Alberto Tomás VELZI

Alberto Tomás Velzi nació en Villa Elisa, Entre Ríos, el 25 de marzo de 1945. Su infancia transcurrió en el campo, en la localidad de San Salvador. Era el mayor de 15 hermanos.

A los 8 años sus padres lo hicieron ingresar en la Abadía del Niño Jesús, en Victoria, donde permaneció hasta los 18 años, edad en la cual deja la Abadía e ingresa en la Facultad de Ciencias de la Educación de Paraná, mostrando ya su inclinación por las carreras humanísticas. Luego de conocer al Pbro. Ernesto Leyendecker, a quien apreciaba como a un padre, comienza la carrera de Filosofía en la Universidad Católica de Santa Fe, como alumno y como docente, ya que, debido a su formación anterior, dominaba latín y griego, y por lo tanto pudo ejercer como profesor de la primera de dichas lenguas en la citada facultad, viviendo en el Colegio Mayor Universitario.

Integró la Comisión de Reformas de la Universidad, así como el MEUC (Movimiento de Estudiantes de Universidad Católica) de manera activa y comprometida.

Habiendo egresado en 1971, fue Secretario de Prensa de la Universidad, Regente por un corto período (1973) de la Escuela Industrial Superior, integrando posteriormente la Comisión Directiva de MODUL ( Movimiento de Docentes de la Universidad del Litoral). Fue profesor en la Universidad Católica, en la Univ. Tecnológica y en la Univ. del Litoral, así como del Instituto Superior del Profesorado de Coronda.

Alberto tenía el temperamento del hombre de campo, tranquilo, bueno, honesto y muy trabajador. Este temperamento se vio complementado con la formación filosófica. Cuando la realidad lo demandó en forma acuciante -como la mayor parte de la generación de la época- respondió desde esa totalidad como algo natural surgido de la sensibilidad del hombre. El idealismo y el compromiso surgieron de manera espontánea.


A continuación transcribimos un poema escrito por José, su compañero de habitación en el Colegio Mayor Universitario:

ELEGÍA 1.

A Alberto Tomás Velzi:

El amigo bueno

Muerdo la niebla de esta cárdena noche

Y a mi silencio entra el punzón

Del dolor infinito: ahora

Que pienso en tu destino

Descarnado en plena vida.

¿En qué infamia de polvo y odio

se estremeció

-estrella de lo altivo —

tu sangre?

Tu lejana sonrisa es un vino resplandeciente

Y campana sobre nuestros pasos, latiendo.

Por mares de brumas, ciénagas de llanto,

Salitral ácido de soledades;

Golpeando con alas de agudo sufrimiento,

Tu nombre andará, volará.

¿En qué muro, tu sombra crucificada

por el estaño

-destellante y eterna-

vendrá sobre el barrial

del olvido?

Cuando pise tu tierra, piel reseca,

hervirá de rosedales

y en cada abrazo de amigo

me apretará tu resquebrajado brazo;

tu invisible cruz templará

mi frente y mi pulso

para llevar los sueños

de tus huesos esparcidos.

Cuajerón de fuego vendrán tus ojos

-muchos ojos-

desde la oscuridad

a la luz de arriba:

contra viento y miedo

desollando arterias

para apretar el corazón

de los asesinos.

Siento tus pasos sobre el poema:

Por los poros, por mis venas,

en este amargo desvelo

Y a tu destino incierto

Me rebelo,

Alegando tu voz silenciada

El derecho a la luz.

Mi palabra será un grito

Y en lágrimas bajará

Con el sudor de mis manos

Al pan que parto en la mesa

-esperanza, trigo, luz, eternidad-

y ahora llanto...

Su memoria es recordada en placas colectivas colocadas en la Universidad Católica de Santa Fe, la Escuela Industrial Superior y el monumento en la Plaza de la Memoria en Esperanza

Por la Ordenanza Nº 503/97 una calle de su ciudad, San Salvador, lleva su nombre.

Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Causa acumulada Santa Fe

Última actualización

Logo

Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente