Susana CAPOCETTI
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
¡Es maravillosa la oportunidad nos brinda esta iniciativa para recordar a los queridos compañeros! Sus presencias son imborrables en nuestras vidas. Las experiencias compartidas fueron tan intensas, tan plenas que resulta imposible olvidarlos.
Pensar en Susana, es como referirnos a una campanita: menuda, alegre, de una generosidad increíble, coqueta y tan linda que hasta fue seleccionada para hacer promoción en cine, junto a otros amigos y luego compañeros entre los que se encontraba “el Guille”, ¡su gran amor!.-
Apareció en la fila de la división 2° 2° del Comercial Juana del Pino de Rivadavia, una tarde de marzo de 1967.-
Los enormes ojos asombrados, siempre muy pintados como era costumbre de la época, el guardapolvo con tablitas ¡muy minifalda! y la eterna sonrisa de oreja a oreja, casi en los primeros lugares de la fila por su estatura mediana, ¡ se quejaba de “ser petisa”!.-
Ya en ese momento se mostró como fue siempre: comunicativa con todos, acercándose a todos, interesada por lo que a cada uno le interesaba o le pasaba.-
Amaba a su familia. Fue la menor de cinco hermanas con bastante diferencia de edad con ella y de papás mayores. Su compromiso con ellos era muy fuerte. Ayudarlos, comprenderlos, ser parte de los sacrificios de su vida humilde era su principal tarea y orgullo.-
Fueron años de profunda amistad. Pasábamos muchas horas juntos, compartiendo el crecimiento adolescente: las preguntas, las dudas, los miedos, los deseos de crecer, el coraje y el atrevernos a experiencias nuevas diferentes al modelo de nuestros padres y la preocupación por no hacerlos sentir mal o que ellos sufrieran o temieran por nosotros.-
Susana conoció el peronismo a través de la experiencia familiar, como muchos de los que compartimos esos grupos de “la secundaria”. De manera que cuando van apareciendo los nuevos compromisos de los jóvenes se fue involucrando con naturalidad. Tenía muy incorporada la mirada solidaria hacia la pobreza y la desprotección de los más humildes y se fue sumando a la militancia juvenil en los barrios con la alegría y bondad con que hacía todo en su vida. Todo es a la vez.
Estos inicios y la aparición del Guille (Guillermo López Torres) en su vida, que le transmitía su fuerza y sus convicciones tan firmes. Así llega la Universidad, la “Católica”. El inicio en la carrera de Filosofía fue como abrir una compuerta de sentimientos, ideas y miradas. Monseñor Zazpe, el cura Aguirre, Leyendeker, la conferencia de Medellín, los compañeros que venían desde distintas regiones y experiencias y la inundación en Santa Fe. Los jóvenes estudiantes participando y la Universidad abriendo por primera vez sus puertas a la ineludible realidad social. La fuerza de los jóvenes la volvía inocultable.
Estas experiencias fueron para Susana la gran oportunidad para comprender desde nuevos contenidos lo que estaba pasando y no manifestó ninguna duda: su opción era claramente hacia los más necesitados, por su amor, el Guille, que se concreta en la emotiva ceremonia matrimonial en la iglesia La Merced y por los hijos, que cuánto antes querían tener.
Su principal preocupación eran sus padres. No quería preocuparlos ni que temieran por ella. Varios años después, su mamá nos contó que la había llamado para anunciarle: ¡mamita, voy a tener la nena!!!
Nunca volvimos a verla. Su querida presencia ocupa el mejor lugar en nuestra memoria.
Stella, compañera y amiga
Al recordarlos me viene a la memoria como punto de encuentro la entrada y la galería del nuevo edificio aún sin terminar de la Universidad Católica que todavía mantenía la estructura destinada por el Arzobispado para establecer allí el Seminario de Sacerdotes, objetivo que quedó entre los yuyos como el mismo edificio hasta que en 1971 se efectúa la mudanza y centralización de todas las facultades, excepto Edafología que seguía funcionando en la Sociedad Rural. Esto implicó también un acercamiento mayor entre los estudiantes especialmente en el marco de una época en la que gran parte del estudiantado empezaba a asumir a la vez otras responsabilidades en el aspecto social y político.
A Guillermo lo conocí ese mismo año pues todos, inclusive los ingresantes colaboramos en la mudanza acarreando libros y muebles por todos los pasillos hasta las aulas y oficinas. Guillermo iniciaba sus estudios de Derecho. Eran épocas de asambleas, amplios debates estudiantiles, tomas de posturas frente a los acontecimientos que se iban suscitando, uno de ellos, el conflicto del comedor universitario de la UNL. Me parece verlo a Guillermo con sus clásicos bigotes, saco, vaqueros y mocasines, una apariencia que le daba más edad de la que tenía. Y siempre con sus carpetas bajo el brazo, presente en casi todas las asambleas, pidiendo la palabra con mociones a veces demasiado provocativas para la generalidad del estudiantado de la Católica. Daba la imagen de ser un tipo que ya tenía mucho en claro y que lo mostraba sin tapujos. Después de esos inicios nos volvimos a encontrar ya más definidos y decididos en las filas de la Juventud Peronista.
A Susana, “la Gorda”, la recuerdo con su apariencia dulce y reservada pero que brindaba mucha confianza, la veo aún con sus ajustados vaqueros y un tapado rojo que le llegaba arriba de la rodilla. A todas las amigas y compañeras siempre nos llamaba “Flaquita”, “Gordita” o “Negrita” y lo hacía con mucho cariño. Ella estudiaba Historia y posteriormente trabajó como administrativa en una de las facultades.
No sé cuándo exactamente se pusieron de novios, pero casi desde siempre los hemos relacionados juntos tanto en el aspecto privado como militante.
En 1974, cuando la realidad del país mostraba ya una juventud militante mucho más comprometida, ellos se casaron y lo festejaron con todos, los tiempos todavía permitían hacerlo. Después nació el primer hijo, Petete, al que Susana llevaba siempre consigo colgado del pecho en una sillita para bebés.
Susana y Guillermo representaron esa nueva idea de pareja y familia, libre, sin condicionamientos, viviendo y gozando el presente que era lo único que se poseía.
Posteriormente comienzan a perfilarse tiempos difíciles y la vida nos empezó a alejar. El golpe del destino nos fue tocando como por turno. Primero a nosotros y supe que Guillermo a pesar de lo riesgoso se presentó personalmente ante la familia de mi compañero muerto, Alberto Gaset, su gran amigo dándoles detalles de cómo había sido su caída.
Ya habiendo nacido el segundo hijo, les tocó a ellos. Los fueron a buscar a la vivienda donde vivían, él ya se había marchado a trabajar pero lo levantaron a pocas cuadras y a ella se la llevaron de la casa.
Un tiempo después aparece una nota en el diario El Litoral de Santa Fe con la foto de dos pequeños que según informaban fueron encontrados en la vía pública en la ciudad de Rosario. Sus abuelos los reconocen y los recuperan. Recuerdo cómo Petete relataba con sus apenas 3 años que cuando se la llevaron a su mamá, ella le dijo que se quedara tranquilo que ella iba a comprar zapatos y que cuidara de su hermanito que era todavía un bebé. Quizás haya sido eso lo que los salvó y volvió a unir, pues él mismo contaba que en todo el tiempo en que estuvieron separados, porque al pequeño ya le habían destinado una nueva familia, Petete clamaba siempre por él.
Susana y Guillermo siguen hasta el día de hoy como desaparecidos. Durante mucho tiempo sus familiares tuvieron que soportar llamadas telefónicas amenazantes, bromas de muy mal gusto, falsos rumores…
Hoy sus hijos ya adultos necesitan reconstruir a través de todas estas crónicas la corta vida de sus padres pero también y en ello nos unimos todos, necesitamos saber qué fue de ambos, que finalmente se pueda saber la verdad y que quienes hayan sido los responsables se hagan cargo de ello con todas las consecuencias.
/ Nilda, compañera y amiga
Susana Capocceti y Guillermo López Torres desaparecieron en Rosario, el 18 de agosto de 1977, el hijo que esperaban sigue desaparecido. Sus hermanos continúan buscándolo.
Su memoria es recordada en una placa colectiva y baldosas por la memoria colocadas en la Universidad Católica de Santa Fe
Gustavo, uno de sus hijos, siendo Secretario de Gobierno de la Comuna de Sauce Viejo, construyó el Paseo de la Memoria en esa localidad
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron condenados en la causa Guerrieri IV iniciada en agosto 2022