Osvaldo Silva, el cura de Santa Rosa
Última actualización
Última actualización
Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Alto, flaco, un tanto desgarbado, de hablar suave y lento como para dar lugar a la palabra del otro, Osvaldo Silva era un joven sacerdote cuando llegó al barrio Santa Rosa en la ciudad de Santa Fe en 1966. Eran tiempos de renovación eclesial y teológica propios del Concilio Vaticano II y el barrio uno de los más pobres y marginados de la ciudad. En aquella época los barrios del oeste, detrás de las vías del tren, esos que muestra Fernando Birri en “Tire Die”, agrupaban a familias que vivían en ranchos, sin agua, sin luz, sin escuelas ni dispensarios. Eran trabajadores que vivían de la “changa”, del empleo doméstico o el trabajo municipal, muchos de ellos analfabetos.
El cura Silva comenzó reuniendo en torno a la parroquia sobre todo a los jóvenes a quienes ayudaba a organizarse para buscar juntos la solución a los numerosos problemas. Impulsó junto con ellos la formación de la Vecinal para mejorar las calles y viviendas, el acceso al agua, y la lucha para interesar a las autoridades en la solución de esos y otros tantos problemas. Más tarde fue la cooperativa de viviendas 12 de octubre.
También era fuente de preocupación la construcción de la capilla y luego la de un edificio que albergara a la escuela primaria. Es que para superar el analfabetismo era necesario que los niños pudiesen tener una escuela cercana a sus casas. Así por impulso de Osvaldo surgieron la escuela primaria y luego la radial, donde fue maestra Nilda Elías de Silva. (Ver su historia en este capítulo). Posteriormente se formaron la Escuela de Oficios que lamentablemente ya no existe y la secundaria (de la cual fue su director hasta que lo cesantearon en 1976) que continúa dando a los jóvenes la oportunidad de completar su educación. Osvaldo formó parte del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo junto con otros sacerdotes de la ciudad, alguno de los cuales mencionamos en esta obra. Como tal fue detenido en setiembre de 1971 junto a 45 sacerdotes en Rosario "por promover desórdenes frente a la Catedral”, formó parte activa de los acontecimientos políticos y sociales de la época, así lo vemos participando en una huelga de hambre por la libertad de Hermes Manera, joven estudiante de derecho y dirigente sindical de los empleados públicos, participando de la marcha en apoyo a los pueblos del norte santafesino y apoyando la larga huelga de los municipales santafesinos.
Era "persona muy peligrosa y de acción" al decir de los informes de inteligencia de la SIDE; como cuando gestionó actuaciones gratuitas de Luis Landriscina, Julia Elena Dávalos, Hernán Figueroa Reyes (artistas de primer nivel en la TV) en la fiesta parroquial, para reivindicar socialmente a esa barriada ante la vista de la ciudad que la marginaba. O como cuando dos vecinos, dirigentes de la vecinal, cruzaban por la noche la plaza y fueron detenidos por la policía; corrió la voz, llamaron los vecinos, se levantaron y se concentraron más de 50 frente a la comisaría con un pizarrón de la escuela que llevó Osvaldo, donde escribieron "Libertad para ... y ... ". Llegaron patrulleros y hasta el jefe de policía, que ordenó liberarlos.
Cuando decidió renunciar a su condición sacerdotal debió abandonar Santa Rosa, pero su obra sigue en pie en numerosas instituciones barriales.