Hilda Flora PALACIOS

Nació en Santa Fe el 8 de octubre de 1951. Hilda comenzó su militancia cuando aún cursaba el secundario en la Escuela San José de Señoritas. En 1970 ingresa a la Escuela de Servicio Social de Santa Fe.

Su compromiso con el proceso revolucionario, se desarrolló a partir de la conmoción general que se produce después de las puebladas que conocemos como Cordobazo, Rosariazo, etc. Esto la llevó a militar en el Partido Revolucionario de los Trabajadores.

En 1972 cae presa, torturada y encarcelada y luego fue liberada el 25 de mayo de 1973 junto con los demás presos políticos de la dictadura. Renovado su compromiso con la causa de los obreros y el pueblo, y junto a su compañero Héctor Chavéz, se trasladaron a Córdoba y luego a Buenos Aires, donde él fue secuestrado y muerto.

“Todos los que tuvimos el privilegio de conocerte, tenemos grabada tu permanente alegría, con tu risa pronta a estallar en carcajadas. Tu ternura y cariño para con todos los compañeros, tu carácter indulgente y dulce para comprender los errores y ayudar a corregirlos. Tu decisión y entrega en la lucha por un mundo mejor en que vivieran nuestros hijos... en suma, recordarte “Cuaia” es un poco rendir homenaje a todas las mujeres de mi generación, las compañeras que dieron todo, sin especulaciones, en la lucha por los marginados de esta sociedad y, además fueron, las mejores amantes, madres, amigas... compañeras.”

Muerto su compañero regresa a Córdoba y trabaja en una empresa de plásticos y acrílicos. La secuestran el 6 de noviembre de 1.977, a los veintiseis años, junto a sus dos pequeñas hijas, Valeria y Soledad y el hijito de otros compañeros que corren la misma suerte.

Meses después las niñas fueron entregadas a sus familiares.

De ella se sabe que en calidad de detenida desaparecida estuvo en el centro clandestino de detención conocido como “La Perla”.

Fue asesinada el 15 de diciembre de 1977 en un simulacro de enfrentamiento en la intersección de las calles Avenida Colón y Sagrada Familia, un operativo que estuvo a cargo del Gral. Menéndez. Su cuerpo fue enterrado en forma clandestina en el cementerio de San Vicente.

El trabajo conjunto del Equipo Argentino de Antropología Forense y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica Argentina, aportaron a la exhumación de los restos óseos que sometidos a estudios confirmaron su identidad.

Hoy sus restos descansan en el Panteón de la Memoria del cementerio municipal de nuestra ciudad.


“Hace un tiempo, ARHISTA se puso en contacto con nosotras para contarnos el resultado de unas investigaciones, Nos informaron que harían unas excavaciones en el cementerio de San Vicente, en la ciudad de Córdoba, con un poco de expectativa y otro poco de escepticismo fuimos a ver algo que cambió nuestra forma de pensar por lo menos. En esos días, se acercaron a nosotras periodistas que hablaban de identidad, de recuperar la identidad y fue cuando escribí esto:

IDENTIDAD: lo que soy, lo que esta vida me hizo, las consecuencias de mis propias decisiones, el resultado de las influencias de otras personas en mi vida (buenas y malas), también el resultado de las ausencias y de las idealizaciones de esas ausencias

Recuperar la identidad ¿cómo?

Trato de recuperar mi identidad desde que recuerdo. Cada pregunta, cada duda que quise sacarme está relacionada con esto de querer saber sobre mis padres.

La información retaceada que me dan mis familiares, debido al rencor o al miedo, o simplemente es insatisfactoria porque nadie puede decirme como eran como padres, ya que no compartían tiempo con los otros miembros de la familia.

Los relatos que los incluían, anécdotas de cuando era niña, saber por qué luchaban, en qué consistía esa lucha, me hace comprender que a pesar de vivir en la clandestinidad, al borde del peligro; se atrevieron a tener dos hijas. Después de encontrar un compañero al que amo, después de ser mamá de cuatro hermosos hijos deseados. Comprendo que sólo las personas que realmente se aman tienen una verdadera necesidad de perpetuarse. Y se que fue así con ellos. Se que se amaban, que nos amaban, que querían lo mejor para su país, para nuestro futuro. Entonces mi identidad no la recupero al encontrar unos cuantos huesos, aunque la certeza y la comprobación científica de esto es muy importante, me da mucha paz y una sensación de pertenencia muy especial. Es algo que une de una vez por todas las generaciones.

Mi identidad está bien definida, se quien soy, sé quienes eran mis padres, los amo, y sé que quiénes los suplieron en nuestra crianza (mis amados abuelos maternos) hicieron todo lo posible por darnos lo mejor y protegernos aún de lo que los demás pudieran pensar de mis padres.”

/ Valeria Chávez Palacio

Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Escuela de Trabajo Social - UNL

Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Menéndez I-(Brandalisis)

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