la novia, pero en el cajón de la hermana dejó una nota que decía «Temo no volver a verte, pero deseo volver a abrazarte». La semana anterior, nosotros habíamos estado en Buenos Aires, él se reunió en casa para comer con sus amigos, Carlitos Negro y Carlitos Bonet. Unos días después de su desaparición, lo levantan en la calle a Carlitos Negro y le muestran una serie de fotos preguntando si conoce a esas personas, él reconoce a Aldo, pero, les dice que hace mucho que no lo ve, entonces le responden: «Mentira, el sábado comiste en su casa.» Es evidente que lo estaban siguiendo.
Después del secuestro, la familia, por testimonios de sus amigos, tuvo evidencias de que lo habían estado vigilando desde tiempo antes. Lo buscaron por todas partes, hasta que tuvieron que abandonar sus reclamos al ser «advertidos» por las fuerzas represivas de que ponían en peligro a sus otros hijos.
El año de su desaparición habría cumplido 24 años, nació el 6 de octubre de 1953.
/ Entrevista a su familia
La Secretaría de Extensión y Vinculación- Ciencia Política y RR. II - UNR incluyó su memoria en la Muestra #Revolucionistas: rebeliones y feminismos"-2019
Aldo se hizo muy amigo de «la Pepa» (), estudiaba mecánica con él. Cuando empezó a revisar sus posturas iniciales y finalmente, adhirió a las propuestas del peronismo fue un militante de fierro. Iba a todas las asambleas estudiantiles con el mameluco y el redoblante, era especial para levantar a los alumnos, a lo último andaba siempre en una moto, venía desde su casa en Santo Tomé.
Después de terminar los estudios primarios ingresó a la , cumpliendo con la tradición de los varones de su familia. Allí, el muchacho de estatura bajita, solidario y muy alegre se comprometió con su tiempo asistiendo a las asambleas estudiantiles que buscaban la concreción del . Al poco tiempo, Aldo se convirtió en un emblemático militante de la .
Su memoria es recordada en una placa colectiva y Baldosas por la memoria colocadas en la , y en la
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
lliana nació en Capital Federal, en el barrio de Barracas, en el año 1947, Era la mayor de siete hermanos. Por razones de trabajo y salud de nuestro padre en 1953 nos fuimos a vivir a Trenque Lauquen (oeste de la Pcia de Buenos Aires). En ese momento éramos cinco hermanos con diferencia de un año entre cada uno. La vida en aquella ciudad era muy tranquila, lliana sabía leer y visitaba asiduamente la Biblioteca Municipal.
Tengo en la memoria el nombre de los primeros libros (porque ella los leía y después nos los contaba): Mujercitas, Hombrecitos, Corazón, todos los de la colección Billiken como por ejemplo «La hormiguita viajera», entre otros. En las tardes de verano mamá nos mandaba al cine o a la confitería y ella se hacía responsable de todos nosotros, no siempre veíamos dibujos animados, recuerdo algunas películas como por ejemplo «El Manto Sagrado»: Yo que tenía 3 o 4 años lloraba, y ella me llevaba al hall y me consolaba hasta que se me pasaba.
En 1956 volvimos a mudarnos al Gran Buenos Aires, a la localidad de Burzaco, donde terminó sus estudios primarios e ingresó al Nacional Adrogué (su interés por Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Guerrieri (ver Anexo). la literatura se iba acrecentando, ya leía a Emilio Zola). Siempre fue muy responsable y madura para su edad, creo que eso a veces le jugó en contra para gozar más de su infancia. En el verano mamá nos mandaba a pasarlo de nuestros tíos-abuelos que vivían en Barracas (cerca de La Boca).
lliana era muy querida por esta gente, casi te diría que era la preferida entre todos los hermanos. En la misma cuadra vivían los padres de mi papá, habían venido de Rusia (Ucrania) antes de la revolución. El abuelo, estando en Argentina, había sido anarco-sindicalista y le contaba sus experiencias y sus historias a lliana. Esto, más las charlas políticas que sostenía con papá (que había militado en el partido comunista), comenzaron a configurar su ideología política. Cursó el 2° Año de Bachiller en la ciudad de La Plata, ya que nos habíamos mudado a City Bell.
Eran épocas difíciles; muchas veces mamá salía a trabajar y a ella le tocaba hacerse cargo de la casa y de los cinco hermanos (la más chiquita era una beba). Le seguía gustando mucho el cine, a veces me llevaba a mí o iba con sus amigas. En 1964, por razones de trabajo de papá, vinimos a vivir a la Provincia de Santa Fe, a la localidad de Barrancas. Continuó su Bachillerato en la ciudad de Santa Fe. Allí conoció a su amiga del alma: Liliana Pablo. Con ella compartió muchísimos momentos como si fuera su hermana, incluso los últimos días de su vida. Mientras cursaba los últimos años del secundario, estudiaba teatro con un grupo de gente mucho mayor que ella en nuestro pueblo. Su sensibilidad y su preocupación por la gente humilde y los animales se acrecentaba día a día.
Al finalizar el secundario se fue a Buenos Aires a estudiar Filosofía y Letras. Vivía en la casa de los primos de mi mamá, aquellos con los cuales pasábamos los veranos cuando éramos chicos. Cuando venía de visita a casa contaba sus experiencias con compañeros de facultad y todo lo que rodeaba a la vida cultural que se desplegaba en Buenos Aires.
No finalizó su carrera de filosofía y a comienzos de los años 70 volvió a Santa Fe a vivir con su amiga Liliana e ingresó en el Instituto de Cinematografía. En este ambiente del Instituto creo que comenzó su verdadera militancia política. La veíamos poco, cada vez que venía a casa acompañada siempre de amigos o amigas era una fiesta (a pesar que no sabíamos mucho el riesgo que corría en los últimos tiempos). Yo me casé en diciembre de 1976, ella se había vuelto a Buenos Aires y ya estaba en la clandestinidad por lo cual no pudo asistir al evento. La última vez que nos visitó fue en Pascuas de 1977, me contó del asesinato de dos compañeros muy queridos para ella; una era Raquel Boero, docente que casualmente había trabajado conmigo en Rosario y en cuya memoria colocaron su nombre en un aula de la escuela N° 2049 en el año 1999. El otro compañero era Jorge Ferrario, que había muerto en un simulacro de enfrentamiento con la policía, en la provincia de Buenos Aires.
Creo que nadie, ni ella ni nosotros, dimensionábamos lo que estaba pasando. En los últimos tiempos vivía en un departamento en Buenos Aires con mi hermana Regina y su actual esposo (Enzo), quien militaba junto a lliana en el Partido Obrero. Un día de abril de 1977 mi familia se entera por Liliana que lliana no respondía a sus llamados, ni estaba en los lugares donde solían encontrarse. Mamá viajó sola a buscarla y se encontró con la noticia que siempre quedará en la duda: ¿se mató o la mataron? Todo esto es muy triste y me trae muy amargos recuerdos, fue un duelo arrastrado por mi familia durante muchos años, que recién con el homenaje que le hizo la Universidad del Litoral se está terminando de elaborar, a pesar de que en mi casa paterna (aún viven mis dos padres) es muy difícil hablar sobre este tema. La información se disipa en un punto dejando interrogantes.
/ Florencia
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en el Instituto de Cine de la UNL
Nació en Formosa el 3 de abril de 1952. Estudió Bachiller Pedagógico en el Colegio Santa Isabel. Ingresó a la Escuela de Servicio Social en el año 1.971.
Caty Oviedo era la hija menor de padres muy ancianos, tenía dos hermanos; el mayor, policía, y el segundo empezó en el seminario la carrera de sacerdote, luego desertó y siguió filosofía.
Ella era también, la menor en nuestra casa de estudiantes . . . muy dulce, bonita, pelito corto. Enseguida se lanzó a la militancia, quizás porque tenía gran admiración con su hermano Julio que era militante y muy comprometido . . . Él también fue muerto en la lucha. Estuvo muy cerca de Alberto Molinas.
Ella se enamoró de Daniel Ciuffo, quien estudiaba medicina en Córdoba y, rápidamente, luego de seis o siete meses de noviazgo, en idas a Córdoba se trasladó a esa ciudad a convivir con Dani, y allí comenzó a militar en el Partido Obrero (P.O.).
Tenía ocurrencias de niña, salidas graciosas y muy inteligentes, especialmente en ocasiones de tensión. Todas la tomábamos de “hermana menor “ y festejábamos todas sus ocurrencias. Constantemente el hermano nos visitaba, y ella no cesaba de preguntarle acerca del interés central que era la lucha por conseguir la justicia social. La parejita no tuvo hijos. Dejaron la carrera ambos y se trasladaron a Buenos Aires . . .
Fue secuestrada el 20 de abril de 1977, en su domicilio de Buenos Aires, fue vista en el centro clandestino de detención conocido como “el Vesubio” y apareció asesinada el 24 de mayo de 1977 en la ciudad de Monte Grande. Fue sepultada, junto a su pareja, en el cementerio de nuestra ciudad.
/ Mirtha Britos, compañera de la carrera
Su memoria es recordada en placas colectivas en la Escuela de Trabajo Social y en el Colegio Profesional de Asistentes Sociales de Santa Fe
Los responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados y condenados en la causa "Vesubio-Puente 12"
En el año 2000, cuando en el país regían las leyes de Obediencia Debida y Punto final, el Segundo Tribunal Criminal de Roma juzgo en ausencia los ex generales Carlos Guillermo Suárez Mason y Santiago Omar Riveros y dicto cadena perpetua porque los encontró culpables del asesinato de siete ciudadanos italo-argentinos, entre ellos Daniel Ciuffo y Laura Carlotto.
“Esta condena que es para pocos militares es para todos los genocidas, y esta justicia que es para pocos familiares es para los 30.000 desaparecidos”, dijo Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas.
A mediados de la década del 60, Julio ingresa al Seminario de Santa Fe. Formoseño él, venía a terminar sus estudios. Meticuloso, racional y a su vez afectivo, Julio necesitaba convencerse antes de iniciar algo. Había que darle todas las razones posibles para y por qué hacer algo.
Sus amigos recuerdan las charlas nocturnas que solían tener con otros jóvenes seminaristas como el Bocha Bosch(asesinado en Margarita Belén). Las dudas de jóvenes aparecían en cada una de ellas. Las respuestas no eran totales las ibamos desgranando en lo cotidiano. Extremadamente delgado, como extrema era su capacidad intelectual. Tal vez limitado por su pequeño cuerpo, no se sumaba a las actividades deportivas que se solían desarrollar en las horas libres de estudio.
Se lo recuerda en su andar tranquilo, su claridad intelectual, su convencimiento de jugarse por los demás, su amistad generosa. Cuando inicia el primer año de la Facultad de Filosofía de la Católica se destacó enseguida. Seriamente estudioso y responsable. Era el que nos hacía la pregunta que se obviaba o no se veía. Agudo en sus inquisiciones y claro en su decir. Empezó por entonces, a organizarse lo que luego sería el MEUC (Movimiento de Estudiantes de la Universidad Católica). Los jóvenes universitarios de fines de los 60 queríamos hacer realidad lo que nos decía el evangelio y así fuimos construyendo un espacio político que incluía lo religioso como punto de partida de nuestras fundamentaciones revolucionarias.
Julio era uno de esos dirigentes estudiantiles formados en la iglesia tercermundista. Su participación en la organización Montoneros fue desde 1970 y el compromiso de vida que antes lo había llevado al seminario, pasó a ser con la revolución, como una opción que integraba y superaba lo personal y lo colectivo. En esos tiempos la ética y la política eran una sola dimensión, lo que explica que cuando Julio, a quien le decíamos cariñosamente «Tío Ho» por Ho Chi Min, fuera liberado después de una prisión legal y saliera del país, inmediatamente volviera a entrar para seguir militando, como muchos otros compañeros desaparecidos, entre ellos su propia hermana.
Julio no era muy alto, con cara de adulto, siendo apenas un joven que había llegado desde Formosa al seminario de Guadalupe, con aspecto de intelectual, parecía serio. De repente se le iluminaba la cara con la sonrisa irónica y afectuosa de un humor fino que a la vez lo mostraba conocedor de la realidad popular. Sabía poner la nota de cordura entre los compañeros en las reuniones del MEUC. Imponía respeto por su solvencia intelectual y moral, era un líder natural, respetado tanto por los seminaristas como por los demás estudiantes universitarios, siempre en una actitud de bajo perfil. Julio quedó entre quienes fuimos sus compañeros como un hermano que nos hace falta, esa relación que tuvimos de jóvenes compañeros quedó grabada desde entonces y para siempre en nuestro sentimiento, es una presencia que sigue recordándonos que falta hacer la revolución.
/ Testimonio de sus amigos
Julio Federico Oviedo fue secuestrado-desaparecido por la última dictadura cívico-militar que padecimos a fines de octubre de 1977, sin poderse precisar la fecha. También con anterioridad, fue delegado provincial de la Regional IV de Juventud Peronista y más de una vez se lo vio con otros compañeros solidarizándose con las reivindicaciones campesinas en 1974.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Universidad Católica de Santa Fe
Nacido en San Carlos de Bariloche, provincia de Río Negro, un 29 de octubre de 1944, egresado del Colegio Nacional en 1961. Estudiantes de la época (camadas 1960, 1961 y 1962) lo recuerdan como un joven brillante, alguien con quien valía la pena detenerse a conversar. Luego se fue a estudiar Ingeniería Química a Santa Fe, en la Universidad Nacional del Litoral, obteniendo su título.
Allí inició su militancia en el Ateneo de Santa Fe y se lo considera como uno de los fundadores de la organización Montoneros. Tenía una interesante formación cristiana que puso al servicio de la liberación nacional ayudando desinteresadamente a pobres y necesitados. Su primera detención fue en la Cárcel de Encausados de Córdoba siendo liberado en mayo de 1973 por la presión popular; de esa instancia hay una filmación en la TV de fecha 28-5-73 bajo el título de «Reportaje a presos políticos liberados».
Durante el gobierno de Isabel Martínez, entre el 18 y 19 de marzo de 1975 fue detenido en un bar y ferozmente torturado en la ciudad de San Miguel de Tucumán (en pleno «Operativo Independencia» de las FF.AA.). Pasó por distintas cárceles hasta que luego del golpe militar fue trasladado a la cárcel de La Plata. La noche de Reyes, 5 de enero de 1977, fue sacado del penal y en las inmediaciones lo asesinaron argumentando un intento de fuga, junto a su compañero Dardo Cabo, otro dirigente histórico que se hallaba detenido en la misma cárcel. El asesinato fue responsabilidad del I Cuerpo de Ejército y contó con la complicidad del Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires, en particular con la del director de la Unidad Penitenciaria 9, el Prefecto Dupuy.
Al momento de su muerte, Pirles era oficial superior montonero e integrante de la Conducción Nacional. Sus frecuentes crisis asmáticas no fueron un impedimento para que este jovencito se convirtiera en un ejemplo de consecuencia revolucionaria. El «Palometa» Pirles estaba casado con Alicia Milia (sobreviviente de la ESMA) y fueron padres de dos hijos.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en el octogono de la Facultad de Ingeniería Química en 1996
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Unidad Penal 9 -La Plata
En enero de 1984 con el regreso de la democracia se realizó en el cementerio platense un homenaje conjunto a su figura la de Dardo Cabo. El acto contó con un marco aproximado de quinientas personas, las cuales después dedepositar las ofrendas florales y colocar una placa recordatoria a los pies de la inmensa cruz que hay en el camposanto.
Para 1998 hubo otro homenaje para Pirles, Cabo, Rapaport y Georgiades (otros dos fusilados en La Plata) efectuado por la organización «Solidarios contra la Opresión y por la Libertad» (SOL), que manifesto: «La “Ley de Fuga” fue una de las metodologías empleadas para eliminar físicamente a los luchadores populares presos, que creyeron que la Argentina debía ser un país para todos y no para unos pocos». El 6 de septiembre de 2010, «Palometa» provincia de Buenos Aires, en el mismo lugar (Ruta 215 km. 56) donde fue asesinado
EL SILENCIO ES EL PEOR DE LOS CÓMPLICES
En el marco del programa «Jóvenes y Memoria» de la provincia de Buenos Aires, doce alumnos de la Escuela N° 8 de Brandsen, guiados por sus docentes recogieron testimonios sobre el día en que Dardo Cabo, Roberto Pirles y otros presos políticos fueron ametrallados en la Ruta 215. Reconstruyeron el fusilamiento y plantean que junto a Cabo y Pirles habrían matado a entre seis y ocho detenidos más. De varios de ellos tienen los nombres, luego de que los cuerpos, enterrados como NN, fueran identificados. Se pusieron a buscar testigos de los hechos. Encontraron vecinos que por entonces vivían en campos cercanos a la ruta y que esa noche habían escuchado las ametralladoras y en un caso visto luces y movimientos. nado por la represión oligárquica.
Fueron armando el resto de la historia con datos aportados por parientes y compañeros de militancia y de los juicios que se hicieron en La Plata, logrando la hipótesis de que un grupo de entre ocho y doce fueron fusilados esa noche, en el puente de la 215. El video con su investigación se llama «El silencio es el peor de los cómplices» y tuvo una fuerte repercusión en la ciudad de Brandsen. Ayudó a que el Concejo Deliberante pudiera colocar un cartel de señalización sobre los fusilamientos en el lugar exacto donde ocurrieron. La entonces presidenta Cristina Fernandez de Kirchner les convocó a la Casa Rosada para pedirles el material.