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“Lo feo de la guerra es que en cualquier momento te encontrás con un plomo que viene de punta”, así solía decir Juan Francisco Belaústegui , Oficial Mayor Montonero, integrante de la Conducción Nacional y a cargo de la Regional Nordeste de la organización, que cubría el norte de Santa Fe, Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones. Más conocido entre nosotros como “Pata Loca”. La bala mortal lo alcanzó en Corrientes el 8 de octubre de 1975 junto a otro querido compañero, el cordobés Miguel Ángel Bustos. Llevaba ya 15 años de militancia, desde que en la década del ’60 empezó a trabajar en las villas de Buenos Aires con un grupo de cristianos . En esa época era un obrero textil.
Hacia 1963 resolvió dejar Buenos Aires e ir hacia el interior del país, muchas veces se preguntaba por qué los pobladores de las provincias abandonaban sus lugares de origen para ir a vivir en las villas porteñas. Necesitaba saber qué condiciones de vida empujaban a la gran ciudad a esos miles de campesinos, hacheros, pescadores, artesanos. Juan se instaló con otros compañeros cristianos en Fortín Olmos, un mísero poblado a 80 km de Reconquista, cerca de Tostado. Compartió la vida de los hacheros, vivía en un rancho y hachaba en el monte.
Siempre sostuvo que el mejor conocimiento está asentado en la práctica directa, le gustaba aprender haciendo las cosas, escuchando o leyendo a aquellos que ya lo habían llevado a la práctica. Le molestaban los que hablaban de lo que nunca habían hecho.
Después de medio siglo de saquear la tierra argentina, de explotar a sus obreros, de poner y sacar ministros a voluntad, el monopolio inglés “La Forestal”, encontró un negocio más rendidor en África. En 1963 abandonó el quebracho del norte santafesino dejando a cientos de personas abandonadas a su suerte. Allí, Juan, conoció el andamiaje del sistema de explotación y hambre para la gente. Ni siquiera había lugar para experiencias reformistas. Entonces comprendió porque los hacheros se iban a la villa miseria de Buenos Aires, simplemente porque allí vivían mejor.
En 1968 esa experiencia de Fortín Olmos quedó agotada y Juan volvió a Buenos Aires retomando contacto con un grupo peronista que desde Villa Jardín, en Lanús, trabajaba en fábricas.
Su premisa era: peronismo, socialismo, lucha armada, por lo que encontró lo que buscaba en Montoneros. En 1971 se instaló en Tucumán con su compañera, con el fin de ayudar al desarrollo de la organización en esa zona. En un operativo recibió un tiro en una rodilla que nunca curó del todo. A veces se salía de su lugar y la pierna “se le iba”, por eso los compañeros empezaron a llamarlo “Pata Loca”.
Trasladado a Santa Fe en 1971, debió reorganizar la militancia en la zona muy debilitada por las numerosas caídas; para ello se instaló con su esposa y dos hijos en una casa pre-fabricada.
Luego pasó a la Regional IV ( Nordeste). Cayó cuando fueron a rescatar armas y papeles en la casa de un compañero, Jorge Livieres Banks, muerto en Formosa. Los esperaba la policía (dicen que también el ejército) y luego de una persecución y tiroteo se quedó plantado en el lugar por su voluntad de cubrir a dos compañeros en su repliegue, allí perdió la vida.
Se supo luego que a Belaústegui aquella vez solamente le cabía la responsabilidad de supervisar al grupo que iba a llevar adelante la operación, pero como se quedó dormido y llegó tarde a la cita, como un acto disciplinario autoimpuesto, decide ir él personalmente a la casa de Pocho Livieres y trasladar las pertenencias a un lugar seguro.
Destino trágico. Reconocimiento eterno. Según un testigo sus restos mortales (y los de Bustos) fueron enterrados subrepticiamente en el cementerio de Laguna Brava envueltos en sábanas, enterrados juntos en un hoyo, sin cajón. Nunca fueron encontrados pese al trabajo del Equipo de Antropología Forense y la permanente búsqueda de sus hijos. Tenía 39 años.
En 2018 en Tigre compañeros sobrevivientes homenajearon a Juan Francisco Belaustegui y otros compañeros militantes desaparecidos de la zona.
Marcelo Valenzuela, ex militante de la Unión de Estudiantes Secundarios durante los setenta, recordó en diálogo con Redacción Rosario que a Héctor Marcelo Acoroni “le decían el Pica”, y que “cursaba en el turno noche del colegio Superior de Comercio de Rosario”. Valenzuela señaló que “El Pica era un tipazo, un muchacho muy carismático y comprometido con la militancia”.
“Antes de ser compañeros de militancia éramos amigos, pero yo me sumé a la UES gracias a él, allá por de junio de 1973, antes de lo de Ezeiza”, comentó Valenzuela, y agregó: “yo iba a tercer año y él terminaba quinto. Era un tipo carismático, muy agradable, no era de los jetones que se subían a arengar desde un banquito, pero sí era un referente para todos, incluso muy confiable para los que no militaban en el mismo espacio”.
“El Pica era delegado de curso, recuerdo que cuando iba llegando al Superior venía saludando a todos los pibes, todos los querían, hasta los que militaban en otros espacios”, concluyó su ex compañero Marcelo Valenzuela, notablemente emocionado.
/ Diario digital Redacción Rosario - 19/09/2012
Como muchos militantes de Rosario, al avanzar la represión se trasladaron a militar a Santa Fe de manera clandestina. Marcelo se había radicado en la capital de la provincia en octubre de 1976 y tuvo contacto con su familia por última vez a mediados de diciembre de ese año, cuando anunció a través de un telegrama que volvería a Rosario, cosa que nunca sucedió.
El 4 de enero de 1977 alrededor de las 20 en inmediaciones de la Universidad Nacional del Litoral se realizó un operativo de persecucución a militantes en la calle por “fuerzas conjuntas” y del cual resultó víctima una persona joven. Su cadáver había sido “encontrado” en Pasaje Larramendi y San Jerónimo y enterrado en el cementerio como N.N.
Desde entonces permanecía desaparecido y 35 años después pudo restituirse su identidad.
La justicia federal le devolvió el nombre al último de los desaparecidos de la dictadura enterrado como NN en el cementerio de Santa Fe. Tuvieron que pasar 35 años. Es Héctor Marcelo Acoroni. "Pica", como lo llamaban. Un militante de la Juventud Peronista de Rosario, que cayó el 4 de enero de 1977, apenas cumplido los 21, ante un grupo de tareas del Ejército y la Policía, a pocas cuadras de la Universidad del Litoral (UNL). Una investigación de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia aportó datos clave de fondos documentales, fotos y hasta huellas dactilares, pero fue la sangre de sus hermanos y el análisis genético la que confirmó la identidad. Era el último de los NN en el Panteón de la Memoria, en el cementerio de Santa Fe. Los restos ya habían sido exhumados en 1984, por el entonces secretario del Juzgado Federal de Santa Fe, Víctor Brusa. Pero quedaron en el olvido en un nicho, junto con otros siete NN. Recién en 1998, y por iniciativa de la ex fiscal Griselda Tessio, la justicia avanzó en la identificación de once NN. Faltaba uno. Y la semana pasada, el juez federal Reinaldo Rodríguez concluyó la pesquisa. "Por las pruebas colectadas en este sumario, principalmente los exámenes genéticos, se ha logrado establecer que los restos que se encuentran en el Panteón de la Memoria corresponden a Héctor Marcelo Acoroni, nacido en la ciudad de Rosario, el 22 de noviembre de 1955. Su muerte se produjo el 4 de enero de 1977, en Santa Fe, donde se encontró su cuerpo en San Jerónimo y Pasaje Larramendi", señaló el juez.
No dice quiénes participaron en el operativo. Pero en el expediente hay pruebas suficientes: era un grupo de tareas integrado por el Destacamento de Inteligencia Militar 122 del Ejército y efectivos del Departamento Informaciones de la Policía santafesina (el D2), en una zona liberada por el Comando Radioeléctrico.
El 21 de agosto declaró ante la justicia Mario Augusto Acoroni, quien confirmó que su hermano se había trasladado a Santa Fe, en octubre de 1976. "La última noticia la tuvimos antes de la Navidad de 1976, cuando recibimos un telegrama que nos decía que iría a Rosario para fin de año. Eso no sucedió", dijo Mario. Le mostraron cuatro fotos del cuerpo encontrado en 1977 aportadas por la Secretaria de Derechos Humanos. Las imágenes son desgarradoras. "Es posible que sea mi hermano", dijo. Y lo describió: "Al momento de su desaparición tenía 21 años recién cumplido, cabello y ojos castaños, cutis blanco, 1.74 de estatura, delgado". El 29 de agosto, el juez Rodríguez ordenó los exámenes genéticos.
Unos días después, la Secretaría de Derechos Humanos remitió al juez un nuevo informe, pero ahora con otra prueba clave: las huellas dactilares de un NN que rescató del Gabinete de Identificaciones de la Unidad Regional I y las comparó con las de "Pica" Acoroni. Eran idénticas.
El 7 de setiembre, el juez Rodríguez realizó la última prueba: el análisis genético realizado por el Equipo de Antropología Forense que permitió establecer "la relación biológica" entre Acoroni y sus hermanos. "En consecuencia, en base a los resultados del estudio documental, antropológico y genético se concluye que los restos estudiados corresponden a Héctor Marcelo Acoroni", concluyó el magistrado.
/ Juan Carlos Tizziani - Rosario 12
El Centro de Estudiantes de la Escuela Superior de Comercio de Rosario colocó una placa que recuerda a los 20 alumnos de esa escuela que están desaparecidos y bautizó cada aula con sus nombres, entre ellos Marcelo Acoroni, Orlando Finsterwald, Horacio Ferraza, Adriana Angel
Las circunstancias de su asesinato se hallan todavía en instrucción judicial en el Juzgado Federal de Santa Fe
Fue parte de los grupos fundadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en la zona sur de la provincia. El 19 de agosto de 1971 fue detenido y lo liberaron en 1973. Estudió en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Rosario, militando en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y Montoneros.
Como buena parte de quienes integran este capítulo continuó clandestinamente su militancia en Santa Fe, donde fue secuestrado-desaparecido el 18 de febrero de 1976, a la edad de 30 años, cuando iba una cita nacional de Montoneros detectada previamente. En la misma acción represiva muere su compañero de militancia Carlos Lorenzo Livieres Bank .
La esposa de Ameri, María Sol Pérez, también sigue desaparecida, secuestrada un 16 de diciembre de 1976.
Marisol, dos veces desaparecida
Asistente social y militante de la Juventud Universitaria Peronista y Montoneros, Marisol Pérez tenía 27 años cuando fue secuestrada y desaparecida. Estuvo junto a muchas mujeres en el Servicio de Inteligencia de Rosario (centro clandestino de detención y torturas), una madrugada la llevan y no la vieron más; relata una sobreviviente que al día siguiente de esa madrugada, la mujer de (Ricardo) Chomicky (Nilda Folch) tenía puesto su vestido, y Chomicky tenía colgado sobre su hombro el bolsito donde habían puesto las pertenencias de Marisol”. “Para ellas quedó confirmado que esa noche la habían asesinado. (Chomicky y Folch fueron parte de la patota de torturadores del comandante Feced). Con Analía Urquizo habían sido llevadas juntas del Servicio de Informaciones y las sepultan en un solar de La Piedad, una al lado de la otra. Cuando la familia Urquizo viene a reclamar aquel cuerpo en el ‘79, cuando no había ADN y se estaba en plena dictadura, les dieron por error los restos de Marisol y los llevaron a su pueblo de La Pampa, Alpachiri, y cuidaron esos restos hasta ahora.”
El rompecabezas que su familia fue construyendo con los años arrojó el dato de que Marisol habría sido enterrada en el solar tal del Cementerio La Piedad. “Se hicieron excavaciones, se recogían muestras, se comparaban y nunca daban positivo”, rememora su hermana Iris.
“Un día –reseña– conversando con mi hermana (Magdalena) pensamos como posible la hipótesis de lo que había pasado en otros compañeros, en los que se creía tener el cuerpo de un familiar y después se determinaba que no era así.
Así el fiscal Adolfo Villate se conectó con el EAAF, que en Rosario tiene trabajando a Juan Nóbile, y a partir de ahí se realiza la exhumación de la sepultura de Analía Urquizo en La Pampa, de donde ella era oriunda y a donde su familia había llevado el cuerpo en el año ‘79, cuando pensaron que era de Analía, al que le dieron una amorosa sepultura. Pero en esta constatación, estas muestras que toma Nóbile, se puede confirmar que esos restos eran de Marisol”.
Para Iris la identificación de los restos, tanto los de Marisol como los de Analía, “parece que cierra dos historias”. “Porque la familia de Analía verdaderamente podrá recuperar los restos de Analía y nosotros los de Marisol”, agrega, para luego destacar el “trabajo extraordinario” del
Iris admite que “había pensado” que con los datos obtenidos por los relatos de los compañeros y compañeras de Marisol, “sobre cómo habían sido los últimos días” de su hermana, “había sido suficiente”. “Pero el martes me di cuenta que no, que poder recuperar el cuerpo no sólo es cerrar la historia de mi hermana, sino dejar probada la crueldad del trato que recibieron, por el hecho de luchar por sus sueños, por un país mejor, con justicia e igualdad para todos”, reconoce y añade: “Con la recuperación de su cuerpo, ahora podemos además demostrar que fue asesinada”.
/ extractado de “Memoria, verdad y justicia - Marisol Pérez vuelve a casa” Por Juane Basso. 10/11/2018
Los restos de Marisol fueron cremados y llevados al Bosque de la Memoria, donde están los árboles plantados en homenaje a ella y Raúl Ameri, de su madre y de su hijo Andrés, fallecido en 2017
Los responsables del secuestro y desaparición de Raúl fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada
Adriana nació el 03/11/1953 en Rosario. Estudiaba en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Rosario y militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y Montoneros. A fines de 1975 un grupo armado que se identificó como de la Triple “A” había allanado su domicilio en busca de Adriana, a quien no encontraron, no obstante lo cual amenazaron a toda la familia diciendo que si la encontraban se la iban a llevar y la iban a hacer “boleta”. Fue así que se trasladó con su pareja, “Chachi” Ferraza a la ciudad de Santa Fe.
El 23 de setiembre de 1976 asesinaron a Horacio y Adriana no podía volver a la casa que alquilaba con él porque al momento en que lo mataron le habían encontrado un recibo del alquiler, en virtud de lo cual luego allanaron el lugar y lo “desvalijaron”
Refugiada en otra casa de militantes de calle Pedro Ferré 1936, donde vivían Silvia Edith Coria, Alfredo Fontana, Susana Trossero , con 23 años y cursando un avanzado embarazo, fue asesinada junto a ellxs el 7 de octubre de 1976
El Centro de Estudiantes de la Escuela Superior de Comercio de Rosario colocó una placa que recuerda a los 20 alumnos de esa escuela que están desaparecidos y bautizó cada aula con sus nombres, entre ellos Marcelo Acoroni, Orlando Finsterwald, Horacio Ferraza y Adriana Angel
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada
“Vicente” “Pardal”. Nació el 12 de febrero de 1953 en Rosario. Vivía en la zona norte de la ciudad. Socio de Rosario Central desde la cuna, adonde fuera seguía a su club junto a su hermano José. Dicen que aún en la clandestinidad lo seguía haciendo. Su secundaria la hizo en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini. En 1971 comenzó a estudiar Psicología en la Facultad de Humanidades de la UNR, creía que en esa disciplina se encontraban herramientas necesarias para ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas.
Era amante del buen vino y del asado, haciendo de anfitrión con sus amigos y conocidos tantas veces como fuera necesario. Cuando en 1975, se casó con Teresita Marín la ceremonia fue realizada por cura tercermundista. De ese amor nació Diego, que sólo pudo disfrutar de su padre por seis meses. Desgraciadamente ese niño murió a los 12 años, víctima de un accidente de tránsito.
Su madre, Elena Lucas de Belmont, integrante de Madres de Plaza de Mayo de Rosario, ha publicado junto a otra compañera, Marta Claverie de Hernández, un libro de poemas en homenaje a sus hijos: “Todo te sobrevive”
En 2020 Facultad de Humanidades y Artes de la UNR realizó un acto público de restitución de legajos como parte del Programa de Preservación documental “La Facultad de Humanidades: Historia, memoria y política”
En la Facultad trabajaba como auxiliar de la Secretaría Académica, además de formar parte de la de cuya fundación en Rosario fue partícipe. Cuando la mano se puso jodida, en la familia se habló de sacarlo del país ya que tenían familiares directos en Uruguay y Centroamérica, pero de carácter fuerte, se negó de pleno a esa posibilidad y luchó por sus ideales hasta el final, nada lo detuvo ante las injusticias del poder.
Allanaron su casa familiar cuatro veces pero no lo hallaron, ya militaba en Santa Fe. Fue asesinado en esta ciudad el 21 de septiembre de 1976 de ese año; fue muerto al tratar de huir de un control callejero en inmediaciones de la Plaza España, realizado por el Comando de Artillería 121, cuando iba con , quien fue secuestrada y desaparecida al escapar en otra dirección. Tenía 23 años.
Su memoria es recordada en una colocada en 25 de Mayo e Hipólito Hirigoyen (Santa Fe)
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la C
Trabajaba en la firma John Deere y estudiaba Analista de Sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional de Rosario. Era integrante de la Secretaría Política de Montoneros. El 4 de enero de 1977 fuerzas conjuntas del ejército y la policía provincial, rodearon la casa ubicada en San Martín y Boneo de la ciudad de Santa Fe, donde se encontraba junto a José Pablo Ventura y María Josefina Mujica , acribillándoles en un operativo destinado al exterminio .
De Adriana, a quien también llamaban “Paula”, “Carolina” o “la Gorda”, su mamá, quien había trabajado mucho para cuidar a sus hijos, dice: “ Cuando mi hija fue creciendo quiso también estudiar, capacitarse, porque ella quería que yo dejara de trabajar. Nunca se llevó ninguna materia. Yo traté de ayudarla, el sueldo era muy bajo, entonces le conseguí una beca. Además ella estudiaba inglés, era Maestra de Inglés, se caracterizaba por esa fuerza para luchar, emprendedora. Equivocados o no, confiados, los jóvenes lucharon. Creían que iban a producir el cambio, yo, con un poco más de experiencia tenía mis dudas. Le decía que el pueblo no estaba preparado para ese cambio social, pero ellos estaban convencidos de que sí. Adriana era muy joven cuando desapareció, tenía 21 años. Ella me decía “Mamá vos me enseñaste a pelear y a luchar y hay que llegar hasta el final”
Herminia Severini añade “Los militares crearon un terror para el resto de la vida. Esto tratamos de decirles a los jóvenes. Sobre todo que estén unidos, que se cuiden, pero que no dejen de luchar, que esto no termina y nosotros llevamos la palabra y la memoria.”
Ella no quiso recibir el cajón cerrado que pretendieron entregarle los militares, “¿cómo puedo saber si es realmente el cuerpo de mi hija? Quiero tener la confirmación científica”. Había sido enterrada como “N.N.” en el cementerio municipal y cuando le entregaron el cuerpo era el de María Josefina Mujica
El 30 de octubre de 2014, la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario puso el nombre de la madre de Plaza de Mayo Herminia Severini, al aula 203 de esa casa de estudios.
Por iniciativa de ex alumnos del Colegio Dante Alighieri de Rosario, junto a la concejala Norma López, se realizó un acto de homenaje a alumnos de la institución víctimas de la última dictadura cívico militar. En las puertas de la entidad se colocaron placas recordatorias de Sergio Jalil, Oscar Bouvier, Adriana Bianchi y Ricardo Meneguzzi.
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada
Nació en Galeguaychú (Entre Ríos) el 17 de agosto de 1950, fue secuestrado y desaparecido en Santa Fe, el 17 de febrero de 1976, cuando se dirigía a la zona de la Plaza de las Banderas, para asistir a una cita nacional de Montoneros.
Era militante de la Juventud Universitaria Peronista, del Movimiento Villero Peronista y Montoneros. Hacía muy pocos días había finalizado sus estudios de medicina (los había iniciado en Rosario) en la Universidad Nacional de Córdoba. Tenía 25 años, estaba casado con Cristina Labat y tenían un hijo, Martín, de pocos meses de vida. Es ese hijo, quien en marzo de 2015, recibe de manos del Rector de la UNC el título de médico que su padre no alcanzó a retirar.
La familia Angerosa fue muy golpeada por la dictadura, Hugo, uno de sus hermanos fue secuestrado, torturado y luego liberado en Gualeguaychú. Su hermana Blanca de 19 años fue secuestrada en la Capital Federal en el año 1978 y continúa desaparecida, igual que su hijo, al que llamó Pedro, nacido en cautiverio. Según el testimonio de los compañeros sobrevivientes de “El Vesubio” dónde fue vista por última vez. En el libro de las Madres de Gualeguaychú se dice: “ En los años 73/75 Daniel ejerció su militancia en Córdoba. Iba a los barrios a atender a los enfermos, buscaba en los hospitales y en la Facultad de Medicina medicamentos para llevar a las villas, realizaba reuniones en los barrios para la organización de la gente. Siempre fue muy solidario”
Al otro día de su secuestro, cuenta su hermano Hugo, el miércoles 18 de febrero a la noche, irrumpen en mi casa de Gualeguaychú una patota de forajidos, al mando del 2° jefe del regimiento, el capitán Martínez Zuviría, que venían a buscar las cosas de Daniel, pues como lo supimos, lo habían secuestrado el día anterior. Un policía de Gualeguaychú nos dijo que fue detenido en Santa Fe. Al otro día fui con mi mamá Blanca, hablamos con el Jefe del Regimiento, Mayor Valentino, y nos dijo que Daniel estaba detenido. Luego, a la semana, nos negó todo.”
Su memoria es recordada en Baldosas de la Memoria colocadas en Plaza de las Banderas
El 24 de marzo de 2017, el Intendente de Gualeguaychú, Martín Piaggio, rindió homenaje en el Teatro local a los militantes de esa ciudad víctimas del terrorismo de la dictadura, entre ellos Daniel Martín Angerosa.
También hay una placa con su nombre en el Paseo de la Memoria de Gualeguaychú.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada
“La Flaca”, nació en Paraná (E.R.) el 8 de agosto de 1948, era hija del poeta José María Díaz. Se había recibido de Maestra y luego estudió en la Facultad de Ciencias de la Educación, ingresando en 1967 y obtuvo el título de Profesora de Enseñanza Media (Secundaria, Normal, Especial y Técnica) en Ciencias de la Educación, en marzo de 1972. Y ese mismo año se inscribió para realizar la Licenciatura. Trabajaba en el Consejo General de Educación.
Cristiana y peronista participó activamente en la Iglesia tercermundista. Durante la dictadura de Onganía, estuvo en la defensa de la Escuela Hogar y de los habitantes del barrio Consejo. Esta Escuela, cuya piedra fundamental fue puesta por Evita el 2 de marzo de 1950, con el fin de brindar la protección del Estado a los más necesitados. Este proyecto se basaba en la idea de la necesidad de que los alumnos de menores recursos accedieran a una educación integral. Es decir, no sólo se trataba de adquirir los conocimientos teóricos de la educación primaria, sino también de incorporar la actividad de talleres, recreación y deportes. La dictadura pretendía destruirlo.
Al referirse a esta defensa, Delia Calleja, amiga de Elsa, recuerda: “Nos encontramos después del secundario e hicimos juntas campamentos universitarios de trabajo, lo que fue una experiencia muy profunda, que nos despertó esas ansias de justicia, que brotaban cerca de los ’70. Desde ese momento, hasta que Elsa se fue de Paraná, siempre estuvimos unidas. Cada una hizo la vida común de estudiantes, de lucha, en defensa de la Escuela Hogar, que iba a ocuparse como Escuela Naval Militar, fundamentalmente desde el barrio Yatay y Canteras. Elsa era una gran militante, una persona muy amplia y con una profunda convicción ideológica. Muy valiente. La última vez que la vi fue cuando se tuvo que ir de Paraná.”
Militante de la Juventud Peronista y Montoneros, fue miembro y fundadora del Sindicato de Empleados Públicos de Entre Ríos, peleando por sus derechos. Al mismo tiempo que desarrollaba una activa militancia orientada a mejorar la calidad de vida de los vecinos de los barrios Yatay y Consejo, ayudando a crear dispensarios, salitas de primeros auxilios, cooperativas; sigue siendo recordada por su preocupación por el cuidado de los niños de esas barriadas. “A Elsa, se la recuerda, dice su hermano, por el amor que ha dejado en todos sus compañeros, familiares y amigos. Entregó todo el amor infinito que tenía por esa causa tan justa, como era luchar por la gente humilde.”
A mediados de 1977 era responsable del último grupo de militantes montoneros que quedaba en Santa Fe, el cual fue secuestrado entre los días 18, 19 y 20 de agosto y permanecen desaparecidos: Cherry, Partida, Solé, Pepe, Fiocchi, Velzi, Verdú.
Elsa fue asesinada el 19 de agosto de 1977, en la ciudad de Santa Fe, tenía 30 años y presuntamente estaba embarazada. Fue perseguida por la calle por la patota represiva, intentando escapar saltó un tapial y entró en una casa de barrio Roma. Las fuerzas operativas de Ejército y policía entraron a las casas del vecindario y al encontrarla escondida tras un placard la acribillaron a balazos. Es posible que en el operativo de la represión hayan sido secuestrados Cherry y/o Solé.
El diario “El Litoral” publicó al día siguiente: “ sin que hayan trascendidos los detalles, se supo que la tarde de ayer, se produjo un enfrentamiento entre fuerzas de seguridad y un grupo de extremistas, en la zona del Barrio Roma. A estar a las noticias recogidas en el lugar, los efectivos policiales dieron la voz de alto a personas de dos sexos, que emprendieron veloz carrera mientras disparaban armas cortas de fuego, siendo repelido el ataque por las fuerzas del orden (...) el tiroteo se prolongó mientras se perseguía a los subversivos, llevándose a cabo de inmediato un operativo cerrojo, de cuyos resultados no se tienen informaciones”.
El diario “La Opinión” publicó: “Una delincuente subversiva, cuya identidad no pudo establecerse, fue abatida por efectivos de las fuerzas de seguridad, en la tarde del viernes último en un enfrentamiento en un Barrio céntrico de la ciudad. El viernes una patrulla trató de identificar un grupo de desconocidos, detenidos en San Juan entre Catamarca y Vera del Barrio Roma, la mujer escaló un muro y se refugió en una vivienda donde fue abatida, mientras sus compañeros lograban huir”.
Su padre pudo recuperar su cuerpo, aunque no permitieron velarla. Está sepultada en el Cementerio Municipal de Paraná.
Su memoria es recordada en placas colectivas colocadas en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) Paraná.
En la Escuela Normal “José María Torres” el Aula de la Memoria, la recuerda junto a otros dos compañeros militantes, ex alumnos de esa institución.
Una calle del barrio Yatay, por Ordenanza N° 8933, se llama Profesora Elsa Raquel Díaz.
En Alameda de la Federación 106, Paraná, sede de la FCEDU - UNER, se colocó una Baldosa por la Memoria con su nombre, en el marco de los actos por la Semana de la Memoria, la Verdad y la Justicia de 2018, organizado por el Registro Único de la Verdad y familiares de las homenajeadas
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la causa Acumulada
“Lucho” ó “Tablita”, como le decían sus amigos, nació el 13 de octubre de 1951 en Mercedes, provincia de Buenos Aires. Hizo la primaria en la Escuela N° 1 y el secundario en el colegio Nacional y en San Patricio, recibiéndose de bachiller en 1969. Luego estudió Pedagogía y Filosofía en el Instituto de Profesorado y la Universidad de Buenos Aires. Para costearse sus estudios trabajó en los tribunales de su ciudad natal.
Poco tiempo después, militando Luis en Montoneros, en una estructura clandestina de Santa Fe, fue asesinado por fuerzas represivas el 27 de octubre de 1976, en una casa de calle 4 de Enero al 7200. Sus restos fueron devueltos a la familia, e inhumados en el cementerio de su ciudad natal.
El 24 de Septiembre de 1979, Adriana fue secuestrada y desaparecida de su domicilio en la Capital Federal, por un grupo operativo del aparato represivo del Terrorismo de Estado.
“Como tantos jóvenes de su generación, firme en sus convicciones y con el fuerte deseo de trastocar las estructuras sociales y económicas injustas de este país, Luis decidió ir con otros, eligió el camino de la conciencia política que implicó una entrega militante incondicional, de lucha comprometida y revolucionaria. En un abrazo interminable así lo recordamos, ahora y siempre”.
“A un nuevo aniversario de su asesinato, por él y por los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos y asesinados decimos ¡PRESENTE! No olvidamos, sostenemos la memoria, reclamamos la verdad, luchamos contra la impunidad y exigimos juicio y castigo a todos los culpables”
/ Comisión Municipal por la Memoria de Mercedes. en NOTICIASMERCEDINAS.COM
Su memoria es recordada por la Comisión Municipal por la Memoria de Mercedes
En 1972 allanan su casa. El 13 de abril de 1973 venía de Santa Fe en un automóvil, acompañada de Aníbal Artemio Mocarbel. Hay una “pinza”, la atraviesan y tratan de escapar, se introducen en un campo bajan del auto y corren los dos, pero ella es detectada y detenida. Sale rápidamente en libertad con la amnistía presidencial del 25 de mayo de 1973 y rápidamente se suma a la Unidad Básica “Astudillo”, en la zona Sur de Rosario.
Un mes antes del golpe militar fue secuestrada por fuerzas de los servicios de inteligencia militar y policial, el 18 de febrero de 1976 en Santa Fe, cuando iba a una cita nacional de Montoneros detectada previamente. Su cuerpo acribillado a balazos apareció en un camino rural en jurisdicción de Luis Palacios (La Salada) departamento San Lorenzo, el 21 de febrero de ese mismo año.
El Colectivo de ex presos políticos realizó un mural en 2008 en calles Centenario y San Martín, Rosario, entre cuyos nombres está Elena. Asistieron la Diputada Alicia Gutiérrez, hermanas de Elena De Leonardi, militantes, amigos, vecinos y compañeros.
En su adolescencia formó parte de los grupos juveniles de la Acción Católica y otros movimientos cristianos que desarrollaban tareas sociales en los barrios humildes y carenciados de Mercedes con su compañera,. Años posteriores participaron en la Casa de la Juventud, militaron en la y se casaron el 26 de junio de 1975. De esa feliz y sólida unión nació Mariano Ignacio, su hijo.
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la
“La Gorda Julia”. Nacida el 23 de diciembre de 1947 en una familia de raíz peronista. Provenía de las ya que en 1964 se había ido a trabajar al Norte de nuestra patria con un grupo juvenil de Naciones Unidas y al regresar con otros compañeros ( y ), conforman las FAR en Rosario.
Desde entonces fue un cuadro de conducción de los agrupamientos de la . Cuando se creó la Agrupación Evita de la rama femenina fue su referente provincial, viajando entre Rosario y Santa Fe, ciudad en la que se debe refugiar en la militancia clandestina cuando comienzan a operar las fuerzas parapoliciales
Su memoria es recordada en colocadas en la Plaza de las Banderas
Laura nació el 5 de agosto de 1949 en la Capital Federal. Cursaba el tercer año de Letras en la Universidad Del Salvador y era militante de la organización Montoneros en Capital Federal, donde revistaba con el grado de oficial y el nombre “Pilar”. Fue responsable política de la Villa 21, parte del Movimiento Villero Peronista, ubicada entre el Riachuelo y las avenidas Vélez Sársfield, Juan de Garay y Boedo de la Capital. Estaba en pareja con José Pablo Ventura (“Tala”), también militante de Montoneros y ex líder nacional de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), asesinado por la dictadura en enero de 1977.
Tras el golpe del 24 de marzo ambos se trasladan clandestinamente a Santa Fe y formaban parte de la conducción local de Montoneros. Cuando paraba de forma clandestina en el ex Hotel Montecarlo, fue secuestrada en la vía pública de la ciudad de Santa Fe el 24 de septiembre de 1976. El operativo fue llevado a cabo por el Destacamento de Inteligencia perteneciente al Ejército Argentino. Laura fue vista en el centro clandestino de la ESMA. Entre fines de 1976 y principios de 1977 fue llevada al centro clandestino “Club Atlético”, junto a otrxs secuestradxs. Según pudo contarle a una detenida que sobrevivió, ella y otros compañeros eran llevados a una quinta los fines de semana y le expresa sus deseos de escaparse, cosa que evidentemente no pudo hacer debido a su traslado.
Sobre ella se hace una semblanza en el libro “Los Oesterheld” de Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami que dice así: “Era difícil enfrentar la determinación de la Gallega Pilar. Altiva y algo distante, generaba sensaciones ambiguas entre sus subordinados. Iniciada en el comando Camilo Torres dirigido por Juan García Elorrio y que funcionó como una especie de precélula de Montoneros, había coqueteado con Guardia de Hierro hasta converger en Montoneros e incluso llegar a ser una de las secretarias del bloque de diputados de la Tendencia. Era hija de un comisario y los militantes más aguerridos la admiraban y solían repetir la leyenda de que era capaz de correr 5 kilómetros mientras disparaba con cualquiera de sus manos. También era común verla en las unidades básicas de Parque Patricios y Pompeya, detrás de una mesa llena de documentos, hablando sin parar e impartiendo directivas mientras se acomodaba el pelo, enroscando una cola detrás de la cabeza que se le desarmaba a los pocos segundos.
Además de un cuadro político relevante, representaba el modelo de la militante extrovertida, con el mismo desenfado para encarar a un tipo que le gustaba que para detener un colectivo a punta de pistola para que sus compañeros pudieran viajar. Y esto, a muchos hombres, los subyugaba. A las mujeres en cambio, solía generarles resistencia”.
/Roberto Baschetti - Militantes uno por uno
El represor entregó a Laura a la ESMA
Se trata del coronel Roque Angel Martello, a quien la fiscal Mercedes Soiza Reilly pidió que se lo condene por el secuestro de Laura Susana Di Doménico ("Pilar"), el 24 de setiembre de 1976, cuando un grupo de tareas la interceptó en la zona céntrica y la trasladó a la Esma, donde la vieron varios sobrevivientes. Di Doménico era la compañera del ex líder nacional de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), José Pablo Ventura ("Tala"), asesinado en Santa Fe cuatro meses después, el 4 de enero de 1977, por lo que la fiscal vinculó ambos hechos. Laura era un "blanco planeado" por la inteligencia militar, "sus compañeros eran secuestrados en la Esma" y su captura respondió a los "acuerdos interfuerzas", es decir, un operativo a pedido de la Armada.
(...)
Por el secuestro de Di Doménico estuvieron imputados otros tres oficiales del Ejército. Dos operaban en el Area 212: el teniente coronel Carlos Adalberto Rodríguez Carranza (que era jefe de Operaciones) y el mayor José Nicolás Luna Cáceres (que se hacía llamar "mayor Peralta") y el otro integró el equipo de asesores militares de la Policía de Santa Fe, Claris Avallone, pero los tres murieron impunes antes del juicio. Avallone era asesor del ex jefe de Policía de la provincia, coronel Carlos Ramírez, en el D3 (Operaciones) y Martello en el D2 (Inteligencia).
Martello era un experto en Inteligencia. Arrancó en el Destacamento 123 (Paso de los Libres), segundo jefe en el 183 (Comodoro Rivadavia) y jefe en el 143 (Salta) tras operar en el Batallón de Inteligencia 601, en 1982 y 1983, según un informe del Programa Verdad y Justicia. A su trayecto en la provincia, la fiscal Soiza Reilly lo ubica entre el 23 de marzo de 1976 y el 28 de enero de 1977. "Un día antes del golpe fue destinado 'en comisión' al comando del II Cuerpo de Ejército", en Rosario, que estaba al mando de Ramón Genaro Díaz Bessone. El 28 de mayo de 1976 pasó "en comisión" a la Policía de Santa Fe, mientras su destino de revista seguía en la Escuela Superior de Guerra. Y el 20 de junio de 1976, Ramírez, lo designó su asesor D2 (Inteligencia) hasta el 28 de enero de 1977. "Para que se entienda, el destino temporario en comisión pasó a ser destino fijo", explicó.
La fiscal reveló también la "ubicación funcional" de Martello "en la estructura represiva" en Santa Fe. Como asesor D-2 de la Policía santafesina -dijo- ocupó "un puesto estratégico", donde "podía acceder a toda la información de inteligencia de la provincia y gestar junto a las autoridades militares los operativos de secuestro".
"En el juicio -dijo Soiza Reilly- se ha probado" que la "actuación" de Martello "estuvo directamente vinculada" a la patota que secuestró a Di Doménico. "Su aporte concreto al hecho consistió en organizar e impartir órdenes que habilitaron el operativo que culminó con la privación ilegal de la víctima en Santa Fe". "La acción ilícita consistió además en autorizar el traslado de la joven a la Esma, que sea entregada al grupo de tareas a sabiendas de que sería alojada en el centro clandestino bajo condiciones inhumanas de vida".
"Laura era una reconocida militante de Montoneros" (...) era un "blanco planeado" de la Armada. "El mapa de secuestros de la Esma demuestra que en Buenos Aires comenzaban a ser privadas de la libertad personas afines a Di Doménico, lo que se encuentra acreditado por el relato de sobrevivientes que estando en cautiverio la reconocieron y dieron cuenta de su permanencia en ese campo de concentración".
Martello está imputado en una segunda causa en Santa Fe por el homicidio de otros dos militantes montoneros, Nora Meurzet y Antonio Mendicute, el 3 de enero de 1977, el día anterior al asesinato de Ventura. Estaba procesado, pero el 6 de noviembre la Cámara Federal de Rosario le dictó falta de mérito por mayoría y supuesta falta de pruebas. El único que pidió confirmar el procesamiento fue el juez Fernando Barbará, quien consideró el especialista en inteligencia por "el rol que ostentaba" en el D2 "proveía los medios y la cobertura a los ejecutores" de los crímenes, dijo. Sus colegas del tribunal le votaron en contra y Martello zafó.
Por Juan Carlos Tizziani - Página 12
Su memoria está presente en la Biblioteca de la Memoria de la Municipalidad de Florencio Varela
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa ESMA III
Entre Bariloche y el Paraná: la feliz infancia-adolescencia
Somos cuatro hermanos, hijos de Lisandro Germán Cubas y de María Esther Georgina Merello, catamarqueño y correntina, respectivamente. Nuestra niñez, la mía, la de María Georgina, de Juan Carlos y de María Delia, transcurrió feliz entre los cristalinos lagos del sur y las marrones aguas del torrentoso Paraná, entre los frondosos coihues y los perfumados azahares de los naranjales, entre la pesca, la pelota callejera, la colección y el intercambio de revistas infantiles y figuritas de jugadores de fútbol, los primeros novios y novias de los dos mayores, y cuantas cosas más que fortalecían lazos de amistad que luego se develaron eternos.
Entre los tres primeros nos llevábamos tres años cada uno, y a María Delia, Juanca le llevaba seis. Con Georgina siempre fuimos compinches, ella jugaba con las muñecas con sus amigas pero tenía tiempo para meterse en un picado con pelota de goma o trapo entre varones donde repartía patadas en los tobillos a diestra y siniestra, se subía a las casas que hacíamos en los árboles en la orilla de Nahuel Huapi, o jugaba -con la mayoría de los primos varones- a las escondidas entre los naranjos y los chivatos del fondo de la casa de los abuelos maternos en Bella Vista (Corrientes). Lo más divertido, en las vacaciones, eran las siestas correntinas, ya que los abuelos y mamá y papá dormían y nosotros -aunque nos obligaban a permanecer en el cuarto de huéspedes-, burlábamos la vigilancia y saltando el muro nos íbamos corriendo hasta el río para bañarnos, junto a tres o cuatro primos que se quedaban en la casa de nuestros abuelos. A Georgina le encantaba el agua, y era la que hacía de campana para entrar y salir del cuarto. Con Juanca siempre jugábamos a la pelota en el mismo equipo, a mí me gustaba jugar con él porque era muy habilidoso; vale resaltar que los cuatro éramos de River, y fanas de llorar si el equipo perdía.
Cuando en 1964, nos mudamos a Capital Federal, vivíamos en Floresta, frente al Parque Avellaneda, y seguíamos teniendo árboles y verde a nuestro alrededor, y canchas de fútbol también. A pesar de que en el secundario nos veíamos poco, porque a mí me mandaron pupilo al Liceo Militar General San Martín de donde me expulsaron por mala conducta en 4to. año (y por eso me salvé de la colimba), siempre nos juntábamos los fines de semana para varias cosas: los viernes para ver el partido anticipado de campeonato de fútbol, los sábados para ir a los asaltos y bailes que organizaban mis amigos y las amigas de Georgina; con Juanca teníamos los infaltables partidos de campeonato barrial que se jugaban al lado de casa, y cuando ahorrábamos algún mango nos dábamos el gusto de ir al Monumental a ver a nuestros queridos “gallinas”. Volviendo a Georgina, recuerdo que a ella por ser mujer no la dejaban salir sola a fiestas, era típico en esa época, y entonces acordábamos ante mis padres que íbamos a la misma fiesta, pero cada uno hacía la suya y nos esperábamos a la madrugada a la puerta de casa, y entrábamos como si hubiésemos estado juntos toda la noche. Así fue hasta que ella terminó el secundario. Compartíamos los mismos gustos musicales: Beatles, Aznavour, Roberto Carlos, el folklore litoraleño, especialmente los chamamé.
El encuentro: la militancia, la esperanza, el amor ….
Cuando terminamos la secundaria, empezó el interés por la política, por la situación que se vivía en el país. Yo empecé la Universidad en 1970 y Georgina en 1973, y se decidió por Trabajo Social, que se estudiaba en la facultad de derecho de la UBA. Yo para esa época cursaba en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma universidad, el tercer año de Administración de Empresas, que dejé en 1976 luego del golpe militar. Juanca, para esa época, estudiaba tercer año en el Instituto “Dámaso Centeno”, y ya realizaba actividades sociales en villas de emergencia de la Capital, junto con otros compañeros de clase que luego comenzarían a militar en distintas organizaciones revolucionarias.
Lo cierto del caso es que cada uno por su lado, comenzó su militancia en el peronismo revolucionario, sin que al principio los otros lo supieran. Recuerdo que en noviembre de 1972, cuando el regreso de Perón a Ezeiza, los tres bajamos del departamento donde vivíamos atraídos por una concentración de la JP que se juntaba en Lacarra y Rivadavia, y luego de un rato de hablar con la gente que vivaba a Perón, decidimos apoyar la movida distribuyendo galletas, sándwiches que hizo Georgina, y caramelos que compramos en el kiosco de la esquina. Cuando la marcha partió subimos a casa para seguir los acontecimientos por la tele, y comentamos que teníamos que hacer algo para incorporarnos al proceso de cambio que vivía la Argentina. Pasó un tiempo, durante el cual nos veíamos un domingo al mes, comentábamos lo que iba pasando, pero sin sincerarnos sobre la militancia en la que cada uno ya participaba. Recién en los días previos a los preparativos para la marcha del 1° de mayo del 74, fue que Georgina me comentó que estaba muy contenta apoyando a los compañeros que venían de la provincia de Corrientes, que había gente de Saladas y Bella Vista y que muchos de ellos le comentaban que conocían al “Machito Martínez”, un viejo dirigente peronista al que conocíamos por haber ido a su casa en las vacaciones del 73. Era muy conocido porque desde 1955 había mantenido, en el patio de su casa un busto de Evita, a pesar de la prohibición de la Libertadora, lo que lo convertía en un referente para la juventud de aquellos pagos, y para nosotros también. También me confió que eso era lo que le gustaba: estar con la gente de la base popular, que la militancia universitaria no la convencía y no la llenaba.
Le acepté que a mí me había pasado lo mismo, y por eso había conseguido un enganche en la JP de La Matanza, y que si quería le podía hacer un contacto en Ciudad Evita donde se necesitaban militantes porque la presencia del derechista Comando de Organización (CDO) era muy fuerte. Al poco tiempo cae detenida por participar en una manifestación estudiantil, y la tienen dos días en una comisaría frente al Botánico, donde le hicieron la correspondiente reseña policial y la liberaron. Por eso se aceleró su traslado a La Matanza, donde comenzó a trabajar en Dirección Nacional de Educación de Adultos (Dinea) en un programa de alfabetización de adultos y en un centro de salud de esa zona. Al poco tiempo también Juanca se enganchó por su lado con la JP de Tapiales, y a pesar de estar en frentes distintos, los tres estábamos en zona oeste y militando en la tendencia revolucionaria del peronismo.
Para ese entonces yo militaba en la Unidad Básica “Mártires de Trelew”, ubicada en Villa Insuperable, donde conocí a mi futuro cuñado Coco (Ricardo Pérez) y al “Gallego”, quienes llevaban tiempo militando en esa zona. Con el tiempo, el compartir la militancia a tiempo completo, nos llevó a ser compañeros y amigos; fue así que en complicidad con ellos y la “Petiza Graciela” y la “Turca”, que era la responsable de Georgina, ahora Cuqui, organizamos un asado donde los presentamos. Y fue amor a primera vista: al tiempo estaban saliendo y se casaron por el civil y la iglesia. Por esas cosas de la militancia y de la época, recuerdo que fui tabicado a la fiesta luego de la Iglesia, que se hizo en la casa de los suegros de mi hermana. El Coco era un pan de Dios, tan bueno como su tamaño, medía más de 1,95, en ese entonces lo identificábamos con el mayor de los hermanos de la serie televisiva titulada “Bonanza”. Se la pasaba con su Citroen 2CV, prestándolo para actividades de la militancia, para llevar a los pibes de las Villas “El Monte” y “Las Antenas” a sacar la cédula a la Federal, tarea en la que apoyaba también el “Gallego”, que facilitaba también su camioneta del trabajo. Cuando informaron que se iban a casar, hicimos un asado en la unidad básica, y todos coincidíamos en que eran una pareja que se complementaban muy bien: ella era muy alegre, hiperactiva y creativa, y él era paciente, reflexivo y puro corazón.
Por las limitaciones de la clandestinidad hubo muchos momentos que no compartimos, y que no forman parte de mis remembranzas. Sin embargo, recuerdo que la militancia de Georgina en el barrio Puerta de Hierro de Ciudad Evita tuvo importantes repercusiones políticas por la ascendencia que tenía entre la gente de la zona. Eso hizo que a mediados del 75, una noche una patota del CDO la secuestró a la salida del local de Dinea, lo que provocó que Coco y yo nos tuviéramos que movilizar inmediatamente para hacer gestiones para lograr su liberación. A medianoche, recurrimos a Vicente Saadi, quien estaba casado con una hermana de mi padre, al que le contamos los hechos y le afirmamos que era la gente Brito Lima la que la secuestró. Recuerdo que levantó el teléfono y se puso al habla con un comisario de la Policía Federal, y cuando terminó la conversación nos dijo que en pocas horas la iban a liberar. Salimos cabizbajos caminando por Callao hacia Rivadavia para tomar el 86 y regresar a La Matanza, conversando sobre la ofensiva de las “Tres A” y el CDO, ya que la mayoría de la militancia estaba muy expuesta y con graves problemas de seguridad. Estuvimos en un bar ubicado en Provincias Unidas y San Martín, cuando a las 5 de la mañana, nos enteramos que mi hermana había llamado a casa informando que la habían dejado medio desnuda en una zanja al costado de la ruta 3 a la altura de González Catán, y que unos vecinos del lugar le dieron ropa y dinero, y que se iba para su casa. Después nos contó que la tuvieron vendada, que la golpearon y que no sabía dónde la habían llevado, que le decían “zurda de mierda, traidora a Perón”, que tenía que retirarse del barrio y no aparecer más por allá. Al día siguiente por la tarde se presentó en la Unidad Básica como si nada hubiera pasado, los vecinos la abrazaban y se juntaron a tomar la clase de alfabetización de ese día. Siguió militando allí, hasta que meses después, cuando quedó embarazada, tuvo que hacer reposo en la cama sin salir de su casa por presentar un embarazo de alto riesgo, y que además venía por partida doble: esperaban mellizas. Recuerdo que vivió ese embarazo con alegría y esperanza, pero extrañando a la gente del barrio, y realizando nuevas tareas sin salir de la casa, que le encargó la “orga” a la que se había incorporado luego de su secuestro.
Coherentes con sus ideas, se compraron una casita humilde en González Catán, a la altura del kilómetro 32 de la ruta 3, no tenía agua directa ni calefacción, con el tiempo instalaron una bomba manual y unas estufas eléctricas, que los ayudaron a pasar el invierno y el embarazo. En esa casa, conocí y comencé a noviar con la “Negra” o “Tamara”, ya que vivía con ellos luego de que a su primer compañero, “Fernando” lo matara la policía en un enfrentamiento a principios del 76´. A raíz de ello, comencé a frecuentar más la casa y compartir con ambos el embarazo, y el posterior nacimiento de María José y María Sol, el 7 de junio de ese año. Desgraciadamente, por una mala praxis médica María Sol falleció a los pocos días de nacer, lo que afectó mucho a mi hermana y a Coco. Yo mientras tanto, seguía mi noviazgo, en medio de las limitaciones de la época: no se podía ir a moteles, las plazas no eran lugares seguros, teníamos pocos momentos libres y debíamos aprovecharlos muy bien; para el mes de septiembre, el único lugar seguro que frecuentábamos para nuestras citas de novios, era paradójicamente el cementerio de la comunidad judía de la avenida Crovara, donde pasábamos desapercibidos para los represores, y solo debíamos burlar la mirada inquisidora del vigilante, que tosía cuando nos besábamos en uno de los bancos del jardín. Cada vez que podía Georgina nos invitaba a su casa y allí teníamos un rato de privacidad y sosiego. Se encerraba en su pieza y ponía el televisor con el volumen muy alto, por razones obvias.
Una despedida a puro sol
El domingo 17 de octubre de 1976, fue la última vez que todos nosotros estuvimos juntos (Georgina, Coco, Juanca, la Negra y yo), a propósito de la celebración de mi matrimonio con la Negra. No fue un matrimonio común, nos casó María Antonia Berger (la sobreviviente de Trelew, para ese momento mi responsable en la zona oeste de Montoneros); un matrimonio bajo la legalidad de un poder popular en construcción. Lo cierto del caso es que nos juntamos en un descampado a orillas del Camino de Cintura, bajo la sombra de unos eucaliptos. Coco preparó el consabido asado, que saboreamos después de la ceremonia formal donde María Antonia ofició de “jueza”, donde nos dimos el tradicional beso de recién casados y posteriormente nos embarcamos en un reñido partido de fútbol, donde Georgina recordó sus andanzas infantiles, repartiendo patadas en los tobillos que sufrieron sus casuales oponentes. De un lado, estaban María Antonia al arco, como parte del equipo con Coco y Juan Carlos; y en el otro equipo, Georgina, yo y la Negra de arquera. No me acuerdo cómo terminó, pero de que nos divertimos sin parar, no tengo ninguna duda. Al final, corrió el buen vino hasta que el atardecer nos anunció que terminaba ese 17 de octubre, el último que compartimos todos los que nos congregamos en ese día tan especial. Sólo la Negra y yo sobrevivimos a la dictadura.
A Georgina la volví a ver el 19 de octubre, la noche anterior a que me secuestraran. Nos encontramos en Ramos Mejía, yo venía saltando de contento porque traía el resultado positivo del examen de embarazo de la Negra: íbamos a ser mamá y papá. Mi hermana me abrazó un rato largo y me susurró al oído que le encantaba tener una sobrina para que jugara con María José, que ya tenía cuatro meses de vida. Apostó a que era nena y la pegó, Victoria Sol le dio la razón. Caminamos un rato tomados de la mano por Avenida de Mayo, me regaló una botella de vino tinto para que brindara por el anuncio de la nueva vida y me dio 30 pesos, porque yo estaba sin un mango, porque había pagado el examen que había salido más caro de lo que pensaba. Nos despedimos con un beso, me subí al colectivo y la perdí de vista, sin saber que sería para siempre.
Hoy sabemos, revisando los expedientes de la Conadep, y por la confirmación de dos compañeros sobrevivientes de Santa Fe, quienes son en principio los responsables de la detención en la casa de un familiar en Santo Tomé, su paso por un centro clandestino de detención y torturas, la breve permanencia en la comisaría 4ta y el traslado de Georgina y Coco, con destino desconocido, aunque se presume que a algún centro clandestino de detención del Primer Cuerpo de Ejército.
/Raúl (Chito), su hermano - Ex detenido-desparecido, ESMA 1976-1979
“No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”
Corría el año 72 y nosotras con un enorme trébol en la solapa, el distintivo de que apostábamos a la vida, a la suerte, a tantas cosas que después se truncaron. Dejamos el colegio con su carga de fantasmas y tantas historias vividas, para entrar en la vida de los adultos casi sin darnos cuenta.
Ella se casó con un compañero de militancia al que conocí en la pizzería San José de Flores, un tipo bárbaro. Para los íntimos “Coco” o el Gordo”, hombre grandote, lleno de ternura, que cumplía los años el mismo día que yo.
Y entonces apareció el horror, disfrazado de soldado, la ausencia reiterada de uno, varios, miles. Y el silencio como un estigma de la vergüenza que difícilmente se pueda reparar algún día.
Nosotras nos seguíamos viendo periódicamente, cuando venía de Rosario a Buenos Aires; yo le contaba de mis estudios, mis amoríos y proyectos. Los de ella eran la justicia y la libertad.
Nunca olvidaré aquel último encuentro en casa. Yo le dije que se fuera, que pensara en su hijita y en la necesidad de estar viva para criarla. Me respondió que luchaba por un mundo mejor para la nena; nos abrazamos sin más palabras, con la certeza de lo inevitable.
Un mes después su madre me llamó para darme una cajita musical en forma de cofre que ella quería mucho. “Ella no va a volver, se la llevaron, a los dos se los llevaron y nos dijeron que no los busquemos más…”
Cada vez que repaso esta secuencia me corre frío por el alma y culpa por no haber gritado y luchado, aceptar el oprobio y seguir con la vida.
La nena se quedó sin padres, al cuidado de sus abuelos y a los que la queríamos nos sacaron hasta la dignidad de poder enterrarla.
(..)
Ahora estoy sentada en la confitería, contra la ventana, esperando mi capuchino, tengo 44 años, muchas canas que disimulo con henna y una larga historia con subidas y bajadas.
Hace un rato que la espero, como siempre enganchada en tantas cosas, rara vez era puntual. Llevo conmigo un cuaderno donde les doy libertad a mis secretos más profundos, es aquella vieja pasión que me permitió vivir a esta altura del partido.
- Che flaca, era a las cinco, ¿qué te pasó…? Bueno, sabés como soy, no puedo evitar esa estúpida costumbre de ser tan formal… mirá que venir a preocuparse por la puntualidad en este momento, ¿cuántos años pasaron?. Fueron veintitrés, y yo sigo aquí tratando de rellenar los huecos como puedo, este encuentro me ayuda. Te quiero decir algo que te debo desde hace mucho… ¿sabías que sos mi mejor amiga?, y eso nadie lo puede hacer desaparecer
No hubo respuesta a esta larga confesión, pero sentí tu presencia y aquella mirada cómplice, desde algún lugar, donde quiera que esté.
/María Elena -amiga
Su memoria es recordada en Baldosas de la Memoria colocadas en la ex comisaría 4ta de Santa Fe, donde se la vió por última vez, hoy Espacio de Memoria
Luis, “El Bicho” fue uno de los principales referentes de la Agrupación de Estudiantes Secundarios (AES) en Entre Ríos. Nació el 7 de julio de 1956 en Paraná y creció en el barrio Bajada Grande, donde hoy, a propuesta de los vecinos, hay una calle con su nombre. La Concejal Cristina Sosa dijo en el momento de votarse la propuesta en el Concejo Deliberante: “Esta iniciativa surge acompañando el sentir y afectuoso recuerdo del vecindario de Bajada Grande, hacia este compañero de militancia por la causa nacional y popular. Gracias a los vecinos y vecinas que lo recuerdan y valoran.”
Creativo y habilidoso con los mecanos, andaba siempre con la idea de armar un robot para lanzarlo contra algún objetivo representativo de la dictadura. Cuadro del peronismo montonero era conocido por sus compañeros como “Justo”, era el encargado de prensa, tenía 20 años.
En oportunidad de colocarse una placa en su homenaje en la Escuela donde cursó el secundario, el Secretario de Justicia de Entre Ríos, Juan Carlos Halle, les decía a los alumnos presentes: “Luis Alberto Fadil, era un alumno como ustedes, con sueños e ideales, pero que incluyó su proyecto de vida personal en el marco de otro proyecto colectivo, político, destinado a cambiar una sociedad que la mayoría de los jóvenes de entonces considerábamos injusta.” Y continuó diciendo: “la concepción de la política que tenía “el Bicho”, como le llamábamos todos, era quizás muy diferente a la que tienen hoy ustedes. Concebía a la política como una verdadera herramienta de cambio social, una herramienta basada en la solidaridad y la entrega por los demás.”
Una calle del barrio Bajada Grande lleva el nombre de Luis Fadil y en 2006 se colocó una Placa en la Escuela Técnica N° 3 de Paraná.
Se lo recuerda como a un chico inteligente y dedicado, que fue abanderado en su escuela primaria, la N°54, Manuel Belgrano de Rosario. Después del secundario estudió Ingeniería en la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de Rosario.
Orlando, recuperado de sus heridas siguió su militancia y viajó varias veces a Santa Fe, donde se alojaba en casa de unos familiares, para ir a visitar a su novia María Julia que se recuperaba en su casa de Paraná.
Es así como el 16 febrero de 1976, llegó a casa de sus tíos. Al día siguiente, acordó con su hermana que después de cumplir con un compromiso, se encontrarían para ir a Paraná, nunca llegó.
Fue secuestrado el 17 de febrero de 1976 al acudir a una cita nacional de Montoneros en la zona de Plaza de las Banderas. Tenía 22 años.
La Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR, incluyó su nombre en el Acto Homenaje a sus alumnos desaparecidos por la dictadura.
Con su compañera, fueron abatidos el 6 de octubre de 1976 junto a cuando un gran despliegue de fuerzas represivas cercaron y atacaron su domicilio de calle Rivadavia 7251, en el barrio de Guadalupe Oeste en la capital santafesina. Luis fue capturado con vida y salvajemente torturado hasta morir. Alicia estaba embarazada de 4 meses.
Los responsables de sus asesinatos fueron juzgados y condenados en la
Militaba en cuando, el 23 de septiembre de 1975, fue secuestrado por un grupo de desconocidos, seguramente de la triple A, la , el grupo parapolicial responsable de gran cantidad de crímenes en ese período anterior al golpe del ’76. Fuertemente armados, dijeron ser policías y allanaron el domicilio donde estaba junto a su novia María Julia Scoco y .
Los tres eran miembros del , los trasladaron a la zona de Timbúes, a unos 35 Km de Rosario. Allí los maniataron, amordazaron e hicieron arrodillar para luego balearlos. Los abandonaron en ese lugar creyendo que habían muerto. Tita Williner, con un disparo en la cabeza, fue la única fallecida y su muerte fue profundamente sentida en Santa Fe, sobre todo entre el estudiantado de la Universidad Católica donde era muy querida. Quedaron con vida: María Julia con graves heridas y Orlando Finsterwald herido en un hombro y una pierna.
Su madre, Elvira Svatetz, tuvo una activa participación en la agrupación Madres Rosario. En 1978, junto a otras integrantes como, e Irma Molina, empezó a viajar a Buenos Aires, a marchar con las Madres en Plaza de Mayo.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
A lo largo de las historias de vida y militancia se hace referencia a temas tratados en las siguientes notas
Nació el 18/12/47 en Coronel Suarez, provincia de Buenos Aires. Vivió la niñez y adolescencia con su familia en Rosario y en 1966 ingresó en la Facultad de Agronomía y Veterinaria en Corrientes (UNNE).
Allí militó en el FAUDI (Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda), vinculada al PCR, siendo orador de la misma en las luchas de 1969, el “correntinazo”, hechos en los cuales fue asesinado Juan José Cabral.
En setiembre de 1973, militando ya en el PRT-ERP fue detenido en Corrientes, recuperó la libertad sin que fuera cerrado el caso. Por esa razón se va a Resistencia, Chaco, en 1974 siendo responsable de prensa del PRT.
A fines de 1976, debiendo irse del Chaco, pasó con su compañera por Reconquista en situación de clandestinidad, rumbo a Rafaela.
En mayo de 1977 estaba viviendo con su compañera en una vivienda muy humilde de un barrio al norte de la ciudad de Rafaela, cuando tuvo su último contacto con la familia, quien no supo más de él ni tampoco el nombre de su compañera, también militante.
Desde entonces se encuentra desaparecido, no sabiéndose fecha ni circunstancia en que fue secuestrado. Así actuó el terrorismo de Estado, no dejando rastros en cientos y miles de casos.
“Fue uno de los que me charló e integró en 1970 al FAUDI (PCR), luego comenzó a militar en el PRT en el 71, después no lo vimos más. Era muy querido, simple, los compañeros le decíamos "Galleguito"
/Julio Kaplan
el testimonio de su desaparición fue incorporado en el juicio Guerrieri IV, iniciado en octubre de 2022 en Rosario
Carlos era oriundo de Santa Rosa, La Pampa, donde nació el 16 de octubre de 1945. Era el menor de cuatro hermanos criados en el ámbito de una familia tradicional y de muy buen pasar económico. Trabajaba en el Centro Único de Procesamiento Estadístico de Datos. Estudió física en la Universidad. Comenzó su militancia en las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) y con la fusión de organizaciones pasó a militar en Montoneros. Se lo conocía con el sobrenombre de “Guido”, aunque para sus amigos cercanos siempre fue “Carozo”.
Su compañera de militancia, Mirta Clara, recuerda que en 1973, en un nuevo aniversario del triunfo electoral del primer peronismo, 24 de febrero del ’46, los “faroles” como se les decía a los miembros de FAR, decidieron conmemorar la fecha a su manera. “Carozo” Frigerio, “Candela” Mujica, Mirta Clara y otros compañeros entregaron delantales previamente “expropiados”, a los niños de una villa de emergencia; “todavía recuerdo la alegría de las mamás agitándose, segundo a segundo, cuando vieron la ropa blanca, inmaculada, impecable y además unos juguetitos para los hijos.”
Carlos y María Josefina Mujica llegaron a Santa Fe en 1976 en forma clandestina para reorganizar las células de Montoneros que estaban siendo cercadas y aniquiladas en la ciudad.
En 1977 el horror se había instalado en la vida de los argentinos, el asesinato y secuestro eran cotidianos. Aunque los comunicados oficiales los pretendían disfrazar de “enfrentamientos”. Uno de ellos se produjo el 19 de enero de 1977, a las 15,30 hs. En el céntrico Barrio Candioti, donde fuerzas conjuntas dependientes del II Cuerpo lo asesinaron junto a sus compañeros: Osvaldo Pascual Ziccardi (Cholo) Jefe de Montoneros en la zona, Ileana Beatriz Gómez, su compañero Jorge Luis Piotti, Secretario Político de Montoneros en Santa Fe. Carlos Frigerio había perdido 15 días antes a su mujer, María Josefina Mujica, afortunadamente antes de morir pudo saber que su hijo, Guido Roberto, había sido rescatado por sus abuelos maternos.
Su memoria es recordada por las Baldosas colocadas en Ituzaingó y Las Heras y desde 2006 en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA), en que tomó rango institucional, con un acto un homenaje a los desaparecidos y las desaparecidas de la Facultad.
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la causa Ituzaingó y Las Heras
Nació el 11 de febrero de 1952 en Pirané (Formosa). Sus padres fueron Rafael Gómez y Sara Feliciana Monzón. Cursó los estudios secundarios en la Escuela Normal Provincial N° 2 en su ciudad natal desde 1966 hasta 1970. Se trasladó a Resistencia y se inscribió en el Profesorado de Letras en la Universidad Nacional del Nordeste en 1971.
También ingresó en la Facultad de Ciencias Económicas. Integró la Juventud Peronista en la Universidad, donde Gladys era una referente importante de la organización. Además de estudiar en la Universidad, trabajó como recepcionista en una empresa privada.
/ Registro Único por la Verdad - Chaco
Con el golpe de Estado cada vez más cerca, y la represión ilegal haciendo estragos en todas partes, Lucía se vio obligada a abandonar la provincia y viajar a Santa Fe. En septiembre de 1975 su domicilio había sido allanado por la patota de la Brigada de Investigaciones. Luci no estaba en ese momento, permaneció un tiempo en Resistencia y luego se trasladó a Santa Fe capital, continuando su militancia en la clandestinidad, ya que tenía pedido de captura. Los represores la siguieron buscando, un ex detenido, testigo en la Causa Caballero, relató que fue sometido a salvajes torturas en la Brigada para que diga dónde se encontraba Lucía Gladys entre otras informaciones.
Poco después los cuerpos de las chicas fueron descubiertos por un campesino en el Camino de las Moras, zona rural del departamento San Jerónimo, habían sido ejecutadas con disparos en la cabeza mientras se encontraban maniatadas. La dictadura intentó encubrir el crimen haciéndolo pasar como el asesinato por ahorcamiento de un grupo de prostitutas.
"Luci Gomez, fue mi última responsable política en la JP del Chaco .Comenzó militando el ciencias económicas de la UNNE de Resistencia. Donde fue incorporado por otro compañero el "Pescado" Sandoval. Luego con el grado de aspirante se hizo responsable de un grupo de cuatro compañeros, entre los que me encontraba. Nuestro trabajo territorial de JP se realizaba en el barrio de Santa Catalina de Resistencia".
Juan Argañaraz, militante de la JUP
LUCI VOLVIÓ A SU PUEBLO
El 21 de abril de 2011 volvieron a Pirané los restos de Gladys Lucía Gómez, "Luci" para sus compañeros. Temprano en la mañana, numerosos familiares y compañeros de Lucy se dieron cita en Pirané en un acto organizado por el Municipio y la Subsecretaría de Derechos Humanos provincial. Habló su madre, Sara, resaltando la esperanza que siempre tuvo de encontrar a su hija. Habló también Ana Testa, compañera de la Juventud Universitaria Peronista en Santa Fe, quien compartiera su vivienda con Luci hasta que fue detenida.
Acompañaron a Luci y su familia compañeros de la Asociación de ex Detenidos Políticos del Chaco, la Corriente Nacional de la Militancia, La Cámpora, el Frente Transversal, Peronismo 26 de Julio, el Movimiento Campesino de Formosa, Militancia Federal, el Partido Justicialista Piranense, entre otras agrupaciones.
La madre de Gladys, Sara Gómez, de 79 años, explicó que "mediante el ADN que me hice se pudo identificar a mi hija. A los 34 años de no saber nada de ella, se me perdió sin saber cómo, ni dónde, ni cuándo. Mantenía una esperanza siempre de que ella iba a regresar algún día, pero los últimos tiempos ya no, porque ella era una chica muy comunicativa con nosotros cuando estaba estudiando. Era muy familiera", la recordó.
"Al no tener una respuesta, mantenía una esperanza sí, pero ya no tanto porque era ya demasiado tiempo. Otra cosa de que la encontraron, que fue en agosto del año pasado”, comentó antes del sepelio realizado en el cementerio de la ciudad de Pirané, a 110 km de la capital provincial norteña.
"No me puedo sentir tan bien, trato de estar bien, pero ya no porque me rememoró muchas cosas saber todo esto. Para mí se me cerró el capítulo, me quedo tranquila, sé lo que pasó, ya voy a tener acá en el pueblo los restitos de ella, mediante toda esta gente, que trabajó tan bien", señaló la mujer que recibió una placa recordatoria de organismos del Estado y el municipio local.
La búsqueda de años y el reencuentro; donde hubo asesinato y ocultamiento de los cuerpos de las víctimas, lograr la identificación, devolverle el nombre y la historia personal a esos restos. Y entonces sí; el desaparecido que vuelve, aparece, y se cumple su derecho a una tumba sobre la tierra. El trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense y el Registro Único de la Verdad del Chaco permitió que los restos de Lucía Gladys Gómez fueran finalmente identificados.
En 2015 la Facultad de Ciencias Económicas de la UNNE entregó legajos de lxs 13 estudiantes desaparecidos de esa facultad, entre ellos Gladys Lucía Gómez, a sus familiares en forma de reconocimiento y homenaje.
Ileana había nacido en Concordia, Entre Ríos, el 12 de Agosto de 1949.
Era la menor de 6 hermanos. Su padre, Sergio Rafael Gómez, conocido por todos como "el pelado gómez ", era profesor de matemáticas y física y director de la Escuela Normal . Su madre, María Esther Ríos de Gómez, conocida por todos como "Gogo", era profesora de francés. Hizo sus estudios primarios en la escuela Velez Sarsfield y los secundarios en la escuela Normal hasta tercer año, terminando en el Colegio Nacional Alejandro Carbó como bachiller en 1968.
Ileana, que había sido gordita de chiquita - por lo que sus hermanos la apodaban "gorda" - tenía también una voz aflautada que la hacía el blanco de las cariñosas bromas de su familia. De carácter pacífico y sumamente generosa, conciliadora e inteligente, se destacaba en la escuela por sus buenas notas y por ser excelente compañera.
Leía incansablemente, Tocaba la guitarra, cantaba, estudiaba inglés y era una excelente deportista: jugaba al tenis, al vóley y nadaba tan bien que, además de competir en casi todos los estilos, fue una de las primeras ganadoras femeninas de la maratón del Río Uruguay, organizada por el Club Regatas Concordia.
Amante del cine, en su adolescencia no se perdía ninguna película que se proyectara en la función "selecta" de los sábados y domingos en los cines odeón, San Martín o Auditorium de su ciudad natal. De chica se divertía tremendamente con las películas de "Cantinflas" y de Jerry Lewis.
Fanática de los "Beatles", escuchaba repetidas veces los 45 r-p-m para sacar las letras de las canciones y seguramente fue su idea recrear una actuación de este conjunto en un desfile de carrozas para la "Semana del estudiante" en su ciudad natal.
Muy hábil con sus manos, de dedos largos y finos, había aprendido a tejer con 2 agujas, al crochet y también a coser a máquina – habilidades heredadas de su madre – lo que le permitía confeccionar su propia ropa. También incursionaba en la cocina , con muy buenos resultados en repostería. Le encantaba comer mandarinas y sandías, pero su fruta favorita era la lima, por lo que su papá decidió plantar una planta de lima en el fondo de su casa.
Era una excelente deportista en tenis, voley y natación, siendo en éste último deporte una de las primeras ganadoras femeninas de la “Maratón del Río Uruguay”, organizada por el Club Regatas Concordia. La ayudaba para tal fin, su físico de largas piernas y atlética figura. Para los muchachos no pasaba inadvertida su sedosa cabellera color castaño oscuro y una hermosa sonrisa que dejaba ver su blanquísima y perfecta dentadura, que realzaba aún más su simpatía natural. También se hacía tiempo para gozar del buen cine.
Debido a su sólida cultura general y a su buen nivel de inglés, Al comenzar el 4º año del Bachillerato en el "colegio Nacional Alejandro Carbó", ganó una beca para realizar un intercambio cultural de un año en EE.UU. a través de "American Field Service". Así fue como partió rumbo a Riverside, California, donde entró en contacto con becarios de todas partes del mundo y de las más diversas culturas, trabando entrañable amistad con una becaria holandesa y un becario sueco. Esa experiencia la marcó profundamente. Su espíritu altruista se rebeló contra los valores pregonados por la sociedad americana mostrándose indignada además por los casos de discriminación racial de los que fue testigo en la ciudad donde habitaba y en su propia escuela.
En La Plata conoció a Néstor Ruiz, estudiante de Medicina, oriundo de Neuquén, con quien se casó y tuvo un hijo, Mariano, quien ahora reside en España. Luego de residir en Neuquén se trasladaron a Concordia, donde su esposo fue detenido por liderar la huelga de los trabajadores de Salto Grande en 1975.
La Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata la recuerda en un portal de homenaje a estudiantes de esa facultad desaparecidos
El libro “No son solo Memoria - Historias de detenidos-desaparecidos de Concordia” editado en 2015 por el Ministerio de Educación y Cultura de la provincia de Entre Ríos incorpora su memoria
Estando en Santa Fe pasó por un estado delicado de salud y fue internada en el Hospital Cullen, último dato que tuvo su familia hasta febrero de 1976. Luci continuó su militancia y fue secuestrada el 22 de febrero de 1976, fecha en la que también fueron secuestradas , y , fecha cercana a los secuestros en la Plaza de las Banderas. El golpe del 24 de marzo no se había producido pero la represión militar del actuaba a pleno.
Los responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados y condenados en la
Al año siguiente, ya de regreso de EE.UU., terminó el secundario e ingresó a la universidad de La Plata, en la carrera de Analista Científico, en la Facultad de Ingeniería. A pesar de su excelente rendimiento, decidió cambiarse a Arquitectura, aunque hizo antes una corta incursión por el Profesorado de Historia en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Para entonces comenzó su militancia en la
Poco antes del golpe cívico militar del 24 de marzo, Ileana pasó a la clandestinidad como parte de Montoneros y se mudó a Santa Fe. Allí formó pareja con , con quien tuvo su segundo hijo, Jorge Luis.
El 19 de enero de 1977, luego de un prolongado trabajo de inteligencia por parte del Ejército, un operativo conjunto de la Policía y el Ejército rodeó y atacó su casa en la que se conoce como . Allí murieron Ileana, su pareja Jorge Luis Piotti y sus compañeros y . Sus hijos, Mariano de un año y Jorge de un mes, sobrevivieron al asalto.
Su memoria es recordada en colocadas en la esquina de Ituzaingó y Las Heras
Los responsables de sus asesinatos fueron juzgados y condenados en la
“Resorte”. Nació en Gualeguaychú, el 29 de diciembre de 1950. Fue el mayor de 7 hermanos. Su casa siempre estaba llena de alumnos y amigos ya que su madre era profesora de matemáticas. El padre, era óptico y activo militante peronista. Con la finalización de la secundaria se recibió de maestro. Con muchos amigos compartió grupos juveniles católicos. Se fue a estudiar Medicina a Buenos Aires, pero después de un año, dejó la universidad para ingresar al seminario de los curas Palotinos. Pero se da cuenta que ahí está apartado de la realidad cotidiana de la gente pobre y humilde y sale de la Congregación para vivir con coherencia los valores cristianos y sociales aprendidos. Trabajador industrial.
Enrique fue militante de Juventud Peronista (JP) en Entre Ríos, formando parte de la Conducción de la Regional II. Siendo cuadro de Montoneros debe dejar Entre Ríos y llega a Santa Fe en junio de 1975, como cuadro clandestino, a hacerse cargo de un sector de la JTP (metalúrgicos y otras ligadas a la producción), con la coordinación de Tulio Valenzuela (VER SU HISTORIA EN ESTE CAPÍTULO)
En la JTP de Santa Fe había muchos dirigentes perseguidos y en ese período se comienzan a distribuir compañeros hacia la zona sur (San Nicolás, Campana, Villa Constitución).
Como integrante de Montoneros, Enrique fue detenido – desaparecido el 17 de febrero de 1976 en inmediaciones de la Plaza de las Banderas, Santa Fe cuando iba a una cita nacional de Montoneros detectada previamente y llevado al Centro Clandestino de Detención (CCD) Comisaría Quinta, donde fue visto por sobrevivientes. Tenía 25 años.
En febrero del 2020 su familia recordó que este lunes 17 de febrero se cumplieron 44 años del secuestro y desaparición forzada de Enrique Gerardo Guastavino en la localidad de Santa Fe, "a manos del Ejército y la Policía Federal de la última y más sangrienta dictadura militar de la que se tenga memoria en nuestro continente".
"Junto a él, rendimos un sentido homenaje a los 30 mil compañeros detenidos-desaparecidos y continuamos luchando por la Memoria, Verdad y Justicia. No olvidar el pasado, es asegurar el futuro", dice el comunicado familiar.
En el libro de la escritora y periodista Sabina Melchiori "Je suis Mimí" se narró en uno de los capítulos que fue Pedro Guastavino quién en aquella mañana calurosa le avisó a su mamá sobre la desaparición de Enrique.
- "Tenés que venir, mamá. Ni bien puedas vení, por favor... Es por Enrique, se lo llevaron, hay que buscarlo, vení rápido", fue el desesperante llamado telefónico.
Era la segunda vez que lo detenían a Enrique, la primera fue durante el Estado de Sitio del gobierno democrático peronista de 1974. Fue un 27 de octubre cuando "vinieron a buscarlo" de su propia casa en Gualeguaychú. La escena fue presenciada por toda la familia, la Policía actuó con brusquedad: "sacaron a Enrique esposado y a empujones de la casa y lo metieron en una camioneta".
La búsqueda de la familia, encabezada por su madre Matilde Díaz Urrutibéhéty, no dio resultados. En el libro se cuenta: "Han pasado más de 40 años y todo parece indicar que moriré [como efectivamente ocurrió]sin saber cuándo, quiénes y dónde lo mataron ni en qué oscuro sitio escondieron su cuerpo... que me fue arrebatado por hombres soberbios e impiadosos que le hicieron quién sabe qué monstruosas atrocidades para luego quitarle el aliento y esconderlo lejos de mis ojos".
/(R2820-medio local de Gualeguychú)
Su memoria es recordada en Baldosas por la Memoria colocadas en la Plaza de las Banderas
En 2012 las Madres de Plaza de Mayo de Gualeguaychú organizaron un homenaje a los detenidos-desaparecidos de esta ciudad, mediante la colocación de placas alusivas al pie de árboles plantados en en la plazoleta "Paseo de la Memoria", ubicadas en Avenida Parque
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada
Nació en Corrientes en 1948 y tenía doble nacionalidad argentina y paraguaya.
“Archi” para la familia, era abogado penalista y militante montonero (oficial mayor) con los sobrenombres de “Pocho” o “Manuel” Los militares aseguran que participó del asalto al Regimiento 29 de Infantería de Monte, en Formosa, el 5 de octubre de 1975, donde cayó su hermano Jorge, pero no hay evidencias concretas sobre ello.
El 18 de febrero de 1976, fuerzas del Área 212, tratan de agarrarlo con vida en la calle Alvear entre Juan del Campillo e Iturraspe del Barrio Candioti en la ciudad de Santa Fe, durante una cita nacional de Montoneros detectada previamente. Se resiste y es baleado junto a “Pucho” Ameri . Llega muerto o fallece en el Hospital Cullen ese mismo día. Tenía 27 años.
Producto de su relación sentimental con su compañera de militancia Clotilde Tosi, tuvieron en diciembre de 1975 una hija de nombre Bárbara.
“Era un compañero común. Inteligente pero algo vago. Alegre, corajudo, voluntarista incorregible. Había iniciado su militancia en el Paraguay, donde cayó preso. Pensó que iban a matarlo, pero ni los palos ni las rejas le quitaron su combatividad. Al quedar en libertad siguió militando en Corrientes, allí se incorporó a Montoneros.
A mediados de 1972 fue trasladado a Rosario, era una época brava, había que hacer de todo. Manuel trabajaba por diez, se desesperaba por no poder abarcar todo. Estuvo a cargo del frente sindical en Rosario y llegó a ser miembro de la conducción regional del LItoral.
La situación represiva del Litoral hizo que se multiplicaran las tareas . Debió viajar de Rosario a Santa Fe cuando la organización sufrió un golpe en esa ciudad. Podría haber mandado a otro compañero, pero cuando hay situaciones difíciles los jefes deben estar allí para dar aliento. Así lo había decidido esa conducción regional.
Había viajado desarmado, tenían que entregarle un arma a su llegada. Pero no eran compañeros quienes esperaban en la cita. Debe haber sentido bronca por no tener el arma para defenderse. Seguro que pensó en nosotros antes de morir, porque el "reflejo" que lo llevó a buscar su propia muerte era la convicción del triunfo final: no entregarse vivo.”
/ Revista Evita Montonera - Marzo 1976
Su memoria es recordada en Baldosas por la Memoria colocadas en la Plaza de las Banderas
En 2015 la Ordenanza 4254 de la Municipalidad de Corrientes impuso el nombre de “Hermanos Livieres” a una calle de barrio Ponce
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada
Nacido un 1º de mayo de 1947. Integrante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), tuvo activo participación con anterioridad a la construcción de la misma, en un grupo denominado “Comando Argentino Revolucionario Popular” que voló las instalaciones del aristocrático Golf Club de Rosario en 1971. También participó en ese mismo año (26 de julio, aniversario de la muerte de Evita) en la primera acción que en la provincia de Tucumán hicieron las Organizaciones Armadas Peronistas (OAP) al tomar la comisaría de villa Moreno y llevarse armamento. Luego se sumó a Montoneros.
Con posterioridad al pase de Montoneros a la clandestinidad, se produce el recambio de la conducción de Santa Fe a fines de diciembre de 1974. Así llegan “Gaita” junto con Raúl Rossini y Tulio Valenzuela. Era oficial mayor de la organización y compartió la conducción de las columnas de Santa Fe y Paraná con Rossini hasta que este debe ir hacia la columna norte de Buenos Aires, quedando a cargo hasta fines de 1975.
Era un compañero de gran liderazgo, comprometido con la idea de que se debía crecer desde el territorio ligados al frente obrero. Vino a Santa Fe con su compañera y su hija Jimena. Luego, ante nuevos avances represivos, se traslada a la “Columna 17” a la zona de Escobar.
“Coqui” Galuppo, como lo nombrábamos sus amigos de siempre, nació el 19 de septiembre de 1952; se destacó, ya desde la escuela primaria, por su gran inteligencia y su condición de ávido lector. Sus maestras le hicieron adelantar un grado (pasó de 1° a 3°) y así fue compañero de su hermano Cachi, con quien compartía también su amor por el fútbol y el ajedrez.
Nos encontramos en la secundaria en el Barrio Alberdi de Rosario en el colegio de Nuestra Sra. de la Medalla Milagrosa, “La Medallita”. En 1970 viajamos con nuestras familias a Carlos Paz, vacaciones en familia. Nos recuerdo a los tres, regresando hacia el hospedaje, después de una noche de baile en el boliche que hacía famosa a la ciudad: el Molino Rojo. El petiso estaba nervioso, las palabras se le atropellaban unas con otras en su intento por resumir el encuentro con Graciela Saur. Él la había invitado con una Coca Cola, ella se la había rechazado por ser “un típico producto del imperialismo yanky”.
Él se había enamorado. Pero el romance no empezaría sino hasta un tiempo después. Mientras tanto, me contó después el Coqui, se mandarían cartas de Córdoba a Rosario. Ella estudiaba abogacía. Fueron unas buenas vacaciones y marcaron el ritmo de lo que iba a venir, porque el ’70 fue un año en que pasaron muchas cosas lindas: lo del teatro y el Grupo Viernes por ejemplo. Todo gracias al cura Agustín Amantini, un tercermundista que trabajaba en la parroquia de Alberdi y que impulsó la juntada de un grupo de pibes con interés en el arte.
El teatro sólo sería posible como modificador de la realidad. Eso le dijimos a nuestros directores y la polémica hizo estallar en fragmentos el Grupo Viernes. No hubo negociación. A los pocos días, Coqui, que escribía cuentos y poesías, borroneó una obra de teatro que se llamó “Tres y Uno”. Estaba buena, hablaba sobre la violencia cotidiana y transcurría en una pensión de estudiantes. Hay una frase muy particular que le dice un personaje a otro, quizás como un síntoma de lo que ya tenía él en su cabeza o de lo que empezaba a buscar:
-Yo no puedo ni debo juzgar a mi generación, puedo y debo vivirla.
Hasta entonces había cuestionado las injusticias sociales sin definirse, por una forma de combatirla. Su causa era el hombre, creo que por la formación humanista y cristiana que habíamos tenido. Pero pasaban muchas cosas en el país y había que tomar partido, estar de algún lado, entonces nosotros elegimos estar del lado del pueblo, del lado de la revolución. Porque ésa era la palabra, revolución.
La militancia había empezado en la vecinal de Parque Casas. Ahí Coqui colaboraba en las actividades culturales e intentaba formar un grupo de teatro, después iba todos los sábados a hacer juegos de expresión corporal que buscaban dejar alguna lección: el obrero sometido, el extranjero explotador…
Al poco tiempo, mientras estudiaba Ingeniería en la UNR, ingresa en la Juventud Peronista y Montoneros, pasa a dedicarse de lleno a la militancia barrial. Desde que se casó en el 74, nos distanciamos por cuestiones de la militancia y lo ví menos. Después de graduarse a los 21 años con el mejor promedio de la Facultad, había conseguido un trabajo de ingeniero en ACINDAR. Habían adoptado a Felipe y mudado a San Nicolás.
/ Extracto del relato publicado en “Déjame que te cuente” - Museo de la Memoria Rosario
Además de trabajar en ACINDAR, era profesor Jefe de Trabajos Prácticos de la UTN Rosario y había ingresado al CONICET como becario de investigación.
Mario fue asesinado acribillado a balazos, durante un operativo militar llevado a cabo en una casa de Rivadavia 7200 de la ciudad de Santa Fe, el 6 de octubre de 1976. Junto a él cayeron Alicia Beatriz Ramírez y su esposo Luis Alberto Fadil.
El 15 de agosto de 2003, sus padres Rosa y Oreste recibieron de parte del Decano de la Facultad de Ingeniería de la UNR, una réplica del título de ingeniero de su hijo Mario. Dijo su padre: “Trabajamos mucho para lograr encontrarnos con el diploma y para eso nos ayudaron muchas personas. Queríamos volver a tener recuerdos de nuestro hijo, porque cuando fueron a su casa la destruyeron y se robaron todo (…) También es un honor saber cómo murió, peleando por los que menos tienen. Él no sufría privaciones ni tenía grandes necesidades.”
Su memoria es recordada en placas colectivas colocadas en la Facultad de Ingeniería UNR
El 24 de marzo de 2022, el CONICET, en un acto encabezado por el Presidente Alberto Fernández, homenajeó y reparó los legajos de ocho científicos víctimas del Terrorismo de Estado, entre ellos Mario Oreste Galuppo
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la causa Ituzaingó y Las Heras
Nació el 1 de noviembre de 1948 en Paraná, Entre Ríos. Su padre era panadero. Cursó sus estudios primarios en la escuela de su barrio Magnasco de Paraná. Su carácter tranquilo y su buen humor le granjeó el respeto y cariño de sus compañeros y maestras, cariño que nunca defraudó ya que muchos años después colaboró e impulsó acciones para beneficio de su escuela siendo presidente de la asociación de ex alumnos.
Habiéndose trasladado a Santa Fe, como otros entrerrianos y entrerrianas s perseguidos por la represión fue secuestrado-desaparecido en una cita con compañeros en el Hospital Iturraspe y luego presentado, como abatido en un enfrentamiento en Paraná, Entre Ríos, el 25 de septiembre de 1976 a la edad de 27 años. El hecho fraguado pasó a la historia como “La Masacre de la Tapera”.
El 24 de marzo de 2006, a 30 años y un día de su asesinato, en la escuela “Osvaldo Magnasco” de la capital provincial entrerriana, se realizó un acto en su memoria, ya que era ex alumno de ese establecimiento educativo. Se colocó una placa en presencia de su madre, el hermano y otros familiares. En representación del Gobierno entrerriano, el Subsecretario de la Juventud, Gonzalo García, resaltó ante los alumnos la importancia de que los jóvenes conozcan y recuerden a “una generación comprometida con la lucha por un mundo mejor”, y el Coordinador del Registro Único de la Verdad, Guillermo Germano, explicó cómo el poder de la época “fraguó un supuesto tiroteo” para ocultar la forma en que fue torturado y salvajemente asesinado el ex alumno Osuna, militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y por entonces estudiante de la Universidad Tecnológica Nacional.
Sus restos, enterrados como NN en fosas comunes del cementerio municipal, fueron recuperados (año 2007) e inhumados en el Cementerio Parque de la Paz de San Benito, en una emotiva y multitudinaria ceremonia.
“Ya te recuperamos Beto, ya estás con nosotros. Ahora desde aquí nos das tu fuerza para encontrar a todos los compañeros y seguir la lucha que llevará a la cárcel a tus asesinos”, leyó Clarisa, cuyos padres se encuentran desaparecidos. Vos sos la semilla desde donde germinará savia nueva para continuar peleando por el sueño de ustedes”.
/ Clarisa Sobko-HIJOS Paraná
La Masacre de La Tapera
El crimen de los militantes montoneros ocurrió el 25 de septiembre de 1976, en un falso enfrentamiento. Aproximadamente a las 0.30, un grupo de más de 50 efectivos de las fuerzas de seguridad, policiales y militares, asesinaron a balazos a Carlos José María Fernández y a Juan Alberto Beto Osuna al abrir fuego sobre una vivienda ubicada en calle Rondeau 1.396 de la ciudad de Paraná. Previamente, los mismos asesinos los habían dejado allí, luego de torturarlos salvajemente.
El hecho fue groseramente enmascarado como un enfrentamiento, aunque la vivienda mostraba más de 300 impactos de proyectiles de todo tipo y calibre, tal como se reveló en noviembre de 1995, en el libro Rebeldes y ejecutores.
Fernández había sido secuestrado el 4 de septiembre de 1976 de la Fábrica Coego Hermanos, en Teodelina, provincia de Santa Fe, por cuatro individuos que se identificaron como pertenecientes a la Policía Federal, hecho que fue visto por varios compañeros de trabajo. Osuna trabajaba en la Dirección de Catastro de la provincia, y su familia supo que estuvo detenido unos días en Santa Fe o Santa Tomé, antes de ser trasladado al Escuadrón de Comunicaciones.
De esta farsa dan cuenta los artículos periodísticos publicados el 26 de septiembre de 1976 en los diarios La Capital, de Rosario; Clarín, La Nación y La Opinión, de Buenos Aires, en los que un comunicado oficial relata el “simulacro” de enfrentamiento producido en la casa en circunstancias en que se realizaba un “allanamiento”.
Por este crimen fue condenado el médico Jorge Horacio Capellino acusado de “legalizar” los homicidios mediante su inserción consciente en el plan criminal estatal.
/ Análisis Digital
En escuela “Osvaldo Magnasco” de Paraná se colocó placa recordatoria como ex alumno
La Juventud Peronista de Paraná colocó en 2008 una placa en en la intersección de las calles Rondeau y Tratado del Cuadrilátero con los nombres de los dos compañeros asesinados en La Tapera
Enrique, “Enry”, “Coqui”, nació en el año 1944 en Rafaela, provincia de Santa Fe
Pasaron, como muchos militantes rosarinos, a afincarse y militar clandestinamente en Montoneros en la ciudad de Santa Fe.
Blanca Zapata y el bebé fallecieron el día 23 de febrero de 1977, sus restos fueron exhumados e identificados por el EAAF en noviembre de 1998. Mientras que Enrique Cortassa permanece desaparecido hasta el día de hoy.
En la acción la niña fue dejada en la vivienda contigua y luego retirada por los militares, la secuestraron como presión psicológica para su padre mientras era torturado, y luego la entregaron a la Justicia de Menores, lo que tornó incierta su identidad por más de 20 años. Fue dada en adopción a un matrimonio quien la bautizó “Carolina” y no le ocultó lo poco que sabían de su historia y que la ayudó a buscar su identidad. Creció como María Carolina Guallane y después recuperó su verdadero nombre: Paula Cortassa.
Por esta razón fue condenado el entonces Juez de Menores, Luis María Vera Candioti.
Su memoria es recordada en una Baldosa de la Memoria colocada en calle Castelli
Nació el 20 de agosto de 1946 en La Plata. Comenzó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional «Rafael Hernández» y los completó en el Colegio Sagrado Corazón de esa ciudad. En 1969, ingresó a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata inscribiéndose en la carrera de Profesorado en Historia luego de abandonar la carrera de Ciencias Médicas, donde comienza su militancia.
“La represión golpeaba mucho en La Plata. Nos tiroteaban los locales, habíamos perdido todos los cargos que teníamos en el gobierno, habían echado a Bidegain. Después del pase a la clandestinidad, se decidió trasladar cuadros hacia otros lugares. Muchos compañeros fueron a Córdoba, al sur, al Chaco. Al “Gallego” le tocó Santa Fe. En esa época, la vocación de servicio era muy grande. Nadie imaginaba la política como una cuestión personal, siempre era una cuestión de grupo, de conjunto. Se trabajaba para otros, para muchos. El Gallego era de esas personas, con una entrega total”, fue a Santa Fe con su familia, ésa era la costumbre. Algunos pueden pensar que eso era exponerse mucho, pero la militancia incluía la familia. No había idea de dispersarse. En ese sentido, el ‘Gallego’ es un ejemplo.”
/Gonzalo Chávez
El verano del ‘77 fue una masacre. A cada caída le sucedía otra. En enero se desplomó la conducción de la organización. El sábado 12 de febrero de 1977 el “Gallego” fue a cubrir una cita, sabiendo que la muerte rondaba cualquier esquina y su propia figura, pero al menos, que si eso ocurriera que fuera lejos de la vista de su compañera y sus hijos Javier, Griselda y Soledad. Cuando caminaba por la calle Belgrano, dos grupos de tareas lo fusilaron con fuego cruzado. Era blanco fácil para armas largas y represores disfrazados de linyera. Ni siquiera tuvo tiempo de defenderse. Cayó de rodillas, inmóvil. No alcanzó a defenderse. Su casa cayó mucho después, cuando Teresita y los chicos ya estaban en Europa.
Sus restos fueron recuperados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en una de las causas que impulsara la fiscal federal Griselda Tessio. La investigación permitió hallar también los restos del Estado terrorista: huellas dactilares microfilmadas, documentos —entre ellos la orden militar de inhumación como NN— y hasta fotografías del cuerpo.
Luego fueron inhumados por sus familiares en La Plata, el viernes 31 de marzo de 2000, con una frase: “El bosque hace un árbol” y una larga estrofa: “Ellos creen que has muerto porque te han matado / Ellos creen que se pueden quebrar de un hachazo los bosques / Ellos puede que hasta crean que estamos aquí para llorar tu muerte / Porque ellos lo que ignoran, en realidad, es que te han multiplicado / qué estás mirando por todos nuestros ojos / hablando por nuestras bocas / abrazando con todos nuestros brazos / caminando con todos nuestros pasos”.
En 2010, en un obituario de “Página 12” se hicieron presentes sus compañeros de militancia: “¡Aquí estamos, compañero! En la ciudad de tu lucha por una Patria Justa, Libre y Soberana. La que tuvo el orgullo de llamarse como Evita, la de las diagonales y los tilos de tus sueños, la de una ‘juventud maravillosa’ que la engalanaba pintado sus “P” y sus “V”. Y aquí estás con nosotros ‘Gallego, como siempre, caminando las anchas veredas del pueblo”.
El legajo de Juan Carlos como estudiante de la FaHCE fue reparado mediante la resolución Nº 500 del mes de marzo de 2019.
En el diario Página 12 todos los años sus compañeros y familiares lo recuerdan
Un aula del Colegio Nacional de La Plata lleva su nombre
“Grandote”, apodo que se había ganado por su tamaño y altura que llegaba al metro noventa y cinco. Sus compañeros de militancia en la Unidad Básica “Héroes de Trelew” (ubicada en Villa Insuperable, provincia de Buenos Aires) por tal razón lo identificaban con el mayor de los hermanos de la serie televisiva “Bonanza” de gran popularidad en aquella época. También era conocido como “Coco”. Y era un pan de dios, ya que se la pasaba en su Citroën 2CV, prestándolo para actividades de la militancia y para llevar a los pibes de las villas “El Monte” y “Las Antenas” a sacar la cédula de identidad a dependencias de la Policía Federal, evitando así que siguieran indocumentados.
“El amor que dieron, las sonrisas que regalaron, sus corazones y brazos abiertos siempre estarán presentes en nuestra memoria y nuestro deseo de justicia”, dirá su única hija (María José), familiares y amigos en un recordatorio escrito.
Nació el 24 de marzo de 1949, desde chiquita vivió en Mar del Plata. Estudió en el Colegio Nacional Mariano Moreno. Para proletarizarse trabajaba en una empresa de pescados en el puerto marplatense. Se levantaba a la madrugada y volvía muerta de cansancio con sus manos congeladas. Supo así, en carne propia, del sufrimiento de la clase obrera, pudiendo mostrar como las demás mujeres trabajadoras, sus manos estropeadas por las bajas temperaturas de las cámaras de conservadoras de frío. Su compañera de militancia, Mirta Clara, recuerda como Marcelo Kurlat, “El Monra” la cargaba y le decía que tomaba las armas con sus manos como si fueran flores, con una dulzura impactante, en fin, ese fue un rasgo que siempre la caracterizaba.
Del operativo participaron un gran número de militares de la jefatura del Área 212, dependiente del II Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario. Se emplazaron armas pesadas y hasta hubo helicópteros que sobrevolaron la vivienda. Según testigos, en un momento, María Josefina salió con su bebé y logró ponerlo a salvo en el zaguán de una casa vecina. Al intentar regresar a la casa fue ametrallada. Concluido el operativo con la muerte de todos los ocupantes, el niño fue llevado por oficiales del ejército. Días más tarde, por mediación de Monseñor Zaspe, Obispo de Santa Fe, fue recuperado por sus abuelos maternos.
Una Placa colectiva recuerda a los 50 estudiantes del Colegio Nacional Mariano Moreno de Mar del Plata, identificados como víctimas del terrorismo de Estado, asesinados y desaparecidos entre 1971 y 1980, actividad programada por la Asociación de Ex alumnos y la comisión de recordación y homenaje.
Intentaron secuestrarlo el 22 de abril de 1977, en Escobar, provincia de Buenos Aires. Fue en su casa de la localidad de Belén. No se dejó agarrar con vida, lo mataron delante de sus dos hijas; María de 18 meses y Jimena de 4 años. Los cretinos se llevaron a la madre de las niñas y esposa de Martínez Novillo, una joven de 23 años llamada María Elida Morales Miy, quien fue vista en el CCD de Campo de Mayo antes de su asesinato, posiblemente en un “vuelo de la muerte”. Las chiquitas sufrieron al menos dos intentos de apropiación por parte de militares y finalmente fueron rescatadas por su abuela materna, fundadora de Madres de Plaza de Mayo en la provincia de Salta.María Élida Morales, compañera de Gaita
Adicto a la lectura y comprometido con las luchas de la época, desarrolló su militancia peronista y montonera en lade la UTN Regional Paraná, donde cursaba sus estudios terciarios; y en su barrio con las reivindicaciones de sus vecinos. Trabajaba además en la Dirección de Catastro provincial.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Cortassa era oficial segundo de la organización político-militar. Un tipo joven, inteligente, un verdadero cuadro político, fundador de la de Rosario donde militó hasta pasar a la clandestinidad. Sus amigos, los que lo conocieron en los tiempos en que trabajaba políticamente en el Barrio El Rincón, dicen que era un típico rosarino, de tez trigueña, de esos que se comían todas las eses cuando hablaba y que siempre andaba con una camisa de trabajó “Ombú” puesta.
Su pareja, era militante de Juventud Peronista en la Unidad Básica “El Bochín” en el Barrio Rincón de la ciudad de Rosario. Enrique y Blanca se conocieron militando en la zona sur de Rosario, donde recorrían el barrio hablando con la gente con sus mismos códigos. Quienes conocían a Coqui marcan su condición de líder que lograba escuchar y ser escuchado. Con su hija Paula recién nacida en diciembre de 1975, la pareja se acostumbró a vivir como fugitivos, los bosques de Entre Ríos que Blanca conocía como la palma de su mano y las alcantarillas de la ciudad eran sus lugares predilectos para escabullirse.
La tarde del 11 de febrero de 1977, fuerzas de operación conjunta dirigidas por el Area de defensa 212 irrumpen en forma armada en la vivienda ubicada en calle Castelli Nº 4351 de esta ciudad habitada por Blanca Zapata -quien se encontraba en avanzado estado de gravidez, Enrique Cortassa y la hija de ambos -Paula Cortassa-, acompañados por y sus dos hijos. Resultando de esta irrupción la muerte de Cristina, el secuestro de Enrique Cortassa y quedando Blanca gravemente herida, quien perdió su bebé luego de agonizar diez días en coma profundo, producto de un tiro en la frente, que fue disparado por quienes querían secuestrarla.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Al profundizar su compromiso político se integró a las y con la integración, el 12 de octubre de 1973, pasó a ser un flamante cuadro montonero. Si se mira para atrás, estuvo en todas las grandes movilizaciones de los ’70: el primer acto masivo de la campaña “Luche y Vuelve” que se realizó en la cancha de Cambaceres, en Ensenada, donde se apiñaron más de 5 mil personas; la larga y accidentada marcha sobre Ezeiza el 17 de noviembre de 1972 para ir a recibir a Perón; la asunción de Cámpora en mayo del 1973, cuando “el sol del 25 viene asomando” y también en la discusión con Perón en la Plaza de Mayo el 1° de mayo de 1974.
González Gentile era un organizador: cuando se crea el, él fue el apoderado en la provincia de Buenos Aires. Lo trasladan a Santa Fe en octubre de 1976 debido a la ferocidad de la represión desatada en La Plata.
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la
Secuestrado y desaparecido junto a su esposa –- el 21 de abril de 1977 en Santo Tomé, provincia de Santa Fe. Ambos militaban en Fue visto por última vez en la Comisaría 4ta de Santa Fe, que funcionaba como centro clandestino de detención.
Su memoria es recordada en colocadas en la ex comisaría 4ta de Santa Fe, donde se lo vió por última vez, hoy Espacio de Memoria
Tenía 27 años cuando la mataron. A las 10,30 de la mañana del 4 de enero de 1977 fuerzas conjuntas del ejército y la policía provincial, rodearon la casa ubicada en San Martín y Boneo de la ciudad de Santa Fe. Allí habitaban María Josefina y su hijo Guido Roberto Frigerio de 6 meses de edad, y .
María Josefina tenía 27 años, pocos meses antes, el 24 de junio de 1976, su hermana , también había sido asesinada.
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la
ALICIA BEATRIZ RAMÍREZ, “Laura” nació el 4 de mayo de 1953 en Paraná, Entre Ríos. Sus amigos y conocidos alaban la belleza que tenía. Trabajaba en el Tribunal de Cuentas de la Provincia, lo que le permitía mantenerse económicamente y seguir estudiando. Cursaba la carrera de Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Debido a su militancia en Montoneros debió abandonar sus estudios para tratar de preservar su vida. Junto a su compañero, el Bicho Fadil, trataron de buscar refugio y seguir militando en Santa Fe, donde eran menos conocidos.
La pareja fue abatida el 6 de octubre de 1976 junto a Mario Galuppo cuando un gran despliegue de fuerzas represivas cercaron y atacaron su domicilio de calle Rivadavia 7251, en el barrio de Guadalupe Oeste en la capital santafesina. Luis fue capturado con vida y salvajemente torturado hasta morir. Alicia estaba embarazada de 4 meses.
En Alameda de la Federación 106, Paraná, sede de la FCEDU - UNER, se colocó una Baldosa por la Memoria con el nombre de Alicia Ramírez, en el marco de los actos por la Semana de la Memoria, la Verdad y la Justicia de 2018, organizado por el Registro Único de la Verdad y familiares de las homenajeadas.
Los responsables de sus asesinatos fueron juzgados y condenados en la causa Masacre de Ituzaingó y Las Heras
Nilda nació el 8 de julio de 1950 en Villa Ocampo, Santa Fe, pero su familia se afincó en Machagai, Chaco. Docente. Estudiante universitaria en Corrientes donde cursaba Asistencia Social. Era militante de Juventud Peronista y Montoneros.
“La conocí a Nilda, en pleno año 70, era joven, linda, tierna, sostenedora de un humor único, estudiante en la entonces Escuela de Servicio Social de Corrientes. Fui su compañera de estudios, su amiga y con ella aprendí lo que era el compromiso por los más humildes. La vida junto a ella significaba participar de las clases, si era necesario, discutíamos a los profesores, aunque siempre tratábamos de hacerlo con la mejor fundada opinión, estudiábamos hasta el cansancio, hacíamos la práctica en el Bajo Pujol, donde nos recibían mujeres de familias pobres, para diseñar el mejoramiento barrial. Ocupaba una pensión, frente a la Iglesia San Francisco, donde supe lo que era la comunicación. Planificábamos el futuro desde los sueños por una sociedad que – básicamente - debía cambiar y ser más justa.
Hablábamos hasta la madrugada, hacíamos culto al pensamiento crítico, a través de los conocimientos que íbamos incorporando. Era cristiana, siempre referenciaba a sus padres, de quienes había aprendido a conmoverse ante la pobreza que sufrían otros, eso sí, nunca perdía la esperanza, mucho menos la alegría, tan presente hasta en el disfrute de los bifes de tatu mulita, que traía de sus pagos. Fue comprendiendo que la era le demandaba de un compromiso mayor, por eso militó, se jugó, y si bien ellos nunca pudieron ante semejantes condiciones éticas y personales de Nilda, no querían que sus ideas se propaguen, considerándola “un mal ejemplo”.
Solo el Terrorismo de Estado con monstruos silenciadores de otras tantas miles de vidas, garantizaba la continuidad del status-quo, y por ende de la injusticia social. ¡Ay Nilda! sobre tu final nunca dejé de pensar, en quién dio la orden, quién apretó el gatillo… ¿Cómo pudo ser? Soy inmensamente feliz de haberte conocido pero mucho más sería hoy si otros pudieran dimensionar el ser humano excepcional que perdió el país, y si yo y tu familia pudiéramos festejar contigo estos 60 cumpleaños, abrazándote, allí, junto a los que menos tienen, igual que en los ‘70".
/ Su amiga María Bar
“Venía de Machagai, un legendario pueblo chaqueño, se dijo cristiana y peronista, seguidora de los Curas del Tercer Mundo, admiraba Evita, se identificaba con la Juventud Peronista y con los Montoneros, y pese a su cristianismo, no había dejado de celebrar, me contó, lo que entonces tenía categoría de justicia popular: la muerte en Timote del dictador Aramburu.
Me dijo que conoció aquella vez a Isidro Velázquez, mirándolo junto a otros gurises desde el fondo de su casa, en el patio de unos vecinos, donde se refugiaba el legendario bandido popular que robaba a los ricos y repartía el botín entre los pobres”. Y sobre su asesinato, Jorge dice que ella dijo: “Yo no me rindo, yo no me entrego, vengan a buscarme, hijos de puta, asesinos”. Un milico de apellido Baez la mató aunque estaba desarmada. Y sigue el relato: “Otros milicos que entraron y los vecinos que se iban acercando vieron el cuerpo intacto de una bella muchacha que era arrastrada hasta la vereda. Y los más curiosos se arrimaron a la valla policial mucho más cerca. Y vieron que de verdad era muy bella la muchacha muerta. Y que de la sien le brotaba un arroyito púrpura. Y que parecía estar viva con los ojos abiertos”.
/Jorge Giles, en su libro “Mocasines. Una memoria peronista”
Nilda, al igual que varios militantes de Chaco había llegado a continuar su militancia en forma clandestina en Santa Fe. El 23 de octubre de 1976 fue detectada y perseguida por un grupo de tareas en las calles de barrio María Selva, se refugió en una vivienda de Alvear al 5700. Los represores irrumpieron en la casa y la asesinaron con un disparo en la cabeza.
Tenía 26 años. Su cuerpo, enterrado en el cementerio de Santa Fe, fue recuperado en el ‘83. Actualmente sus restos descansan en Machagai, en el mismo cementerio que está la tumba embanderada de su primer héroe juvenil, Isidro Velázquez.
En 2013 la intendencia de Machagai y la gobernación de la provincia del Chaco realizaron un acto de homenaje a Nilda
El asesinato de Nilda aún se encuentra en proceso de instrucción judicial.
Raúl nació en San Juan el 4 de febrero de 1948. Hijo de un conocido sastre. Fue estudiante de la Universidad Católica Argentina, pero un conflicto estudiantil en 1969 lo alejó de la misma al ser expulsado por las autoridades universitarias, no obstante obtuvo el título de Médico.
Fue trabajador de la Dirección General Impositiva (DGI). Inició su actividad laboral el 1° de marzo de 1970 como Verificador de 5ta., en la Delegación Regional Mendoza y bajo legajo personal n° 19.672. El 10 de noviembre de 1971 presentó su renuncia como consecuencia de la persecución a la que estaba siendo sometido.
Cuadro montonero y jefe de gran valía en las regionales Noroeste y Cuyo. Era un fervoroso seguidor a rajatabla de las decisiones de la Conducción Nacional y visto como un epítome del cuadro duro. Sin embargo, como interventor de la Columna Norte se pliega a algunos pedidos de sus compañeros al considerarlos justos. Su nombre de guerra era “Pedro”, pero sus compañeros más osados le decían “Naríz con Pelo”.
Con posterioridad al pase de Montoneros a la clandestinidad, se produce el recambio de la conducción de Santa Fe a fines de diciembre de 1974. Así llegan “Pedro” junto con Luis Fernando Martínez Novillo y Tulio Valenzuela. Era oficial mayor de la organización y compartió la conducción de las columnas de Santa Fe y Paraná con Martínez hasta que este debe ir hacia la columna norte de Buenos Aires (cordón industrial) a principios de 1975. Allí se había producido un replanteo interno muy importante, poniendo énfasis en la construcción política por sobre la lucha armada. Pasando un tiempo por Rosario, en marzo fue enviado para encausar la situación, haciéndose cargo de esa estructura. Luego de ese período, fue destinado a la estructura de Inteligencia de la organización.
Raúl Rossini fue un importante cuadro dentro de la organización Montoneros. Fue jefe máximo de la Columna Norte de la Provincia de Buenos Aires hasta que se distanció de la conducción por algunas diferencias: “Pensó que la violencia estaba siendo extrema y que había muy pocas chances de lograr los objetivos que se habían propuesto. Era mucha la agresión con la que estaban siendo golpeados por las Fuerzas Armadas, sumadas a los organismos de Inteligencia y los centros de ayuda que tuvieron de los países dominantes. Le propuso a la Conducción General de la organización desarmar lo hecho porque las posibilidades de ganar eran muy bajas. Lo destituyeron y lo enviaron a sectores donde los militares iban con mayor énfasis”, contó su hijo atestiguando en juicio.
Estaba casado con la “Negra” Lidia Alicia Zunino, quien también estudiaba en la Universidad Católica de San Juan, de donde fue expulsada por sus ideales políticos.
Lidia fue secuestrada el 11 de diciembre de 1976, en la casa de la calle Thomas Edison, en Martínez, donde vivía la familia. En ese momento, su hijo se encontraba en el jardín de infantes y Raúl no estaba en la casa. Cuando regresó al barrio, llegó a ver que se estaba llevando a cabo un operativo y se imaginó lo peor para su compañera. Huyó junto a Juan Martín y lo refugió en la casa familiar de un compañero de militancia. Cuando éste también fue secuestrado, el 12 de enero de 1977, Rossini decidió irse de la casa. Hacía visitas esporádicas para corroborar que su hijo se encontrara bien, pero ya no vivía allí con la familia de su amigo, casa que fue ocupada por personal del Ejército. Los represores planearon la captura de Raúl, utilizando como carnada a su hijo, Juan Martín. La emboscada se concretó el 28 de enero de 1977. Raúl había ido a ver a su hijo porque le habían comunicado que estaba enfermo. Apenas llegó a la casa los militares lo secuestraron.
Raúl fue atrapado con vida a los 28 años en Vicente López y visto en los CCD ESMA y “El Campito” de Campo de Mayo, antes de su asesinato.
Juan Carlos Scarpati, quien logró escaparse de ese centro clandestino, contó a su hijo Juan Martín que su papá lo había ayudado “espiritualmente” y también a sanar unas heridas de bala con las que había ingresado. “Me contó que había sobrevivido en Campo de Mayo gracias a la ayuda de mi padre”, relató.
Raúl y Lidia son dos de las 65 personas nacidas en San Juan y asesinadas por la última dictadura militar y como tal, un árbol con su nombre puebla el “Bosque de La Memoria” levantado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Juan.
Su legajo de trabajador de la DGI fue reparado en el marco del Decreto n° 1199/2012 del Poder Ejecutivo Nacional, siendo entregado a sus familiares el 26 de marzo de 2021, en un acto realizado en la sede central de AFIP con la presencia de funcionarios y organizaciones de derechos humanos.
Los responsables de sus secuestros y desapariciones fueron juzgados y condenados en la Megacausa Campo de Mayo #megacausa-campo-de-mayo
Nació en La Calera, Córdoba, el 18 de junio de 1948, dice su hermana Marilyn: “Me acuerdo que fue buen alumno tanto en la primaria como en la secundaria. Cuando era muy chiquito era de tomar muchas iniciativas; muy travieso, se escapaba a la casa de la vecina, yo no me animaba a hacer esas cosas, mis padres nos mandaban a dormir la siesta, pero no dormíamos, lo peor que hay para un chico es dormir la siesta. Jugábamos mucho, como todos los chicos, teníamos una casa con patio muy grande, entonces en el fondo hacíamos nuestra propia casita hecha con madera y allí se juntaban todos.”
Nieto de italianos. Tez blanca, mediana estatura, ojos celestes, rubio y de bigotes. Maestro de escuela primaria. Estudió Psicología en la UNC. De él podría decirse que fue montonero antes que esa organización existiera como tal. El trabajo con los grupos juveniles de la parroquia del pueblo y las condiciones estructurales de su pueblo natal donde abundaban obreros de extracción minera, lo llevó a tomar cada vez mayor compromiso con los más necesitados, y naturalmente se vuelve peronista. Su familia no lo era. Dice Marilyn: ”Mi padre no era peronista, era antiperonista, estuvo en la revolución libertadora (…) decía que Perón era un tirano, un dictador.”
José Amorín en su libro “Montoneros: la buena historia”, lo individualiza con el nombre de “Zapatías”, en el grupo originario de “Los Sabinos”, que luego serían parte de los fundadores de Montoneros. También era conocido como “Zapa”, “Mario”, “Pelado” y “Pelado Mario”. Era un ex seminarista del Seminario Menor de Jesús María y estudiante de filosofía del Seminario Mayor, que participó activamente del copamiento de La Calera en 1970.
Quienes lo conocieron, lo recuerdan como una persona de manifiesta sensibilidad social que se evidenciaba en el amor que profesaba a pobres y explotados. Honesto y transparente en su accionar se caracteriza también por ser activo e inteligente en el manejo de las cosas diarias. Sencillo en el vestir, era un animador permanente de las veladas estudiantiles donde sobresalía tocando la guitarra y cantando folklore. Era el prototipo del “hombre nuevo”. Pensaba que su generación debía llevar a cabo un gran esfuerzo para que nuestra patria no se convirtiera en una gigantesca villa miseria. Amigo de Monseñor Angellelli, dejó la carrera sacerdotal disgustado con las posturas conservadoras de una jerarquía eclesiástica vinculada al poder militar.
Siempre puso el cuerpo en las difíciles, no sólo combatió a las dictaduras desde el ’66 en adelante sino que también participó de la lucha por el retorno de Perón. Fue herido en Córdoba cuando salió a la calle a defender el gobierno democrático de Obregón Cano y Atilio López cuando los fascistas produjeron el “Navarrazo”( golpe de Estado policial que derrocó al gobernador constitucional de la provincia de Córdoba, Ricardo Obregón Cano y su vicegobernador Atilio López en febrero de 1974).
Había llegado a Santa Fe en 1976, perseguido desde su provincia, continuando la militancia con altas responsabilidades en la clandestinidad
Fue asesinado junto a su compañera, Ileana Gómez , en la masacre de Ituzaingó y Las Heras, en la que lograron salvar a sus dos pequeños hijos, Martín y Jorge Luis, a los que protegieron dentro de un placard.
La memoria de ambos es recordada en Baldosas de la Memoria colocadas en la esquina de Ituzaingó y Las Heras
En 2008 se realizó un homenaje en el cementerio de La Calera, cuando lograron por vía judicial que sus restos fueran identificados y entregados a los familiares los restos mortales pertenecientes a Jorge Luis Piotti, quien fue enterrado en una fosa común del cementerio municipal de Santa Fe bajo el nombre "NN Piotti"
Los responsables de sus asesinatos fueron juzgados y condenados en la Causa Masacre Ituzaingó y Las Heras
Nació en Córdoba el 5 de agosto de 1952. Era la mayor de seis hermanos, a los 21 años se recibió de abogada y se inscribió en la Escuela de Ciencias de la información de la Universidad de Córdoba para luego hacer Abogacía, título que obtuvo.
Sus inicios en la militancia fueron en la Nueva Izquierda Libertaria en Córdoba, agrupación de orientación anarquista que se nutrió de una vieja comunidad de españoles emigrados a la Argentina, que formaron la comunidad de Colonia Lola. Graciela Saur, joven abogada recién recibida, cuyo padre tenía un campo en Río Primero, comenzó a frecuentar la comuna. Sus vinculaciones fueron cruciales para la instalación definitiva en Colonia Lola. En su casa, en Córdoba Capital, trabajaba una empleada que residía en ese barrio, al que Graciela había asistido en ocasiones para dar cursos a mujeres.
“Gra era una militante excepcional, tanto por su carisma con la gente, su amor y armonía con los niños en los frentes barriales, como por su inteligencia y sensibilidad. Además de gran amiga y compañera para todos los que la conocíamos. Fue la creadora de la Escuelita Libertad, con el Flaco Horacio y la Pirucha, en Colonia Lola, los tres personajes muy queridos por todos los vecinos del barrio. Muy buena para crear y escribir, un aspecto novedoso para todos los que buscábamos tomar distancia de los tentáculos de la cultura patriotera y autoritaria.”
/ Historia oral del anarquismo revolucionario de Córdoba en los años 70 - La Tinta
Mientras estudiaba militaba en el barrio Colonia Lola donde con otros compañeros fundaron la Escuela Libertad y organizaron el centro vecinal, ya incorporada al peronismo montonero. Elaboró un Estatuto de la Coordinadora de Comisiones de Padres de la Provincia de Córdoba. Ese Movimiento de Comisiones de Padres, articulado con los frentes barriales, estudiantes y sindicatos, incidió en la convocatoria a un Congreso Provincial para modificar la Ley de Educación de la Provincia.
Algunos testimonios afirman que los compañeros eran tres, por lo que del tercer joven se ignora su identidad.-
La Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC)– de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), antes La Escuela de Ciencias de la Información (ECI) realizó un homenaje con la aparición de los rostros y nombres en la fachada del edificio donde funcionaba aquella escuela de la que son la “promoción desaparecida”, 54 estudiantes, entre ellxs Graciela.
Tras el golpe del 24 de marzo de 1976 continuó su militancia clandestina en Santa Fe con su compañero
Graciela se encontraba circulando por la vía pública con, compañero de militancia; al ser interceptados por fuerzas de seguridad intentaron escapar, separando sus rumbos. Belmont resultó muerto, y María Graciela Saur fue secuestrada en calle Hipólito Irigoyen entre 25 de Mayo y Rivadavia, el 21 de septiembre de 1976 permaneciendo desaparecida. Mientras se la llevaban alcanzó a gritar su nombre y el teléfono de sus padres que así se enteraron de su desaparición.
Su memoria es recordada por unacolocada en la esquina de 25 de Mayo e Hipólito Irigoyen
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Nació el 30 de agosto de 1946, lo recibió Santiago que había nacido el año anterior. Sus padres, María Luisa Bernier y Gualtiero Corelli, disfrutaban su familia sin sospechar que diez años más tarde llegaría una niña, Marisa.
La madre de Ricardo, María Luisa, era la segunda de cuatro hijas mujeres. Su papá, Pedro Bernier, fabricaba vinos en una quinta nicoleña. Las cuatro hermanas se instalaban en la casa de su abuela que vivía en la ciudad y todas ellas se recibieron de maestras en la Escuela Normal de San Nicolás.
Gualtiero, el padre de Ricardo, nació en Italia en 1909, tenía una hermana mayor. Su padre luchó en la primera guerra. Cuando regresó a su casa, subieron a un barco que los trajo a Argentina. Se instalaron en Conesa, un pueblo que pertenece al partido de San Nicolás. El abuelo paterno de Ricardo, Juan, era albañil y le enseñó el oficio a su hijo Gualtiero.
Marisa Corelli relata la niñez de su hermano sindicalista y evoca con emoción: “Cuando mi mamá recordaba la infancia de Ricardo, contaba que le encantaban los libros de cuentos. Ella tenía que evitar una esquina donde había una librería porque era inevitable que él insistiera en que le comprara uno. Antes de acostarse, le pedía que le leyera una historia que mi mamá se negaba, porque tenía un final triste y terminaba llorando. La condición para leerla nuevamente era que él no se pusiera mal, siempre lo prometía, aunque nunca lo conseguía. A la hora de poner un límite, el NO era inútil, necesitaba argumentos”.
Ricardo hizo la primaria en la Escuela Sarmiento y terminó sus estudios secundarios en el Colegio Industrial en 1966.
“Es difícil saber qué se recuerda, si lo que fue vivido o el relato que se hizo y se rehízo – sigue Marisa -. Sin embargo, hay instantes que quedaron en mi memoria: La participación de mi mamá, junto a otras en el club de madres del secundario de mis hermanos. Fui testigo de un sin fin de actividades que organizaban para juntar plata para la escuela. Guardo las fotos de las carrozas que se presentaban cada fiesta de la primavera por las principales calles de la ciudad y las fotografías de la excursión a los altos hornos Zapla, los recortes de diario de dicho viaje de estudios por el noroeste de nuestro país ¡Tantos momentos! Compartir una tarde en los parques de diversiones que llegaban a la ciudad, participar de las fiestas de carnaval, todos los primos con la pirotecnia de fin de año, el cine…se me llenan los ojos de Paraíso viviente en el Gran Rex”.
Su militancia
En 1965 entró a trabajar en Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA), empresa siderúrgica estatal argentina creada en 1947 tras la aprobación del Plan Siderúrgico Nacional, impulsado por el general de división Manuel Savio. La planta recién se inauguró en 1960 durante el gobierno de Arturo Frondizi. En 1991 fue privatizada y pasó a formar parte del grupo Techint.
Ricardo también militó en la agrupación Felipe Vallese y en el momento de su desaparición era delegado de la UOM.
Durante varios años jugó al rugby en el club SOMISA, las fotos muestran muchachos muy serios y cruzados de brazos, entre serios o enojados con los resultados, ya que los recortes de diarios le son adversos. Ricardo también tuvo un período de Entrenador del equipo.
En 1967 hizo la colimba y comenzó la Facultad de Ingeniería en la Universidad Tecnológica Nacional, y allí apareció la militancia, donde se soñaba con la construcción de una sociedad más justa.
En 1973 se hace responsable de los cursos de capacitación obrera desde la facultad. Eran cursos de soldadura, electricidad y plomería domiciliaria, que por un convenio con la municipalidad tenían validez oficial. Llegó a 4° año de la carrera Ingeniería.
También durante ese año se desempeñó como Interventor en el Instituto de Menores Juan Bautista Alberdi y esa responsabilidad se transformó en un torbellino de reuniones, de encuentros, de ideas y de trabajo exhaustivo.
“1975 fue el año del Villazo, a Ricardo lo vienen a buscar a casa de madrugada y pasa unos días en la cárcel. De allí salió un Ricardo sereno, convencido, con proyecto, con entusiasmo, con un Citroën inolvidable, tan parecido al auto de los Picapiedras, que cuando abrías la puerta…¡se salía de la bisagra!”, relata Marisa.
Su secuestro
“Mi casa era centro de reuniones. Mi mamá y yo vimos desfilar muchas caras que luego pasaron a formar parte de pancartas pidiendo su aparición. Fuimos testigos de su alegría y nos contagiaron el entusiasmo de la lucha por los ideales. Transcurría marzo de 1975 y mi mamá se tenía que hacer una intervención quirúrgica y debía estar internada unos días. Quizá para protegerlo, quizá por intuición materna, puso en una bolsa panfletos, revistas, diarios, papeles, papelitos, desparramados por toda la casa delatando tendencia, y los escondió. Esa noche me despertaron con un caño en la cabeza y me dijeron: “Vestite”. Ya lo habían levantado a mi papá y a mi hermano”.
“Ricardo estaba sentado en la cama esposado con las manos en la espalda. Recuerdo que encendí un cigarrillo y se lo puse en la boca. Mi papá y yo pasamos la noche en la brigada de investigaciones; cuando volvimos mi hermano no estaba. En el sindicato me dijeron que lo habían trasladado a la cárcel de la ciudad. Cuando salió ya nunca más durmió en casa”.
“Los militares volvieron en marzo de 1976 pero no lo encontraron, y mi hermano abandonó la ciudad”.
“El 5 de septiembre nos encontramos en casa de un familiar, en el campo, sin sospechar que sería la última vez que estaríamos todos juntos”
“Encontramos seis testimonios de personas que lo vieron hasta los últimos días del año 1976 en la ciudad de Santa Fe”, agrega Marisa.
Años más tarde, durante el interrogatorio a un compañero de militancia de Ricardo, uno de los torturadores le dice: – A Corelli lo agarramos acá, está en San Pedro. San Pedro es un campo militar que está en Santa Fe cerca de Laguna Paiva. Se denunciaron al menos 29 enterramientos en dicho campo. Se encontraron 10 restos, se identificaron 8.
Negacionismo sindical
En marzo de 1998, Marisa, la hermana de Ricardo, leyó un artículo en un diario sobre aquellos años. Se trataba de una entrevista a un dirigente gremial. El entrevistado era el mismo que su hermano Ricardo le había contado se enfrentaba con él verbalmente en las asambleas. En ese diario ese mismo dirigente se despachaba diciendo que en SOMISA no hubieron desaparecidos.
“Fue leerlo y sentir que lo estaban haciendo desaparecer una vez más… Pensé: ‘Ellos pueden pararse donde quieran… pero no voy a permitir que te quiten tu identidad..’. Tomé lápiz y papel y comencé a escribir para que sacaran en el diario mi respuesta”.
A un delegado desaparecido
¿Qué esconden los que niegan tu historia? ¿Cuántos años trabajaste en SOMISA? ¿Diez? No recuerdo con precisión, sólo sé que fueron muchos.
“También recuerdo tus sueños por una sociedad más justa, tu lucha como delegado, enfrentándote públicamente a otros dirigentes que aún están en la palestra. Ellos dicen: “Ricardo Corelli sólo trabajó en Somisa hasta tres días después del 24 de marzo de 1976 (es decir hasta el 28 de marzo). En los registros de la CONADEP figura como fecha de desaparición septiembre de 1976, es por ello que no se lo considera desaparecido mientras desempeñaba funciones en la empresa siderúrgica.
¡Qué siniestro! ¿Es que estos dirigentes no saben qué pasó en tu casa el 24 de marzo?
¿Cómo pueden acusarte de no estar en el preciso lugar en el que una horda asesina estaba agazapada esperándote?
Trabajaste en SOMISA, te sensibilizaste con la problemática cotidiana. Tu posición como delegado fue del lado de los desprotegidos. Tu dignidad fue un ejemplo, pero una cuestión de calendario hace que ellos no valoren tu acción. Al negarte, te nombran, y tu nombre alcanza para saber de qué hablamos.
Tu hermana que aún sigue buscándote.
“A Ricardo algunos compañeros de militancia le decían “Vaca”, “La Chancha” o “El Gordo”. Conocí a su madre, varias veces fuimos a su casa a realizar tareas políticas de prensa y propaganda.
Salíamos con su Citroën ya que Ricardo era uno de los pocos compañeros que tenía un auto y el gordo siempre lo ponía para las actividades del frente sindical donde él estaba integrado. Yo militaba en el frente territorial. Tenía una gran sonrisa”.
Era un compañero muy querido, respetado y muy comprometido en la lucha. Yo lo conocí en la campaña “Cámpora al gobierno, Perón al poder. Luego asumió su compromiso estudiantil en la UTN.
Antes de que pasara a la clandestinidad, Ricardo cayó detenido. Mi preocupación era si lo habían torturado y se lo hice saber. Él respondió con su característica sonrisa que no, por lo que no nunca volví a preguntarle sobre el tema.
Cada tanto lo acompañaba a su casa y su madre nos recibía con una taza grande de leche o algo caliente. En esa época escuchábamos mucho folklore gracias a las peñas que hacíamos en los barrios. Recuerdo una anécdota divertida. Yo fumaba cigarrillos rubios de la marca “Colorados” y al quedarme sin uno sólo le pedí uno a Ricardo. Lo prendí y del asco lo tiré. Eran “Particulares 30”, horribles, con los que casi me morí tosiendo. Ricardo se enojó muchísimo al ver qué tiré el pucho que me había dado.
– ¡Nunca más vuelvas a pedirme uno! – me dijo.
Lo apreciaba tanto al gordo que a la semana siguiente me compré los “Particulares 30” pensando que si Ricardo podía fumarlos yo no me iba a quedar atrás. Le convidé al gordo uno y desde entonces fumé esos cigarrillos por muchos años.”
/Miguel Ángel Fernández
Fuente: Carola Ochoa - SOCOMPA - Periodismo de frontera
Su legajo laboral, el N° 3485, fue reparado en el marco del Decreto 1199/2012 del Poder Ejecutivo Nacional, atento lo dispuesto por la resolución conjunta 381/2014 y 1322/2014 de la Secretaría de Gabinete y Coordinación Administrativa y Secretaría de Derechos Humanos de la Nación de fecha 15 de agosto de 2014.
La Mesa de la Memoria San Nicolás aplicó el Programa Jóvenes y Memoria por el que realizaron un trabajo lxs niñxs, adolescentes y jóvenes que integran el "Grupo Juvenil Barrio Parque Norte" sobre la historia de Ricardo.
Osvaldo había nacido en Salta el 26 de junio de 1945. Estaba casado con María Angélica Martín con quien tenía una hija. Era Ingeniero Civil, había obtenido su título en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario. Militante de la Juventud Universitaria Peronista, Peronismo de Base y Montoneros. Trabajaba como profesor universitario, a la vez que también hacía trabajo de educación popular en las villas rosarinas.
Fue funcionario del gobierno de Miguel Ragone, que asumió la administración de la Provincia de Salta el 25 de mayo de 1973, gobierno duró un año y medio, siendo intervenido por la Presidenta Isabel Martínez. Osvaldo y muchos compañeros y compañeras sufrieron persecución, por lo que se fue de la provincia. Ragone fue secuestrado en marzo de 1976 y permanece desaparecido.
Osvaldo desapareció en la ciudad de Santa Fe el 19 de enero de 1977, había arribado procedente de Salta aproximadamente dos meses antes. Al llegar a Santa Fe se instaló con su familia en una pensión y trabajaba en tres obras de la empresa Cornero Hnos. Fue secuestrado a plena luz del día y frente a varios testigos en calle Entre Ríos al 3000, muy cerca de la obra en construcción en la que trabajaba.
Veintidós años después, la familia con el patrocinio de la abogada Matilde Bruera se presenta ante la Fiscal Federal Griselda Tessio en un Juicio por la Verdad. El periodista Tizziani de Página 12 relata que en el escrito presentado por su padre dice que “Normalmente salía a las 6 y regresaba a las 13 para almorzar” Cuando no llegó, su esposa esperó porque ese día tenía que firmar el contrato por la casa que habían alquilado. “Recién a las 14,30, ya preocupada, comenzó a comunicarse con los hospitales y comisarías por si había sufrido algún accidente y posteriormente se dirigió a la empresa Cornero”, dónde el día anterior habían secuestrado a otra empleada, liberada a las pocas horas. Su secuestro fue motivado por una denuncia de la empresa, los antecedentes políticos de Osvaldo lo sentenciaron. Así comenzó la búsqueda de los familiares, en la empresa, en hospitales, comisarías, en el Arzobispado y en los cuarteles. La esposa de Osvaldo presentó un Habeas Corpus al Juez Mántaras. “Según mi nuera (dice el padre), el propio Juez le dijo que la situación era peligrosa y que tratara de irse de la ciudad.”
María Angélica se refugió entonces en la casa de sus suegros en Rosario, la familia continuó la búsqueda, hubo llamados anónimos diciendo que estaba vivo en Santa Fe, con esta información se entrevistaron con el propio Galtieri sin resultado alguno. Osvaldo Ángel sigue desaparecido.
Su padre Ángel Seggiaro, y otros allegados a las víctimas de la represión fundaron la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos en Rosario. A partir de entonces tuvo una destacada actuación en defensa de los Derechos Humanos.
AMSAFE Rosario presentó un documental sobre trabajadores de la educación desaparecidos donde, entre otros, se menciona a Osvaldo Ángel Seggiaro.
Los hechos en los cuales fue secuestrado Osvaldo se hallan todavía en etapa de instrucción judicial en el Juzgado Federal de Santa Fe.
“El Príncipe”. Nacido el 11 de febrero de 1948 en Capital Federal. Estudío en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A., donde comenzó a militar y fue pareja de Blanca Bernasconi, también militante. Incorporado a Montoneros, era reconocido como “Pablo” y era oficial de dicha organización; militando en la zona Oeste del Gran Buenos Aires.
En 1975 pasó a la columna Rosario, donde conoció a la que fue su compañera, María Eugenia Saint Girons, presa política de la última dictadura cívico-militar que padecimos los argentinos.
Ya iniciada la dictadura, siempre en la clandestinidad, pasó a la zona de Santa Fe y Paraná, donde quedó como responsable de lo que quedaba de la organización luego de los sucesivos asesinatos de militantes en el mes de enero de 1977.
El 10 de febrero de 1977, fue secuestrado-desaparecido en Santa Fe, en el bar Recreo Schneider (Avenida Blas Parera al 5.800). Su compañera María Eugenia Saint Girons fue secuestrada al día siguiente, en la sala de partos de un hospital de Paraná, donde nació su hijo Juan Emilio. Fue visto en el centro clandestino de detención “La Escuelita” de Paraná antes de su asesinato. En el juicio, se reveló que la mamá y el bebé fueron torturados para martirizar al padre.
El 17 de febrero de 2017, el hijo de Emilio Osvaldo, Juan Emilio Basso Feresín –de la organización HIJOS en Rosario- en el medio de los juicios de lesa humanidad, dijo ante el tribunal santafesino a los presentes: “Llegamos al juicio y seguiremos reclamando saber la verdad, dónde están los desaparecidos, esos treinta mil que buscaban un país construido desde la justicia social. Era el proyecto para democratizar el poder y la economía (…) No es solo nuestra historia familiar la que se narra, es la de nuestro pueblo”.
Juan Emilio escuchó el veredicto en el lugar del querellante, detrás de su esposa, la abogada Nadia Schujman, que lo patrocinó. Los hijos de ambos también querían escucharlo para saber el destino del abuelo, pero los jueces rechazaron el pedido de Schujman.
Ese mismo Juan Emilio Basso Feresín, referente de HIJOS en Rosario, donde era conocido por toda la militancia como “Juane”, falleció en esa ciudad, de un ataque al corazón disputando un partido de fútbol el 3 de marzo de 2021, provocando inmenso dolor en todos los que lo conocieron.
Su memoria es recordada en placas colectivas colocadas en la Facultad de Filosofía de la UBA
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Feresín
María Adela nació el 2 de octubre de 1947 en la ciudad de Córdoba. Fue la primera pareja de Guillermo “Polo” Martínez Agüero, madre de dos niños: Guillermo Sabino y María Celeste. Cursó sus estudios secundarios en el colegio Jesús María y egresó en Nuestra Señora del Huerto en 1968 con el título de maestra normal. En el año 1970, comenzó a estudiar Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba (U.N.C.), cursando hasta tercer año de esa carrera.
Al momento de su secuestro, sus hijos tenían 4 y 2 años respectivamente. El Centro de Documentación audiovisual de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC, publicó el libro: "Colectivos y parcialidades políticas y sociales: los desaparecidos y asesinados de Córdoba en los ´70", donde reúne información de estudiantes desaparecidos de esa Facultad, con documentación perteneciente a los estudios de María Adela.
En el año 2017, su familia junto a la Municipalidad de Córdoba, colocó un árbol con la foto de María Adela en homenaje a su vida y compromiso.
Horacio nació un 16 de agosto de 1952 en Rosario, provincia de Santa Fe.
“Chachi” Ferraza cursó el secundario en el Superior de Comercio y luego estudió en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario, formó parte del Centro de Estudiantes como militante de Juventud Universitaria Peronista (JUP), habiendo sido su presidente en el período 1974/1975.
Jugaba rugby en Universitario de Rosario, en el puesto de pilar. “Jugó poco tiempo porque no veía un pomo, usaba anteojos culo de botella. Como rugbier era rudo y fortachón, no muy hábil pero con una voluntad increíble. En realidad era un buen esgrimista, un capo”, dijo su compañero Carlos Pérez Rizzo. “De hecho hay una Copa de la Federación Santafesina de Esgrima que lleva su nombre”, dijo otro ex compañero de Ferraza, Daniel Nasini.
Una Copa de la Federación Santafesina de Esgrima lleva su nombre. En 2018 se realizó en Rosario la tercera edición del Torneo Nacional en Homenaje a los rugbiers desaparecidos, en el club Logaritmo.
Militante de , con el nivel de Oficial 2º. Al ser detenido su compañero Polo debe emigrar de Mendoza, donde vivían, y llega a Santa Fe en setiembre de 1975. Realizó su militancia vinculada a la agrupación bancaria de JTP, en un momento en que la seguridad era permanentemente amenazada. Fue allanada la casa donde estaba viviendo provisoriamente y meses después debió irse a Rosario.
"La Cordobesa", como le decían sus compañeros, trabajaba como ama de casa y militaba en Montoneros. Fue secuestrada el 16 de octubre de 1976, cuando salía de su casa para viajar a Buenos Aires a visitar a unos familiares. Permaneció cautiva en los Centros Clandestinos de Detención Tortura y Exterminio y “La Calamita” de Rosario, donde fue asesinada.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Su creciente compromiso lo incorporó a la organización y junto a su pareja debieron irse de Rosario cuando se cercaba el cerco represivo. En Santa Fe militaban clandestinamente
Un grupo de tareas lo emboscó y acribilló el 23 de septiembre de 1976 en la vieja avenida de circunvalación lindante a las vías que separan a Villa del Parque. En esa ocasión fue asesinada , vecina del barrio que se había asomado.
La memoria es Horacio es recordada en una placa colectiva colocada en el
El Centro de Estudiantes de la Escuela Superior de Comercio de Rosario colocó una placa que recuerda a los 20 alumnos de esa escuela que están desaparecidos y bautizó cada aula con sus nombres, entre ellos , O, Horacio Ferraza y
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la
En el ámbito de la militancia le decían “Cantalicio” porque era morocho de labios gruesos. Su padre fue secretario del gremio de aceiteros (STADICA) y después diputado nacional por el Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI) desde marzo de 1973 y hasta el golpe cívico-militar del ’76. Nació el 8 de agosto de 1956 en Resistencia, Chaco. Fue el tercero de cuatro hermanos. Juan Carlos, el mayor, también está secuestrado y desaparecido. Cursó sus estudios secundarios en la Escuela de Comercio, turno tarde y trabajaba en el Correo. Compañeros de militancia recuerdan que el “Negro” era el que siempre llevaba para compartir los cigarrillos (Particulares), ya que era el único que trabajaba.
Antonio Inocencio Silva fue referente de la Escuela de Comercio y uno de los fundadores de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) en el noroeste argentino.
Un compañero de militancia recuerda que siendo muy jóvenes, ambos de 16 años, hicieron juntos un viaje a Buenos Aires para ver la asunción de Cámpora en Plaza de Mayo: “No teníamos dinero, entonces decidimos viajar a dedo, salimos del cruce de Resistencia. Una vez en Rosario nos fuimos hasta un local de la J.P. y con ellos viajamos en tren rumbo a Buenos Aires. Y el 25 de mayo de 1973 nos encontró en la plaza, estábamos realmente felices, sentíamos que pisábamos la historia, éramos dos dentro de la multitud que se había congregado para recibir al gobierno popular luego de 18 años de proscripción del peronismo. En ése momento sentimos que estábamos designados a ser parte activa de la generación del ’70 que luchó hasta las últimas consecuencias por sus ideales”.
Fue secuestrado y desaparecido el 16 de febrero de 1976, en la vía pública de la ciudad de Santa Fe, en la zona de Plaza de las Banderas, cuando desde su ciudad natal, acudía a una cita de la conducción nacional, detectada previamente por los represores.
La Secretaría de Cultura, Turismo y Deporte de la Municipalidad de Resistencia, junto a la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia del Chaco, realizaron el lanzamiento del programa Baldosas por la Memoria, comenzando con Juan Carlos Silva y Antonio Silva en avenida 9 de Julio 1390, su casa familiar
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada
Nació en la ciudad de Santa Fe, el 1° de febrero de 1952, estudiaba Ingeniería en la Universidad de Morón y trabajaba en la Papelera Schkolnik de Hurlingham. Militaba en Montoneros junto a su pareja, Silvia Graciela Resnicoff.
Sus compañeros los llamaban Augusto y Cacha. Esperaban un hijo que debió nacer en cautiverio. Fueron secuestrados el 30 de junio de 1978 en su domicilio de Villa Tesei, partido de Morón en la provincia de Buenos Aires. No hay constancias de su paso por algún centro clandestino de detención.
Sus familiares y amigos lo reflejan año a año en el diario Página 12
Militante de Juventud Peronista. Hermano mayor de Antonio Inocencio Silva . Nació también en Resistencia, Chaco, el 25 de marzo de 1950. Conocido como “Nacho” ó “Negro”. Perito Mercantil. Concurrió a la Facultad de Ingeniería en la Universidad Nacional del Noreste, cursando hasta materias de segundo año, pero debió abandonar en 1974 por la represión en ciernes.
Para esos años conoció a Ana María Testa, una muy bonita hija de gringos, militante de la agrupación Martín Fierro, con la que formó pareja y tuvo una hija de nombre María Paula nacida el 21 de abril de 1976.
Su padre, Analicio Silva, fue diputado nacional por el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), en el Chaco, en 1973. Para 1975, Silva hijo, es el responsable del Frente Estudiantil en la Juventud Universitaria Peronista (JUP), Columna Chaco.
Durante el año 1976 estuvo militando en la estructura clandestina de Montoneros en Santa Fe. Fue secuestrado-desaparecido el 26 de junio de 1980, en el trayecto de ómnibus que va desde Once (Argentina) a Río de Janeiro (Brasil) cuando estaba formando parte de la contraofensiva de su organización contra la dictadura militar y llevado al CCD que funcionaba en Campo de Mayo. Hasta la fecha, permanece desaparecido.
/ Roberto Baschetti - Militantes del peronismo revolucionario Uno por Uno
Juan Carlos Silva nació en una familia de cuna peronista. “Increíblemente peronista”, precisa Ana. Su papá, Analicio Silva, trabajó en las aceiteras algodoneras desde los 12 años. Llegó a conformar el primer sindicato de aceiteros algodoneros, donde ocupó el cargo de secretario general. En los años '70 fue secretario general de la CGT en Chaco. “La vida política peronista en esa casa estuvo desde el primer día”, dice Ana. “Para Juan, el juego, la escuela, la familia y la política eran casi una cosa cotidiana. Tenía 5 años cuando a su papá lo secuestraron veinte o treinta días en 1955 en un regimiento del Ejército en la capital chaqueña, el Regimiento "La Liguria”.
Fue entonces —a partir de que lo conoció en 1972, cuando se fue a estudiar Arquitectura a Resistencia y empezó a frecuentar a la familia, cuando Ana aprendió sobre el peronismo gracias a las charlas que su suegro fogoneaba en los almuerzos. “Era muy placentero pasar los domingos en su casa por los grandes debates que tenía el padre con sus dos hijos, Antonio (con 18 años, que fue secuestrado en Santa Fe), y Juan”, recuerda.
“Juan era una persona que andaba mucho y estaba todo el día haciendo cosas. Trabajaba, estudiaba, militaba, no sé de dónde sacábamos tanto tiempo”, dice, y no puede ocultar su admiración por él y su generación.
La foto de Juan está ubicada de modo que pareciera mirarla mientras ella lee un fragmento de Gabriela Selser: "Éramos tan jóvenes, con esa juventud que no necesitaba apellido, sobraba futuro, porque estábamos llenos de vida (...) Había tanto para hacer y el mundo cabía en una mano". “Esto define cómo fuimos en todo sentido y cómo fueron nuestros compañeros. No sé si todos por igual pero, particularmente, yo leo esa frase y mi primera imagen es Juan: Juan y sus decisiones. Juan y su convencimiento. Juan y su manera de entender la realidad, de decir 'el camino es este', 'hay que hacer así'. Me identifica porque lo asocio mucho a su forma de ser y de muchos compañeros, de casi todos los compañeros de esa generación”
“Resistencia era una ciudad pequeñita, nos conocíamos todos, sabíamos quiénes eran los peronistas, quiénes eran los no peronistas, quiénes eran los de vanguardia. En la cola donde yo me fui a inscribir en 1971 para la carrera de Arquitectura, estaba Marcela Hedman y es con quien decidimos alquilar un departamento enorme que se llamó La Casa de Arquitectura. Éramos todos estudiantes de Arquitectura y militantes. Después nos fuimos a vivir con Juan ahí y era el único que no era de Arquitectura, él había empezado a estudiar ingeniería. Con el tiempo, Marcela se va de esa casa cuando está embarazada de su primer hijito. Marcela se enamoró de Rubén Amarilla, hermano de Guillermo, responsable de la Regional IV, la que a nosotros nos correspondía”.
Entre el ‘72 y ‘73, Juan se incorporaría a la organización Montoneros, intuye Ana. “De su boca jamás salió”, afirma. Durante ese período –“la mejor etapa de nuestras vidas hasta que llegó 1975”— conoció a Oli Goya. “En el año '75, cuenta, yo era secretaria de mi centro de estudiantes de Arquitectura. Rápidamente, se viene para julio del '75 una razzia infernal aplicando la 20.840, la ley antisubversiva. Quedamos en el tendal. Nos tuvimos que ir porque si no nos metían presos. Algunos compañeros estuvieron presos desde ese día hasta el '83. A otros compañeros los masacraron en Margarita Belén (de los primeros juicios de lesa humanidad que se realizaron al caer las leyes de impunidad) y algunos otros pudimos escaparnos. Algunos fueron detenidos y masacrados en otros lugares. Así empezó la recorrida nuestra con Juan. En ese interín, en Resistencia, yo estuve encerrada en una casa en situación de clandestinidad y me enteré de que estaba embarazada”.
Los meses siguientes, militaron –Juan en el área militar y ella en prensa— en Misiones y luego en la ciudad de Santa Fe, donde nació su hija, María Paula.
“El '76 fue un año muy cruento –recuerda—. Nosotros logramos escaparnos por los tapiales de una casa que fue rodeada por fuerzas conjuntas. No los conozco ni nunca les vi la cara, pero en un juicio que yo declaré en Santa Fe había uno de los acusados que le decía a otro y hacía gestos como diciéndole que nosotros éramos los que se les habían escapado. Era agarrar a los compañeros, los torturaban y desaparecían o morían en algún tipo de entrada a la casa. Ese era el modus operandi de ellos. Después de eso nos fuimos a Esperanza. Yo había perdido otro bebé. El que viajaba constantemente a Santa Fe era Juan. Era un poco la referencia constante. Después estuvimos en San Cristóbal, una ciudad al norte de la provincia de Santa Fe”.
Dos o tres días antes de escaparse de la casa habían decidido que la hija de ambos, que tenía 4 meses y medio, se fuera a vivir con los padres de Ana. Ella se crió en San Jorge, a donde, en el ‘98, Ana volvería a vivir.
La ciudad de Santa Fe estaba devastada para 1977. “Habían detenido—desaparecido a todos los integrantes y militantes de todas las organizaciones en la ciudad. Juan consiguió una cita para irnos a Buenos Aires. Fue una cita nacional. Era el punto de encuentro provincial de alguien que venía de otra provincia para poder contactarse con un militante con alguna tarea en particular. Pero la cita se levantó porque habría estado pinchada. Y nos quedamos desenganchados”.
En Buenos Aires vivieron en la clandestinidad. Consiguieron trabajo con documentos que fabricaron ellos mismos —yo era bastante buena en eso, dice—. Pero en esas condiciones, Ana tenía dudas de cómo continuar. “Le planteé a Juan de irnos, pero él no quería. Juan con su férrea voluntad y convicciones, lo único que tenía en mente era ver cómo se enganchaba con la organización”.
A fines del '78 o principios del '79, Juan se enteró de la convocatoria a la Contraofensiva y aceptó incorporarse. “Salir del país, formarnos y volver y resistir todo lo que se pueda. Dentro del contexto del análisis del peronismo era lo que correspondía hacer”, cuenta Ana que le comentó él. “Juan estaba feliz cuando se enteró del proyecto. Yo le decía que no iba a funcionar. Debatíamos y debatíamos”, recuerda.
Por cuestiones de seguridad, la pareja tuvo que separarse, aunque seguían viéndose día por medio. “Nos queríamos muchísimo. Estábamos muy enamorados independientemente de lo que pasaba.” “A fines de julio del '79, nos juntamos con Juan en mi casa para fabricar un pasaporte. Estaba mi mamá, que también era una colaboradora. Yo me llamaba durante muchos años Sara Cofini y él se llamaba Néstor Bertoldi. Juan se tenía que ir en esos días. Y se fue”.
Desde España Juan le envió una carta. “Querida compañera, primera entre las iguales”, decía el encabezado de esas líneas donde le contaba “con la alegría de vida que tenía siempre” el entusiasmo que había entre los compañeros en ese país. "Yo podía interpretar los términos de Juan –reflexiona ahora Ana— de por qué volver, por qué resistir, por qué venir. Internamente decía, ojalá no me equivoque y esto no sea lo que finalmente fue”, dice con tristeza.
Ana fue detenida, estuvo secuestrada en la ESMA desde noviembre de 1979 y parte de 1980 y liberada con un férreo control. Vivió un año aproximadamente en el pueblo San Jorge y después volvió a Buenos Aires donde se contactó con Víctor Basterra, que cayó en agosto del ‘79 y estuvo en la ESMA hasta el último día de la dictadura. Él le mostró una lista de una carpeta que él había encontrado de Campo de Mayo dentro de los archivos que tenía la Marina, figuraba un nombre y una especie de alias: 'Negro Juan Nacho'. Nacho era el nombre de guerra de Juan.
ANA TESTA - fue una de las fundadoras de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y estuvo vinculada a distintos organismos de derechos humanos. Declaró en numerosos juicios, entre ellos en la instrucción de la causa ESMA que se realizó en 1985, en el juicio contra el represor Ricardo Miguel Cavallo y en la Megacausa ESMA. Desde 2010 fue querellante en la Megacausa Campo de Mayo. En 1994, participó del documental “Montoneros, una historia”, de Andrés Di Tella.
Extractado de “Diario del Juicio-Causa Contraofensiva” publicado por La Retaguardia - https://juiciocontraofensiva.blogspot.com
La Secretaría de Cultura, Turismo y Deporte de la Municipalidad de Resistencia, junto a la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia del Chaco, realizaron el lanzamiento del programa Baldosas por la Memoria, comenzando con Juan Carlos Silva y Antonio Silva en avenida 9 de Julio 1390, su casa familiar.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Contraofensiva
“La Turca”. Nació el 2 de septiembre de 1946 en Rosario, provincia de Santa Fe, siendo la menor de tres hijas. Creció en el barrio Alberdi en el seno de una familia que sostenía fuertemente los valores del trabajo y la solidaridad con los semejantes. En el colegio de monjas ella fue muy activa y ya de jovencita en el “Costurero de los Pobres” cosía y preparaba ropa para luego llevarla al Hospital Alberdi que se encontraba pegado al colegio. Y luego a través de su ingreso a la “Acción Católica” –inclusive a través de un coro- conoció otros barrios y otras realidades. Fue lectora de la Biblia y catequista a partir de los 15 años cuando llegó a la villa para acercar la palabra de Dios.
Se dio cuenta al poco tiempo que no podría solucionar los problemas existentes de pobreza y marginalidad solamente a través de la religión y de forma individual. Terminó el secundario accediendo al título de maestra. Estudiante en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario desde 1965, donde comenzó su militancia en el peronismo universitario, accedió a la licenciatura en esa alta casa de estudios, el 11 de diciembre de 1970 y luego como profesora de Psicología el 19 de abril de 1971. Fue Secretaria de Trabajo Social desde el 16 de junio de 1973 hasta el 14 de enero de 1974.
También militó en el Instituto Social Cristiano de Estudios y Acción Política (ISCEAP) y fiel a sus principios éticos y morales se mudó a Santa Fe y se fue a vivir a la villa, a correr la suerte del agredido, allí militaba y hacía pan casero para vivir. Graciela militaba en Montoneros cuando debió trasladarse a militar clandestinamente a Santa Fe
“Nani fue un modelo de mujer, supo defender sus ideales hasta las últimas consecuencias, supo dar consuelo y brindar una sonrisa a quien lo necesitara, supo ser solidaria y dar sin esperar recibir nada a cambio, supo cultivar amistades que se perduran más allá del tiempo y de los hechos”.
/su amiga Cristina Moreno
Asesinada por la “Triple A”, el 28 de febrero de 1976, en lo que se conoce como “Masacre del Camino de Las Moras” junto a sus compañeras de militancia Olga Teresita Sánchez, María Cristina Mattioli y Gladys Lucía Gómez; las cuatro con disparos en la cabeza y las manos atadas a la espalda; fueron enterradas en una fosa común, a mil metros de la autopista a Rosario como N.N. Sus restos fueron recuperados e identificados en abril de 2008 mediante el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense.
En 2020 Facultad de Humanidades y Artes de la UNR realizó un acto público de restitución de legajos como parte del Programa de Preservación documental “La Facultad de Humanidades: Historia, memoria y política”
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada
Nació en 1945 en San Juan, vivió en su ciudad natal hasta 1963, cuando emigró a Buenos Aires para estudiar en la UBA. Su padre, Héctor Rómulo Valenzuela fue uno de los fundadores del bloquismo sanjuanino, diputado provincial y primer secretario de la embajada argentina en Moscú. “Tulishka” (como cariñosamente lo apodaba su grupo familiar). Tulio se va a estudiar abogacía y conoce en 1970 a su primer compañera, Alcira Fidalgo, una mujer extraordinaria, poeta y militante.
Comienza su militancia en Acción Revolucionaria Peronista (ARP), luego de conocer a Alicia Eguren, la viuda de John William Cooke. y años más tarde se sumó a Montoneros. Por su militancia, primero fue trasladado a Jujuy, adonde contrajo un fugaz matrimonio con Alcira y tiempo después fue nuevamente trasladado a la Regional Rosario.
En 1972 fue detenido y, como otros presos políticos, fue llevado al Penal de máxima seguridad en Rawson. Luego de la célebre fuga de los dirigentes guerrilleros del ERP, FAR y Montoneros, el 15 de agosto, fue el segundo al mando de los montoneros presos. Fue liberado el 25 de mayo de 1973, tras la amnistía general a los presos políticos que decretó el gobierno de Héctor Cámpora.
De vuelta a la militancia en Rosario, contribuyó al desarrollo de aquella Columna durante 1973. Para 1974 se convirtió en el jefe político y militar de la Columna Rosario de Montoneros, alcanzando el grado de Oficial Mayor en la organización, que era el segundo rango en orden de importancia, luego de los oficiales Superiores (Conducción Nacional).
Con posterioridad al pase de Montoneros a la clandestinidad, se produce el recambio de la conducción de Santa Fe a fines de diciembre de 1974. Así llegan “Tucho” junto con Luis Fernando Martínez Novillo y Raúl Rossini. Era oficial 1º de la organización y se hace cargo de las agrupaciones de territorio, con presencia y liderazgo.
Era un compañero con mucha capacidad de análisis político y se recuerda su aporte a la elaboración de las "Tesis" de Montoneros, documento político-ideológico. Llegó con una premisa muy clara para Santa Fe: crecer desde el frente gremial, participaba en las reuniones con las agrupaciones y estaba compenetrado con el desarrollo de la organización, con pleno convencimiento y entrega.
En diciembre de 1975 continúa su militancia clandestina en Rosario. Tras el golpe militar de 1976, y producto de la demoledora represión que sufrió la Columna Rosario, Valenzuela parte al exilio con su compañera, Raquel Negro, y Sebastian (Quinqui), hijo de ella con Marcelino Alvarez. Exiliado recorrerá un extenso trayecto que lo llevó por Costa Rica, Nicaragua, Uganda, Suiza, España, Brasil y Paraguay. Por este último país, finalmente, vuelve a ingresar a Argentina en diciembre de 1977.
De regreso al país fue atrapado el 2 de enero de 1978, en Mar del Plata. También aquel día es secuestrada su compañera con su hijo Sebastián. Los tres, de inmediato, son trasladados a la quinta en Funes, cerca de Rosario, adonde el Ejército tenía concentrada a la cúpula de la Regional en un centro clandestino de detención. Al llegar a la quinta, Valenzuela percibe rápidamente la particular situación del lugar y simula encontrarse "quebrado" y dispuesto a colaborar con los militares para golpear al núcleo dirigente de Montoneros. En consecuencia, convence al general Galtieri de que está dispuesto a atentar contra Firmenich, quien se encuentra en México.
Se pone en marcha la “Operación México”, que consistía en infiltrar a Valenzuela en la reunión que realizaría Montoneros en tierra mexicana y atentar contra el líder máximo de la organización. Como garantía de que Valenzuela no se fugara, el Ejército retiene como rehenes a su mujer embarazada y al hijo de Raquel. "Yo sé que si vos vas y no vendés a tus compañeros, a mí me van a matar. Pero si vos vas y vendés a tus compañeros, no vengas más", le habría dicho Raquel Negro a Valenzuela, aún sabiendo que representaría para ambos una sentencia de muerte, según declaró el periodista Bonasso.
El propio Tucho lo dejó escrito en una carta al pequeño hijo “Quinqui”, hijo de Raquel y Marcelino:
“De allí fuimos trasladados a Rosario, donde en una quinta de la localidad de Funes, un grupo de traidores de nuestro Movimiento, quebrados por la tortura y su individualismo, trabajaba para el enemigo. Trataron de comprarnos para sus fines, dirigidos por el general Galtieri. El objetivo era que yo, jefe del partido en Rosario, facilitara la infiltración en el mismo y el asesinato de Firmenich y otros dirigentes. Nos ofrecieron a cambio nuestra vida y nuestra libertad. Si no aceptábamos nos matarían a tu madre y a mí (…) Tu madre y yo discutimos la situación y resolvimos simular que colaborábamos con el plan, para que yo pudiera viajar a México y avisar a nuestros dirigentes de lo que se tramaba. Quedarían como rehén tu madre, amenazada de muerte, y hasta tu propia vida correría riesgos, pese a que logramos enviarte con tus abuelos. Nuestras convicciones patrióticas no nos harían dudar, pero el cariño que nos teníamos nos haría sufrir mucho. No nos veríamos más porque las bestias enemigas difícilmente iban a dejar con vida a Raquel. Ella decidió su propio sacrificio y aceptó todas sus posibles consecuencias. Engañamos a enemigos y traidores y yo encontré la oportunidad de fugarme en México y denunciarlos allí y en Europa generando un escándalo internacional. Los asesinos que viajaron conmigo fueron capturados por un gobierno amigo y desenmascarados…”.
El 16 de enero de 1978 llegan a México, y al día siguiente Valenzuela toma contacto con la organización y los pone en conocimiento de los planes militares. Por orden de la Conducción Nacional, el 18 de enero, Tulio denuncia públicamente la Operación México, en conferencia de prensa, además de denunciar lo que ocurre en la quinta de Funes (nombre que tuvo a partir de entonces ese centro clandestino de detención) y les dio un número de teléfono. Desde el diario Uno más Uno se comunicaron, lo cual llevó al levantamiento del centro clandestino y el traslado de los detenidos a otros centros clandestinos. Esa misma noche las autoridades mexicanas expulsan a los miembros del comando militar.
Raquel Negro fue llevada a parir al Hospital Militar de Paraná, en Entre Ríos, donde dio a luz a sus hijos mellizos en los primeros días de marzo de 1978. La niña fue adoptada luego de ser dejada en la puerta del Hogar del Huérfano con un mes de vida y logró recuperar su identidad en 2008. El niño aún es buscado por su familia biológica.
Raquel continúa desaparecida, pero ha quedado su voz en un casette grabado que Sabrina recuperó:
“Quiero que sepan que aún dentro de esta situación soy feliz, y quiero decírselos a ustedes para que dentro de la desesperación que puedan vivir a veces cuando yo no llamo o en otras oportunidades, sepan que pude recuperarme, que bueno, si bien uno nunca es igual que antes porque las cosas no se olvidan, porque uno tiene memoria y porque todo deja una huella… Aún, a pesar de eso, yo he vuelto y he podido. He tenido la suerte de poder ser feliz de nuevo, de poder volver a mirar, no sé yo, desde un río, un árbol, hasta la luna, volver a mirarla con alguna esperanza, o mirarla con ganas de vivir”.
Cinco meses después, Tulio Valenzuela volvió voluntariamente a Argentina en el marco de la Primera Contraofensiva y, al verse cercado por integrantes de un grupo de tareas de la ESMA, se suicidó ingiriendo una pastilla de cianuro.
HIJO E HIJA RECUPERADXS
En diciembre de 2008, la organización Abuelas de Plaza de Mayo informó a los medios de comunicación argentinos sobre la recuperación de la identidad de la hija Sabrina Gullino Valenzuela Negro nacida en cautiverio en el Hospital Militar de Paraná, junto a un hermano mellizo que aún continúan buscando. Sabrina, es la nieta número 96 recuperada por Abuelas.
Algo más sobre “Tucho” Valenzuela: en diciembre de 2009, las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron la recuperación del nieto número cien, de nombre Matías; hijo de “Tucho” Valenzuela y Norma Espinosa. La historia fue así: él la conoció a ella a mediados de 1974, luego de la primera salida de la cárcel, mientras militaba en la Columna Oeste de Montoneros por la zona de San Justo. A fines de 1974 empezaron una relación de pareja; la organización trasladó a Valenzuela a Santa Fe y Norma lo acompañó. En julio de 1975 ella quedó embarazada, pero enseguida se separaron. Norma volvió a Buenos Aires, se desconectó de la militancia y se fue a vivir a la casa de sus padres, a la espera del nacimiento de su hijo. Matías nació el 6 de marzo de 1976 en Lomas de Zamora. A los 6 meses su madre organizó un encuentro con el padre porque quería que éste conociera al bebé, pero “Tucho” no pudo darle el apellido a su hijo en ese momento, como sucedió con muchos otros militantes políticos, por la situación de clandestinidad en que se encontraba.
El film "TRES COSAS BÁSICAS" de Francisco Matiozzi Molinas relata con exactitud lo referido a la "Operación México"
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Guerrieri III
“Farruca”. Nacido el 24 de mayo de 1956 en Concordia, Entre Ríos. Domiciliado en Barrio General Belgrano de esa ciudad entrerriana. Estudió en la escuela de Comercio Nº 1 y militó en la Unión de Estudiantes Secundarios, luego continuó su militancia en la Juventud Peronista. Resistiendo en la clandestinidad a la dictadura instaurada en 1976.
El 14 de setiembre de 1976, a una semana del inicio de la cacería organizada contra las células de la organización Montoneros, el diario El Litoral de Santa Fe, informó sobre un importante procedimiento militar en el barrio Las Flores, monoblock 6, departamento 23, donde se sabe que se hallaba Alfredo. Pudo escapar de ese ataque y en esa fecha, sin conocerse detalles, desaparece Miguel Labrador , luego pasó por una breve detención en Rafaela de la que pudo salir al no detectarle antecedentes, y emigra a Rosario.
A la edad de 20 años, fue secuestrado entre el 8 y el 13 de febrero de 1977 y asesinado el 1° de abril del mismo año en un supuesto “enfrentamiento” en la zona de la esquina de Ingenieros y Alberdi, en la ciudad de Rosario.
Identificaron las huellas dactilares de un militante de Concordia desaparecido en la dictadura
Las huellas dactilares de un concordiense militante de la Juventud Peronista, asesinado en 1977 por una patota de la última dictadura cívico militar, fueron identificadas por la Justicia Federal luego de un trabajo de investigación iniciado en 2011 por la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe. El equipo de Investigación, Apoyatura y Seguimiento de Causas Judiciales de Lesa Humanidad provincial aportó una hipótesis de identidad mediante el relevamiento de distintos fondos documentales, como archivos de la policía, negativos fotográficos, huellas dactilares y relevamiento de medios de comunicación de la época.
La primera presentación ante la Justicia se realizó en 2011 y luego, en 2014, se agregaron las fichas dactiloscópicas, que permitieron corroborar la hipótesis de los investigadores de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad del Ministerio Público Fiscal, con la intervención del fiscal Gonzalo Stara.
Daniel Fiorito, hermano de Alfredo, dijo a UNO que la noticia significa un "gran paso" ya que, si bien la familia no ha logrado recuperar el cuerpo, la investigación ha permitido corroborar que fue asesinado y que sus huellas y sus fotos estaban en dependencias de las fuerzas de seguridad de la provincia de Santa Fe.
Daniel relató que fue llamado por los investigadores para que intentara identificar la fotografía del cuerpo de una persona acribillada en aquel enfrentamiento, lo cual pudo realizar y confirmó que se trataba de su hermano.
"Después de mucha investigación en Santa Fe capital, comenzaron a buscar información acerca de que una persona había sido abatida en Rosario. Había fotografías del cuerpo. Me mostraron una para que identificara si era mi hermano. Aunque estaba bastante cambiado, era él", contó.
"Una de las cosas que nosotros aportamos para identificarlo es que él tenía un diente incisivo superior quebrado, y el cuerpo en la foto tiene ese mismo detalle", agregó el hermano.
En Rosario –siguió relatando– la Justicia halló las huellas digitales de esa persona de la foto, que estaban en una comisaría. Luego de ser peritadas por organismos especializados, y comparadas con las huellas de Fiorito existentes en archivos de Entre Ríos, se determinó que se trata de la misma persona.
"Tenemos esa confirmación. Entonces llamaron al Equipo Argentino de Antropología Forense para ir a identificar el cuerpo en el cementerio La Piedad de Rosario, y cuando fueron al lugar donde estaba designado como que se había depositado el cuerpo, no lo encontraron", describió. "Pero pude comprobar que efectivamente es mi hermano. Ese rostro pertenece a mi hermano".
Fiorito recibió toda la documentación que acredita que su hermano desaparecido fue asesinado por las fuerzas represivas. Ahora continúa la investigación con respecto a la Comisaría que intervino en el hecho, cómo sucedió lo que se intentó presentar como un enfrentamiento y la búsqueda de los restos.
/ Diario UNO Entre Rios (2015)
El 24 de marzo de 2022 Concordia conmemoró el Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia con un acto y concentración organizado por organismos de Derechos Humanos y la Municipalidad en la Plaza Urquiza, frente al Reloj de Sol en homenaje a las Madres de Plaza de Mayo y a los detenidos-desaparecidos.
Su memoria está incorporada en el libro “No son solo memoria - Historias de detenidos-desaparecidos de Concordia” editado en 2015 por el Ministerio de Educación y Cultura de la provincia de Entre Ríos
Nacido un 6 de enero de 1954 en Zárate, provincia de Buenos Aires. Militante peronista en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) en el colegio Industrial de esa ciudad, donde era un referente. Con su compañera Marta Berra debieron continuar su militancia en forma clandestina en la ciudad de Santa Fe, alejándose del cordón industrial que era duramente reprimido desde 1975.
"Chito" y Marta vivían en un departamento interno, en un pasillo de Aristóbulo del Valle 5050, donde compartían sueños, la edad -los dos tenían 22 años-, la militancia y la gran espera: el bebé. En el departamento del fondo estaban los Guastavino, Pedro y su compañera Liliana, otros militantes.
A la noche siguiente, el blanco fue el pasillo de Aristóbulo del Valle 5050. Un grupo de tareas asaltó su casa y secuestró a Marta, embarazada de siete meses y al matrimonio de Pedro y Liliana. El asalto comenzó entre las 10 y las 11 de la noche -recordó Berra cuando le tocó declarar ante la justicia federal en setiembre de 1999-. "Yo estaba en el patio cuando dos personas me ponen algo encima. Oviedo había quedado adentro del departamento, de donde lo sacaron muerto. Marta terminó en la parte de atrás de un vehículo, mientras en otro se llevaban a los Guastavino. "Ellos estuvieron desaparecidos varios días. A ella la vuelvo a ver después en la Guardia de Infantería Reforzada, donde me cuenta que en el momento del operativo escuchó un disparo en mi departamento, donde estaba mi compañero Evaristo Rolando Oviedo", relató Berra. Un mes y medio después, en la segunda quincena de octubre de 1976, la suben en un avión junto con un contingente de detenidas que terminan en la cárcel de Villa Devoto. El 1º de noviembre, en la maternidad Sardá, en Buenos Aires, nació Sebastián. ‘No me dejaron inscribirlo con el apellido del padre y lo tuve que anotar con mi propio apellido’, reveló.
Tiempo después con el regreso de la democracia su cuerpo fue exhumado e identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
Y ahora un poco de historia que demuestra una vez más que la dictadura militar, no solo asesinó gente sino que también deshizo familias.
EL PRIMER JUICIO DE FILIACION POST MORTEM DE VICTIMAS DE LA DICTADURA EN LA PROVINCIA
Un largo recorrido hasta la propia identidad
En 1999, la ex fiscal Tessio avanzó con sus investigaciones sobre el destino final de los militantes montoneros que habían sido inhumados como NN entre el cementerio de Santa Fe, en 1976 y 1977, entre ellos Oviedo, que era oriundo de Zárate, igual que su pareja. Para ello, convocó al Equipo Argentino de Antropología Forense que exhumó e identificó los restos y reveló la causa de muerte: "El impacto de proyectiles de arma de fuego en la región cefálica", dice el informe de los antropólogos. El 17 de setiembre de 1999, el Juzgado Federal Nº 1 de Santa Fe declaró que los restos hallados eran de Oviedo y ordenó entregarlos a su compañera y al hijo de ambos.
Las investigaciones de la entonces fiscal federal Griselda Tessio (luego vicegobernadora de la provincia) alentaban sentimientos encontrados: el dolor de recuperar los restos de su padre que habían permanecido 23 años como NN en el cementerio municipal y devolverle su identidad: Evaristo Rolando Oviedo, se mezclaba con la esperanza de recuperar también su derecho al nombre paterno. Nueve años después de aquella búsqueda del destino final, la Justicia santafesina declaró que Sebastián, que nació el 1º de noviembre de 1976, a los dos meses de la caída de Oviedo, es su hijo y ordenó inscribirlo en el Registro Civil con su apellido paterno. El fallo de la jueza en lo Civil y Comercial de la 5ª nominación de Santa Fe, Liliana Michelassi es el primero en la provincia en un juicio de filiación extramatrimonial post morten de víctimas de la dictadura.
"Después de 32 años, Sebastián pudo recuperar su identidad paterna, un derecho humano fundamental, del que fuera privado por el terrorismo de Estado", dijo el abogado Jorge Pedraza, que patrocinó la demanda.
/ Rosario 12
Alberto cae detenido en un enfrentamiento en julio de 1970. Fué internado en el Hospital Pirovano y luego llevado a diferentes Penales: Devoto, Resistencia y, posterior a la Masacre de Trelew, al de Rawson. Es el 25 de Mayo de 1973 que sale con la Amnistía e inmediatamente ya en la clandestinidad se reincorpora a la militancia.
El Partido lo destina junto a su compañera a la Regional de Santa Fe como responsable Militar y de Logística. Al poco tiempo debe regresar a la Regional Buenos Aires para integrar el Estado Mayor del ERP como Responsable de Logística. Incansable en su entrega, ayuda a la formación de innumerables compañeros viajando a los diferentes frentes del interior así como ayuda al abastecimiento de la Compañía de Monte en Tucumán.
A pesar de los Habeas Corpus presentados, recorridas por comisarias etc. jamás los familiares pudieron saber nada de su paradero.
Un compañero lo recuerda : Apenas comenzado el accionar del PRT comenzó a notarse la necesidad de contar con servicios capaces de proveer recursos y medios para realizar las tareas. Al principio mínimas, que a medida que se incrementaban las acciones fueron aumentando en complejidad y cantidad. Logistica Nacional del ERP comenzó a construirse en forma planificada y sistemática bajo la dirección del "Capi" Munarriz. El Capi se encontró, al asumir la tarea, con un grupo de lo que podía denominarse embriones del futuro Estado Mayor de Logística. Algunos compañeros ya habían hecho alguna actividad en alguna tarea particular y por lo tanto habían demostrado inventiva y capacidad de organización. En otros casos se buscó a quien tuviera experiencia en el tema y así se fueron formando los distintos departamentos de logística. Las secciones eran Comunicaciones, Aprovisionamiento, Construcciones, Transportes, Armamento, Automotores, Finanzas.
El Capi era un revolucionario convencido, que además tenía características especiales para el mando. O mejor dicho, no para el mando sino para la persuación. El Capi no fijaba metas ni tiempos sino que dejaba que fueran los responsables de la actividad los que los fijaran, después de extensas deliberaciones. Las metas y los tiempos son criterios técnicos y políticos. Los objetivos alcanzables dependen de los recursos y de la experiencia existente y es muy riesgozo forzarlos. Especialmente en el trabajo clandestino, donde la experiencia, exitosa o no, es la gran maestra. Parecía que el Capi nunca tuviera prisa. Siempre dispuesto a escuchar y a entender, siempre dispuesto a estimular y entusiasmar. Sumamente eficiente, su eficiencia no se basaba en el mando sino en el acuerdo previo y conjunto.
Su compañera lo recuerda con esta emotiva carta en el periódico Estrella Roja Nº 66:
“Decimos un año de tu desaparición y parece ayer la noche en que no volviste a casa. Fue duro aprender que uno más de nuestros tan queridos compañeros había caído en la justa y dura guerra, pero estábamos y estamos preparados para ello. Me acuerdo cuando recordabas los comienzos de tu militancia en nuestro querido Partido en la regional Buenos Aires, en aquellas épocas donde todo se hacía a ponchazos, con una inmensa voluntad, amor a la revolución y mucha inexperiencia. Cómo aprovechaste el tiempo en la cárcel para estudiar, aprender de todos los compañeros y poder dar lo mejor de ti. Cómo fuiste creciendo dentro del Partido tratando de entregar lo mejor en cada nueva responsabilidad que te daban y nunca era suficiente (según vos todas te quedaban muy grandes, quizás sí, pero en esos momentos era necesario que las asumieras y así lo hiciste). Te hubiéramos necesitado, como a cada uno de los compañeros que han ido quedando por el camino y que ya son muchos. No pudo ser. De ti aprendí muchas cosas, pequeñas, grandes, quizás la más importante es esta expresada en una carta que enviaste a tu padre y que te pinta tal cual eras: . . .
"Vos sos mi padre, el hombre del cual aprendí a ser derecho, a ser digno, el que me dio todo lo bueno y rescatable que puedo tener yo, el que me trazó una norma de vida, el que me enseñó a ser honesto a rajatabla. Sos vos el que me dio los elementos humanos que me condujeron a la revolución. Y yo jamás podré agradecértelo lo suficiente como no sea tratando de concretar con mi-lucha esos principios que me inculcaste desde chico. Y cuando llegó el momento decisivo, el más difícil, vos mi viejo, hiciste una ofrenda que tiene un -valor inmenso y que pocos están preparados para comprender, le diste un hijo a la Revolución. Nunca me cortaste las alas para nada, ni tampoco cortaste mi libertad. Muchas veces no la supe usar. Por eso creo que nunca te hubiera podido reconocer esa libertad que me diste de la mejor manera que lo hice: poniendo/a al servicio de la causa de nuestro pueblo".
/ Alicia Sanguinetti
Alicia fue militante política en los años sesenta y setenta. Fue secuestrada por personal policial el 8 de julio de 1970 y estuvo detenida en distintas cárceles del país hasta el 25 de mayo de 1973. Tras su liberación continuó militando hasta 1977, y luego mantuvo un exilio interno en la costa bonaerense, hasta el retorno de la democracia en 1983. Alicia es fotógrafa y militante del movimiento de Derechos Humanos.
La asociación civil Memoria de Palermo colocó una baldosa por la memoria en su barrio en el año 2013
Nacida en General Ramírez, provincia de Entre Ríos el 11 de octubre de 1955. cuando tenía 6 años su familia se traslada a Colonia Ensayo y allí cursa sus estudios primarios en la Esc. Rural «Tambor de Tacuarí».. La secundaria la realizó en el Inst. «Cristo Redentor» de Paraná, donde integró un grupo teatral. Fue integrante de la Congregación Evangélica Alemana de General Ramírez (Iglesia Protestante).
"…Lentamente, tímida y pálida ella se sacudió la arena que la había alcanzado a pesar de las bolsas de nylon, y fue tomado forma fue descolgando colores, palabras, nombres, lugares. Se los fue apropiando. Después, como abriendo puertas ruidosas y oxidadas por el tiempo, con el temor y las dudas de quien vuelve al cajón de los juguetes veinte años después de haberlos guardado, recuperó su nombre"
/Vilma Wollert
En la Biblioteca de la Facultad de Trabajo Social se colocó una placa con el nombre de Silvia Wollert. "…Bastó que haya alguien dispuesta a ver para que el resto podamos mirar. Podremos, en los días que vienen al entrar y salir de la Biblioteca, mirar la placa con el nombre de Silvia o también podremos, además verla. A la placa digo, pero también a Silvia entre los libros. ". Elena Riegelhaupt
La Municipalidad de Oro Verde realizó la muestra “Ellas” que está expuesta en el Museo “Conrado Hasenauer” en el Mes de la Mujer y la Memoria, un espacio que reúne escritos, documentos, fotografías, poesías y recortes periodísticos que acercan íntimamente a la vida de Silvia Wollert. Los elementos expuestos fueron cedidos por Vilma Wollert a Agrupación Silvia Wollert de Trabajo Social y al Museo “Conrado Hasenauer”
Osvaldo Pascual ZICCARDI nació en Buenos Aires en junio de 1947, era el menor de 3 hermanos varones.
“El Negro” Ziccardi era un muchacho sin dobleces, cristalino, capaz de asumir en público y sin que nada lo obligara, las propias contradicciones y la manera de superarlas. Su secundario lo hizo en el “Carlos Pellegrini”. Católico practicante, experimentó un notable cambio en sus ideas cuando frecuentó y conversó con el Padre Carlos Mugica.
El cuerpo de Osvaldo Pascual Ziccardi fue recuperado en 1998.
Nació en Bánfield el 5 de junio de 1950. Proveniente de una familia de clase media de orientación cristiana, en su adolescencia se vinculó con el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y con el personal de la revista Cristianismo y Revolución, medio de expresión de aquel. Cursó estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires del que egresó en 1967 para ingresar a la Facultad de Derecho (Universidad de Buenos Aires). Por esta época ya era conocido como "El Tala" por su afición al Taladro (apelativo del Club Atlético Bánfield).
Los restos de José Pablo Ventura fueron identificados en 1984 por el Equipo Argentino de Antropología Forense, eran ocho cadáveres que habían sido inhumados como de NN entre el 22 de abril de 1976 y el 13 de noviembre de 1981 en el cementerio municipal, con identidad conocida por la dictadura y ocultada a sus familiares
El 3 de octubre de 2019 el Club Atlético Banfield, el “Taladro”, lo afilió nuevamente junto a otros 10 banfileños víctimas del Terrorismo de Estado, en un gesto de reconocimiento.
El 16 de marzo de 2012, Docentes y egresados de las universidades de Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Rosario y Mendoza realizaron un homenaje al fundador de la JUP, en el marco de la presentación de la Agrupación Corriente Nacional de Graduados, que lleva su nombre. El acto se realizó en las puertas de la facultad de Derecho de la UBA y contó con la adhesión del secretario General del SUTEBA, Roberto Baradel y la presencia del presidente de la Asociación de Abogados de Buenos Aires, Carlos Cruz. El homenaje concluyó con el descubrimiento de una placa que recuerda a Ventura.
Dirá su hijo Gabriel sobre este tema: “Es duro encontrarse con la verdad de golpe. Aparece una sensación de vacío muy fuerte. Es cuando tomás conciencia de la pérdida. Al principio los sentí como dos héroes. Hoy en día hubiese preferido que estén. Quisiera que se hubiesen cuidado un poco más, que hubiesen tenido un límite. Siento un gran orgullo por mis padres. No todas las personas están dispuestas a entregar todos su bienes y dejar sus afectos por los más necesitados, por su sueño de un mundo más justo”.
Secuestrada-desaparecida en su habitat de la ciudad de Santa Fe de la calle Castelli 4351, el 11 de febrero de 1977, a la edad de 31 años. El ataque fue hecho por militares y policía provincial. Momentos antes de atacar la vivienda dichas fuerzas de seguridad demolieron a balazos la vivienda ubicada en la calle Castelli 4571. En la misma habitaba la familia Maciel conformada por la pareja y tres hijos. La respuesta brindada al Sr. Mariano José Estanislao Maciel y su familia fue que se debió a un “error” en la dirección a la que apuntaba un operativo de los denominados “antisubversivos”. Vecinos relataron que “a esa casa la dejaron como un queso gruyere”.
En el año 2000 la Justicia Federal de Santa Fe restituyó los restos de Osvaldo y Cristina. Su memoria es recordada en Baldosas de la Memoria colocadas en Castelli 4531
En los primeros días de setiembre de 1976 había comenzado una ofensiva militar en la capital santafesina. El martes 7, un grupo armado rodeó una casa de dos plantas en Martín Zapata 2526, a dos cuadras de donde vivían los Oviedo y ejecutó a dos militantes montoneros: y .
Su memoria es recordada en colocadas en la Plaza Escalante
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la
Nació en Santiago del Estero en enero de 1946. Al poco tiempo toda la familia se mudó a Buenos Aires donde cursó sus estudios primarios e ingresando posteriormente a la Escuela Naval en Río Santiago terminando allí sus estudios secundarios. Es durante ese tiempo que empieza en su interior a enfrentar las contradicciones del sistema, a sentir las diferencias y a rebelarse ante el significado de “esa” educación militar. Al terminar el Liceo regresa a la vida familiar, a trabajar primero en el Banco Nación y luego en la fábrica de Coca Cola. Pero ya en esa época siente que su vida comienza a tener otro sentido y se vuelca a la militancia política entrando a formar parte del y de la creación del incipiente ERP juntamente con su cuñado , también desaparecido en marzo de 1975. Ya en ese entonces su vida estaba totalmente dedicada a la militancia.
Fue secuestrado el 14 de noviembre de 1974 en un bar de Capital Federal. Su caída se debió a la entrega de un infiltrado en la Organización, constatado posteriormente y que respondía al Servicio de Inteligencia de Batallón 601. El mismo día fueron secuestrados en Santa Fe ro, y .
Concurrió a la Facultad, en la Escuela de Servicio Social (actual Facultad de Trabajo Social) de la Universidad Nacional de Entre Ríos, con sede en la capital de esa provincia. Allí militó en la y formó parte del centro de estudiantes. Paralelamente con sus estudios trabajaba como empleada administrativa en la Unión de Docentes Argentinos (UDA). En octubre de 1976, la amiga con quien compartía vivienda (Mariana Fumaneri) fue detenida por la dictadura y Silvia pasó a la clandestinidad en la ciudad de Santa Fe en una célula de
Silvia tenía 21 años cuando fue asesinada por las fuerzas represivas, el 24 de marzo de 1977, en el barrio de Guadalupe. Estaba con y , ambos también muertos y desaparecidos. Los cuerpos fueron identificados por los victimarios, sin embargo, los enterraron como NN, en el cementerio de la misma ciudad. Su hermana Vilma Wollert, después de diecisiete años comenzó la búsqueda sistemática de información para conocer que había sucedido con Silvia. Con el trabajo de militantes y periodistas se pudo dar con la información para que el 23-8-99 el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) pudo identificar y recuperar sus restos, que recibieron cristiana sepultura en Oro Verde, un pueblito de Entre Ríos.
Los responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados y condenados en la
Volcado a la ayuda comunitaria en villas de emergencia, Osvaldo conoció ahí a su pareja de toda la vida, otra estudiante llamada, a la sazón, luego madre de sus hijos Ramón Gabriel y Hernán Joaquín. Hay registro de un viaje de la pareja a Tucumán para trabajar y convivir con los explotados zafreros de la caña de azúcar, en el marco de un organizado por curas tercermundistas.
Estudiante de Económicas en la UBA, deja los estudios de contador dando así un golpe de timón a su vida. De acuerdo con Cristina venden el departamento donde viven para armar con ese dinero un fondo común entre los compañeros necesitados. Pasó por los , siendo una de sus fundadores junto a su esposa y luego se suman a .
Cayó en combate en la ciudad de Santa Fe defendiendo una casa operativa de su organización junto a , e , el 19 de enero de 1977, lo que se llamó la
Su memoria es recordada en colocadas en Ituzaingó y Las Heras
Los responsables de sus asesinatos fueron juzgados y condenados en la
Desde su creación fue el principal dirigente nacional de la , participando activamente en la política universitaria iniciada en 1973 por el doctor Rodolfo Puiggrós. A tal fin viajó en reiteradas oportunidades por países latinoamericanos, que incluyen Cuba y , en Europa, a Francia. Las contradicciones internas del peronismo, el declive de la economía y los actos de violencia de las organizaciones clandestinas de distinto signo político, determinan el virtual derrumbe del gobierno instalado en mayo de 1973.
Como resultado de estas circunstancias, sumadas al fallecimiento de Juan Domingo Perón, pasó a la clandestinidad el 6 de septiembre de 1974. En noviembre del mismo año como consecuencia de continuar operando en la superficie, Ventura es detenido por tenencia de armas de guerra y encarcelado en el penal de Villa Devoto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Transcurridos siete meses de reclusión recibe el beneficio de abandonar el país, exiliándose en Perú y luego México. Con el advenimiento del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, regresó del exilio clandestinamente en Montoneros bajo el nombre de guerra "Rafael".
Instalado en Santa Fe con su compañera , a cargo de la Secretaría de Organización, fue abatido en la ciudad de Santa Fe durante el operativo del Ejército del 4 de enero de 1977, al sitiarse una casa ubicada en San Martín y Boneo. Además del “Tala” cayeron y . Después del operativo, el gobernador de facto de la provincia santafesina, vicealmirante Jorge Aníbal Desimoni, concurrió a la jefatura de la policía local para felicitar al jefe de Policía, coronel Carlos Ramírez y a la plana mayor por esta acción contra la “subversión apátrida”.
JUICIO: Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Cristina Irma Ruíz nació el 28 de octubre de 1945 en Capital Federal. Ayudaba en las villas de emergencia e inclusive había ido a Tucumán para correr la misma suerte de los trabajadores de la caña de azúcar, explotados por una patronal millonaria e insensible. En 1969 contrae matrimonio con y ambos serán fundadores de la organización guerrillera para luego sumarse con la fusión de 1973 a Tuvo 3 hijos, la menor (Nora), que era adoptada; Gabriel de 5 años y Hernán de uno y medio. Los dos mayores fueron criados por un hermano de “El Negro” Ziccardi y hasta mediados de los ´90 estaban convencidos que sus padres habían fallecido en un accidente automovilístico.
En Castelli 4351 “El ataque insumió segundos, los que tardaron en estallar dos granadas de guerra. Del inmueble sacaron muerta a una mujer de cabello teñido rojizo, herida a una embarazada, e indemne a un hombre, . Sin embargo, el Ejército informó que todos habían muerto. En la morgue, la policía identificó a la mujer pelirroja como Cristina Irma Ruíz, pero por orden del comando militar fue sepultada como N.N.”.
Los responsables de sus asesinatos fueron juzgados y condenados en la causa
Miguel Ángel, que tenía 26 años, había nacido en Argentina. Sus padres y los tres hermanos mayores eran naturales de San Esteban de la Sierra (Salamanca). La familia tenía un negocio familiar de industria de calzado en Rosario.
A los 15 años empieza a militar en Tacuara y luego ingresa a la Juventud Peronista con algunos amigos del barrio; continúa su compromiso incorporándose a Montoneros.
Miguel fue enviado por su padre, Victor Labrador Martín a efectuar diversas cobranzas en la Provincia. Al no llegar a su destino, ni telefonear, la familia inició las indagaciones sobre su paradero. Al momento de su desaparición, denunciada el 10 de septiembre de 1976 contaba con 26 años de edad y militaba en la clandestinidad entre las ciudades de Santa Fe y Rosario.
Se averiguó así que habría sido al parecer secuestrado en Paraná (Entre Ríos), y con toda seguridad conducido detenido a la Jefatura de Policía de Rosario, donde se personó Victor Labrador Martín, confirmándole la información el Comisario Inspector Antonio Avila, quien le indicó que el día 2 de octubre de 1976 Miguel Angel había estado detenido en la Jefatura pero después había sido trasladado a otro lugar desconocido. Aparentemente lo acusan de confeccionar en el negocio familiar carteras y zapatos con doble fondo para guardar y pasar información.
Una familia destruida y la lucha de Esperanza
Los Labrador tenían una fábrica de zapatos que fue desguazada por la patota de Feced. Miguel Angel fue secuestrado el 13 de septiembre de 1976. Víctor Labrador, su hijo Palmiro y Graciela Koatz fueron asesinados el 10 de noviembre de ese mismo año. En apenas una semana, Esperanza y Manoli huyeron con lo puesto y lo que quedaba de la familia, al amparo del consulado de España en Rosario. Las acompañó el Embajador de España en la Argentina, para cuidar sus vidas. Apenas tres meses después, Esperanza volvió a buscar a su hijo Miguel Angel. Junto a Nelma Jalil comenzó a viajar a Buenos Aires para la ronda de la Plaza de Mayo. Nunca más se sacó el pañuelo, el mismo que siguió llevando orgullosa hasta que falleció a los 89 años.
Esperanza se dedicó a una búsqueda desesperada por sus hijos y marido durante la dictadura. "Si ya han matado a mi marido y a mis hijos, qué importa que me maten a mí", contó alguna vez a la prensa que pensaba en los años del terrorismo de Estado. Otra anécdota repetida por Esperanza fue cuando lo agarró al ex jefe del Segundo Cuerpo de Ejército y ex dictador, Leopoldo Galtieri, del uniforme y le gritó: “¡Asesino!”
Todos los días se plantaba ante las oficinas del general Galtieri, hasta que éste la recibió para decirle que la muerte de su esposo fue "un error", pero que sus hijos eran montoneros. “Señora, si su hijo es un montonero”, le dijo Galtieri, en alusión a su hijo Miguel Ángel Labrador.. “Si los montoneros son todos como mi hijo, pues ¡que vivan los montoneros!”, le respondió Esperanza.
La lucha de Esperanza es una de las razones por las que en 1996, el juez español Baltasar Garzón decidió abrir un proceso contra la dictadura argentina. El magistrado dijo de Esperanza: "Al recordarla no puedo evitar que las lágrimas me enturbien la vista y el recuerdo. No es posible sufrir tanto dolor y mantener la dignidad. Perder a su marido, tres hijos y una nuera, y presentarse firme exigiendo justicia es algo que te reconforta y te hace avergonzarte por todas las veces que has tenido dudas o desinterés por la justicia".
El Club Rosario Central homenajeó a Miguel Angel y su hermano Palmiro restituyendo su carnet de socio
Blanca, “Cuca”, nació el 20 de agosto de 1950 en el Departamento Rincón de Nogoyá, Victoria, provincia de Entre Ríos.
Blanca vivía en el campo en Puerto Esquina, Entre Ríos, con siete hermanos. Después de terminar la secundaria comprendió que su destino nada tenía que ver con la rutina y la serenidad del campo y emprendió su viaje hacia Rosario. Allí abrazó la causa peronista y en su primer trabajo en la Confederación de Productores de Carnes llegó a ser delegada gremial.
Militante de Juventud Peronista en la Unidad Básica “El Bochín” en el Barrio Rincón de la ciudad de Rosario.
Vicky, ex montonera, recuerda: “Con Blanca éramos muy amigas, ella cuidaba a mis hijos cuando yo salía a trabajar el barrio, militábamos en la misma básica, que quedaba en doctor Rivas y Oroño, en zona Sur de Rosario”.
Enrique Cortassa y Blanca se conocieron militando en la zona sur de Rosario, donde recorrían el barrio hablando con la gente con sus mismos códigos. Quienes conocían a Coqui marcan su condición de líder que lograba escuchar y ser escuchado. Con su hija Paula recién nacida en diciembre de 1975, la pareja se acostumbró a vivir como fugitivos, los bosques de Entre Ríos que Blanca conocía como la palma de su mano y las alcantarillas de la ciudad eran sus lugares predilectos para escabullirse.
Pasaron, como muchos militantes rosarinos, a afincarse y militar clandestinamente en Montoneros en la ciudad de Santa Fe.
La tarde del 11 de febrero de 1977, fuerzas de operación conjunta dirigidas por el Area de defensa 212 irrumpen en forma armada en la vivienda ubicada en calle Castelli Nº 4351 de esta ciudad habitada por Blanca Zapata -quien se encontraba en avanzado estado de gravidez, Enrique Cortassa y la hija de ambos -Paula Cortassa-, acompañados por Cristina Ruiz de Ziccardi y sus dos hijos. Resultando de esta irrupción la muerte de Cristina, el secuestro de Enrique Cortassa y quedando Blanca gravemente herida, quien perdió su bebé luego de agonizar diez días en coma profundo, producto de un tiro en la frente, que fue disparado por quienes querían secuestrarla. Blanca Zapata y el bebé fallecieron el día 23 de febrero de 1977, sus restos fueron exhumados e identificados por el EAAF en noviembre de 1998. Mientras que Enrique Cortassa permanece desaparecido hasta el día de hoy.
En la acción la niña fue dejada en la vivienda contigua y luego retirada por los militares, la secuestraron como presión psicológica para su padre mientras era torturado, y luego la entregaron a la Justicia de Menores, lo que tornó incierta su identidad por más de 20 años. Fue dada en adopción a un matrimonio quien la bautizó “Carolina” y no le ocultó lo poco que sabían de su historia y que la ayudó a buscar su identidad. Creció como María Carolina Guallane y después recuperó su verdadero nombre: Paula Cortassa.
Por esta razón fue condenado el entonces Juez de Menores, Luis María Vera Candioti.
Su memoria es recordada en una Baldosa de la Memoria colocada en calle Castelli
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada - Vera Candioti
Nació el 9 de diciembre de 1952 en Rosario. Fue alumno del Colegio La Salle. Jugó al rugby en Sagrado Corazón y Maristas. Trabajaba como empleado en Frigorífico Swift y militaba en la organización Vanguardia Comunista junto con su esposa Stella Buna.
Secuestrado en la vía pública en Santa Fe, 10 de febrero de 1977, junto a su primo político Emilio Feresín , estuvo en el centro clandestino de detención La Calamita, en Granadero Baigorria, donde fue torturado.
Estaba casado con Emma Stella Maris Buna, quien sobrevivió al cautiverio al que también fue sometida y que declaró en el Juicio Guerrieri - Amelong. En el centro de detención clandestino, identificó a varios de sus compañeros de detención y aseguró haber escuchado a su esposo, detenido en Santa Fe.
Su madre, María Rosa Saint Girons de White, integró la agrupación Madres de la plaza 25 de Mayo.
Su hermana, María Rosa White, logró ser querellante en la causa que investiga el campo de exterminio del Ejército cercano a Laguna Paiva, con la esperanza de dinamizar la investigación en el Campo San Pedro, donde dos de las ocho víctimas halladas en una fosa común en 2010 aún no han podido ser identificadas. Finalmente sus restos fueron hallados en el Cementerio La Piedad, en el marco de una investigación iniciada conjuntamente entre la Unidad Fiscal, el EAAF y la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia.
Salú Guille, hasta la victoria siempre.
Hoy me llamó mi hermana para avisarme que encontraron e identificaron los restos de mi tío, Guillermo White Saint Girons, en el cementerio La Piedad de Rosario. Al toque pensé en mi querida tía abuela Mary, su mamá, y en mis tías Marro (su hermana) y Stella (su compañera).
A mi tío no lo conocí. Los milicos lo secuestraron y torturaron hasta matarlo. Sus asesinos genocidas, la patota del Batallón 121 de Inteligencia del Ejército, y sus cómplices civiles, nunca dijeron dónde estaba, nunca dijeron qué hicieron con él.
El ejercicio de la memoria, y los que quedaron vivos, nos heredaron los recuerdos, y pudimos, sus sobrinos y sobrinas que nunca lo conocimos, reconstruirlo, tenerlo presente, volverlo a la vida, no dejar de recordarlo y pedir justicia por él y por los demás compañeros.
Supimos entonces que mi tío se enamoró de mi tía Stella en el colegio Liceo Avellaneda, un 22 de agosto de 1972, cuando fue la masacre de Trelew. Stella se paró en el medio del patio del colegio y pidió un minuto de silencio por los compañeros fusilados. Al instante mi tío Guille se le acercó y le dijo: «Sos la mujer de mi vida».
Supimos que mi tío era un gran amigo de mi viejo, su primo. También que le gustaba el rugby y que militaba en la Vanguardia Comunista (aunque nosotros, sus sobrinos, varias veces flasheamos que ese día se juntó con mi tío Emilio, entre otras cosas, para hacer el traspaso a Montoneros. Je)
También supimos que a mi tío Guille lo chuparon un 10 de febrero de 1977 en un bar de Santa Fe junto a mi tío Emilio Feresin, compañero de mi tía Maria Eugenia Saint Girons. Se supo que se lo llevaron primero a La Calamita y luego a un CCD en las afueras de Paraná y otro en Santa Fe.
Mi tía abuela, María Rosa Saint Girons de White (fundadora de Madres de plaza 25 de mayo) lo buscó hasta el último día de su vida.
Hoy apareció en un cementerio de Rosario, 41 años después de su secuestro. Asesinado por los genocidas, pero humano, material, ya no desaparecido. No pudieron. No van a poder nunca.
/ Federico Saint Girons, sobrino de Guillermo, periodista -Redacción Rosario
En noviembre de 2018 en la ronda de las Madres en la Plaza 25 de Mayo que se realiza todos los jueves en Rosario se realizó un acto por la restitución de los restos de White, identificados en el mes de mayo.
El 10 y 11 de noviembre de 2018 se realizó el III Torneo Nacional Homenaje a los Rugbiers Desaparecidos en Club Logaritmo de Rosario, en homenaje a Guillermo y otros 15 militantes desaparecidos de la ciudad que practicaron rugby.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Guerrieri III
También “La Negra” y “Negrita”. Sanjuanina de San Isidro, Pampa del Chañar, Jáchal, nacida el 9 de junio de 1949. Hizo su primaria en la escuela Paula Albarracín de Sarmiento y el secundario en el colegio Santa Rosa de Lima, recibiéndose de maestra en 1965. Ejerció de alfabetizadora. A partir del año 1970 comenzó a trabajar en el Instituto Provincial de la Vivienda.
Secuestrada a los 27 años el día 10 de diciembre de 1976 a las 12 horas, de su domicilio situado en la localidad de Martínez, provincia de Buenos Aires, por integrantes de la Armada. Durante el procedimiento su vivienda fue ametrallada y resultó gravemente herida, ya que en soledad enfrentó a “la patota” durante varias horas. Fue llevada a la ESMA donde se perdió su rastro, al ser “trasladada” en enero de 1977.
Cuando su madre intentó averiguar y mover influencias, el vicario castrense Emilio Graselli, la segunda vez que se entrevistó con ella, le dijo en tono de advertencia: “Señora, usted tiene otras tres hijas”.
“El contacto que tenía con mi hermana y su marido era muy familiar y afectuoso, pero evidentemente dada la represión, nos veíamos muy de vez en cuando y con mucha discreción”, explicó. La casa donde estuvo “no sé dónde era exactamente, porque por cuidados cerrábamos los ojos antes de llegar”. Supo que estaba sobre la calle Edison, cerca de la Panamericana, y que fue la misma casa desde donde secuestraron a su hermana, en medio de un operativo que describió como impresionante. “Raúl nos hablaba que habían sido los de la Armada. ¡Era la Armada, era la Armada!, nos decía. Aparentemente, mi hermana se defendió con mucha dignidad. Y él nos habló con mucha congoja, porque en ese momento tuvo un dilema muy grande: o entraba a ayudarla y a morir con ella o se iba a buscar a su hijo y salvaba a su hijo, que estaba en una guardería. Optó por lo segundo, sé que se fue con un peso enorme al haber visto lo que estaba pasando con su mujer.”
/Elena, hermana de Lidia
Raúl y Lidia son dos de las 65 personas nacidas en San Juan y asesinadas por la última dictadura militar y como tal, un árbol con su nombre puebla el “Bosque de La Memoria” levantado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Juan.
Militante de y , donde fue responsable de Prensa y Propaganda en la Columna Norte del GBA. Acompañó a en su tiempo de militancia en Santa Fe, tiempo en el que fue gestado su hijo Martín.
Los responsables de sus secuestros y desapariciones fueron juzgados y condenados en la
Nacido en San Salvador de Jujuy un 21 de octubre de 1949. Hijo de una familia acomodada de Salta. Estudió en el Colegio San Román. “Lucho” Vuistaz era peronista. Militó en Juventud Argentina Para la Emancipación Nacional (JAEN-Facultad de Derecho-Frente 17 de Octubre) y en la Fuerza Organizada para la Revolución Peronista (FORPE). Ingresó a Montoneros (con el seudónimo de “Negro Martín”).
Como en todo el país, Salta entró en la apertura política que dio fin al gobierno militar de Onganía y Lanusse, de modo primaveral. La campaña del FREJULI (Frente Justicialista de Liberación) para las elecciones de l.973, contaba con un candidato que provenía de la Agrupación del Peronismo Revolucionario de aquella provincia. Un médico conocido por atender en su clínica privada a quienes llegaban porque no podían pagar o porque querían ser atendidos por compañeros, recibir respeto, afecto y también noticias de cómo venía la mano en tiempos de la dictadura. Se trata del Dr. Ragone, el único gobernador desaparecido.
Esta primavera política generaba en todas las zonas de la provincia, un movimiento de gente, adultos y jóvenes que querían engancharse con la capital y así, con el movimiento peronista, y con el proceso político nacional. Este fenómeno sociopolítico que conformó la JP, dio al escenario público un referente de la zona norte de Salta, representando a vallistos, a las reservas aborígenes, a las poblaciones de frontera, del chaco salteño: Lucho.
Cuando fue la gira de Héctor Cámpora, candidato del peronismo, por el Norte Argentino y llegó a Salta a principios de 1973, “Lucho” en un atiborrado y masivo acto público habló en nombre de la Juventud Peronista de la provincia y comenzó diciendo: “Continuando con la tradición montonera de Martín Miguel de Güemes y la tradición de amor de Perón y Evita por su pueblo, hoy el compañero Cámpora llegó a Salta....”. Premonitorio, racional, lógico, luego agregó: "Nunca habrá justicia social si no hay soberanía política e independencia económica”. Fue un contacto eficiente para solucionar problemas, entre el gobernador salteño Ragone y los pueblos originarios de la zona, que en algunos casos ni luz eléctrica tenían. Fue delegado reorganizador de la zona norte de su provincia y ya en un congreso provincial de J.P. en abril de 1973, advierte: “Bregamos por un camino de paz y entendimiento, pero si la oligarquía y el régimen quieren la guerra, lucharemos hasta el fin”.
Luis Alberto fue “desaparecido” por la última dictadura militar, enterrándolo como NN en el cementerio municipal. Sus restos fueron exhumados y reconocidos por el Equipo Argentino de Antropología Forense.
Con él fue asesinado Miguel Ángel Fonseca en un procedimiento en calle Martín Zapata 2526.
El negro Martín
Hoy voy a contarles la historia del Negro Martín. Martín no era el nombre que figuraba en sus documentos, pero no importa. Pasó por mi casa estando en la clandestinidad allá por principios del ’76, alto y morocho, de tipo norteño.
En una de nuestras escasas charlas me dijo que se había dado cuenta de que a mí me gustaba mucho la música y se extrañó de que no tocara algún instrumento. Me gustaría tocar la guitarra, le dije. ¿Y por qué no aprendés? Entonces le di la andanada de pretextos cobardes que solemos dar en estas situaciones. Que no tenía guitarra, que mamá con su sueldo de maestra que apenas nos alcanzaba para comer no podía comprarme una. Que esto y que lo otro.
Entonces me dio la lección: "Si querés algo tenés que ir a buscarlo". Creo haberla seguido bastante bien a partir de entonces. Pocos días después me enteré que un amigo tenía una guitarra en desuso porque se había comprado una nueva, más moderna y de mejor sonido. Ahí apareció la guitarra y aprendí los primeros acordes. Un par de años después pude comprarme una y así hasta el día de hoy.
Por esas pocas conversaciones fue mucho más padre para mí que mi ausente padre biológico. Una tarde de setiembre del 76 el Negro, oficial montonero, su esposa Pelusa (Vilma Pompeya Gómez, “Peyi”), que también había estado refugiada en casa, y otros compañeros estaban en una casa alquilada cerca del puente negro, en mi ciudad. La casa era insegura, estaba marcada y fue un grave error de la conducción mandarlos allí. Los rodearon varios móviles y decenas de efectivos con sus modernas y poderosas armas. Combatieron mientras pudieron y, ya heridos y sin municiones, se rindieron.
A Pelusa, herida e inerme, la tiraron los milicos de la terraza en donde había terminado el combate quebrándole además una pierna. Eso, paradójicamente, la salvó. La vieron los vecinos y tuvieron que cargarla en una ambulancia y llevarla al Hospital Cullen. Luego fue legalizada. Sus compañeros fueron considerados desaparecidos.
De ellos no supimos nada más hasta que hace unos años antropología forense identificó los restos del Negro Martín en una fosa común en el cementerio municipal de Santa Fe. Pelusa vino a recibir esos queridos huesos.
/ Esteban Cámara - 24 de marzo de 2012
LUCHO VUISTAZ
Un muchacho morocho, grandote, arquetipo del hombre norteño, que aparece naturalmente según las pautas de la gente como caudillo y que más tarde, la Revista nuestra de tirada nacional, unificó con el mote de jetón, entonces era,… el jetón de la JP zona norte.
Quién se olvidará de Lucho Vuistaz llegando al local lleno de tierra, en un jeep descapotado, sudoroso al rayo del sol, o envuelto en su poncho rojo y negro, o cuando el jeep lo deschavaba…
Donde estaba ese aparato-jeep era que por ahí andaba Lucho.
Qué lindo recordarlo, cuando llegaba a los actos con todos los compañeros, los que estaban sobre el ramal era más fácil, pero estaban los que vivían más allá, y para mantenerlos informados, era necesario ir a lomo de mula hasta los caseríos…porque todos querían que se les avise, para estar presente.
Qué lindo recordarlo abriendo en reguero locales, en casas de familia, clubes, donde sea.
El asunto era que cada localidad o asentamiento quería tener su local de la JP, de la gloriosa JP.
Qué lindo recordarlo cuando los festejos del triunfo del 73, las alegrías, las ilusiones. Al costado del Cabildo, enfrente de la plaza, en el tablado, con un telón de fondo con la consigna: Liberación o Dependencia. Recordarlo junto al gobernador Ragone, al intendente Bavio, al ministro de gobierno Pfister, al jefe de policía Fortuny.
Con los nuevos funcionarios, los viejos militantes del Peronismo Revolucionario, los trabajadores rurales, con los nuevos de la secundaria, la universidad, las mujeres, la juventud, compartiendo el espacio con los montoneros que habían vuelto de la cárcel, todos de poncho y vinchita, comprometiéndose a destruir los lugares y objetos de tortura, poner presos a los torturadores, darle tierras a los compañeros aborígenes, hacer un gobierno nacional y popular.
Cuando los compañeros de las reservas abrían espacios circulares y danzaban los compases de la marcha peronista con los dedos de sus manos haciendo la V.
LUCHO, compañero pero también amigo de Ragone, conversando con él en la casa de gobierno, en la legislatura buscando diputados y senadores.
LUCHO con los que unían a Evita con el Ché en un norte combativo, federal, de frontera, con vocación nacional, pero a su vez pechando por remedios, por alimentos, por subsidios, para su gente. Poniendo velas en las novenas por la muerte de Perón. Acompañando promeseros en los misa chico. Discutiendo con los estudiantes, analizando con los políticos.
LUCHO dejando lo entrañable, su lugar, su gente, para venirse a Santa Fe, cuando el poder ya no quiso tolerar más, los ideales y las osadías tan jóvenes.
Comprometido siempre con la vida, buscando ese espacio para poder seguir viviendo dignamente al propio modo, y buscando la calidez de los vínculos, para acompañarse y acompañar, se encontró con una mujer a su altura, la Peyi, que lo acompañó y lo acompaña en su muerte.
/ Nora Spagni
Fue enterrado en el cementerio de su ciudad natal de Embarcación, Salta, el 23 de marzo de 2000, lo que provocó un sentido y multitudinario homenaje de familiares y amigos en su memoria.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada