María Teresa MANZO
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
María Teresa Manzo nació el 7 de abril de 1950 en Soledad, provincia de Santa Fe. Concurrió a la escuela primaria “Mariano Moreno” en la misma localidad y la escuela secundaria la cursó en el colegio “Antonia María Verna” de Santa Fe, egresando como maestra normal. Continuó sus estudios en la Facultad de Ciencias de la Educación en la Universidad Católica de Santa Fe.
“Me acuerdo de ir paseando con ella de la mano y de repente sentir que se soltaba. Aparecieron unos hombres y nos subieron al auto. A mí me pusieron adelante y a ella atrás. Yo me daba vuelta para mirarla”; cuenta Victoria Winkelmann, la hija de María Teresa y el “Flaco Wincho”. María Teresa, tenía entonces 28 años y su pequeñita apenas 3, hacía dos años que vivían escondidas en Buenos Aires después de la desaparición del Flaco. Era noviembre del 78.
Oscar Winkelmann y la Flaca, se habían conocido y comenzado su militancia en la Universidad Católica de Santa Fe, dónde María Teresa, luego de cursar la primaria en la Escuela Mariano Moreno y finalizar la secundaria con el título de Maestra Normal en el Colegio “Antonia María Verna” de Santa Fe, estudiaba el Profesorado en Ciencias de la Educación. Juntos participaban del trabajo social en los barrios marginados y militaban en la JP.
Ya recibida, ella estuvo entre quienes fundaron el Sindicato de Trabajadores de la Educación de Santa Fe (SINTES) que luego fue sindicato de base de CTERA. La adopción del nombre “sindicato” en una agrupación docente, era en sí misma una definición política. Por ello se produjeron apasionados debates en más de una Asamblea, realizadas en el salón de la Casa del Magisterio Católico, entre quienes se definían como trabajadores de la educación y los sectores conservadores que se negaban a asumirse en pie de igualdad con los demás sectores del trabajo. Muchos de los docentes que participaron de estos debates fueron posteriormente perseguidos por la represión, cárcel, exilio, cesantías, desapariciones y asesinatos, fue el duro precio pagado por esa generación de luchadores.
Hay una carta, tremenda, una enorme expresión de amor filial y al mismo tiempo el grito amoroso con que una madre intenta seguir protegiendo a su hija. En medio del espanto del “Olimpo”, dónde estaba secuestrada, había implorado y conseguido que los canallas que las tenían entregaran la niña a sus padres. La dejaron llamarlos y citarlos a un hotel, allí, en la calle, le entregaron la niña al abuelo con una carta en la que María Teresa pide a sus padres que la cuiden y aconseja cómo hacerlo. Los secuestradores permitieron que la madre mirara la entrega desde un auto, el padre, al verla, pidió hablar con ella: “Agradecé que te damos la nena”. Fue la impiadosa respuesta, nunca volvieron a verla. Su destino fue un vuelo de la muerte, en enero de 1979.
“Queridos papi y mami, estoy segura que cuando vean a Victoria sin mí, en manos de personas que no conocen, se van a asustar bastante. Lo que ha pasado es que estoy presa, pero estoy bien. Caí el jueves a la tarde, iba con Victoria. La Bicho estuvo separada de mí pero me venía a ver. Es la mascota de todos los que están acá. Hay muchas chicas que la cuidan bien y le hacen regalitos.”
“Vieja, ella (por Victoria) vino a verme y como yo estaba acostada, le dije que me dolía la pancita. Te va a insistir en que mamita está enferma. Vos decile: “Mamá ya se curó. Está trabajando y que ella se queda en la casa de los nonitos.” No eludas las preguntas que te hace. Vive preguntando el por qué de las cosas.”
Y así sigue, en siete carillas les explica las necesidades y gustos de su hijita, habla de vacunas y zapatitos ortopédicos, de la necesidad de una consulta al oftalmólogo, de que vaya a la guardería y le inviten amiguitos a su casa, les recomienda libros, habla de su amor por la pequeña y de sus esperanzas de salir y de reencontrarse con su marido”.
“Se quería quedar tranquila de que yo iba a estar bien. Es una carta sobre la maternidad. En el fondo todo lo que escribe tiene que ver con el amor de una mamá a su hija. Ahora que yo soy mamá entiendo que haya querido dejar escritos todos esos detalles. En medio del dolor pudo pensar para adelante.” Dice Victoria.
Pero, también, amorosamente prepara y consuela a sus padres, “Papi, lo que te va a ayudar (…) es brindarte por entero a la Bicho. Mirá Papi, va a ser hermoso, cuando vuelvas del trabajo y te encuentres que sale a abrazarte y te dice: “Nonito”. Pero vos sabés que con el tiempo va a significa : “Papá”, ya que sos el único referente masculino que tiene y porque se va a encariñar mucho con vos. Yo sé que esto les va a costar mucho superarlo pero tiren para adelante, no se den manija con su desgracia y piensen que con la Bicho tienen un poco del Flaco y otro poco de mí y miren bien a la pioja, que con esa sonrisa hermosa que tiene los va a hacer felices, aunque sea por un rato.”
Y a su mamá: “Mami, vos vas a tener que cambiar tu ritmo de trabajo, quizás tengas que dejar de coser algunas pilchas, para llevar a Victoria a la plaza, a la calesita, etcétera. (…) Siempre decile que mamá la quiere mucho pero que no puede ir a verla y que le manda muchos besos”
María Teresa Manzo continúa desaparecida, los restos de su esposo, Oscar Winkelmann, fueron encontrados en el Campo Militar San Pedro e identificados por el EAAF en el año 2013, están sepultados en el Panteón de la Memoria del cementerio de Santa Fe.
Su memoria es recordada en placas colectivas colocadas en la UCSF y AMSAFE
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa ABO (Atlético-Banco-Olimpo)