La JP de Ceres
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
El 16 de setiembre de 1955 caía el peronismo por causa de un golpe de Estado a manos los militares argentinos. La llamada «Revolución libertadora» asumió el poder y desató una fuerte persecución contra el peronismo y sus aliados: la CGT (Confederación General del Trabajo), las distintas organizaciones sociales, los trabajadores en general. Su política fue la prohibición de los partidos políticos, en especial el peronismo, la intervención de la CGT y todo lo que fueran organizaciones del pueblo humilde y trabajador.
Todos aquellos que luego militamos en la juventud de dicho partido éramos muy pequeños (yo tenía 9 años), por lo tanto no sabíamos muy bien de qué se trataba. En los hogares peronistas se hablaba en voz baja de la política que había regido los destinos de los argentinos durante una década. La prohibición era absoluta, hasta los nombres de Perón o Evita estaban vedados. Recuerdo que mi padre hablaba de las bondades de la política económica del peronismo que le habían permitido comprar un pequeño campo en las cercanías de Ceres, doscientas hectáreas, con préstamos a largo plazo y a intereses de fomento.
Los que pertenecemos a aquella generación (la generación de la bidú-cola), crecimos entre golpes de Estado y lapsos de gobiernos constitucionales pero elegidos con prescripciones políticas, concretamente la prohibición del peronismo, lo que los historiadores denominan la democracia condicionada. Si bien es cierto que nosotros, los jóvenes de aquella época, vivimos nuestra adolescencia y la primera juventud con la inocencia y la alegría despreocupada característica de la etapa, fue formándose en el subconsciente colectivo la idea de que la democracia no era una alternativa política que sirviera como herramienta útil para restituir a un gobierno que surgiera del mandato del pueblo.
La sucesión de gobiernos surgidos de golpes de estado militares o de elecciones condicionadas, no eran un buen ejemplo para modelar en nuestras mentes la idea de que un gobierno nacional y popular fuera sustentado por la democracia. También, aquellos que hemos leído la historia de nuestro país (y que la vivimos), sabemos que el líder indiscutido de la política argentina era el General Perón. El socialismo era el paradigma en el cual nos mirábamos y soñábamos los jóvenes. Con esta premisa surgieron los movimientos políticos juveniles, en centenares de organizaciones, entre ellos la Juventud Peronista.
Nuestra lucha comenzó a principio de la década del setenta con una premisa plasmada en un eslogan «Luche y vuelve». En Ceres, un grupo de jóvenes de raigambre peronista, o no tanto ya que algunos pertenecían a otras corrientes ideológicas, comenzamos a organizarnos en torno de esta consigna.
Tras algunas reuniones, un grupo de jóvenes ceresinos decidimos pasar a la acción en la campaña del «Luche y vuelve». En los primeros días del mes de julio de 1972, una noche muy fría de ese invierno, salimos a pintar consignas sobre el regreso de Perón: «Luche y vuelve», «Perón vuelve si se le cantan las pelotas» (en alusión a una provocación lanzada por el presidente de facto de aquel entonces, General Lanusse, que había dicho que Perón no iba a regresar al país). Munidos de aerosoles con pintura negra y azul, pasada la medianoche realizamos la tarea con mucha precaución y vigilando nuestro entorno ya que las actividades políticas estaban rigurosamente censuradas. Así nació muestra juventud peronista de Ceres.
Junto a un numeroso grupo de jóvenes iniciamos la Juventud Peronista de la ciudad de Ceres. Las primeras reuniones las realizamos en la casa de Carlos Alberto «Cabeto» Masento, para luego trasladarnos al antiguo liceo de la juventud en la antigua parroquia de Ceres (la iglesia vieja). Desde allí desarrollamos nuestra militancia política que tenía como meta restablecer al peronismo en el poder político de la patria. Isidro “Chiro” Paulón – en Historias de Vida – Tomo II - 2010