5. El modelo económico de la República Liberal
JORGE RAÚL FERNÁNDEZ
La Argentina agrícola ganadera ligada al mercado externo
Un proceso de transformaciones y crecimientos
El modelo económico de la República Liberal consistió en incorporar la Argentina al mercado mundial, en el marco del sistema de la división internacional del trabajo, como vendedora de materias primas agropecuarias y compradora de productos industriales. Ese mercado mundial tenía como núcleo central a Europa y, dentro de la misma, a Inglaterra. Para implementar ese modelo, la Argentina contaba con condiciones geográficas sumamente aptas (la llanura pampeana o pampa húmeda), con un régimen jurídico que garantizaba el libre comercio y protegía los intereses extranjeros, con una demanda de materias primas en el mercado mundial y un sistema político estable —represión de los últimos caudillos federales y sistema electoral fraudulento de por medio— donde el gobierno estaba en manos de una burguesía comercial y ganadera, cuyos intereses particulares coincidían con los objetivos del modelo.
Pero eran necesarias algunas acciones decisivas para potenciar las condiciones antedichas. En primer lugar, la reconversión ganadera, que nos permite pasar de carne salada, que exportábamos desde el período colonial, a ganado en pie, en primer lugar, y luego a carne enfriada o congelada, al incorporarse el frigorífico, como así también el mestizaje, tanto en la era de la oveja, como luego cuando predomina el ganado vacuno, lo cual nos convirtió en una especie de fábrica de carnes, siendo a finales del siglo XIX uno de los principales proveedores del mercado mundial, primero en el número de cabezas de oveja y tercero en el de vacas. En segundo término, la expansión agrícola que, como una verdadera revolución, nos llevó de importar trigo y maíz en 1870 a ser el principal exportador del mercado mundial en 1910, lo que generó la calificación de que la Argentina era el granero del mundo. En tercer lugar, y precisamente para dicha actividad agrícola, la incorporación de numerosos contingentes de inmigrantes, especialmente italianos y españoles que, casi nunca como propietarios, fueron actores fundamentales en la transformación de la estructura productiva. En cuarto lugar, la incorporación del ferrocarril, generalmente en manos de capitales extranjeros, para acelerar el traslado de las materias primas hacia la zona portuaria de la pampa húmeda, pero también para inundar con productos industriales extranjeros el interior de la Argentina. En quinto término, la llegada de capitales foráneos que controlaron estructuras claves del sistema productivo (ferrocarriles, frigoríficos, sistema financiero, compañía de seguros, etc.), pero que también fueron préstamos para el Estado argentino y que se destinaron a realizar las obras públicas que requería el modelo, embellecer la ciudad de Buenos Aires y paliar el déficit de nuestra balanza comercial. Y por último, la incorporación de tecnologías que, junto a las antedichas, posibilitaron la plena realización del modelo económico previsto en la República Liberal y ejecutado por la clase dirigente en la segunda mitad del siglo XIX.
Como resultado de todo lo anterior, se produce un crecimiento significativo de la producción agrícola–ganadera, objetivo central de lo que Aldo Ferrer califica como el período de la economía primaria exportadora y otros denominan de crecimiento hacia afuera, donde nuestra clase dirigente acepta el papel para la Argentina de meros proveedores de materias primas que a los países periféricos le asignan las potencias mundiales, iniciando de ese modo una relación comercial y económica cada vez más estrecha con Europa y, en particular, con Inglaterra.
La expansión agrícola, como una verdadera revolución, nos permitió ser el principal exportador del mercado mundial en 1910, lo que generó la calificación de que la Argentina era el «granero del mundo».
José Cibils (Nogoyá 1866 – Santa Fe 1919)
A Santa Fe (...)Ya en tus llanuras se oye el murmullo de tu progreso, que es un arrullo de grata y dulce repercusión; ya venturosos tus labradores el noble fruto de sus sudores ven con inmensa satisfacción.Ya están brillando como un tesoro de tus trigales los mares de oro que son los dones que da la paz, y ya vibrante, por tus confines, como la diana de tus clarines se oye el silbato del tren audaz.Ya de extranjeras tierras lejanas van aumentando las caravanas de los que vienen en ti a vivir de los que quieren, región bendita, en tu comarca cosmopolita gozar dichosos tu porvenir.(...) Veo en tu inmensa feraz llanura desenvolverse la agricultura con crecimiento tan colosal, que te presenta como el granero más afamado del mundo entero por tu abundante, rico cereal.(...) (Fragmento extraído de Los ojos nuevos, y el corazón, Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe, 2018)
Desequilibrios regionales
Ese modelo generará, en sus aspectos negativos, profundos desequilibrios internos, no sólo por la concentración de la riqueza en la pampa húmeda y principalmente en la gran burguesía terrateniente y comercial, sino porque las economías del interior no pudieron competir con los productos industriales extranjeros que arruinaron sus tradicionales artesanías, generando pobreza, despoblamiento y un marcado retroceso.
Reflexiones industrialistas
Expresa Emilio de Alvear, en artículos de la Revista de Buenos Aires, en 1870: «Debemos reaccionar completamente del camino que llevamos, concentrando nuestra fuerza al interior en vez de perder el tiempo no queriendo ver sino el comercio exterior... La libertad de comercio es para Inglaterra o Francia una verdadera protección para sus fábricas, con la cual imponen sus telas y paños al mundo libre así como imponen el opio a la India». (Historia argentina 1810–1930, Jorge Fernández y Julio César Rondina)
La alternativa industrialista
Con motivo de crisis internacionales de 1866 y 1873, surge una alternativa industrialista y proteccionista que objetará el sistema adoptado, sosteniendo que era necesario por lo menos industrializar los productos del campo, que los países como la Argentina que sólo venden materias primas y compran productos extranjeros terminan trabajando para el extranjero, y que sólo los países industriales terminan siendo poderosos. Esta tesis, explicitada en el Congreso y en los ámbitos académicos de entonces, será sostenida por conocidos hombres públicos de entonces tales como Vicente Fidel López, José Hernández, Carlos Pellegrini y hasta el propio Juan Bautista Alberdi que, en los últimos años de su vida, rectifica los criterios sostenidos con anterioridad.
En el marco del sistema económico nacional antedicho, en la provincia de Santa Fe se va a implementar un modelo de producción agrario extensivo complementario del desarrollo ganadero previamente existente, lo cual permitió el paso de una economía de subsistencia a una producción con eje principal en la producción primaria, pero acompañada de un incipiente sector manufacturero industrial. El desarrollo de ese proceso se encuentra en el siguiente capítulo.
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