César Raúl TABARES
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
César Tabares no fue preso político, pero está indisolublemente unido a la cárcel que hoy lleva su nombre
Nació en 1943. Hizo la educación primaria en la escuela Almafuerte del barrio Pichincha y, la secundaria en el Nacional 1. Allí comenzó su militancia como estudiante secundario en las filas del peronismo. Más tarde empezó a estudiar Medicina, cursó materias, rindió algunos exámenes pero enseguida se dio cuenta de que la carrera no le gustaba. Entonces, se inscribió en la Facultad de Derecho donde empezó a estudiar en 1963.
Al mismo tiempo, continuaba una militancia que se hacía cada vez más intensa: junto a Pedro Bluma y otros pocos estudiantes peronistas, sentaron las bases de la Juventud Universitaria Peronista en las facultades de Abogacía y Psicología. Muchos se acuerdan de aquellos días, cuando todavía eran minoría y los militantes de las demás agrupaciones universitarias los corrían a golpes por repartir volantes. César se había convertido en un dirigente de peso y un intelectual reconocido. Era socio de las bibliotecas Constancio C. Vigil y Juan Álvarez, a las que visitaba con frecuencia para abaratar los costos de su formación académica y política y saciarsu curiosidad.
Fue militante y dirigente del Movimiento Revolucionario Peronista (MRP).
Cuenta Berta Temporelli en su libro “Una Piba Peronista” que el 20 de junio de 1967 era la primera vez que el dictador Juan Carlos Onganía asistía al acto del Día de la Bandera en Rosario. “El cartel suspendido por globos celestes y blancos era llevado por el viento. Las cámaras de televisión comenzaron a seguirlo creyendo que era parte de los festejos, de tal manera, que al pasar frente al palco oficial pudo leerse la leyenda “ONGANÍA LACAYO YANQUI, M.R.P.”. Instantáneamente dejaron de enfocarlo, pero todo el país lo había visto. El globero era César Tabares. Lorenzo Bensi y Jorge Mucino lo acompañaron a inflar los globos. Al cartel enrollado lo llevó el ‘Negro’ Dunda debajo del sobretodo, elegido por su altura”.
César se graduó hacia fines de 1971 y enseguida comenzó a trabajar como abogado laboral.
Militó en la CGT de los Argentinos junto a compañeros de la talla del “Negro” Mario Aguirre, el “Tordo” Eduardo Zanella y Héctor Quagliaro.
En 1973 con el gobierno del Dr. Héctor J. Cámpora, César Raúl, fue asesor del Ministerio de Gobierno provincial y la solución de un serio conflicto carcelario en la ciudad de Rosario, debido a su experiencia y sabiduría lo catapultó a ser elegido Director Provincial General de Institutos Penales. Estando en el ejercicio de ese cargo recibió en la cárcel de Coronda a los presos del “Villazo”, obra de la acción represiva de la derecha peronista y la Triple A en Villa Constitución, provincia de Santa Fe. Fue un golpe duro para él. Sus compañeros de militancia comenzaban a caer presos, a ser perseguidos y reprimidos. Su abrazo en esas circunstancias con Victorio Paulón (delegado de los presos políticos) no hizo más que aumentar su desosiego.
Victorio fue delegado en el penal, consiguiéndose varias conquistas que, como contrapartida, provocaban malestar en el personal penitenciario, y presión sobre la dirección del penal. Este pudo ser el inicio, probablemente, de las amenazas de la Triple A a Tabares, incitados por los alcaides Mattos y Acosta, jefes de seguridad interna. Finalmente, logran que éste renuncie.
Fue entonces cuando comenzó a recibir amenazas que subirían de escala cada vez: primero cartas y llamados; luego una bomba al subdirector de Institutos Penales; más tarde el tiroteo a su casa dónde vivían con sus dos hijos, Federico y Leandro. Ahora iban por él. Al no tener apoyo político del gobierno provincial derechizado se aleja de su cargo el 6 de agosto de ese año y vuelve al ejercicio de su profesión de abogado, además de ser docente de Historia en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y pasó a desempeñarse como asesor de la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez. Fue secuestrado-desaparecido el 6 de enero de 1977 en esa ciudad por un grupo de tareas represivo que respondía al verdugo Feced.
Su hijo Federico, en 2010, para un nuevo aniversario del golpe cívico-militar del ’76, recuerda a su padre César y habla de su hijo Francisco. “Francisco está aprendiendo la historia reciente de su familia y la de su país en un momento que yo nunca creí vivir. Porque ya no sólo son nuestras palabras, que se suman a la larga lucha de quienes han sostenido la memoria por muchos años; está, además, la voluntad política del Estado de poner claro sobre oscuro y juzgar a los responsables del genocidio más grande de nuestra Argentina del siglo XX. Más voces como la mía, más Franciscos que sepan, más gente que entienda y comprenda, para que nunca más tengamos que vivir –hijos, madres, padres; esposas, esposos- la ausencia, para que nunca más vacíen de conciencia al Pueblo y así logren vaciar nuestra Nación”.
“César era abogado y militante peronista. Lo conocí en la CGT de los Argentinos que por aquellos años conducía el enorme Héctor Quagliaro. Yo empezaba mi militancia política en el departamento de villas de la CGT de los Argentinos. Él ya era un cuadro del Movimiento Revolucionario Peronista. Cuando en 1973 volvió la democracia, César integró el gabinete del Ministerio de Gobierno de la provincia asesorando al doctor Roberto Rosúa y posteriormente fue designado Director de Cárceles. En ese marco fue que tras mi llegada al penal nos reencontramos en su despacho, tras un pedido de audiencia, yo como representante de los presos y él como director. Nunca olvidaré su cara en el momento en que el guardia cárcel se retiró de su despacho y sin testigos nos estrechamos en un abrazo.
Aquel olvidado artículo de la Constitución que dice que las cárceles del país serán sanas y limpias, no para castigo sino para seguridad de los reos era su obsesión. En esos pocos meses que duró su gestión otorgó importantes beneficios para los presos políticos: visita de todo el día los domingos, biblioteca común en el pabellón, iluminación dentro de la celda para poder leer después de la hora de cierre.
Su secuestro y posterior desaparición está a todas luces vinculado a su gestión como director del servicio penitenciario. La patota de Agustín Feced, el asesino serial que ofició de jefe de policía de la provincia de Santa Fe, luego del golpe del 24 marzo del 76, lo detuvo y se perdió en la niebla y la noche para siempre. Mi ilusión es que su causa se vincule a Coronda y sus compañeros de militancia y de gestión dejen registro de la vida truncada de este gran demócrata y militante del peronismo.”
Victorio Paulón
Desde 1992 la Unidad 1 del Servicio penitenciario Provincial, Coronda, lleva su nombre
En 2010 los vecinos del barrio San Francisco Solano de Rosario decidieron sacar del olvido la historia de César Tabares y en el marco del Presupuesto Participativo 2010 decidieron la construcción de una plaza en calle Cazadores, entre cortada Doctor Tabares y Callao, que lleva su nombre
En 2017 la provincia de Santa Fe decidió ser querellante en una causa de lesa humanidad que investiga el secuestro y desaparición de uno de los cuadros más lúcidos del peronismo santafesino y del movimiento obrero: el abogado laboralista César Tabares.