Víctor Jorge BIE

Víctor fue mi padre o es mi padre desaparecido por la dictadura militar.

¿Cómo escribir algo sobre él si no lo conocí? Bueno, sí lo conocí pero no lo recuerdo.

Me contaron que tuve algunos encuentros con él a mis dos años. Me buscaba, me llevaba por unos días y luego me regresaba, nadie sabía adónde había estado con él y yo no recuerdo nada. Al contar esa parte de mi historia siento que estoy contando algo de otra persona. Ojalá pudiera recordar una imagen, un sonido o una mínima sensación de algún abrazo suyo, su tono de voz, sus ojos.

Ahora tengo 36 años y un hijo de 4 y todavía me resulta difícil y por momentos desesperante no poder darle realidad a mi padre, hacer que deje de ser un fantasma en mí y darle un cuerpo a todos los fragmentos de su historia.

Me encontré, al intentar escribir para este libro, con muchos datos, anécdotas familiares, cartas, fotos, pero también con grandes vacíos. Con una desaparición anterior a la definitiva y horrible desaparición. Hasta un punto parece que logro armar una historia de él ordenada pero de repente surgen cortes abruptos, baches, ya nadie sabe bien dónde había estado, con quien, que hacía, que proyectaba y finalmente cómo murió y qué pasó con su cuerpo. El gran misterio de la clandestinidad y la crueldad de hacerlo desaparecer.

Recuerdo que de chica pensaba que tal vez estaba vivo en algún lugar. Hoy el tiempo y la razón me dicen que está muerto pero la desaparición sigue tiñendo la realidad de una incómoda incertidumbre. La pregunta “¿qué habrá pasado con él?” nunca encuentra calma.

Me es muy difícil decir que mi papá era así, sólo puedo decir, lo que otros me dijeron de él, y así tratar de encontrar, en esos relatos, a mi padre.

Mi papá nació el 30 de Mayo de 1946 en San Francisco, Córdoba. Fue el mayor y el único morocho de tres hermanos, luego siguió mi tío Héctor y tercera llegó mi tía Zully. Cuentan que era la debilidad de su abuela, mi nona Gorda.

Sé que era inteligente, que jugaba al rugby y se fisuró la mandíbula, que era “buen mozo” y divertido, que tenía amigos mayores que él.

Un hecho llamativo o paradójico; a los 11 años decidió dar libre sexto grado para inscribirse en el Liceo Militar junto a sus amigos y lo consiguió. Así que era el más flaquito y petiso del grupo. En cuarto año, con un compañero falsificaron las firmas de sus padres, y los echaron.

Luego, empezó a estudiar Agronomía en Casilda y se recibió de Ingeniero Agrónomo, especialista en ganadería. Le gustaban los caballos y las carreras. Tengo algunas cartas de esa época, se lo siente muy joven, adolescente, enamorado ya de mi mamá, haciendo chistes, diciendo piropos, planeado sus fines de semana pero en pequeñeces ya se ve que está empezando su transformación.

Hay un viaje a Venezuela, también a Bolivia, Brasil y otro a Salta a convivir en, y con, una comunidad indígena.

De repente me encuentro con sus cartas desde la cárcel de Devoto y luego de Rawson. Otra letra y ya otro hombre; más comprometido, más duro y enojado. Toda su vida pasa por los ideales políticos.

Admiro su dar la vida por un mundo igual para todos, pero, no quiero ser deshonesta y no decir que me duele que esa decisión, no le permitió ser mi padre de todos los días, y me deja a mí sin saber que es tener un papá.

Entiendo que me es imposible entender cómo vivían y todo lo que tenían que atravesar luego de haber decidido entregarse por completo al compromiso asumido sabiendo que su vida estaba en juego. Y, a pesar de haber escuchado los relatos de otros, me falta el suyo, en una charla de padre a hija.

Pero dice en una de sus cartas a mi mamá; “tengo un fin, una META bien determinada y estoy tan seguro de ello que no dudo un instante en arriesgar la vida. Porque nunca puede cerrar los ojos el que vio la luz y los que la vieron se dividen en dos bandos: los que LUCHAN y los QUE LLORAN (o se quejan).” Continua, y le pide a mi mamá que tome posición en la lucha “que si bien por ahora permite ser “neutral” pronto va a obligar a definirse- porque hay dos soluciones y solo dos: LA GUERRA (TOTAL) REVOLUCIONARIA O LA ESCLAVITUD (HAMBRE ALIENACION)”.

Mi papá también era Raúl, INRI, Mingo.......

Militó en la FAR en 1970.

El 16 de agosto de 1971 se casó con mi mamá, María de las Mercedes, Gogó.

Estuvo en la organización de la fuga en Trelew, pero justo lo trasladan unos días antes a Rosario, para declarar. Mi mamá va a visitarlo y no entendía, en ese momento, su desesperación e insistencia para que lo regresaran a Trelew. Finalmente no llega a participar de la fuga. Lo liberan el 25 de mayo de 1973.

El 7 de septiembre de 1974, nací yo, Tania Florencia Mercedes Bie

Como Montonero, estuvo en Catamarca, Rosario, Córdoba y el último tiempo en zona Oeste de Gran Buenos Aires. Vivía en San Justo con su compañera de los últimos años, él le decía que no lo iban a volver a atrapar con vida. Acordaron que si luego de salir, él no volvía, pasado un tiempo determinado, ella debía irse de la casa. Un día de enero de 1977 él no regresó.

Unos días después en el diario informan: “Fue abatido el cabecilla de la banda autotitulada Montoneros”, su nombre real estaba cambiado a Jorge Víctor Biel, pero respetaron el alias de ese momento “Raúl”. El diario dice: “el comando de zona 1 informa a la población, con motivo de las operaciones contra la subversión en desarrollo, el pasado 30 de Enero, siendo las 23 horas, en la localidad de San Justo, Buenos Aires,.............intimaron a un individuo sospechoso ....este no acató y emprendió veloz fuga............las fuerzas conjuntas procedieron a perseguirlo..........Como resultado …..fue abatido Jorge Víctor Biel, alias Raúl, delincuente subversivo................ Tome conciencia; a los delincuentes subversivos no les interesa poner la vida en peligro de los ciudadanos honestos como usted y su familia como lo demuestra el accionar del abatido buscando protección en casas de familias para desde allí enfrentar a las fuerzas conjuntas. Separémoslos de nosotros e identifiquémoslos y así podremos realizarnos y vivir en paz.”

¿Es posible realizarse y vivir en paz separándose y entregando a otros?

En una carta del año 1972, dirigida a su familia, mi padre les decía, entre otras cosas, que los dueños de los diarios eran los mismos que torturaban y mataban........... ¿Habrá sido realmente esa la muerte de mi papá? ¿A dónde lo llevaron después? ¿Es posible construir un mundo mejor en medio de tanto dolor y muerte?

Yo no siento odio, pero sí dolor, y sobre todo, incomprensión de ese espantoso lugar al que puede llegar el ser humano y que le va arrebatando cualquier minúscula posibilidad de amor.


Las cartas conservadas amorosamente por la familia, nos permiten acercarnos a los pensamientos íntimos y nos permiten no sólo conocer mejor a éste compañero, sino también acercarnos a lo que era la manera de ver el mundo de esa generación.

En una carta a su compañera, escrita desde la cárcel de Rawson, dice:

“…me sorprendió lo que me decis (…) de que lo único que has hecho es laburar y que no has pensado ni analizado nada (…) Pero Negra si no lo hiciste, ¡¡ hacelo ¡¡ Es la única forma de dirigir nuestra vida sabiendo si lo que hacemos coincide con lo que queremos.

Lo que tenés que hacer es definir tus objetivos últimos, los que responden a las preguntas: ¿para qué vivo? ¿qué quiero hacer durante mi estadía en el mundo?”

En otra carta, escrita desde la clandestinidad, refiriéndose a su situación y a la de un amigo preso, dice dirigiéndose a aquellos que se lamentaban de la situación sin hacer nada:

“(…) que nos sentimos mucho mejor que ustedes y que vamos en camino de realizarnos como hombres. A los que nos desean suerte, yo les digo que más suerte van a necesitar ustedes para encontrar excusas que les permitan justificar el no hacer nada.

Me estoy refiriendo a los que vieron la realidad, los que comprobaron, los que prueban todos los días, más o menos conscientemente, la mierda del sistema (…)

Pero también hay algunos (los menos) que superan sus miedos y avanzan, aunque arriesguen más, los otros son los condenados: no corren riesgos físicos pero están condenados a la alienación progresiva, a comer su ración cada día mayor de mierda imperialista, están condenados al consumo (…) y así van rumbo a su destrucción como hombres…”

El flaco Bie, era un personaje de historieta, más precisamente, un personaje de “Hortensia” (revista famosa en aquellos años y que, desde el humor cordobés, describía la sociedad y los problemas del momento) o mejor aún, era de antes de “Hortensia”, parecería que la revista se había inspirado en él para retratar al cordobés.

Extremadamente flaco, pero con percha, quizás esa forma de pararse con hombros rectos era herencia de su paso por el liceo General San Martín. De cualquier modo era lo menos parecido a un milico, apenas abría la boca aparecía el “negrazón”, palabra que por supuesto usaba cotidianamente para el trato afectivo con los compañeros, vocablo de uso corriente entre los cordobeses, al igual el “uevon” de los cuyanos, o el “Bolu” que usan actualmente nuestro pibes.

Uno no podía otra cosa que rendirse a sus simpatías, era el centro de atención en los fogones y de las mateadas en el Instituto de Agronomía de Casilda, en el ´68, hicimos una amistad de Hermanos, guardada en una nostálgica ausencia que perduraría para siempre, y que ninguna teoría podría explicar.

En esa época surgió el apodo de “Inri”. Una tarde noche, en la que su cuerpo se perfilaba frente al fuego, parado en la puerta, con los brazos extendidos, apoyado en dos troncos que hacían de marco, con la cabeza ligeramente inclinada y la oscuridad a su espalda.

- “Te pareces al flaco INRI”

-“¿a quiéeen?”- preguntó con su tonada, esquivando el bulto a una broma.

Luego de la explicación, nos reímos todos. Más tarde, me enteré que en un momento de su vida militante había llevado ese sobrenombre, no sé por qué se lo puso, pero, me gustaría creer que fue en virtud de aquella broma, para de este modo sentirse contenido por el cariño de los amigos ausentes.

Juntos, participamos en el armado del Centro de Estudiantes del Instituto, lo que, para esa época, era toda una avanzada. Lo vi hacer teatro, en una obra que jamás se estrenó, luego en la cárcel siguió haciéndolo, tal como lo demuestra una corta misiva enviada desde Rawson, y que conserva su hija Flopi.

Se recibió, a fines del año 68, y de esa época data su relación con Gogo, su compañera; en el año 69 participaron juntos, con Leandro, el Pucho y otros compañeros de una experiencia con los pueblos chiriguanos en Tartagal, Salta, un proyecto conducido por Leandro. El “Majnu”, (Movimiento Argentino de Juventud pro Naciones Unidas). El proyecto consistía en trabajar ayudando a ese pueblo originario a realizar sus propias viviendas, y apoyar su organización. Esta experiencia, al principio, fue muy bien recibida por las autoridades dictatoriales de Salta, pero, terminó con la expulsión del grupo por la gendarmería, por indicación del cura franciscano a cargo de la reserva, resentido porque los jóvenes alentaban la independencia de los pobladores, haciendo que se desprendieran de la tutela del sacerdote y de los gendarmes, con lo que además rompían el negocio que ellos hacían. Los sacaron a punta de fusil, los pusieron en el tren y los devolvieron prontamente a sus lugares, lo que hizo que muchos de esos jóvenes a partir de esa experiencia, se incorporarán activamente a la vida política.

Pocho era un trotamundos, anduvo por muchos lugares; en el 70 fue parte del grupo fundador de las FAR en Rosario. Con Leandro (Montes), Lola (Tosi), el Pepo Briggiler y otros; llegó a principios del 71 a Santa Fe, para comenzar el primer grupo de esa organización en nuestra ciudad.

Fue un compañero excepcional en el sentido que podemos darle al significado de la palabra, cuando nos referimos a una persona imprescindible, de los que luchan toda la vida, tal como fue la suya en el tiempo que estuvo en Santa Fe.

El pequeño grupo inicial se triplicó, su capacidad ayudó a consolidar ese grupo, estaba siempre predispuesto, generoso, alegre, participativo, inquieto y muy dispuesto a acelerar los tiempos, costara lo que costara. Convencido de su peronismo solía decirle “Tata” a Perón; su formación era notoria, enganchado para toda discusión en charla de cualquier tema, esgrimiendo siempre su particular alegría.

Lo sorprendieron cuando trasladada a un auto y se hizo pasar por delincuente común aprovechándose de su “pinta negrazona” convenció “a los rati” de que era un siempre ladrón de autos, e igualmente conoció los rigores de Robos y Hurtos. Cuando la policía le preguntó quién era él le respondió con su tonada –soy ciudadano argentino- fue todo lo que les dijo. Luego, lo trasladaron a Rosario, (donde asumió su defensa el Pelado Rodríguez Araya quien fue asesinado posteriormente por la triple A) como a partir de ese momento obtuvo estatus de preso político, lo llevaron a Rawson. Llegó cuando se estaba preparando la fuga, en ese ínterin, por cuestiones de su causa, lo volvieron a trasladar a Rosario, desde donde insistía a sus familiares para que hicieron todo lo posible para que lo llevaran nuevamente a aquel penal. Pero lo llevaron a Devoto, allí estuvo detenido con quienes sobrevivieron en la masacre de Trelew: Camps y el turco Haidar . Salió en libertad el 25 de mayo de 1973, posteriormente ocupó diversos cargos de conducción en la organización.

Fue muerto en San Justo, Buenos Aires, su cuerpo nunca fue entregado a sus familiares a pesar de que la noticia de su muerte figuraba en los diarios; pero no ha muerto ni morirá jamás para nuestros corazones y vivirá por siempre en el del pueblo que tanto amó.

GRAN TIPO EL POCHO, GRAN TIPO Y MEJOR MILITANTE

/ Pancho, Un compañero

En marzo de 2007 el Estado municipal en Jesús María reconoce y homenajea oficialmente a las víctimas del terrorismo de Estado que nacieron o que habían adoptado a esta ciudad como su lugar de vida. Esa mañana, Raúl Osvaldo Cardozo, Juan José Laso, Daniel Oscar Romanutti, María Elma Viale, Víctor Jorge Bié, Osvaldo Muñóz Sbrocco, y Mario Héctor Patiño Bulgheroni fueron recordados en un emotivo acto a 41 años del inicio de la etapa más oscura de nuestra historia nacional.

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