Diario El Litoral de Santa Fe. Desde un umbral santafesino
Guillermo E. Dozo | Director y editor responsable - Diario El Litoral Santa Fe
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Para llegar a El Litoral, el punto de partida es La Palabra, periódico fundado por el diputado radical Alcides Greca en 1915 y que extendió su vida por más de tres años. Salvador Caputto se sumó al emprendimiento —luego de haber pasado por los diarios El Día de Montevideo y La Razón de Buenos Aires— y se hace cargo de la conducción periodística. Junto a ellos se contaba a Pedro Vittori, quien actuaba como administrador.
En 1918, Salvador Caputto, junto a un grupo de jóvenes entusiastas, decide abrir un nuevo diario en la ciudad —ya existían El Imparcial, Nueva Época y Santa Fe— y para ello ocupan una vieja casona en la calle San Martín 761, entre Corrientes y Juan de Garay.
«Don Salvador, así lo llamaban, a secas, había sido un joven apasionado, un militante anarquista en el fulgor del siglo XX. Un ciudadano que más tarde serenó sus ánimos pero no sus ideales embanderados en los postulados del liberalismo democrático. Hoy nos es difícil comprender cómo en 1918 un grupo de amigos, mayores que él, apoyó económicamente la audacia de este hombre de 32 años, decidido a fundar un diario, con el fin de abrir un espacio de opinión e informar. Aventura a la que se unió, dos años más tarde en las tareas administrativas, don Pedro Vittori», describió María del Carmen Caputto, nieta del fundador.
El primer número de El Litoral de aquel 7 de agosto de 1918 estuvo impreso en cinco columnas de composición para una edición de ocho páginas, con la firma de Luis Pavón Rueda como redactor jefe, y la colaboración de Arturo Valdez Taboada y José María Coco. Fueron algunos de sus colaboradores Armando G. Antille, Manuel e Isaac Francioni, Emilio Cardarelli, Juan Luis Fetraroti, Rodolfo Candioti, Juan M. Bullo, José J. Amavet, Domingo Sabaté, Pedro Gómez Cello, José Oliva. Pedro Vittori se sumó como administrador el 4 de agosto de 1920.
El diario, encendido en sus ideas, constaba de dos páginas impresas en una imprenta H. Jullien, de origen belga. Recién en 1922 incorporará la linotipia. En 1929 se trasladó de la casa que alquilaba a un local propio en San Martín 2653.
En lo que ha sido más de un siglo de labor periodística han pasado por la redacción de El Litoral periodistas que han dejado su huella. Pero, seguramente, que el editorial de partida escrito por Salvador Caputto marcó los primeros años pero también el ADN de un diario con estilo propio.
Aquel artículo en la portada del número uno llevaba por título «Desde el umbral» y sostenía:
«No venimos a llenar ninguna misión providencial. Concluyeron los tiempos míticos de la prensa, en que la aparición de uno de sus nuevos portavoces era precedida de anunciaciones solemnes casi hieráticas, quizás para disimular mejor la entraña demasiado humana del nuevo dios. «El Litoral quebranta concientemente la rutina hipócrita y desde que asoma bajo el dintel de la vida de la acción, quiere mostrarse tal cual es, a fin de que nadie se llame a engaño y para que los buenos sepan que para ellos trabajaron esta vez los cerebros, las plumas y las máquinas. (...) Venimos, pues, a decir lo que sentimos y lo que pensamos como ciudadanos de una democracia, buscando para nuestros ideales y pensamientos inspiración en la conciencia popular. Mas cuando nuestro juicio después de honestas meditaciones, nos traiga la convicción de que el pueblo yerra, como erraron otros pueblos halagados por la brutal materialidad del panem et circenses romanos, no ha de arredrarnos la magnitud del esfuerzo redentor y hemos de ir hacia él con el ceño adusto de la verdad desnuda para hacerle sentir todo el peso de sus desvíos suicidas. No venimos a amoldarnos al ambiente, sino a poner en él nuestro poco de oxígeno moral, que pueda convertirse en dignidad colectiva, en justicia y en bondad social. Ni soberbios ni falsamente humildes, confesamos las energías que bullen en nuestra alma y decimos bien alto el afán que la agita. Venimos a luchar, ¡queremos luchar!, porque eso es la vida, porque esa es la historia eterna del pueblo, porque del pueblo nacemos y para el pueblo han de ser todos nuestros esfuerzos y todos nuestros sacrificios. A los que aguardan El Litoral con mano franca, nuestro saludo de amigos. A los que esperan con la adarga en el brazo y lanza en ristre: ¡firmes y en guardia! A los buenos, a los que trabajan, a los que producen, a los útiles, nuestra fuerza moral y estas columnas como permanente baluarte. (...)».