Miguel Angel LABRADOR “El Gallego”
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Miguel Ángel, que tenía 26 años, había nacido en Argentina. Sus padres y los tres hermanos mayores eran naturales de San Esteban de la Sierra (Salamanca). La familia tenía un negocio familiar de industria de calzado en Rosario.
A los 15 años empieza a militar en Tacuara y luego ingresa a la Juventud Peronista con algunos amigos del barrio; continúa su compromiso incorporándose a Montoneros.
Miguel fue enviado por su padre, Victor Labrador Martín a efectuar diversas cobranzas en la Provincia. Al no llegar a su destino, ni telefonear, la familia inició las indagaciones sobre su paradero. Al momento de su desaparición, denunciada el 10 de septiembre de 1976 contaba con 26 años de edad y militaba en la clandestinidad entre las ciudades de Santa Fe y Rosario.
Se averiguó así que habría sido al parecer secuestrado en Paraná (Entre Ríos), y con toda seguridad conducido detenido a la Jefatura de Policía de Rosario, donde se personó Victor Labrador Martín, confirmándole la información el Comisario Inspector Antonio Avila, quien le indicó que el día 2 de octubre de 1976 Miguel Angel había estado detenido en la Jefatura pero después había sido trasladado a otro lugar desconocido. Aparentemente lo acusan de confeccionar en el negocio familiar carteras y zapatos con doble fondo para guardar y pasar información.
Una familia destruida y la lucha de Esperanza
Los Labrador tenían una fábrica de zapatos que fue desguazada por la patota de Feced. Miguel Angel fue secuestrado el 13 de septiembre de 1976. Víctor Labrador, su hijo Palmiro y Graciela Koatz fueron asesinados el 10 de noviembre de ese mismo año. En apenas una semana, Esperanza y Manoli huyeron con lo puesto y lo que quedaba de la familia, al amparo del consulado de España en Rosario. Las acompañó el Embajador de España en la Argentina, para cuidar sus vidas. Apenas tres meses después, Esperanza volvió a buscar a su hijo Miguel Angel. Junto a Nelma Jalil comenzó a viajar a Buenos Aires para la ronda de la Plaza de Mayo. Nunca más se sacó el pañuelo, el mismo que siguió llevando orgullosa hasta que falleció a los 89 años.
Esperanza se dedicó a una búsqueda desesperada por sus hijos y marido durante la dictadura. "Si ya han matado a mi marido y a mis hijos, qué importa que me maten a mí", contó alguna vez a la prensa que pensaba en los años del terrorismo de Estado. Otra anécdota repetida por Esperanza fue cuando lo agarró al ex jefe del Segundo Cuerpo de Ejército y ex dictador, Leopoldo Galtieri, del uniforme y le gritó: “¡Asesino!”
Todos los días se plantaba ante las oficinas del general Galtieri, hasta que éste la recibió para decirle que la muerte de su esposo fue "un error", pero que sus hijos eran montoneros. “Señora, si su hijo es un montonero”, le dijo Galtieri, en alusión a su hijo Miguel Ángel Labrador.. “Si los montoneros son todos como mi hijo, pues ¡que vivan los montoneros!”, le respondió Esperanza.
La lucha de Esperanza es una de las razones por las que en 1996, el juez español Baltasar Garzón decidió abrir un proceso contra la dictadura argentina. El magistrado dijo de Esperanza: "Al recordarla no puedo evitar que las lágrimas me enturbien la vista y el recuerdo. No es posible sufrir tanto dolor y mantener la dignidad. Perder a su marido, tres hijos y una nuera, y presentarse firme exigiendo justicia es algo que te reconforta y te hace avergonzarte por todas las veces que has tenido dudas o desinterés por la justicia".
El Club Rosario Central homenajeó a Miguel Angel y su hermano Palmiro restituyendo su carnet de socio