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A lo largo de las historias de vida y militancia se hace referencia a temas tratados en las siguientes notas
“Susana María Busaniche nació en Santa Fe el 31 de julio de 1944. Era hija de Héctor Busaniche y de Alicia de la Torre. Tuvo una infancia muy feliz, se crió en una familia muy numerosa, siendo la quinta hija de nueve hermanos, "la Cinco", o "la Tata" como la llamábamos cariñosamente. Su niñez la pasó entre juegos y risas con hermanos y amigos, en contacto con la naturaleza, ya que no eran épocas de televisión ni de encierros, pasando las vacaciones en la quinta de Rincón. Concurrió a la Escuela Normal “Gral. José de San Martín” desde el Jardín de Infantes hasta graduarse como Maestra Normal Nacional en el año 1962. Paralelamente estudió inglés y se integró como miembro de la Acción Católica de la Iglesia Catedral Metropolitana. En 1963 comenzó a desempeñarse como maestra de pre-escolar en la Escuela Particular Incorporada N° 1 "San Francisco" de Santa Fe. Mujer de una gran sensibilidad, bondad y sentido social. Comenzó a descubrir que la pobreza no es un hecho natural sino una realidad social desigual e injusta que puede ser cambiada, allí comienza su compromiso para transformar esa realidad que ella critica.
Docente de vocación, cruza mensualmente, en canoa a Alto Verde buscando y visitando a las familias de los alumnos que habían faltado a clase y también todos los meses cuando apenas cobra, les compra zapatillas, guardapolvos y útiles escolares.
Pero nada es suficiente, la necesidad de pensar una sociedad diferente se fundamenta en ideales teóricos, religiosos y políticos. Recibe el mensaje de la iglesia tercermundista y se adelanta a la tarea de muchos.
Comienza a agruparse y a militar en distintas instituciones que agigantan el clamor de justicia social. Desempeña tareas en el Barrio Barranquitas donde aún se la recuerda con mucho cariño.
/ Testimonio de sus hermanos José, Beatriz y Alicia.
En Venado Tuerto, ciudad a la que fueron a trabajar, Carlos María era Ingeniero Civil, y allí ejercía su profesión. Catalina fundó una guardería en un barrio carenciado, desde la que se distribuía leche, alimentos, vacunas, etc. En esos días tuvo que rapar su bella cabellera rubia, se había contagiado de piojos, pero ella seguía siempre feliz, bella, aún pelada.
El 23 de julio de 1975, ocurrió un hecho terrible, apareció asesinado por la Triple A; Jorge, el hermano de Carlos. El 21 de julio, en el paraje El Espinillo, del río Carcarañá, fue hallado flotando el cuerpo de Adriana Susana Estévez, de 26 años. El 23, prácticamente en el mismo lugar pero en el lecho del río, se rescataron los restos de su esposo, el abogado Jorge Ernesto Araya Echesortu, de 27 años, dirigente de Montoneros. Ambos habían sido secuestrados en su domicilio de Mendoza 1141 por un grupo de personas.
Esa muerte, que impactó muchísimo en sus vidas, no hizo sino que redoblaran su militancia. Catalina era, como ya lo dije, alegre feliz, siempre contenta, decidida, al punto que cuando Carlos María es detenido en Rosario, ella, junto a 4 compañeros, lo rescatan de la Federal de Rosario.
Era una mina con tantas agallas que cuando su marido Carlos María cayó preso en la dependencia de la Policía Federal de Rosario durante la dictadura de Lanusse, ella lo rescató. Se presentó en la dependencia policial llamativamente vestida, le hizo el “entre” al cana y cuando este se embaló, le apoyó una 45 en la cabeza, le sacó las llaves de la celda, liberó a su marido y en ese lugar dejó al policía esposado y con la boca tapada. Afuera esperaba un coche con dos compañeros, los cuatro se retiraron sin despertar sospechas. Carlos María y Catalina decidieron irse a Corrientes, ya que luego de la fuga eran buscados por todo el país.
A partir de allí deben pasar a la clandestinidad, tuvieron 2 hijos Dolores y Jorge, a quienes amaban entrañablemente.
En junio de 1976, en Capital Federal fueron secuestrados, sus hijos fueron entregados a su familia.
Por el relato de un sobreviviente de Campo de Mayo, se sabe que Catalina entró muerta, Carlos María entró vivo, pero nunca tuvimos información precisa, todavía los estamos buscando.
Bueno la verdad es que escribir sobre ellos me cuesta mucho, recordarlos me causa mucha tristeza.
/ Testimonio de la hermana de Catalina
“Mi papá era ingeniero civil y mi mamá era actriz y modelo. Tenían una vida resuelta, económica y socialmente. Tenían familias muy sólidas”, compartió la testigo, y agregó: “La opción por los pobres era jugarse a poner a los pobres en otro lugar del que estaban. Así comenzaron su militancia política y salieron de la vida que venían llevando. Participaron en la construcción de viviendas en Salta”, contó.
La vida de Dolores junto a su mamá y su papá fue muy nómade. Se trasladaban de una casa a otra. En 1975, el papá de la testigo fue detenido en Rosario, Santa Fe. Su mamá, embarazada de siete meses, fue a rescatarlo a la cárcel. Fue un escándalo para la policía de Rosario “que una mujer embarazada libere a un hombre”.
A partir de allí, la familia Araya-Fleming comenzó a huir. Fueron a Concordia, Entre Ríos, donde nació el hermano de Dolores, Jorge Araya. Luego escaparon hacia Zárate-Campana, donde tuvieron su última residencia fija. Un día, cuando volvían de tomar un helado junto a una amiguita de Dolores, vieron que estaban allanando la casa. A la niña la dejaron en un sanatorio y le avisaron a su madre. La familia se fue a Buenos Aires. Comenzaron a vivir en diferentes hoteles. La testigo contó: “Las personas allegadas a mis padres les sugerían que se exilien, pero a pesar de que tenían todos los recursos decidieron no hacerlo”.
A fines de mayo de 1977, Dolores y Jorge fueron entregados a una compañera de militancia de su mamá. Las caídas de Araya y Fleming eran inminentes y decidieron proteger a su hija y a su hijo. Después del cumpleaños de Dolores, la primera semana de junio, la familia había quedado para encontrarse en la estación de Morón, pero Carlos y Catalina nunca llegaron. Por intermedio de un cura, se enteraron que la abuela buscaba a sus nietos y pudieron contactarla. Dolores y Jorge se reencontraron así con sus tíos en el Parque Lezama, de la Ciudad de Buenos Aires.
En Campo de Mayo, fueron vistos por el sobreviviente Cacho Scarpati y por un oficial que dice haber visto a su padre en un techo, “creo se llamaba Ibañez”, rememoró.
Al momento de su desaparición, el 9 de junio de 1977, Carlos María Araya tenía 37 años. Catalina Fleming era diez años menor. A él le decían “Cacho”, en su militancia, y “Araña” por las redes que tejió para conquistar a Fleming. Catalina, “La Polaca”, era una mujer muy hermosa: “Había unas niñas que se juntaban en unas escalinatas a esperar que pasara mi mamá para poder verla”.
Las consecuencias que tuvo para Dolores Araya la desaparición de su papá y su mamá fueron notorias: “Mi familia quedó totalmente destruida. Era muy sólida y fue detonada por los exilios, fusilamientos y suicidios. Hubo una destrucción masiva”, relató. También habló del dolor y la impotencia de no poder enterrar a su madre ni a su padre: “Esta historia se repite, sobre todo la falta de sepultura. Es lo que más me perturba. La ley de la dictadura militar decidió que los cuerpos de sus oponentes no iban a tener sepultura. Ese dolor que imponían a las familias era lo más terrible. Este pacto de silencio de no decir dónde están los cuerpos, qué pasó con ellos, dónde están los niños, es lo más terrible. Todas las torturas tenían que ver con que las personas hablen. Ellos torturaban y nosotros pedimos justicia. Todo hijo tiene derecho a sepultar a sus padres. Es una herida muy difícil de decir. Es algo que una carga para siempre”, concluyó.
/ Dolores, su hija. Declaración en juicio Campo de Mayo
Como tantos otros, comienza a ser perseguida, por lo cual se va a Rosario, donde comienza la carrera de Docente Guía. Nuevas persecuciones la llevan a trasladarse a La Plata. Allí es detenida, sufriendo cárcel y tortura. No pudiendo probarle delito, es liberada y vuelve a Rosario de donde desaparece en septiembre de 1977, simultáneamente con y su compañero. Todos permanecen hoy desaparecidos y no conocemos la suerte que corrió nuestro futuro sobrino, seguramente otro "colorado"”.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Nacido en Venado Tuerto, Carlos se casó con su compañera de militancia, y juntos, emprendieron un sinfín de actividades que tenían que ver con el compromiso social.
Las persecuciones se intensificaron y fueron extensivas al resto de su familia. A su tío, , hermano menor de Carlos, lo asesinó la Triple A en 1975: “Fue muy cruel. Le sumergieron las piernas en una batea de cemento y lo tiraron a un río. Mi familia pudo rastrillar ese río y encontraron el cuerpo. Lo habían fusilado con más de 70 tiros”, relató conmocionada. La esposa de su tío Jorge también fue asesinada. En su velorio aparecieron personas armadas que, claramente, buscaban seguir amedrentando a la familia.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Cuando mataron a Jorge Ulla , él fue orador en su entierro. Jorge era como un hermano, un integrante de nuestra familia, ya que mi madre fue la persona, que como empleada de la familia, se ocupa de él y su hermano Julio después del fallecimiento de su madre. A nuestra mamá, a quien llamaban Lila, que nos había dejado cuando pequeños con nuestro padre, la reencontramos allí, en casa de los Ulla, por eso nos hicimos amigos.
Cuando Jorge, en la clandestinidad, venía a Santa Fe se refugiaba en nuestra humilde casa del Barrio Schneider.
En la Unidad Básica de ese barrio militamos todos. Antes de clandestinizarse, Jorge venía y repartía volantes con nosotros, participaba de las discusiones, nos ocupábamos de las necesidades de la gente y se desarrollaban diferentes actividades en busca de mejorar las condiciones de vida del barrio.
A nuestra casa siguieron viniendo chicas y muchachos universitarios con los que trabajábamos, ignoro sus nombres, recuerdo a una chica gordita, rubia, muy trabajadora a la que decíamos “Nancy”. Otro grupo de chicas, que venía a nuestra casa, una vez antes de llegar, vieron un Falcon verde que se acercaba, volvieron a la avenida para tomar el colectivo y regresar al centro, pero las detuvieron en el colectivo, no se que fue de ellas nunca más las volví a ver....
A mi hermano empiezan a perseguirlo después de su aparición en el cementerio, lo tenían vigilado, pero él siguió militando. El día del golpe vino a casa temprano y me dijo —“hermana querida, prendé la radio, escuchá lo que está pasando”- tomó su motito y se fue al “Rancho Peronista” de San Lorenzo a reunirse con los muchachos y ver qué hacer.
Un día, el 22 de mayo del 76, allanan nuestro domicilio de calle Lavaise; ante los ojos aterrados de mi padre lo sacan de la cama, eran las 7.30 de la mañana, mi padre les decía: “llévenme a mí, no a él!”. Eran cuatro en un Falcon verde, peregrinamos por todos los rincones buscándolo y nadie nos daba noticias. El 24 lo encontramos, estaba detenido en la seccional 1ra, lo visitamos y encontramos muy deteriorado físicamente, pero no nos decía por lo que estaba pasando. Después nos enteramos que primero lo habían llevado a la Guardia de Infantería Reforzada, después al Regimiento 12, y finalmente a la seccional primera, en todas partes fue torturado.
Después que lo ubicamos, mi madre iba todos los días a llevarle el desayuno. El 4 de junio del 76, cuando llega, sale a recibirla el comisario Kauffman, le informa que su hijo “se había suicidado”. Cuando nos entregan el cuerpo constatamos que estaba totalmente picaneado, sus testículos negros, como un tizón.
Él fue un humilde trabajador que había estudiado bobinado de motores en el Colegio Mayor Universitario, tenía una esposa y tres hijos pequeños, nosotros éramos cuatro hermanos, dos hombres y dos mujeres.
Fue una gran persona, no tengo forma de manifestar o escribir lo que era, siempre estará en nuestra memoria, en nuestro corazón, luchó para poder cambiar las cosas, para lograr una mejor calidad de vida para todos.
Un año después, su esposa y los niños tuvieron que irse de la ciudad, la casa había sido nuevamente allanada y ella estaba permanentemente vigilada.
/ su hermana Cristina
“Cuando somos convocados a testimoniar en los juicios de lesa humanidad, allí estamos firmes a cumplir con el mandato de nuestros treinta mil, dispuestos a poner el cuerpo, el alma, la mente, apretar los dientes, exprimir los recuerdos; pero cuando los convocados son los hijos de alguno de los treinta mil, los que nos dicen “tío” fijándonos la mirada, tratando de encontrar algo de sus padres que no conocieron, allí se nos viene abajo la estantería; por oficio y los años que tenemos podemos disimular a medias, intentando contenerlos.
¿Qué respuesta podemos darle cuando dice “el que mató a mi padre es hoy un viejo choto que le quedará, a lo sumo, dos años de vida” y que vivió hasta ahora como cualquier hijo de vecino?
¿Qué respuesta podemos darle cuando nos muestra una foto en su celular y nos cuenta que sólo eso y desde siempre, sólo eso fue su papá?
¿Qué respuesta podemos darle cuando nos cuenta como su madre se tuvo que ir a la Gran Ciudad con tres chiquitos, después del asesinato de su padre?
¿Qué decirle cuando lamenta que su hermano mayor ya no está para testimoniar porque falleció (era el único que se acordaba de su padre)?
No. No hay respuestas posibles. Los hijos de Juan Chazarreta sólo pueden aspirar a que al viejo choto le bajen el martillo. A que sus “tíos” testimoniemos para que ello suceda. Nosotros los abrazaremos, los mimaremos aunque sea con unos alfajores, como si todavía fueran chiquitos, tan chiquitos como cuando se lo llevaron a su padre.”
Lidio ”Patán” Acosta. En relación al juicio desarrollado en agosto de 2022
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa “Militantes del PRT” por el TOF de Santa Fe
Nació en Santa Fe, en San Luis 6267, barrio Villa Maria Selva; en la casa, como se usaba antes, y no en el sanatorio.. Fueron sus padres: Arnaldo Pío Bernal, viajante de comercio, muy conocido y querido en el interior de la provincia, donde viajaba de lunes a viernes para la ex ferretería Del Toso y Cia. (San Luis y Santiago del Estero), que falleció en 1972. Su mamá, Delfina Koch, ama de casa, falleció en el 2000.
Norma Koch, hermana de la mamá, recuerda: “Yo tenía 9 años cuando nació mi primer sobrino, hijo de mi hermana, lo cuidaba como a un bebote, era muy apegado a mí, lloraba cuando me iba de su casa, era muy cariñoso. En la escuela primaria, la N° 169 “Jorge Stephenson”, en el viejo edificio de calle Casanello y San Luis, era muy buen alumno, abanderado y muy querido por sus compañeros y docentes.
Cursó la secundaria en la Escuela de Comercio “Domingo Silva”; no le gustaba mucho, solidario, se preocupaba por los demás, fue expulsado por una protesta contra la Directora. Con mis hijos, es decir con sus primos, era muy bueno y los ayudaba en todo momento. Cuando nació mi hijo sietemesino, y estaba muy grave, él me acompañó en todo momento dándome fuerzas y ánimo. Yo quiero mucho a todos mis sobrinos, pero él fue el primero, y por eso sentí algo muy especial.
Me causó mucho dolor cuando lo mataron, fue como que me mataran a unos de mis hijos, porque ese amor le tenía. Lo recuerdo con mucho cariño y quiero decir que era muy buen hijo, padre y esposo, en definitiva: una muy buena persona”
Antonio, se casó con Rita González, con quien tuvo 2 hijos, Pablo y Gustavo Bernal.
Al tiempo se separó, y en pareja con Adriana Morandini, de Esperanza, tuvo otros 2 hijos, Cesar y Andrés Bernal.
Trabajaba para un estudio contable, y luego para Arias (socios de Gonella) y formadores de las empresas ARGON y GONAR. Después, fue viajante para las empresas SYDNEY ROSS y ODOL, trabajó también en una fábrica de caños en Esperanza, donde era delegado, por eso comenzó a ser perseguido. Era solidario, humilde, para nada ambicioso. De joven, le gustaban los “bailes” de la época y siempre estaban con amigos que tenían los equipos de música para los clubes.
“En el año 1976, yo estaba trabajando como maestro en la isla “Buey Muerto” sobre el Río Paraguay, 30 Km al sur de Puerto Pilcomayo, un lugar al que únicamente se podía acceder en lanchas. Trabajábamos con mi señora Nilda Martinez (nos habíamos casado en mayo de 1976) y otros docentes (dos o tres nomás). Era una isla habitada por 1000 personas más o menos, una sola familia argentina, el resto paraguayos liberales corridos por los colorados. La única construcción de material, era la escuela, el resto, paredes y techos hechos con troncos de palma. Ni hablar de luz eléctrica u otras comodidades.
Cuando lo asesinaron nos enteramos por casualidad, habíamos ido a Clorinda, un sábado, hablé por teléfono con mi mamá y me contó lo que había pasado el martes anterior, 13 de septiembre de 1976. Volvimos a la escuela. Otras cuatro horas de lancha, luego cruzamos a Villeta, una ciudad paraguaya, desde allí a completar el viaje hasta Santa Fe, por Puerto Pilcomayo, desde la mañana hasta la mañana siguiente.
En Santa Fe, me costó muchísimo que me entregaran el cuerpo, previamente basureado, debí peregrinar atrás de todos los milicos. A la semana de muerto me lo hicieron reconocer, lo habían presentado arriba de una mesa de mármol en la morgue del hospital Cullen. En una pieza de 3x4 había por lo menos 20 cuerpos o pedazos de los mismos en el suelo (turnarían la mesa para las visitas). Te pegabas en el piso con la sangre más o menos seca.
Una enfermera me dio un algodón con alcohol y entraba y salía unos segundos por la falta de oxigeno y el olor, no había heladeras como en las películas.
Me costó reconocerlo, me había quedado con la duda, pero cuando fuimos a retirarlo con un tío, que fue el único que se animó, porque todos los parientes y amigos te esquivaban como si tuvieras SIDA, lo dimos vuelta cuando lo metieron en el cajón y me saque las dudas. Lo llevamos directo a SENTIR, no pudimos pagar una sala, quedó en un depósito un rato con algunos de nosotros y llamamos al cura Dusso (de Lourdes) para que le rezara. Este dijo “estos jóvenes serán los héroes del mañana” (raro que no lo liquidaron al pobre).
Cuando nos entregaron la casa, estaba vacía. Tuvimos que salir, a comprar hasta los pañales de tela porque ni eso dejaron, se robaron la pava del mate, la ropa, todo lo de la cocina, los muebles, los regalos de casamiento de mi vieja, todo...
Cuando mamá les reclamó, le dijeron que todavía le quedaba un hijo, que se callara la boca...
No pudieron cargar una heladera y la dejaron, del resto nada.
/ Alberto, su hermano
Han pasado más de 30 años desde la última vez que vi a Pachi, mi gran amigo de la juventud. Demasiados; tantos como para que algunos recuerdos se tornen algo borrosos, perdiendo cierta precisión en detalles tales como fechas o lugares.
Afortunadamente, lo que conservo con la mayor nitidez es el recuerdo de su persona, de su calidad humana, su condición de amigo, amigo leal, de fierro, solidario, e ideológicamente comprometido con las luchas populares de la época.
Conocí a Pachi cuando ambos teníamos unos 15 o 16 años, un sábado por la tarde en que alguien lo invitó a jugar a la pelota con los “vagos” del barrio. Lo hacíamos regularmente en el parque del Sur, en esas canchitas improvisadas en que los arcos estaban conformados por un par de bolsitos o cualquier otra cosa que sirviera como referencia imaginaria de cada poste. A pesar que inicialmente era un desconocido para la mayoría de nosotros, los del grupo habitual, se integró inmediatamente y pasó a ser uno más de la barra.
Bastaron tres o cuatro de esos sábados de fútbol, con sus charlas, bromas y discusiones, para que casi sin darnos cuenta nos convirtiéramos en inseparables; en poco tiempo mas pasó a ser el hermano varón que no tuve.
Transitábamos una adolescencia típica de la clase media santafesina a la que pertenecíamos, en la cual los sueños pasaban, en gran medida, por completar estudios universitarios, obtener un título profesional, formar una familia, y acceder a un buen pasar económico.
Pachi cargaba con una mochila bastante pesada de dificultades personales, familiares y económicas. Entre otras cosas, sobrellevaba un problema físico que le impedía hablar con normalidad, y por si ello fuera poco siendo muy chico había perdido la visión de un ojo en un accidente de juegos infantiles. Destaco estas cosas porque imagino que a cualquier otro muchacho de esa edad podrían haberlo convertido en alguien introvertido, retraído o, por qué no, también resentido, frente a lo que la vida le ponía en el camino. Pero no fue su caso; él era alegre, comunicativo, desinteresado, amigo en el más amplio sentido de la palabra y, por encima de todo tremendamente solidario. Era el tipo que podía pasarse días al lado de tu cama si estabas enfermo, acompañándote, ayudándote a matar el aburrimiento, o a darte una mano en cualquier tarea que tuvieras que realizar.
Con mi vieja y mi hermana Clarisa comenzamos a participar en la Comisión de Familiares de Presos Políticos, y desde el primer día las palabras de Pachi fueron “no me dejen afuera”. Él no tenía familiares presos pero se sabía parte de la familia, siempre acompañando, siempre solidario, siempre hermano.
El paso natural, inmediato, a partir de la Comisión, fue para ambos comenzar a militar en la JP. Pachi lo hacía en grupos barriales y yo en la facultad. Pese a ser grupos diferentes, seguimos inseparables, compartiendo todo el tiempo libre.
En la Comisión conocí a Lila, con quien me casé y hasta el día de hoy seguimos juntos. Un año después llegó Paula, nuestra hija mayor, de quien Pachi fue padrino de bautismo; quién otro si no él podría haber sido! Para ese entonces, no sólo Lanusse ya era historia; también había pasado Cámpora, y vivíamos lo que tanto habíamos deseado: volver a tenerlo a Perón (aunque la desilusión tardaría muy poco en llegar). Poco después, historia demasiado conocida, muerte de Perón, Isabel en el gobierno, el golpe, la instauración de la dictadura, la necesidad extrema de cuidarse, de no mostrarse, cuando no para muchos directamente pasar a la clandestinidad.
Esas circunstancias llevaron a que la militancia de Pachi se trasladara fuera de Santa Fe. Inevitablemente, pese a lo que hubiéramos querido, perdimos contacto. Nos vimos unas pocas veces al principio, y luego nada. Meses más tarde, me llegó la noticia de que Pachi era un desaparecido más.
Recordar de esta manera tan resumida la historia de lo que fue nuestra relación personal es el mejor homenaje que se me ocurre hacerle al tipo más desinteresado, noble, íntegro y solidario que haya conocido. Quienes tuvieron la suerte de contar con su amistad, o tan solo conocerlo, saben que no alcanzan palabras para el elogio a su persona.
/ Carlos Niklison
Hacia el año 71 o 72, un grupo grande de militantes, residentes en el Colegio, tiene serias disidencias con el cura, éste planteaba la necesidad de que los jóvenes se desarrollaran como buenos profesionales para poder, después, poner sus conocimientos al servicio del pueblo, éstos, por el contrario, creían necesarias la realización de acciones inmediatas que provocaran el anhelado cambio de estructuras. Esto provocó la salida del Colegio de muchos residentes, entre ellos, Carlos. A él le resultó muy dolorosa esta partida ya que también afectó la relación de profunda amistad que lo unía con Atilio. Poco tiempo después, también por diferencias en cuanto a la forma de encarar la militancia, rompió el compromiso con su antigua novia.
Después de su partida, de la prisión de los compañeros, de las desapariciones de otros, el temor se instala en el barrio y el “Rancho” poco a poco deja de funcionar, y así se pierde un trabajo social que había comenzado a dar frutos mejorando las condiciones de vida de los pobladores de esas barriadas.
/ Testimonio de amigos y compañeros.
A Carlos, su firmeza de convicciones y de carácter, unida a su capacidad para la armonización de conflictos y resolución de problemas le hicieron ganar ascendencia entre sus compañeros de residencia y ser elegido para actuar como responsable de las casas del Colegio Mayor donde le tocó vivir.
El “Gringo Perbe”–, lo recuerda de aquella época como “un tipo muy pensativo, muy medido, muy ‘tranqui’ para hablar. Era muy católico también. Él era el responsable de la casa. Se designaba para esta tarea a aquellas personas que por su actitud de vida, su ejemplo de vida, eran capaces de llevar adelante la convivencia. A partir del Colegio Mayor es que uno entró a ver y a vivir un montón de cosas y a formarnos como personas, y en esto Carlitos Bosso fue uno de nuestros referentes. Él era muy medido; cuando había alguna discusión o alguna pelea de entrecasa como suele haber entre compañeros él era un mediador, un componedor de la situación, añade. Se lo veía siempre con esta mirada que iba un poco más allá. Esto es lo que ahora puedo hacer como una síntesis de lo que en ese momento tal vez no percibía. Pero sí lo recuerdo como un gran compañero, un tipo muy solidario, muy buena persona. Era también buen estudiante; justamente daba ejemplo para ser jefe de la casa por ser buen estudiante, solidario, comprometido.”
El primer año de Carlitos en Santa Fe coincidió con la aparición en El Trébol de un periódico llamado Semana Gráfica en el que un grupo de jóvenes, además de intentar reflejar el acontecer noticioso del pueblo, volcaba sus opiniones sobre la realidad política del país –por entonces bajo la dictadura de Juan Carlos Onganía– y del mundo. Carlos vió con interés la posibilidad de canalizar en ese medio su visión de la problemática universitaria y escribió una serie de cinco artículos publicados en marzo y abril de 1969. En estas notas se preguntaba, por ejemplo, si era lícito que los estudiantes universitarios debieran ir “conociendo, interesándose y preocupándose desde ya en los problemas sociales”, y planteaba que “si no se prepara desde ya el estudiantado para asumir la responsabilidad que tiene con su medio, ¿la asumirá después (…)?”.
De su intensa labor en el barrio hablan los vecinos más antiguos, y recuerdan su iniciativa para la creación de una comisión coordinadora de las instituciones del barrio, los trabajos de zanjeo y de la autoconstrucción de viviendas, de las que participaban a la par de la gente del lugar. Esa presencia se complementó con la creación de una consultoría jurídica, donde estudiantes de Derecho asesoraban a los vecinos en los problemas que se les presentaban, y la intervención en la organización gremial de asalariados allí afincados que trabajaban en distintas ramas de la actividad laboral. La obra máxima de esta militancia fue la habilitación del Rancho Peronista, un centro comunitario donde se brindaba apoyo escolar a los chicos del barrio, se diseñaban acciones para hacer frente a las múltiples necesidades del barrio, se realizaban reuniones, fiestas y agasajos y, básicamente, se discutía política. Era un grupo más o menos como de diez, que atendían de primera a los chicos, les hacían hacer su tarea, les hacían la leche, tomaban la merienda. Y así fueron metiéndose cada vez más con el barrio. (…). Ayudaban a la gente a hacer sus ranchos, sus galerías, sus baños, para que tuvieran comodidad en la casa.
“Doña Negra” Pasculli, referente del barrio lo definió: “Cómo luchó! ¡Qué laburante político era! ¡Cómo buscaba las palabras exactas para explicarte! Él sabía con quién hablaba, entonces buscaba las palabras para que vos lo entendieras. Era una persona muy buena Carlos.”
“Crónicas contra el olvido- Carlitos y Mary” de Rubén Adalberto Pron, amigo de San Jorge
La clandestinidad
Carlitos y Mary escaparon a Rosario. Allí nacería Mariana, la hija de ambos, en un hospital público, donde no quedó registro. Nosotros sabíamos a dónde se iban, pero para los demás ellos se iban a Concordia. Nunca dijimos que estaban en Rosario. Por precaución, nunca dijimos dónde estaban a los que nos preguntaban, revela Liliana Salinas.
En el año 2000, el Concejo Municipal de Santa Fe, por iniciativa del concejal Bettanin designó dos calles del barrio San Lorenzo con sus nombres
Selección de Textos escritos en diciembre de 2004 en oportunidad del Homenaje de la Escuela de Servicio Social
"Edith, Edi, la Colo… un sol amanecido que iluminaba los días a quienes cerca de ella estaban...
Era mi prima, la hermana de mi madrina, la menor de cuatro hermanos, muy mimada y querida, siempre rodeada de amigos, siempre con algo por hacer .Un rayo de luz que no sabia de egoísmos y si de compromisos, solidaridad .Quien la conoció seguramente no olvide su sonrisa fresca , segura ¡que hermosa sonrisa tenía !y esa fuerza que nada la detenía.
Su vida no pasó en vano...Siempre recuerdo cuando compartíamos algunos sofocantes días de verano en Tostado, su querido Tostado. Esas charlas que anunciaban su entrega y me ayudaban a descubrir un mundo de necesidades y posibilidades
..."Algo habrán hecho ..."decían. Si, algo hizo, dio su vida por su gente, su pueblo, en esa convicción de que se puede cambiar por un mundo mejor."
/ Cristina Pot
Nació el 2 de mayo de 1951 en la ciudad de Tostado, en el profundo y cálido norte provincial. Hija de una familia de productores agropecuarios, descendientes de italianos. La menor de cuatro hermanos, mimada, protegida y contenida por todos, especialmente por sus dos hermanas mujeres, Hilda y Nelly.
Cursó la escuela primaria en la Nº 417 “Comandante Rozzetti”, luego ingresó a la Escuela Provincial Nº 9 “Domingo Faustino Sarmiento”, donde se recibe de maestra en 1969 y por sus calificaciones es la abanderada de la Escuela.
Fue siempre alegre, activa, tenía condiciones naturales de líder, todos la conocían como “la Colo”. En la Escuela participó del Centro de Estudiantes, en las Tribus, organizando las tradicionales fiestas del estudiante. En el año 68 fue elegida Reina del Club Caza y Pesca.
Responsable junto a otros compañeros de organizar el viaje de 5to, simultáneamente participaba del grupo juvenil que funcionaba en la Parroquia, “Ateneo Parroquial Martin Luther King”, donde comenzó a conocer las necesidades de su pueblo. Allí discutían, estudiaban y se comprometían a partir de temas como la violencia o la no violencia, los derechos de los niños, las injusticias… En función de las necesidades de los más pequeños, formó junto con sus compañeros del grupo juvenil una cooperativa de lustrines.
Durante los años del secundario supo armonizar su desempeño como muy buena alumna, excelente amiga y el desarrollo de su compromiso con la causa de los desposeídos.
En 1970 llega a Santa Fe con un gran cargamento de ilusiones, ansiedades, rebeldía y un creciente compromiso con los más desamparados, así comienza a estudiar Servicio Social y al mismo tiempo trabaja como maestra en la Escuela de Villa del Parque, con el Padre Catena.
Su compromiso con la causa del pueblo iba en aumento, su participación como militante barrial la lleva a asumir mayores grados de responsabilidad. Solíamos vernos en alguna movilización y por cierto en todo el “luche y vuelve” y después en la campaña de Cámpora.
Siempre volvía a su pueblo natal, donde seguía alimentando las relaciones con los que sostenían el grupo juvenil de la Parroquia, generando discusiones e interesantes debates, de igual modo con sus compañeros y amigos de la secundaria.
En 1974, con su flamante título de Asistente Social ingresa a la administración municipal, donde conjuga su actividad profesional, su trabajo y el accionar como militante del pueblo.
A partir de 1975, nos veíamos cada vez menos, la situación se iba endureciendo y comenzaron los allanamientos también en Tostado, ella me avisó que habían ido a mi casa…
Se produce la gran dispersión a fines de 1975 y nos volvemos a encontrar en Rosario. Casualidad, búsqueda inconsciente, relaciones de amistad de nuestras familias, hacían que nos viéramos con frecuencia.
A mediados de 1976, forma pareja con el Negro, de quien estaba profundamente enamorada, hacían planes de futuro a pesar de la dureza del entorno que nos rodeaba.
Su militancia seguía en aumento, su compromiso no flaqueaba nunca y nuestros encuentros servían para alimentar nuestras esperanzas.
En octubre de 1976 cae la casa, donde vivía con el Negro y también otro compañero. Ella estaba allí, no se entrega, no se rinde, fuerte y segura como siempre de sus convicciones. Los matan. Entregan sus restos a la familia. Algún tiempo después, ya en democracia, un grupo de compañeros de militancia de Tostado, colocamos una placa en su memoria que dice: “Vivió y murió por un ideal”.
Fue mi amiga durante 11 años. Hoy cuando nos encontramos, todos los que compartimos militancia, amistad o simplemente los años de estudio la recordamos y está presente con su optimismo y su profundo compromiso con la causa del pueblo.
LA “COLO”
Era de Tostado, la más chica de cinco hermanos, dos hermanas mucho más grandes que ella y dos hermanos que trabajaban en el campo. Llegó a Santa Fe a estudiar en la Escuela de Servicio Social y enseguida se puso a participar de la problemática de esa Escuela, de la problemática del Comedor Universitario.
Era chiquita, con el pelo ondulado y colorado y la cara llena de pecas y una sonrisa luminosa, estaba siempre de buen humor, era diligente y muy inquieta. Buenaza, todo lo que tenía lo compartía con quien estuviera cerca. Con ella fuimos a aprender a colocar inyecciones y atendíamos a algunas familias que se habían instalado en precarios ranchos en el límite sur de Villa del Parque, cuyos hijitos se enfermaban continuamente por dormir en el suelo húmedo tapados por apenas unos sacos viejos.
Llegamos a ser muy amigas, y aprendí a quererla muchísimo porque la bondad le salía por todos los poros, tenía un sentido del humor envidiable, aún en las situaciones más comprometidas, salía con alguna ocurrencia que nos hacía reír.
Luego la militancia nos llevó a distintos frentes y ya no nos veíamos con tanta frecuencia.
El 20 de octubre de 1976 nosotros estábamos viviendo en Rosario y por casualidad mi marido se encuentra con el Mono en la calle, le dice de ir a tomar un café para charlar un poco sobre la caótica situación que estábamos viviendo, el Mono mira la hora, eran las 19,15 y le dice que no puede porque a las 20 tenía que estar en la casa que habitaba con la “Colo” (Edith Cravero) y el compañero de ella (que nunca supimos quién era); dicho compañero había salido para una cita de control a las 8 de la mañana y no se había presentado a las 13 en la casa, entonces el Mono y la Colo decidieron que si a las 20 tampoco se presentaba, ellos abandonaban la casa porque asumían que el compañero había caído.
El Mono estaba muy angustiado y le contó que habían decidido, con la Colo, no entregarse vivos.
A las 19,30 se despidieron, el Mono se dirigió a su casa y yo pienso que mi marido fue la última persona que lo vio con vida.
A los dos días nos enteramos por una compañera que la casa del Mono había caído esa noche del 20 de octubre.
. Stella Maris
…Sabía hacerse querer, era conocida por todos: alegre, fuerte, sensible, humilde, dulce…con la sonrisa y la mano pronta para dar. La amistad y el servicio fueron principios inclaudicables.
Encontrarse con ella era tener esas charlas interminables…e inolvidables, mientras se organizaba un viaje, se preparaba una clase, se elegía el color de moda o se analizaba la última película del cine club juvenil: ¡Era la Colo¡¡
….Junto a actividades propias de adolescente: peñas, bailecitos, encuentros, carrozas de la primavera…en las que se destacaba por su vivacidad, y el estudio que tomaba con responsabilidad….comenzó a ver y pensar que en la sociedad había mucho por cambiar, crecía su compromiso con los otros, por los que más necesitaban… Lea
…Tuve la gran oportunidad de compartir algunos de aquellos años con una gran compañera, la “Colo” Edi Cravero, con la cual nos iniciamos casi juntos en el descubrir las profundas desigualdades de nuestra sociedad en nuestro querido pueblo de Tostado, formando con otros compañeros un grupo de jóvenes idealistas que trabajaron buscando prestar ayuda a los más necesitados en el antiguo Ateneo Parroquial…..
….Fue un profundo dolor saber, estando preso, que esta heroica compañera había caído como había vivido: intensa y profundamente comprometida…..
/ Norberto M. Mendoza
En 2014 la Municipalidad de Tostado realizó en la plaza central de la ciudad el homenaje a tostadenses desaparecidxs, entre ellos y ellas a Edi
Había estado en un Seminario y sus antiguos compañeros le “bancaban” los estudios de ingeniería. Extraordinario estudiante, muy inteligente, asistía a las clases teóricas y luego redactaba unos excelentes apuntes que generosamente brindaba luego a sus compañeros. Toda la facultad estudió con esos textos.
Buen jugador de fútbol y amante de las guitarreadas donde sobresalía en sus intervenciones tocando y cantando los chamamés.
Debido a la represión generalizada, la pareja se muda al conurbano bonaerense, a una casa quinta en el Partido de Escobar.
“...Marita y Marcos veían que la cosa se ponía fea y decidieron mudarse y llevarse a Ester...” cuenta Nélida. Entonces se mudaron a Escobar. El 29 de marzo de 1976, Ester le avisa a su mamá que Marita y Marcos habían desaparecido, también el pequeño Juan Manuel de apenas dos años. Nélida comienza entonces la búsqueda incansable que protagonizaron miles de madres y abuelas en nuestro país en aquel entonces. Por fin logra recuperar, en una parroquia de Arroyo Seco, a Juan Manuel. De Marita y Marcos nunca se supo más nada, a pesar de todos los esfuerzos de la familia por saber algo de ellos”.
/ Testimonio de Nélida, mamá de Marita
Para matarlo lo esperaron arriba de los techos de la casa de mi abuela, él vivía en un departamento al fondo, esperaron a que apagaran las luces y empezaron a tirar. Lo mataron junto a , de 15 años, dijeron que se había suicidado (con un montón de balazos).
Su memoria es recordada en un monumento en la
Una ha sido colocada en el frente del domicilio donde fue asesinado
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la
Algunos años después de conocernos, durante la dictadura de Lanusse, y su compañero y marido de ese entonces, , cayeron presos a consecuencia de una militancia que hasta ese momento nosotros, sus familiares, ignorábamos por completo. Fue algo que a Pachi y a mi nos abrió los ojos y la mente, nos mostró que había una realidad que desconocíamos, cargada de una injusticia que pese a tenerla frente a los ojos no veíamos. Un verdadero cachetazo que nos hizo reaccionar, sacándonos de esa tilinguería adolescente, para comenzar a interesarnos por temas sociales y políticos. Para graficarlo: en muy poco tiempo pasamos de la revista Gente a El Descamisado.
Carlos era de El Trébol, vino a Santa Fe a estudiar Ingeniería Química en el año 1968, aquí entró en una de las residencias del , la de Crespo 3033, donde vivió importantes etapas de su formación personal. Su familia era muy católica, y él un cristiano practicante que muy pronto se hizo muy amigo de quien era en ese momento Rector del Colegio, el cura Atilio Rosso (también ingeniero químico y antiguo ateneísta). Carlos ayudaba en misa y era común verlo trenzado en largas charlas con el sacerdote. A poco tiempo de llegar comenzó su militancia política, se puso de novio con una santafesina e ingresó a trabajar en el Laboratorio Tecnológico de la Facultad. Su militancia estaba fuera de la facultad, en los barrios del oeste de la ciudad donde hacía un trabajo político y de promoción social. El trabajo político se inició con el “luche y vuelve”; el social, en la colaboración con los vecinos para que se organizaran en la búsqueda de soluciones a sus problemas.
El trabajo del grupo se centró en Barrio San Lorenzo, donde se organizó el “Rancho Peronista”, un rancho construido con el aporte de los vecinos. En el “Rancho” se realizaban todo tipo de actividades comunitarias y de promoción social. Por ejemplo se daban clases de apoyo escolar a niños y adolescentes. En esas actividades colaboraba una chica maestra, egresada del Normal y estudiante en el Profesorado, novia de hoy, los dos integran la lista de nuestros muertos.
En el trabajo barrial, Carlos conoció a , una chica residente en el barrio Roque Sáenz Peña, vivía en Corrientes y Lamadrid y era estudiante de Bioquímica. Se pusieron de novios y ella entró también a trabajar en el laboratorio. Poco después se casaron en la capilla San Lorenzo y perteneciente a la parroquia San Antonio de Padua con el cura Atilio Espinosa y se fueron a vivir al barrio San Lorenzo, pero tanta exposición no tardaría en tener sus consecuencias: a fines de noviembre, dos meses después del casamiento, Carlitos y Mary, tuvieron que abandonar Santa Fe, amenazados de muerte por la . Así, obligados a pasar a la clandestinidad, los jóvenes esposos debieron dejar el barrio y la ciudad para refugiarse en Rosario, donde nació su hija Mariana. A Carlitos le faltaba una sola materia para graduarse como ingeniero químico.
Es posible que Carlos haya formado parte de un núcleo que tenía como referencia la casa “de los Cieguitos”, en Santiago 281, donde los no videntes y su esposa , oriundos también de Santa Fe, tenían una fábrica y reparto de soda. La hipótesis se asienta en el hecho de que Carlitos, Mary y Mariana fueron secuestrados el 1 de septiembre de 1977, pocas horas después del allanamiento de esa finca, donde se secuestró a sus moradores haciéndose correr después la versión de que allí se fabricaban explosivos.
Los restos de María Ester Ravelo fueron los primeros en ser identificados entre los ocho sepultados clandestinamente en el campo de maniobras del Ejército “San Pedro”, próximo a Laguna Paiva, y donde también se localizaron los de Mary, Carlitos y . Este hecho también liga el caso del matrimonio Bosso-Salinas con el de los Cieguitos y su captura y asesinato .
La memoria de ambos es recordada en una placa colectiva colocada en la y en el frente de la misma
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Con motivo del, todo su curso de 5to año no concurrió al acto oficial del 25 de Mayo, ella fue una de las impulsoras.
Vivía conque también estudió en la Escuela de Servicio Social y trabajó en el Banco de la Provincia de Santa Fe (hoy Nuevo Banco de Santa Fe) en un departamento interno de la calle San Lorenzo, (con un largo pasillo) donde muchas veces me quedé a dormir porque volvíamos a la noche tarde del barrio.
La última vez que la ví fue el 1º de agosto de 1975, mi segunda hija había nacido dos días antes y fue a mi casa a conocerla y a despedirse, se iba de Santa Fe porque las cosas se habían puesto muy peligrosas para ella. Nunca más la ví, supe que murió junto al el 20 de octubre de 1976 en Rosario.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la l y un mural en el
A Marcos, sus amigos lo llamaban “Cacho”, era el . Al igual que él, cuando viene desde Goya (Ctes.) a estudiar ingeniería química en Santa Fe, reside en el y se une a las filas del Ateneo.
Entre los años 69-70, fue responsable de una de las casas del CMU, la de calle 9 de julio, donde asume el compromiso de la militancia desde la periferia de la organización (entre los fundadores de esta organización estaba ). Entre 1973-75, trabajo en el IPEC de la provincia (Estadística y Censo) en donde conoce a , que también militaba en el Ateneo de Química
Como responsable de la J.P en la zona oeste, se van a vivir a “El Triángulo” (hoy Villa del Parque) donde ambos colaboraban en la obra del en las obras que llevaban a la organización de los vecinos, la promoción y mejoramiento de esa barriada.
Su memoria es recordada en placas colectivas colocadas en la y en
Laurita había nacido el 18 de marzo de 1951 en la ciudad de Santa Fe, realiza sus estudios secundarios en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, y obtiene título de Maestra Normal Nacional. Empezó a estudiar Historia, pero luego respondiendo a sus inquietudes sociales y políticas decide ingresar a la Escuela de Servicio Social de Santa Fe, en marzo de 1972 tenía 20 años.
Sus amigos, la recuerdan así:
Escribía poesía y sus poemas mostraban un mundo cotidiano transfigurado, hecho de armonía y cierta levedad, un mundo de amores y sopas. Era hija única de un matrimonio que vivía frente al parque Sur, y tenía una relación maravillosa con su papá.
Su sentido del humor era casi infantil. Se reía mucho y cultivaba con todo cuidado un estilo transgresor, de pequeñas audacias como fumar por la calle o ponerse alguna pilcha un poco diferente.
Como todos nosotros, amaba la literatura, el cine, los Beatles y Serrat.
Había en su manera de ser cierto aplomo de barrio Sur, colegio de monjas, pero ninguna arrogancia. Más bien cierta manera suya, muy entrañable, de tomar el mate, de acompañar desdichas, de alegrarse o sufrir por un amor.
Cuando comenzó a interesarse por la militancia fue cambiando. Trabajar en el Hogar Estrada le permitió conocer y probar su capacidad de afecto y cuidado por los chicos, con los que nunca tuvo una actitud condescendiente, sino más bien alegre, parecía despreocupada, pero en realidad no lo era llevaba a los pibes de aquí para allá, a la casa de sus padres, a la nuestra por las tardes, inclusive a dormir, lo cual seguramente le demandaba no poco esfuerzo y bastante tiempo. Uno no lo notaba porque Laura sabía transformar todo en una especie de fiesta.
Cuando se fue a Rosario quizá a estudiar psicología, la vimos un poco menos. Sabemos que fue allí donde se entregó a la militancia. Poco antes de su muerte había estado con nosotras, preocupada por algo que quizás intuía. Como otro testimonio la vi muy pocos días antes de que la mataran. Vino a conocer a mi hijo recién nacido, el primero del grupo, sin importarle que yo tuviera arresto domiciliario. Estaba triste por la caída de su compañero, nos juntamos en el baño, como antes, como siempre, para poder hablar. Nos despedimos con un abrazo estrecho, largo y nos dijimos: “cuidate”.
para Laurita
Pasta de Alfonsina
Tanto te gustaban las poesías
Laurita
que por abrazar tu verso imposible
te acribillaron miserablemente.
Te escapaste de tu casa
y abandonaste el círculo universitario;
Dejaste a un lado los minos
atraídos por tu belleza;
Hasta un romance en serio
de carácter intelectual
rechazaste;
Y sin despedirte de nadie
emprendiste el viaje.
Fue tu amor más intenso
desgraciado
maravilloso y tabicado;
Varias veces definitivamente roto
y otras aún más fuerte, reiniciado;
Amor escrito y discutido
indisciplinado;
Rebelde en la rebeldía
Clásico;
Amor que rima con lucha
pasión, entrega, vida.
Con una prisa blanca
suicida;
Sin dejar notita alguna
o mensaje de memoria;
Con esa pasta de Alfonsina
y tu cuerpito enamorado;
Tu frente en alto
y tu mano extendida,
al poema de tu destino;
En la cita con tu amado
Laurita
te acribillaron miserablemente
Skargeko (Oscar Sergio Pérez) Estocolmo, jul 07
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Escuela de Trabajo Social de la UNL, en el Colegio de Asistentes Sociales y la Escuela Normal
La Facultad de Humanidades y Arte de la Universidad Nacional de Rosario llevó adelante la restitución de legajos de 78 estudiantes, graduados y docentes desaparecidos o asesinados durante la última dictadura.
Mi hermano Domingo, “el Negro”, nació en Gualeguay, tenía 2 años menos que yo, vivíamos allí porque era el lugar en el que Prefectura había destinado a mi papá, después, nos trasladamos a San Nicolás donde nació Darío, luego fueron Goya y Diamante, y finalmente vinimos a Santa Fe. Primero llegó el viejo, debe haber sido más o menos por el 59 o el 60, luego vine yo, para empezar el secundario en el Simón de Iriondo, después, llegaron el Negro y el resto de la familia, él empezó en el Comercial. La familia se instaló en Guadalupe donde papá compró una casita modesta. Cuando le llegó el ascenso a Prefecto Mayor decidió retirarse, tendría que haberse trasladado a Rosario o Dock Sur y a él le gustaba esta ciudad, le parecía un lindo lugar para que nosotros pudiésemos estudiar, crecer, desarrollarnos.
De chicos el Negro era como todos, jugábamos mucho los tres hermanos. Al finalizar el secundario el Negro decidió estudiar medicina, pero ¡Qué ironía¡ cuando vio el primer cadáver dijo:¡esto no es para mí¡¡ Se volvió y empezó Ingeniería Química, nunca se recibió, aunque siempre fue un alumno destacado, pero se dedicó con alma y vida a la militancia y le quedó una materia. Fue en la Facultad donde se metió de lleno en la política, aunque ya en el colegio secundario militaba en la UES, participaba en los trabajos barriales colaborando con el cura Catena, en realidad, todos andábamos por los barrios comprometidos en las tareas sociales. Donde había un problema social estábamos metidos, era una época maravillosa, el compañerismo, la solidaridad, el jugarse por el otro, algo que ya no vamos a ver más…..
Mi padre era peronista pero no lo manifestaba por su profesión, mi madre era sumamente religiosa. El viejo era honesto, austero, solidario, generoso, colaboraba con todas las instituciones de bien público, sin dudas esa crianza nos marcó y tuvo mucho que ver con las opciones de vida que tomamos después, la época hizo el resto. Los amigos solían preguntar ¿cómo son ustedes tan pobres, si todos los jefes de la Prefectura tienen plata? Claro todos tenían buenas casas y la nuestra era muy modesta, no nos faltaba nada, pero tampoco sobraba.
En el 68 yo me fui a trabajar a Buenos Aires y nos veíamos muy poco, estuve allá varios años, cuando regresé entré a trabajar en FIAT, en motores y camiones, allí había muchos compañeros, nos reuníamos en un local de 25 de Mayo y Rosario, el sindicato del Gringo Canónico, Obreros del Transporte Urbano, lo que después fue la UTA, ahí empezamos a organizar la JTP.
En esa época, Domingo vivía en el barrio Centenario con Stella, su esposa, con quien se habían conocido en la Facultad. Ella, en su pueblo, había sido “Reina de la Vaquillona” por lo que la vivían cargando. Para todos era “la Gorda Estela” aunque era solo de contextura robusta, pero la gran mayoría éramos flacos y flacas. Era también una gran militante, en el grupo de oradores de Ateneo (previo a la JUP) era la única mujer, y defendía su lugar enojándose con todos los varones que tendían a ubicarse en un rol de superioridad.
La familia de Stella vivía en San Jerónimo Norte, pero ella había nacido en Crucellas un 3 de abril de 1950. Solía atender el kiosco de Ateneo en Química, vendiendo apuntes y repartiendo volantes de Ateneo, en fin militando. Como todas las chicas militantes daba poca o nada de importancia a la coquetería, era característico su pelo atado en una “colita” con hilo sisal, camisa, vaqueros y el clásico poncho rojo en el invierno.
Con mi hermano éramos muy amigos pero militábamos en paralelo aunque algunas veces nos encontrábamos como por ejemplo cuando fuimos a Ezeiza a recibir a Perón, yo había ido con los del sindicato en un colectivo de la línea 14, paramos cerca de la cancha de Vélez, millones de personas, miles que se agrupaban bajo las banderas de Montoneros, cuando se armó el tiroteo era un desastre, no entendíamos nada, corrimos, nos separamos, las sirenas de las ambulancias sonaban permanentemente, empecé a preguntar por la gente de Santa Fe hasta que me subí a un colectivo y ¡ahí estaban Stella y el Negro¡¡
Recuerdo una anécdota de cuando yo todavía vivía en Buenos Aires. Había venido a Santa Fe justo cuando hay una gran manifestación cerca del Parque Garay, debe haber sido cuando el “manzanazo”, encanaron a mucha gente. A una piba la violan en una comisaría, el Negro me pide que la lleve a Buenos Aires para cuidarla y como apoyo me lo manda al Publio, los dos eran muy jovencitos. Resulta que él estaba re-enamorado, pero a la piba no le gustaba. Me puso las quejas, no quería estar todo el día con él, yo no sabía que hacer con los dos pibes, así que lo llamé al Negro para que los fuera a buscar. Además de militar ¡teníamos que hacer de padres ¡!
Domingo era responsable de todo el territorio, manejaba los barrios, Barranquitas, Escalante, San Lorenzo. Le prestábamos el garage de casa para las reuniones, y entonces, a los viejos, empezaron a allanarlos a cada rato, mi padre nos apoyaba, sacaba su carnet y los paraba mientras nosotros nos escapábamos por atrás, por estas cosas el pobre se fue quedando sin sus viejos amigos de la Prefectura, sólo le quedaron uno o dos.
Cuando Domingo y su esposa tienen que pasar a la clandestinidad se van a Rosario, creo que no lo vi más, él no quería encontrarse con nadie de la familia, era peligroso, nunca se sabía dónde estaba el enemigo. A Stella y Pablito los veía en el Parque Independencia, en el Zoo, cerca de la cancha de Ñul, Rosario era un nido de víboras mientras estábamos en el Zoo por lo menos pasaban siete vehículos de distinto tipo, pero todos armados hasta los dientes. Recuerdo que Pablo sólo comía yogurt y postrecitos, al pobrecito la madre tenía pocas oportunidades de cocinarle estando siempre escondiéndose y corriendo de un lado para el otro.
Un día llamó Stella avisando que habían matado al Negro. Vamos a buscarlo, nos presentamos en el Comando, el viejo era milico y tenía acceso a muchos lugares, pero yo tenía antecedentes, JTP, peronista, gremialista… Bueno, ahí no nos dieron información, nos fuimos, yo dije: Acá mejor no volvamos, si vuelvo, me dejan. Entonces fuimos al Hospital, allí nos enteramos que estaba internado un oficial o suboficial y había otro en la morgue. En una pinza se habían enfrentado con el Negro que venía en un colectivo, se resistió, hirió a dos y corrió, entonces lo mataron. Tenía 38 balazos. Un enfermero nos conectó con un tal Jorge Marzo “un lechuzón”, que tenía una funeraria clandestina, según me dijeron era ahijado del Jefe de Policía de Rosario y así había montado su negocio. Cuando se enteraba de algún muerto, llamaba a los padres y (a cambio de un pago) les conseguía la devolución del cuerpo.
Fuimos entonces a lo de Marzo, nos atendió muy bien, nos invitó a comer y nos informó que el cadáver estaba en el cementerio de La Piedad, hizo los trámites, nos llevó a Tribunales y así pudimos traerlo a Santa Fe, lo enterramos luego de un velatorio en Calleja al que muy pocos pudieron asistir.
A los pocos meses se publica la noticia de un operativo donde había muerto una mujer “María Rosa” creo, por la dirección mi padre dijo, ésa es Stella, él sabía dónde vivía. ¡Vamos! le digo. Nuestra preocupación era encontrar a Pablito. Pero ¿dónde ir? Fuimos nuevamente a lo de Marzo con una foto del nene. Recorrimos muchos lugares y finalmente caímos a una comisaría cerca del centro, en la calle Caferata, ahí estaban decenas de pibes de todo el país, hijos de militantes, peladitos, con olor a desinfectante, cuidados por mujeres policías…como una guardería. Entre ellos estaba Pablo, primero lo vio mi papá, después yo. La única prueba que teníamos era la foto, él era muy chiquito y cuando le preguntaban el nombre decía otro, claro estando en la clandestinidad los padres cambiaban el nombre de sus hijos como una medida más de seguridad, pero eso dificultaba la identificación. Cuando finalmente nos hicieron entrega del nene, la jueza nos aconsejó que lo adoptásemos con mi esposa, mis padres eran demasiado grandes para criar a un chiquito, así es como Pablo, fue mi sobrino, mi ahijado y finalmente mi hijo.
Cuando logramos rescatarlo y nos quedamos tranquilos con él empezamos a pensar en la madre y llamamos nuevamente a Marzo. A los pocos días nos avisa que en el Cementerio de La Piedad había tres cadáveres y que uno podía ser el de Stella, yo ya no me animé a ir y el viejo finalmente decidió llamarlo al padre de ella para que se encargara su familia. Un comisario amigo les dijo que ella estaba bien, que no hicieran nada para no ponerla en peligro, no fueron, mi cuñada sigue desaparecida.
/ Testimonio de su hermano Daniel
El Negro era una figura muy vista, lo que denominábamos “de superficie”. Era muy militante, andaba siempre por la facultad porque su misión era captar militantes, ver a la gente que se acercaba, pero, al mismo tiempo era muy estudioso. Eso era una conducta en todos los militantes, nos exigíamos cumplir con el estudio y estar cerca de los compañeros.
Era muy calmo, tranquilo, a través de él me acerqué al Ateneo. Su compañera la gordita Estela era un poco más seria, el Negro era más simpático, más llegador.
En ese momento teníamos una actividad fundamentalmente relacionada con nuestra formación y las posibles opciones políticas. Leíamos "Cristianismo y revolución" que era revista dirigida por García Elorrio, el documento de Medellín, y otros materiales y documentos. Tiempo después se comenzó a discutir la opción por el peronismo. Lentamente íbamos leyendo, profundizando.
/ Graciela del Rey
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la FIQ-UNL
Los responsables de sus secuestros y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Guerrieri
La familia de Stella vivía en San Jerónimo Norte, pero ella había nacido en Crucellas un 3 de abril de 1950. Solía atender el kiosco de Ateneo en Química, vendiendo apuntes y repartiendo volantes de Ateneo, en fin militando. Como todas las chicas militantes daba poca o nada de importancia a la coquetería, era característico su pelo atado en una “colita” con hilo sisal, camisa, vaqueros y el clásico poncho rojo en el invierno.
Hizo pareja con Domingo Del Rosso con quien se habían conocido en la Facultad y vivía en el barrio Centenario. Ella, en su pueblo, había sido “Reina de la Vaquillona” por lo que la vivían cargando. Para todos era “la Gorda Estela” aunque era solo de contextura robusta, pero la gran mayoría éramos flacos y flacas. Era también una gran militante, en el grupo de oradores de Ateneo (previo a la JUP) era la única mujer, y defendía su lugar enojándose con todos los varones que tendían a ubicarse en un rol de superioridad.
Cuando tienen que pasar a la clandestinidad se van a Rosario.
A Stella y Pablito los veía en el Parque Independencia, en el Zoo, cerca de la cancha de Ñul, Rosario era un nido de víboras mientras estábamos en el Zoo por lo menos pasaban siete vehículos de distinto tipo, pero todos armados hasta los dientes. Recuerdo que Pablo sólo comía yogurt y postrecitos, al pobrecito la madre tenía pocas oportunidades de cocinarle estando siempre escondiéndose y corriendo de un lado para el otro.
Un día llamó Stella avisando que habían matado al Negro. (...)
A los pocos meses se publica la noticia de un operativo donde había muerto una mujer “María Rosa” creo, por la dirección mi padre dijo, ésa es Stella, él sabía dónde vivía. ¡Vamos! le digo. Nuestra preocupación era encontrar a Pablito. Pero ¿dónde ir? Fuimos nuevamente a lo de Marzo con una foto del nene. Recorrimos muchos lugares y finalmente caímos a una comisaría cerca del centro, en la calle Caferata, ahí estaban decenas de pibes de todo el país, hijos de militantes, peladitos, con olor a desinfectante, cuidados por mujeres policías…como una guardería. Entre ellos estaba Pablo, primero lo vio mi papá, después yo. La única prueba que teníamos era la foto, él era muy chiquito y cuando le preguntaban el nombre decía otro, claro estando en la clandestinidad los padres cambiaban el nombre de sus hijos como una medida más de seguridad, pero eso dificultaba la identificación. Cuando finalmente nos hicieron entrega del nene, la jueza nos aconsejó que lo adoptásemos con mi esposa, mis padres eran demasiado grandes para criar a un chiquito, así es como Pablo, fue mi sobrino, mi ahijado y finalmente mi hijo.
Cuando logramos rescatarlo y nos quedamos tranquilos con él empezamos a pensar en la madre y llamamos nuevamente a Marzo. A los pocos días nos avisa que en el Cementerio de La Piedad había tres cadáveres y que uno podía ser el de Stella, yo ya no me animé a ir y el viejo finalmente decidió llamarlo al padre de ella para que se encargara su familia. Un comisario amigo les dijo que ella estaba bien, que no hicieran nada para no ponerla en peligro, no fueron, mi cuñada sigue desaparecida.
/ Daniel Del Rosso, su cuñado
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la FIQ-UNL y en actos realizados en Espacio de Memoria Quinta de Funes
Los responsables de sus secuestros y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Guerrieri
Nace en la ciudad de Santa Fe el 12 de junio de 1948, en una familia auténticamente tradicional del barrio sur de Santa Fe, donde junto a sus padres, Alicia y Héctor, y sus ocho hermanos ... aprende valores firmes, solidaridad vivida, casa de puertas abiertas, donde la mesa tendida era para todos...
Durante su etapa de educación primaria y secundaria la Escuela Normal General San Martín, se la recuerda como persona alegre, servicial, buenaza...
Ingresa en la Escuela de Servicio Social en el año 1967... Con ella vienen los cuestionamientos al Servicio Social de ese momento...
Es en este proceso en que “la Gorda” abraza el perfil militante peronista...
Y así es que en la práctica se enamora del Barrio Barranquitas Oeste... y de su gente...
Trabajando en SPRAI, (Sociedad Pro Rehabilitación del Discapacitado), la busca el Padre Osvaldo Catena, para ser Asistente Social en la Escuela “Cristo Obrero” de Villa del Parque, por haber conocido su práctica colmada de dignidad, fortaleza y pasión...
Estas cualidades le permitan a Graciela llevar el trabajo en ambos barrios con excelencia profesional...
Es que ella abraza todo con pasión ilimitada... con amor total... nunca decía no puedo ni dejaba a medias lo iniciado... típica osadía de entonces, ¡qué tanta falta nos hace hoy!, en ese nunca cansancio de salto y canto permanente!
Y se va a Rosario... y no puede volver a rendir la monografía para lo cual se había logrado conformar un jurado por excepción en el emblemático año 1976...
Ya el título de la misma “La problemática de la marginalidad en Santa Fe”... muestra que el trabajo social es para ella “un modo de vivir” en la urgencia de hacer una Nación donde quepamos todos, utopía épica dura y estoicamente maravillosa!
Así como su hermana Susana (docente), es detenida- desaparecida en septiembre del año 1977 en Rosario.
Estaba embarazada... Hay quien dice haberla visto con un embarazo ya muy avanzado, en algún lugar, su hijo, quizás un coloradito, vive ignorando que persona grandiosa fue su madre...
Desarrolló una activa militancia en la Escuela Cristo Obrero de Santa Fe junto al Padre Osvaldo Catena, afirmándose en su compromiso político con el peronismo. Allí en el barrio de Barranquitas Oeste lleva adelante su obra social. Docente en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Rosario. Graciela y Pedro Pablo Delgado se conocieron en el ámbito de la militancia barrial en Rosario. El joven había comenzado su militancia junto a los curas de base. Ambos participaron en la JP y en la organización Montoneros. Sus compañeros la conocían como "Color" o "Colorada" y ya en la clandestinidad como "Juana", "Analía" o "Sara". A Pedro lo llamaban "Oveja", "Yaco" o "Manolo". Fueron secuestrados el en septiembre de 1977 en Rosario. La joven estaba embarazada de tres meses y medio, se cree que en cautiverio dio a luz un bebé. Cuando ellos desaparecen su padre presento los habeas corpus correspondientes.
(Abuelas de Plaza de Mayo lo incluyó en su búsqueda)
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Escuela de Trabajo Social de la UNL, en el Colegio de Asistentes Sociales y la Escuela Normal,
El Equipo Argentino de Trabajo e Investigación Psicosocial - EATIP realizó un Homenaje a trabajadrxs de la salud mental detenidxs-desaparecidxs
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Guerrieri IV
Norma y Nora, eran mellizas, habían nacido el 12 de julio de 1955 en la zona rural de San Agustín, una población cercana a la ciudad de Santa Fe. La familia siguiendo los trabajos del padre se trasladó a San Jerónimo Norte y luego a la vecina Santo Tomé, donde cursaron la primaria en la escuela Juan de Garay.
Cuando estaban por ingresar al secundario, se trasladan a Arroyito, provincia de Córdoba lugar que las acogió de tal manera que hace unos años en un festejo de la escuela donde concurrían fueron recordadas en un acto homenaje, allí estuvieron hasta poco después de cumplir los 15, regresan a establecerse en Santo Tomé, ingresan al Liceo Nacional de Señoritas Victoriano Montes, donde terminan el bachillerato.
Hubo un intento de estudiar en la Universidad pero diversos motivos hacen que pronto comiencen a trabajar, Nora, era empleada en la heladería Colussi. Debe haber sido más o menos por el 72 o 73, en esos tiempos cuando empiezan a militar en la Juventud Peronista, en una básica de Santo Tomé.
Eran dos jóvenes como tantas otras chicas, las salidas en grupos, las fiestas, los bailes, pero siempre con un sentido de solidaridad e independencia, de niñas una era fanática de Palito Ortega, la otra de Sergio Denis, y amantes de la lectura, siempre ayudando a los más indefensos en algún momento llevando cuidado y alfabetización a chicos con problemas físicos que les impedían asistir a las escuelas. Su hermana las recuerda como dos chicas muy cariñosas con su familia, muy unidas entre ellas, todo lo hacían juntas y sobre todo muy generosas. La madre solía decirles: “No tienen que ponerse porque todo lo regalan, si tienen dos pares de medias, regalan uno…”
Norma es abatida en el allanamiento del ejército a una vivienda en Guadalupe Oeste junto a dos compañeros Joselo Gómez y Silvia Wollert, el 24 de Marzo de 1977, esa vez no avisaron, la familia al reconocer la casa en los diarios comienzan a buscar a Norma, pasadas algunas semanas les muestran los cuerpos de las mujeres en el Hospital Iturraspe, al no haber convencimiento pleno de identificación sus padres siguen con la esperanza de encontrarla con vida, con el tiempo y tras muchas averiguaciones conocen que las dos jóvenes muertas en ese enfrentamiento fueron enterradas en el cementerio municipal.
Ubicadas las tumbas y pasados varios años la madre sin poder saber cuál de ellas era su hija decide colocarlas juntas en el nicho donde estaba Nora, con el tiempo y muchas investigaciones se logró conocer las identidades y hoy cada familia guarda sus memorias.
A raíz de estos hechos un antiguo novio (con el que hacía un tiempo había roto relaciones) fue detenido y objeto de golpizas, además un familiar que figuraba como garante del alquiler de la casa, se presenta voluntariamente en la policía con el propósito de aclarar situaciones y continuar con su vida y su trabajo en forma normal, ya que en la familia se había notado la presencia de vigilancia y todo tipo de hostigamiento, este fue detenido durante una semana. De la casa se llevaron todo, a los vecinos les dijeron que se llevaban televisor, heladera, otros muebles y todas las pertenencias porque allí se encontraría el material subversivo que sería objeto de investigación.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Plaza Santo Tomé
Los responsables de sus asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada Santa Fe
Nilda nació el 16 de enero de 1947, era hija de Otilia Acuña de Elías y de Made Elías, se casó con Luis Ismael Silva, tuvo tres hijos: Luis Marcelo, Valeria Mariana y Nicolás Ernesto.
Nació, creció y militó en el barrio Santa Rosa de Lima de Santa Fe. Con gran esfuerzo se recibió de maestra en la escuela Normal N° 32 Gral José de San Martín. Fue catequista, vecinalista, participó en la fundación de la vecinal “12 de Octubre", fue maestra en los grados radiales, en las zonas mas pobres de su barrio. Luchó por el loteo, el agua corriente, la luz eléctrica, la dignidad y el trabajo.
A fines de 1974 se trasladó a la provincia de Buenos Aires junto a su esposo Luis Silva e hijos. Militó en La Matanza en la columna este. A fines de 1976 la familia se refugió en la ciudad de Resistencia, Chaco, permaneciendo un corto tiempo, hasta que Luis en uno de los viajes que realizaba a Buenos Aires fue desaparecido en Morón el 11/11/76.
Nilda, sabiéndose perseguida, había dejado sus hijos en casa de su madre en Santa Fe, pero volvió para el cumpleaÑos del pequeño Marcelo, alguien denunció su presencia, las fuerzas de la represión rodearon la casa, y la fusilaron. Era el 11 de abril de 1977, cayó en la vereda de su casa materna del barrio Santa Rosa de Lima, en presencia, no sólo de sus hijos y su madre, sino también de numerosos vecinos, sin embargo, la noticia apareció en la prensa local como un enfrentamiento...
TESTIMONIO DE OSVALDO SILVA, PÁRROCO DEL BARRIO:
“Quiero enseñar catecismo”, me dijo Nilda. El pedido fue corto, seguro, sin rodeos. La miré. Tenía 16 o 17 años. La recuerdo menudita, más bien baja, bien proporcionada, con ojos oscuros e inteligentes, rostro en triángulo, con una sonrisa entre simpática y picaresca. ¿Podrás entenderte con los chicos? Le pregunté...”En un año me recibo de maestra” me contestó. Quedé sorprendido. En el “Santa Rosa” del año 66 era casi imposible encontrar a un joven cursando el secundario. Y de pronto me encuentro con alguien que está por recibirse de maestra. “Aquí hay voluntad, firmeza y determinación”, pensé. Así fue como, Nilda Elías, se hizo militante parroquial. Se integró en el grupo juvenil, y allí afloró su pasión por el trabajo social. No era de aquellas personas que anhelan abandonar el barrio en pos de una promoción individual. Su voluntad era promocionarse con la gente del barrio, comunitariamente. Se entendía por promoción, al ascenso humano a través de la educación y la lucha por la vida digna. Esto es importante para entender el compromiso de Nilda. Por eso fue maestra en la escuela parroquial, y dirigente vecinalista en la vecinal que ayudó a fundar, la “12 de Octubre”. Eligió ser maestra en los grados radiales de la Escuela, en la zona más desamparada del barrio. Yo diría, una zona marginada, dentro de un barrio marginado. Allí junto con Luis ejerció su trabajo social. Lucha por el loteo, vivienda, trabajo, dignidad de vida. Esos eran los objetivos. Luis Silva fue su compañero. Imposible de olvidar. La unión de sus vidas ahondó el compromiso social y político de ambos. La semilla del evangelio cayó en tierra fértil. Estoy convencido, que muy en el fondo de sus corazones, consciente o inconscientemente, la fuerza que los empujaba a dar siempre más, era la fuerza del Evangelio de Cristo.
Han pasado 30 años. Hoy sus tres hijos han vivido mucho más que ellos. Dios les dio el premio de la eterna juventud. Nunca envejecerán. Siempre los recordaremos con sus rostros jóvenes, veintiañeros, soñando un mundo mejor.
“Por los frutos los conoceréis”. Las obras por las que trabajaron, lucharon, se alegraron y sufrieron están allí. Agua, luz, loteo, asfalto, casa propia, y sobre todo, dignidad de vida para quien quiso entender el mensaje. Los grados radiales de Nilda, fueron la semilla de lo que hoy es la Escuela Monseñor Zaspe. Y además, el fruto hecho recuerdo imborrable que dejaron en todos nosotros.
Lo absurdo e irracional entró en la vida de Nilda de mano de la delación y la cobardía. Dos autos, con vidrios polarizados, entraron al barrio. Era de noche. Bajaron hombres con armas en las manos, rodearon la casa y se parapetaron detrás de los árboles. ¡Tanto aparato, tanta cobardía para acorralar a aquella joven que diez años antes me había dicho: “quiero enseñar catecismo”!
Nilda no huyó, no suplicó, no pidió clemencia. Simplemente enfrentó el momento supremo de toda vida humana con la convicción y certeza de lo vivido. Atravesó la puerta de calle, y allí, delante de sus tres hijos, la fusilaron.
Con Luis fue coincidencia que tengamos el mismo apellido, tal vez somos parientes en algún abuelo lejano, no interesa. Lo cierto es que, a través del recuerdo, el haber compartido con Luis un compañerismo de años, lo guardo como un privilegio.
Cuando llegué a Santa Rosa, en el 66, como responsable de la Parroquia, Luis, ya estaba. Era un chico de unos 15 años. Moreno, más bien alto, ojos muy inteligentes, rostro sonriente, siempre dispuesto a un comentario cómico. Siempre dispuesto a dar una mano en trabajo.
Lo recuerdo rodeado de chicos, lo recuerdo en la catequesis, lo recuerdo organizando charlas para la formación de los jóvenes, colaborando y distribuyendo “El Dominguero” (publicación de la Parroquia), hablando por la propaladora de la Parroquia, junto con Julio Figueroa, en tiempos en que era complicado manipular un micrófono, cuando estabas enfrente de la Comisaría. Lo recuerdo recorriendo el terraplén Irigoyen en tiempos de inundación, y hombreando bolsas de arena para cerrar alguna filtración.
En la Parroquia habíamos formado un grupo llamado de Promoción. La finalidad era promover en los distintos sectores del barrio, la defensa de los derechos individuales, la autogestión, el reclamo a las autoridades por la falta de servicios (agua, luz, comunicación). Luis, junto con Nilda, eligieron la zona sur. De este trabajo con los vecinos nació la vecinal “12 de Octubre”. Fue entonces que ambos comenzaron a dedicar más tiempo a la vecinal que a la Parroquia. Y fue también en ese tiempo que ambos se casaron. De ese matrimonio nacieron tres hijos.
Luis fue uno de los fundadores y promotores de la Cooperativa de Ladrillos, en la que hubo trabajo para los vecinos, y los ladrillos eran destinados a la construcción de viviendas por ayuda mutua. Se construyeron casi 100 viviendas y así el ladrillo reemplazó al adobe en la zona sur del barrio.
Lo recuerdo en la huelga de hambre en que se logró el loteo del barrio...
Después adoptó una actitud distante de la Parroquia y de los amigos, tal vez para protegernos. Había rumores sobre su filiación montonera. También supimos que había sido nombrado miembro del Consejo Nacional del Peronismo de Barrios.
Posteriormente se trasladó a Buenos Aires. Lamentablemente no lo vi más. Supe que estuvo varias semanas como desaparecido. Me comentaron que cuando recuperó la libertad juró que nunca más lo agarrarían vivo. Poco después me enteré que había muerto en un tiroteo.
Actualmente una de las calles de Santa Rosa de Lima recuerda su nombre junto con el de Nilda.
Estoy seguro que si León Gieco hubiera sido en aquel tiempo lo que es hoy, “El Ángel de la Bicicleta” lo hubiera escrito para Luis.
Osvaldo Silva (ex cura del barrio), 31 años después. Santa Fe, 30 de mayo de 2007.
OTILIA
Todos los 17 de marzo, Otilia, nos espera en la puerta de su casa. Allá llegamos, mate en mano a festejar su cumpleaños, este año 2022 será el 102. Una cita ineludible para quienes conocemos y queremos a esta mujer extraordinaria. Otilia, la Oti, vecina del Barrio Santa Rosa de Lima, Madre de Plaza de Mayo, luchadora incansable, presente en todas las luchas. Ella nos recibe con la cálida, amorosa sonrisa de siempre, recordará una vez más como asesinaron a su hija Nilda, allí cayó, dice señalando un trozo de vereda cubierto por gramilla, es que a su hija la fusilaron frente a sus ojos en la vereda de su casa. No tardará en recordarnos que “la única lucha que se pierde, es la que se abandona”. Y ella no abandona, aunque no tenga la misma fuerza física de antes, su fortaleza espiritual la llevará dentro de pocos días a encabezar la marcha que todos los 24 de marzo reclama Memoria, Verdad y Justicia.
Vive en la misma casa en la que se instaló con Made Elías, su esposo, cuando allá por los años del primer gobierno de Perón fueron a vivir a Santa Rosa, la casa fue creciendo de a poco y con mucho esfuerzo a medida que llegaron los seis hijos, Nilda fue la tercera. El barrio en esa época carecía de todo, no había alumbrado público ni agua, tampoco escuelas, las calles de tierra se inundaban o convertían en lodazales en los días de lluvia. Made trabajaba en un carro con el que vendía verduras, Otilia en el servicio doméstico o como cocinera en la Casa del Obrero Estudiante y en el Colegio Mayor Universitario. A pesar de todas las carencias, Otilia que recién a los 80 años aprendió a leer y escribir, se empeñó en que sus hijos tuvieran educación escolar y su mayor logro fue que Nilda se recibiera de Maestra.
El 11 de abril de 1977, cuando la patota del ejército y la policía ultimó a su hija, Otilia se convirtió en madre-abuela de tres niños pequeños Marcelo de seis, Valeria de cuatro y Nicolás de siete meses. A los 55, debió salir a luchar para atender a la salud, la educación, la alimentación y la vestimenta de los pequeños tarea nada fácil en un contexto de pobreza, represión y miedo.
De dónde saca tanta fortaleza esta mujer? Ya en época de Alfonsín, antes de integrarse a Madres, inicia su militancia congregando en su casa a los vecinos para el reparto de las Cajas Pan (Plan Alimentario Nacional). En 1985, brinda su testimonio para la película “La casa de al lado” de Raúl Beceyro.
Al recordar los primeros años de lucha en los organismos de DDHH, Otilia dice que en ese momento pensaron “Si vamos a estar con miedo no vamos a hacer nada, y así empezamos a agarrar coraje”. Cuando cayó la dictadura, continuó trabajando por una sociedad más justa, colaborando con las entidades del barrio, abrió en su casa un centro de alfabetización, constituyó la Asociación Civil ley 5110, acompañó en las calles las luchas de los ’90 al lado de sindicatos y desocupados. Marchó a la cabeza junto con otras Madres y el movimiento de derechos humanos en demanda de juicio y castigo contra las leyes de impunidad. Caminando o en sillas de ruedas, sigue encabezando las marchas del 24 de marzo. Desde el primer Juicio a los genocidas está presente en todos los Juicios realizados en Santa Fe. Y tampoco falta su presencia en las diferentes luchas por derechos sociales como la de los inundados, las de Una Menos, o luciendo el pañuelo verde por el derecho al aborto.
Es por todo esto que la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe le entregó la “Distinción a los valores democráticos “por su compromiso y su obra”. Otilia Acuña de Elías es un “Ejemplo de Vida”, como la llamó en esa ocasión el Presidente de la Cámara, Antonio Bonfatti, que presidió el acto.
Para nosotros, “la Oti” es mucho más que eso, ella representa la sabiduría, el amor, la ternura, el coraje, la solidaridad, la utopía y la alegría de saber que un mundo mejor es posible, porque:
LA UNICA LUCHA QUE SE PIERDE, ES LA QUE SE ABANDONA.
INSTRUCCIONES PARA HACER POLENTA
Receta de la abuela.
Durante mi infancia faltaron muchas cosas, pero polenta no, eso había y mucha. Con salsa, con crema, con queso, salada y hasta dulce. La abuela me enseño a hacer polenta, en los años en los que no venía instantánea y siempre tenía gorgojos. Hay que ponerla un ratito al sol y los bichitos se van. Hay que poner el agua a hervir, con sal y un caldito de gallina si tenés. Una vez que hierve, sacás el agua del fuego y ponés la polenta en forma de lluvia mientras revolvés con una espátula o cuchara larga, porque a veces salta y si te quemas te hace unas ampollas terribles. Tenés que tener agua bien caliente lista para ir agregándole a medida que te va pidiendo. La ponés al fuego y revolvés. Mientras se seca le agregas agua, y revolves…15 o 20 minutos. Tenés que poner el fuego en mínimo porque salta mucho, y no podés dejar de revolver porque se quema o se hacen pelotones. Si tenés queso al final le ponés que queda riquísimo, manteca si tenés sino aceite, también leche si tenes un poquito le podes poner…
Me enseño a hacer polenta y a no quedarme callada.
Me trasmitió el orgullo que sentía por mi mamá, la hija que se recibió.
Me explicó que mi papá era un importante dirigente villero y montonero y que si alguien según sus propias palabras me decía otra cosa era mentira.
Me contó anécdotas de mi mamá docente, vecinalista y luchadora; de mi papá inquieto, desfachatado, entrador y luchador.
Me llevó a mí y a mis hermanos a Buenos Aires a un montón de marchas. La que más recuerdo es la de los 100 días de la democracia, las madres entraban a la plaza haciendo fuerza, había mucha gente y no todos abrían paso. Yo sabía que no me podía soltar por nada. En un momento de tensión se descompuso y la tuvieron sacar a una posta sanitaria… se recompuso y empezó a gritar mi nieta, mi nieta…yo estaba al lado de ella.
Siempre marchó y trabajó junto a sus vecinos del barrio Santa Rosa de Lima. No se perdía una marcha docente, porque su hija era docente. Marchó con todas las causas justas y populares.
Ella era humilde y amorosa con quienes la respetaban, y era altanera o indiferente con quienes la falseaban o denostaban.
Era peronista, pero no la limitaban las etiquetas políticas si tenía que pedir por un vecino o vecina. No era tanto de decir, era más de hacer…nunca faltaba a una lucha.
Me y nos enseñó a todes que la unica lucha que se pierde es porque se abandona. Su cuerpo gastado y viejo la dejó, pero ella nunca abandonó la lucha.
Valeria Silva, su nieta, cuando el el 1° de octubre de 2024 Otilia marchó a la eternidad
El Foro Contra la Impunidad y por la Justicia colocó Baldosas de la Memoria en el frente de la casa de Santa Rosa de Lima y SADOP realizó un mural diseñado por el artista militante Raúl Viso
El 17 de agosto de 2000 fue convertido en ordenanza un proyecto presentado por el concejal Juan Carlos Bettanín, para que el pasaje Liniers de Santa Rosa de Lima pase a llamarse Luis y Nilda Silva.
Aún se halla en instruccion la causa donde se juzgará a los responsables del asesinato de Nilda
Víctor fue mi padre o es mi padre desaparecido por la dictadura militar.
¿Cómo escribir algo sobre él si no lo conocí? Bueno, sí lo conocí pero no lo recuerdo.
Me contaron que tuve algunos encuentros con él a mis dos años. Me buscaba, me llevaba por unos días y luego me regresaba, nadie sabía adónde había estado con él y yo no recuerdo nada. Al contar esa parte de mi historia siento que estoy contando algo de otra persona. Ojalá pudiera recordar una imagen, un sonido o una mínima sensación de algún abrazo suyo, su tono de voz, sus ojos.
Ahora tengo 36 años y un hijo de 4 y todavía me resulta difícil y por momentos desesperante no poder darle realidad a mi padre, hacer que deje de ser un fantasma en mí y darle un cuerpo a todos los fragmentos de su historia.
Me encontré, al intentar escribir para este libro, con muchos datos, anécdotas familiares, cartas, fotos, pero también con grandes vacíos. Con una desaparición anterior a la definitiva y horrible desaparición. Hasta un punto parece que logro armar una historia de él ordenada pero de repente surgen cortes abruptos, baches, ya nadie sabe bien dónde había estado, con quien, que hacía, que proyectaba y finalmente cómo murió y qué pasó con su cuerpo. El gran misterio de la clandestinidad y la crueldad de hacerlo desaparecer.
Recuerdo que de chica pensaba que tal vez estaba vivo en algún lugar. Hoy el tiempo y la razón me dicen que está muerto pero la desaparición sigue tiñendo la realidad de una incómoda incertidumbre. La pregunta “¿qué habrá pasado con él?” nunca encuentra calma.
Me es muy difícil decir que mi papá era así, sólo puedo decir, lo que otros me dijeron de él, y así tratar de encontrar, en esos relatos, a mi padre.
Mi papá nació el 30 de Mayo de 1946 en San Francisco, Córdoba. Fue el mayor y el único morocho de tres hermanos, luego siguió mi tío Héctor y tercera llegó mi tía Zully. Cuentan que era la debilidad de su abuela, mi nona Gorda.
Sé que era inteligente, que jugaba al rugby y se fisuró la mandíbula, que era “buen mozo” y divertido, que tenía amigos mayores que él.
Un hecho llamativo o paradójico; a los 11 años decidió dar libre sexto grado para inscribirse en el Liceo Militar junto a sus amigos y lo consiguió. Así que era el más flaquito y petiso del grupo. En cuarto año, con un compañero falsificaron las firmas de sus padres, y los echaron.
Luego, empezó a estudiar Agronomía en Casilda y se recibió de Ingeniero Agrónomo, especialista en ganadería. Le gustaban los caballos y las carreras. Tengo algunas cartas de esa época, se lo siente muy joven, adolescente, enamorado ya de mi mamá, haciendo chistes, diciendo piropos, planeado sus fines de semana pero en pequeñeces ya se ve que está empezando su transformación.
Hay un viaje a Venezuela, también a Bolivia, Brasil y otro a Salta a convivir en, y con, una comunidad indígena.
De repente me encuentro con sus cartas desde la cárcel de Devoto y luego de Rawson. Otra letra y ya otro hombre; más comprometido, más duro y enojado. Toda su vida pasa por los ideales políticos.
Admiro su dar la vida por un mundo igual para todos, pero, no quiero ser deshonesta y no decir que me duele que esa decisión, no le permitió ser mi padre de todos los días, y me deja a mí sin saber que es tener un papá.
Entiendo que me es imposible entender cómo vivían y todo lo que tenían que atravesar luego de haber decidido entregarse por completo al compromiso asumido sabiendo que su vida estaba en juego. Y, a pesar de haber escuchado los relatos de otros, me falta el suyo, en una charla de padre a hija.
Pero dice en una de sus cartas a mi mamá; “tengo un fin, una META bien determinada y estoy tan seguro de ello que no dudo un instante en arriesgar la vida. Porque nunca puede cerrar los ojos el que vio la luz y los que la vieron se dividen en dos bandos: los que LUCHAN y los QUE LLORAN (o se quejan).” Continua, y le pide a mi mamá que tome posición en la lucha “que si bien por ahora permite ser “neutral” pronto va a obligar a definirse- porque hay dos soluciones y solo dos: LA GUERRA (TOTAL) REVOLUCIONARIA O LA ESCLAVITUD (HAMBRE ALIENACION)”.
Mi papá también era Raúl, INRI, Mingo.......
Militó en la FAR en 1970.
El 16 de agosto de 1971 se casó con mi mamá, María de las Mercedes, Gogó.
Estuvo en la organización de la fuga en Trelew, pero justo lo trasladan unos días antes a Rosario, para declarar. Mi mamá va a visitarlo y no entendía, en ese momento, su desesperación e insistencia para que lo regresaran a Trelew. Finalmente no llega a participar de la fuga. Lo liberan el 25 de mayo de 1973.
El 7 de septiembre de 1974, nací yo, Tania Florencia Mercedes Bie
Como Montonero, estuvo en Catamarca, Rosario, Córdoba y el último tiempo en zona Oeste de Gran Buenos Aires. Vivía en San Justo con su compañera de los últimos años, él le decía que no lo iban a volver a atrapar con vida. Acordaron que si luego de salir, él no volvía, pasado un tiempo determinado, ella debía irse de la casa. Un día de enero de 1977 él no regresó.
Unos días después en el diario informan: “Fue abatido el cabecilla de la banda autotitulada Montoneros”, su nombre real estaba cambiado a Jorge Víctor Biel, pero respetaron el alias de ese momento “Raúl”. El diario dice: “el comando de zona 1 informa a la población, con motivo de las operaciones contra la subversión en desarrollo, el pasado 30 de Enero, siendo las 23 horas, en la localidad de San Justo, Buenos Aires,.............intimaron a un individuo sospechoso ....este no acató y emprendió veloz fuga............las fuerzas conjuntas procedieron a perseguirlo..........Como resultado …..fue abatido Jorge Víctor Biel, alias Raúl, delincuente subversivo................ Tome conciencia; a los delincuentes subversivos no les interesa poner la vida en peligro de los ciudadanos honestos como usted y su familia como lo demuestra el accionar del abatido buscando protección en casas de familias para desde allí enfrentar a las fuerzas conjuntas. Separémoslos de nosotros e identifiquémoslos y así podremos realizarnos y vivir en paz.”
¿Es posible realizarse y vivir en paz separándose y entregando a otros?
En una carta del año 1972, dirigida a su familia, mi padre les decía, entre otras cosas, que los dueños de los diarios eran los mismos que torturaban y mataban........... ¿Habrá sido realmente esa la muerte de mi papá? ¿A dónde lo llevaron después? ¿Es posible construir un mundo mejor en medio de tanto dolor y muerte?
Yo no siento odio, pero sí dolor, y sobre todo, incomprensión de ese espantoso lugar al que puede llegar el ser humano y que le va arrebatando cualquier minúscula posibilidad de amor.
Las cartas conservadas amorosamente por la familia, nos permiten acercarnos a los pensamientos íntimos y nos permiten no sólo conocer mejor a éste compañero, sino también acercarnos a lo que era la manera de ver el mundo de esa generación.
En una carta a su compañera, escrita desde la cárcel de Rawson, dice:
“…me sorprendió lo que me decis (…) de que lo único que has hecho es laburar y que no has pensado ni analizado nada (…) Pero Negra si no lo hiciste, ¡¡ hacelo ¡¡ Es la única forma de dirigir nuestra vida sabiendo si lo que hacemos coincide con lo que queremos.
Lo que tenés que hacer es definir tus objetivos últimos, los que responden a las preguntas: ¿para qué vivo? ¿qué quiero hacer durante mi estadía en el mundo?”
En otra carta, escrita desde la clandestinidad, refiriéndose a su situación y a la de un amigo preso, dice dirigiéndose a aquellos que se lamentaban de la situación sin hacer nada:
“(…) que nos sentimos mucho mejor que ustedes y que vamos en camino de realizarnos como hombres. A los que nos desean suerte, yo les digo que más suerte van a necesitar ustedes para encontrar excusas que les permitan justificar el no hacer nada.
Me estoy refiriendo a los que vieron la realidad, los que comprobaron, los que prueban todos los días, más o menos conscientemente, la mierda del sistema (…)
Pero también hay algunos (los menos) que superan sus miedos y avanzan, aunque arriesguen más, los otros son los condenados: no corren riesgos físicos pero están condenados a la alienación progresiva, a comer su ración cada día mayor de mierda imperialista, están condenados al consumo (…) y así van rumbo a su destrucción como hombres…”
El flaco Bie, era un personaje de historieta, más precisamente, un personaje de “Hortensia” (revista famosa en aquellos años y que, desde el humor cordobés, describía la sociedad y los problemas del momento) o mejor aún, era de antes de “Hortensia”, parecería que la revista se había inspirado en él para retratar al cordobés.
Extremadamente flaco, pero con percha, quizás esa forma de pararse con hombros rectos era herencia de su paso por el liceo General San Martín. De cualquier modo era lo menos parecido a un milico, apenas abría la boca aparecía el “negrazón”, palabra que por supuesto usaba cotidianamente para el trato afectivo con los compañeros, vocablo de uso corriente entre los cordobeses, al igual el “uevon” de los cuyanos, o el “Bolu” que usan actualmente nuestro pibes.
Uno no podía otra cosa que rendirse a sus simpatías, era el centro de atención en los fogones y de las mateadas en el Instituto de Agronomía de Casilda, en el ´68, hicimos una amistad de Hermanos, guardada en una nostálgica ausencia que perduraría para siempre, y que ninguna teoría podría explicar.
En esa época surgió el apodo de “Inri”. Una tarde noche, en la que su cuerpo se perfilaba frente al fuego, parado en la puerta, con los brazos extendidos, apoyado en dos troncos que hacían de marco, con la cabeza ligeramente inclinada y la oscuridad a su espalda.
- “Te pareces al flaco INRI”
-“¿a quiéeen?”- preguntó con su tonada, esquivando el bulto a una broma.
Luego de la explicación, nos reímos todos. Más tarde, me enteré que en un momento de su vida militante había llevado ese sobrenombre, no sé por qué se lo puso, pero, me gustaría creer que fue en virtud de aquella broma, para de este modo sentirse contenido por el cariño de los amigos ausentes.
Juntos, participamos en el armado del Centro de Estudiantes del Instituto, lo que, para esa época, era toda una avanzada. Lo vi hacer teatro, en una obra que jamás se estrenó, luego en la cárcel siguió haciéndolo, tal como lo demuestra una corta misiva enviada desde Rawson, y que conserva su hija Flopi.
Se recibió, a fines del año 68, y de esa época data su relación con Gogo, su compañera; en el año 69 participaron juntos, con Leandro, el Pucho y otros compañeros de una experiencia con los pueblos chiriguanos en Tartagal, Salta, un proyecto conducido por Leandro. El “Majnu”, (Movimiento Argentino de Juventud pro Naciones Unidas). El proyecto consistía en trabajar ayudando a ese pueblo originario a realizar sus propias viviendas, y apoyar su organización. Esta experiencia, al principio, fue muy bien recibida por las autoridades dictatoriales de Salta, pero, terminó con la expulsión del grupo por la gendarmería, por indicación del cura franciscano a cargo de la reserva, resentido porque los jóvenes alentaban la independencia de los pobladores, haciendo que se desprendieran de la tutela del sacerdote y de los gendarmes, con lo que además rompían el negocio que ellos hacían. Los sacaron a punta de fusil, los pusieron en el tren y los devolvieron prontamente a sus lugares, lo que hizo que muchos de esos jóvenes a partir de esa experiencia, se incorporarán activamente a la vida política.
Pocho era un trotamundos, anduvo por muchos lugares; en el 70 fue parte del grupo fundador de las FAR en Rosario. Con Leandro (Montes), Lola (Tosi), el Pepo Briggiler y otros; llegó a principios del 71 a Santa Fe, para comenzar el primer grupo de esa organización en nuestra ciudad.
Fue un compañero excepcional en el sentido que podemos darle al significado de la palabra, cuando nos referimos a una persona imprescindible, de los que luchan toda la vida, tal como fue la suya en el tiempo que estuvo en Santa Fe.
El pequeño grupo inicial se triplicó, su capacidad ayudó a consolidar ese grupo, estaba siempre predispuesto, generoso, alegre, participativo, inquieto y muy dispuesto a acelerar los tiempos, costara lo que costara. Convencido de su peronismo solía decirle “Tata” a Perón; su formación era notoria, enganchado para toda discusión en charla de cualquier tema, esgrimiendo siempre su particular alegría.
Lo sorprendieron cuando trasladada a un auto y se hizo pasar por delincuente común aprovechándose de su “pinta negrazona” convenció “a los rati” de que era un siempre ladrón de autos, e igualmente conoció los rigores de Robos y Hurtos. Cuando la policía le preguntó quién era él le respondió con su tonada –soy ciudadano argentino- fue todo lo que les dijo. Luego, lo trasladaron a Rosario, (donde asumió su defensa el Pelado Rodríguez Araya quien fue asesinado posteriormente por la triple A) como a partir de ese momento obtuvo estatus de preso político, lo llevaron a Rawson. Llegó cuando se estaba preparando la fuga, en ese ínterin, por cuestiones de su causa, lo volvieron a trasladar a Rosario, desde donde insistía a sus familiares para que hicieron todo lo posible para que lo llevaran nuevamente a aquel penal. Pero lo llevaron a Devoto, allí estuvo detenido con quienes sobrevivieron en la masacre de Trelew: Camps y el turco Haidar . Salió en libertad el 25 de mayo de 1973, posteriormente ocupó diversos cargos de conducción en la organización.
Fue muerto en San Justo, Buenos Aires, su cuerpo nunca fue entregado a sus familiares a pesar de que la noticia de su muerte figuraba en los diarios; pero no ha muerto ni morirá jamás para nuestros corazones y vivirá por siempre en el del pueblo que tanto amó.
GRAN TIPO EL POCHO, GRAN TIPO Y MEJOR MILITANTE
/ Pancho, Un compañero
En marzo de 2007 el Estado municipal en Jesús María reconoce y homenajea oficialmente a las víctimas del terrorismo de Estado que nacieron o que habían adoptado a esta ciudad como su lugar de vida. Esa mañana, Raúl Osvaldo Cardozo, Juan José Laso, Daniel Oscar Romanutti, María Elma Viale, Víctor Jorge Bié, Osvaldo Muñóz Sbrocco, y Mario Héctor Patiño Bulgheroni fueron recordados en un emotivo acto a 41 años del inicio de la etapa más oscura de nuestra historia nacional.
Infancia y adolescencia: Salta, Jujuy, Córdoba y Santa Fe
Papá nació en Salta el 1° de Agosto de 1946. Hijo de Rosenda Paz y de Roberto González. Fue el menor de cuatro hermanos: la más grande Chiquita, después Mario, Chicha y por último él: Pinky (como lo llaman ellos) Por motivos familiares quedó al cuidado de su abuela paterna, que vivía en Jujuy con las Tías Negrita y Yola. Allí transcurrió toda su infancia, lejos de sus padres y sus hermanos. Su abuela Dominga y sus tías lo criaron lleno de mimos y cuidados. Veraneaba todos los años en Humahuaca, donde se encontraba con sus tíos y sus primos y de donde siempre traía buenos recuerdos. Era famoso, en su niñez por sus habilidades para el zapateo. Cuentan que el Tío José lo llevaba a los bodegones, a los cinco o seis años para que compitiera zapateando; ¡y le iba bien! Empezó el primario en Salta en el colegio Santa Rosa, pero finalmente lo hizo en Jujuy, donde al terminar fue abanderado y recibió, de manos del gobernador, un premio al mejor alumno y mejor compañero.
Se fue a vivir a Córdoba para hacer su secundario, dónde vivía su hermano Mario que estaba estudiando medicina. Cursó sus estudios en el Liceo Militar Gral. Paz. Allí el cura Rojas fue un gran amigo y consejero. En el año '62, se vino a vivir a Santa Fe para estudiar Ingeniería Química. Vivió en el Colegio Mayor Universitario, en la casa de calle Rivadavia. Allí lo conocían como el Negro González o el Jujeño. En esos tiempos desplegaba sus habilidades de cantor y guitarrero en las peñas y bailes de estudiante... empezaba con “el payador perseguido” de Cafrune, para seguir con Los Chalchaleros, Los Fronterizos, los Carnavales de Humahuaca, los de Cerrillos... En estos tiempos se sintió muy acompañado por el cura Rosso, que lo orientaba en sus búsquedas intelectuales y lo apoyaba en una vida tan lejos de la familia.
/ Paula González
Militancia, pareja y familia: Santa Fe, Salta y Tucumán
Las preguntas de “cuál es la misión del universitario en la sociedad” lo fueron acercando al Ateneo Universitario. Allí se hizo de amigos entrañables. Cumpas algunos, con los que siguieron debatiendo hasta el final de sus días. Criado en una familia tradicional y muy religiosa, es recién en Santa Fe donde se pregunta por la fe y la asocia a lo social, a partir de la convocatoria a todos los sectores de la Iglesia, en el Colegio San José de Varoncitos, para trabajar en grupo, documentos del Concilio. Allí nos conocemos. Este encuentro del Movimiento de Cristianos del Tercer Mundo le generó un profundo deseo de ir a colaborar en el trabajo comunitario con el Padre Catena. Cuando nos pusimos de novio, prefirió seguir mis pasos, que ya estaba trabajando en Alto Verde... Íbamos compartiendo nuevos conceptos de la fe desde una Iglesia Misionera.
Las monjas, auxiliares parroquiales de la catedral, los muchachos que venían del Colegio Inmaculada, las alumnas de la Escuela de Asistentes Sociales, luego el Padre Buntig, nos planteábamos frente a la injusticia y la pobreza, el compromiso con la gente concreta en tarea de Promoción Humana y Comunitaria y vivíamos el descubrir de las posibilidades de vivir un mundo diferente, compartiendo con la gente del barrio.
Rápidamente congeniaron con la hermana Zulema, la superiora, porque tanto Eduardo como ella eran muy dinámicos y tenían la capacidad de dar forma organizativa a lo que la gente proponía y estaba dispuesta a hacer y sostener.
Época de vínculos entrañables con amigos y con gente concreta que desde el carácter de vecino, nos comprometíamos con el bien común...
Años de largos debates en casa de amigos y de movilizaciones relámpago en la calle.
Cuando Eduardo se instaló en Alto Verde, ya trabajaba en la farmacia del Hospital lturraspe. Dejar ingeniería cuando ya tenía rendida la mitad de la carrera, a todos nos parecía una locura; pero dejó y empezó enfermería y filosofía. Estaba bien decidido: enfermería porque pensaba que era algo concreto y necesario en el trabajo comunitario y filosofía porque siempre le había gustado pensar por sí mismo y fundamentarse.
Como vivir en Alto Verde era una cuestión “de pareja”, el casamiento se produjo el día de la familia y de los casamientos, en la capilla parroquial. Concelebrada por los padres Catena, Rosso y Büntig, con la presencia de numerosos vecinos.
Eduardo tuvo mucho que ver con la creación del “Club de Niños” en La Boca . Este espacio se pudo sostener a través del tiempo fortaleciendo puentes entre las necesidades y los recursos humanos y materiales de los vecinos de las diferentes zonas de Alto Verde y a su vez con amigos de la otra vera del rio. Un concepto de “pueblo” que construía el “nosotros”.
Conocimos a don Demetrio Gómez, pionero de la acción vecinal y trabajamos en las distintas tareas, que en ese momento eran tareas de gestión comunitaria, para mejorar las condiciones del barrio.
En una opción muy sencilla y muy libre, decidió ser uno más junto al pueblo. Una resolución de su vida que fue uniendo con el tiempo, la Promoción Humana y Comunitaria con el Peronismo, en ese inolvidable compartir en secreto, la prohibida identidad peronista de los vecinos.
En el ‘72, el nacimiento del hijo tan esperado: Lucas, inauguró un papá tierno y responsable; y una nueva etapa familiar ya que nos mudamos a casa de Roberto y Rosenda en Salta.
Allí disfrutamos mucho de compartir la vida cotidiana con ellos y con sus hermanos. Y también la apertura política. Nunca olvidaría las comunidades aborígenes bailando la marchita para festejar el triunfo del Tío Cámpora.
En Salta, Eduardo se incorpora a la JP, se vincula a los barrios de trabajadores, colabora con militantes históricos de la Resistencia Peronista, con el gobierno municipal del Ing. Bavio y con el provincial del Dr. Ragone.
Cuando intervienen la provincia, entra a trabajar en una tabacalera del interior: nos mudamos. Entonces milita en la JTP junto a trabajadores rurales. El silbato era una referencia en el pueblo. Cuando salía de su turno, Lucas salía en triciclo a esperarlo.
En el ‘75, cuando recuperar la esperanza era toda una tarea, viene a la familia la alegría: Paula. Nos mudamos a un pueblo azucarero, “más tranquilo” que otros lugares y pusimos una verdulería. La camioneta con la que buscaba la verdura fresca, al alba, también servía los fines de semana para ira a pasear al dique o tomar sol en el parque...
Cuando se da el golpe del ‘76, Eduardo sigue militando... Sus familiares de Bolivia podrían haberlo recibido, pero él no creía ético abandonar a los compañeros...
El 20 de mayo de ese año, el ejército cerca la casa donde estaban reunidos en San Miguel de Tucumán. Eran tres compañeros y una compañera, y los matan a todos.
De manera indiscriminada entregan algunos cuerpos y otros no. Mario, su hermano, el Negro Simón, y Jorge Zenzano, sus cuñados, pudieron reconocer su cuerpo, lo que les costó sufrir crueles torturas. Nunca nos entregaron sus restos, nunca pudimos enterrarlo y llorar en ese rito su muerte, todavía lo velamos...
/ Noríta Spagni, su compañera
Familia y Amigos: pongamos simbólicamente sobre la tumba de Eduardo la bandera argentina y la bandera roja y negra del sueño emancipatorio. Pongamos el Himno Nacional y la Marcha del Hombre Nuevo, pongamos la Marcha de los muchachos peronistas...Pongamos unos cerros, “para que el paisaje no sea tan aburrido”, como él decía y la costa del río para “ver el cielo y pensar viendo pasar los patos”. Pongamos su guitarra, un disco de Cafrune y otro de los Beatles. Pongamos todos los colores de Humahuaca. Pongamos una buena picada, anchi y una copa de vino... Necesitamos de ustedes para que algún día le demos lugar al ritual cristiano de sepultura y para que en nosotros, descanse en paz...
El relato de una amiga.
Rescato de Eduardo su amplitud, su paciencia para bancar mi gorilaje, el respeto, el poner la oreja y conducirme pacientemente a la reflexión, sin imponer, pero con firmeza. Entre sus predilecciones literarias, que considero lo marcaron y trasmitió, fue Rodolfo Walsh. “Quien mató a Rosendo” y “Operación Masacre”, recuerdo que cuando ya no tenía palabras para hacerme comprender el peronismo me entregó en préstamo estos libros que yo a escondidas los devoré y pude comprender el fenómeno peronista, aunque por mucho tiempo con profundas contradicciones, más de una vez cuando me pongo sectaria, excluyente, lo recuerdo amplio e incluyendo, por esto y mucho más...Eduardo VIVE EN MI.
/ Ale
Canto a mi papá
Habrá paz lo prometo aquí en la tierra
descansarás como un santo yo lo sé
tendremos jornadas y desvelos
y tu nombre alzaré con alta voz.
Diste la vida por nosotros
no se callan los tambores ni el atril
los juglares todos en parte dicen estarás con nosotros en memoria duelo y corazón
pero yo te extraño como nadie
y a Dios, y a Dios yo le pido que me acompañes
acaso desde donde estés.
Un muerto sin entierro ocurre poco
pero en ti se repiten dolor, recuerdo y presencia.
No es lo mismo sentirlo que decirlo
ni mucho menos cuando perdimos mucho en ti,
perdimos casa, trabajo, abrigo, padre, guitarra y comunión.
Pero se sobrepone solo quien se anima a enfrentarse a toda desilusión
y en un verbo con cariño de familia
una flor dejaré en algún lugar.
Para mi no hay razón que nos condene aunque perderte es perder parte de mi.
Ya sabrá la historia compensarlo
si es que los pueblos aprenden de sus errores.
Por eso tata querido yo no te olvido.
Por eso tata querido yo no te olvido.
Con dictadura o con democracia yo te sabré en una estrella brillante, lúcida, de revolución,
y en la memoria de mi herencia tu sangre y tu fe combativa lucirá en el rostro una sonrisa de más criteriosa inteligencia
porque yo tata querido
yo no te olvido
porque yo tata querido
yo no olvido
porque yo tata querido
yo no te olvido
ahora te dejo descansar donde duermen los héroes
los próceres, los buenos
y a la patria yo le exijo el honor y el respeto de tu muerte
porque yo tata querido
yo no te olvido
porque yo tata querido
yo no te olvido
Lucas González - 22 de agosto de 2005
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la UCSF
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en las causas Romero Niklison y Manlio Martínez – Tucumán
Nació en 1950 en Nogoyá (E.R.). Se vino a Santa Fe en el año 1968, para estudiar Ciencias Económicas, aquí hizo grandes amigos y comenzó su militancia. Es secuestrado en 1977 a la edad de 27 años.
Lo que sigue a continuación es una carta familiar donde Horacio relata en 1977 desde la clandestinidad sus vivencias:
Queridas hermanas:
Este tiempo les he escrito muy corto, hoy es sábado y recién ahora luego de unos cuantos días, me han dado ganas de escribirles. Pienso muchísimo en mi hijo, ese “gurisito” como decimos los entrerrianos, que no puedo cuidar en estos momentos, porque la vida tiene todas estas cosas, sus ratos hermosos y los otros que para mí se hacen en estos momentos muy largos y que son los de las penas y los dolores.
No se preocupen por las cosas de ustedes, yo quemo todo enseguida que llega, solo tengo las fotos del pibe solo, así no comprometo a nadie. Cuando manden otras (que espero que de vez en cuando manden alguna) háganlo con las que esté solo. Quisiera que amplíen las que está solo (en una grande con 5 caritas chicas) para un cuadro y que lo tengan ustedes. También que lo hagan con las de los abuelos y Marquitos.
Puede ser que en el futuro las pueda ver y tener tranquilo. Me parece muy bien que guarden las cartas de la Negra y me manden las copias. Tengo fe y esperanza en el futuro nuestro, pero es duro, muy duro pasar el presente, lo que vivo todos los días, los nervios y las horas de soledad y dolor que me toca vivir desgastan mucho. Hay tantas familias Argentinas rotas que apena muchísimo. Tengo fe en nuestra lucha, sé que venceremos, tarde o temprano la justicia se impondrá, recién en ese momento puede regresar la felicidad a nuestro pueblo y a la familia que yo he formado.
Puede ser que a ustedes no los toque el sufrimiento de otros compañeros nuestros, sé que les llega muchísimo lo que nos pasa a nosotros, pero son muchísimos los que viven estos y muchos más problemas. Los desaparecidos son cantidades, las torturas monstruosas. Tuve oportunidad de enterarme de muchas cosas por el lado de una compañera que largaron y de las cosas que han hecho estos asesinos.
Mi mujer es seguro que está muy bien en el lugar donde está, reconocida, Devoto es la careta de la legalidad de estos hijos de Puta, pero no hablan nunca de donde tienen el campo de concentración, donde están los desaparecidos, que a fuerza de comerse la meada y cagada de ellos, pues no les dan de comer, aguantan un poco más su tormento. Cuenta que algunos ya tienen el estómago inflado y los huesos pelados como los pibes de las villas miserias. Cómo quieren que no tenga bronca y hable de esta forma con estas cosas que hacen. Que nombren alguna de las que realizan los demás grupos cuando secuestran, y hasta ahora no me enteré nunca de que hicieran algo tan tremendo como lo que hacen estos y eso que la prensa la manejan ellos y podrían agrandar todo. Cuenta también que a ella la llevaron en un avión en diciembre, la dieron vuelta al país más o menos, pegándoles a cada rato y dicen que largaron muchísimos para que se maten abajo y no los encuentren nunca, cuenta que nunca se olvidará de esos gritos.
Estos son testimonios reales, no son fabricados, son las cosas que hacen los que están en el gobierno para poder acallar los reclamos del pueblo, son los métodos que usan los “civilizados”, los “defensores de la patria”; da pena contar todo esto, pueden pensar que es para hacer propaganda y sin embargo nunca tuve intención de hacerlo con mi propia familia, solamente que vean las realidades de las cosas, porque quiero que mi hijo las conozca, que alguien cuando grande se las cuente, para que entonces sepa las verdades que la historia muchas veces cuenta deformada. Sé positivamente que ese hijo va a saber seguir lo que él considere correcto, pero tiene que enterarse para poder optar.- Tal vez y eso espero, cambien las cosas para cuando tenga edad de entender, pero igual la historia no se la podemos deformar.
Quisiera que ustedes compren el libro de Arturo Jauretche “Manual de Zonceras Argentinas” y lo guarden, yo lo tenía y con el cambio de casa anterior lo deje a otro compañero, ahora ya no lo podría tener, porque hoy en día hasta un libro como este no se puede tener muy a la vista, siendo que es un autor revisionista y nacionalista. Sé que ustedes lo pueden tener tranquilos allí. Creo que en ese libro se cuentan muchas cosas de nuestra historia, que a todos nos enseñaron en una forma distinta, pues la que conocemos fueron escritas por Mitre, Sarmiento, etc; grandes ejemplares del anti-pueblo y adoradores de la cultura Europea.
Conozco muchas cosas de la vida, he vivido mucho las amarguras de muchos, trabajé siempre en barrios, conozco sus problemas, muy difíciles, y a veces imposible entrar si no te conocen. Pero conocer sus problemas y sus cosas te dan la realidad de por qué ellos son así, con sus brutalidades, sus remordimientos, sus chupas diarias, su haraganería muchas veces. Creo que esto no hay que tomarlo solo para criticarlos, sino que por el contrario, sabiendo sus causas y el por qué de su forma de ser, entonces recién ahí en ese momento podemos tener una visión real de la sociedad Argentina y del por qué de su forma de ser, no nos olvidemos de esto, conozcamos sus por qué primero y después seguro entenderemos a los demás.
Yo estoy seguro que ustedes entran en un barrio y todo el mundo les dirá algo o lo pensaran, se les haría muy difícil que la gente confíe en ustedes. En cambio cuando yo los frecuentaba (política aparte pues siempre tuve buenos conocidos que no pensaban como yo), la gente me brindaba su amistad y su cariño y muchas veces me contaban sus problemas personales para que les sirviera de apoy y de ayuda. Claro que esto tuve que demostrarlo no fallándoles nunca, estando con ellos en las buenas y las malas, pasando mucho tiempo a su lado.
También viví con ellos, cuando en Santa Fe vivía en una casa muy pobre de barrio, viví muchas experiencias que en algunos causa horrores, y sin embargo los del barrio los viven toda su vida. Cuando me escapé de una casa en Santa Fe, viví también por algunos días en un rancho de barro, conocí de sus problemas en las tormentas y también de su forma de comer (a medias) por la situación que pasaban y eran todos trabajadores. Todo esto ha forjado en mí (desde una cierta edad donde se entienden las cosas), y han hecho que tenga una gran fortaleza en lo que pienso, y que aguante tantas cosas que pasan, pues he vivido la realidad, no hablo por hablar, sino con conocimientos reales de situaciones que han pasado, que pasan y que esperemos alguna vez los que quedamos luchando podamos cambiar para bien, para que reine la justicia y la paz pero con cimientos reales y verdaderos, con la fuerza de los patriotas que se jugaron siempre, con el heroísmo de los caídos, con el trabajo de todos, con el sufrimiento y dolor de estos días, pero con muchas ganas de ver un futuro mejor de patria libre, justa y soberana que muchos argentinos aspiramos conseguir.
Cuando les escribo les cuento algunas cosas, porque es el único medio de que se enteren de mi vida y de mi pensamiento, solo así, si llego a faltar tendrán testimonios reales para contar a mi hijo. No todo se puede contar así, conocerán algunas cosas pero estaré con ustedes para contarles más cosas que ustedes no conocen y que merecen que se enteren.
Mi experiencia creo que es bastante grande, conozco en mi vida amigos, traidores, enemigos, de todos he sacado cosas y todos juntos forman para mi un conocimiento general de la vida, de mis errores cometidos, de mis aciertos, de la justicia y de las injusticias, desde los chupa sangres, alcahuetes, hasta los que se jugaban en todas, por entero por sus amigos, por su pueblo, poniendo su vida al servicio de toda una causa, que la tenían muy alta, que la llevaban con ellos, hasta que triunfen totalmente o se los derrote por completo, pero siempre con un objetivo, con un fin, con la causa que tiene que ser común en todos, la causa de los humildes, de los desposeídos, de los que nada tienen, y también las causas de todos los Argentinos que sienten y ven como todos los días los traidores nos venden un poquito más a favor de los de afuera.
Bueno, cambiemos de tema, me encuentro bien, qué es lo importante para ustedes, por supuesto con estados de ánimo a veces depresivos, pero se pasa. Todos los sábados y domingos juego al fútbol con muchachos que voy conociendo en el lugar, es mi única diversión pues me acuesto siempre temprano, y trato de salir poco. Tengo un estado físico bárbaro, como en mis grandes épocas, jugando desde las 2,30 de la tarde hasta que oscurece. Y bueno, por lo menos el fútbol que tanto me gustó siempre lo puedo practicar, además me hace muy bien, pues el deporte te saca muchas veces los estados de depresión. Parece mentira, pero juego mucho mejor que antes, también los años creo que aquí sirven, pensás más, corrés menos, tocas más la pelota y en definitiva sos más positivo para el equipo. Creo que he avanzado bastante en eso, si bien creo que nunca fui tan malo, por lo menos recibo aquí a veces palabras de elogio de los compañeros, y eso que ellos no son tan malos, pues algunos juegan en primera.
Ah, ¡ojo!, Marquitos tiene que salir de River, no vaya a ser que me salga de Boca ahí con ustedes al lado ¡eh!.
Bueno, las dejo con todo este “mamotreto” de cosas que les he escrito, por ahora lo hice con ustedes y la próxima irá para los viejos, besos y abrazos para todos y en especial para ustedes y mi “gurisito” que no entenderá nada pero sé que lo besaran en mi nombre.
Horacio
La carta de Horacio lo muestra plenamente y refleja también la conducta y el pensamiento de miles de jóvenes cómo él, esos que hoy nos hacen falta... pero nos pareció importante completar su imagen con los testimonios de su hijo, su esposa y uno de sus muchos amigos:
Papá...
No se bien como era, sólo conozco de él algunas cosas que me han contado, no son muchas, pero me sobran para darme cuenta del tipo que era. Recuerdo bien cuando un tío me contaba que le había dicho que si no aprovechaba la oportunidad de irse lo iban a matar, y que en este caso, a pura conciencia de que iba a ser así le respondió que no le importaba, que prefería eso antes de darles el gusto a esos...
Se me hace difícil recordar cosas de él, ¡cómo no se me va a hacer difícil si nunca lo conocí! pero eso no me hace olvidar los momentos que vivo casi a diario de personas contándome diferentes aspectos de su vida, como me enteré hace poco, en mi cumpleaños (¿qué mejor regalo que esto?), que cuando mi abuela lo venía a visitar en invierno le traía frazadas nuevas todas las veces que venía, porque las que tenía las regalaba y se moría de frío. ¡y yo que creí que mi vieja cuando era chico me inventaba para hacerlo parecer más bueno! (y así tratar de responder las preguntas del porqué de su ausencia) Que si mi padre tenía una camisa y había alguien que la necesitaba él se la daba sin ningún problema y por nada a cambio.
Siempre he escuchado cosas buenas de él, no todas me vienen a la mente en este momento, seguramente habrá tenido sus errores, pero seguro sin mala leche alguna. No encuentro a nadie que hable mal de él, seguro hay gente que no lo quiso pero esos al menos no me han venido a hablar nunca...
Papá: No olvidaré jamás y siempre exigiré justicia
Marcos Pazo
Escribir unas palabras sobre Horacio es muy difícil, siempre lloro, no sólo por el dolor y el sufrimiento que nos tocó vivir; sino por la pérdida de un ser humano extraordinario. ¿Cómo describirlo?... También resulta complejo, cuando ese ser formó parte de tu vida. Cómo era se preguntarán los que no lo conocieron. Desde mi punto de vista les digo que era muy sencillo, se entregaba a la gente, se daba a ellos con lo que tenía o no tenía, era claro en sus pensamientos, con mucha vida, gustaba de la pesca, y siempre tenía preparada las tripas de sábalo y de pollo para salir a pescar cuando el tiempo, su estudio o su trabajo se lo permitían. Amaba la naturaleza, amaba vivir. Pero lo más resaltante de su ser, eran sus ideales, por ellos daba y dio su vida. ¿Qué quería? Algo que parece tan sencillo y no lo es: Que haya menos injusticia, menos pobres, que los niños tengan un mejor porvenir, que haya menos hambre. Ese fue su mayor ideal y por eso dio su vida, tan valorada y tan necesaria para muchos.
A veces me pregunto cómo pasó sus últimos días, cuánto fue su sufrimiento, ese ser tan bondadoso, tan amigo, tan compañero, al que le destruyeron sus sueños de una familia y de una sociedad más justa.
También me pregunto ¿dónde te dejaron para que tu familia pueda despedirte definitivamente? Sin embargo, sus pensamientos siguen firmes; su estampa, su forma de ser, su simpatía, su sencillez, y su entrega con la vida, debe ser un ejemplo diario para todos. Para los que formamos parte de su vida, para su hijo Marcos, para sus hermanos y los compañeros y amigos que compartieron, o no, momentos de su corta vida.
Por siempre y para siempre estarás con nosotros y te seguiremos buscando.
/ Margarita
Si tengo que definir a Horacio en pocas palabras diría que fue un AMIGO, así con MAYÚSCULA, leal, capaz de jugarse el todo por uno sin medir las consecuencias, BUENAZO, hizo de la generosidad y humildad su estilo de vida, asumió temprano el compromiso por los pobres y las causa justas, y FIEL a su estilo, no lo abandonó hasta el último instante de su vida; cuando Marquito, en su escrito, cree que exageran sobre el comportamiento de su padre, le digo con absoluta certeza que no, FUE ESO Y MUCHO MÁS . Somos del mismo pago: Nogoyá, en el centro de la Provincia de Entre Ríos, vinimos juntos en el año 1968 a Santa Fe a estudiar Ciencias. Económicas, compartí con él los mejores años de mi juventud, tanto en Santa Fe, como en mi pueblo. Los recuerdos y vivencias son imborrables y permanentes, las anécdotas interminables ¿cómo olvidarme de los asados, las guitarreadas y los cumpleaños del negro Cambá en el “Consulado” (duraban entre 48 y 72 horas corridas), las peñas universitarias, las salidas nocturnas en Nogoyá, en especial los “bailes de carnaval”, los viajes al campo, a Rosario del Tala, etc.,etc.. Amante del fútbol, hincha de River, integré con él en distintas oportunidades el mismo equipo de fútbol (Verano del año 1970: Campeonato en el Colegio San Miguel de Nogoyá “Chiquillada”, Subcampeones; Octubre 1970: Campo Universitario, campeonato organizado por el Centro de estudiantes de Cs. Económicas). Coherente con su forma de ser, entregaba el “alma y vida” en el campo de juego. Lo recuerdo siempre con su sonrisa generosa y su andar campechano. GRACIAS CHIVA, por permitirme haber sido TU AMIGO.
/ César (Nicky) Olmedo
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Facultad de Ciencias Económicas-UNL
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Megacausa Campo de Mayo
Norma y Nora, eran mellizas, habían nacido el 12 de julio de 1955 en la zona rural de San Agustín, una población cercana a la ciudad de Santa Fe. La familia siguiendo los trabajos del padre se trasladó a San Jerónimo Norte y luego a la vecina Santo Tomé, donde cursaron la primaria en la escuela Juan de Garay.
Cuando estaban por ingresar al secundario, se trasladan a Arroyito, provincia de Córdoba lugar que las acogió de tal manera que hace unos años en un festejo de la escuela donde concurrían fueron recordadas en un acto homenaje, allí estuvieron hasta poco después de cumplir los 15, regresan a establecerse en Santo Tomé, ingresan al Liceo Nacional de Señoritas Victoriano Montes, donde terminan el bachillerato.
Hubo un intento de estudiar en la Universidad pero diversos motivos hacen que pronto comiencen a trabajar, Nora, era empleada en la heladería Colussi. Debe haber sido más o menos por el 72 o 73, en esos tiempos cuando empiezan a militar en la Juventud Peronista, en una básica de Santo Tomé.
Eran dos jóvenes como tantas otras chicas, las salidas en grupos, las fiestas, los bailes, pero siempre con un sentido de solidaridad e independencia, de niñas una era fanática de Palito Ortega, la otra de Sergio Denis, y amantes de la lectura, siempre ayudando a los más indefensos en algún momento llevando cuidado y alfabetización a chicos con problemas físicos que les impedían asistir a las escuelas. Su hermana las recuerda como dos chicas muy cariñosas con su familia, muy unidas entre ellas, todo lo hacían juntas y sobre todo muy generosas. La madre solía decirles: “No tienen que ponerse porque todo lo regalan, si tienen dos pares de medias, regalan uno…”
Nora cae junto a su cuñado, Pelusa Mendicute, luego de haber estado trabajando en los barrios repartiendo pan dulce y regalos que la organización Montoneros llegaba a los más humildes deseándoles una felices fiestas en resistencia a la dictadura. Pelusa, Norma y Nora, militaban en ese entonces en la seccional 9ª. Son asesinados el 3 de enero de 1977, en la vía pública, calle Pedro Ferré al 3300.
Los padres son citados para que fuesen, por la noche, a reconocer el cuerpo, previamente habían sufrido el allanamiento salvaje de su casa, con los acostumbrados malos tratos hacia los familiares.
El 3 de enero de 1977 se produce la persecución y asesinatos de Nora Gladys Meurzet y Antonio Martín Mendicute, en la calle Pedro Ferré al 3300. Consecuencia de disparos de armas de fuego y granadas arrojadas presuntamente por personal policial del Comando radioeléctrico, en cuanto a la presunta resistencia ofrecida por las víctimas, habría quedado desacreditada con diferentes pruebas, la copia de la partida de defunción de Mendicute en la que consta su fallecimiento por “muerte violenta”
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Plaza Santo Tomé
Los responsables de sus asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada Santa Fe
Marita trabajaba en Casa de Gobierno por la mañana, estudiaba y trabajaba en el barrio por la tarde hasta entrada la noche. Marita y Marcos eran incansables, mientras tanto criaban a Juan Manuel como en una gran familia junto a la gente del barrio. Ella ayudaba a las mamás del barrio en la crianza de sus hijos, enseñaba sobre alimentación y los primeros cuidados de los niños.
“...Marita y Marcos veían que la cosa se ponía fea y decidieron mudarse y llevarse a Ester...” cuenta Nélida. Entonces se mudaron a Escobar. El 29 de marzo de 1976, Ester le avisa a su mamá que Marita y Marcos habían desaparecido, también el pequeño Juan Manuel de apenas dos años. Nélida comienza entonces la búsqueda incansable que protagonizaron miles de madres y abuelas en nuestro país en aquel entonces. Por fin logra recuperar, en una parroquia de Arroyo Seco, a Juan Manuel. De Marita y Marcos nunca se supo más nada, a pesar de todos los esfuerzos de la familia por saber algo de ellos”.
/ Testimonio de Nélida, su mamá.
María, Marita, la conocí en la militancia de la facultad, era menor que yo, pero fundamentalmente cuando Cacho y Marita se pusieron de novios. (Qué época nos poníamos de novios, no hacíamos pareja). Marita era un petardo, laburante, estudiosa, militante, no sé como le daba el tiempo pero ella estaba en todas y siempre. Era menuda, digamos petisa, rubia, linda pero sobresalía en ella su porte serio. Compartimos por un breve período el ámbito cuando fue a trabajar al barrio donde yo militaba. Al poco tiempo que con Cacho compartíamos el departamento, ellos se fueron a vivir juntos y no pasó mucho en que nos alegramos, los amigos y compañeros, por el embarazo de Marita. Ya no los veía tan seguido pero nos gustaba mucho conversar, imaginarnos una sociedad de trabajo, solidaria, manifiestamente distinta a la que sobrevino a aquellos tiempos.
A fines de 1975 yo me había trasladado a Rosario y recién a mediados de 1976 me enteré de la desaparición de los compañeros en Escobar, Pcia de Buenos Aires. Al momento, ya estábamos con Graciela bastante comprometidos en cuanto a nuestra seguridad pero asumí que debía respetar aquel mandato. Juan Manuel había sido rescatado por sus abuelos maternos que residían en San Carlos Centro. Surgían inconvenientes de entrada porque para llegar allí yo no podía pasar por Santa Fe desde donde era mas sencillo llegar hasta ese pueblo. No recuerdo bien como, creo que lo hice a través de Santo Tomé, llegué un sábado a la casa de la familia Monasterolo donde me recibieron muy bien, porque al ser el padrino era como de la familia. Vivía en la casa de sus padres, Ester, hermana de Marita y que también había militado en Santa Fe y que sabía de lo acordado respecto de Juan Manuel. Ella (lamentablemente falleció hace unos años) me hizo entender que sus padres jamás admitirían que me llevara a Juan Manuel, que tan solo podría llevar a cabo si lo secuestraba. Creo que con buen tino supe entender que el mejor lugar para mi ahijado era con sus abuelos. No solo por mi situación muy endeble en cuanto a la seguridad, lo que implicaba la documentación del menor y el riesgo muy factible de volver a pasar por la misma experiencia que sufrieron sus padres.
Cuando volví de mi exilio, viajé a Santo Tomé, donde en ese momento Juan Manuel vivía con su abuela y lo ví muy bien. Volví a visitarlo alguna vez en Santa Fe y ahora reside en Corrientes. Alguna vez escribiré sobre mi exilio, pero a Cacho y a Marita los he llevado siempre conmigo, porque son ellos los que me señalan cuando las debilidades ideológicas afloran. Son ellos mis custodios. A veces los imagino acompañándome en las alegrías y en las tristezas. En los abrazos y en las puteadas porque de eso están hechos los compañeros.
Con los 30.000 compañeros desaparecidos, MARITA Y CACHO PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE!!!
. / Guillermo Pochettino
Pelusa fue mi amigo, como un hermano menor. Un flaco sencillo, ingenuo políticamente (como lo éramos todos en aquel momento), enamorado hasta los huesos. Norma, su compañera, entró un día a casa y era como si todo la hubiera estado esperando. Simplemente se incorporó, sin ruido, sonriendo siempre, compartiendo, ayudando. Era muy linda, pero no parecía consciente de esto, transparente.
Vivía en Santo Tomé, pero su familia había venido no hacía mucho de un pueblo del interior de la provincia, donde había sido reina de belleza de alguna fiesta, lo que testimoniaba una foto muy grande en su casa, con corona y cetro. Verlos juntos era una fiesta. El metejón y la revolución eran dos cosas que les enredaban el corazón al mismo tiempo, y desde que los mataron tengo el pobre consuelo de que mi casa les dio cobijo y oportunidad para gozarlos a los dos.
Pasaban mucho tiempo con nosotros, con la familia, con los chicos. Allí se hablaba de todo y todo se discutía, no sé si con demasiado rigor o fundamento teórico, pero siempre con pasión. Esto valía tanto para el fútbol, el trabajo en el barrio, la vida amorosa propia y ajena, las relaciones familiares, el rol de Perón, los chismes de la básica.
Pelusa y Norma entraban al peronismo por la puerta grande de la “Gloriosa JP” justo cuando nos enfrentamos a Perón. Cuántas noches se fueron tratando de buscarle la vuelta a esto que no podía, que no debía, ser inexplicable. Las razones tácticas que se esgrimen no alcanzaban a tapar el desasosiego, la confusión. Sólo las amistades nacidas al calor de estas dudas nos sostuvieron.
Cuando caímos presos perdí el contacto con los compañeros de la básica, (con todos menos uno que me salvó de descreer). Pelusa, supe que había pasado a otras tareas. Pudimos vernos de pasada en una esquina, él parado seguramente en una cita de control, yo viéndolo desde el colectivo. Nos miramos con el corazón estrujado.
Después supe de su muerte por el diario. Las circunstancias las conocí por su madre. Me mostró una de las tarjetas que Pelusa y su cuñada Nori, estaban repartiendo en el barrio, en su propio barrio. En ellas Montoneros les deseaba a los vecinos una navidad de lucha y resistencia. Era enero de 1977, la muerte andaba suelta por la calle. Norma cayó tiempo después, resistiendo en una casa.
Jóvenes, confiados hasta la inconsciencia, amantes de un futuro vislumbrado, cuando los perdimos no conocíamos todavía la dimensión de lo que se iba con ellos. La muerte dejó de ser parte de una consigna que coreábamos a los saltos, y comenzó a ser la palabra que nos esperaba en la almohada, cada noche.
/ Cristina.
El 3 de enero de 1977 se produce la persecución y asesinatos de Nora Gladys Meurzet y Antonio Martín Mendicute, en la calle Pedro Ferré al 3300. Consecuencia de disparos de armas de fuego y granadas arrojadas presuntamente por personal policial del Comando radioeléctrico, en cuanto a la presunta resistencia ofrecida por las víctimas, habría quedado desacreditada con diferentes pruebas, la copia de la partida de defunción de Mendicute en la que consta su fallecimiento por “muerte violenta”
Catalina Fleming nació en Rosario, cuarta hermana de una familia de clase media. Su padre era Irlandés. Durante su niñez la familia se asentó en Santa Fe, donde hizo sus estudios iniciales.
De una belleza poco común, que la hizo en su adolescencia ser modelo de algunas propagandas de los Canales 3 y 5 de Rosario, belleza que hacía que muchos hombres se pararan para mirarla. Esto que pudo hacerla una persona frívola, centrada en sí misma, no fue así, desde muy joven se comprometió con la causa de los más pobres, y por ello, se hizo peronista y montonera.
“No pasa inadvertida. Donde ella está, las miradas de todos los hombres convergen como una rutina. Ella es delgada, alta, de piernas cinceladas y perfectas, su cabello casi rozando la cintura. Su mirada llena de vida y hasta de picardía” puede leerse en “Fernando Vaca Narvaja, con igual ánimo”, el libro que escriben su hijo Gustavo y Fernando Frugoni. Hablan con propiedad, con conocimiento de causa, ya que Catalina fue la cuñada de Fernando. Su belleza era tal que en su adolescencia es modelo de algunas propagandas que se pasaban por los canales 3 y 5 de Rosario.
En Venado Tuerto, ciudad a la que fueron a trabajar, Carlos María era Ingeniero Civil, y allí ejercía su profesión. Catalina fundó una guardería en un barrio carenciado, desde la que se distribuía leche, alimentos, vacunas, etc. En esos días tuvo que rapar su bella cabellera rubia, se había contagiado de piojos, pero ella seguía siempre feliz, bella, aún pelada.
Esa muerte, que impactó muchísimo en sus vidas, no hizo sino que redoblaran su militancia. Catalina era, como ya lo dije, alegre feliz, siempre contenta, decidida, al punto que cuando Carlos María es detenido en Rosario, ella, junto a 4 compañeros, lo rescatan de la Federal de Rosario.
Era una mina con tantas agallas que cuando su marido Carlos María cayó preso en la dependencia de la Policía Federal de Rosario durante la dictadura de Lanusse, ella lo rescató. Se presentó en la dependencia policial llamativamente vestida, le hizo el “entre” al cana y cuando este se embaló, le apoyó una 45 en la cabeza, le sacó las llaves de la celda, liberó a su marido y en ese lugar dejó al policía esposado y con la boca tapada. Afuera esperaba un coche con dos compañeros, los cuatro se retiraron sin despertar sospechas. Carlos María y Catalina decidieron irse a Corrientes, ya que luego de la fuga eran buscados por todo el país.
A partir de allí deben pasar a la clandestinidad, tuvieron 2 hijos Dolores y Jorge, a quienes amaban entrañablemente.
En junio de 1976, en Capital Federal fueron secuestrados, sus hijos fueron entregados a su familia.
Por el relato de un sobreviviente de Campo de Mayo, se sabe que Catalina entró muerta, Carlos María entró vivo, pero nunca tuvimos información precisa, todavía los estamos buscando.
Bueno la verdad es que escribir sobre ellos me cuesta mucho, recordarlos me causa mucha tristeza.
/ Su hermana
“Mi papá era ingeniero civil y mi mamá era actriz y modelo. Tenían una vida resuelta, económica y socialmente. Tenían familias muy sólidas”, compartió la testigo, y agregó: “La opción por los pobres era jugarse a poner a los pobres en otro lugar del que estaban. Así comenzaron su militancia política y salieron de la vida que venían llevando. Participaron en la construcción de viviendas en Salta”, contó.
La vida de Dolores junto a su mamá y su papá fue muy nómade. Se trasladaban de una casa a otra. En 1975, el papá de la testigo fue detenido en Rosario, Santa Fe. Su mamá, embarazada de siete meses, fue a rescatarlo a la cárcel. Fue un escándalo para la policía de Rosario “que una mujer embarazada libere a un hombre”.
Las persecuciones se intensificaron y fueron extensivas al resto de su familia. A su tío, Jorge Araya, hermano menor de Carlos, lo asesinó la Triple A en 1975: “Fue muy cruel. Le sumergieron las piernas en una batea de cemento y lo tiraron a un río. Mi familia pudo rastrillar ese río y encontraron el cuerpo. Lo habían fusilado con más de 70 tiros”, relató conmocionada. La esposa de su tío Jorge también fue asesinada. En su velorio aparecieron personas armadas que, claramente, buscaban seguir amedrentando a la familia.
A partir de allí, la familia Araya-Fleming comenzó a huir. Fueron a Concordia, Entre Ríos, donde nació el hermano de Dolores, Jorge Araya. Luego escaparon hacia Zárate-Campana, donde tuvieron su última residencia fija. Un día, cuando volvían de tomar un helado junto a una amiguita de Dolores, vieron que estaban allanando la casa. A la niña la dejaron en un sanatorio y le avisaron a su madre. La familia se fue a Buenos Aires. Comenzaron a vivir en diferentes hoteles. La testigo contó: “Las personas allegadas a mis padres les sugerían que se exilien, pero a pesar de que tenían todos los recursos decidieron no hacerlo”.
A fines de mayo de 1977, Dolores y Jorge fueron entregados a una compañera de militancia de su mamá. Las caídas de Araya y Fleming eran inminentes y decidieron proteger a su hija y a su hijo. Después del cumpleaños de Dolores, la primera semana de junio, la familia había quedado para encontrarse en la estación de Morón, pero Carlos y Catalina nunca llegaron. Por intermedio de un cura, se enteraron que la abuela buscaba a sus nietos y pudieron contactarla. Dolores y Jorge se reencontraron así con sus tíos en el Parque Lezama, de la Ciudad de Buenos Aires.
En Campo de Mayo, fueron vistos por el sobreviviente Cacho Scarpati y por un oficial que dice haber visto a su padre en un techo, “creo se llamaba Ibañez”, rememoró.
Al momento de su desaparición, el 9 de junio de 1977, Carlos María Araya tenía 37 años. Catalina Fleming era diez años menor. A él le decían “Cacho”, en su militancia, y “Araña” por las redes que tejió para conquistar a Fleming. Catalina, “La Polaca”, era una mujer muy hermosa: “Había unas niñas que se juntaban en unas escalinatas a esperar que pasara mi mamá para poder verla”.
Las consecuencias que tuvo para Dolores Araya la desaparición de su papá y su mamá fueron notorias: “Mi familia quedó totalmente destruida. Era muy sólida y fue detonada por los exilios, fusilamientos y suicidios. Hubo una destrucción masiva”, relató. También habló del dolor y la impotencia de no poder enterrar a su madre ni a su padre: “Esta historia se repite, sobre todo la falta de sepultura. Es lo que más me perturba. La ley de la dictadura militar decidió que los cuerpos de sus oponentes no iban a tener sepultura. Ese dolor que imponían a las familias era lo más terrible. Este pacto de silencio de no decir dónde están los cuerpos, qué pasó con ellos, dónde están los niños, es lo más terrible. Todas las torturas tenían que ver con que las personas hablen. Ellos torturaban y nosotros pedimos justicia. Todo hijo tiene derecho a sepultar a sus padres. Es una herida muy difícil de decir. Es algo que una carga para siempre”, concluyó.
/ Dolores, su hija. Declaración en juicio Campo de Mayo
(JUICIO) (VER ANEXO)
Escuché su nombre por primera vez en la alcaidía de Rosario cuando me llega la información sobre los compañeros que habían sido apresados tras el copamiento de la localidad de San Jerónimo Norte (Santa Fe), causa por la que fui detenido. Desde la cárcel de Coronda logro viajar finalmente hacia Perú haciendo uso de la salida del país por estar solamente a disposición del PEN (Poder Ejecutivo Nacional). Alejandra utilizó el mismo recurso para salir también al Perú desde la cárcel de Rawson unos meses antes, allí en Lima recién la conocí personalmente.
Esta no fue una decisión fácil, ambos veníamos de resolver nuestros afectos anteriores teniendo que tomar decisiones unilaterales por las circunstancias que nos había tocado vivir, ella lo hizo con una gran seriedad y responsabilidad, serenamente, pero con una gran convicción, con autenticidad y con madurez.
Después de Chile, vivió una hermosa experiencia de varios meses en Cuba (de una revolución cubana en sus mejores momentos), para volver desde allí a la Argentina de Cámpora. Volvíamos a nuestra tierra, a nuestra gente, a la alegría de las calles, al primer paso de un futuro mejor, a un sueño que parecía que comenzaba a ser realidad.
No habíamos terminado de darnos cuenta que estábamos en casa cuando la realidad se nos vino encima, la triste, tristísima y horrible masacre de Ezeiza. Y sólo fue el comienzo, después, el desconcierto, las divisiones internas en el campo del pueblo, la incógnita de la relación con Perón, la renuncia del “Tío”, el nefasto López Rega en el poder y la derecha manejando los hilos del gobierno popular.
Apenas si hubo tiempo para los reencuentros y tuvimos que partir a un nuevo destino de militancia: Tucumán. Nuevas tierras, nuevos compañeros, nueva realidad, nuevas costumbres, nuevos desarraigos, Alejandra fue asimilando todo con entusiasmo, con mucha alegría, con fe y una esperanza sin límites. Los días compartidos en Tucumán fueron vividos con enorme intensidad, como si los minutos fueran años o siglos.
Primero su militancia política en la Zona sur ( Simoca, Bella Vista, Manantial, San Pablo) como una mosca en la leche, pero al revés, con su pelo rubio, ojos celestes y su piel blanca andando por los Ingenios, las colonias o los pueblos del azúcar, como así también caminando la larga y conflictiva “huelga azucarera” que no sólo paralizó la provincia sino que se extendió a Salta y Jujuy; claro que hasta ese momento aún se podía, todavía no había comenzado la política de exterminio, todavía no comenzaba el “Operativo Independencia” y aún podíamos circular libremente porlas calles. Ella se sumó permanentemente, con su espíritu crítico, a las discusiones y planteos que se hicieron en la Unidad Sur ante los vaivenes erráticos de las consignas políticas que se definían en la realidad porteña y que nada tenían que ver con la nuestra, haciéndolas inaplicables y algunas hasta suicidas para nuestros militantes, lo hizo siempre con honestidad y consciente de los costos políticos internos que esto implicaba, tal es así, que el resultado de esta actitud pensante de la Unidad, la lleva a su disolución.
Fue intuitiva y de una gran calidez para el trato con las personas que tuvo a su cargo, privilegiando siempre la condición humana por sobre las urgencias y necesidades que se esperaban del militante o colaborador, cosa que en más de una oportunidad le resultó un gran dolor de cabeza.
Día tras día fue militante consecuente, combatiente montonera, madre hasta la ternura infinita, esposa compañera, amiga fiel y confidente, hija y hermana sensible, nostálgica, extrañadora. Intransigente a la traición pero comprensiva del límite y debilidad humana, humilde sin demostrar que lo era, consciente de sus propias carencias y limitaciones y dispuesta a crecer desde sus errores y desaciertos.
Dos veces tuvimos que ponernos a pensar y decidir con respecto a si era bueno o no tener hijos en medio de una lucha revolucionaria, si era posible o no que nuestros hijos comprendieran el por qué los exponíamos al peligro, a la angustia, la orfandad o la propia muerte. Largas fueron las charlas y siempre asechaban las dudas, pero en las dos veces concluimos en lo mismo, no les estábamos ofreciendo el sacrificio sino la vida, la posibilidad de construir un mundo nuevo con un camino que valiera la pena recorrerlo, un mundo por el que valga la pena la lucha y el riesgo, no les ofrecíamos la seguridad burguesa para unos cuantos, porque no creíamos en ella y no la aceptábamos, no queríamos el privilegio para nuestros hijos mientras los hijos del pueblo morían por desnutrición, por enfermedades, por frío y por todas las consecuencias de la marginación. Decidimos tener a nuestros hijos aún con el riesgo que ellos mismos no nos entendieran en el futuro. Cuando Alejandra es asesinada por los mercenarios de Bussi, Ale, nuestra hija, tenía un año y ocho meses de edad y nuestro segundo hijo estaba en su panza desde hacía casi cinco meses.
Aún después de tantos años siento el desgarro que arrancó la mitad de mi ser en el golpe más atroz que he tenido en mi vida y solo la conciencia de que parte de ella sigue en mi ha hecho posible sobrevivir y continuar en la lucha compartiendo su esperanza y su fe en que es posible un mundo de igualdad y de justicia si somos capaces de destinar nuestras vidas a encontrar los caminos y somos consecuentes para recorrerlos.
/ Gerardo Romero, septiembre de 2007
Alejandra fue educada para ser una chica del barrio sur, que debía casarse con alguien que hubiese ido a la Inmaculada, para tener hijos y mandarlos a los colegios religiosos de Santa Fe, quizás a las mismas Adoratrices donde ella terminó el secundario.
Pero la opción de construir una sociedad sin explotadores y explotados fue una decisión colectiva en la que confluimos muchos jóvenes universitarios (que no nos imaginábamos que éramos dirigentes estudiantiles porque no tuvimos tiempo) y trabajadores militantes de organizaciones obreras, el ambiente nos envolvía con un sentido inequívoco, teníamos que hacer la revolución.
Alejandra era muy sensible, a la vez que muy exigente consigo misma, con mucho sentido del humor, crítica y algo tímida, pero muy templada y serena. Soportaba dolores intensos de su temprano reumatismo sin quejarse, hasta que necesitaba medicarse. Hoy sé que Alejandra tenía el sello inconfundible de su mamá. Esa actitud independiente y tenaz, sin dejar de ser tierna y alegre, afrontando la vida con optimismo. Tenía una actitud de fina ironía que utilizaba con precisión en el momento más inesperado, demostrando así toda su capacidad de observar a los demás y de evaluar con precisión una situación., demostrando así toda su capacidad de observar a los demás y de evaluar con precisión una situación.
Los recuerdos de Aleja, de adentro (de la cárcel) y de afuera (del país) tienen la impronta de su actitud, cautelosa y siempre dispuesta a ayudar, sin que se notara, como disimulando su ternura y su eficacia. La discreción era en ella una característica muy particular que, en la militancia incorporó naturalmente.
La última vez que estuvimos juntas me contó de lo linda que estaba su “rayadita”, porque no era morocha ni tan blanca como ella, como la llamaba a su Alelí y se le encendían los ojos de alegría cuando me la describía, pero esa ultima vez que nos vimos nos despedimos muy tristes porque no podíamos compartir esa alegría de la vida en directo, había viajado sola a Buenos Aires por tareas de militancia y su bebita estaba en Tucumán, con el padre.
Alejandra murió acribillada en Tucumán y fue hasta el final una militante consciente de su decisión, sabía de las dificultades organizativas y las discusiones políticas internas, pero aún así, estuvo dispuesta a seguir adelante en lo que estaba comprometida.
/ Dorita Riestra
Tucumán, no cualquier lugar, Tucumán insisto. Transcurriendo los años 1973, 1974, el lugar de los tucumanos, del Tucumán Arde, de la FOTIA, de la unidad obrero estudiantil... de...
Conocí al Negro, compañero de Mecha (Alejandra Niklison), estuvo un tiempo en la casa, donde yo vivía en ese momento. Luego la conocí a ella. Eran momentos cargados de dificultad.....solicité a los compañeros una ubicación diferente en la organización Montoneros. Mecha casi sin conocerme, apenas había comenzado nuestra relación, fue quien me escucha, me sirvió de interlocutora. La recuerdo en el departamento de mis padres, con la alegría que siempre llevaba, proponiéndome ámbitos de encuentro, de discusión, de inserción. Con fuerza, con claridad, dispuesta.
La felicidad del anuncio de su embarazo, la esperanza de una vida nueva, en el marco de esta lucha. El final de mi estancia en Tucumán, vivía en un departamento que se ubicaba sobre la calle en que el Negro y Mecha “entraban” a la ciudad. Yo había regresado a mis trabajos anteriores y salía puntualmente todos los días a las 7 y 15. En ese momento Mecha y el Negro pasaban frente a mi domicilio. Ella hacía miles de gestos para que él no me viera salir y ubicara mi casa. Lo hacía mirar para otro lado, señalaba algo con un comportamiento gestual que era como una película cómica....
Quiero recordarla así: escuchando, orientándome en los posibles nuevos lugares organizativos y también protegiéndome, escondiéndome, preservándome con su fuerza, con su alegría.
/ Pilar Garbarino.
Gustavo nació el 28 de septiembre de 1944 en Gualeguaychú. Era el segundo de 7 hermanos. Su padre Héctor Pon tenía una zapatería y su madre Carola era ama de casa. De la infancia, siempre se comentaban a través de anécdotas familiares, sus travesuras que ponían a prueba los nervios de sus padres y maestros. En su niñez, la parroquia era su lugar de recreación y contacto social. Su padre, católico practicante en la época de esplendor de la Acción Católica, no era amigo de rituales ni grandes ceremonias, el mayor elogio que le podía hacer a una persona era decir "es un cristiano", porque había incorporado fuertemente el contenido ético del cristianismo que aplicaba en su vida en la medida de sus posibilidades. A su vez, aunque no había tenido muchos estudios participaba de reuniones donde se analizaba el evangelio y se "filosofaba". Todo esto tiene una gran importancia en la formación de Gustavo. Desde su niñez fue una persona comprometida con todo lo que emprendía, lo sublevaba la injusticia. Su hermano Daniel recuerda, que cuando iban junto a su papá y los Hombres de Acción Católica a la cárcel de la ciudad de Gualeguaychú, (llevando cigarrillos, yerba y un poco de conversación a los presos) Gustavo le decía "fíjate los presos son los pobres". Gustavo era una persona firme en sus convicciones. A los 14 años decidió que iba a ser sacerdote. Se puso a estudiar latín y se fue al Seminario de Paraná en el año 1959, hizo cuatro años de Humanidades y en el año 1963 ingresó al Seminario Mayor, donde estudio Filosofía. Allí estuvo 6 años.
En la época de seminarista, visitaba la casa familiar en el verano, época en la cual al agrandarse la familia había más desorden pero también mucha alegría. Se destacaba por su buen humor y por sus comentarios inteligentes. En una de esas visitas de vacaciones comenzó a leer el Martín Fierro, estaba fascinado. Lo leía en voz alta a sus hermanos diciendo a cada rato: "esto es un evangelio”. Lo leyó íntegro sin parar.
Cuando le faltaba poco para terminar, al llegar a tercer año de Filosofía, hizo crisis con la vida célibe, crisis que lo empuja a abandonar el Seminario y los estudios religiosos.
Su hermano Roberto recuerda que en el departamento de calle 9 de Julio al 2900, donde vivieron en los años 70 y 71, empezaron viviendo tres y terminaron siendo seis y hasta siete dado que Gustavo, que ya por entones tenía el apodo de "Tavincho", no tenía problemas en invitar a vivir a cuanto conocido tenía algún problema de vivienda.
Por entonces, realizaba una intensa actividad académica y política, participando en diversos congresos, encuentros y reuniones relacionados con el Tercer Mundo y la Filosofía. Desde el año 1970 dará clase en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica de Santa Fe.
En el año 1972, teniendo una beca acordada para hacer el doctorado en Filosofía en la Universidad de Lovaina, Bélgica (gestionada a través de la Universidad Católica), decide quedarse para participar en la campaña y la experiencia de acceso al poder de sectores populares, que se daría con el triunfo del FREJULI.
Inicialmente trabajó en la comisión de familiares de presos políticos y luego en los grupos de profesionales peronistas que se conformaron al final de la dictadura de Lanusse.
De su gestión también quedó la inauguración de la sala Marechal en el Teatro Municipal, la sala recibe el nombre de un escritor al que admiraba profundamente. Se lo recuerda andando en una camioneta Rastrojera de la Municipalidad, trasladándose incansablemente para todos lados.
En 1973 se casa con Clarisa, su compañera, naciendo su único hijo Matías un año después, con el que jugaba y se reía mucho, como era su forma de ser. A partir de ese año dará clases alternativamente en Facultad de Ciencias de la Administración y en la Escuela Superior de Sanidad (UNL), en la Escuela de Servicio Social y en la Universidad Tecnológica Nacional.
A fines de 1975, allanan su domicilio y se produce la cesantía de 58 docentes de la Universidad Nacional del Litoral por resolución del rector Julio García Martínez, entre ellos Gustavo. Incorporado ya a la organización Montoneros, se trasladó a la ciudad de Rosario para continuar con su militancia política.
Su mamá Carola, repetía una y otra vez, cada una de las palabras de Gustavo cuando fue a verlo, referidas a la fidelidad a los compañeros caídos y a su convencimiento en el triunfo de la causa.
En junio de 1977 Gustavo escribió..."Estuve varios años buscando la forma más efectiva de cumplir el mandato evangélico hasta que me di cuenta de que el amor evangélico es un AMOR POLÍTICO, de que la beneficencia no sirve porque humilla y degrada, de que liberación y salvación son una misma cosa. Para qué vamos a salvar o liberar personas si luego tienen que servir a estructuras opresoras...Porque el sistema es la antítesis de todos los valores que profesamos".
Gustavo fue secuestrado en agosto de 1977 en la zona sur de Rosario .
En 2010, luego de dos años de trabajos en la zona, el Equipo Argentino de Antropología Forense halló a instancia judicial una fosa común en el predio Campo Militar San Pedro, cercano a la ciudad de Laguna Paiva. En la tumba clandestina en ese predio perteneciente al Ejército Argentino la investigación forense halló en una primera instancia los restos de cinco hombres y tres mujeres, seis de ellas con disparos en la cabeza.
Uno de ellos era Gustavo, que pudo ser inhumado en 2011 por su familia.
Nació el 10 de diciembre de 1949 en San Carlos Centro. Allí vivió junto a sus padres y hermanos una infancia de pura familia, patín, teatro y guardapolvo blanco y el moñito azul que mamá le ponía siempre para ir a la escuela. Marita era una niña muy buena, dulce, muy aplicada, responsable y alegre... Cuenta Nélida, su mamá. Termina la escuela secundaria en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús donde se recibe de Maestra Normal. Si bien no trabajó en una escuela, por vocación desarrolló esta tarea junto a otros en el barrio Santa Rosa de Lima de la ciudad de Santa Fe. A los dieciocho años se traslada a Santa Fe donde empieza a cursar sus estudios en la Facultad de Bioquímica, de la UNL. Allí comienza su militancia en la Juventud Peronista y conoce a , con quien compartirá la militancia y la vida misma. Los casó el 17 de enero de 1973 en la parroquia Cristo Obrero el en una sencilla y amorosa ceremonia junto a los compañeros y la gente del barrio. El tres de marzo de 1974 nace Juan Manuel, su hijo, a quien bautiza, también el Padre Catena.
Vivió junto a Marcos y Juan Manuel en una casa sencilla del barrio Barranquitas Oeste, al tiempo, se mudan porque la casa era muy húmeda y afectaba la salud de Juan Manuel. Antes de que se produjera el golpe de Estado secuestran a su hermana Ester, que era , a quien torturan y luego dejan tirada en la calle.
24 DE MARZO DE 1976. Pasaron 44 años. Camino el pasillo de mi casa y mientras camino me surge la idea de personalizar este homenaje que es además un compromiso, en una pareja de compañeros: María Monasterolo y . Los conocí a ambos en Santa Fe cuando estudiaba ingeniería química y compartimos luego militancia y eso que aquellos años, se asemejaba a hermandad. Con Marcos, Cacho, compartimos vivienda en el Colegio Mayor Universitario y luego con otro “compañero” en un departamento de pasillo. Cacho era oriundo de Goya, Corrientes. Exteriormente su imagen trasmitía seriedad, dureza, como alguien metido hacia adentro. Cuando nos hicimos amigos era eso, pero esa era tan solo una imagen. La realidad era un tipo muy ocurrente, tremendamente irónico, con seguridad en sus convicciones que convencía en los mano a mano. Muy decidido en la acción, comprometido a mas no poder, solidario. Todo lo que sabemos de muchos compañeros y compañeras.
En marzo de 1974 nació Juan Manuel y nos llenó a todos de alegría que se acrecentó cuando me preguntaron si quería ser su padrino. El bautismo se hizo en el barrio de Barranquitas Oeste donde militábamos y cuya madrina fue , la colorada Busaniche, Juana compañera también desaparecida. Tiempo después, quizás poco mas de un año, Marita, Cacho y Juan Manuel fueron trasladados (en el buen sentido) a la zona de San Nicolás y previamente nos juntamos y me dieron un “mandato”. Hacerme cargo de Juan Manuel si acaso a ellos les pasara algo (¿cárcel, muerte?). Alegría por la confianza que me despertaba, tristeza encubierta porque de alguna manera presagiaba lo que luego se concretaría: la desaparición de ambos a fines de marzo de 1976.
Su memoria es recordada en placas colectivas colocadas en la y en
Compartí con Pelusa y otros compañeros la creación de la Unidad Básica “Héctor J. Cámpora”, en la seccional 9ª. Vivíamos la euforia nacida del , de la campaña del Tío, de lo que creíamos, era el retroceso definitivo de la dictadura. Pateábamos el barrio, nos metíamos en la vida de la villa, que estaba cerca. Y planeábamos otro mundo. Las charlas que empezaban en el local de la básica, seguían en nuestra casa, a cualquier hora, entre pañales y comidas de largas sobremesas. Mi esposo y yo éramos algunos años mayores que el resto del grupo, no mucho pero estábamos ya construyendo una familia. Pelusa, , , el Negro, Lamparita, estaban viviendo en esa tierra de nadie que la vida nos presenta después del secundario y antes de no sabemos qué. Y el no saber qué en esos años cargaba además con toda la incertidumbre y toda la convicción de que estábamos haciendo historia. Y de la grande.
Los responsables de sus asesinato fueron juzgados y condenados en la
Se casó muy joven, a los 19 años, con su compañero de militancia, , y juntos, emprendieron un sinfín de actividades que tenían que ver con el compromiso social.
El 23 de julio de 1975, ocurrió un hecho terrible, apareció asesinado por la Triple A; Jorge, el hermano de Carlos. El 21 de julio, en el paraje El Espinillo, del río Carcarañá, fue hallado flotando el cuerpo de , de 26 años. El 23, prácticamente en el mismo lugar pero en el lecho del río, se rescataron los restos de su esposo, el abogado , de 27 años, dirigente de Montoneros. Ambos habían sido secuestrados en su domicilio de Mendoza 1141 por un grupo de personas.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Un mes y medio después, junto con decidimos pasar a Chile y buscar la manera de cruzar hacia la Argentina. Un tiempo más tarde llega Alejandra con otras compañeras a Santiago. AIIlí si nos empezamos a conocer y un poco después a compartir nuestros sueños, nuestras convicciones, el compromiso, las responsabilidades, las alegrías, las tristezas, los miedos, nuestras limitaciones, las opciones, la militancia, y el deseo de estar y construir juntos nuestras vidas y esta experiencia colectiva de hacer un mundo mejor.
Dos situaciones fueron de tremendo dolor para Alejandra, de una tristeza casi sin consuelo alguno, la primera cuando llegó la noticia del accidente que sufriera María Pía, su más adorada sobrinita, y la segunda, cuando nos enteramos del cobarde asesinato de los . Con todos ellos había compartido el penal estrechando una gran amistad y sobre todo con Mariano al que llegó a sentirlo como si fuese un hermano.
Su primera pareja, el ), fue un muchacho del campo que había ido a estudiar a Santa Fe, de otro sector social, a quien ella quiso más como amigo y compañero de militancia que como pareja y compañero de vida. Por eso la cárcel disolvió un vínculo que no habían alcanzado a profundizar en unos pocos meses. Esto era bastante común entre jóvenes que debían separarse por las circunstancias antes de haber constituido un vínculo afectivo más profundo.
En el exilio se enamoraría de quien fue el padre de su hija y con quien construyó la pareja, con quien militó hasta que fue ametrallada en su casa de Tucumán, junto a otros compañeros montoneros. Entre ellos estaba , un jujeño que empezó a militar con nosotros en Santa Fe, de quien no se tuvieron rastros hasta hoy.
El día 20 de Mayo de 1976, se hallaban reunidos en su casa de San Miguel de Tucumán cinco militantes pertenecientes a la conducción de la zona Este: María Alejandra, Fernando Saavedra Lamas, Atilio Brandsen, y ; fuerzas conjuntas del Ejército y de la Policía Provincial, lanzan explosivos, ingresan a la vivienda y simulando un enfrentamiento asesinan a todos los moradores.
Su hija, también llamada Alejandra, fue la abogada querellante en el juicio que en 2012 condenó a perpetuidad a Luciano Benjamín Menéndez y al policía Albornoz. De ese juicio se derivó otro en el que se obtuvo la condena del entonces, encontrado culpable por haber actuado en complicidad con los genocidas que asesinaron a los cinco militantes
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la
Inició estudios universitarios en la . Terminó primero los estudios de Profesor de Filosofía y posteriormente obtuvo la Licenciatura, con una tesis sobre Merlau Ponti. En el transcurso del año 1968, en forma simultánea, inició estudios en la Facultad de Derecho, donde obtuvo el título de Notario, con la idea de obtener cátedras de Filosofía del Derecho. Esta carrera le resultó fácil, y la hizo prácticamente en sus ratos libres. Además la carrera le permitía ir al económico comedor universitario, ya que la familia nunca pudo costearle los estudios.
En este periodo, Gustavo empezó a dar clases en el Profesorado de Venado Tuerto, y en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de Esperanza. También concurría con sus hermanos a las misas del cura Catena en Villa del Parque y tuvo una breve participación en la agrupación estudiantil universitaria . En esa época lee mucho, comenzando a transformar sus inquietudes sociales en un compromiso político manteniendo una activa participación en los grupos cristianos relacionados con la Teología de la Liberación que desde el catolicismo planteaba una renovación y sobre todo el compromiso social.
En el año 73, la militancia política a la que Gustavo siempre le agregó su formación intelectual, era algo crucial en su vida. El 25 de Mayo de 1973 es designado Subsecretario de Cultura y Acción Social de la Municipalidad de Santa Fe, como representante de la Su gestión fue importante tanto en lo social (especialmente luego de la inundación del 73) como en lo cultural, siendo en este plano signo distintivo de su accionar, su política de traslado de los eventos culturales desde el centro de la ciudad hacia cada uno de los barrios periféricos (como los Programas de Cine y Títeres en los barrios), tornándolos así accesibles a los más humildes.
Estuvo en el cargo menos de un año, debido a los problemas políticos que derivaron de la caída de Cámpora y el avance de Lopez Rega. Incorporado ya a la organización lleva su militancia más allá del ámbito académico, dando continuidad a su compromiso con la problemática de los desposeídos, ya asumido durante el desempeño de la función pública, lo que concretó en esta etapa en el Barrio Centenario.
Su memoria es recordada en placas colectivas colocadas en la , en la y en la y en un monumento en la
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Jorge nació en Godoy, cerca de Empalme Villa Constitución, a unos 40 km. de Rosario. A Santa Fe llegó un 8 de enero de 1971 para empezar el pre-universitario de Ing. Química. Lo conocí ese mismo día y como viajábamos para el mismo lado, los dos volvíamos a Rosario. Empezamos a ponernos de acuerdo para ir y volver juntos. En esos días él vivía en una pieza que alquilaba en Junín y Rivadavia, al tiempo se va a vivir con otros estudiantes de química, en una casona vieja en calle Crespo casi San Jerónimo.
Comenzamos lentamente a militar, leyendo y formado parte de grupos de estudios. Al poco tiempo ya participábamos de reuniones en la Embajada (el Colegio Mayor de San Jerónimo y Junín). Nos juntábamos con el Cabezón La Rosa, con Fernando, y se va armando un lindo grupo con las chicas de Química. Ya militando en Ateneo se ve la necesidad de armar una casa, y nos vamos a vivir a un Dpto. Interno en calle Obispo Gelabert, con Fernando Belizán y el Tigre Azpiazú, son los tiempos de la formación de los Consejos Provisorios de las JP Regionales, que van a culminar el 12 de Noviembre con el Acto de lanzamiento de las Regionales en el estadio de Unión
Con el tiempo dejamos esa casa y fundamos otra en la calle J.M. Zuviría a una cuadra de Facundo. Allí vivimos con Fernando Belizan, Pinino Moressi y unos compañeros de Tostado. Tiempos del Luche y Vuelve, nos pasan al frente Territorial y nos toca militar en Guadalupe, en la 12ª. Con María, inseparables los tres; en el barrio, en el cine, en el comedor. A esta altura teníamos dos casas por decirlo así una la de J. M. Zuviría y otra la casa “de las chicas” cerca de las 4 Vias, donde estudiábamos. Jorge era muy estudioso, le gustaban las matemáticas pero no mucho las químicas. Y el dibujo técnico era su calvario. En la FIQ íbamos mucho al bar y nos enfrascábamos con Juan Parteni en largas charlas.
En el barrio armamos la unidad básica con los restos de lo que había y con un gran grupo que ya existía allí donde estaban el “Supre”, la gente joven de la básica y la gente del Bº Chaqueño, con “Cara de Hacha” a la cabeza y la “Negra” y el “Mencho”. Allí vivimos el 17 de Noviembre del 72 – en la básica vieja todavía – en el 73 nos mudamos al local de Gral Paz donde había antes una peluquería. Hicimos campañas de limpieza de basurales, de pintadas masivas, y de campaña electoral para el 73 con todo. Tres actos por noche más o menos.
Después de la 12º en Guadalupe yo voy a militar al Frente Gremial allá por el '75 y nos vimos esporádicamente. Frentes distintos, tiempos acelerados, me casé y él se fue de Santa Fe con la Tere (Teresita Soria).
Una mañana allá por mediados del '75, caminando por calle 1° de Mayo llegando a Junín, casi en la esquina de Química me llaman y lo veo sacando medio cuerpo por la ventanilla de un colectivo y saludando. Fue la última vez que lo vi, en la cárcel me enteré que había desaparecido en la zona de Rosario junto con la Tere y que habían tenido un hijo. Aún conservo un plumón que era de él y unos apuntes de Química general, junto con el encendedor que nunca le andaba. Me gustaría algún día poder darle esas cosas a su hijo. El tiempo dirá.
/ Miguel
Por motivos de seguridad, los muchachos, se tuvieron que ir de su casa y se vinieron a vivir a nuestra casa de las 4 vías. Vivió unos meses con nosotras, nos decía cariñosamente zoquetitos, había un winco y antes de dormir escuchábamos a Salvatore Adamo y Carlos Barocela (que eran los únicos discos que teníamos). En los momentos de ocio jugábamos a la generala e íbamos bastante seguido al cine. Le tenia aprehensión a las agujas y cuando hacía alguna macana lo corríamos por la casa, se reía para adentro como con un ahogado ji ji y levantaba los hombros. Usaba mucho el Lidil (gotas para la naríz), y nosotras lo retábamos pero las llevaba siempre en el bolsillo de la campera blanca que siempre usaba, con los vaqueros ajustados y doblados en la botamanga, era inconfundible, después empezó a usar un saco tipo cazadora de twed medio marrón jaspeado, siempre con los vaqueros.
El 24 de Mayo del 73 programamos un desayuno triunfal pero nos dormimos y salimos corriendo a tomar el colectivo para ir a la concentración que nos parecía un sueño, “a la casa de gobierno después del 25 la cuidan los Montoneros”. El 1º de Mayo del 74 corrimos cuando Perón nos dijo imberbes, llegamos al colectivo, salimos agachados en los asientos para prevenir algún ataque de los fachos y después casi no podíamos hablar, no entendíamos lo que nos estaba pasando, se nos caía la historia, Perón nos decía “estúpidos que gritan”.
Militamos en el Bª Mayoraz junto con otros compañeros Marita, Guido, el Flaco, participábamos en la vecinal, siempre íbamos juntos en el cole. En el '75 cuando se va de Santa Fe nos encontramos en la esquina de mi casa porque yo salía y nos despedimos. Siempre lo recordé con una mezcla de alegría por haber compartido tantas cosas con él, y el otro sentimiento, el de la pérdida de un ser tan valioso, tan compañero, tan hombre nuevo.
/ Una de las chicas.
Testimonio de los compañeros de la “Básica” de Guadalupe
Oriundo del sur de la provincia de Santa Fe, estudiaba Ingeniería Química y en el año 1972 orientó su militancia al barrio de Guadalupe.
Allí, en el distrito que correspondía a la vieja Seccional 12ª, se había comenzado a organizar la Unidad Básica del peronismo, a mediados de año comenzó la campaña nacional “Luche y Vuelve” encabezada por la Juventud Peronista.
Los militantes de Ateneo, que luego integrarían la JUP, organizaban los actos del Luche y Vuelve, y así llegaron a Guadalupe el Perro Sklate, María (esposa de Pedro de la UOM) y Miguel R, luego Edi Cravero, la “Colorada” de Servicio Social, y forman el primer grupo en Guadalupe. Más tarde Graciela G. esposa de Marcelo Nívoli.
Varios compañeros del barrio se incorporan a la militancia a través el Peronismo de Base. En el sector estaban la Universidad Católica, el Colegio Juan XXIII y la Escuela de Guadalupe, de los que salieron muchos compañeros en el 72, 73, 74, fueron un semillero importante de militantes, impulsado por la corriente tercermundista de los sacerdotes y monjas. Muchos de ellos se sumaron a la JP que se desarrollaba en Guadalupe.
En 1972 se hace la campaña de afiliación organizada por la JP, con eje en la Básica, que estaba en la peluquería de calle Gral Paz, y crece la movilización de todo el barrio.
En noviembre, para el acto realizado en la cancha de Unión , el barrio se movilizó, se juntó la gente de Barrio Chaqueño y de Guadalupe Oeste.
“Los choferes de la Línea 8, principal medio de transporte del barrio, nos dejaban subir sin pagar; es que el Sindicato de Trabajadores del Transporte, que dirigía Canónigo, pasaba la consigna cuando se armaba una movilización y los choferes nos dejaban pasar”
El Perro Sklate fue un líder en el grupo, era muy irónico, ácido, un tipo muy querido
Era muy reflexivo, inteligente, capaz de explicar con claridad, siempre tuvo una relación muy franca con los compañeros, al margen del rol de responsabilidad que tenía. Con él podíamos hablar las cuestiones que se nos planteaban, las dudas, las diferencias. Fue un tipo con un gran compromiso ético, amiguero, de armar peñas con los amigos.”
Otros compañeros recuerdan que “Era el “Charles Bronson” del grupo (actor de moda de la época con bigotes gruesos) y decíamos que algunas compañeras estaban en la JP por acercarse a él…”
“Cuando vivíamos en la casa de Facundo Zuviría, teníamos en depósito el sidecar de una vieja moto de guerra, la moto nunca se supo si estaba. El Perro se divertía sentándose en la butaca del sidecar y jodía haciéndose el oficial alemán …. En el patio de la casa”
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la FIQ-UNL en 1996
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Feced III y IV
(HOMENAJE)
(JUICIO): Los responsables de sus secuestros y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Feced III y IV (VER ANEXO)
Luis nació el 4 de julio de 1952. Obrero metalúrgico, empezó militando en la Juventud Peronista (JP) y luego en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). El "Patón" Silva era el representante de los villeros peronistas santafesinos y luego fue dirigente nacional del Movimiento Villero Peronista (MVP) y miembro del Consejo nacional del Peronismo de Barrios.
En 1975 estuvo secuestrado ilegalmente y torturado durante 52 días, encarcelado en Villa Devoto por dos meses y liberado el 29 de mayo de 1975.
En 1974, siendo Oficial Montonero, participa del Operativo de Reconstrucción “Estanislao López” en el norte provincial, en el cierre de este acontecimento toma la palabra y dice: “El pueblo entero ha comenzado la reconstrucción y la liberación, porque entendemos perfectamente que no hay reconstrucción nacional sin liberación. Nosotros sabemos lo que significa el peso de las botas de la oligarquía pisoteándonos, sabemos que esto que se está realizando o lo que se acaba de realizar, es un paso más hacia la liberación nacional.”
Luis fue secuestrado y desaparecido en Morón, Buenos Aires, el 11 de noviembre de 1976
Nilda Elías ejerció su trabajo social junto con Luis. Lucha por el loteo, vivienda, trabajo, dignidad de vida. Esos eran los objetivos. Nilda fue su compañera. Imposible de olvidar. La unión de sus vidas ahondó el compromiso social y político de ambos. La semilla del evangelio cayó en tierra fértil. Estoy convencido, que muy en el fondo de sus corazones, consciente o inconscientemente, la fuerza que los empujaba a dar siempre más, era la fuerza del Evangelio de Cristo.
(...)
Con Luis fue coincidencia que tengamos el mismo apellido, tal vez somos parientes en algún abuelo lejano, no interesa. Lo cierto es que, a través del recuerdo, el haber compartido con Luis un compañerismo de años, lo guardo como un privilegio.
Cuando llegué a Santa Rosa, en el 66, como responsable de la Parroquia, Luis, ya estaba. Era un chico de unos 15 años. Moreno, más bien alto, ojos muy inteligentes, rostro sonriente, siempre dispuesto a un comentario cómico. Siempre dispuesto a dar una mano en trabajo.
Lo recuerdo rodeado de chicos, lo recuerdo en la catequesis, lo recuerdo organizando charlas para la formación de los jóvenes, colaborando y distribuyendo “El Dominguero” (publicación de la Parroquia), hablando por la propaladora de la Parroquia, junto con Julio Figueroa, en tiempos en que era complicado manipular un micrófono, cuando estabas enfrente de la Comisaría. Lo recuerdo recorriendo el terraplén Irigoyen en tiempos de inundación, y hombreando bolsas de arena para cerrar alguna filtración.
En la Parroquia habíamos formado un grupo llamado de Promoción. La finalidad era promover en los distintos sectores del barrio, la defensa de los derechos individuales, la autogestión, el reclamo a las autoridades por la falta de servicios (agua, luz, comunicación). Luis, junto con Nilda, eligieron la zona sur. De este trabajo con los vecinos nació la vecinal “12 de Octubre”. Fue entonces que ambos comenzaron a dedicar más tiempo a la vecinal que a la Parroquia. Y fue también en ese tiempo que ambos se casaron. De ese matrimonio nacieron tres hijos.
Luis fue uno de los fundadores y promotores de la Cooperativa de Ladrillos, en la que hubo trabajo para los vecinos, y los ladrillos eran destinados a la construcción de viviendas por ayuda mutua. Se construyeron casi 100 viviendas y así el ladrillo reemplazó al adobe en la zona sur del barrio.
Lo recuerdo en la huelga de hambre en que se logró el loteo del barrio...
Después adoptó una actitud distante de la Parroquia y de los amigos, tal vez para protegernos. Había rumores sobre su filiación montonera. También supimos que había sido nombrado miembro del Consejo Nacional del Peronismo de Barrios.
Posteriormente se trasladó a Buenos Aires. Lamentablemente no lo vi más. Supe que estuvo varias semanas como desaparecido. Me comentaron que cuando recuperó la libertad juró que nunca más lo agarrarían vivo. Poco después me enteré que había muerto en un tiroteo.
Actualmente una de las calles de Santa Rosa de Lima recuerda su nombre junto con el de Nilda.
Estoy seguro que si León Gieco hubiera sido en aquel tiempo lo que es hoy, “El Ángel de la Bicicleta” lo hubiera escrito para Luis.
Osvaldo Silva (ex cura del barrio), 31 años después. Santa Fe, 30 de mayo de 2007.
El 17 de agosto de 2000 fue convertido en ordenanza un proyecto presentado por el concejal Juan Carlos Bettanín, para que el pasaje Liniers de Santa Rosa de Lima pase a llamarse Luis y Nilda Silva.
Fue la primera compañera de Roald Montes, “Leandro'' y formó parte del primer grupo de Rosario. Era una compañera muy alegre, absolutamente comprometida, incondicional, muy militante, dada a las charlas sobre “filosofías de la vida” en medio de mateadas y de lo que en ese tiempo se denominaba hacer “club” entre los compañeros. Con una sonrisa franca, contagiosa y una mirada pícara, su belleza era realmente notoria.
La carta que les escribe a los padres de Leandro luego de la muerte de este es una muestra de su personalidad, aunque más todavía del espíritu que la habitaba; y de su vocación, de ese aspecto tan particular de los militantes de la época que era aceptar al otro como propio, de sentir a los demás desde sus propias necesidades. Comienza tomando a los padres de Roald como propios hasta el final en esa flor dibujada por su mano y en ese credo que recita o escribe como mensaje para su propia hija Loli, para todos nuestros hijos y para todos los que vengan
“Esta noche necesito hablarles del flaco. Pero no del flaco casi perfecto, invencible en sus convicciones y que se agranda casi inevitablemente. Sino de Roald de todos los días, mucho más accesible como ejemplo, tan lleno de vida. Como querer que sepan cómo todos los cros lo quieren. Que casi no hay nadie que no haya aprendido a su lado. Que hay tantas lágrimas porque ya no está. Porque la muerte cotidiana no nos hace más débiles pero tampoco nos roba las lágrimas.
Y quiero decirles cuánto los amaba el flaco. Porque él aprendió de ustedes las cosas esenciales, pero después ustedes y él siguieron aprendiendo juntos. Creando en la comprensión, en algunas derrotas, soñando con el mismo tiempo.”
Y, más adelante, con el optimismo propio de aquellos tiempos en que creíamos que el cambio revolucionario era inexorable, les dice:
“Y el flaco sabía que no nos van a destruir, que a pesar de las derrotas hay un triunfo final, no tan lejano. Y que vale la pena, que nada es en vano.
Quiero ser para mi hija lo que ustedes fueron para Roald. Quiero que aprenda de mí como Roald aprendió de ustedes, y quiero crecer con ella, aprender de ella, con la misma humildad y el corazón abierto, de la misma forma que uds con el hijo que vive en el corazón de todos los que lo amamos. “
NEGRITA
Quizás Lola tenía razón, y la vida nos da otra oportunidad, para unirnos y trabajar para lograr una sociedad un poco más justa cada día, entonces sí, no habrá sido en vano.
“Lola” fue asesinada en Rosario el 2 de enero de 1977 junto a quien era su pareja, Roque Maggio
En 2021 el Decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario y las responsables del programa de Preservación documental “La Facultad de Humanidades y Artes: historia, memoria y política”, realizaron la de reparación de legajos y material documental de docentes, estudiantes y graduados/as desaparecidos/as y asesinados/as durante el terrorismo de Estado, entre ellas “Lola” en Antropología
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Teresita Soria Kujanchuk, había nacido en Colón, Entre Ríos el 25 de abril de 1952. En Santa Fe, donde conoció a su marido, el Perro Sklate, y comenzó a militar en Ateneo y el peronismo, se recibió de Licenciada en Química. Ante el avance de la represión en Santa Fe se fueron al sur de la provincia. La pareja vivía en el Barrio Municipal de Villa Constitución, tenían un hijo, Juan Pablo, que al momento de su desaparición tenía apenas un año y medio. Teresita trabajaba como profesora en el Colegio Comercial de Villa y en el Colegio Cristo Rey.
Según el testimonio de los vecinos, a quienes entregaron el niño, fueron llevados por gente que se identificó como personal del ejército, en la madrugada del 8 de junio de 1977. Pese a la búsqueda de sus familiares permanecen desaparecidos.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la FIQ-UNL en 1996
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Feced III y IV
También conocido como “El Negro Nano”, Carlos Alberto Tuda, había nacido un 25 de mayo de 1949 en Córdoba. Militando en la universidad (Universidad Católica de Córdoba) militó junto Alberto Molinas, Mena y otros compañeros en el “grupo Córdoba”.
Durante la dictadura de Lanusse fue detenido dos veces, en 1972 estuvo detenido en el Buque Granaderos y luego trasladado a Devoto. Fue amnistiado por el indulto presidencial del presidente Cámpora el 25 de mayo de 1973. Su compañera, Clara Josefina Lorenzo “Nana”, también fue detenida durante esa dictadura.
Luego de su liberación fue destinado a la ciudad de Paraná a conducir uno de los núcleos de mayor crecimiento de la vieja “M” de modo que fue fundador y primer jefe de la Columna 17 Paraná, popularmente conocida como “la Ramona Galarza” en recuerdo de la cantante correntina de chamamés.
De Paraná, luego de la fusión entre Montoneros y FAR, a fines de 1973 es trasladado a Santa Fe como oficial 1° montonero donde forma parte de la conducción a cargo de la parte territorial de la columna reemplaza en esas funciones al negro del Rosso, quien fue trasladado a Rosario.
A finales de 1974 se producen nuevos traslados reorganizativos en el que un grupo importante de compañeros de la columna Santa Fe es enviado al cordón industrial entre ellos Carlos Molinas, Marita Monasterolo, el Yacare Aguirre, la Nana, su pareja, y Nano se hace cargo de la zona de Campana en virtud de la consigna de la organización de tener presencia territorial fuerte en el cordón industrial que va desde San Lorenzo a la zona de Zárate-Campana-Escobar desde ahí hasta la ciudad de La Plata.
Cuenta Roberto Baschetti que Nano organizaba a la gente con su eterna muletilla: “Aquí se hace lo que se puede” (que también practicó en Santa Fe. Eso sí, los domingos no permitía militar a nadie bajo su mando; eran días sagrados, de descanso, de juntarse, de comer asados y guitarrear entre amigos, (que en aquellos años se llamaba hacer club y era una práctica integradora sobre todo teniendo en cuenta que muchos compañeros no se conocían entre si)
Cae fusilado en la masacre del río Luján junto a otros cinco compañeros en una operación de recupero qué el mismo conducía. Era un compañero íntegro absolutamente comprometido con una sonrisa franca. Una garantía de operatividad, tanto es así que en la operación de Campana dónde lo asesinan junto a Carlos Molinas y otros compañeros, viendo la posibilidad cierta autoriza a un compañero a intentar la huida de la encerrona en la que estaban y este compañero logra huir junto a otro.
¿Qué fue la Masacre del río Luján?
El 12 de abril de 1975, militantes montoneros interceptaron a un camión que transportaba alimentos en la ruta 9 y lo desviaron por la Ruta 4 rumbo al Río Luján, perteneciente a la localidad bonaerense de Campana.
Siendo interceptados por efectivos de dos comisarías de General Sarmiento y una de Escobar, quienes, según la acusación, asesinaron a las víctimas en un descampado cuando estaban desarmadas y ya se habían entregado.
Al otro día, los principales diarios del país "informaron" que los asesinatos de Carlos Tuda, Luis Bocco, Carlos Lagrutta, Carlos Molinas y Guillermo Rodríguez fueron el resultado de un “enfrentamiento”, pero según informes forenses -una vez que se inició la investigación en 2013-, las víctimas recibieron entre 4 y 9 disparos cada una. Todas, a excepción de Rodríguez, impactos en la cabeza.
Blog “El Ortiba”
En 2019, un acto convocado por Organizaciones de Derechos Humanos, Organizaciones Sindicales y Organizaciones Políticas de Campana, Zarate y Escobar, realizó un homenaje en Ruta 4 (ingreso a Cardales) donde se recordó a Carlos Alberto Tuda, Carlos Fernando Lagrutta, Guillermo Adelio Rodríguez y Carlos Pablo Molinas, víctimas de la "Masacre del Río Luján"
El juez federal de Campana, Adrián González Charvay, envió a juicio oral a tres acusados por el asesinato de cinco militantes de Montoneros en 1975 y fue declarado imprescriptible por tratarse de crímenes de lesa humanidad. Fueron condenados en la Causa Masacre de Río Luján
Claudia, nació en Santa Fe el 12 de Abril de 1953, vivió aquí hasta que Paco su padre, abandonó su cargo de funcionario de la Universidad y en el gobierno de Silvestre Begnis como Secretario de Cultura. Corría el año 1960.
En Buenos Aires vivieron en el barrio de Colegiales y cursó la primaria en el Colegio Esteban Echeverría de Belgrano, allí compartió niñez con chicos que con el tiempo fueron parte de esa generación que luego se comprometieron con la lucha política social. El secundario lo hizo en la Escuela Normal 6 de Barrio Norte, con jóvenes que provenían de la burguesía porteña hijos de profesionales y empresarios, fue amiga muy cercana de María Adelaida Viñas, hija del filósofo David, Liliana Goldemberg (ex alumna del Colegio Nacional Buenos Aires) Estela Gache (hizo el primario en el Echeverría) y María Angélica Sabelli (asesinada en Trelew, 1972). Juventud con importante formación intelectual y llena inquietudes, comienza a militar con sus compañeros de secundaria en el Movimiento de Liberación Nacional MALENA.
A comienzos de los años 70 se vincula con Carlos Olmedo, uno de los fundadores de las F.A.R. (Fuerzas Armadas Revolucionarias), formando parte del grupo que participó de la toma de la localidad de Garin. En esa época, conoce a quien fue su compañero, Mario Lorenzo Koncurat “Jote” con quien tuvo dos hijos. Posteriormente su padre, el poeta y escritor Francisco (Paco) Urondo, se suma a la actividad política y participa en la lucha contra la opresión de la dictadura y la injusticia social.
Hacia el año 1972, Claudia con su compañero el “Jote”, vinieron de visita a casa de sus familiares en Santa Fe, venían de Buenos Aires. Esa era una casa en la que se vivía un buen clima familiar, en sus viajes ellos siempre se quedaban a dormir allí. En esta oportunidad, consultan acerca si se podían quedar algún tiempo. Los dos eran dueños de una simpatía particular. Claudia, era una persona bella no solo físicamente, sino también por su carácter, trato agradable, los dos eran “entradores”, como se decía entonces. Así que no hubo ningún problema, se quedaron. Permanentemente como parte de su militancia estaban viajando a distintos lugares del país, además iban mucho a Córdoba donde el “Jote” tenía un hermano en Villa María.
Por entonces su primo, que en ese mismo año ingresaba en la Escuela Industrial, y como joven con necesidad de conocer y ser partícipe de aquella efervescencia política, comienza con los primeros cuestionamientos a sus primos. Le llamaba la atención la cantidad de marchas y manifestaciones, incluso algunas que pasaban frente a su casa que venían del Barrio San Lorenzo, las que respondían a conflictos barriales, estudiantiles o de trabajadores donde ellos participaban.
Durante todo ese año están en Santa Fe. Al ser parte del grupo fundador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), su tarea consistía en convocar, articular y organizar a compañeros que se acercaban desde los distintos frentes de estudiantes, trabajadores o barriales.
Como reales referentes iban conformando grupos de militantes y el trabajo político fundamentalmente era, acompañar y fortalecer las reivindicaciones de los barrios, con la participación de los vecinos en el reclamo de servicios elementales: agua, urbanización de las villas y otros similares. Claudia llegó a ser responsable de Información dentro de su organización.
Regresan a Buenos Aires en noviembre del 72; en enero del 73 fueron detenidos en una quinta en Tortuguitas. En esa oportunidad además son detenidos Paco, Chela (la esposa de Paco), y otros. Chela y Claudia, que ya estaba embarazada de su primer hijo “el Seba”, son dejadas en libertad; los demás quedan presos hasta el 25 de mayo del 73 cuando asume Héctor J. Cámpora y se dicta la amnistía para los presos políticos.
Con “Jote” en libertad, vuelven a Santa Fe con “el Seba”, que había nacido en junio de ese año. Pasan en Santa Fe todo el 73 y parte del 74. Se casan o formalizan su situación de pareja, con una fiesta en Guadalupe con muchos invitados que compartían la alegría de la pareja.
Entre otras actividades militantes, fueron responsables de traer a Santa Fe a los sobrevivientes de la masacre de Trelew, para una conferencia que los tres dieron en el sindicato de telefónicos, FOETRA.
En el ´74, se fueron a vivir a Rosario, junto a una pareja de compañeros. Allí están unos meses mientras les terminaban una casita muy humilde que levantaron varios compañeros en una villa de la zona Sur. Vivieron allí en el 75, hasta cuando la cosa se empieza a poner cada vez más pesada. Las dos últimas veces que la familia los vio fue durante un viaje a Gral. Pico, y otra vez en la casa de Paco en Buenos Aires.
Su detención ocurre momentos después de haber dejado en la guardería a sus hijos Sebastián, de tres años y Nicolás que ese día 3 de diciembre cumplía dos años. Al no concurrir nadie a buscarlos y con el transcurrir de los días la directora publica una denuncia en el diario La Razón, por la particular situación de los chicos y su obligación de diligenciar ante un Juez, ya que un matrimonio no se había presentado a retirar a sus hijos del Jardín. Quedaron bajo la tutela de un Juzgado. Tras quince días son recuperados por el padre del “Jote”. Para ese entonces Paco ya había caído asesinado en Mendoza y Chela estaba muy vigilada.
Claudia fue detenida y desaparecida por el Terrorismo de Estado, el 3 de diciembre de 1976, junto a su compañero Mario Koncurat, fueron trasladados a la E.S.M.A y nunca más se supo de ellos.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa ESMA III
Es difícil hacer la historia de un compañero que ya no está y hacerlo del modo que aporte a la memoria, desvinculándolo, del vínculo del compañero y de los afectos y los lazos que nos ligaban, pero digamos, para que sirva a la historia, los compañeros de aquellos años '70, éramos personas comunes y corrientes con las particularidades que tenían las personas comunes y corrientes de los años 70.
Breve cronología
Nacido en Santa Fe, hijo de un inmigrante asturiano y una ama de casa, vivió desde siempre en la casa de barrio Candioti, donde también había vivido su familia materna.
Su infancia se desarrolló en el barrio, concurrió a escuelas del barrio y desarrolló su vida social dentro de ese mundo de “vecinos casi familia”. Hasta tercer año del secundario concurrió a la Escuela de Comercio y terminó cuarto y quinto año en el Colegio Nacional Simón de Iriondo.
Desde chico la plástica: el dibujo y la pintura, fueron una cualidad, incentivada por su madre, no obstante haber comenzado la carrera de Veterinaria en la Facultad de Esperanza, y haberla abandonado, fundamentalmente por razones económicas familiares.
Fue la plástica su manera de expresarse y una virtud y aptitud que quedó relegada por la militancia política.
Es por eso que, su familia y algunos amigos conservamos algunos trabajos, artesanías, bocetos que dan cuenta de una creatividad y una capacidad que seguramente hubiesen adquirido desarrollo , si su vida no hubiera sido cruzada por los “años de fuego”.
Acuñaba una frase de García Lorca sobre los artistas y la hizo suya...
Nos casamos en septiembre de 1970, ya estábamos militando y ambos estudiábamos, continuó en la Escuela de Bellas Artes hasta 1972. A fines del año '74 nos fuimos a vivir a San Nicolás donde entró a trabajar en una fábrica y es allí donde su dedicación a la plástica fue muy escasa, salvo ilustraciones en volantes o revistas de la agrupación sindical en la que militaba.
Cuando fui detenida, en junio de 1976, pasa a la clandestinidad, en el lapso que medió entre este hecho y su asesinato, marzo del '77, cuenta su madre, que había retomado el estudio de las culturas pre-colombinas y hacía juguetes. Sus hijos conservan algunos dibujos en las pocas cartas y cuentos que pudo enviarles durante ese período.
Hablar del rastro de las personas es mirarlas a través de los que lo conocieron y los creadores además, tienen el privilegio de sobrevivir a través de lo creado.
Entonces vaya el Flaco, a través de sus hijos, un retrato visto por su compañera y un grabado suyo que da cuenta de esta biografía.
/ Marta Rodríguez
“...hoy hace treinta años que asesinaron a mi viejo junto a otros 6 compañeros en la ciudad de Córdoba. Si bien los homenajes individuales nunca me cerraron demasiado, creo que en tanto no es esto un acto público (y, además no hablo en nombre de ningún organismo), puedo darme el permiso de compartir con mis amigos esta pequeña conmemoración. Sinceramente me molestaba bastante dejar pasar la fecha sin más.
La idea no es compartir la tristeza, ni el vacío de su ausencia, aunque eso también está y no puedo evitar que se note. Lo que fundamentalmente quisiera socializar con todos ustedes es su existencia y la de sus asesinos; porque si bien prefiero utilizar esta fecha para contar, para dejar registro de su paso por el mundo, de sus opciones de vida, de su lucha, no puedo dejar de nombrar a los verdugos, de exponerlos y de escracharlos, aunque sólo sea en un ámbito casi privado.
Recordar lo que decía, mostrar algo de lo que hizo me parece una forma de burlar el olvido y por qué no engañar - aunque más no sea por un rato-la muerte y la derrota de aquel proyecto en el qué tantos dejaron todo.
Eras la mariposa y el grito y las azucenas de Federico
Te venía de lejos, …
/ Natalia Vega Rodríguez - 2007
La mañana del 9 de marzo de 1977, luego de la persecución a dos militantes , el rastrillaje policial llegó hasta las calles Bazán de Pedraza y Manuel Quintana, en barrio Altos de Villa Cabrera, lugar de una singular edificación en forma de Castillo. En su interior, jóvenes militantes Montoneros que resistían a la dictadura militar, se preparan para repeler el ataque. Alertados por esta resistencia, la presencia del Ejército genocida, no se hace demorar en el lugar llegando al lugar aproximadamente 200 militares fuertemente armados con pertrechos de combate, ametralladoras, fusiles de distintos calibres, granadas y hasta con bazucas; un número muy superior al de lxs ocho ocupantes del castillo, el Ejército bajo el mando del “Chacal” Menéndez, inicia el ataque criminal.
La orden era la aniquilación. Desde distintos puntos de la cuadra y sus alrededores, hasta desde un campanario de iglesia del barrio, la lluvia de proyectiles impactaban sobre la vivienda. Ampliamente superados en número y armamento, tres de ellos deciden quitarse la vida antes de entregarse, uno logra escapar, lxs otros caen fusilados por el ejército, entre ellos Raúl Vega. Un impacto de bazooka derriba un muro lateral, tiraron aproximadamente 20 cargas, una de ellas pasó por encima del Castillo y se depositó en los techos de una iglesia vecina sin explotar.
Los militares logran su objetivo, destruir el lugar y por sobre todo aniquilar a los militantes. Sobre las ruinas se pasea el asesino General Menéndez, con sus botas altas y su fusta, ingresa para inspeccionar su obra de terror. Entre los escombros se encuentra un botín: son varios pesos que tenía la organización para financiar la resistencia a la dictadura. El “General” Luciano Benjamín Menéndez se lo queda para él.
Algunos de los cuerpos de los caídos fueron enterrados en las fosas del cementerio de San Vicente y con los años, algunos podrán ser restituidos a sus familiares.
La familia Cannata, propietaria del Castillo que era alquilado, serán victimas de la represión. Félix Cannata, el padre de la familia junto a sus dos hijos Félix y Jorge, pasarán un par de años en prisión. La vivienda destruida quedará por varios años ocupada por el ejército, que saqueará todo y se llevarán hasta los caños de agua.
/ José Fernandez
En 2017, en el aniversario de la “masacre del Castillo”, se realizó un acto homenaje a los/as caídos/as y en el Memorial de los Desaparecidos en el Cementerio de San Vicente, lugar donde se descubrió una placa y se realizó un acto donde asintieron familiares y compañeros/as de militancia de los/las jóvenes montoneros. El mismo fue organizado por la Dirección de Derechos Humanos de la Municipalidad de Córdoba, por el Espacio para la Memoria, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos “Campo de La Ribera”, el Archivo Provincial de la Memoria.
Su memoria es recordada en placas colectivas colocadas en la UCSF, la Escuela de Comercio, la Escuela Nacional y el monumento en la Plaza de la Memoria en Esperanza
Los responsables de su asesinato están imputados en una causa que se encuentra en instruccion en Cordoba
Lidio y María Dolores, se conocieron en 1972 militando en el PRT. El compromiso con los más humildes los había llevado a trabajar en los barrios más humildes de Santa Fe, poco antes del año de conocerse empezaron a convivir.
La Negra, María Dolores, era huérfana. Vivió con una familia sustituta, luego un Hogar y finalmente la tomó en guarda la familia de una compañera de esa Institución, esa amiga influyó también en su orientación política. Creció y se formó con ellos, terminó sus estudios en el Comercial Domingo Silva nocturno, años en que conoció a su compañero de vida y militancia.
A poco de nacer su pequeña hija Laura, que nació el 15 de septiembre de 1974, el país vivió la represión de la Triple A, los grupos parapoliciales y los operativos militares. Lidio y María Dolores vivían en un barrio humilde y actuaban en la propaganda del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). Todo era inseguro, María Dolores y la pequeña se fueron al interior, a casa de los padres de Lidio y a los pocos días fue apresado él. Y otra vez el peregrinar de María Dolores y Laura, escapando, escondiéndose en casas de amigos, yendo a otra ciudad. Dejó de militar y trabajaba de mucama en una casa de familia en Paraná. Tenía contacto con las hermanas de Lidio, que oficiaban de correo entre la pareja, ocultando e introduciendo y sacando cartas de la cárcel, incluso pudieron, alguna vez, llevarle a la niña.
Al parecer, después de un encuentro con Lili, una compañera que también está desaparecida, volvió a integrarse al PRT. Casi tres años, resistiendo. Las cuñadas calculan que fue en setiembre de 1977, cuando María Dolores les dijo que quería dejarles a la nena para intentar salir del país, pero nunca más volvieron a tener noticias, desaparecieron las dos.
De la Negra nunca se supo. Laura, fue entregada a otra familia que creyó era su verdadera nieta, y fue criada por ellos con todo amor, sin que ninguno supiera que su identidad había sido cambiada. Después de años de búsquedas e intentos de su padre, Laura recuperó su identidad casi veinte años después.
“De vuelta a casa”, Analía Argento -Ed. Marea, bs.As. 2008.pág 69-92
A principios del 73 , abril, conozco a María Dolores, una compañera que empezaba a militar en el frente barrial del PRT. Venía de Buenos Aires, hacía unos meses (fines del 72). No tenía familia y se había conectado con el partido en la cárcel de menores, donde estaba presa por haber fugado de su familia adoptiva, allí conoce a Patricia Mac Donald, que la capta para el partido. Como tenía un tío en Santa Fe, lo contactan para que la busque y saque de la cárcel de menores.
A fines del 73 ya habíamos hecho pareja, vamos a vivir a barrio Estrada, hacíamos changas, ella trabajaba en casa de familia; ya en 1974 había avanzado la represión, pasamos a la casa de propaganda del PRT y nos vamos a otra casa. María Dolores queda embarazada y nace Laura el 15/9/74 en la maternidad del Iturraspe, el día que su mamá cumplía 19 años. Poco después me detienen en la calle.
Con su personalidad fuerte y avasallante, María Dolores se va a Rafaela con compañeros de allá, luego a Rosario; en un momento se fue del partido y se afincó en Paraná y luego volvió a la militancia a través de Lilia Hernández, con quien posiblemente la detienen y desaparecen en mayo de 1977.
En la visita de Caseros mi hermana me cuenta que en 1977 ella estuvo en contacto. Aparentemente tenían todo para irse del país y le dejaría a Laura la semana siguiente, le recomienda que le cuente a Laura sobre su madre. Pero nunca volvió. Intenté saber a través de compañeros en el exilio y todo fue negativo, luego con los del exilio interno
/Lidio
Maria Dolores nació en la ciudad de Buenos Aires el 15 de septiembre de 1955. Militaba en el PRT-ERP. Sus amigos y compañeros la llamaban "Loli”. Tras su secuestro, una niña de tres años aparece "perdida", publicó el diario La Razón en 1977. Los Molinas la criaron creyendo que era su sobrina, hasta que ésta apareció. ¿Quién era, entonces, la chica "perdida"? Gracias a las Abuelas, este caso, paradigmático del daño producido por el terrorismo de Estado, pudo resolverse.
Abuelas
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Escuela de Comercio
Nació el 10 de diciembre de 1950, en San Carlos, fue a la escuela primaria en la localidad de Santo Domingo y la secundaria en la Escuela Normal de Esperanza. Estudiante de abogacía, trabajó en el Comedor Universitario y fue uno de los principales dirigentes de la Juventud Peronista de Santa Fe. Se casó con María Teresa Manzo , también desaparecida. Lo apodaban, Wincho o el Flaco. Muy alto, cerca de 1.90, flaco, de cara aniñada, sonrisa permanente y de un gran buen humor. Lleno de refranes y bromas que usaba constantemente, aún en situaciones que requerían de seriedad por el tema. Reconocido por su perfil público de activo militante de la JP de Santa Fe ("un jetón"). Usaba bigotes desde el 75.
Hay algunas anécdotas que nos revelan cómo era este flaco capaz de hacer bromas hasta en los momentos más serios, desde la reunión en la que dos compañeras aparecen cambiadas y maquilladas, cosa por cierto no común en aquellos años entre las militantes, y menos aún entre las integrantes de una organización armada. Antes de darle tiempo a decir nada, jugando con el doble sentido, les dice: "Así que las compañeras buscan guerra?".
A principios del 75, las cosas estaban poniéndose duras. En una camioneta, suben varios compañeros camino a una reunión o a realizar alguna tarea política que no recordamos. Estaban “El Moco” (Guillermo Perot) y él. Al pasar por una esquina, en pleno Boulevard Gálvez, él saluda a alguien. Los demás lo cagan a pedo. "Tás loco, viste quién era? Nos junó" y él respondió: "Pero si ya somos como amigos, él me la tiene jurada y yo también".Ja já, coronó con una carcajada. Era uno de los represores más temidos de la ciudad, el Comisario Carlos Kauffinann.
Wincho, fue con toda la JP santafesina al acto del 1° de mayo del 74, cuando se produce el retiro de la Plaza -cuenta un compañero- nos habíamos quedado, sin advertirlo, en el centro de uno de los grupos pesados de la derecha sindical, en ese momento, lo escucho gritar: “¡A los troskos, a los troskos ¡!”..lo miro y le digo ¿Qué te pasa? ¿qué decís? ¿estás loco? Y contesta: “¡Gritá y corré que nos matan!!” Y así, salimos de esa plaza que era un infierno de palos... Cuando logramos juntarnos con los compañeros, empezamos a reímos como locos...
El Flaco fue secuestrado en Capital Federal el 6 de agosto de 1977 y fue trasladado a Rosario. Una compañera de esa ciudad que llega detenida a Devoto, luego de ser legalizada, relata a sus compañeras de prisión; que estuvo secuestrada en un "chupadero" donde la torturaron. Allí, se encontró con un compañero que le dió sus datos, nombre y apellido, Oscar Winkelman, le dijo además, que era casado, y tenía una hija llamada Victoria.
Cuando se conocieron, ya estaba muy golpeado y destrozado físicamente por la tortura. Pero su estado anímico permanecía intacto. Le habló durante horas, contándole de su militancia, de sus convicciones, diciéndole que ella debía ser fuerte, porque algún día la victoria llegaría. Que no aflojara. Le detalló las torturas a las que había sido sometido insistiéndole, en que los milicos no podrían vencer.
Los militares le habían dicho que, como regalo del día del montonero, lo matarían. Así que él sabía cuál era su destino. Y aún así la animó durante horas, hasta que al amanecer del día siguiente, lo sacan y lo fusilan. Él y ella sabían que lo matarían. Él estaba sereno.
Fue asesinado el 7 de septiembre de 1977.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Facultad de Derecho- UNL y en un monumento en la Plaza de la Memoria en Esperanza
El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó en 2013 su cuerpo entre los ocho cadáveres hallados en 2009 en una fosa común del Campo Militar San Pedro, propiedad del Ejército situada en cercanías a la localidad de Laguna Paiva.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en las causas Feced III y IV
“Nosotros éramos una familia de clase trabajadora. Nuestro padre, Anselmo Salinas, había sido primer maquinista en la Marina Mercante hasta 1955. Después, hasta su fallecimiento, se desempeñó como conserje en un hotel, falleció muy joven, quizás debido a tanto dolor, tenía solamente 47 años en 1979.
Nuestra madre, Nélida Belli de Salinas, era y es en la actualidad, una mujer muy dulce, buena y muy sufrida. La desaparición de Mary la sacudió de tal manera, que cayó en una gran depresión que afectó su salud, estuvo mucho tiempo atendida por un médico psiquiatra.
Somos cuatro hermanos: Beatriz, Mary, Liliana y Javier. Mi padre siempre decía que la mejor herencia que nos podía dejar era el estudio.
Ellos nos transmitieron valores muy fuertes, fuimos creciendo entre libros, revistas de la época, diarios y música. La religión, la lectura de la Biblia y el deporte también ocupaban un lugar de privilegio en nuestro hogar.
La política era uno de los temas preferidos de conversación, ya que éramos una familia con raíces peronistas, recuerdo que cuando el regreso de Perón fuimos todos a Buenos Aires, ¡hasta la abuela! viajando en los trenes que se habían dispuesto para ese gran acontecimiento que convocó a millones de personas.
Recuerdo que cuando nació mi sobrina Mariana- cuenta Liliana- había en una habitación de la casa de Mary en Rosario un póster de Gibran con ese poema que dice: “los hijos son hijos de la vida'.”
Era 1976, fui a conocer a Mariana, la llevamos al hospital Centenario para un control y al salir, Mary hizo este comentario:
“Pensar que yo tendría que estar acá estudiando”, los ojos se le llenaron de lágrimas y abrazó muy fuerte a la beba diciendo “pero no me arrepiento porque tengo esta gorda maravillosa”. Ese momento no lo olvidaré jamás. Mi padre, por temor a las cosas que estaban pasando, le dijo no, que no podía ir a Rosario para estudiar medicina, ella lloró muchísimo, y terminó por inscribirse en la Facultad de Química. Hoy su hija Mariana, sin saber, ni conocer esta historia; eligió esa carrera, ella será médica.”
/ Liliana Salinas - 2007
Mary, casi cinco años menor que Carlos, era muy preparada. No era una persona así de «chacotear». Era una mujer hecha y derecha. Dejaron la universidad, bajaron al barrio. Fueron a trabajar al frigorífico. Se transformó su vida con un ideal que tenían, y que ellos creían que ésa era la justa.
Carlitos era tan amoroso. Tan pasivo, tan tranquilo. Él todo quería que se hiciera sin desesperarse, sin enojarse uno. Tranquilo. Y era un ser muy... como cobijador. Muy amigo. Yo muchas veces me enojaba pero él decía: «Ya vamos a arreglar, ya vamos a ver si lo podemos torcer un poquito». Y tenélo por seguro que lo lograba. Era un ser muy dulce además. Muy compañero. Sentía a las personas. No lo hacía por cubrir ni tapar nada. Él te conocía y a partir de que te conocía entrabas como a su familia. Como parte de él. ¿me entendés? Así era Carlos.
/ Juan Carlos “el Sapo” Bustos
La clandestinidad
Carlitos y Mary escaparon a Rosario. Allí nacería Mariana, la hija de ambos, en un hospital público, donde no quedó registro. Nosotros sabíamos a dónde se iban, pero para los demás ellos se iban a Concordia. Nunca dijimos que estaban en Rosario. Por precaución, nunca dijimos dónde estaban a los que nos preguntaban, revela Liliana Salinas.
Es posible que Carlos haya formado parte de un núcleo que tenía como referencia la casa “de los Cieguitos”, en Santiago 281, donde los no videntes Emilio Etelvino Vega y su esposa María Esther Ravelo, oriundos también de Santa Fe, tenían una fábrica y reparto de soda. La hipótesis se asienta en el hecho de que Carlitos, Mary y Mariana fueron secuestrados el 1 de septiembre de 1977, pocas horas después del allanamiento de esa finca, donde se secuestró a sus moradores haciéndose correr después la versión de que allí se fabricaban explosivos.
Los restos de María Ester Ravelo fueron los primeros en ser identificados entre los ocho sepultados clandestinamente en el campo de maniobras del Ejército “San Pedro”, próximo a Laguna Paiva, y donde también se localizaron los de Mary, Carlitos y Gustavo Pon. Este hecho también liga el caso del matrimonio Bosso-Salinas con el de los Cieguitos y su captura y asesinato .
La memoria de ambos es recordada en una placa colectiva colocada en la Facultad de Ingeniería Química y baldosas de la memoria en el frente de la misma
En el año 2000, el Concejo Municipal de Santa Fe, por iniciativa del concejal Bettanin designó dos calles del barrio San Lorenzo con sus nombres
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Guerrieri IV
El Castillo de la buena memoria
Mario Lorenzo Koncurat creció en General Pico, La Pampa, en una familia de origen croata y muy católica, su padre médico croata solía decir “yo huir del comunismo y salirme hijos guerrilleros”. Fue el segundo de cinco hermanos, tres de ellos comprometidos con las luchas sociales. Fue un gran jugador de básquet en el Pico Fútbol Club.
Disfrutaba de las peñas, el vino, los Beatles, los Fronterizos y los Chalchaleros. Su hermano cuenta que “le gustaba estar de joda y jugar al póker”, a la vez que se destacaba por su trabajo de base y una claridad política sustantiva. Era “un tipo de corazón abierto, generoso, amplio, con la facilidad de que los demás lo quieran”.
El “Jote”, como lo apodaban, se mudó a Córdoba para estudiar Derecho. Allí se unió al “Comando de Resistencia Santiago Pampillón”, donde militaba su hermano mayor. Participaron activamente en el Cordobazo. Tras la división del grupo, su sector se integraría a las FAR y luego a Montoneros, donde Mario fue responsable de Prensa y Propaganda dentro de la Capital Federal. Claudia Urondo y Mario se conocieron en 1971. Poco después, el padre Mugica los casó en nombre del “señor Jesucristo y el Che Guevara”
Hacia el año 1972, Claudia con su compañero el “Jote”, vinieron de visita a casa de sus familiares en Santa Fe, venían de Buenos Aires. Esa era una casa en la que se vivía un buen clima familiar, en sus viajes ellos siempre se quedaban a dormir allí. En esta oportunidad, consultan acerca si se podían quedar algún tiempo. Los dos eran dueños de una simpatía particular. Claudia, era una persona bella no solo físicamente, sino también por su carácter, trato agradable, los dos eran “entradores”, como se decía entonces. Así que no hubo ningún problema, se quedaron. Permanentemente como parte de su militancia estaban viajando a distintos lugares del país, además iban mucho a Córdoba donde el “Jote” tenía un hermano en Villa María.
Durante todo ese año están en Santa Fe. Al ser parte del grupo fundador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), su tarea consistía en convocar, articular y organizar a compañeros que se acercaban desde los distintos frentes de estudiantes, trabajadores o barriales.
Como reales referentes iban conformando grupos de militantes y el trabajo político fundamentalmente era, acompañar y fortalecer las reivindicaciones de los barrios, con la participación de los vecinos en el reclamo de servicios elementales: agua, urbanización de las villas y otros similares. Claudia llegó a ser responsable de Información dentro de su organización.
Regresan a Buenos Aires en noviembre del 72; en enero del 73 fueron detenidos en una quinta en Tortuguitas. En esa oportunidad además son detenidos Paco, Chela (la esposa de Paco), y otros. Chela y Claudia, que ya estaba embarazada de su primer hijo “el Seba”, son dejadas en libertad; los demás quedan presos hasta el 25 de mayo del 73 cuando asume Héctor J. Cámpora y se dicta la amnistía para los presos políticos.
Con “Jote” en libertad, vuelven a Santa Fe con “el Seba”, que había nacido en junio de ese año. Pasan en Santa Fe todo el 73 y parte del 74. Se casan o formalizan su situación de pareja, con una fiesta en Guadalupe con muchos invitados que compartían la alegría de la pareja.
Entre otras actividades militantes, fueron responsables de traer a Santa Fe a los sobrevivientes de la masacre de Trelew, para una conferencia que los tres dieron en el sindicato de telefónicos, FOETRA.
En el ´74, se fueron a vivir a Rosario, junto a una pareja de compañeros. Allí están unos meses mientras les terminaban una casita muy humilde que levantaron varios compañeros en una villa de la zona Sur. Vivieron allí en el 75, hasta cuando la cosa se empieza a poner cada vez más pesada. Las dos últimas veces que la familia los vio fue durante un viaje a Gral. Pico, y otra vez en la casa de Paco en Buenos Aires.
Su detención ocurre momentos después de haber dejado en la guardería a sus hijos Sebastián, de tres años y Nicolás que ese día 3 de diciembre cumplía dos años. Al no concurrir nadie a buscarlos y con el transcurrir de los días la directora publica una denuncia en el diario La Razón, por la particular situación de los chicos y su obligación de diligenciar ante un Juez, ya que un matrimonio no se había presentado a retirar a sus hijos del Jardín. Quedaron bajo la tutela de un Juzgado. Tras quince días son recuperados por el padre del “Jote”. Para ese entonces Paco ya había caído asesinado en Mendoza y Chela estaba muy vigilada.
Mario Koncurat fue detenido y desaparecido por el Terrorismo de Estado, el 3 de diciembre de 1976, junto a su compañera Claudia, fueron trasladados a la E.S.M.A y nunca más se supo de ellos.
"Koncurat: historia de un militante de las FAR" -Norberto G. Asquini y Juan Carlos Pumilla
Los Koncurat son una familia tradicional de General Pico. Mario Lorenzo fue el segundo de cinco hermanos. Su padre fue un médico croata que había escapado de Europa cuando el gobierno de su país lo quiso enviar al frente ruso a pelear junto a los alemanes. Pasó por un campo de refugiados en Nápoles y luego se embarcó a la Argentina. Establecido en Capital Federal, su esposa -junto al primero de sus hijos, Ivo-, arribó al país al año siguiente. Koncurat revalidó el título en la Universidad de La Plata y se instaló en 1948 en la localidad de Rolón, en La Pampa, junto al límite con la provincia de Buenos Aires. Ese año, el 19 de febrero, nació Mario Lorenzo en la Capital Federal. Poco después la familia se radicó definitivamente en General Pico. Mario Lorenzo Koncurat pasó durante su adolescencia por varios colegios secundarios en los que dejó su marca de rebelde. Apodado "El Jote" o "El Monstruo", a raíz de una historieta muy popular por esos años, marchó a estudiar en 1968 Abogacía a Córdoba.
En la capital cordobesa Koncurat comenzó a participar en política enrolado en la izquierda. Su primera experiencia orgánica fue en la agrupación estudiantil "Santiago Pampillón" y con sus compañeros participó en el levantamiento popular recordado como el "Cordobazo" contra el gobierno del general Juan Carlos Onganía en mayo del '69. Poco después se trasladó a Capital Federal y empezó a militar en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAR), aparecidas en 1970 luego del copamiento de la localidad de Garín. Era una organización armada cuyos integrantes provenían del guevarismo y de sectores disidentes de la izquierda tradicional que hicieron su elaboración teórica en torno a la relación entre revolución y masas populares para volcarse al movimiento peronista. Una agrupación con una concepción claramente marxista pero identificada con el peronismo y conceptualmente más rica en su elaboración teórica que, por ejemplo, Montoneros.
La desaparición. El 3 de diciembre de 1976, día del cumpleaños del menor de sus hijos, la pareja dejó a Sebastián y Nicolás en una guardería. Según fuentes familiares que pudieron reconstruir luego la historia de ese día, Mario y Claudia iban a ir al cine, pero ella tenía que pasar primero por una "cita" de la organización. Parecía un encuentro "cantado" pero Mario la acompañó. Cuando pasaban por el lugar indicado, un grupo de tareas que la estaba esperando los emboscó y se produjo un tiroteo. Mario recibió un disparo en la espalda y fue trasladado con rumbo desconocido en una ambulancia. Ella fue secuestrada y desde entonces está desaparecida. Dos ex detenidos desaparecidos durante el denominado Proceso relatarían años después a sus familiares que vieron a Koncurat ingresar gravemente herido al centro clandestino de detención de la ESMA. Habría llegado vivo y sus secuestradores intentaron desesperadamente de reanimarlo. Sus dos hijos, Sebastián de cuatro años, y Nicolás, de dos, fueron recuperados poco después por sus abuelos.
La Municipalidad de Gral Pico dictó la Ordenanza 2/2000 del Concejo Deliberante que designa el día 24 de marzo de cada año como día de la memoria popular en homenaje a los piquenses desaparecidos, entre ellos Mario
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa ESMA III
Nacido un 30 de agosto de 1957, trabajador ferroviario y militante de la Juventud Peronista (JP). Inició su actividad laboral el 5 de setiembre de 1975, como peón de depósito en la línea General Belgrano de la ciudad de Santa Fe. En virtud de la persecución política a la que era sometido, presentó su renuncia el 19 de mayo de 1977.
Casi nadie sabía de su militancia en el peronismo revolucionario. Militante montonero, soldado de la estructura militar de la Columna Oeste, su nombre de guerra era Pablo. Secuestrado por la dictadura el 3 de diciembre de 1978, a las 17 hs en la vía pública, en el barrio de Congreso, Rivadavia y Callao, esquina confitería El Molino (Capital Federal), mediante un operativo ilegal de detención. Tenía 21 años. Por testimonio de ex detenidos, fue visto en el CCD Olimpo.
Aún si supiera que el mundo se habría de desintegrar, yo igual plantaría mi manzano”. Martin Luther King no sabría que en el año 1978, a la una de la tarde, en la Plaza Constituyentes de Santa Fe, Argentina, un grupo de adolescentes debatía tan apasionadamente sus pensamientos. Reflexionábamos, y no sólo por el gusto de hacerlo, luego supimos que existía una fuerte y urgente necesidad de posicionarse éticamente.
En aquellos tiempos....los amigos, la música y la poesía eran nuestra brújula. Nosotras teníamos 16 y él 20. No conocimos al Alfredo militante, sí al amigo protector, al artesano, al amante de la música y la libertad. Al aventurero.
Si nos quedábamos solas con él no había problema, si salíamos con él nuestros padres no se preocupaban por la vuelta. Sólo si salíamos con Alfredo podíamos ira un recital. Recordamos uno en el anfiteatro del Parque del Sur. Porchetto y Pastoral eran los músicos esa noche. El Alfre, provocador, se puso a armar uno de sus cigarrillos hasta que se acercó la policía y él tuvo el placer de mostrarles que sólo era tabaco. En esa ocasión, o en otra en Luz y Fuerza, tomamos ginebra por primera vez. Fue en Luz y Fuerza y sólo un trago. El primer Long Play de rock nacional que escuchamos era de él... se quedó durante un tiempo en casa de Elina, era Vida, de Sui Generis.
A principios del año 78 Spinetta tocaba en Mar del Plata. Alfredo había llegado a la ciudad en esos días. El papá de Elina se levantó a las 8 de la mañana para ir a buscarlo a la estación. Había llegado luego de un largo viaje hecho en tren. Elina tenía la entrada para el recital y Alfredo había prometido (y comprometido) acompañarla pero no la tenía. Cómo iba a tenerla si nunca tenía un peso..! Se quedó afuera , esperándola, hasta que terminó y aún un tiempo más para poder, aunque sea, darle la mano al flaco.
A las tres de la tarde del sábado llegaba para quedarse...hacíamos cerámica, collares, aros y ceniceros, las figuras más surrealistas (y feas) eran las que él confeccionaba. O cebaba mates con su mano temblorosa y torpe. Nosotras fumábamos escudadas en sus colillas de Particulares verdes.
Muchas noches nos juntábamos a estudiar y él nos acompañaba. Inventamos una forma de escritura grupal que ya estaba inventada pero desconocíamos: comenzaba cualquiera con una frase y el resto continuaba el texto que pretendíamos fuera poético. Original.
No usaba medias, sólo las botitas de gamuza y siempre tenía frío pero aún así, con frío y sin saber, ni querer bailar, nos acompañaba a las matinées de los domingos en Puerto de Palos que organizábamos para juntar fondos para Bariloche.
No mencionamos su risa, ni su mirada pícara, ni sus celos con nuestros eventuales novios, ni su humor siempre delirante, ni los retos que daba a sus hermanos si nos miraban el culo. ¿Cómo hacerlo? Alfredo era un amigo entrañable y su recuerdo se escapa si queremos ponerle palabras, solo accede al relato de alguna situación, algún detalle como los mencionados, mínimos en comparación con su amor hacia nosotras. Creo, y es Patricia la que habla, que Alfredo fue, mucho después de su desaparición, acrecentándose en mi, se agigantó su figura, se convirtió en “mejor amigo” cuando pude valorar la protección y el cuidado que tuvo con nosotras. Con nuestra honesta y legítima inocencia e ingenuidad. Elina me hacer ver que le ofrecíamos un recreo, que éste, ese, también era un Alfredo que se alejaba, se distendía de la furia y del dolor por su hermana presa, su cuñado preso, por su sobrinita a quien miraba crecer, imagino que con dolor y angustia, con miedo. El Alfre, a nuestro lado, reposaba del horror, volvía a tener 20 años. Después del mundial se fue a vivir a Buenos Aires. Llegó un día a visitamos. Faltamos todas a la escuela para poder estar con él. Nos enseñó a caminar como los porteños para evitar chocarse entre sí y esquivar las cagadas de las palomas. Le pedimos su dirección para escribirle pero no la quiso dar. Dijo que no se acordaba y que mejor le diéramos la nuestra. El se comprometía a escribirnos. Le pidió a Alina los discos que tuviera de él, se los había prometido a alguien más. Las explicaciones eran vagas, injustificada su urgencia. Elina lo acompañó a tomar el colectivo....
Fue la última vez que lo vimos.
A casi treinta años de su desaparición, siendo amigas, hermanas de alma con su hermana y hermano, tías de sus sobrinas, la pérdida de Alfredo causa, todavía y siempre, desconsuelo. Porque aquella frase de Martin Luther King sigue vigente, seguimos conversando apasionadamente acerca de las razones para plantar un manzano, creer. Porque los amigos, la música y la literatura siguen siendo nuestra brújula... aunque ya no seamos adolescentes ni inocentes. Ni siquiera un poquito ingenuas.
Y si deseamos algo para nuestros hijos e hijas es que la vida les de un amigo como el Alfre ¿Qué más se necesita?
/ Sus amigos
“Respecto a Feuillet, hemos valorado la denuncia efectuada por su madre, Liliana Antonia Samilliani en su legajo CONADEP nro. 3150 en la que expresó que su hijo se había mudado recientemente a esta ciudad, alojándose temporalmente en la confitería “Los Molinos” donde a su vez trabajaba. Agregó que tomó conocimiento que su hijo fue privado de su libertad en los últimos días de noviembre y principios de diciembre de 1978 a partir del personal de seguridad del lugar.”
Sentencia juicio ABO
Se inició trámite de reparación de su legajo en el marco del Decreto N° 1199/2012 del Poder Ejecutivo Nacional.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa ABO (Atlético-Banco-Olimpo)
La conocí a ella y a sus hermanos, cuando éramos niños y concurríamos al catecismo en la Parroquia de San Antonio en el barrio sur de la ciudad de Santa Fe. Al finalizar las clases todos los chicos nos poníamos a jugar en el patio delantero de la Iglesia, convocados por “la mancha”, “la cachada” y otros juegos. Regina y sus hermanos eran chicos altos, de físico fuerte, su físico se imponía y siempre ganaban. Yo, mucho más pequeña, les tenía miedo, sentía que me llevaban por delante y buscaba irme para otro lado. Después de esa época creo que se fueron del barrio porque no volví a verlos, pero sus nombres quedaron guardados en un rincón de la infancia.
La volví a encontrar en el 75, cuando paso a trabajar en el territorio y me encuentro laburando con ella en Santo Tomé. Íbamos al barrio El Tanque, en la Unidad Básica hacíamos apoyo escolar y reuniones de militancia, pero era una época de semiclandestinidad y como ella no me reconoció, yo no le dije nada.
Parte de nuestro trabajo consistía en ir poniéndonos en contacto con gente vieja del peronismo haciendo trabajo político para tratar de volver a agruparnos (era la época del Partido Auténtico). Nos reuníamos en pequeños grupos en función de ir avanzando hacia encuentros más grandes. Recuerdo que en noviembre u octubre del 75 se hizo una reunión grande con esos militantes en un Club.
Regina estaba embarazada y le costaba mucho viajar en cole y luego caminar, era muy laburadora, comprometida, humilde en el trato con la gente, nos hicimos muy compinches porque los otros compañeros del grupo eran varones.
A esa fiesta fuimos muchos compañeros, se armó una peña, bailamos, cantamos y en un momento pensé que ese era el momento para contarle nuestra historia de infancia. Ella ni se imaginaba que alguien se podía haber quedado con ese recuerdo. Nos reímos mucho de la anécdota. Fue la última vez que la ví.
Después no sé qué pasó con ella. Su hermano Rubén, que vivía a la vuelta de mi casa fue quien me contó, después que salí en libertad, que de “la Gorda” no se sabía nada, Rubén murió poco después en un accidente.
Creo que tuvo mellizos y que en el 76 se fue a Rosario con su marido, desapareció en San Nicolás.
/ Silvia
Regina comenzó su militancia desde las comunidades cristianas de base, se la recuerda participando de la huelga de hambre programada en 1970 en protesta por la carestía de la vida. Luego lideró el trabajo de la JP en la zona de Villa Hipódromo. En 1976, perseguida por la represión se trasladó a Rosario con su familia.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la
Roald había nacido en Laboulaye, Córdoba. Su padre era un conocido agrimensor, urbanista e historiador que fue rector de la Universidad Tecnológica Nacional de Rosario bajo el gobierno peronista.
“Mis viejitos:
El destino me lleva a lugares inesperados, increíbles, lugares que pertenecen a otro mundo, a otra época.
Derrubadas está cerquita de Argentina, a 10 km, y cuando me siento o me voy a caminar por los sembrados, solito para ver cómo se pone el sol entre las montañas, ahí sin querer tengo que mirar la selva de Misiones, allá lejos.
El campo resultó mucho mejor de lo que imaginaba, se aplican los métodos de dinámica de grupos que Guillermo nos había contado y se logran resultados increíbles. Para construir una casa-modelo para que los colones (pequeños propietarios agricultores) luego lo imiten, debimos que hacer una encuesta que preparamos nosotros solos, con más de 100 preguntas para realizar a 800 familias, entre los 50 que somos y luego con los resultados se realizará el proyecto e iniciaremos la construcción.
Y así nos trajeron a vivir con los colonos, y yo estoy junto con una brasilera viviendo con un joven matrimonio, compartiendo su vida. Hoy salimos tempranito para hacer unas encuestas, almorzamos en casa de una familia alemana y seguimos trabajando; volvimos luego de 11 hs de trabajo a las 7 de la tarde. Los colonos dueños de casa son muy macanudos, mañana iré a trabajar con él, a carpir los sembrados de soja y maíz en la cuesta de una loma de tierra roja.
Pero quizás lo más lindo es volver a ducharse en la ducha, que es como un balde dado vuelta, que funciona a piola. Y a la noche, baile de carnaval organizado por nosotros en Portela
ROALD”
Su liderazgo era innato, su voluntad no conocía la palabra imposible, como muchos de nuestra generación demostró en la práctica la premisa teórica de que las utopías sirven para hacer camino al andar.
En La Plata, la calle Nº 139 entre 47 y 49 se colocaron baldosas en memoria de los militantes desaparecidos con el apoyo de los familiares y distintas organizaciones y la Subsecretaría de Derechos Humanos de La Plata
Guillermo Alberto Perot nació en Vera, Provincia de Santa Fe, el 22 de enero de 1963. Hijo del ferroviario Angel Perot y Delia Concepción Palud. Era el menor de tres hermanos. Cuando tenía tres años falleció su papá. Cursó la escuela primaria y secundaria en el Colegio Parroquial de esa ciudad.
Será en esa misma población donde comienza a mirar la realidad desde una perspectiva de compromiso. Allí los Perot compartirán la amistad de curas que vivían en la denominada Cuña boscosa santafesina, como ser los Hermanitos de Foucauld. Y el menor se irá empapando de los sueños, vientos y utopías del peronismo revolucionario junto a otros verenses.
Sus hermanos Miguel Angel y Lucía se instalan en Santa Fe para estudiar abogacía, lo que hace que en un momento determinado doña Delia decida alquilar una casa amplia en la capital provincial y todo el núcleo familiar se va a vivir allí. Para ayudar a sostener el alquiler, la familia sub alquila a otros estudiantes alguna pieza.
Guillermo inició la carrera de bioquímica en Santa Fe, la que luego abandonó para realizar estudios de enfermería, porque así la militancia lo requería. Trabajaba en el Departamento de Bellas Artes del Museo Municipal paralelamente con la carrera de Enfermería que fortalecerá colaborando en dispensarios de barrio, militando fuertemente en la Juventud Peronista.
Guillermo formó pareja con Raquel Mac Donald y por problemas políticos de su militancia se va a vivir a Rosario, en 1975, donde nacería su única hija, Guillermina. Allí trabajó en recubrimiento de interiores, en forma independiente junto a otro compañero, hasta que fue secuestrado en Rosario el día previo al golpe militar: el 23 de marzo de 1976. Las noticias que los vecinos brindaron a sus familiares fue que lo apresaron a las 19,30 en la esquina de Rondeau y República de Siria, frente a una gomería. (...) Al día siguiente se produce el golpe de Estado, cerrando la administración de Justicia por tres días (miércoles, jueves y viernes) a lo que se sumó el fin de semana, por lo que la presentación de un Hábeas Corpus se demoró. Se harán varios sin ningún resultado. La búsqueda de sus familiares sería larga y penosa. Recurrirían a la Iglesia y su Episcopado, a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, a otros organismos que se iban conformando en el país, al Ministerio del Interior, a la Policía Federal y Provincial...
/ Raúl Borsatti en “Solo digo compañeros”
Encontré unos papeles con notas tomadas por mi madre donde hace referencia a averiguaciones realizadas en aquella ocasión: ...¨el secretario de Monseñor Bolatti, Rodolfo Yaonita (sacerdote) me comunica a los 8 meses que en averiguaciones que él realizó, Guillermo se encontraba detenido bajo el Poder Ejecutivo Nacional; que yo lo tenía que detectar donde lo tenían, porque a él no le dijeron nada más”.
También me comentaron amigos, que habían leído en los periódicos de aquel entonces, que fue detenido en un operativo de drogadicción. Buscamos esa noticia en los diarios: Crónica, Clarín, La Razón y La Capital de Rosario y no lo encontramos. Pero luego nos enteramos de acuerdo a información dada por los vecinos que fue apresado a las 19:30 en la esquina de Rondeau y República de Siria, frente a una gomería. Cuando vió que lo perseguían entró en una casa y le dijo a la señora que allí vivía que lo perseguían, que le permitiera salir por el fondo. Ella le respondió: “Hijo, te has metido en la única casa que no tiene salida, tratá de saltar ese tapial”. Cuando lo está intentando los milicos que ya habían entrado, le dispararon un tiro en el hombro y cayó herido. Entonces lo levantaron entre cuatro y uno le preguntó al otro: “¿lo amasijamos acá o lo llevamos?”, a lo que le respondió “¡Mejor llevémoslo!” Lo cargaron en un auto. Tenía 23 años.
En ese momento el General Díaz Bessone era el comandante del II Cuerpo de Ejército. Alberto Casal dirigía la tortura con el apodo de Dr. Pío, era coronel y juez militar del II Cuerpo. Faced era en ese tiempo (1976) jefe de policía de Santa Fe.
Me comentaba mi mamá que pocos meses después de su desaparición lo vieron con vida en la Jefatura de Policía de la ciudad de Santa Fe, desfigurado por la tortura. Una mujer oriunda de Vera, provincia de Santa Fe que trabajaba en la policía fue quién dio cuenta de ese hecho.
El recuerdo de mi hermano lo tengo vívido y se me presenta toda vez que lo evoco como una persona integra en sus convicciones y acciones. Militante Montonero y consecuente a ultranza con lo que consideraba un ideal de sociedad más justa, equitativa y solidaria. No se permitía ni perdonaba desviaciones en este sentido. Tenía muy en claro quién era el enemigo principal. Quiénes nos habían conculcado derechos y pisoteado esperanzas y sueños. Con qué intereses nos enfrentábamos y a qué estaban dispuestos si les disputábamos el poder, contraponiéndoles los intereses de las mayorías populares. Era auténtico, alegre, comunicativo, buen amigo, solidario, colaborador y demostrativo en sus afectos. Si tengo que destacar una de esas características por sobre otras era la ALEGRÍA. Amaba la vida y era inmensamente feliz compartiendo reuniones y celebraciones con amigos. La militancia afianzó ese sentimiento de SER CON OTROS. Y se entregó por entero y sin claudicaciones.
Por eso hoy a 34 años de aquel horror, no quiero dejar de recordar, de recordarlo, convencida que nada fue en vano. En todo acontecimiento, pequeño o grande, que busque descubrir la verdad y se proponga como meta defender la vida y los derechos de todos, allí estará presente, con su sonrisa y valentía de siempre, reforzando la esperanza en la construcción de una sociedad más justa para todos.
/ Delia, Taki, hermana y compañera de militancia
"No recuerdo las circunstancias en que nos conocimos, de cómo la orga dispuso que debíamos trabajar juntos, creo que empezamos allá por el 72, en la Unidad Básica 5ta de Santa Fe, en Barrio La Lona, peleando por la conducción, en el intento por desplazar a los traidores. Éramos un lindo grupo de jóvenes queriendo y creyendo que el país podía ser distinto. Así que un día apareció, con ese andar bamboleante, tonada provinciana, la sonrisa fácil, aunque los que estuvimos cerca suyo, con el tiempo, pudimos reconocer una cierta melancolía. Tal vez, me digo ahora, fuera por estar lejos del pago o haber crecido a empujones por la vida, o sus sentimientos anticipaban algo de lo que vendría, vaya uno a saber.
Cierta noche, por esos años, debimos cumplir con una tarea que ya no recuerdo, pero tengo muy presente el frío, no podíamos ni hablar, tal vez asustados. Me indicó que cerrara los ojos, lo tomara del hombro y luego de caminar varias cuadras llegamos a su casa. Todo era silencio, dormían, fuimos a la cocina y al instante la Gorda, su mamá, estaba ahí, dispuesta a atendernos, inmediatamente la olla en el fuego, sopa caliente reforzada con huevos batidos, nada mejor. Vuelto a la normalidad, compensada la temperatura, pude observar y descubrir que su mamá era una compañera, que ella pensaba y sentía que su trabajo militante era estar al lado de sus hijos, que los comprendía y apoyaba, haciendo lo que sabía hacer, cuidarlos.
Otro retazo. La felicidad. No teníamos estilo confidente, por seguridad o por troscos, poco hablábamos de nosotros. Pero era tal el estado de conmoción que tenía el Gringo, que no pudo contenerse, se había enamorado. Nos vimos a la vuelta de un viaje a Buenos Aires, una de esas movilizaciones organizadas por la JP. Recuerdo que me dijo: -- yo no pensé que me iba a dar bola, la venía junando pero... Así fue, se enamoró con patas y todo, la quiso siempre. Se notaba que él era distinto, el amor lo cambiaba. Igual cuando supo que sería papá, siempre aparecían, en la charla, su mujer y la panza, creo que lo hacían sentir un hombre más completo y lo disfrutaba como un regalo de la vida"
/ Daniel Alvarez
"Me llamo Guillermina"
"Este hombre guapo con el bigote es mi padre. Se llamaba Guillermo Perot. Militaba en Montoneros. Había elegido el más pobre de los barrios para compartir el sueño de una Argentina libre y justa. Lo secuestraron en Santa Fe. Mi madre y yo nunca tuvimos más noticias. Yo ahora tengo 25. Me llamo Guillermina. Soy escultora. La punta de mi escalpelo modela la más dura de las piedras. Arte, vida, memoria".
(Publicado, con una foto, en diario El Mundo de España - 2001)
Guillermina volvió a anotarse en el Registro Civil a los 14 años, Guillermina Perot Mac Donald dice ahora su documento y ella lo muestra como una bandera, "Me encanta cuando algún cana, algún funcionario me pregunta por qué pongo dos apellidos, porque puedo contar que me tuvo que inscribir mi abuela, después que secuestraron a mi papá del barrio de emergencia en el que vivíamos, cuando mi mamá era perseguida, y que me anotó, por seguridad, con su propio apellido, el de mi vieja".
Mostrando el documento Guille pone en la cara de quien pregunta una situación que hace nudos en la garganta, y si algo le gusta es provocar esa molestia. Por eso se acaba de recibir de profesora de escultura, porque quisiera "ubicar objetos en espacios públicos, para que intervengan, para que no molesten, para que haya que rodearlos o acercarse". No fue fácil optar por esa carrera, al principio el arte no le parecía "lo suficientemente combativo". Eligió Filosofía, como una forma de desafiar el pensamiento dominante. Y se dio cuenta de que lo combativo no era una carrera u otra sino su actitud ante la vida.
Una sola vez se sintió como un pollo mojado: fue cuando en la primaria le hicieron llenar una planilla, mientras le preguntaban por su mamá ya estaba sufriendo por la pregunta que seguía y cuando pusieron a que se dedicaba papá, moqueando dijo que estaba desaparecido. Sus compañeras la rodearon y se enojaron, ¿cómo no lo había dicho antes?...
(Publicado en Página 12 -Suplemento NO- 1/3/2001)
Querido hijo, estás presente: en los amaneceres... en las noches estrelladas de verano en tu Vera natal... en tu hija que tanto amaste en tu compañera con la que todo compartías en los jóvenes que hoy escrachan a los genocidas en los que luchan por un salario digno y para que no haya ancianos y niños que para poder comer tengan que mendigar. La semilla cayó en tierra fértil y está germinando Ya vendrá el tiempo de recoger las mieses".
Estas palabras pertenecen a su madre, quien lo escribió ya gravemente enferma en 1999 y publicada en Página 12, en marzo de 2000.
En Rosario, en avenida Rondeau y República de Siria, lugar donde fue secuestrado, se colocó una Baldosa de la Memoria
En noviembre del 75 un compañero, , conocido de ambas, se casa en el Barrio San Lorenzo. Carlos laburaba en el Oratorio y la Escuela Técnica, la fiesta fue en el Salón del Oratorio.
Leandro y eran oriundos de Rosario, donde junto con el , el , la , el y otros compañeros fueron los fundadores de en esa ciudad .
Llegó a Santa Fe luego de la detención de Pocho en el 72, haciéndose cargo de la conducción de la zona de las FAR y permaneció hasta la fusión con . Con Leandro vino quien era para ese tiempo su compañera Lola , y también para la misma época vinieron y . Ese éxodo interno se debió en primer lugar al crecimiento que tenían las FAR en esta zona que abarcaba Entre Ríos, y la necesidad de incorporar cuadros con mayor experiencia política y militar había crecido mucho en los barrios e incluso en el frente sindical; además también había en esos traslados una parte de seguridad dado que los compañeros de larga militancia, estaban más expuestos en su lugar de origen.
En nuestra ciudad participaron del trabajo que se llevó a cabo en los barrios, especialmente en la zona oeste y Alto Verde. Quizás fue él quien puso el nombre “Carlos Olmedo” a la unidad básica que funcionó en Santa Rosa de Lima; Olmedo, que junto a , dieron origen a las FAR y fueron los pilares ideológicos de la definición política desde la perspectiva del peronismo como identidad política de los trabajadores y como movimiento de liberación nacional, que se plasmaron en dos conocidos documentos publicados en Cristianismo y Revolución, “Hablan las FAR” y “Respuestas a los compañeros del ERP-PRT”.
Leandro o era un tipazo, uno de esos militantes que estaban siempre un paso más adelante que el resto, con una predisposición infinita. Su formación política era realmente muy sólida y amplia, había participado junto con otros compañeros en la experiencia del MAJNU (Movimiento Argentino de Juventud pro Naciones Unidas) en el norte argentino y otras regiones del continente, por ejemplo Brasil.
Mirta
Junto a él es asesinada su compañera, , y que era en ese momento jefa de la columna, la compañera que mayores responsabilidades alcanzó en la organización Montoneros, más Enrique Tomas De Simone, Miguel Ángel Tierno, María Graciela Toncovich. La información de estas muertes fue dada a la prensa por el propio genocida Echecolatz
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la y el