1. La década revolucionaria
POR JORGE ANDRÉS FERNÁNDEZ
La revolución de mayo en Santa Fe
A comienzos del siglo XIX existía un palpable descontento en los pueblos litoraleños con la metrópoli española. Las fuertes contribuciones en dinero, ganado y hombres dispuestas por la corona para afrontar los gastos de sus conflictos bélicos europeos, y la pérdida de autonomía de varias ciudades ante la designación de los Intendentes, podrían enumerarse como causas de dicho disgusto.
A partir de 1810 comienza una nueva etapa en América —también en la península, sin dudas— como consecuencia de la crisis de la monarquía española iniciada en 1808. Mientras varias regiones americanas se mantuvieron fieles al Consejo de Regencia y participaron de la experiencia constituyente de Cádiz en 1812, otras prefirieron el camino de la insurgencia. El Río de la Plata optó por la segunda vía, iniciando un proceso que hoy conocemos como revolución de mayo. La destitución del virrey Cisneros y la elección de una Junta de Gobierno, el 25 de mayo, alteraron para siempre el antiguo orden colonial en esta región. La Junta de Gobierno instituida en Buenos Aires asumió la soberanía en nombre del rey ausente, Fernando VII, invocando la teoría de la retroversión de la soberanía, al igual que todas las ciudades peninsulares y americanas que formaron Juntas. Por ende, la conformación de la Junta implicó la creación de un gobierno autónomo que intentó convertirse en la autoridad suprema de todo el virreinato. Pero convertirse en autoridad suprema implicaba resolver algunos problemas previos. Uno de ellos era ampliar la base de su legitimidad, su representación, integrando al resto de las ciudades del virreinato. Con ese fin, se convoca a las ciudades principales y subalternas para que, mediante la elección en cabildos abiertos de un representante, formaran parte de la Junta de Gobierno. La circular enviada por la Junta el 27 de mayo traduce en acción dicho objetivo.
¿Qué pasa en Santa fe ante estos acontecimientos? ¿Cómo reaccionan sus autoridades ante la conformación de la Junta y la circular del 27 de mayo?
Cuando se produce el movimiento revolucionario de mayo, y se conforma la Primera Junta, el Cabildo santafesino adhiere inmediatamente al proceso, y las autoridades de la Junta son reconocidas sin conflictos. Pero no es pacífica, en cambio, la elección del representante santafesino para la integración de la Junta en cumplimiento de la circular del 27 de mayo. Las disputas se concentran en torno a quienes deben participar en la elección del representante. Se discute quienes tienen derecho a asiento y voto, y respecto del carácter de cabildo abierto o cabildo ampliado de la asamblea. En un primer momento, el gobernador Prudencio Gastañaduy convoca un cabildo abierto restringiendo la participación a «la parte más sana de este pueblo», pero aun así algunos vecinos protestan al cabildo denunciando que sólo deben convocarse a los vecinos casados, afincados y arraigados, condiciones que no reúnen varios de los presentes. Los conflictos desatados en el cabildo abierto lo obligan a enviar una consulta a la Junta de Buenos Aires.
En su respuesta, la Junta entiende que la elección debe hacerse en un clima de armonía, sin jerarquía ni distinciones entre los casados y los solteros, y sin establecer diferencias de otra índole, como el uso de la etiqueta en la asistencia a la reunión. Finalmente, el 2 de julio se celebra el cabildo abierto que elige al diputado por Santa Fe para integrar la futura Junta Grande. El elegido es Juan Francisco de Tarragona.
La Junta debe extender la revolución a todos los territorios que forman parte del virreinato, y para ello, además de invitar a los pueblos a formar parte de ella, inicia una serie de expediciones militares a fin de disciplinar las ciudades rebeldes. Las primeras oposiciones se manifiestan en Córdoba y Mendoza. En ambos casos, especialmente en Córdoba, las milicias porteñas transformadas en ejército acallan las voces disidentes y permiten el nombramiento de gobernadores fieles al proceso revolucionario. Pero las mayores dificultades se presentan en aquellos territorios más alejados de la capital virreinal: Paraguay y el Alto Perú. En Paraguay, un cabildo abierto celebrado el 24 de julio reconoce al Consejo de Regencia. Ante ello, la Junta decide enviar una expedición militar al mando de Manuel Belgrano, que en su marcha hacia el Paraguay pasa por San Nicolás y Santa Fe.
Los santafesinos adhieren a la junta revolucionaria y lo manifiestan con claridad al apoyar la expedición militar del general Belgrano en su camino hacia el Paraguay. Belgrano es recibido con júbilo y con varias demostraciones de afecto. La ciudad se gana el título de noble, por pedido del general Belgrano y ratificación de la Junta, días después. En Santa Fe, el ejército revolucionario se reorganiza y se aprovisiona para su viaje. Dos compañías de Blandengues santafesinos, al mando de Francisco Antonio Aldao, se unen al ejército de Belgrano, junto con la contribución de armas y bienes que aporta la ciudad. Francisco Antonio Candioti, rico estanciero santafesino, aporta 1350 caballos, carretas y gran cantidad de ganado para el mantenimiento de la tropa en su excursión al norte, junto con una ayuda de 200 pesos fuertes. Algunos comerciantes santafesinos entregan sumas de dinero para la campaña.
A partir de estos acontecimientos Santa Fe se incorpora al proceso revolucionario, que impactará fuertemente sobre las dinámicas políticas y económicas de la región.
La Junta debe extender la revolución a todos los territorios que forman parte del virreinato, y para ello, además de invitar a los pueblos a formar parte de ella, inicia una serie de expediciones militares a fin de disciplinar las ciudades rebeldes. Las primeras oposiciones se manifiestan en Córdoba y Mendoza.
En tal sentido, uno de los principales objetivos de la ciudad, obtener una mayor grado de autonomía, comienza a diluirse con la designación de los gobernantes desde Buenos Aires. Desde la temprana designación del coronel Manuel Ruiz, Jefe del Regimiento de Negros, en agosto de 1810, se suceden nombramientos digitados desde el poder central: el coronel Juan Antonio Pereyra, en enero de 1812; el coronel Antonio Luis Beruti, en noviembre de 1812; el coronel Luciano Montes de Oca, en junio de 1813; el coronel Álvarez Thomas, en febrero de 1814; y el general Eustaquio Díaz Vélez, en abril de 1814. Si bien estos gobernantes están acompañados por una junta ejecutiva conformada por vecinos de la ciudad elegidos por el Cabildo, dando un tinte local al gobierno, el objetivo de Buenos Aires es mantener centralizado el control sobre las decisiones políticas en el territorio. Por otro lado, desde una perspectiva económica, Santa Fe sufrirá las necesidades del proceso revolucionario de obtener contribuciones, muchas de ellas forzosas, en hombres y en especie. Una de las consecuencias inmediatas del reclutamiento militar será el debilitamiento de la frontera que separa las estancias ganaderas de las poblaciones originarias de la región, que avanzarán sobre ellas y llegarán a los límites de la ciudad, casi sin encontrar resistencia. Las necesidades de afianzar la revolución nacional comenzarán a sentirse en la economía local.
Los santafesinos adhieren a la junta revolucionaria y lo manifiestan al apoyar la expedición militar del general Belgrano hacia el Paraguay. El objetivo de Buenos Aires es mantener centralizado el control sobre las decisiones políticas en el territorio.
Respecto a la jurisdicción santafesina, se extendía sobre el territorio de la actual provincia de Entre Ríos que dependía militarmente del Cabildo de Santa Fe. Sin embargo, el 10 de septiembre de 1814 el Director Supremo, Posadas, decide convertir al territorio de Entre Ríos en provincia a fin de ganarse la voluntad de sus habitantes ante la creciente influencia del caudillo oriental José Gervasio de Artigas en la región. La decisión de Posadas implica el inicio del proceso institucional de fragmentación del territorio santafesino.
Retroversión de la soberanía: Es una doctrina jurídico–política por la que en ausencia de una autoridad soberana es el pueblo el que reasume su soberanía y encarga el poder de gobernar a un organismo designado por el propio pueblo. Tiene múltiples interpretaciones pero esta es la que primó en mayo de 1810. Aquí pueblo significaba vecinos destacados.
La Asamblea de 1813 y la participación santafesina
En Buenos Aires, a fines de 1810, la Junta se había convertido en Junta Grande —o Conservadora— con la integración de los representantes de las ciudades y villas del interior. En septiembre de 1811 se crea el primer Triunvirato que termina por disolver la Junta en noviembre de ese año. Ambas instituciones, Junta y Triunvirato, habían mantenido un camino de prudencia desde los acontecimientos de mayo de 1810. Pero en 1812 la situación en España indujo a tomar un rumbo definitivo para el proceso revolucionario. Las Cortes reunidas en Cádiz sancionaron una constitución que creó un régimen de monarquía constitucional centralizada para la nación española, integrada ahora por los ciudadanos de la península y los ciudadanos americanos. América se divide en dos bloques: los territorios leales en cuyas jurisdicciones comenzó a regir la constitución de 1812, y los territorios insurgentes que no habían participado ni reconocido la constitución. El Río de la Plata se encontraba entre estos últimos, por lo que las opciones disponibles eran reconocer la constitución y jurarla o bien ser declarados rebeldes por la metrópoli.
En estas circunstancias, si el objetivo era no regresar a una situación de sujeción frente a la metrópoli española, había que radicalizar la revolución y sostenerla por las armas. La independencia comenzaría a ocupar un lugar más importante en los debates públicos de la época, y ya no sería una opción solamente mencionada en privado por ciertos actores políticos. El primer paso en este sentido sería la convocatoria a una asamblea constituyente de todos los pueblos del virreinato a fin de salir de la situación de provisionalidad que reinaba hasta entonces. Dicha convocatoria se aceleró luego de que en octubre de 1812 un movimiento revolucionario liderado por los integrantes de la Sociedad Patriótica y la Logia Lautaro destituyera al primer Triunvirato y nombrara un nuevo gobierno. Este nuevo Triunvirato, expresión de los grupos políticos más radicalizados que proponían la declaración de independencia, convocó al primer Congreso Constituyente que se iba a reunir en el Río de la Plata en enero de 1813.
El oficio con la convocatoria a la asamblea constituyente llegó a Santa Fe el 5 de febrero de 1813, ordenando la elección de un diputado. El diputado electo por Santa Fe sería finalmente el doctor José de Amenábar. La elección fue llevada a cabo por el Ayuntamiento santafesino, expresión de la élite tradicional que gobernaba la ciudad, que otorgó claras instrucciones a Amenábar respecto a su actuación en el congreso. En ellas se habla de «ciudades unidas», de «confederación», de «igualdad de derechos» entre ciudades, de «organización del Estado», de «asamblea de ciudades»; en definitiva, el objetivo es que la construcción del nuevo orden político exprese los deseos de autonomía de la ciudad de Santa Fe y, por supuesto, de las prerrogativas de la élite dirigente. Amenábar se incorpora a la Asamblea Constituyente el día 21 de febrero.
Como era de esperar, los primeros momentos de la Asamblea Constituyente representaron la fase más radicalizada de la revolución iniciada en mayo de 1810. Se suprimió la fórmula del juramento de fidelidad a Fernando VII, se suprimieron los títulos de nobleza, la mita, la encomienda y el yanaconazgo, se sancionó la libertad de prensa y la libertad de vientres. La nueva fórmula de juramento propuesta por el diputado Alvear, por la Nación, siguiendo el ejemplo de la asamblea revolucionaria francesa, generó disconformidades en las ciudades y villas que vieron amenazados sus derechos y autonomía. Como afirma Ternavasio, las tensiones entre la capital, sede del gobierno central y las demás jurisdicciones comenzaron a reconfigurarse bajo un nuevo esquema. La Asamblea mostró dos tendencias contrapuestas: quienes defendían una forma de gobierno indivisible y centralizado, con capital en Buenos Aires —tendencia unitaria—, y quienes promovían una forma de gobierno descentralizado que respetara las autonomías de las ciudades —tendencia federal—. Finalmente, la tendencia centralista, liderada por Carlos María de Alvear, impondría un gobierno unipersonal: en enero de 1814 el Triunvirato sería reemplazado por el Directorio, siendo su primer ocupante el tío de Alvear, Gervasio Antonio de Posadas.
Finalmente, la Asamblea no lograría declarar la independencia ni sancionar una constitución pues el proceso de restauración monárquica en Europa daba sus primeros signos vitales.
Mita: Régimen de trabajo forzado de origen indígena por el cual un determinado porcentaje de indios de una encomienda o lugar debía ir a prestar servicios a otra parte. La mita era un sistema que utilizaban los pueblos del altiplano por el cual destinaban un tiempo de trabajo en las tierras comunales, como aporte a la comunidad. Cuando los Incas los conquistaron los obligaron a destinar ese tiempo de trabajo para ellos. Luego, los españoles se apropiaron de ese beneficio y los obligaron a trabajar como tributo.
Yanaconazgo: Institución de relación laboral próxima a la esclavitud de la América prehispánica. Los españoles conservaron esta práctica para trabajos serviles. La mayoría de los yanaconas eran indios que se escapaban del sistema de mita y encomienda. Pero al escaparse perdían el vínculo con su comunidad así que quedaban sometidos al mercado. Se convertían en una especie de siervos, debiendo trabajar para algún propietario de tierras o hacendado.
Libertad de vientres: Principio jurídico que se implantó en el siglo XIX en los países abolicionistas de la esclavitud, para otorgar la libertad a los hijos nacidos de esclavas.
La Liga de los Pueblos Libres
A partir de 1813 la influencia de Artigas comienza a hacerse fuerte en Santa Fe y en los pueblos del Litoral. El artiguismo se va a expandir sistemáticamente durante los siguientes años por la región, sobre todo a partir de la conformación de la Liga de los Pueblos Libres.
José Gervasio Artigas había nacido en la Banda Oriental, dentro de una familia que gozaba del reconocimiento social en Montevideo. Desde chico se dedicó a las tareas rurales en las estancias de su padre, donde forjó una fuerte personalidad y una relación muy especial con el paisanaje. Lentamente fue convirtiéndose en caudillo, sobre todo después de participar del Cuerpo de Blandengues local, de la reconquista de Buenos Aires en 1806, de la defensa de Montevideo en 1807 y del levantamiento de la Banda Oriental contra el virrey Elío en 1811. Protagoniza el reconocido éxodo del pueblo oriental en octubre de 1811, y junto a Rondeau pone sitio a Montevideo. Pero a partir de 1813 comienza a distanciarse de Buenos Aires y extender su dominio sobre el Litoral. Una de las razones fundamentes de la ruptura es la negativa de la Asamblea de 1813 a aceptar los diplomas de los diputados elegidos por el pueblo oriental. Estos habían sido electos en el Congreso de Peñarol —también conocido como Congreso de Abril o de las Tres Cruces—, que tiene lugar el 5 de abril de aquel año, y donde participan representantes de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Corrientes y la Banda Oriental. Dicho congreso elige seis diputados que llevarán instrucciones para proponer a la Asamblea.
Las Instrucciones a los Pueblos Orientales son un claro ejemplo del modelo federal y republicano que el artiguismo pretendía como régimen de gobierno para las Provincias Unidas. Allí se afirma la independencia absoluta de España y de los Borbones, se defiende el sistema de Confederación para el pacto recíproco entre las provincias; se afirma que el objeto y el fin del gobierno debe ser conservar la igualdad, libertad y seguridad de los ciudadanos y los pueblos; se afirma el principio de división del poder; que cada provincia puede sancionar su constitución; que la sede del gobierno central de las Provincias Unidas debería ser fuera de Buenos Aires.
Pero las ideas de Artigas iban más allá de una igualdad formal ante la ley, como planteaban varios republicanos o liberales en el Río de la Plata. Su ideario de igualdad estaba ligado a la base social de quienes lo acompañaban. De allí sus planteos de reforma agraria para permitir el acceso a la tierra de los desposeídos y las propuestas de protección de la producción local. En el Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de su campaña y seguridad de sus hacendados sostiene que «los más infelices serán los más privilegiados en el reparto de la tierra». Hace referencia a los «negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres», que podrían ser beneficiados «si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad y a la de la Provincia». Los terrenos a repartir serían los de «los emigrados, malos europeos y peores americanos».
El enfrentamiento de Artigas con Buenos Aires limita el alcance de su proyecto y su ideario a una Liga de Pueblos Libres del Sur, que reconocía a aquel como su Protector y Jefe Militar. La Liga implica el reconocimiento de la autonomía y los derechos de los pueblos que la componen, por lo que Santa Fe ve con simpatía un modelo de organización adecuado a sus pretensiones autonómicas. Pero también crea un contexto de tensión permanente con Buenos Aires. La política local ingresa en un terreno de disputa entre dos proyectos alternativos dentro del proceso revolucionario. Pero la influencia artiguista marcaría el rumbo de la declaración de autonomía y el nacimiento de la provincia de Santa Fe.
Artigas y los indios
En mayo de 1815, desde Santa Fe, Artigas dirige una hermosa nota al gobernador de Corrientes, José de Silva: «Igualmente reencargo a Ud. que mire y atienda a los infelices pueblos de indios. (Ellos) se me han presentado arguyendo la mala versación de su Administrador. Yo no lo creí extraño por ser una conducta tan inveterada y ya es preciso mudar esa conducta. Yo deseo que los indios, en sus pueblos, se gobiernen por sí, para que cuiden de sus intereses como nosotros de los nuestros. Así experimentarán la felicidad práctica y saldrán del estado de aniquilamiento a que los sujeta la desgracia. Recordemos que ellos tienen el principal derecho, y sería una degradación vergonzosa, para nosotros, mantenerlos en aquella exclusión que hasta hoy han padecido por ser indianos». (Eugenio Petit Muñoz, historiador uruguayo)
El primer gobierno autónomo
A partir de 1814 comienzan a desarrollarse las llamadas Guerras del Litoral, entre los seguidores de Artigas y el Directorio porteño. En ese contexto, en febrero de 1814 el gobernador Montes de Oca es reemplazado por el coronel Álvarez Thomas. Dos meses después asume como gobernador, designado por Buenos Aires, Eustaquio Díaz Vélez, quien llega acompañado de tropas destinadas a combatir al artiguismo. Santa Fe se sitúa en el epicentro de las luchas entre los dos bandos. Su territorio es el terreno donde se desarrolla la lucha. Las preocupaciones de la élite local, en dicho contexto, pasan por mantener las relaciones con los dos sectores en pugna y evitar el creciente debilitamiento de la frontera que se hallaba desprotegida.
En el año 1815, el gobernador Díaz Vélez decide enviar una compañía de blandengues para combatir al caudillo entrerriano Eusebio Hereñú, representante del artiguismo en la vecina provincia, pero son vencidos y las tropas artiguistas cruzan el Paraná para producir un alzamiento. Manuel Artigas logra sublevar a los indígenas de San Javier y Cayastá, mientras Hereñú consigue la adhesión de hombres de las chacras ubicadas al norte de la ciudad. Díaz Vélez abandona la ciudad rumbo a Buenos Aires, poniendo fin a la ocupación porteña del territorio santafesino y dando comienzo al proceso de autonomía provincial.
En este contexto conflictivo, Santa Fe se erige en provincia autónoma y el Cabildo, que asume el gobierno, nombra el 31 de marzo como gobernador en carácter interino al estanciero Francisco Antonio Candioti. Como deja constancia el Cabildo, era «de necesidad absoluta nombrar interinamente una persona de crédito, celo y actividad a quien encargar el gobierno y que concurriendo estas y las demás cualidades necesarias en la persona del ciudadano Antonio Francisco Candioti de unánime acuerdo lo eligieron y nombraron por tal gobernador político y militar, intendente de Hacienda interinamente hasta el Congreso General del Pueblo». El 26 de abril el pueblo es convocado y, reunido en la aduana, Candioti es designado gobernador propietario «por aclamación general», todo ello bajo la protección de Artigas. Al mismo tiempo es elegida una Junta de Representantes para tratar y nombrar empleos, en «nombre y representación del pueblo», primer antecedente del futuro Poder Legislativo. Cabe destacar la utilización de un lenguaje más acorde al momento revolucionario que se estaba viviendo en el Río de la Plata: la idea de representación da cuenta de ello. Esa legitimidad, fundada en el carácter representativo del cuerpo, entraba en conflicto con el Cabildo, por lo que la convivencia entre ambas instituciones fue tensa en los meses siguientes.
Este primer gobierno autónomo es fortalecido por la crisis política en que se encuentra el Directorio como consecuencia de la destitución de Alvear. Su caída se produce ante la sublevación de Álvarez Thomas, encargado de reprimir el levantamiento santafesino. La caída de Alvear supuso la acefalía del poder nacional que aquel encarnaba. Dicha acefalía fue cubierta por el Cabildo de Buenos Aires, que fue el encargado de formar un nuevo gobierno eligiendo a Álvarez Thomas como director supremo acompañado de una Junta de Observación compuesta por cinco miembros. La Junta debía reglar las funciones de los poderes y las relaciones entre estos. Para ello dictó un Estatuto Provisorio, en mayo de 1815, que establecía la convocatoria a un congreso general a celebrarse en Tucumán, con representación proporcional a la población. Hasta tanto, el Estatuto establecía el principio de división del poder, atribuyendo el poder legislativo a la Junta y asignando escasos poderes al Director Supremo, que quedaría sujeto al control de la misma Junta y del Cabildo capitalino. Una de las cuestiones más importantes de este Estatuto Provisorio fue que convertía en electivas a varias de las autoridades existentes en el Río de la Plata: el Director del Estado, los diputados al congreso general, los miembros de los cabildos en las ciudades y villas, los gobernadores de provincias, los miembros de la Junta de Observación. Todos ellos debían ser designados mediante elecciones populares. Por ende, la elección del gobernador de Santa Fe estaba en sintonía con los nuevos procedimientos que comenzaban a ponerse en práctica en el período revolucionario. De todas formas, el Estatuto no tuvo una recepción eficaz en las provincias. En Santa Fe, luego del apoyo inicial a la designación de Álvarez Thomas, el Estatuto es rechazado cuando desde Buenos Aires no se reconoce la autonomía provincial. La ruptura entre Artigas y el Director Supremo pone en evidencia su fracaso.
Candioti, el príncipe de los gauchos
Parish Robertson —comerciante y escritor británico— inmortalizó el apodo de príncipe de los gauchos, en sus Cartas desde Sudamérica: «Un día, después de siesta, medio transformado en santafecino, estaba yo sentado, sin chaqueta y chaleco, con la familia de Luis Aldao en el zaguán, cuando llegó al tranco de su caballo el caballero anciano más apuesto y lujosamente equipado que habíase presentado a mi vista. Ah! dijo Aldao, viene mi tío Candioti. Lo había oído nombrar, ¿a quién que haya estado en aquel país no le ha sucedido lo mismo? Era el verdadero príncipe de los gauchos, señor de 300 leguas cuadradas de tierra, propietario de 250.000 cabezas de ganado, dueño de 300.000 caballos y mulas; y de más de 500.000 pesos atesorados en sus cofres, en onzas de oro».
Congreso de Oriente y la primera declaración de la independencia
Candioti está a cargo del gobierno cuando se convoca al Congreso de Oriente. El Congreso de Oriente —también llamado Congreso de los Pueblos Libres o Congreso del Arroyo de la China— sesionó entre el 29 de junio y el 12 de agosto de 1815. Fue presidido por Artigas, y se supone que en la sesión inaugural se declaró por primera vez la independencia nacional. Santa Fe envía un diputado al Congreso. Inicialmente se habían elegido dos: Pedro Aldao y Pascual Diez de Andino. Pero por inconvenientes económicos se realizó un sorteo entre ambos, que dio como resultado la representación de Diez de Andino, quién acudió finalmente con instrucciones escritas en diez artículos. Entre estas instrucciones se encontraba la de pedir la declaración absoluta de la independencia de la Corona de España y familia de los Borbones.
Algunos historiadores sostienen que allí se declaró por primera vez la independencia, pero no se han conservado actas ni declaraciones oficiales que puedan corroborarlo. Se puede inferir dicha declaración de una importante prueba documental: la carta que Artigas le envió al Director Supremo, Pueyrredón, el 24 de julio de 1816 en respuesta a la invitación de para adherir a la Declaración de Independencia aprobada en el Congreso reunido en Tucumán. En esa carta, Artigas sostiene que hace «más de un año que la Banda Oriental enarboló su estandarte tricolor y juró su independencia absoluta y respectiva».
Tropelías y desmanes
Narra José Carmelo Busaniche en Hombres y hechos de Santa Fe: «Vivió entonces la ciudad largos días de angustia, de humillación y de espera. Los cronistas Iriondo, Crespo y Diez de Andino, cuentan las tropelías de los hombres del Directorio y sus desmanes con los habitantes de Santa Fe. Los oficiales de Viamonte trataban a los vecinos con desdén. Un día, uno de ellos tuvo un cambio de palabras con Mariano Vera, y lo castigó con su espada. Vera, que no tenía más arma que su látigo, lo bajó del caballo con latigazos y lo tendió en el suelo. En ese clima debió elegir Santa Fe sus representantes para el Congreso de Tucumán».
Defensa de la autonomía
La situación en Santa Fe se torna inestable nuevamente. Álvarez Thomas, director interino, envía un ejército de observación al mando del coronel Juan José Viamonte que ocupa Santa Fe, demostrando el verdadero objetivo de la misión, mientras el gobernador Candioti, quien, enfermo, había delegado el mando en el alcalde de primer voto, muere dos días después de dicha ocupación. Con la muerte del príncipe de los gauchos, el gobierno santafesino queda acéfalo. Ante esta situación, y con el ejército de Viamonte en la ciudad, se produce una división entre dos facciones: una, liderada por Juan Francisco Tarragona, es partidaria de la alianza con el gobierno central, el Directorio; mientras la otra, mayoritaria, liderada por el alcalde de primer voto Pedro Tomás de Larrechea y los otros integrantes del Cabildo, sostiene la bandera de la autonomía y la alianza con Artigas. El ejército de Viamonte termina por imponer a Tarragona como gobernador y releva de su cargo a los integrantes del Cabildo. Santa Fe queda ahora bajo la órbita del Directorio porteño, retrotrayendo la situación al estado inicial.
Pero, en marzo de 1816, se produce un nuevo levantamiento que vuelve a avivar el conflicto por la autonomía y demuestra la fuerte influencia del artiguismo. Ante el descontento de la mayoría de los habitantes, se produce una revolución encabezada por Mariano Vera, un estanciero de bastante prestigio entre la población santafesina, quién se pone al frente de milicias reclutadas en Rincón y Coronda, a los que se suman contingentes artiguistas llegados desde Paraná. A ellos se les une el cuerpo de Blandengues comandados por el teniente Estanislao López, quién subleva a la Primera Compañía asentada en San Pedro. También se subleva la Segunda Compañía por influencia del sargento Marcelino Avellaneda. Los combates duran un mes, en la ciudad y en la campaña, hasta que Viamonte se rinde el 31 de marzo de 1816 y es encarcelado en Paraná. Vera asume el gobierno en forma interina.
La victoria santafesina permite emprender una negociación con el gobierno directorial, cuyo resultado es la firma del pacto de Santo Tomé el 9 de abril de 1816. Dicho pacto, firmado por Díaz Vélez, comandante de las tropas asentadas en San Nicolás, y Cosme Maciel, representante del gobierno de Santa Fe, implica la retirada de las tropas directoriales y trae como consecuencia la renuncia del Director Álvarez Thomas.
El 10 de mayo Vera es elegido gobernador de Santa Fe con el apoyo de la mayoría de la población. A pesar de que la relación entre el gobierno santafesino y el Director Supremo parece encarrilarse, Buenos Aires envía un nuevo ejército para intervenir en Santa Fe. El gobierno directorial entiende que Santa Fe es un territorio estratégico para controlar el avance artiguista y evitar la expansión de la Liga de los Pueblos Libres hacia el oeste. Una expedición militar al mando de Díaz Vélez invade la provincia, saqueándola durante semanas.
Vera huye hacia las chacras del norte de la ciudad junto con el cuerpo de Blandengues, las milicias de vecinos y numerosas familias, llevando consigo ganado y provisiones. Desde allí emprenderán la reconquista de la ciudad. Cuando las tropas de Díaz Vélez se retiran y la victoria santafesina es un hecho, el territorio provincial muestra los efectos de las guerras: saqueos y destrucción. La otra consecuencia, de carácter político, es la lenta aparición de un nuevo liderazgo. Estanislao López es ascendido a la categoría de teniente coronel por su actuación en la defensa y recuperación de la ciudad. Se lo designa como Comandante de Armas de la Provincia y sus cuerpos de Blandengues pasan a denominarse Dragones de la Independencia.
Vera debe enfrentar el desafío de la reconstrucción de la ciudad, recuperar la ganadería y volver a atender el problema de la frontera con el indio. Todo ello en el delicado equilibrio existente a partir de las tensiones entre el Directorio y Artigas.
Dragones alimentándose
«Certifico ser verdad que se carnearon para la mantención de la 1a. compañía de Dragones de esta ciudad, de que fui yo el abajo firmante capitán de ella, siete reses, incluso cuatro bueyes, de la propiedad del paisano Mariano Belén, en tiempo que se hallaban dichas tropas acampadas en la chacra de Andino, sitiando esta plaza que se hallaba ocupada por el ejército del General Díaz Vélez, y para que conste doyle éste en Santa Fe a 25 de agosto de 1817. Estanislao López». (Papeles de Estanislao López. Archivo General de la Provincia)
Estanislao López gobernador
El equilibrio que Vera mantiene entre su apoyo a Artigas en la lucha contra los portugueses y la colaboración con el jefe artiguista entrerriano, Francisco Ramírez, por un lado, y las buenas relaciones con el Directorio, por el otro, comienza a resquebrajarse en 1818. Algunos vecinos, celosos de sus relaciones con el Directorio, comienzan a cuestionar su acción política. Plantean que el gobernador quiere mantenerse en el cargo en forma indefinida. Juan Francisco Seguí, Cosme Maciel, Elías Galisteo, entre otros, forman parte de este grupo que cuenta con el apoyo de la mayor parte del Cabildo y de una compañía de Dragones. Solicitan al Cabildo que se convoque a elecciones a gobernador, que se realizan el 16 de julio, resultando ganador Mariano Vera. La elección se vuelve a realizar por cuestionamientos acerca de la poca participación y Vera vuelve a ganar. Nuevamente, Seguí cuestiona la elección, alegando que antes de elegir gobernador debe dictarse una constitución que establezca un marco institucional, fijando las reglas dentro de las cuales debe desempeñar su función. Mariano Vera decide retirarse, al verse en desventaja para enfrentar a los principales vecinos de la ciudad y al Cabildo.
El día 23 de julio, Estanislao López, que se encontraba en Rincón, baja a la ciudad acompañado por las tropas y, mediante un bando público, anuncia que asume la gobernación en forma interina, ordenando que se entreguen las armas en manos de los particulares y se depongan las actitudes de enfrentamiento. También ordena la vuelta al normal funcionamiento del Cabildo y releva a todos los jefes militares de la provincia, nombrando comandantes de su confianza.
López establece enseguida buenas relaciones con Artigas y nombra como ministro general a Juan Francisco Seguí. Emprende la tarea de pacificar la relación con los indios, logrando pactos con la mayoría de los caciques, a quienes conocía por su experiencia en la frontera.
Pero la paz no dura mucho. A fines de 1818 el Directorio, al mando de Pueyrredón, que prefería a Mariano Vera en el gobierno, envía una tercera expedición sobre Santa Fe. Desde San Nicolás parte un ejército de 3000 hombres, entre infantería y caballería, más una flotilla de bergantines y goletas. El caudillo cordobés Juan Bautista Bustos colabora con Buenos Aires, hostigando a López en la frontera oeste. La rápida respuesta de López neutraliza a Bustos. Lo vence en Fraile Muerto con su propia tropa de Blandengues, más los gauchos de la campaña y los numerosos indígenas que lo acompañan. Luego se vuelve sobre sus pasos para enfrentar a Balcarce, que avanza sobre Rosario y Coronda. Su táctica es la guerra de guerrillas. La efectividad de gauchos e indios en esta modalidad es notable. Atacan rápido y desaparecen. López deja, además, el campo libre, retirando el ganado y las provisiones.
A pesar de debilitarse, el ejército de Balcarce logra estacionarse en la zona de chacras santafesina. Pero es vencido finalmente por López en la batalla de Arroyo Aguiar. Balcarce se retira hacia el sur, llevándose miles de cabezas de ganado vacuno, bueyes y caballos que serán arreados hasta Buenos Aires. Por último, en enero de 1819, antes de embarcarse hacia San Nicolás, las tropas porteñas incendian la villa de Rosario.
Las tropas directoriales vuelven a intentar la invasión, otra vez con la ayuda de Bustos desde Córdoba. El ejército porteño está comandado por Viamonte. López recibe la ayuda del caudillo entrerriano Francisco Ramírez y de tropas correntinas y misioneras, enviadas por Artigas. Las tropas de López vencen a las directoriales y las obligan a retroceder hasta Rosario. La situación no logra definirse, pues ninguno de los dos ejércitos posee la capacidad para vencer totalmente al otro. En ese contexto, el 12 de abril de 1819 se firma el Armisticio de San Lorenzo, donde se pacta el retiro de todos los ejércitos del territorio santafesino.
Bando público: Ordenanza, ley o mandato dictado por autoridades gubernativas de orden civil. Puede publicarse por medio de pregón o edictos.
El Estatuto de 1819
Resuelta momentáneamente la paz, López regresa a Santa Fe y envía una comunicación al Cabildo, en junio de 1819, donde expresa su voluntad de organizar el gobierno de la provincia. El 8 de julio, López es electo gobernador. De esta manera, el proceso de emancipación de la provincia de Santa Fe, iniciado con la primera elección de su gobernador cinco años atrás, se consolidará con la asunción del brigadier Estanislao López y la sanción del Estatuto Provisional de 1819.
Este documento fue el primer texto de carácter constitucional con plena vigencia de todas las provincias unidas y significó, entre otras cosas, la realización del ideario artiguista, expresado originalmente en las instrucciones orientales para los diputados de la asamblea del año XIII.
Si bien no está confirmado, Juan Francisco Seguí fue su principal redactor. Ministro de López, perteneciente, junto con los hermanos Aldao, a la facción artiguista de la política local, fue luego representante de la provincia en los célebres pactos del Pilar, Benegas y el Federal. Anteriormente, él mismo había discursado ante la ciudadanía a favor de la sanción de una constitución en la crisis política de julio de 1818.
El Estatuto pretendió brindar un marco de legalidad y legitimidad al gobierno provincial. Resultaba necesario para aquietar los vaivenes políticos que se venían sucediendo en la provincia, estableciendo las reglas para alcanzar el poder público de modo no violento, así como la forma en que éste debía ejercerse.
La sanción del Estatuto fue precedida por un proyecto redactado por la Junta Electoral, que no fue del agrado de López, quien rechazó lo proyectado, entendiendo que la provincia necesitaba un poder ejecutivo fuerte para enfrentar sus graves conflictos internos y externos.
Esta es una de las claves para entender la repartición del poder que hace el mentado documento, en cabeza de una persona con facultades y atribuciones amplias, un esquema paternalista en busca del orden tan deseado por todos los santafesinos.
En la primera sección declaraba que la provincia sostenía a la religión católica, apostólica, romana y que cualquier ofensa o contravención sería concebida como una ofensa a los principios fundamentales de la constitución. Este tipo de estado confesional que declaraba el Estatuto expresa la íntima relación de la provincia con la Iglesia Católica. Relación que entrará en tensión durante la segunda mitad del siglo XX, con el ingreso de inmigrantes extranjeros de otras religiones, pero que en este momento histórico pone de manifiesto las influencias de la tradición hispanoamericana.
Respecto al sistema representativo, el Estatuto recogió los principios ya esbozados en la revolución de mayo respecto a la soberanía popular, al decir que «residiendo originalmente la soberanía en el pueblo, éste expedirá el órgano de su representación». Reconocía a todos los ciudadanos el derecho a votar la integración de una Junta de Representantes y además elegir de forma directa al gobernador, siendo «uno de los actos más esenciales de la libertad del hombre el nombramiento de su caudillo». El republicanismo igualitario artiguista, de influencia notoria en el federalismo del litoral, se expresa en estas disposiciones sobre el voto y la representación.
Ante un escenario local y regional extremadamente conflictivo, López consideraba necesaria la concentración del poder. El poder ejecutivo que el Estatuto estableció era mucho más que el jefe de la administración provincial, era un caudillo. El gobernador no solamente asumía el carácter de cabeza de la administración, también tenía poderes legislativos y ejercía el poder jurisdiccional como tribunal de alzada. Por último, también se le otorgaba el máximo rango militar y el control de la hacienda. Junto con el rol preponderante de la Iglesia Católica, la concentración de poder en cabeza del caudillo expresa los rasgos conservadores que, mezclados con el liberalismo y republicanismo ya mencionados, también poseía el texto del Estatuto.
Por otro lado, el Estatuto establecía una Junta de Representantes constituida por siete miembros: cuatro por Santa Fe, dos por Rosario, uno por Coronda y otro por San José del Rincón. La distribución denota una clara dominación de la ciudad capital frente al resto de la provincia, y también de lo urbano por sobre el campo, cuestión que ha traído consigo álgidos debates, algunos de los cuales siguen en la actualidad.
La única función de la Junta era la de reunirse a elegir los representantes del Cabildo, aunque este órgano irá tomando cada vez más fuerza en la política santafesina hasta convertirse en el exclusivo titular del poder legislativo.
El Estatuto dedicaba también una sección al reconocimiento y funcionamiento del Cabildo, institución típica de la América colonial. No describía sus competencias, sino que se limitaba a establecer que seguirán «sin mengua o aumento en el uso conocido de sus funciones». El uso conocido de sus funciones era muy diverso y amplio, y abarcaba cuestiones políticas, administrativas y judiciales. Asimismo lo indicaba como el reemplazante del gobernador ante su muerte, enfermedad o ausencia.
Ante un escenario local y regional extremadamente conflictivo, López consideraba necesaria la concen-tración del poder. El poder ejecutivo que el Estatuto estableció era mucho más que el jefe de la administración provincial, era un caudillo.
En cuanto a los derechos individuales, receptaba los antecedentes nacionales, principalmente los de la Asamblea del año XIII, al establecer la igualdad frente a la ley, la prohibición de todo tipo de torturas, el principio de inocencia y demás garantías del debido proceso.
El Estatuto Provisorio de 1819 marcó un punto de inflexión en la historia institucional santafesina. El documento estableció el rol del pueblo como soberano y sentó las bases de legalidad y legitimidad del gobierno provincial. Fue el primer antecedente constitucional provincial de todo el territorio nacional y la consolidación de la doctrina federal —y artiguista— en la provincia, estableciéndola como espacio institucional previo a la conformación de un estado nacional, como sujeto político y ámbito de dominación desde donde se canalizarán las aspiraciones nacionales de los nuevos ciudadanos santafesinos. Este Estatuto va a perdurar hasta el año 1841 cuando se sancione una constitución provincial.
Títeres conspiradores
Relata José López Rosas, en su libro De la discordia y la melancolía, que hubo una singular conspiración para degollar al gobernador Estanislao López en 1819. Con tales intenciones habían organizado una función de títeres en casa de Luis Aldao, invitando especialmente al brigadier. Las representaciones de títeres eran una de las atracciones con que la ciudad contaba. Mas a la hora de comenzar la función, llegó un emisario enviado por López, con protocolares excusas, notificando la inasistencia del gobernador. «El teatrito bajó su cortinado sin contemplar caer, como a un títere de estopa, la arrogante cabeza de López. Un aviso, llegado a sus manos a tiempo, salvóle la vida».
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