Horacio Domingo MAGGIO
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Tenía una característica física que dio lugar al apodo con el que siempre se lo conoció “Nariz”. Sus amigos del Colegio Nacional, donde terminó sus estudios secundarios, lo recuerdan como una persona que siempre cuidaba mucho de su aspecto personal, sobre todo recuerdan su peinado a la gomina. También su carácter tranquilo. Pero por sobre todas las cosas lo que siempre lo caracterizó fue su sonrisa, y su buen humor. Era hincha de Colón por influencia de su abuelo. Se casó con Norma Valentinuzzi profesora de expresión corporal del Liceo Municipal y bailarina. Con ella tuvo dos hijos, Facundo y María. Trabajaba en el Banco Provincial de Santa Fe donde fue delegado e integrante de la Comisión Interna. Su militancia comienza en las FAR, desde el frente gremial, y luego pasa a Montoneros con la fusión de las dos organizaciones.
Varias anécdotas contadas por sus compañeros de militancia, revelan su personalidad:
“Cuando le allanaron la casa, en 1975, se ve obligado a irse de Santa Fe con toda su familia, no podía ni asomarse por la ciudad, pero, como él quería recuperar cosas dejadas en su casa, volvió al mes y aprovechando que era carnaval y el corso pasaba cerca de la casa en cuestión, se disfrazó y entró sin problemas recuperando lo que necesitaba.”
“Mediados de 1966. La cortada Zorrilla de San Martín, media cuadra hacia el norte de la Facultad de Derecho, ve rota su tranquilidad habitual cuando un numeroso grupo de jóvenes irrumpe en ella, a la carrera rauda, producto de una acelerada dispersión provocada por los grupos de la Caballería Montada, de la Policía, que desbarató a palos y sablazos un encuentro de estudiantes en la escalinata de la "Facu", que desde hacía días manteníamos tomada. Primeros en el grupo, por preparación física o por "cagazo" (dilucide el lector) íbamos junto al "Narigón" Maggio, cuando de pronto en el otro extremo de la cortada aparece un móvil de la policía,(a los cuales en aquellos día les llamábamos "Blusa azul") y nos corta el paso; temerosos frenamos nuestra huida, cuando de pronto desde atrás nuestro, dos botellas pasan por sobre nuestras cabezas, e impactan sobre el móvil, provocando que de inmediato éste se prenda fuego. Dos oportunas Molotovs transfieren el miedo, desde nosotros, hacia el grupo de canas que espantados saltan del móvil y corren para otro lado... pocos meses en la Facultad y..."bautismo de fuego". 1966, caída de Arturo lllía, advenimiento de la dictadura de Onganía. Otro contexto histórico y siempre las ansias juveniles de transformarla historia. Horacio Domingo Maggio con la voluntad de ser protagonista. Las aulas de la Facultad no lo vieron asiduamente porque la militancia lo requirió en otros menesteres...primero la resistencia, el luche y vuelve, la construcción de la Juventud Trabajadora Peronista (J.T.P.), la conducción de la Comisión Gremial Interna del Banco Provincial y de la Asociación Bancaria, luego la clandestinidad”.
/ Galleta
RECORDAR AL NARIGÓN
Después de más de treinta años, trato de revivir al narigón Maggio, compañero de militancia en la Juventud Trabajadora Peronista de Bancarios de la Santa Fe del 72 al 74. Recuerdo nuestras alegrías cuando ganó el Tío Cámpora, y cómo las cosas se empezaban a poner negras con las tres A. Las discusiones para fijar estrategias que nos permitieran hacer la tarea sindical en un gremio de clase media tratando de llevar adelante propuestas que pensamos como revolucionarias, pero sin espantar gente. Compartir el manejo de la seccional Santa Fe de Bancarios con otros sectores políticos, hasta que fue intervenida por la conducción central. Y me acuerdo del 1° de mayo de 74, cuando el viejo nos echó de la Plaza de Mayo y nosotros en Santa Fe, concentrados con los compañeros en la casa del Narigón, estábamos listos para dar respuesta a cualquier provocación de la burocracia sindical. Las reuniones en la Bancaria de calle 9 de Julio en las noches del verano del 73, con la humedad y los siempre presentes mosquitos de Santa Fe, discutiendo el funcionamiento del sindicato, la situación en cada uno de los bancos, los informes de los delegados.”
/ Carlos
“Cuándo fue la última vez que ví al Narigón, no me acuerdo ¿habrá sido por el 74? Siempre lo he tenido presente, con su firmeza para tomar decisiones, en el defender sus posturas, un tipo con cojones en definitiva. Al ver su foto después de tantos años me parece que lo escucho y veo hablando, entremezclando una sonrisa que ablandaba la dureza que podían tener las palabras. Los años van borrando nombres y lugares, pero me acuerdo de su hijo Facundo, de no más de dos años, de su casa cerca de la Costanera y de su origen en la militancia revolucionaria: la “R” como le decíamos a quienes habían estado en las Fuerzas Armadas Revolucionarias antes de la fusión con Montoneros. De nuevo al verlo en la foto, siento unas tremendas ganas de darle un abrazo al compañero amigo militante.”
/ Julio
Quizás sea uno de los militantes políticos detenidos-desaparecidos con mayor trascendencia, ya que puso en evidencia ante el mundo lo que ocurría en los campos de concentración que montó la dictadura militar de 1976, especialmente en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Así lo relata el sobreviviente diputado de la Juventud Peronista Chaqueña Jaime Dri, en el libro “Recuerdos de la Muerte” del actual Diputado Nacional y escritor Miguel Bonasso: “era pequeño y magro, con un cuerpo eléctrico y un rostro discepoliano, que adornaba una sonrisa constante”. Asus compañeros de cautiverio en la ESMA, no les extrañó su fuga, su buen humor no se alteró en ese lugar donde nadie se reía. Sólo se borraba su sonrisa cuando contemplaba la foto de sus hijos que pudo conservar con él.
Cuenta Dri, que el Nariz había sido dado por muerto por sus compañeros, luego de su detención. En diciembre de 1977 su asombro fue muy grande al reencontrarse con él en un oscuro calabozo de la ESMA.
Luego de su pintoresca fuga, con los bolsillos llenos de cospeles y monedas llamaba a sus verdugos, se identificaba, los insultaba y les preguntaba a cuanta gente más habían matado desde que él no estaba en la ESMA. Y como una premonición, decía en el teléfono: “va a haber un Núrenberg para todos ustedes, asesinos...”
También libró su batalla postal con nombre apellido y número de documento, identificándose como militante peronista-montonero e integrante de la Gremial del Banco Provincial de Santa fe. Envió cientos de cartas a Raúl Castro -Embajador de EEUU en Argentina-; a los monseñores Aramburu, Primatesta y Zaspe; al propio dictador Videla; a los mandos militares; los sindicatos; las Naciones Unidas (ONU); a Amnesty internacional y a toda la prensa extranjera. En esas cartas denunciaba el secuestro y los hechos que ocurrían en la ESMA, los nombres y alias de los represores que actuaban allí y los casos de secuestros y asesinatos que él conocía.
En vísperas del mundial de fútbol del 78, tuvo una entrevista con el subdirector de Asociated Press que fue publicada en los principales diarios del mundo. En ella reiteró sus denuncias, el caso de las monjas francesas detenidas y desaparecidas y el caso de Dagmar Hagelin.
El día que Argentina ganó el campeonato, en medio del festejo de la gente, Horacio se presentó de pronto en la casa que habitaba su familia, para sorpresa de todos y les propuso salir en auto a adherirse al festejo con gorros y vinchas celestes y blancas aprovechando la momentánea y precaria seguridad que daba la multitud. Esa fue la última vez que lo vieron.
Poco después una patrulla de marinos lo reconoce, cuentan que el Nariz, desarmado, se defendió a pedradas contra sus captores y asesinos. Su pequeño cadáver fue expuesto en la ESMA como trofeo de guerra ante los prisioneros en el mes de septiembre de 1978.
La ESMA, LA FUGA y la batalla solitaria y sistemática contra los genocidas... dejó testimonio, de vida y de militancia, y nos transmitió una Utopía, por la cual algunos, aún en su búsqueda, seguimos caminando. ¡Gracias Narigónl!
Su memoria es recordada en placa colectivas colocada en la Asociación Bancaria y la Escuela Nacional
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa ESMA III