6. Economía en la Provincia de Santa Fe
FELIPE J. CERVERA - MÓNICA E. CERVERA - JORGE BUSANICHE CERVERA
Quizás lo que defina con mayor precisión la evolución de la economía de Santa Fe en estos años sea una frase de Gabriel Carrasco —uno de los hombres públicos más destacados de la provincia, durante la segunda mitad del siglo XIX— en su obra Intereses nacionales de la República Argentina: «La provincia de Santa Fe, la más grandiosa manifestación del progreso argentino». ¿Qué hechos justificaban un concepto tan impactante? Esos hechos referían a los sucesos ocurridos a nivel institucional, territorial y poblacional en los 30 años anteriores a esa declaración.
Apenas quince meses después de la derrota de Juan Manuel de Rosas, jefe omnímodo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, a manos de Justo José de Urquiza, el 3 de febrero de 1852 en la localidad de Caseros, provincia de Buenos Aires, se promulgó —el 1° de mayo de 1853— una Constitución que reorganizó jurídicamente el territorio de lo que hoy es la República Argentina, tomando el nombre de Confederación Argentina, con la firma de 12 provincias, quedando afuera Buenos Aires que conformó un Estado aparte en cuanto no aceptó que su puerto, la aduana, y el correlativo cobro de impuestos de exportaciones, fueran federalizados y pasaran a propiedad de la Confederación; es decir, a propiedad de todos los argentinos.
Cinco años después de Caseros, en 1858, se realizó el primer empadronamiento poblacional de la provincia.
El inicio de la organización nacional a través de la Constitución de 1853 significó un cambio radical en la extensión y profundidad de la ocupación del espacio. Mientras que durante la colonia, la tendencia en la provincia fue ocupar el frente fluvial de la provincia —ríos San Javier, Coronda y Paraná, así como los cursos de agua del Pago de los Arroyos: río Carcarañá y arroyos San Lorenzo, Saladillo, Frías, Ludueña, Pavón, Seco, Del Medio—, en la época que comienza con la fundación de Esperanza, en 1856, va a iniciarse la expansión sobre la tierra firme, hacia el oeste pampeano, al principio en tierras cercanas a la capital, estableciendo el primer mojón de la base de la futura economía provincial: la agricultura para exportación.
El inicio de la organización nacional a través de la Constitución de 1853 significó un cambio radical en la extensión y profundidad de la ocupación del espacio. Mientras que durante la colonia, la tendencia en la provincia fue ocupar el frente fluvial de la provincia —ríos San Javier, Coronda y Paraná, así como los cursos de agua del Pago de los Arroyos: río Carcarañá y arroyos San Lorenzo, Saladillo, Frías, Ludueña, Pavón, Seco, Del Medio—, en la época que comienza con la fundación de Esperanza, en 1856, va a iniciarse la expansión sobre la tierra firme, hacia el oeste pampeano, al principio en tierras cercanas a la capital, estableciendo el primer mojón de la base de la futura economía provincial: la agricultura para exportación.
Los factores que impulsaron este cambio fueron tanto internos (nacionales) como externos (internacionales), pero es indudable que aparece una primera fuerza básica, imprescindible de citar: la inmigración, incluida en el Preámbulo de la Constitución, que dice: «Nos los representantes del pueblo de la Nación... (establecemos)... para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino».
A nivel de economía, la provincia era una pampa desierta, ocupada por pastos, montes y ganado suelto, socialmente muy pobre, manejada por un reducido grupo de familias, emparentadas entre sí, poseedoras del poder, de la tierra y del comercio. No existía agricultura, excepto lo poco que se cultivaba en San José del Rincón y Rosario, y la principal fuente de riqueza de la provincia la constituía la exportación de cueros, grasas, astas, madera, carbón, tabaco, algodón, cigarros, sandías.
Dentro de ese panorama de subdesarrollo debe señalarse un hecho positivo: la existencia de dos puertos de ultramar, Rosario y Santa Fe, y de nueve pequeños puertos de cabotaje para el comercio interior.
¿Cuáles eran los problemas que enfrentaba un posible intento de crecimiento de la provincia? Existían tres situaciones negativas que vamos a analizar: la lucha con el indígena por la posesión del espacio, el precario y deficiente transporte terrestre, y la falta de una economía capaz de generar riqueza.
El problema con el indígena
El territorio de Santa Fe era, en aquel entonces, una isla humana rodeada al norte, oeste y sur, por grupos indígenas que intentaban rescatar el espacio perdido frente al avance de españoles y criollos durante la colonia. Los resultados de ese enfrentamiento determinaban las fronteras provinciales y los espacios que podían dedicarse a la producción. Hacia 1858 las mismas estaban dadas por las líneas que aparecen en el Mapa de fronteras. Para una mejor ubicación del lector sobre las fronteras colocamos en el mapa los centros urbanos existentes en la época y los fortines defensivos. Y como referencia actual se agrega la ubicación de Rafaela y Reconquista. Las fronteras hacia 1860–1870 eran:
Al norte: una línea este–oeste que, partiendo de Cayastá, bajaba ligeramente al sur y se orientaba en línea casi recta al oeste, terminando en la provincia de Córdoba.
Al sur: dos fortines (Melincué y San José de la Esquina), guardando precariamente un espacio inmenso que permitía al indígena ingresar hasta cercanías de Rosario. El sur tenía, entonces, una frontera eminentemente móvil.
Al oeste: la frontera oscilaba unos 40 ó 50 kilómetros hacia el oeste de los ríos San Javier, Coronda y Paraná, protegida por el fortín Iriondo —unos 40 kilómetros al noroeste de la capital, sobre el borde este del río Salado— y Fortín Romero, ubicado unos 30 kilómetros al oeste de la actual Sa Pereira, sobre lo que hoy es, aproximadamente, la ruta nacional 19.
El transporte y los caminos
En cuanto a caminos, con Córdoba, la unían cuatro vías:
Desde Santa Fe, una huella por donde hoy corre la ruta nacional 19, protegida por el Fortín Romero. Presentaba el grave problema de la falta de agua potable considerando, además, el tiempo que demoraba el viaje en carreta: unos 12 días, 3 en galera.
También desde Santa Fe se tenía una huella orientada al noroeste, bordeando el río Salado, al que cruzaba al llegar frente al Fortín Iriondo; desde allí seguía en dirección noroeste hasta el Fortín Sunchales, donde doblaba en diagonal sudoeste hacia Córdoba. Este camino también conducía a Santiago del Estero por el norte de las lagunas Mar Chiquita y Los Porongos.
Desde Rosario, bordeando la ribera norte del río Carcarañá, hacia lo que hoy es Marcos Juárez, de allí siguiendo el río Tercero, orientándose hacia la ciudad de Córdoba.
En el extremo sur existía un camino que, saliendo de San Nicolás, provincia de Buenos Aires, cruzaba en diagonal noroeste al norte del Fortín Melincué, terminando en el Fortín San José de la Esquina. Desde allí, siempre en sentido noroeste, a Córdoba.
Con Buenos Aires, la comunicación era terrestre y fluvial.
Terrestre: en carreta, 17 a 18 días desde Santa Fe; 11 a 12 días desde Rosario. En galera, cinco días desde Santa Fe, tres desde Rosario.
Fluvial: En veleros que cargaban unas 50–60 toneladas. De Santa Fe a Buenos Aires demoraban unos 10 a 12 días, 8 a 9 desde Rosario. Esta situación se modificó a partir de la década de 1860, cuando aparecieron los barcos a vapor en el río Paraná, con los cuales desde Rosario a Buenos Aires el viaje se hacía en día y medio; tres días desde Santa Fe.
Con respecto a la Economía precaria, dada su importancia, la trataremos por separado a continuación.
El transporte
Hacia 1858, el transporte terrestre era lento y de poco volumen, realizado en carretas que cargaban 2 ó 2 ½ toneladas y se movían a un promedio de 30 kilómetros por día. El transporte de pasajeros se realizaba en galeras con capacidad hasta para 10 pasajeros, recorriendo unos 100 kilómetros por día. La célebre acuarela de Jean Pallière las muestra, arrastradas por 6 bueyes.
Economía, base y estructura
Base económica
Para analizar la evolución de la economía de Santa Fe de 1853 a 1930, debe partirse de un hecho simple pero básico: como totalidad, y en lo que respecta a crecimiento, la economía de Santa Fe descansa, y descansó durante todo este período, en la producción agropecuaria. La riqueza, la evolución, el nivel de vida, las posibilidades de trabajo, dependió y depende de la situación del agro, de los volúmenes de su producción básica —hoy soja, trigo y maíz; en el ayer, hasta 1970, trigo, maíz y lino—, y en segunda instancia, de la ganadería. Con buenas cosechas y buenos precios, la provincia mostró siempre una situación de bonanza. Si, en cambio, surgían situaciones negativas en relación al campo —como, en particular, se dio durante la década 1930–40— se tenía, siempre, un impacto crítico en la economía urbana. En nuestros días del siglo XXI, el gran Rosario muestra, aún de manera visual, la extraordinaria interrelación positiva que hay entre agricultura, puerto exportador al mundo, expansión comercial, desarrollo de servicios, industria y finanzas.
Estructura de la economía
Durante los años en análisis ubicamos tres etapas económicas: 1853 a 1875; 1875 a 1900; 1900 a 1930.
1° etapa: 1853–1875. Economía del lanar. Inicios de la agricultura
Las aún escasas colonias existentes producían para el autoconsumo, con una tecnología primitiva: arados de madera, siembra a mano, trilla con caballos, segado con guadañas, arrastre de las gavillas en el campo, hasta el sitio donde se levantaba la parva, en cueros secos tirados a mano, transporte con lentos carros, y el fusil al hombro para defenderse de los ataques indígenas, como lo muestra el pequeño monumento al agricultor, ubicado a la entrada de la ciudad de Esperanza. Dada la importancia y magnitud de la economía ovina la tratamos, aparte, más adelante.
2° etapa: 1875–1895. Agricultura comercial e inicio del avance del vacuno y del frigorífico
Oleada de inmigrantes; creación de cientos de colonias agrícolas, pasando de las 3 originarias de 1856–58 a 204 apenas 30 años después, en 1890, llegando a 311, 3 años más tarde, en 1893. De las escasas 8.000 hectáreas cultivadas en esas mismas primeras colonias se pasó a 598.566 hectáreas en 1887; creación de 92 molinos harineros; convertir al país, de importador de trigo y harina a importante exportador, con centro productor en Santa Fe; multiplicar más de cinco veces su población en el mismo plazo; y del transporte en carretas a un territorio unido por el ferrocarril en sus más importantes áreas de producción agrícola e industrial: los hoy departamentos Las Colonias, Castellanos, la Capital, Rosario, Caseros, San Lorenzo, Iriondo, San Jerónimo.
3° etapa: 1895–1930. Crecimiento con alta dependencia de factores externo
Hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial (1914) continuó ese notable crecimiento económico. Se detuvo a raíz del cese de exportaciones por la guerra, con quiebra de empresas, caída general de actividades, desocupación, descenso del nivel de vida, acentuada disminución de recaudación impositiva, desfinanciación del Estado Provincial. La recuperación económica se dará recién hacia 1923.
Ejes de crecimiento
A partir de la base económica citada (agricultura comercial), el desarrollo de la provincia giró sobre tres ejes de crecimiento. Cuando hablamos de ejes nos referimos a sitios o actividades capaces de producir bienes exportables generadores de divisas. Así tenemos: la producción agrícola, la urbanización y el desarrollo del ferrocarril como transporte eficiente.
Primer eje: la producción agrícola
Extraordinario crecimiento a partir de 1880, cuando el dominio sobre la Patagonia, con el avance del ejército argentino comandado por Julio Roca, significó la desaparición de los ataques indígenas y la posibilidad de ocupación plena de las tierras del sur santafesino. Por otro lado, aunque con menor incidencia económica, la conquista del Chaco Santafesino (los hoy departamentos Vera, General Obligado, 9 de julio, San Cristóbal y San Javier) por parte del coronel Manuel Obligado, en 1872, significó poner en producción, con ganadería, caña de azúcar y explotación de la madera, esa inmensa zona que luego iba a ser muy conocida por la actividad de la empresa La Forestal.
Segundo eje: la urbanización
El casi sin igual crecimiento de la ciudad de Rosario, que en los años que van de 1858 a 1895, aumentó revolucionariamente su población, pasando de 41.261 habitantes a 397.188, merced a poseer un puerto de ultramar y ser punto de concentración de cinco líneas ferroviarias que la comunicaban con todo el país productivo, y le permitían acceder a un volumen inimaginable de materiales de exportación, con el paralelo crecimiento del comercio y actividades de servicio. También jugó el crecimiento de la ciudad de Santa Fe que, aunque de menor magnitud, fue muy importante en la zona centro de la provincia.
Tercer eje: el transporte
La instalación del ferrocarril: a partir del primero en 1870, ferrocarril Rosario–Córdoba, generó una inimaginable capacidad de transporte para la época. Luego, en la década de 1880, el ferrocarril que unió Rafaela con Santa Fe (1885) y el puerto de Colastiné, y el que unió Rosario con Gálvez y la línea a Rafaela, luego con Santa Fe. Para las colonias agrícolas contar con este medio de transporte significó un salto económico de enorme magnitud.
Panorama general
Recordemos que en 1858 la provincia ocupaba apenas 24.000 km2 (18 % de los actuales 133.007 km2 que conforman el territorio provincial), y que el límite norte de la provincia se hallaba a apenas 40 kilómetros de la capital. La provincia era un vasto desierto de rica pero inexplotada tierra pampeana, ocupada por estancias que trabajaban a campo abierto, dado que no existía el alambrado en la zona, entrando las propiedades hasta unos 50 kilómetros al oeste. No existía agricultura, salvo producción de hortalizas, legumbres y frutas en San José del Rincón (batatas, zapallos, garbanzos, maní, tabaco, naranjas, sandías, melones), y maíz; y también hortalizas, legumbres y trigo en Rosario. Su comercio de exportación, única posible fuente de riqueza, era mínimo y descansaba básicamente en subproductos de la ganadería (sebo; crines; cueros vacunos, de nutria, ovejas y ciervos; huesos); pescado seco (a Córdoba y Santiago del Estero), y maderas, carbón, jabón, tabaco, cigarros, algodón, maní.
Treinta años después, al realizarse el censo provincial de 1887, el mundo descripto precedentemente ha desaparecido, y en su lugar ha surgido una sociedad pujante, con tendencias modernizantes, mostrando un extraordinario potencial económico. El movimiento comercial y portuario ha adquirido valores impensables (Cuadro 1).
En apenas 20 años (de 1857 a 1877) el puerto de Rosario pasó de un movimiento de 40 buques anuales a 2.033 buques. Algo inimaginable.
¿Qué causas generaron un cambio tan radical? ¿Qué hizo posible que la sociedad ganadera y semi–analfabeta de 1858 pasara, en apenas algo más de una generación, a una situación de sociedad lanzada, no sólo a un agresivo crecimiento sino, también, de desarrollo socioeconómico, de mecanización del agro, con distribución de la propiedad agraria, en particular en la zona central (Castellanos, Las Colonias, La Capital), creación de cientos de colonias agrícolas, más de medio millón de hectáreas sembradas, y el puerto de Rosario incrementando 80 veces su tonelaje de exportación con relación a 1858? ¿Qué fuerzas provocaron ese cambio tan rotundo? ¿Qué transformó a Santa Fe en eso que Carrasco llamó «la más grandiosa manifestación del progreso argentino»?
La Constitución de 1853, estableciendo nuevos principios de organización de la sociedad, fue un punto crucial para la historia de la provincia. Sin constitución, el tratadista Gabriel Carrasco jamás hubiera podido decir la frase que citamos. El interrogante es, entonces, ¿cuáles fueron las causas que generaron ese gran crecimiento económico y social de la provincia? ¿Qué tipo de nueva estructura económica se organizó en Santa Fe a partir de 1853? Como respuesta existe una verdad central, básica, que explica el proceso. El crecimiento económico, el desarrollo urbano y social, y el inicio de una modernización en la provincia descansó, exclusivamente, en el desarrollo agrícola con destino a exportación, posibilitado por el masivo ingreso de inmigrantes que dedicaron sus brazos y anhelos a la agricultura.
El crecimiento económico, el desarrollo urbano y social, y el inicio de una modernización en la provincia descansó, exclusivamente, en el desarrollo agrícola con destino a exportación, posibilitado por el masivo ingreso de inmigrantes
Mecanismos de crecimiento
El desarrollo se concretó a partir de mecanismos específicos, operando sobre la riqueza natural de la tierra pampeana. Así podemos señalar:
La nueva política económica que surgió con la Constitución, basada en el libre comercio y la libre navegación de los ríos, que permitió que los buques mercantes extranjeros ingresaran por los ríos Paraná y Uruguay a centros urbanos como Rosario, Santa Fe, Coronda, Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Concordia, etc., llevando y extrayendo mercadería y productos.
La existencia de millones de hectáreas de rica tierra pampeana sin cultivar, lo que va a permitir la instalación de cientos de colonias agrícolas.
La apertura a la libre inmigración, incorporando mano de obra a las zonas rurales como a las urbanas.
El cambio y avance tecnológico referido a desarrollo agrícola, que llevó a la fabricación de arados de hierro —sustituyendo el primitivo arado de madera y la azada manual—, sembradoras, trilladoras a vapor, segadoras, molinos para extracción de agua, rastrillos recolectores, así como el alambrado que permite no sólo dividir, con claridad, las propiedades sino, muy especialmente, el ganado que las habita.
La llegada de capitales externos que posibilitaron concretar obras tales como puertos, agua corriente, cloacas, teléfono, grandes edificios públicos, con lo que se acompañaba el desarrollo urbano, comercial e industrial.
El establecimiento del ferrocarril, a partir de 1870 (Rosario–Córdoba), que significó concretar dos hechos de extraordinaria importancia económica y sociopolítica.
Integrar el territorio provincial a través de este medio de transporte que en los 25 años siguientes atravesó el territorio de sur a norte y de este a oeste.
Unir las áreas de creciente producción agrícola con los puertos de exportación con rapidez y llevando un alto volumen de carga, comparado con el lento y pequeño volumen de transporte en carros.
Estos factores, actuando de manera conjunta, produjeron una notable etapa de crecimiento. A nivel país, el economista Aldo Ferrer la denominó economía primaria exportadora, por basarse en la producción de bienes primarios, extraídos de la tierra, con destino a exportación a Europa, que demandaba alimentos. Esta etapa, que a nivel de instituciones y régimen jurídico se inició en 1853, pero que prácticamente se materializó, como hecho importante, a partir de la década 1880, entra en situación negativa desde 1930 con el inicio de la crisis económica mundial que generó una fuerte caída del comercio en el mundo y provocó una acentuada baja de precios de los productos que exportaba la Argentina (carnes, cereales). En la provincia ello originó una crisis agraria, con expulsión de trabajadores rurales desocupados hacia las ciudades: Rosario, Santa Fe y, obviamente, el Gran Buenos Aires.
Subregiones
¿En qué áreas de la provincia se dio el crecimiento? Debemos recordar que a la provincia se la divide en tres subregiones: sur, centro y norte.
Norte: departamentos 9 de julio, Vera, General Obligado, San Cristóbal, San Javier y Garay. Con clima subtropical, tierras de inferior calidad y de pastos duros. Posee escasa capacidad agrícola y ganadera.
Centro: departamentos La Capital, Las Colonias, Castellanos, San Justo, San Jerónimo y San Martín. Con clima templado, tierras adecuadas para agricultura y ganadería lechera.
Sur: departamentos Rosario, San Lorenzo, Iriondo, Belgrano, Caseros, General López y Constitución. Con clima templado frío, poseedora de las tierras de más alta calidad de la provincia. Pastos tiernos aptos para el engorde.
Intentos de estabilización de la moneda
Durante el período en estudio, con el afán de generar seguridad jurídica a las actividades comerciales y al comercio exterior, se estableció, en cuatro ocasiones un régimen de estabilidad monetaria, con las mismas características que se tuvo a partir de 1992. Uno solo de ellos tuvo éxito en el intento de estabilizar el valor de la moneda, manteniéndose durante 15 años.
1° Ley de Convertibilidad: se dictó en 1864, pero el inicio de la guerra de la Triple Alianza (1865) y las necesidades emisión de moneda para sostener los gastos de la misma, anularon el proyecto.
2° Ley de Convertibilidad: dictada en 1883. Los fuertes compromisos del pago de la deuda externa existente llevaron a derogar la ley en 1885.
3° Ley de Convertibilidad: única exitosa, se dictó en 1899 y mantuvo la paridad, un peso oro igual a 2,27 pesos argentinos, hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914.
4° Ley de Convertibilidad: dictada en 1927. El inicio de la crisis mundial en octubre de 1929, dio por tierra con esta ley ante una sustancial caída de las ventas externas del país, al extenderse la crisis a Europa.
Situaciones negativas
El proceso económico enfrentó situaciones negativas que, sin embargo, no detuvieron su andar:
Una crisis financiera entre 1874–77, motivada por exceso de endeudamiento externo del país, y el uso de ese dinero para especulación financiera e inmobiliaria, y créditos para consumo. Con ello se llegó a una situación de incapacidad de devolución de los préstamos, lo que devino en una situación de crisis con caída de precios, interrupción de la cadena de pagos, quiebras.
Una segunda crisis financiera en torno a 1890–91, en que se repitieron, exactamente, los mismos hechos de los años 1874–77.
Durante la Primera Guerra Mundial (1914–18), se interrumpió el envío de granos a Europa por los ataques de submarinos alemanes a los barcos mercantes para evitar, fundamentalmente, que llevaran alimentos a Gran Bretaña, lo que produjo una baja extraordinaria de precios y la quiebra de docenas de empresas nacionales, unido a los efectos de una extraordinaria inundación por lluvias, durante 1914, que anegó todo el centro y norte de la provincia e hizo fracasar las cosechas de ese año y las de 1915.
Los años 1914, 1915, 1916, 1917, fueron años sumamente difíciles para la provincia; incluso en 1914 se suspendió la convertibilidad vigente desde 1899. Recién hacia 1923 la economía provincial comenzó a recuperarse.
Al llegar a 1930, la economía provincial se hallaba en situación floreciente, pero el proceso se interrumpió bruscamente por la crisis iniciada en Estados Unidos en octubre de 1929, prolongada hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, en 1939.
Ganadería Ovina
Más allá de lo establecido, en el sur de la provincia se tiene una fuente de riqueza, en general, poco conocida por los santafesinos: la oveja. El Cuadro 2 muestra la evolución de la ganadería de la provincia y, en particular, la importancia del ovino.
Si a 1875 se hablaba de 4.500.000 cabezas de ovejas, es indudable que su presencia en la zona debía datar de muchos años antes, para que se diera semejante reproducción. ¿Cuál fue el proceso?
El desarrollo del ovino en esos años estuvo ligado a la radicación, en el sur de la provincia, desde fecha muy temprana, de inmigrantes ingleses, escoceses e irlandeses, que traían la práctica y cultura de la cría de ovejas de sus países de origen. Quizás antes de 1853 ya se tienen inmigrantes de esos orígenes radicados en la zona, dedicados a esta actividad. En la década de 1860 aparece el ovino en estancias de enorme tamaño, hasta de 200.000 hectáreas, época en que la tierra valía muy poco, propiedad de empresarios inmigrantes como Kavanagh, Garraham, Daly, Newbery, Hutchinsom, Murphy. En años siguientes, sobre todo después de 1880, cuando llega el ferrocarril, y ocupando tierras de los departamentos General López, Caseros y Belgrano, se agregan Casey —argentino pero hijo de inmigrantes irlandeses, fundador de Venado Tuerto, de la célebre estancia Curamalal, y cofundador de Pigué, provincia de Buenos Aires—, Runciman, Gilmour, Walsh, Bell, Turne, Armstrong, Mason, Hughes, Lynch, Sanford, Duffy, Smith, Millty, Hearne.
El retroceso del ovino comenzó a fines de siglo con la aparición, en 1882, de los primeros frigoríficos, que permitieron activar el envío de carne vacuna a Europa. Y el golpe final se dio con la instalación de la empresa norteamericana Swift, en 1907, que trajo el chilled, un enfriado de calidad superior y costo de producción inferior, al de los restantes frigoríficos. En la provincia, Swift instala una planta en 1924 en Villa Gobernador Gálvez, en el límite sur de la ciudad de Rosario.
Por otro lado, y hasta la aparición del frigorífico, el mantenimiento de la carne se hacía salándola. Así es como en 1882 se establece, en la actual comuna de Saladero Cabal, una gran planta saladeril, propiedad de Mariano Cabal, Eugenio Alemán, Patricio Cullen y Eduardo Legarreta. A principios de siglo cerró, al no poder competir, en calidad, con los frigoríficos.
Organización territorial
¿Qué aspectos deben considerarse en la organización de un territorio? Entendemos que debe considerarse aquello que hace a la estructuración del mismo y a su funcionamiento positivo. Para el caso argentino, y en particular el santafesino, tomaremos: población, colonización, producción e infraestructura.
Población, inmigración, colonización
¿Cómo fue el proceso demográfico de Santa Fe de 1853 a 1930?
El Cuadro 3 y el Gráfico 1 permiten comprender, de una sola mirada, que en esta etapa el crecimiento poblacional se dio fundamentalmente por el aporte inmigratorio. De un 10,4 % de la población extranjera en 1858 se llega a la casi increíble cifra de un 38,2 % en 1887 —apenas 29 años después—, y a un 41,7 % en 1895. Ese año, de cada diez habitantes, cuatro eran extranjeros. Además, de los argentinos, por lo menos uno era hijo de extranjeros y hablaba casi exclusivamente el idioma de sus padres. Como dice el gran historiador rosarino Juan Álvarez:
«Librada a sí misma la población criolla (...) la provincia hubiera seguido despoblada. Los 12.000 ó 15.000 habitantes de 1810 no hubieran podido producir los ochocientos mil ni un siglo después (...) del mismo modo era imposible que los 200.000 pobladores del año 1880 se encontraran cuadruplicados a los veinticuatro años. Han sido los extranjeros quienes poblaron la región, como se demuestra por los censos y las tablas demográficas».
Pese a que en 1858 se hizo el primer empadronamiento provincial, el análisis lo realizamos a partir del 1° Censo Nacional de Población (1869) por entender más confiables sus datos. Si bien no se tiene la cifra de ingresos de inmigrantes, sí contamos con datos de cuántos había en cada censo (Cuadro 4). Dentro de ellos hubo dos grupos étnicos principales: italianos y españoles (Cuadro 6).
La importancia de los inmigrantes en el desarrollo urbano se torna más evidente cuando consideramos las dos ciudades principales de la provincia (Gráfico 2).
Entre 1895 y 1914, los extranjeros se acercaban a ser uno de cada tres habitantes, sin contar su hijos nacidos en Santa Fe, que jurídicamente ya eran argentinos pero que respondían al idioma, valores y costumbres de vida de sus padres.
Estructura de edades
La población argentina era extraordinariamente joven (Cuadro 7). Es decir: el 67 % de la población argentina de la provincia tenía menos de 20 años, según el censo de 1914; y un 83,6 % tenía de 30 años para abajo. De acuerdo a ello, apenas un 16,4 % de población superaba los 30 años, lo cual nos está hablando del enorme peso de la mortalidad en la época. En tal sentido, recordemos que ninguna enfermedad infectocontagiosa, en particular la tuberculosis, tenía medicación, tampoco las simples infecciones.
Agregado a ello, un 8 % de población tenía entre 30 y 40 años, y un 4,4 % entre 40 y 50 años. Significa entonces que apenas un 12,4 % tenía entre 30 y 50 años. La suma de los menores de 30 años (83,6 %), más los que tenían entre 30 y 50 (12,4 %) da 96 %. Sólo un 4 % de población llegaba a tener más de 50 años. Cifras impresionantes, difíciles de entender a nuestros días.
Extranjerización de la economía
Al analizar los valores de población encontramos cuatro tendencias claramente marcadas, en general más marcada para la zona sur:
Concentración demográfica en la zona sur.
Concentración urbana en las dos ciudades importantes de la provincia: Rosario y Santa Fe.
Concentración demográfica en la ciudad de Rosario.
Concentración de extranjerización de la propiedad de Bienes Raíces.
La extranjerización se toma a partir del número de extranjeros que eran propietarios de bienes (Cuadro 8). Las cifras son notables, considerando que la población extranjera en la provincia era, entonces, del 31,5 %.
Situación parecida se da con las profesiones (Cuadro 9), aún en actividades muy simples, aunque esto se da, en gran medida, por deficiencias del sistema educativo que no se preocupaba de preparar población para el trabajo. Es de hacer notar que cuando el médico Juan Bialet Massé llega a Santa Fe, en 1904, enviado por el ministro de Trabajo, Joaquín V. González, para estudiar las condiciones de trabajo en todo el país, cita como hecho extraordinario, a imitar, la Escuela Profesional, fundada y dirigida por el profesor Enrique Muzzio —de quien uno de los autores de este trabajo alcanzara a ser alumno, en 1944—, transformada en 1909 en la actual Escuela Industrial Superior de Santa Fe.
En Rosario, el Censo Municipal de 1900 muestra que de las 8.120 propiedades que había, la mayoría pertenecía a extranjeros (Cuadro 10). Es decir, en Rosario, siendo los extranjeros el 41,5 % de la población, poseían más de la mitad de los bienes, el 56,2 %. Uno de cada 18,5 argentinos era propietario de un bien raíz. En cambio, uno de cada 10 extranjeros era propietario de uno.
En la ciudad de Santa Fe, según los Censos Municipales de 1907 y 1923, se daba una situación similar (Cuadro 11).
El incremento de la agricultura y del comercio de exportación —en función de una Europa que demandaba alimentos— llevó al inicio de una desusada actividad comercial que predominantemente estaba en manos de inmigrantes y sus hijos. Para 1907, los inmigrantes se habían convertido en propietarios y hacedores de toda actividad de importancia, tanto en la ciudad de Rosario como en la ciudad de Santa Fe: comercio, industria, construcción, artesanías, navegación, estaban en manos de empresarios extranjeros. En 1907, en la ciudad de Santa Fe son el 28,3 % de la población de la ciudad, pero poseen el 43,2 % de las propiedades. Para 1923 siguen poseyendo el 34,5 %. Más significativo es que poseen las propiedades más importantes en lo financiero (Cuadro 12).
En 1907 en la ciudad de Santa Fe había 1.128 comercios: de ellos 845 eran propiedad de extranjeros (75 % del total) y 283 de argentinos (25 %). Tres de cada cuatro comercios eran de extranjeros. Lo mismo ocurría en las profesiones de arquitecto, constructor, ingeniero y contador: predominio absoluto de extranjeros.
Y en cuanto a bienes raíces, en 1907 sólo el 10 % de la población de origen santafesino en la ciudad era propietaria de bienes, mientras que entre los extranjeros el 43,2 % de ellos era propietario.
Al considerar las cifras de los distintos cuadros, se observa la existencia de dos tendencias fundamentales de organización: la tendencia a la concentración de población y la tendencia a la extranjerización de la economía. La tendencia a la concentración de la población en los departamentos del sur, se observa en el Cuadro 5.
Con respecto a la concentración urbana, en 1887 las dos ciudades principales, Rosario y Santa Fe, sumaban un 30 % de la población total, donde los extranjeros llegaban a valores muy altos: el 41 % de la población de Rosario era extranjera y en Santa Fe el 30 %. Y los valores se acentúan para el 2° Censo Nacional, donde ambas ciudades suman ya el 32,4 % de la población provincial (una de cada tres personas), y los extranjeros alcanzan a la extraordinaria cifra de 46 % en Rosario y 33,8 % en Santa Fe. Puede asegurarse que, sobre todo Rosario, aparece como una virtual colonia extranjera.
Y si consideramos la población total, en 1869, Rosario tenía más del doble de población que Santa Fe (110 % más), pero en 1895 ya la supera en tres veces, situación que se repite en 1914, donde Rosario acusa también tres veces más que Santa Fe.
La causa inicial de lo precedente está claramente expresada en palabras de Eudoro y Gabriel Carrasco en su obra conjunta Anales de la ciudad de Rosario de Santa Fe:
«Rosario se convierte, por ley de la naturaleza, en el puerto de intercambio de las once provincias del interior (...) (se) establece (además) la supremacía de su puerto sobre todos los otros de la Confederación, su comercio se agiganta repentinamente, y quedan echadas las bases de progreso que ya no se interrumpirá jamás».
Obviamente, estas palabras fueron proféticas. Conviene aclarar que la productividad natural de la tierra en la zona sur, donde se daban y aún se dan los rendimientos agrícolas más altos de la provincia, más el equilibrio climático que gozó hasta el cambio climático de nuestros días —equilibrio entre necesidad de agua de la tierra y los cultivos y régimen de lluvia, donde difícilmente se perdía una cosecha por sequía—, potenciaba el área con salida natural por el puerto de Rosario. La zona sur se convirtió en el gran centro de producción maicera, amén de importante productor de trigo y receptor de las cosechas y productos que venían del oeste y noroeste del país, dada la excelente ubicación geográfica de su puerto, que actuaba, y continúa haciéndolo, como embudo, dado que casi todos los ferrocarriles del interior confluyen a él.
Pero el hecho más destacable, desde el punto de vista económico, es que la mayor cantidad de propietarios de la provincia son extranjeros. Otro hecho que muestra una situación notable es que en 1887 y 1895, los extranjeros de Rosario duplican la población de la propia capital de la provincia, y que en 1914 superan la duplicación.
El otro hecho importante es cómo esa concentración demográfica ayuda a que en muy pocos años los extranjeros se conviertan en los mayores propietarios de bienes en la provincia. Así tenemos, por ejemplo, que en 1914, según el Censo Nacional, a nivel industrial, sobre 5.829 propietarios existentes en la provincia, los extranjeros sumaban 4.245 (73 %), los argentinos 1.318 (22 %), más 266 actividades de propiedad mixta. Los extranjeros predominaban visiblemente en alimentación, construcción y vestimenta, tanto como propietarios, empleados y propiedad del capital.
Colonización
El proceso de colonización fue fundamental para el crecimiento y desarrollo de la provincia, siendo Santa Fe la provincia que más colonias creó, lo cual determinó un crecimiento increíble en la producción no sólo agrícola sino también ganadera respecto al resto del país, hecho que se vio incrementado a partir de la década del 80 con el desarrollo del ferrocarril (Cuadro 13).
La primera colonia agrícola fundada fue Esperanza, en 1856, a partir de la firma de un contrato de colonización entre el colonizador Aarón Castellanos y la provincia. Los inmigrantes eran, en su mayoría, de origen alemán y un grupo menor de franceses; le siguieron las colonias de San Gerónimo y San Carlos en 1858, con inmigrantes de origen suizo y alemán.
A partir de 1861, el proceso colonizador se orientó hacia la costa del río San Javier y se crearon las colonias Santa Rosa (1861), Helvecia (1865), California (1866), Cayastá, La Francesa, Cayastacito y San Javier (1867), Alexandra Colony (1870) luego conocida como Alejandra, y Reconquista (1872), la cual creció rápidamente transformándose en el polo del norte, contribuyendo a ello el hecho de que en 1884 se creó el puerto y en 1890 llegó el ferrocarril. Romang nació en 1874.
La primera colonia agrícola fundada fue Esperanza, en 1856. Los inmigrantes eran, en su mayoría, de origen alemán.
Al mismo tiempo se continuó la colonización en tierras al este del río Salado, fundándose Emilia (1868) y San Justo (1870).
A partir de 1881 Guillermo Lehmann, un empresario y periodista alemán, emprendió un proyecto de creación de colonias agrícolas en la zona central, y entre 1875 y 1886 funda Aurelia, Susana, Rafaela, Presidente Roca, Lehmann, Egusquiza, Saguier, Pilar, Santa Clara de Saguier, Reina Margarita, Nueva Roma, Humberto I, Nuevo Torino y Virginia. Estas colonias se poblaron principalmente por inmigrantes italianos, suizos y alemanes.
Otro factor impulsor de nuevas colonias, principalmente en el sur provincial, fueron los trabajos para levantar vía férreas en la provincia, tramo Rosario–Córdoba; así surgieron Roldán (1866), conocida en sus inicios como Berstand, Carcarañá (1870–1871), Correa (1871), Cañada de Gómez (1871), Tortugas (1870), Casilda (1870), en un principio conocida como Candelaria, Jesús María y Germani (1872), San Urbano (1874), San Martín de las Escobas (1874) y Teodelina (1875).
La guerra del Paraguay (1865–1870) contribuyó al desarrollo de todas estas colonias, pues fueron las que suministraron alimento y forrajes para el ejército argentino.
En 1889 se funda la colonia de Moisés Ville, la primera colonia agrícola judía de Su-damérica.
A partir de 1856 la provincia de Santa Fe, va a crecer en forma exponencial en la cantidad de habitantes, como consecuencia de la fundación de colonias.
Producción
Agricultura
En el período 1853–1900 en la provincia de Santa Fe se produjo una asombrosa transformación socioeconómica a partir del proceso colonizador. Esto lleva a que a fines del siglo XIX la provincia se posicionara como la principal productora y exportadora de trigo, maíz y lino en el país. Para 1887, el departamento Las Colonias es el sitio que sobresale por la superficie destinada al cultivo (Cuadros 14 y 15).
La invasión gringa
Hoy nadie llegaría. Pero ellos llegaron. Sumaban mil doscientos. Cruzaron el Salado. Los barcos (uno... dos... tres... cuatro...) ya volvían vacíos, camino del Atlántico. Su carga estaba ahora en un convoy de carros: relumbre de guadañas; desperezos de arados; hachas, horquillas, palos, algún fusil alerta; algún vaivén de brazos... (La invasión gringa (fragm.), José Pedroni)
Trigo
El trigo fue el cultivo que dominó por años el proceso productivo, llegando la provincia a ser el centro triguero del país hasta principios del siglo XX (Cuadro 16).
A partir de esto comienzan a instalarse molinos harineros en las colonias agrícolas, que en un principio funcionaban a leña, hasta que la misma comenzó a escasear. Otros, ubicados cercanos a ríos o arroyos funcionaban en base a la fuerza hidráulica; finalmente sólo quedaron los molinos harineros que utilizaban máquinas a vapor. Hasta fines del siglo XIX, la industria harinera en la provincia fue la más importante del país. En 1884, en la colonia de Progreso, Cristhian Claus, inmigrante alemán, construyó el primer molino harinero a vapor. El molino funcionó hasta el año 1895, cuando un incendio destruyó las instalaciones (Cuadro 17).
Maíz
La producción de maíz adquiere importancia a partir de la instalación del ferrocarril Rosario–Córdoba, cuando se inicia su cultivo en las colonias del sur que nacen a la vera de los rieles. Entre 1875 y 1914, el crecimiento de la superficie sembrada es sideral (Cuadro 18), convirtiéndose Argentina a fines del siglo XIX en la principal exportadora de maíz mundial (Cuadro 19).
Lino
El cultivo de lino comenzó en la provincia en 1880 en el departamento Las Colonias, sembrado por colonos provenientes de Italia meridional y del norte de Europa, quienes conocían la forma de trabajarlo para fabricación de tejidos.
La provincia de Santa Fe fue desde el comienzo la principal productora y exportadora de lino en el país y Argentina la principal exportadora a nivel mundial (Cuadro 20). El cultivo de lino se expandió principalmente en el norte de la provincia.
Maní
La producción de maní a nivel provincial no tenía el desarrollo ni la importancia del trigo, lino y maíz, pero sí lo tenía a nivel regional, en las colonias de la costa del Paraná, y en 1887 se convirtió en el principal productor del país (Cuadro 21).
Se cultivaba maní para extraer su aceite y en 1887 existían dos plantas procesadoras, una en Santo Tomé, otra en el departamento Garay; con los años aumentaron a siete. A principios del siglo XX, la competencia mundial llevó a la caída de los precios, por lo que el área sembrada fue decayendo hasta casi desaparecer.
Caña de azúcar
Se desarrolló en el norte de Santa Fe, en el departamento General Obligado. Pese a que el clima de la zona es marginal para su cultivo, su producción tuvo un gran crecimiento, generándose una industria azucarera. En 1876, en la colonia Florencia se instala un pequeño ingenio y destilería; en 1883 en Villa Ocampo, el fundador de la localidad Manuel Ocampo Samanés fundó el ingenio Mercedes, que funcionó hasta 1890. En 1884 se fundó un ingenio azucarero en Tacuarendí, y en 1887, en Las Toscas se creó un establecimiento industrial destinado a destilería, transformado posteriormente en ingenio, que en 1893 tomó el nombre de ingenio Germania.
Cultivos 1914
Para 1914, la producción agrícola ha crecido notablemente en todo el país, ubicándose la provincia de Santa Fe en tercer lugar como productora de cereales, oleaginosas y plantaciones industriales (caña de azúcar, tabaco, maní, etc.) (Cuadro 22).
Infraestructura
La infraestructura es el sistema muscular de la sociedad, que une los distintos actores de la sociedad para generar eficiencia en las funciones de producción, distribución y consumo, y lograr así que las necesidades de la población se satisfagan más adecuada y ampliamente, y se asegure el crecimiento. Aquí consideramos el transporte (terrestre y fluvial), los puertos y las comunicaciones.
El Ferrocarril
El ferrocarril llega a la provincia en 1863, pero es entre los años 1885 y 1995 que se extiende en forma vertiginosa con la instalación de numerosas vías férreas, lo que trae aparejado en la zona sur de la provincia la fundación numerosas poblaciones a lo largo de las vías. Los dos más importantes centros urbanos del sur, Venado Tuerto y Firmat, surgen como consecuencia de la llegada de los rieles.
De 1870 a 1880 el tramo de vías férreas en la provincia era de 115 kilómetros; creció a 265 kilómetros en 1885, y para 1915 el transporte ferroviario cubría 5.143,60 kilómetros.
La primera empresa en radicarse en la provincia de Santa Fe fue la Compañía de Tierras del Ferrocarril Central Argentino, merced al empuje del empresario estadounidense Guillermo Wheelwright, que construyó la línea Rosario–Córdoba (1863–1870). La empresa recibió del Estado una legua de tierra a cada lado de la vía, que vendió o arrendó a colonos, con el compromiso de adquirir su producción agrícola, si estos así lo quisieran. Fue tal el éxito que años después, en 1883, la empresa debió suspender la recepción de la producción por encontrarse sobrepasada en los volúmenes que podía transportar.
En 1885 una empresa francesa Secours Mutuels denominada L’ Unión, decidió la construcción de un ferrocarril que uniría Santa Fe con Esperanza, Pilar y Rafaela, y en la Costa llegaría hasta el puerto natural de ultramar de Colastiné; luego se extendería hasta San Cristóbal. En un principio se lo denominó Ferrocarril de Santa Fe a las Colonias o Ferrocarriles Santafesinos; posteriormente, en abril de 1900 fue transferido a la Compañía Francesa de los Ferrocarriles de la Provincia de Santa Fe.
El ferrocarril solucionó tres grandes problemas que tenían los inmigrantes, pues casi no existían caminos que conectaran las áreas de producción con las dos grandes ciudades de la provincia y sus puertos: 1) sacar su producción agrícola y ganadera, 2) trasladar los pobladores de una zona a otra, 3) agilizar la llegada de alimentos, elementos, y maquinarias, requeridas por las colonias.
Transporte Fluvial
El río fue un importante medio de comunicación y comercialización para las colonias durante el siglo XIX. Los servicios de carga y transporte se prestaban permanentemente a lo largo el río Paraná. Incluso pronto surgieron líneas marítimas que conectaban con Europa.
Obviamente los puertos importantes eran los de Rosario y Santa Fe. Por la ubicación de Rosario, sobre barrancas del río Paraná, era naturalmente un puerto por la amplitud y profundidad del río; ya en 1855 alcanza un movimiento extraordinario, computándose ese año el ingreso de 611 barcos. En 1902 comienza la construcción de un nuevo puerto, que se inaugura en 1905.
En 1886 el gobernador Gálvez crea en Santa Fe el puerto de Colastiné (Sur), hasta donde llegan las vías del Ferrocarril a Las Colonias, con lo que los productores de los departamentos La Capital, Las Colonias, Castellanos, San Jerónimo y San Martín pueden conectarse directamente, con rapidez, con un puerto de ultramar. Resultando insuficiente su tamaño, en 1900 se inaugura Colastiné Norte, que se utilizaba para sacar los productos forestales (carbón, rollizos, postes, etc.).
Respecto a la cantidad de embarcaciones que había en la provincia, en el Censo Nacional de 1869 figura lo que se detalla en el Cuadro 23. El Censo Nacional de 1895 destaca la cantidad de puertos en la provincia, su ubicación y la cantidad de población que trabaja en cada puerto y vive en las islas aledañas a los mismos (Cuadro 24). El Censo Nacional de 1914 señala que en la provincia hay anclados en ese momento 185 vapores, distribuidos, fundamentalmente, entre Rosario y Santa Fe. Rosario: 101; Villa Constitución: 17; Coronda: 8; Santa Fe: 38; San Lorenzo: 10 y Piracuacito: 5. La importancia creciente del movimiento portuario santafesino se puede ver tambien en la comparación con los de otras provincias, como se señala en los Cuadros 25 y 26.
Industria
Una sociedad progresa en la medida que los distintos sectores económicos incrementan su capacidad de producción de bienes materiales, con lo que generan excedentes de bienes que se colocan en otros mercados, y así se obtiene riqueza para vivir y crecer. La realidad muestra que esa capacidad de producción recorre, aproximadamente, las siguientes etapas económicas: caza y pesca, ganadería, agricultura, industria, servicios.
En la provincia de Santa Fe tenemos, desde la fundación hasta, aproximadamente, 1870, una economía ganadera, vacuna, mular, a campo abierto. Desde esta última fecha, hasta fin del siglo XIX, y a partir de la inmigración y creación de colonias agrícolas, surge una sólida economía ovina junto a una agricultura que, pronto —después de 1885–1890, aproximadamente— se convierte en base de la economía de la provincia. En todo este tiempo, la industria aparece muy tímidamente, con escasa presencia, y a nivel exclusivamente de consumo, no de reinversión productiva. Los grandes sectores y empresas (harina, cerveza, refinería de azúcar) aparecen en la ciudad de Rosario hacia fines del siglo XIX, principios del XX, al igual que la curtiembre Meiners en Esperanza, los ingenios azucareros en el departamento General Obligado, y las fábricas de tanino en Vera y General Obligado.
En cada colonia, la industria se desarrolló como artesanal, con objeto de satisfacer necesidades de consumo de la población local: fundamentalmente fabricación de harina, aceite comestible, talleres y fábricas de maquinarias agrícolas: arados, rastras, sembradoras, trilladoras, molinos para extracción de agua. En Rosario, en cambio, surgió, en función de su volumen de población y su relación con el mundo a través de las exportaciones, la fabricación de una amplia variedad de bienes: carruajes, licorerías, fundiciones, herrerías, marmolerías, zapaterías, colchonerías, fideos, vestimenta, artes gráficas. De todas maneras, se trató siempre de empresas medianas o pequeñas.
La primera información sobre industria, con datos fehacientes, recién se tuvo con el 1° Censo Provincial de Población, Comercio e Industria de 1887, realizado durante el gobierno de José Gálvez (1886–1890) (Cuadro 27).
Estos cuatro departamentos sumaban el 77 % del total de establecimientos de la provincia, sobresaliendo Rosario, cuyos datos (capital y contribuciones) muestran que sus empresas eran de una dimensión muy superior al resto, con excepción de los ingenios azucareros existentes en Villa Ocampo y Tacuarendí, a los que pronto se agregaría Las Toscas. El capital de los establecimientos de Rosario sumaba casi la mitad de toda la provincia; y allí se va a instalar también, en 1890, Refinería Argentina, fundada y presidida por uno de los más grandes empresarios argentinos del siglo XIX, Ernesto Torquinst, —hijo de un inmigrante y empresario inglés llegado a Buenos Aires en 1823— que recibía azúcar de Tucumán, donde previamente había fundado la Compañía Azucarera Tucumana, con capitales básicamente nacionales, agrupando seis ingenios azucareros. Según Juan Bialet Massé, la refinería no era sólo la mayor fábrica de la provincia sino una de las más grandes del país. En los seis meses de trabajo pleno, cuando llegaba el azúcar, llegaba a tener más de 900 empleados.
En 1914, la industria registró en la provincia 13.256 personas, en su mayoría extranjeros: 4.745 argentinos (36 %), 8.511 extranjeros (64 %).
En particular, los extranjeros predominaban en actividades que requerían alguna formación técnica, tales como: carpintería, mecánica, marmolería, fabricación de carruajes, fabricación de fideos, herrería, hojalatería, licorería, molinos harineros, construcción. Lo mismo ocurría con el comercio, casi totalmente en manos de extranjeros.
La industria naciente dependía totalmente de materia prima que le proveía la agricultura. Como dice el economista José Schvarzer:
«La expansión de la economía argentina durante el largo medio siglo transcurrido entre 1880 y 1930 resultó espectacular. En (...) cincuenta años (...) la población (...) se multiplicó por cinco y el producto bruto por diez; ese auge era motorizado por las exportaciones agrarias que, a su vez, crecieron unas doce veces (...). En las primeras décadas del siglo XX, el producto local per cápita era superior al de Francia e Italia. En la década de 1970 ese producto había retrocedido a sólo el 40 % del de Francia».
(Nota: por producto per cápita se entiende la cantidad de bienes producidos, a lo largo del año, por persona).ç
Esa potencia agropecuaria es la que fundamenta el nacimiento de las mayores industrias del país, basadas en materias primas de la tierra: azúcar, vino, molinos harineros, saladeros, frigoríficos; crecimiento tan acelerado que entre 1895 y 1908 —apenas trece años— la producción industrial se duplicó. De todas maneras, eso no evitó un deterioro de la situación social, en parte por el gran crecimiento de población, de origen inmigrante y, por otro lado, porque la crisis financiera de 1890 había sido superada, en gran medida, por una profunda devaluación del peso argentino, que alentó las exportaciones y disminuyó las importaciones, generando un mayor ingreso de divisas al país, mecanismo en el cual el oro lo recibían los exportadores mientras el trabajador cobraba en un numerario papel que valía cada vez menos. Entre 1883 y 1891, el peso se devaluó un 332 %. Esta situación es la que llevó a que en la década de 1890 comenzaran crecientes huelgas que se prolongaron hasta los inicios de 1920, atizadas intelectualmente por dirigentes socialistas y anarquistas llegados especialmente al país para difundir las nuevas ideas sobre el rol del trabajador. Entre ellos, el conocido dirigente italiano Pietro Gori, que actúó en Rosario y Santa Fe entre los años 1898 y 1902. Se inician también las grandes huelgas docentes por extremo atraso en el pago de sueldo (12–14–16 meses), movimientos donde descolló el dirigente Raymundo Peña, fallecido, muy joven, poco después.
El crecimiento de la economía provincial obligó a reconfigurar la estructura político–administrativa como queda demostrado en el Cuadro 28.
Censo 1914
Si consideramos el Censo 1914, último que se hace en el período 1853–1930, tenemos dos tipos de datos fundamentales: los referidos a cantidad de establecimientos según rubro y nacionalidad de sus propietarios, y los referidos a personal por nacionalidad y cantidad. El inconveniente de los datos surge a nivel espacial: no hay desagregación territorial, ni a nivel de distritos ni de departamento (Cuadro 29).
Al analizar los datos por rama de actividad se aprecia, no sólo que la principal actividad es la alimentación, sino que su crecimiento es muy superior al de las restantes actividades. En 1887 la misma constituía el 17 % del total de empresas, subió al 20,9 % en 1895 y llegó al 39,5 % en 1914. En ese momento se acercó a ser casi la mitad de la industria de la provincia. Le sigue en importancia la construcción, que en 1914 representó el 18,6 % del total. Estas dos ramas sumaban, en 1914, el 58,1 % de todas las empresas de la provincia. En cuanto a propiedad, el 62 % de las alimenticias eran propiedad de extranjeros, así como el 80 % de la construcción. Y en el total de las empresas el 72,8 % estaba en manos de extranjeros.
En tercero y cuarto lugar se ubicaban las industrias de la vestimenta y la de muebles, con un 15,5 y 8,5 %, respectivamente, de importancia en la provincia.
La industria importante de Santa Fe se centraba entonces, básicamente, en sólo cuatro rubros: harina, refinación de azúcar, madera y tanino. Y los departamentos con mayor grado de industrialización eran Rosario, Las Colonias y La Capital.
Otro indicador importante es la fuerza motriz existente que da, en cierta medida, el grado de mecanización de la actividad. La fuerza motriz del país (máquinas a vapor, hidráulicas) sumaba 680.000 HP. En Santa Fe alcanzaba a 77.726 HP (11 % del total).
El consumo se discriminaba en: alumbrado público (que gastaba 44.321 HP —57 %—), industrias (las alimentarias poseían 16.297 HP —21 %—) y construcción (10.264 HP —13,2 %—), obteniendo como subtotal de estas tres actividades el 91,2 %.
A fines del siglo XIX había 47 molinos harineros, con la característica de pequeños y medianos molinos en la zona central, e importantes empresas en Rosario y área de influencia, donde se conformó un complejo logístico de grandes establecimientos ligados a áreas de la industria harinera: encontramos allí los nombres de Semino, Minetti, Wildemurth, Boero, Alabern, Fábrega, Cabanellas, Amsler, Ivancich.
El primer molino harinero de Rosario se fundó en 1858 (Molino del Saladillo), propiedad del empresario Timoteo Gordillo. Luego en 1864 nace Semino, que en 1908 adquiere el molino hidráulico de Carcarañá y funda el Molino Carcarañá.
En 1895 había 24 fábricas de manteca y queso en la provincia, en general pequeñas. Comienzan a desarrollarse cremerías para tratar la leche y fabricar productos, y la actividad fue tan importante, que, para fines del siglo XIX, los historiadores Ensinck y De Marco señalan que Santa Fe producía el 51,5 % de la manteca del país, el 39 % de los quesos, el 49 % de la caseína, el 56 % de la leche en polvo y el 53 % del dulce de leche. Y comienzan a surgir cooperativas, en particular en torno a Franck, San Carlos Centro, Rosario y Sunchales; aunque el gran desarrollo de las mismas, y de la industria láctea, se dará ya avanzada la década de 1930, convirtiéndose en un eje económico de la zona central.
La dificultad de importar durante la Primera Guerra Mundial hizo que se desarrollaran algunas industrias simples, como aceites comestibles, productos lácteos, papel, química, cemento, lácteos. Y tenemos una industria que nació temprano pero se desarrolló lentamente: la lechería y la producción de lácteos. Desde el comienzo, en San Jerónimo Norte y pueblos vecinos de origen suizo, comenzaron a fabricar productos de la lechería, al igual que en el sur, en pueblos cercanos a la vías del ferrocarril, comercializando el producto en las ciudades de Santa Fe y Rosario, utilizando el ferrocarril recién instalado. Tenemos también el caso de la lana, que se exportaba pero sólo un 3 % era lavada; el resto, 97 %, en bruto, tal como salía de la esquila. Con la guerra este porcentaje subió al 11 % en 1919.
Un hecho de gran importancia lo constituyó la instalación del frigorífico Swift en Villa Gobernador Gálvez, en el límite sur de Rosario, en el año 1924.
La Forestal
Un caso particular de la industria santafesina y, aun argentina, fue el de la empresa inglesa La Forestal. Fue fundada oficialmente en 1906, aunque su accionar llevaba varias décadas, bajo nombre de otras empresas de menor tamaño. Su tamaño, de alrededor de 2.000.000 de hectáreas, era superior al de Holanda, e igual a un tercio de Bélgica. A nivel práctico constituía un Estado dentro del Estado santafesino. En el censo de 1914 figuran 27.716 obrajeros en Vera y 32.904 en General Obligado. Poseía moneda propia, que sólo se podía cambiar en los almacenes, carnicerías, panaderías, etc., de la propia empresa, policía propia, ferrocarril, puerto. Levantó 40 pueblos en el interior del latifundio, y sus fábricas más importantes se ubicaron en Villa Guillermina, Villa Ana, Tartagal y La Gallareta, hoy piezas de museo, dado que la empresa cerró sus puertas a inicios de 1960. Su accionar significó talar el 80 % del bosque natural que ocupaba el norte de Vera, oeste de General Obligado y sureste de Santiago del Estero, produciendo un desastre ecológico que, hasta hoy, no ha sido revertido. Contrariamente, se sigue talando el monte. No debe olvidarse que un quebracho requiere un siglo para llegar a su plenitud.
El fuerte de La Forestal radicaba en la producción de tanino, elemento usado en las curtiembres, además de postes, rollizos, durmientes, que salían al exterior por Colastiné hasta 1910 y de allí en adelante, por la ciudad.
A manera de conclusión
Sobre estos años en que la industria comienza a levantar cabeza, el país, pero muy en particular la provincia de Santa Fe, atravesó durante casi diez años (desde 1914 a 1923) una situación económica difícil. Hubo dos causas generales (guerra de los Balcanes y profunda caída de las exportaciones) y una particular de la provincia (inundación).
Con respecto a la inundación pluvial de 1914–1915, durante un año no cesó de llover en toda la zona centro y norte de la provincia. Una película de agua cubría los campos, los durmientes del ferrocarril al norte cedieron y se paralizó el transporte, y durante dos años no hubo cosechas agrícolas ni producción de la industria de la madera. Se paralizó el comercio y el quiebre de empresas y productores cubrió más de la mitad del territorio. El Estado provincial se tornó casi insolvente por fuerte caída de la recaudación impositiva. Desocupación y pobreza fueron consecuencia obligada.
La guerra de los Balcanes se produjo entre el imperio turco y grupos reunidos en lo que después conocimos como Yugoslavia. Inglaterra, nuestra gran prestamista, intervino política y financieramente en la guerra, y necesitada de dinero para seguir atendiendo los gastos de la misma, elevó la tasa de interés bancario para atraer capitales. Cesaron entonces gran parte de los créditos al resto del mundo y se encarecieron. Ello afectó a la Argentina y a Santa Fe que además, como vimos, durante dos años careció de producción y terminó fiscalmente endeudada.
Por otro lado, al cesar las exportaciones a Europa, por el peligro de los submarinos por la Primera Guerra Mundial, cayeron los precios del trigo, del maíz y del lino.
Después de 1923 aproximadamente, la economía se repuso, aumentaron las exportaciones agrícolas a cifras máximas, y la bonanza volvió a la provincia.
Si bien después de 1914 no contamos con datos para el nivel provincial, la información sectorial que se tiene nos dice que la industria siguió creciendo con la mismas características: producción de bienes de consumo, mayor crecimiento en Rosario y zona sur, favorecido por su puerto y por un sistema ferroviario que, como abanico, convergía en la ciudad. Así hasta llegar a 1930, año en que se produce la crisis internacional que arrastra también, obviamente a la Argentina, y con ello a la provincia, por caída de las exportaciones y profunda disminución de los precios de los cereales y oleaginosas.
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