La organización de los barrios desde abajo

Texto elaborado por LIDIA MARTÍNEZ en Historias de Vida - Tomo II - 2010

Santa Fe es una ciudad que tiene un extendido movimiento vecinalista. En alguno que otro de los barrios del borde urbano había antiguas vecinales cuyos directivos hacían gestiones personales, notas, pedidos a la Municipalidad de alguna mejora. Con escasa respuesta: es que eran pedidos de la “otra” ciudad, la oscura, la “marginal”. Pero en los ‘60, estos barrios excluidos van cobrando una notoria visibilidad.

En el gran desarrollo organizativo territorial de los barrios pobres, en especial el arco oeste que arrancando de San Lorenzo sube hacia Santa Rosa de Lima, Villa del Parque, Barranquitas Oeste y Estanislao López, confluyeron, tanto la convicción de que el cambio era posible e impostergable, la pertenencia política y memoria de quienes habitaban las barriadas y la impensada trasformación de un sector de la Iglesia en lo que se llamó la “opción por los pobres”, que incluía la lucha contra las causas de la pobreza para un “cambio global en las estructuras latinoamericanas” (Documento final de Medellín, Set.1968)

Es que una cosa es trabajar “PARA” los pobres. Y otra trabajar “DESDE” los pobres: desde su cotidianeidad, desde sus puntos de vista, a partir de sus necesidades sentidas, respetando su visión de la realidad, su historia y su lucha, sumándose a ella. En este proceso, el agua potable fue una de las necesidades sentidas que da pie a juntarse, a proponer soluciones, a convocarse para la acción y al lograrlo, crecer en la autoconfianza:

“El comienzo de mi militancia barrial es por la necesidad de poner una canilla más cerca…cercana, que no tuviéramos que caminar 700 metros en medio del barro para buscar agua…Y desde Pasaje Salta nos fuimos hasta Lisandro de la Torre, por Aguado…Y entonces todo el rancherío de atrás, contentos…una alegría!...los chicos se bañaban en la canilla…” (Carlos B. Vecinal 12 de Octubre, Barrio Sta. Rosa de Lima)

Ya a inicios del año 1969, y sin descuidar los temas de cada uno, los barrios marchan juntos: primero en solidaridad con los afectados por la crisis del Norte, luego, cuando se pretende trasladar el Liceo Militar a los edificios que entonces ocupaba el Hospital Sayago de Recreo. Y juntos organizan “Marchas del Silencio” y sacan comunicados. E intercambian sus experiencias: tres de ellos publicarán su propio boletín: Vecinal Villa del Parque (La Voz de Villa del Parque); Parroquia Santa Rosa de Lima (El Dominguero) y el Boletín del barrio Estanislao López. Las propaladoras y los boletines tienen informados a los vecinos y se hace habitual una práctica democrática de participación y rendición de cuentas. La organización territorial avanza: se crea el “Frente de Barrios Marginados”. Los barrios se integran en la lucha contra la dictadura a otras organizaciones populares, sindicales, estudiantiles y de presos políticos.

La frontera entre las “dos ciudades”, la de los incluidos y la de los marginados, que había levantado la exclusión y la injusticia, ya no dividía: la lucha común la había borrado. Cuando se analiza el desarrollo territorial de los barrios del borde santafesino, es difícil no caer en la tentación de colocarle un nombre y una autoría. Y surge el de las presencias que vinieron “de afuera”.

Pero no es así. La verdadera dimensión de esas presencias, lo que mejor hicieron, lo nuevo, fue que abrieron los brazos, la cabeza y los espacios, de par en par: Sí, se puede, se puede……Se hermanaron en el espacio físico y en el espacio simbólico donde todas las voces eran bienvenidas, donde no había ni arriba ni abajo, ni instruidos ni analfabetos. Y acompañaron. Porque básicamente se habían vuelto “compañeros”, amigos.

El resto lo hizo la misma gente, porque en la memoria histórica de los pobres, el colectivo (la comunidad) tenía que ver con la supervivencia y la vida. Y la cooperación entre todos también (no la competencia, como nos enseñan ahora, que en realidad es una ley de muerte). Y porque del sitio de la historia de donde venían los olvidados, ya sabían de luchas y resistencias y debajo de las cenizas, la brasa seguía encendida.

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