Lilia HERNÁNDEZ

“Lilia Matilde Hernández, nacida el 23 de febrero de 1942 en Gancedo Chaco. Todos los hijos de la familia Hernández Bravo nacieron allí. En el informe del RUV (Registro Único de la Verdad Chaco) sólo aparecen como hermanos de Lilia, María Emilia y Domingo Darío. Pero en realidad son 8: Jorge Isaac, Matilde Lilia, Mirta Isabel, Norma Raquel, Hugo Osvaldo, María Emilia, Domingo Darío y Emilio Eduardo, en orden de edad, todos nacidos en Gancedo. Hijos de Dionisio Hernández y Natividad Bravo. Dionisio Hernández, el padre, era estafeta, así le decían en ese tiempo, al que recibía la correspondencia del tren para llevarla al correo. Su mamá, Natividad Bravo, era ama de casa. Según Norma, sin acordarse muy bien, dice que ellos “eran de la UCRI (Unión Cívica Radical Intransigente)”, en algún momento.

Terminó la primaria en Gancedo y se iría a estudiar a Santa Fé. “Nos íbamos a lo de mi tía a trabajar como empleados porque económicamente era difícil estudiar si no había esa posibilidad”, comenta Norma. Estas tías eran hermanas de su mamá: Dominga y Ramona. Lilí vivió con Ramona. Después de terminar la secundaria en el 61 y recibirse en el 66 se fue a vivir sola porque empezó a trabajar.

Estudió la carrera de Docente Guía en el Instituto del Profesorado Básico de la UNL (Universidad Nacional del Litoral) en Santa Fe. Luego de recibirse comenzó a trabajar en la Escuela Media “Almirante Brown”, donde llegó a ser directora de curso – docente guía.

Callada, perfil bajo, sus compañeros de escuela, aunque sabedores de sus principios políticos no sospechaban su nivel de compromiso, en noviembre del 74 fue allanado su domicilio particular en la ciudad de Santa Fe, desde esa fecha entró en la clandestinidad y fue dejada cesante en su cargo.

Lilí desde niña no entendía por qué había pobres y ricos, ella siempre se afligía por los pobres, los desamparados, compartía un pedazo de pan o de tortilla con el que menos tenía, defendía al más sufrido, al más marginado.

Militó en las filas del PRT ERP, muy comprometida con su gente, con su pueblo, luchó por los derechos de todos, fundamentalmente por los pobres y humildes, “ella siempre fue como rebelde, ella les contestaba a mis papas, en esas épocas era muy cerrado el trato de padres e hijos, era “usted” y “usted” y hacer lo que ellos decían. Y era como que ella tenía algunas diferencias y las daba a conocer”. Esas actitudes quizás fueron las que marcaron su futuro de revolución.

En un pueblo que estaba alejado de todo, hasta de la información. “Nosotros no sabíamos muy bien lo que pasaba. Cuando Mariqui, María Emilia, fue a vivir a Santa Fe, gracias a ella, nos empezamos a empapar de la realidad” comenta Norma paseando por su memoria. “Sabíamos que lo que hacía eran actividades en contra del gobierno militar, un grupo de jóvenes que buscaban lo mejor para su país”.

Esta "negra chaqueña" de gran espíritu combativo repartía volantes, trabajaba en su tiempo libre enseñando a leer y escribir en los barrios Villa del Parque y Santa Rosa de Lima.

“Mariqui contaba que a veces eran muchos chicos los que estaban en su casa porque ella cuidaba algunos hijos de sus compañeros que caían presos o eran secuestrados”.

Nunca tomó un arma, sentía terror al solo verlas. Le gustaba cantar, aunque desafinaba; escuchaba música de protesta, temas de Daniel Viglietti, Violeta Parra, Los Olimareños, leía mucha bibliografía acerca de la vida de Bolívar, el Che, Marx, Tolstoi. Era muy querida por todos los que llegaron a conocerla, tenía muchos amigos, le encantaba estar rodeada de gente.

Mis dos hermanos menores que habían empezado a estudiar en Santa Fe son los que saben lo último de Lilia en esa provincia. “A ellos les tocó vivir un episodio en el que buscaban a Lilia, la policía, y entraron en su casa pero ella ya no estaba, ellos eran chicos. Nos avisaron a nosotros y fuimos a buscarlos, ellos fueron los últimos de la familia que la vieron. Esa situación es la última que sabemos, Lili no volvió a Santa Fe nunca más. Sabemos que anduvo por Buenos Aires, Entre Ríos pero nada más”.

Dice Norma “a pesar de lo que pasó yo nunca sentí odio hacia nadie. Pensé siempre que dio su vida por sus ideales, se jugaron por algo que les parecía bien y soñaban por un país mejor. No siento nada contra los militares, no me gustó lo que hicieron, hicieron atrocidades. Nosotros estuvimos del lado de los que se quedaron callados, mi hermana no y fue asesinada. Me gustaría saber qué pasó con ella”.

Después de toda la historia negra de Argentina hay una familia, 8 hermanos, una hermana y un pueblo que espera saber la verdad, tener memoria y justicia. Casi sin saber nada, casi sin entender lo que pasó, casi sin entenderse a sí mismo ese pueblo grita NUNCA MÁS.

Fue desaparecida en Buenos Aires el 1 de diciembre de 1976. Tenía 34 años.

/ Maria Emilia Hernandez, hermana.

Su memoria es recordada en placas colectivas colocadas en AMSAFE y SADOP

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