El compromiso de los y las profesionales

Con la convicción en que la universidad debía formar profesionales al servicio del pueblo, comprometidos con la realidad social, aquellos que llegaron a culminar sus estudios a fines del ’60 o principios del ’70, fueron consecuentes en su desempeño profesional.

Abogados y abogadas en particular fueron destacados exponentes de ello. La defensa de los trabajadores, los pobres de los barrios, los presos políticos de la dictadura de Lanusse, los muertos de Trelew, acrecentaron su compromiso. Los propios abogados son presos y perseguidos; y rescatados por sus demás compañeros profesionales.

En el 73, la política de Reconstrucción Nacional del gobierno de Cámpora, los ubica en las aulas reconstruyendo las bases de un Derecho democrático y social, en las consultorías barriales, en los sindicatos.

Pero muy poco después vuelve la represión con las AAA. Son de los primeros perseguidos, amenazados, atacados sus estudios y domicilios. Algunos deben exiliarse rápidamente como el Negro Pérez, Pichón Nogueras, Ricardo Molinas. Marta Zamaro y Nilsa Urquía son secuestradas y asesinadas en Santa Fe; Felipe Rodríguez Araya en Rosario, Roberto Sinigaglia y Alberto Corazza, tiempo después, en Buenos Aires. Muchos van presos, otros deben recurrir al exilio interno, cambiando identidades y profesiones.

Todos fueron, sin que a veces se les reconozca, de los que más arriesgaron su vida, actuando en defensa de los luchadores perseguidos sin contar con ninguna protección.

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