Guillermo Alberto PEROT "Gringo"
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Guillermo Alberto Perot nació en Vera, Provincia de Santa Fe, el 22 de enero de 1963. Hijo del ferroviario Angel Perot y Delia Concepción Palud. Era el menor de tres hermanos. Cuando tenía tres años falleció su papá. Cursó la escuela primaria y secundaria en el Colegio Parroquial de esa ciudad.
Será en esa misma población donde comienza a mirar la realidad desde una perspectiva de compromiso. Allí los Perot compartirán la amistad de curas que vivían en la denominada Cuña boscosa santafesina, como ser los Hermanitos de Foucauld. Y el menor se irá empapando de los sueños, vientos y utopías del peronismo revolucionario junto a otros verenses.
Sus hermanos Miguel Angel y Lucía se instalan en Santa Fe para estudiar abogacía, lo que hace que en un momento determinado doña Delia decida alquilar una casa amplia en la capital provincial y todo el núcleo familiar se va a vivir allí. Para ayudar a sostener el alquiler, la familia sub alquila a otros estudiantes alguna pieza.
Guillermo inició la carrera de bioquímica en Santa Fe, la que luego abandonó para realizar estudios de enfermería, porque así la militancia lo requería. Trabajaba en el Departamento de Bellas Artes del Museo Municipal paralelamente con la carrera de Enfermería que fortalecerá colaborando en dispensarios de barrio, militando fuertemente en la Juventud Peronista.
Guillermo formó pareja con Raquel Mac Donald y por problemas políticos de su militancia se va a vivir a Rosario, en 1975, donde nacería su única hija, Guillermina. Allí trabajó en recubrimiento de interiores, en forma independiente junto a otro compañero, hasta que fue secuestrado en Rosario el día previo al golpe militar: el 23 de marzo de 1976. Las noticias que los vecinos brindaron a sus familiares fue que lo apresaron a las 19,30 en la esquina de Rondeau y República de Siria, frente a una gomería. (...) Al día siguiente se produce el golpe de Estado, cerrando la administración de Justicia por tres días (miércoles, jueves y viernes) a lo que se sumó el fin de semana, por lo que la presentación de un Hábeas Corpus se demoró. Se harán varios sin ningún resultado. La búsqueda de sus familiares sería larga y penosa. Recurrirían a la Iglesia y su Episcopado, a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, a otros organismos que se iban conformando en el país, al Ministerio del Interior, a la Policía Federal y Provincial...
/ Raúl Borsatti en “Solo digo compañeros”
Encontré unos papeles con notas tomadas por mi madre donde hace referencia a averiguaciones realizadas en aquella ocasión: ...¨el secretario de Monseñor Bolatti, Rodolfo Yaonita (sacerdote) me comunica a los 8 meses que en averiguaciones que él realizó, Guillermo se encontraba detenido bajo el Poder Ejecutivo Nacional; que yo lo tenía que detectar donde lo tenían, porque a él no le dijeron nada más”.
También me comentaron amigos, que habían leído en los periódicos de aquel entonces, que fue detenido en un operativo de drogadicción. Buscamos esa noticia en los diarios: Crónica, Clarín, La Razón y La Capital de Rosario y no lo encontramos. Pero luego nos enteramos de acuerdo a información dada por los vecinos que fue apresado a las 19:30 en la esquina de Rondeau y República de Siria, frente a una gomería. Cuando vió que lo perseguían entró en una casa y le dijo a la señora que allí vivía que lo perseguían, que le permitiera salir por el fondo. Ella le respondió: “Hijo, te has metido en la única casa que no tiene salida, tratá de saltar ese tapial”. Cuando lo está intentando los milicos que ya habían entrado, le dispararon un tiro en el hombro y cayó herido. Entonces lo levantaron entre cuatro y uno le preguntó al otro: “¿lo amasijamos acá o lo llevamos?”, a lo que le respondió “¡Mejor llevémoslo!” Lo cargaron en un auto. Tenía 23 años.
En ese momento el General Díaz Bessone era el comandante del II Cuerpo de Ejército. Alberto Casal dirigía la tortura con el apodo de Dr. Pío, era coronel y juez militar del II Cuerpo. Faced era en ese tiempo (1976) jefe de policía de Santa Fe.
Me comentaba mi mamá que pocos meses después de su desaparición lo vieron con vida en la Jefatura de Policía de la ciudad de Santa Fe, desfigurado por la tortura. Una mujer oriunda de Vera, provincia de Santa Fe que trabajaba en la policía fue quién dio cuenta de ese hecho.
El recuerdo de mi hermano lo tengo vívido y se me presenta toda vez que lo evoco como una persona integra en sus convicciones y acciones. Militante Montonero y consecuente a ultranza con lo que consideraba un ideal de sociedad más justa, equitativa y solidaria. No se permitía ni perdonaba desviaciones en este sentido. Tenía muy en claro quién era el enemigo principal. Quiénes nos habían conculcado derechos y pisoteado esperanzas y sueños. Con qué intereses nos enfrentábamos y a qué estaban dispuestos si les disputábamos el poder, contraponiéndoles los intereses de las mayorías populares. Era auténtico, alegre, comunicativo, buen amigo, solidario, colaborador y demostrativo en sus afectos. Si tengo que destacar una de esas características por sobre otras era la ALEGRÍA. Amaba la vida y era inmensamente feliz compartiendo reuniones y celebraciones con amigos. La militancia afianzó ese sentimiento de SER CON OTROS. Y se entregó por entero y sin claudicaciones.
Por eso hoy a 34 años de aquel horror, no quiero dejar de recordar, de recordarlo, convencida que nada fue en vano. En todo acontecimiento, pequeño o grande, que busque descubrir la verdad y se proponga como meta defender la vida y los derechos de todos, allí estará presente, con su sonrisa y valentía de siempre, reforzando la esperanza en la construcción de una sociedad más justa para todos.
/ Delia, Taki, hermana y compañera de militancia
"No recuerdo las circunstancias en que nos conocimos, de cómo la orga dispuso que debíamos trabajar juntos, creo que empezamos allá por el 72, en la Unidad Básica 5ta de Santa Fe, en Barrio La Lona, peleando por la conducción, en el intento por desplazar a los traidores. Éramos un lindo grupo de jóvenes queriendo y creyendo que el país podía ser distinto. Así que un día apareció, con ese andar bamboleante, tonada provinciana, la sonrisa fácil, aunque los que estuvimos cerca suyo, con el tiempo, pudimos reconocer una cierta melancolía. Tal vez, me digo ahora, fuera por estar lejos del pago o haber crecido a empujones por la vida, o sus sentimientos anticipaban algo de lo que vendría, vaya uno a saber.
Cierta noche, por esos años, debimos cumplir con una tarea que ya no recuerdo, pero tengo muy presente el frío, no podíamos ni hablar, tal vez asustados. Me indicó que cerrara los ojos, lo tomara del hombro y luego de caminar varias cuadras llegamos a su casa. Todo era silencio, dormían, fuimos a la cocina y al instante la Gorda, su mamá, estaba ahí, dispuesta a atendernos, inmediatamente la olla en el fuego, sopa caliente reforzada con huevos batidos, nada mejor. Vuelto a la normalidad, compensada la temperatura, pude observar y descubrir que su mamá era una compañera, que ella pensaba y sentía que su trabajo militante era estar al lado de sus hijos, que los comprendía y apoyaba, haciendo lo que sabía hacer, cuidarlos.
Otro retazo. La felicidad. No teníamos estilo confidente, por seguridad o por troscos, poco hablábamos de nosotros. Pero era tal el estado de conmoción que tenía el Gringo, que no pudo contenerse, se había enamorado. Nos vimos a la vuelta de un viaje a Buenos Aires, una de esas movilizaciones organizadas por la JP. Recuerdo que me dijo: -- yo no pensé que me iba a dar bola, la venía junando pero... Así fue, se enamoró con patas y todo, la quiso siempre. Se notaba que él era distinto, el amor lo cambiaba. Igual cuando supo que sería papá, siempre aparecían, en la charla, su mujer y la panza, creo que lo hacían sentir un hombre más completo y lo disfrutaba como un regalo de la vida"
/ Daniel Alvarez
"Me llamo Guillermina"
"Este hombre guapo con el bigote es mi padre. Se llamaba Guillermo Perot. Militaba en Montoneros. Había elegido el más pobre de los barrios para compartir el sueño de una Argentina libre y justa. Lo secuestraron en Santa Fe. Mi madre y yo nunca tuvimos más noticias. Yo ahora tengo 25. Me llamo Guillermina. Soy escultora. La punta de mi escalpelo modela la más dura de las piedras. Arte, vida, memoria".
(Publicado, con una foto, en diario El Mundo de España - 2001)
Guillermina volvió a anotarse en el Registro Civil a los 14 años, Guillermina Perot Mac Donald dice ahora su documento y ella lo muestra como una bandera, "Me encanta cuando algún cana, algún funcionario me pregunta por qué pongo dos apellidos, porque puedo contar que me tuvo que inscribir mi abuela, después que secuestraron a mi papá del barrio de emergencia en el que vivíamos, cuando mi mamá era perseguida, y que me anotó, por seguridad, con su propio apellido, el de mi vieja".
Mostrando el documento Guille pone en la cara de quien pregunta una situación que hace nudos en la garganta, y si algo le gusta es provocar esa molestia. Por eso se acaba de recibir de profesora de escultura, porque quisiera "ubicar objetos en espacios públicos, para que intervengan, para que no molesten, para que haya que rodearlos o acercarse". No fue fácil optar por esa carrera, al principio el arte no le parecía "lo suficientemente combativo". Eligió Filosofía, como una forma de desafiar el pensamiento dominante. Y se dio cuenta de que lo combativo no era una carrera u otra sino su actitud ante la vida.
Una sola vez se sintió como un pollo mojado: fue cuando en la primaria le hicieron llenar una planilla, mientras le preguntaban por su mamá ya estaba sufriendo por la pregunta que seguía y cuando pusieron a que se dedicaba papá, moqueando dijo que estaba desaparecido. Sus compañeras la rodearon y se enojaron, ¿cómo no lo había dicho antes?...
(Publicado en Página 12 -Suplemento NO- 1/3/2001)
Querido hijo, estás presente: en los amaneceres... en las noches estrelladas de verano en tu Vera natal... en tu hija que tanto amaste en tu compañera con la que todo compartías en los jóvenes que hoy escrachan a los genocidas en los que luchan por un salario digno y para que no haya ancianos y niños que para poder comer tengan que mendigar. La semilla cayó en tierra fértil y está germinando Ya vendrá el tiempo de recoger las mieses".
Estas palabras pertenecen a su madre, quien lo escribió ya gravemente enferma en 1999 y publicada en Página 12, en marzo de 2000.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Escuela de Trabajo Social y el Colegio de Asistentes Sociales de Santa Fe
En Rosario, en avenida Rondeau y República de Siria, lugar donde fue secuestrado, se colocó una Baldosa de la Memoria