Introducción
JULIO CÉSAR RONDINA
Como hemos señalado en otra oportunidad (1), ingresar al estudio de esta etapa, implica adentrarnos y tratar de inquirir sobre un profundo quiebre del devenir histórico argentino. Al compás de cambios que se producen en la historia mundial a partir de la crisis que estalla con la llamada Segunda Guerra Mundial, nuestro país habrá de modificar sustancialmente su economía y su sociedad.
Quizás la innovación más importante, desde la visión de la relación Estado–Sociedad civil–Mercado, es el paso del modelo de Estado Interventor al de Estado Benefactor o Estado de Bienestar.
Con el golpe de Estado que en 1930 derroca al presidente Hipólito Yrigoyen, nuestro país había dejado atrás el modelo agroexportador que se había consolidado a partir de la organización nacional encabezada por Buenos Aires luego de la batalla de Pavón y se encaminó hacia el modelo industrial sustitutivo.
Luego de la revolución que se produce en 1943, se profundiza el modelo de manera sostenida, pero ese desarrollo del mercado interno y el proceso industrial se sustenta partiendo de una efectiva utilización del ahorro nacional.
Por lo tanto, aquella relación que surgiera luego de la crisis mundial de 1929 se modificaría, y a partir de nuevos paradigmas, el Estado tendría una importantísima intervención en la economía. No solamente poniendo pautas de regulación en aquella, sino como productor de bienes y servicios, y, lo que es más importante a los efectos del estudio de las relaciones sociales emergentes, interviniendo decisivamente en la redistribución de la riqueza.
Esta reasignación de los recursos llevará implícito que serán otros grupos sociales los dominantes, en desmedro de los sectores tradicionales de nuestra economía.
Al compás de esta modificación serán dos las clases sociales beneficiadas por el nuevo rumbo económico: por una parte, la burguesía industrial, particularmente la proveniente del sector de la industria liviana, y —con una fuerte aparición política en el escenario social— los sectores trabajadores que se encolumnaron detrás del liderazgo del por entonces coronel Juan Domingo Perón.
La presencia del nuevo proletariado en el escenario político y social modificará esquemas y el mundo público verá nuevos actores antes totalmente desconocidos. Los avances tecnológicos de aquel entonces (particularmente electrodomésticos) se introducirán en muchísimos hogares, provocando cambios culturales de importancia. Las nuevas formas de comunicación generarán lo que fue dado en llamar democracia de masas, y el sentido de lo nacional se apoderará de vastos aspectos culturales.
En sintonía con estas modificaciones estructurales, la mujer adquirirá una nueva presencia social. No solamente porque desde 1947 logrará la totalidad de sus derechos políticos —esencialmente, la posibilidad de elegir y ser elegida representante—, sino porque el requerimiento de mano de obra, hará que salga de su hogar para trabajar, estudiar, perfeccionarse y ser una activa participante de la vida social. Dejará atrás ese retraído destino que la tenía confinada en su hogar, a la espera de un buen partido para casarse y tener hijos, reproduciendo su condición de ama de casa, función laboriosa y respetable, pero que le cerraba alternativas sociales.
Ese ingreso a una nueva forma de modernidad no estará exento de conflictos. Por el contrario, la sociedad sufrirá un quiebre que se mantendrá vigente hasta luego del derrocamiento del propio presidente Perón. La violencia de su expulsión del poder es indicativa de lo disruptivo de su presencia en la historia nacional.
En nuestro texto dedicaremos los primeros capítulos a explicitar las profundas transformaciones que se producen a nivel nacional, para luego centrarnos en la historia santafesina que adhirió y reprodujo las mismas en el ámbito provincial.
(1) Fernández, Jorge R. y Rondina, Julio C. (2022): Historia argentina. De la colonia a 1955. Proyectos sociopolíticos–económico s y modelos de Estado. Santa Fe: Ediciones UNL.
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