La lucha obrera del siglo XX
«La historia prueba que la violencia está marcada a fuego en la tradición política argentina»1, sostiene Larraqui, en una afirmación que se hace evidente cuando miramos la historia de los trabajadores y las clases populares argentinas. (Larraqui, M «Marcados a Fuego» Aguilar. Bs.As.2009.pág.323)
El movimiento obrero en Argentina tiene sus raíces en el S.XIX, con la llegada de los inmigrantes llegaron también las ideas socialistas, anarquistas, sindicalistas. En aquellos años, los obreros que pretendían organizarse y reclamar por sus derechos, debieron sufrir la estigmatización de ser tratados como delincuentes, perseguidos, encarcelados, deportados… Quienes hoy añoran los esplendores del primer centenario ignoran las terribles condiciones de vida de los conventillos (En Bs As en el año 1904, existían 2.462 conventillos, habitados por más de 150.000 personas. Larraqui, M. «Marcados a Fuego», pág.91. Aguilar. 2009) en que se hacinaban las familias obreras en la ciudad, y la explotación a la que eran sometidos los obreros de las pocas pequeñas industrias existentes, los del ferrocarril o los peones, medieros, hacheros y chacareros, tal como lo refleja el Informe Bialet Massé («El Estado de las Clases Obreras en el Interior de la República» de 1904).
Las luchas obreras y el desarrollo de sus organizaciones que permitieron ir alcanzando paulatinamente algunos derechos sociales fueron objeto de una represión que no respetó, ni a mujeres ni a niños. Basta con recordar la ley de Residencia, los acontecimientos de 1907, los de la Plaza Lorea el 1 de mayo de 1909 y podríamos seguir enumerando los acontecimientos de la Semana Trágica, de la Patagonia, los de la Forestal y tantos otros… La misma política represiva que se replicará con enorme saña contra los nietos o bisnietos de aquellos luchadores, tanto en las acciones de «la fusiladora» como en las del terrorismo de Estado de los '70.
«Tras el derrocamiento de Perón en 1955, el empresariado argentino no cejó en sus propósitos de revertir los avances políticos y sociales de la clase obrera. Las franjas más poderosas del empresariado consideraban que tanto el peronismo como los sindicatos más que adversarios políticos y sectoriales eran enemigos que debían ser eliminados. (...) comenzó una severa represión contra el gremialismo peronista(…) La estrategia del gobierno militar apuntaba a atomizar y debilitar al movimiento obrero. (…)
En un principio, el movimiento sindical experimentó un severo retroceso(…) comenzó lo que se conocería más tarde como “la etapa de la resistencia”, durante la cual las bases obreras y los dirigentes sindicales aparecieron unidos para resistir la ofensiva antilaboral de los años 1956-1958(…)» (Rapoport, M. «Historia Económica, política y social de la Argentina» Ed. Macchi. Bs.As.2000)
Siguieron años de proscripción, violencia represiva y pérdida de derechos y salarios, como así también del surgimiento de corrientes «acuerdistas» o «participacionistas» en el sindicalismo. Al mismo tiempo la continua organización y radicalización de viejos y nuevos dirigentes va dando origen a la aparición de una nueva generación de activistas, delegados y militantes sindicales que forman agrupaciones e impulsan programas como los de La Falda (1957) y Huerta Grande (1962). Las disidencias al interior del sindicalismo estallaron finalmente en 1968, los sectores combativos (peronistas, independientes y marxistas ) decididos a enfrentar al gobierno forman la CGT de los Argentinos separada de la llamada CGT Azopardo. La CGTA, liderada por Raimundo Ongaro, levanta un programa de reivindicaciones avanzadas y nuclea a dirigentes sindicales que se destacan por su defensa de los trabajadores. Es en ese marco en el que surgen dirigentes como el propio Ongaro, o Atilio López, Agustín Tosco y René Salamanca, conductores del Cordobazo. Pocos años después, 1973, se organiza la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). Durante esos años, en la provincia de Santa Fe, la conflictividad estuvo centrada en el norte provincial y en la zona de Rosario, Villa Constitución y todo el cordón industrial del río Paraná.
Tras los gobiernos de Cámpora y Perón, el partido militar se reorganiza y las clases dominantes deciden dar el golpe más contundente contra los trabajadores y los sectores nacionales y populares instalando la dictadura más cruel y sangrienta de la historia argentina: el golpe cívico, militar, eclesiástico de 1976.
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