Rafael Yacuzzi: derrotero de un cura rebelde

Es muy posible que Rafael ante todo haya sido un sacerdote. La vocación se había despertado de niño en su Mercedes natal (Villa Ocampo). Se ordenó de sacerdote en 1959 en Villa Ocampo, estuvo de paso en las parroquias de Lanteri y Romang para después recalar por seis años en Reconquista. En esta ciudad desarrolló sus primeros ensayos sociales en barrios periféricos y tomó contacto con obreros rurales, metalúrgicos y de los frigoríficos. Rafael se vio impreso en el pleno apogeo del Concilio Vaticano II y en las ideas acerca de una iglesia social, que en ese entonces estaban en las mentes de los jóvenes.

Pero en 1966 fue el año que definió para siempre su labor como cura y militante político. Su designación como sacerdote de la parroquia de Villa Ana estuvo un poco determinada por los acontecimientos históricos de entonces. Villa Ana, era un pueblo aplastado por la desocupación y la pobreza que causó el cierre de la fábrica de tanino en 1960. Rafael, el cura, empezó a preguntarse a sí mismo ¿Quién soy yo acá? ¿Un estudiante que está de vacaciones? ¿Un jubilado? Entonces empezó a salir y encontrarse con la realidad social. La labor principal estaba en los obrajes y allí centró su actividad religiosa y política. La situación era crítica. El monte estaba parado y los hacheros estaban pasando hambre. En esos diálogos le surgió la idea de organizar una olla popular en la parroquia que movilizó a buena parte de la población. Comerciantes y ganaderos donaron alimentos y, así, cada uno fue poniendo de lo que tenía para concretar la iniciativa.

Una de las primeras acciones fue crear una ladrillería en tierras que La Forestal había donado a la parroquia. En ella trabajaron varias familias y en palabras de Rafael: “Trabajábamos todos y nos repartíamos”. Aquí fue tomando forma su imagen de cura distinto y Rafael fue rompiendo cada molde de lo que un sacerdote acostumbraba hacer al frente de una parroquia. Era un cura transgresor que iba vestido de civil, que jugaba al truco con los parroquianos, que jugaba al fútbol con pantalón corto -por aquellos años que un cura mostrase las piernas era, por lo menos, escandaloso- y que sus sermones, mezclados con pasajes bíblicos con la realidad del pueblo, eran directos y mostraban a un Cristo amigo de los pobres.

El cura guerrillero. Tres años más tarde, la revista Cristianismo y Revolución (1969) publicó en su portada una foto de Rafael con el título: Rafael Yaccuzzi tras los caminos de Camilo Torres. En palabras de Rafael: “América Latina era un hervidero y las dictaduras habían cortado la vía política para transformar las cosas”. Es así que, en 1967, el mismo día que mataron al guerrillero Ernesto “Che” Guevara en Bolivia, se reunieron en Villa Ana un grupo de alrededor 15 personas, Rafael entre ellos, y dieron origen al grupo que formaría Montoneros en el norte santafesino.

En sus palabras: “El tema de la lucha armada más allá de los errores que se pudo haber cometido, tenía una explicación, la Iglesia misma la justificaba, es decir, llega un momento que la situación del oprimido y del que se solidariza con el oprimido es tal, que asumen nuevas formas de lucha sobre todo cuando no se puede dar la lucha política, no te olvides que en ese momento había una dictadura y no solamente acá, en la mayoría de los países de la región. Por eso digo que no hay que ser tan ligero en decir fue una equivocación, es un tema aparte y muy profundo como para descalificar a aquel que tomo las armas para defender una causa o un ideal porque no le quedaba otro camino”.

La prédica política-religiosa y la práctica del cooperativismo lo acompañó desde los primeros años en Villa Ana. La defensa de los trabajadores, de los pequeños laburantes y de las economías chicas del territorio era lo que lo llevó a poner, inclusive, el cuerpo en cada acción. El ejemplo visible por la dimensión nacional que tomó fue su participación como protagonista del “Ocampazo”, aquella marcha en defensa del debilitado esquema productivo de la región, en la que Rafael asumió parte de la conducción de ese movimiento. Otro hecho que describe su práctica cooperativista, fue la creación de la Cooperativa Parque Agrícola en Villa Ana en el año 1973, durante el breve gobierno nacional de Héctor Cámpora, en que logró la expropiación de varias hectáreas cercanas al pueblo y conformar un grupo de familias que trabajaron durante varios años en actividades productivas. La experiencia quedó suspendida luego del Golpe de Estado de 1976, con la detención de Rafael Yaccuzzi y el paso de esas tierras, nuevamente, a manos privadas.

El exiliado. El 25 de marzo de 1976, miembros de la policía rural Los Pumas, lo detuvieron en un obraje de Villa Ana. Es conducido a Santa Fe y torturado. Iniciaba en la Argentina la etapa más oscura y violenta que se tenga memoria. Rafel estuvo detenido siete meses en la Guardia Infantería de Santa Fe, luego siete meses en la cárcel de La Plata y por último un mes en Devoto para luego salir del país en calidad de exiliado.

En Europa no se quedó cruzado de brazos; continuó participando activamente de conferencias y encuentros que denunciaban la Dictadura de Videla y daba cuenta de las violaciones a los derechos humanos que se estaban cometiendo en Argentina. Formó parte de la conducción política del Movimiento Peronista Montonero que desde el exilio bregaba por la justicia y la vida de los militantes que sufrían torturas, detenciones y muertes en el país.

En el año 1978 viajó a México para participar de los preparativos de la Conferencia de Puebla, reunión clave que reunía a buena parte del arco tercermundista. Allí fue cuando conoció a Hilda, cuyo esposo habían asesinado las AAA y a su hijo Alejandro de apenas seis años. A partir de ese momento, Rafael se convirtió en padre político de Alejandro y compañero inseparable de “Coca” hasta los últimos días de su vida.

Con todo esto a cuesta y tras varios intentos por volver al país, logró regresar definitivamente en 1983 con el retorno de la democracia. Se estableció en Lomas de Zamora con su nueva familia y desde allí preparó su viaje a Villa Ana tras largos años de ausencia.

El ciudadano. El regreso a Villa Ana estuvo cargado de emotividad y reencuentros. Ya no era el cura del pueblo y entonces resolvió que iba a ser un ciudadano comprometido con la realidad social y política del pueblo. Por iniciativa de compañeros, algunos ex presos políticos, montaron una ladrillería que funcionaba como cooperativa, El Quebracho Colorado. La experiencia de la cooperativa se convirtió en una causa irrenunciable para este grupo de personas que trabajaron a deshoras para apuntalar el proyecto en el pueblo. Para Rafael significó casi su único anhelo.

En 1991, junto a un grupo de seguidores, lanzaron la lista “Participación y Trabajo” dentro del lema Justicialista. Sintieron que era el momento de tomar la conducción del pueblo y potenciar un proyecto político que tuviera como base la experiencia de la cooperativa. Tras dos intentos lograron vencer en 1995.

En el año 2001 Rafael tenía 67 años y había conseguido importantes aportes para el desarrollo cooperativo, cuando la salud empezó a fallarle. Una noche partió de Villa Ana rumbo a Buenos Aires para ya no volver. El 22 de noviembre del 2001 Rafael se apagó para siempre, no así las ideas que lo mantuvieron con vida hasta el final. Lo velaron en Buenos Aires y luego, como él había manifestado en vida, lo sepultaron en el cementerio de Villa Ana, lugar al que siempre quiso volver.

Luciano Sánchez / Historiador. Escritor. Docente. Nació y desarrolló sus estudios primarios y secundarios en Villa Ana. Profesor y Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Quilmes. Fundador de la Revista Añamembui

En 2007, por medio de iniciativa de la Cooperativa El Quebracho Colorado, la Asociación Norte Amplio por los Derechos Humanos, amigos y compañeros, el gobernador Jorge Obeid promulgó la ley para que la ruta provincial 32 del tramo Villa Ana-Villa Ocampo, lleve el nombre de Rafael Yacuzzi.

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