Regina SPOTI
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
La conocí a ella y a sus hermanos, cuando éramos niños y concurríamos al catecismo en la Parroquia de San Antonio en el barrio sur de la ciudad de Santa Fe. Al finalizar las clases todos los chicos nos poníamos a jugar en el patio delantero de la Iglesia, convocados por “la mancha”, “la cachada” y otros juegos. Regina y sus hermanos eran chicos altos, de físico fuerte, su físico se imponía y siempre ganaban. Yo, mucho más pequeña, les tenía miedo, sentía que me llevaban por delante y buscaba irme para otro lado. Después de esa época creo que se fueron del barrio porque no volví a verlos, pero sus nombres quedaron guardados en un rincón de la infancia.
La volví a encontrar en el 75, cuando paso a trabajar en el territorio y me encuentro laburando con ella en Santo Tomé. Íbamos al barrio El Tanque, en la Unidad Básica hacíamos apoyo escolar y reuniones de militancia, pero era una época de semiclandestinidad y como ella no me reconoció, yo no le dije nada.
Parte de nuestro trabajo consistía en ir poniéndonos en contacto con gente vieja del peronismo haciendo trabajo político para tratar de volver a agruparnos (era la época del Partido Auténtico). Nos reuníamos en pequeños grupos en función de ir avanzando hacia encuentros más grandes. Recuerdo que en noviembre u octubre del 75 se hizo una reunión grande con esos militantes en un Club.
Regina estaba embarazada y le costaba mucho viajar en cole y luego caminar, era muy laburadora, comprometida, humilde en el trato con la gente, nos hicimos muy compinches porque los otros compañeros del grupo eran varones.
En noviembre del 75 un compañero, Carlos Bosso, conocido de ambas, se casa en el Barrio San Lorenzo. Carlos laburaba en el Oratorio y la Escuela Técnica, la fiesta fue en el Salón del Oratorio.
A esa fiesta fuimos muchos compañeros, se armó una peña, bailamos, cantamos y en un momento pensé que ese era el momento para contarle nuestra historia de infancia. Ella ni se imaginaba que alguien se podía haber quedado con ese recuerdo. Nos reímos mucho de la anécdota. Fue la última vez que la ví.
Después no sé qué pasó con ella. Su hermano Rubén, que vivía a la vuelta de mi casa fue quien me contó, después que salí en libertad, que de “la Gorda” no se sabía nada, Rubén murió poco después en un accidente.
Creo que tuvo mellizos y que en el 76 se fue a Rosario con su marido, desapareció en San Nicolás.
/ Silvia
Regina comenzó su militancia desde las comunidades cristianas de base, se la recuerda participando de la huelga de hambre programada en 1970 en protesta por la carestía de la vida. Luego lideró el trabajo de la JP en la zona de Villa Hipódromo. En 1976, perseguida por la represión se trasladó a Rosario con su familia.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la