Brandazza, el primer desaparecido

En los tiempos de Trelew, cuando la dictadura de Lanusse estaba en repliegue ya comenzaba a aplicar los métodos que luego serían un plan sistemático. Ángel Enrique «Tacuarita» Brandazza nació en Blaquier (BsAs) el 22 de mayo de 1949, fue un militante social argentino cuya desaparición y asesinato es el caso más antiguo recogido por la CoNaDeP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas).

Tacuarita pasó sus primeros años de juventud en Venado Tuerto, donde integró un grupo católico en su parroquia. Al terminar de cursar la escuela secundaria en el tradicional Colegio Sagrado Corazón se trasladó a Rosario para estudiar Ciencias Económicas, donde comenzó a militar en la Unión de Estudiantes del Litoral, una agrupación universitaria peronista, que integraba la Unión Nacional de Estudiantes. Tacuarita era reconocido entre sus pares de militancia, por su fuerte trabajo solidario en los barrios marginales de Rosario, donde militó en el Peronismo de Base. Fue secuestrado por un comando del SAR (Sub-Área de Rosario, un organismo dependiente del Segundo Cuerpo del Ejército), el 26 de noviembre de 1972, mientras esperaba el colectivo en la esquina rosarina de Saavedra y San Nicolás. Salía de atender un cliente del estudio contable donde trabajaba y se dirigía al departamento de pasillo que compartía con su hermano Rubén Brandazza y con Abel Boullosa (estudiante de medicina) en Pueyrredón 1213.

Luego fue llevado, según testimonios, a un campo de la localidad de Casilda donde fue torturado. De regreso a Rosario logró abrir el baúl del Chevrolet 400 celeste en el cual lo trasladaban y cuando el auto se detuvo en el semáforo de Av. Oroño y Córdoba escapó gritando su nombre, siendo atrapado rápidamente por quienes viajaban en un Falcón detrás del anterior. Este episodio fue presenciado por el playero de la estación de servicio Shell y por empleados de Gas del Estado y relatado en un pequeño recuadro el diario La Capital del día posterior con el título: «episodio poco claro» y cerraba diciendo: «en esferas policiales, tanto provincial como federal se manifestó desconocer el episodio». Una hora más tarde, cinco funcionarios militares y policiales, sin orden judicial allanaron el domicilio en el cual vivía Tacuarita, deteniendo a su hermano Rubén, a su novia María Cristina Medina, a su amigo Abel Boullosa y a su madre Lorenza de Brandazza, que se hallaba de visita en el lugar.

En dicho allanamiento se apropiaron de una suma de dinero que se hallaba dentro de una Biblia y de otras pertenencias, además, de supuestas evidencias subversivas. Según el médico Miguel Ángel Hadad, Brandazza falleció allí a raíz de las torturas el 29 de noviembre de 1972, al día siguiente de su secuestro. Dos policías rosarinos señalaron como el responsable de las torturas hasta la muerte de Brandazza, a Luis Alberto Sarmiento (coronel de Inteligencia del Ejército).

El 25 de mayo de 1973 asumió, como presidente de la Nación, Héctor Cámpora, y como gobernador de Santa Fe, Carlos Sylvestre Begnis. Como el caso había trascendido, se decidió conformar la Comisión Bicameral Investigadora de Apremios Ilegales y Tortura de la Provincia de Santa Fe, integrada por diputados y senadores, que descubrió cómo lo secuestraron y quiénes eran los involucrados. A pedido del Ejército, el presidente Juan Domingo Perón dispuso que el caso fuera juzgado por un instructor militar y designó para ello al general retirado Carlos Alberto Caro.

Luego con la generalización de los secuestros, las torturas y los asesinatos, el expediente quedó en el olvido. El grupo del SAR acusado de participar en el secuestro tortura y asesinato de Brandaza estaba compuesto por personal de la policía federal y provincial y miembros del ejército entre lo que figuraban: el ordenanza de la policía Gregorio Prieto, el agente de la policía provincial Ángel Jesús Farías, el coronel Villanova, el comandante de gendarmería Agustín Feced (4 años después jefe de la represión en Rosario), el general Leandro Anaya, el general Carranza Zavalía y el coronel Sarmiento, quien era sindicado como experto torturador y terminó como jefe de inteligencia militar en Misiones.

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