Luis Alberto VUISTAZ “Lucho”
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Nacido en San Salvador de Jujuy un 21 de octubre de 1949. Hijo de una familia acomodada de Salta. Estudió en el Colegio San Román. “Lucho” Vuistaz era peronista. Militó en Juventud Argentina Para la Emancipación Nacional (JAEN-Facultad de Derecho-Frente 17 de Octubre) y en la Fuerza Organizada para la Revolución Peronista (FORPE). Ingresó a Montoneros (con el seudónimo de “Negro Martín”).
Como en todo el país, Salta entró en la apertura política que dio fin al gobierno militar de Onganía y Lanusse, de modo primaveral. La campaña del FREJULI (Frente Justicialista de Liberación) para las elecciones de l.973, contaba con un candidato que provenía de la Agrupación del Peronismo Revolucionario de aquella provincia. Un médico conocido por atender en su clínica privada a quienes llegaban porque no podían pagar o porque querían ser atendidos por compañeros, recibir respeto, afecto y también noticias de cómo venía la mano en tiempos de la dictadura. Se trata del Dr. Ragone, el único gobernador desaparecido.
Esta primavera política generaba en todas las zonas de la provincia, un movimiento de gente, adultos y jóvenes que querían engancharse con la capital y así, con el movimiento peronista, y con el proceso político nacional. Este fenómeno sociopolítico que conformó la JP, dio al escenario público un referente de la zona norte de Salta, representando a vallistos, a las reservas aborígenes, a las poblaciones de frontera, del chaco salteño: Lucho.
Cuando fue la gira de Héctor Cámpora, candidato del peronismo, por el Norte Argentino y llegó a Salta a principios de 1973, “Lucho” en un atiborrado y masivo acto público habló en nombre de la Juventud Peronista de la provincia y comenzó diciendo: “Continuando con la tradición montonera de Martín Miguel de Güemes y la tradición de amor de Perón y Evita por su pueblo, hoy el compañero Cámpora llegó a Salta....”. Premonitorio, racional, lógico, luego agregó: "Nunca habrá justicia social si no hay soberanía política e independencia económica”. Fue un contacto eficiente para solucionar problemas, entre el gobernador salteño Ragone y los pueblos originarios de la zona, que en algunos casos ni luz eléctrica tenían. Fue delegado reorganizador de la zona norte de su provincia y ya en un congreso provincial de J.P. en abril de 1973, advierte: “Bregamos por un camino de paz y entendimiento, pero si la oligarquía y el régimen quieren la guerra, lucharemos hasta el fin”.
Luis Alberto fue “desaparecido” por la última dictadura militar, enterrándolo como NN en el cementerio municipal. Sus restos fueron exhumados y reconocidos por el Equipo Argentino de Antropología Forense.
Con él fue asesinado Miguel Ángel Fonseca en un procedimiento en calle Martín Zapata 2526.
El negro Martín
Hoy voy a contarles la historia del Negro Martín. Martín no era el nombre que figuraba en sus documentos, pero no importa. Pasó por mi casa estando en la clandestinidad allá por principios del ’76, alto y morocho, de tipo norteño.
En una de nuestras escasas charlas me dijo que se había dado cuenta de que a mí me gustaba mucho la música y se extrañó de que no tocara algún instrumento. Me gustaría tocar la guitarra, le dije. ¿Y por qué no aprendés? Entonces le di la andanada de pretextos cobardes que solemos dar en estas situaciones. Que no tenía guitarra, que mamá con su sueldo de maestra que apenas nos alcanzaba para comer no podía comprarme una. Que esto y que lo otro.
Entonces me dio la lección: "Si querés algo tenés que ir a buscarlo". Creo haberla seguido bastante bien a partir de entonces. Pocos días después me enteré que un amigo tenía una guitarra en desuso porque se había comprado una nueva, más moderna y de mejor sonido. Ahí apareció la guitarra y aprendí los primeros acordes. Un par de años después pude comprarme una y así hasta el día de hoy.
Por esas pocas conversaciones fue mucho más padre para mí que mi ausente padre biológico. Una tarde de setiembre del 76 el Negro, oficial montonero, su esposa Pelusa (Vilma Pompeya Gómez, “Peyi”), que también había estado refugiada en casa, y otros compañeros estaban en una casa alquilada cerca del puente negro, en mi ciudad. La casa era insegura, estaba marcada y fue un grave error de la conducción mandarlos allí. Los rodearon varios móviles y decenas de efectivos con sus modernas y poderosas armas. Combatieron mientras pudieron y, ya heridos y sin municiones, se rindieron.
A Pelusa, herida e inerme, la tiraron los milicos de la terraza en donde había terminado el combate quebrándole además una pierna. Eso, paradójicamente, la salvó. La vieron los vecinos y tuvieron que cargarla en una ambulancia y llevarla al Hospital Cullen. Luego fue legalizada. Sus compañeros fueron considerados desaparecidos.
De ellos no supimos nada más hasta que hace unos años antropología forense identificó los restos del Negro Martín en una fosa común en el cementerio municipal de Santa Fe. Pelusa vino a recibir esos queridos huesos.
/ Esteban Cámara - 24 de marzo de 2012
LUCHO VUISTAZ
Un muchacho morocho, grandote, arquetipo del hombre norteño, que aparece naturalmente según las pautas de la gente como caudillo y que más tarde, la Revista nuestra de tirada nacional, unificó con el mote de jetón, entonces era,… el jetón de la JP zona norte.
Quién se olvidará de Lucho Vuistaz llegando al local lleno de tierra, en un jeep descapotado, sudoroso al rayo del sol, o envuelto en su poncho rojo y negro, o cuando el jeep lo deschavaba…
Donde estaba ese aparato-jeep era que por ahí andaba Lucho.
Qué lindo recordarlo, cuando llegaba a los actos con todos los compañeros, los que estaban sobre el ramal era más fácil, pero estaban los que vivían más allá, y para mantenerlos informados, era necesario ir a lomo de mula hasta los caseríos…porque todos querían que se les avise, para estar presente.
Qué lindo recordarlo abriendo en reguero locales, en casas de familia, clubes, donde sea.
El asunto era que cada localidad o asentamiento quería tener su local de la JP, de la gloriosa JP.
Qué lindo recordarlo cuando los festejos del triunfo del 73, las alegrías, las ilusiones. Al costado del Cabildo, enfrente de la plaza, en el tablado, con un telón de fondo con la consigna: Liberación o Dependencia. Recordarlo junto al gobernador Ragone, al intendente Bavio, al ministro de gobierno Pfister, al jefe de policía Fortuny.
Con los nuevos funcionarios, los viejos militantes del Peronismo Revolucionario, los trabajadores rurales, con los nuevos de la secundaria, la universidad, las mujeres, la juventud, compartiendo el espacio con los montoneros que habían vuelto de la cárcel, todos de poncho y vinchita, comprometiéndose a destruir los lugares y objetos de tortura, poner presos a los torturadores, darle tierras a los compañeros aborígenes, hacer un gobierno nacional y popular.
Cuando los compañeros de las reservas abrían espacios circulares y danzaban los compases de la marcha peronista con los dedos de sus manos haciendo la V.
LUCHO, compañero pero también amigo de Ragone, conversando con él en la casa de gobierno, en la legislatura buscando diputados y senadores.
LUCHO con los que unían a Evita con el Ché en un norte combativo, federal, de frontera, con vocación nacional, pero a su vez pechando por remedios, por alimentos, por subsidios, para su gente. Poniendo velas en las novenas por la muerte de Perón. Acompañando promeseros en los misa chico. Discutiendo con los estudiantes, analizando con los políticos.
LUCHO dejando lo entrañable, su lugar, su gente, para venirse a Santa Fe, cuando el poder ya no quiso tolerar más, los ideales y las osadías tan jóvenes.
Comprometido siempre con la vida, buscando ese espacio para poder seguir viviendo dignamente al propio modo, y buscando la calidez de los vínculos, para acompañarse y acompañar, se encontró con una mujer a su altura, la Peyi, que lo acompañó y lo acompaña en su muerte.
/ Nora Spagni
Fue enterrado en el cementerio de su ciudad natal de Embarcación, Salta, el 23 de marzo de 2000, lo que provocó un sentido y multitudinario homenaje de familiares y amigos en su memoria.
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada