El espacio universitario

En 1966 un nuevo golpe militar destituye al gobierno del Dr. Arturo Illia, quien había sido electo en comicios en los que el peronismo estaba proscripto. Onganía reabre así el camino de crisis social y violencia política iniciado en 1955.

La educación universitaria que había alcanzado un alto nivel académico, siendo considerada la mejor en América Latina y a la que además tenían acceso las clases populares va a ser violentamente agredida en la «noche de los bastones largos» a la que sigue la intervención de todas las universidades so pretexto de «eliminar las causas de la acción subversiva.»

La intervención de las universidades tuvo como consecuencia –entre otros males- la expulsión de profesores y científicos que salieron del país y fueron a reforzar los claustros docentes de las grandes universidades europeas o norteamericanas. Desapareció el gobierno tripartito y se disolvieron los centros de estudiantes. Mientras la opresión dictatorial impulsa en la sociedad y en particular en las universidades el proceso de radicalización de las ideas y prácticas políticas.

En mayo de 1969 el reclamo de los estudiantes correntinos por la privatización del comedor univer- sitario, se expresó en diversas manifestaciones callejeras en las que se produce el asesinato del estudiante de medicina Juan José Cabral. A partir de allí el reclamo se extiende a todo el país, caen muertos otros jóvenes como Bello y Blanco en Rosario. A la protesta estudiantil se unió la de los trabajadores, el aumento de la crisis y el malestar social culminan en el Cordobazo.

En Santa Fe, centro universitario de importancia en el país, se concentraban en un rectángulo céntrico (Amenábar- 25 de Mayo-Cándido Pujato- 1 de Mayo) todas las instalaciones de la UNL, UCSF y UTN lo que hacía que la interacción del estudiantado fuera permanente. El complejo de residencias estudiantiles (Colegio Mayor Universitario y Casa del Obrero Estudiante, Residencias Estudiantiles de la UNL y el Comedor Universitario) fueron parte de la agitación creciente y de la cada vez más activa y comprometida participación política del estudiantado.

Los cambios en el estudiantado

La educación terciaria había sido exclusiva para los sectores oligárquicos y familias económicamente acomodadas; como norma en la clase alta los hijos debían seguir la carrera militar, profesional y como última instancia la religiosa. La política educativa peronista, fundamentalmente la gratuidad, favoreció el arribo a las universidades de sectores populares. Se comienza a cuestionar el sentido social de las profesiones, de qué manera debían servir al pueblo, la procedencia de jóvenes de distintos lugares de la provincia con experiencias sociales diversas, que además traían gran avidez por la literatura que no era común en sus lugares, leían, debatían, se mezclaban con otros pares.

La vida cultural era muy amplia, teatro, salas con cine-debate, material político que llegaba en forma clandestina, todo era debatible. Esta práctica engendró una juventud con formación científica y social dispuesta a involucrarse en situaciones de desigualdad o injusticia que se sucedían en los ámbitos laborales, barriales, estudiantiles, etc. Se llegó a ganar el mote de «juventud maravillosa», su espíritu solidario la distinguía, la comprensión de la realidad y la práctica concreta marcaba el camino al cambio social anhelado, el tan mentado «hombre nuevo».

El estudiantado consciente y politizado aportó cientos de militantes a los ámbitos barriales y gremiales de la región.

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