1. La modificación del sistema electoral
JORGE RAÚL FERNÁNDEZ
La ley Sáenz Peña
La sanción de la denominada ley Sáenz Peña en febrero de 1912 modifica sustancialmente el sistema electoral vigente, dando inicio a lo que denominamos república liberal democrática. El nuevo régimen establece como padrón electoral el utilizado para el enrolamiento militar; consagra el voto secreto, obligatorio y universal masculino; otorga al Poder Judicial la facultad de controlar el proceso electoral; y consagra el sistema de lista incompleta o de mayoría–minoría, donde el triunfador obtiene dos tercios de los cargos y el segundo el tercio restante. Más allá de la importancia que algunas corrientes historiográficas le otorgan al grupo gobernante y su intento de adaptar la legislación a los requerimientos políticos y a las nuevas realidades sociales, lo cierto es que la lucha de 20 años de la Unión Cívica Radical es la causa fundamental del reemplazo de un sistema electoral fraudulento por uno que garantice la voluntad popular. Y esa modificación es la que permite pasar de una democracia de minoría, elitista, restringida, oligárquica, a una democracia abierta, de mayorías, transparente electoralmente hablando. Pero también es la ley Sáenz Peña la que posibilitará que la Unión Cívica Radical deje de lado la abstención electoral revolucionaria que venía sosteniendo y comience a participar en los procesos electorales.
Características del sistema electoral
La ley Sáenz Peña, sancionada el 10 de febrero de 1912 y promulgada el 13 del mismo mes y año, lleva el número 8871. Reitera el voto universal masculino, existente en las anteriores legislaciones, reconociéndole a los mayores de 18 años, argentinos o naturalizados, que estuvieran incluidos en el padrón electoral, privando del derecho a determinados ciudadanos por razones de incapacidad, estado y condición, e indignidad. Claramente no contempla el voto femenino ni el de los extranjeros no naturalizados, derechos predominantemente no reconocidos en las legislaciones por entonces existentes en países republicanos. Tampoco otorga derechos electorales a los habitantes de los territorios nacionales por no estar incluidos en el padrón, lo que implica una discriminación a los pueblos originarios, mayoritariamente residentes en los mismos. La obligatoriedad del voto reemplaza al carácter voluntario que tenía anteriormente y su finalidad era evitar el ausentismo en los comicios y la indiferencia electoral. Pero la modificación central es la que establece el carácter secreto del voto en reemplazo del modo público que tenía hasta entonces, lo que permite garantizar la libertad del elector para decidir sin presiones por quien quisiera. En cuanto al sistema de lista incompleta, la misma reemplaza a la denominada completa, donde el triunfador se llevaba todos los cargos en disputa mientras ahora la mayoría logra dos tercios y la primera minoría el tercio restante. El padrón electoral se confecciona sobre la base del enrolamiento militar, siendo el documento de identidad por entonces existente, denominado Libreta de Enrolamiento, el único válido para presentar en el momento de votar.
Modificación de la táctica electoral de la oposición radical
La sanción de la normativa señalada provoca el cambio de táctica electoral del radicalismo que deja de lado la denominada abstención electoral revolucionaria y comienza a participar en los actos comiciales, participación que tiene como primer escenario la provincia de Santa Fe, en las circunstancias que detallaremos en el capítulo correspondiente.
La modificación central es la que establece el carácter secreto del voto en reemplazo del modo público que tenía hasta entonces, lo que permite garantizar la libertad del elector para decidir sin presiones.
Objetivos de la reforma
La misma traducía la triple finalidad de terminar con el sistema electoral fraudulento, dar lugar a los partidos opositores que se expresaban mediante nuevas fuerzas políticas y lograr una mayor participación ciudadana en los actos electorales.
Causas de la reforma electoral
Mucho se debate en la historiografía argentina respecto a las razones o causas que motivaron al grupo gobernante a plantear un sistema electoral que permitiera pasar de una democracia fraudulenta a una que asegurara la transparencia y limpieza del comicio. En términos generales, hay coincidencia en cuanto a la existencia de dos factores, aunque existen divergencias en cuanto a la proporción de la influencia de cada uno de ellos. Una de las causas que se menciona es la persistencia del radicalismo en su lucha por modificar el régimen fraudulento, expresada mediante una abstención electoral revolucionaria que, conducida férreamente por Yrigoyen y pese a algunas disidencias internas, le otorga a esa lucha un aire épico indiscutible, provoca adhesiones en muchos sectores de la población y preocupa a los gobernantes del régimen conservador. El otro elemento que se considera es la existencia de nuevas concepciones en ciertos sectores de las élites dominantes que, ante las nuevas realidades sociopolíticas surgidas en las dos últimas décadas, plantean la necesidad y conveniencia de modificar el sistema electoral fraudulento para consagrar un sistema político que asegurara la libertad del sufragio y la representación de las minorías.
Sobre el particular, Alan Rouquie expresa que los hombres del régimen conservador no creían en las posibilidades electorales del radicalismo y temían a su capacidad insurreccional. Pensaban, afirma, que el electorado los rechazaría por su actividad conspirativa y que continuarían votando por las fuerzas tradicionales, cuya capacidad de gobierno y aptitud para garantizar la paz reconocerían en las urnas. Consideraban también, siempre al entender de Rouquie, que la reforma electoral iba a permitir la representación política del radicalismo como primera minoría en los ámbitos legislativos pero jamás como partido de gobierno, lo cual afianzaría la estabilidad política del país. Además, suponían que la integración del radicalismo al sistema era el mal menor, atento a que dicho partido era una valla de contención contra el peligro mayor que implicaba el ascenso de un proletariado combativo y portador de revolucionarias ideologías, o sea, que los sectores innovadores de los grupos conservadores consideraban que la Unión Cívica Radical implicaba una oposición moderada que no atacaba las bases del orden económico y social establecido sino que sólo buscaba ampliar la participación política sin afectar lo anterior. En sentido similar se expresa Natalio Botana, quien afirma que nadie del grupo gobernante dudaba que la mayoría no recayera en ellos ni de que la reforma electoral tuviera por sí misma la virtualidad de modificar la relación de fuerzas existente, correspondiendo la minoría a una oposición que ese modo se convertiría en legítima y participante, consolidando la institucionalidad del sistema político.
Otros autores estiman que la clase gobernante se vio obligada a revisar el sistema electoral por la inestabilidad política que se venía registrando en los últimos años por el embate de las nuevas fuerzas políticas y sociales, haciendo referencia concretamente a la estrategia del radicalismo de abstenerse electoralmente, pero al propio tiempo, golpear mediante revoluciones cívico–militares, por un lado, y a la presión combativa de un movimiento obrero, incrementada por primacía anarquista, por el otro.
Males y dolencias
El ministro del Interior del presidente Sáenz Peña, Indalecio Gómez, señalaba que «hay tres grandes males en el país desde el punto de vista electoral: la abstención de los ciudadanos, la maniobra fraudulenta en el comicio, la venalidad para hacer perder la conciencia de ciudadano al elector. Y una cuarta dolencia constitucional, que es fuente, origen de todas las otras: que el pueblo no elige; quien elige es ese estado de cosas, ese mecanismo, esa máquina de que ya se ha hablado», refiriéndose a la estructura política oligárquica. (Historia argentina 1810–1930, Jorge Fernández y Julio César Rondina)
Consecuencias de la Ley Saenz Peña
En cuanto a las consecuencias de la reforma electoral, la misma transformó el sistema político de la de democracia de minoría, pensado por Alberdi y comenzado a ejecutar desde Pavón, en una democracia ampliada, donde las mayorías populares podían conseguir por la vía legal el poder político, lo que posibilitó la participación de la Unión Cívica Radical. En este sentido, Arturo Sampay sostiene que la mencionada reforma injertó una antinomia en el seno del modelo previsto por los constituyentes de 1853, dado que posibilitó que los obreros, los campesinos y la pequeña burguesía, cuya explotación debía perdurar en beneficio del desarrollo capitalista y de los sectores dominantes de la economía argentina, quedarían en condiciones de conquistar el predominio político mediante el sufragio libre.
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