Miguel Angel ESBORRAZ
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Miguel, como lo conocían los familiares, Grillo, había nacido el 9 de abril de 1954 en Angélica, una localidad pequeña del departamento Castellanos, ubicada a 80 km al oeste de Santa Fe. Su papá Miguel Esborraz, su mamá Nélida Cerri y su hermana mayor María Angélica. La escuela primaria la hizo allí y luego cursó los estudios secundarios en el Colegio Industrial de Santa Fe, egresando en 1974, como técnico químico. En el año 75 se trasladó a Córdoba, donde residió hasta la fecha de su desaparición el 24 de julio de 1976. Durante ese tiempo trabajó en la fábrica de máquinas viales Tortone.
En mi caso particular, lo conocí cuando yo tenía trece y él dieciséis. Luego vino un baile con música de los “bichos de Candy” y el primero de mayo de 1971, “nos arreglamos” como se decía por aquel entonces, nos pusimos de novios. Tenía una familia extraordinaria, sumamente afectiva. Su madre, que muere (aunque probablemente la mataron también) unos años después, como producto de un cáncer, era una mujer encantadora, nos mimaba con los canelones de los domingos de acelga y seso o las milanesitas de peceto, que preparaba en un santiamén.
Grillo, era un tipo fresco, alegre, con gran sentido del humor, celoso, como buen novio adolescente. Yo hacía la secundaria en Rafaela, pupila en el Colegio de la Misericordia y él en el Industrial. Como estaba cansada del encierro y además quería estar cerca de él, hice quinto año libre y en el 74 me vine a Santa Fe a estudiar historia. Durante ese año y el siguiente compartimos la militancia.
Él venía participando en el industrial en un grupo de izquierda trotskista “Espartaco” en el que participaban algunos compañeros del colegio. Estaba convencido que la revolución era posible, como construcción permanente, según lo planteara Trotsky, comprometido con esas ideas, estudiaba y se formaba. Pero además había que trabajar para difundirla, por eso decidió irse a Córdoba, a trabajar a la fábrica, para llevar el mensaje a los compañeros trabajadores.
Como nos pesaba la distancia, durante el 75 él estaba en Córdoba y yo en Santa Fe, decidimos casarnos el 31 de enero de 1976. Primero vivimos en una pensión por la calle Humberto Primo y luego, a través de un pariente de mi viejo, conseguimos una casita preciosa, en barrio San Vicente. Durante ese tiempo, continuamos con la militancia, varios compañeros se habían traslado a Córdoba. Yo había empezado a estudiar en la facultad de Córdoba en la ciudad Universitaria. Recuerdo que las clases se dictaban con la presencia de un militar uniformado. La preocupación empezaba a circular, sin embargo, nadie se imaginaba que “era para tanto”.
Se sabía de compañeros que habían caído presos y hacía varios días que no se sabía nada de uno de ellos, en esa oportunidad, Grillo concertó un encuentro el sábado 24 a las 4 y media de tarde en la zona de la ruta 9 con una persona que supuestamente le daría datos. No volvió, yo lo esperé hasta tarde, a las doce de la noche me puse a llorar temiendo lo peor, que estuviera preso. Luego vino el aviso a la familia... “vengan que Grillo está enfermo...”, el miedo nos atravesaba y tratando de que nadie se enterara de lo que estaba sucediendo, decía que “estaba enfermo”. Luego la denuncia en la seccional del barrio, averiguar en el ejército, la presentación del habeas corpus. La familia y amigos que buscan protegerme y me mandan a la casa de mis viejos. Y continúan la búsqueda mi viejo y el suyo... pero nada.. .nadie sabe nada, ni el ejército, ni el obispo Primatesta, ni Harguindeguy que contesta la carta expresando que desconoce el paradero.... Luego viene mi detención y las preguntas acerca de su actividad y la “chicana” ...”No será que se fue del país, no será que te dejó...” Pero nunca más nada, ni un rastro, ni un dato. Grillo, Miguel, o Cuervo como le decían los compañeros del Industrial, tenía 22 años.
/ Marita Zurbriggen
MI HERMANO. .
El 9 de abril día que nació Miguel Ángel, fue como entrar el sol a mi casa. Apodado GRILLO por mi papá, por el famoso jugador de su cuadro, el Club Atlético Independiente (aunque luego terminó siendo de Boca por el fanatismo de un vecino). Dio crédito a su apodo porque su gran pasión fue el fútbol.
Fue tan deseado el varón por todos que mis celos se hicieron notar. Era un chico inquieto, revoltoso y muy inteligente, con excelentes notas, cosa que demostró al ingresar al Colegio Industrial donde era restringido el ingreso y solo eran admitidos 200 de los 1000 alumnos anotados para seguir la carrera de Técnico Químico en la ciudad de Santa Fe.
Desde muy pequeño tenía una idea de justicia y equidad muy definida. No puedo olvidar cuando solo tenía 6 años y en la escuela había una portera muy autoritaria a la que todos temían y el apenas conociendo las letras escribió en el pizarrón del aula: "La señora Hercilia es un SARGENTO".
Muy querido por sus compañeros, a pesar de nuestras peleas como hermanos fuimos muy unidos, hasta que el abuso de poder nos lo arrebató injustamente. Y fue mi pobre padre con su gran dolor a cuesta quien deambulo por años buscándolo, ya que mi madre no soportó el dolor de la pérdida dejándose morir, y yo... con mis cinco chicos pequeños no podía acompañarlos en su búsqueda, pero en cada conmovedora marcha de las madres de plaza de mayo mi corazón estaba con ellas. Nos desmembraron la familia, sencilla, humilde pero de un gran amor fraternal. Le enseñe a mis hijos a quererlo y a que siempre esté presente entre nosotros. Para mitigar el enorme vacío que dejó GRILLO en mi vida, Dios me regaló un hijo que cumple años el mismo día de su nacimiento. El gran amor a la justicia hizo que defendiera sus ideales con su vida.
/ María Angélica Esborraz — Pirucha
Su memoria es recordada en placa colectiva colocadas en la Escuela Industrial Superior y en la Plaza de la Memoria de Rafaela