Edmundo CANDIOTI « Punci »
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Punci, Facundo, Gato, Rulo, nació en Santa Fe el 2 de noviembre de 1948, en el seno de un antigua familia santafesina, cursó los estudios secundarios en la Escuela Industrial Superior dónde se recibió de Técnico Constructor. Posteriormente ingresó a la Universidad Católica de Santa Fe. Participó del movimiento estudiantil y de la huelga de hambre junto a Pancho Molinas su gran amigo. A la militancia en la Acción Católica de la adolescencia sumarán la militancia política en el peronismo montonero.
Estuvo luego trabajando políticamente en el barrio de Alto Verde y más o menos por esa época entró a trabajar en la Municipalidad, participando activamente en el gremio de ASOEM. En 1972, lo secuestran frente a la Municipalidad, hecho que provoca un gran revuelo público, que se refleja en los diarios del momento. Liberado, pasa a la clandestinidad, es detenido en Tucumán y llevado a la cárcel de Rawson. Su nombre aparece en una “lista de electores” integrada por presos políticos que proponía un volante de la Juventud Peronista. Sale en libertad con la amnistía presidencial del 73 y se reincorpora a la Municipalidad. Pero, al poco tiempo, abandona la ciudad para instalarse en Rosario, dónde junto a Gervasio Ramón Girau, dirigen una imprenta montonera.
Su compañera, era una chica muy activa en el barrio y la Parroquia de Villa del Parque, cuya mamá era directora de la Guardería. Catena iba mucho a su casa, se quedaba a descansar allí. Fue el Padre Catena quien casó a la pareja. Punci hizo y le regaló, una maderita tallada que el cura tuvo en la cabecera de su cama hasta el día de su muerte en la Pcia. de Bs. As, que dice:
AL FINAL
DEL CAMINO SOLO
ME DIRÁN:
¿HAS AMADO¿
Y YO NO DIRÉ NADA,
ABRIRÉ
MIS MANOS VACÍAS
Y EL CORAZÓN LLENO
DE NOMBRES
“Nos conocimos en 1974, después que sale de la cárcel. Punci se tuvo que ir a Rosario, donde junto a Pancho compartieron la custodia del “Chancho” Lucero, diputado de la JP. (eran tiempos de democracia recién recuperada en que se investigaba la desaparición de Angel Brandazza durante la dictadura de Lanusse). Nos casamos en agosto del mismo año, él estaba en Rosario y yo acá, nos veíamos cada 15 días. La fiesta de casamiento fue una “multisectorial” porque en Villa del Parque militaban compañeros del PC, del Peronismo de Base, de la JP…”
Amaba profundamente a su esposa y a sus hijos. A los niños les decía “mis piojitos” porque los llevo en la cabeza, y también, porque “están pegados a mi”, tenía un humor muy lindo, los tres chicos han recibido eso. Juan Gerardo lleva el nombre de Gerardo Ferrari (desaparecido), Elena se llama así por la “Gorda” Elena De Leonardi , secuestrada en Santa Fe, dos grandes compañeros a quienes recordaremos siempre.
El inmenso amor que sentía por su familia, se refleja en la bellísima carta que escribe a su esposa, cuando nace su primer hijo:
4-5-75
Queridos Pepita y Gerardo:
¿Cómo anda esa madrecita hermosa? Te quiero mucho y al nenito también. Ya mismo te estoy extrañando mucho y no veo la hora de que estemos los tres juntos.
Todavía no termino de acostumbrarme. Parece un sueño, un sueño muy lindo. Estoy muy contento y me alegro muchísimo de haber podido estar con vos en esos momentos. Te portaste muy bien amor, estuviste tranquila. Para mí es muy importante que hayamos estado juntos, estoy seguro que para los tres es muy importante.
Me dijeron que a Gerardo ya lo vió el Dr. Tardivo y que lo encontró bien, que ahora en la noche le ibas a dar el pecho para que se vayan acostumbrando él y vos (ya son las 21, así que en este momento le debes estar dando) ojalá que tengas leche mi amor, yo creo que sí vas a tener, pero igual hay que esperar.
Todos se han portado muy bien y estoy muy contento y agradecido, la emoción de tu mamá y sus rezos cuando entraste, la alegría de las chicas, Patico y los abuelos; que se yo, todos los que estuvieron esperando conmigo. Nunca alambré tanto como cuando me dijeron que estaba atascado, se me cruzaron mil cosas por la cabeza. Cuando salió la partera y me alcanzó al Gerardo me puse más tranquilo, pero lo único que quería era verte a vos mi amor, saber como estabas, que sentías, tenía una impaciencia bárbara y me estaban por saltar las lágrimas. No aguantaba más y charlaba un poco con todos, esperaba que se abra tu puerta. Te juro hermosa que no pude ni puedo todavía decirte todo lo que sentía. Solamente con mis ojos quería decirte todo ese mundo nuevo que sentía en mi interior, espero que lo hayas sentido. Cada vez que nos mirábamos quería decirte de todo y trataba de ver toda tu alegría, tu emoción, nuestro amor.
Los quiero mucho a los tuyos y a los míos. Lástima no haber podido vivir esto con más tranquilidad, hubiera hecho cualquier locura, pero no importa, esta es nuestra realidad y así lo vivo con toda la alegría. No hay nada de que arrepentirse. Todo ha ido bien.
Querida, ya pasó el primer paso importante que era el nacimiento del niño. Ahora el paso importante pasa a ser otra cosa, y es la casa. Quedate tranquila amor y tené paciencia; voy a hacer todo lo posible para conseguirlo bien rápido. Esa realidad del nenito que tanto nos movía está ahora mucho más presente y palpable.
Las cosas que hay que arreglar ahora son de tipo secundario, pero no por eso dejan de ser importantes. Son el certificado de nacimiento, la inscripción en el Registro Civil y después viene el bautismo y padrinos. Con todo esto no va a haber ningún problema, creo, y cualquier cosa le podemos preguntar a Don Beto.
Bueno Pepita querida, estas líneas por hoy, y como siempre y para siempre con todo mi amor para vos y el Gerardo. Te extraño y te quiero, espero como nunca y con todas las ganas que estemos juntos. Pongo toda mi paciencia hasta que salgan de allí y arreglemos la forma de vernos.
Que descanses mucho mi amor, en tu primera noche de madre y él en su primera noche de hijito fuera de la pancita.
Un beso y un abrazo fuerte para vos y Gerardo del que los quiere mucho.
Papito.
Sabía escuchar, charlar, me decía “primero lo primero”, y buscaba ordenar y organizar los pensamientos, tenía claro lo que quería hacer.
Recuerdo que se enfrentó al pensamiento muy cerrado que predominaba con respecto a la militancia y relación de pareja, que predominaba en la organización. Una vez fue cuando se unió a mí que no era de la misma agrupación.
Era una persona de mucha fe y mucho amor por su Patria. Señalaba todas sus cartas con una banderita azul y blanca escrita con birome. En los últimos tiempos trabajaba en lo que podía, pintaba, hacía changas, cocinábamos con lo que podíamos
Era técnico constructor y trabajaba la madera. No teníamos nada pero él hizo todo lo de carpintería, hizo los muebles de su casa y también los depósitos ocultos para esconder el material político; tenía mucha facilidad y creatividad para el trabajo, hasta llegó a hacer una jaula para criar pollitos.
Siempre le dábamos una mano a los compañeros que estaban con problemas. Compartimos la última casa en Rosario con el Negrito Girau, de Suardi, cuando él no llegó a la hora convenida, supimos que había sido secuestrado, sacamos los chicos y nos fuimos, escapando casi al momento en que la Policía venía para nuestra casa.
/ Su esposa
A Punci lo conocí creo que por el año 63 o 64, éramos muy jóvenes, yo salía en ese momento con un hermano de él, pero además, tenía amistad con los Molinas , y él era muy amigo ellos. Estábamos cerca del Movimiento Familiar Cristiano, un Movimiento de la Iglesia que tenía una rama juvenil, así que por ahí nos encontrábamos, un fin de semana en una fiestita, en cosas que hacíamos.
Yo era alumna del Calvario, Colegio que en una tarea pastoral estaba muy ligado a Villa del Parque, y es ahí donde lo conozco un poco más, era otro tipo de acercamiento. Punci ya estaba en una agrupación estudiantil que después se va a definir más claramente como peronista, pero en ese momento era un sector ligado a los grupos del Tercer Mundo trabajando en la zona de barrio. En Villa del Parque tengo otra relación con Punci que tiene que ver más con el compromiso social, fundamentalmente desde la Iglesia, desde el sector de los Sacerdotes del Tercer Mundo.
Y bueno después, hubo momentos en que nos encontrábamos más, otros menos. En el 69 yo entro a trabajar en la Municipalidad, el primer día, estaba parada al lado del reloj de fichado, no sabía dónde me iban a poner, iba llegando gente, ahí, junto del reloj, nos recibe un señor, era el jefe con el que íbamos a trabajar; entre los que estábamos esperando, que éramos 25, estaba Punci, me tocó trabajar en la misma oficina. Entonces, empiezo a compartir con él todos los días. La oficina nucleaba a mucha gente, tenía parte obrera municipal, otra técnica y otra parte de empleados administrativos. Punci, estaba en el sector técnico porque era Maestro Mayor de Obras. Nos designaron para hacer un relevamiento territorial, actualización de nomenclatura, una serie de trabajo catastral, así que estábamos cerca pero realizando distintos trabajos, compartiendo el mismo salón.
Punci se ganó a la gente, diría que en horas, porque tenía, creo, era su mayor virtud, una alegría de vivir que transmitía a borbotones, una impresionante capacidad para relacionarse con la gente. Los primeros días estábamos un poquito etiquetados, pero Punci hizo la punta, y a las doce y media, todos los días, armaba una orquesta, con lo que hubiera, la oficina tenía planta baja y planta alta, nosotros estábamos en planta alta, íbamos abajo, se cerraba la oficina y empezaba la orquesta, con los elementos que hubiera.
Punci logró, lograba que la gente lo amara realmente y se empezó a generar toda una situación de cierto...no sé, como que empezaron a mirar Catastro entre comillas en el resto del Palacio, llegó un momento en que volantearon la Municipalidad diciendo que Catastro era un fortín Montonero, porque estábamos ahí Nora, Punci, yo, un muchacho Vicente que es el primero al que detienen, Miguel Anzardi y otros, estaba interesante la concurrencia; de ahí, de Catastro, surge la Juventud Trabajadora Peronista Municipal.
Si algo quiero destacar de Punci, es el tema de esa alegría y ese pelear la vida que se notó en toda su trayectoria, aún en los momentos más difíciles y la enorme capacidad que tenía para relacionarse con la gente. Yo, de algún modo, seguí su trabajo en Alto Verde y el cariño con el que lo recordaban y en algunos casos, aún lo recuerda la gente, es impresionante, quizás porque era transparente, política, ideológica y afectivamente.
Estuvimos juntos hasta el 72, ese año, desde los primeros días de junio, fue muy difícil para la Municipalidad, para los empleados municipales, culmina con “el manzanazo”. El hecho es que se produjo una huelga municipal, en la que colaboran los distintos frentes, universitarios de distintos sectores, sindicatos, por ejemplo, el sindicato de la carne aportaba para las ollas populares que hacíamos en los barrios porque pasamos mucho tiempo sin cobrar.
En ese contexto, un día, Punci, va a trabajar, y en la plazoleta que está frente a la Municipalidad, lo secuestran. Él gritó, dijo quien era, la solidaridad de la gente que iba entrando a la Municipalidad fue impresionante, gritaban, golpeaban a los secuestradores, las mujeres les pegaban. Fue una cosa muy fuerte para todo el Palacio Municipal. Hay gente que lo recuerda hasta el día de hoy como algo tremendo que le tocó vivir. Lo meten en un auto y se lo llevan. A la tarde voy a la Facultad, a la Escuela de Servicio Social y desde ahí tomó el ómnibus y me voy a Rincón, donde estaban mis padres.
Cuando llego a casa pensando en la noticia, en cómo decirles a mis padres, ellos lo querían mucho, y yo creía que no sabían lo que había pasado, cuando llego me dicen: ¿a que no sabes quien estuvo acá? Antes de que dijera nada me dicen: hace un ratito que se fue, estuvo Punci !no! yo no lo podía creer. La casa tenía unos vidrios muy grandes, muy largos y cuenta mi papá, que empieza a mirar de abajo para arriba y ve como unos zapatones, (Punci usaba unos zapatos que eran tipo como lo que serían unos borcegos) todos embarrados y alguien les dice: soy Punci. La sorpresa fue enorme, porque estaban dando por la radio la noticia de que estaba secuestrado. Le abrieron, una algarabía, toma una sopa caliente, cuenta algo de lo que vivió; lo habían dejado cerca de la comisaría de Rincón.
Esa misma noche empiezan a llegar todos los compañeros de la oficina. Ese acontecimiento infirió temor, por el lugar donde fue secuestrado, por lo que era él para el resto de los compañeros. Al otro día lo van a buscar un grupo de compañeros para que no vaya solo a trabajar, entre ellos el petiso Leo que lo quería mucho a Punci, un muchacho Rivera y otros. Esto marcó mucho la militancia del sector Municipal de Catastro.
Una muestra de cómo tomaba todo con alegría y buena onda, es la forma como reaccionó, quitándole dramatismo a la cosa, lo cual no es menor, siendo que fue uno de los primeros secuestros.
Después se va de la Municipalidad, creo que va a Tucumán, cae detenido a mediados o fines del 72, sale en el 73, vuelve a Catastro y ¡!“gran fiesta gran”!! porque a Punci la forma de celebrarlo en ese entonces y de celebrarlo ahora es desde la alegría, porque era lo que él transmitía, creo que él militaba con su alegría.
Y bueno estuvo un tiempo trabajando en Catastro en el 73 hasta que se casa, yo creo que nos casamos casi juntos porque él se casó en mayo/junio del 74 y yo en julio. Recuerdo que yo me enojé mucho porque al casamiento de Punci fueron todos los compañeros del trabajo y al mío solo algunos, entonces yo después los retaba a los compañeros y ellos me decían; a él no lo vemos más y a vos te vamos a seguir viendo. Porque después de que se casó se fue de Santa Fe.
/ Alejandrina
Su memoria es recordada en placas colectivas colocadas en la Universidad Católica de Santa Fe y en la Municipalidad