Juan Víctor CÓRDOBA
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Desde muy joven empezó a trabajar en la Administración Pública, tenía 16 años. En los primeros tiempos (1969) estuvo en Casa de Gobierno y luego pasó a prestar servicio en el Centro Cívico. Se desempeñaba como ordenanza en el 5to piso en el Ministerio de Educación. Cuando cumplió la mayoría de edad lo incorporaron a la planta permanente, y sus compañeros lo eligen delegado del sector, integrando entonces el cuerpo de delegados de UPCN. Lo sindical siempre lo sedujo, defender y trabajar por los derechos de los trabajadores era su opción de vida.
Siempre fue peronista, y como tal se integró a la agrupación Eva Perón, de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). En esta organización, también participaron varios compañeros que hoy están desaparecidos, como el Negro Hormaeche, muerto en Coronda por no recibir atención médica adecuada y Viviana Pineda. El Negro había nacido en Guadalupe el 13 de Diciembre de 1953, sus estudios secundarios los realiza, hasta cuarto año en la Escuela Técnica N. Avellaneda, y luego se cambia de escuela y pasa a una técnica que estaba en Boulevard y República de Siria.
El 21 de diciembre del ´73, a los 20 años, se casa con su novia Mary, la compañera que estuvo a su lado hasta el último momento. Fue un buen esposo, y un gran padre el poco tiempo que pudo disfrutar de su hijo. Era una persona muy sociable, le gustaba compartir con amigos y compañeros asados y guitarreadas, y como tantos jóvenes de la época, las salidas a los bailes en clubes o vecinales.
Pero su inclinación por lo social, no se advertía sólo en la diversión, sino fundamentalmente en su carácter solidario. Lo de él era ayudar, el querer hacer cosas por los demás, el ocuparse de los más débiles; si veía un grupo de chicos en el barrio, dando vueltas sin hacer nada, los juntaba y armaba un equipo de fútbol, de algún lado conseguía la pelota, y ¡a jugar! O, si algún chico andaba mal en la escuela, le decía: yo te voy a ayudar, y lo ayudaba con la tarea. Por ser fanático de Colon y por su gran parecido físico se ganó el apodo de “Baley” (arquero de Colón en ese tiempo), aunque, también le decían “El Negro”.
Era un tipo muy trabajador, además de desempeñarse en su puesto en el Centro Cívico, trabajaba de mozo en un bar, era un bar muy chiquito, que estaba en J.J. Paso 4 de Enero.
En noviembre del 75, lo secuestró una patota de civiles, apoyos de los servicios o versión local de la triple A, lo subieron a un auto y lo llevaron a un lugar que no pudo reconocer pero en el que se escuchaba el cercano paso de un tren. Lo tuvieron una tarde y una noche, lo golpearon y quemaron su cuerpo con cigarrillos, mientras lo interrogaban sobre su militancia y sobre dónde encontrar a algunos compañeros. En la mañana lo liberan. Después de este hecho su forma de militancia cambia, y al poco tiempo, con la caída de más compañeros de la agrupación la cosa se pone cada vez más difícil, la organización le propone trasladarlo a Córdoba. En enero del 76 alquila una casa en la que se instala con su familia. Un primo, lo anota para ingresar en la Fiat, pero averiguan antecedentes y le niegan el trabajo aduciendo que estaba en una lista. Eso lo deja muy preocupado, ya que él mismo había delatado su presencia en Córdoba. Entonces, para sostener a su familia, comienza a trabajar como obrero de la construcción.
El 7 de junio de 1976, por la tarde, sale para hacer una volanteada con unos compañeros, previamente tenía que pasar a cobrar su salario, desde ese momento su esposa no lo ve más. Le había dado recomendaciones expresas de que, ante un hecho de este tipo, no lo buscara con insistencia. Mary pregunta por él en la comisaría y ante la negativa, decide llamar a su madre, que va a buscarla y la ayuda a volver a Santa Fe con su pequeño hijo. El 1° de Julio de ese año, la suegra le comunica que el Negro, ha muerto en un “enfrentamiento”. El cuerpo acribillado es entregado a los padres, que lo identifican y entierran en el cementerio de Las Violetas en Córdoba. Les autorizaron velarlo a cajón cerrado.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Casa de Gobierno (Homenaje a empleados públicos)