Nuevos protagonistas en batalla por la comunicación
ALFREDO MONTENEGRO
«Nora fue infectada por el virus del peronismo», dice su sobrino Ovidio Lagos, en su libro Argentinos de raza. El autor, cuyo nombre era igual al de quien funda en 1867 al diario rosarino La Capital, con esas palabras revela cómo caracterizaba su clase e ilustre familia al movimiento que surgía.
La aparición de una peronista en la dirección de un diario de gran tirada y conservadora línea editorial, es parte de la sacudida que el surgimiento del movimiento de masas detonó ante los grandes diarios, generalmente regenteados por empresas familiares.
Pero el relato de la prensa escrita refleja sólo una parte dentro del complejo entramado comunicacional de una época. Más allá del mensaje trazado por la lógica de la línea ideológica empresarial, se construyen otros procesos de información y expresión no formal.
Sobre el abordaje de la temática comunicacional, desde espacios no convencionales, el rol de los trabajadores y la disputa entre la preferencia por diarios o zapatillas, las investigadoras Mirta Moscatelli, Mercedes Prol y Gabriela Vercesi aportan nuevas miradas desde sus indagaciones, documentadas y tratadas con rigor científico.
Terremoto y el subsuelo sublevado
El período del 43 al 55 fue graficado por un trabajo de agosto de 2015, de la entonces Televisión Pública Argentina. En la entrega denominada Capítulo 8: El peronismo (1943–1955), indica con precisión que ese «capítulo de nuestra historia empieza con un terremoto y termina con un bombardeo».
Tras el brutal terremoto sanjuanino ocurrido en enero de 1944 —que dejó unas 10.000 víctimas—, también se sublevó el subsuelo de la patria, como Raúl Scalabrini Ortiz describía al 17 de octubre de 1945: «Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Éramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía».
Pero, el diario Crítica señalaba: «Grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de intimidar a la población».
En tanto, en Rosario hubo movilizaciones que pasaron frente a los diarios La Tribuna y La Capital, «con cánticos hostiles». Ya entonces, el gentío reclamaba ante los diarios.
Las columnas del decano
En 1945 La Capital tenía un tiraje diario de 100.000 ejemplares, era el único medio del interior que podía competir con diarios como La Prensa, La Nación, Crítica, El Mundo o Noticias Gráficas. Muy alejados estaban otros periódicos del interior», dice la docente e investigadora Mirta Moscatelli. Para su colega Mercedes Prol: «La Capital es claramente cercana al partido Demócrata Progresista, desde un liberalismo político, no económico. El diario La Tribuna tenía un corte también cercano a ese partido, pero con periodistas cercanos al Partido Comunista».
La Capital se lanza en noviembre de 1867 para impulsar la candidatura presidencial de Urquiza y para promocionar a Rosario como capital federal. Era apoyado por Lisandro de La Torre y la Liga del Sur, donde se encuadraba la familia Lagos.
Moscatelli explica que con el surgir del peronismo, el diario tomó un perfil opositor. «La lectura de las editoriales son una toma de posición, jugaban con los conceptos “principios republicanos” y la “libertad de prensa”. Consideraban que el peronismo venía a romper con las concepciones liberales».
Explica que, al finalizar 1943, el decreto 18.407 establece que «para informar sobre hechos políticos, debían remitirse a publicar la información oficial. Además, reglamenta la actividad periodística y el Estado debe asegurar el derecho a la libre expresión».
Ante ese recorte, dice Moscatelli: «La Capital interpretó el decreto como un atropello nunca visto desde los días de la dictadura de Rosas».
La «maldecida por peronista» El historiador Roberto Baschetti, en Militantes del Peronismo Revolucionario, uno por uno, indica que «en septiembre de 1953, Nora (28 años) llega a la dirección del diario, que en 1946 había apostado por los candidatos de la Unión Democrática. Los directivos del periódico hacían fe de su antiperonismo más gutural. Pero lo primero que hace como directora es cambiarle la orientación». Moscatelli advierte que «algunos historiadores señalan que el nombramiento de Nora intenta evitar que se castigue al medio». «Caído Perón en 1955, la familia recupera el diario y Norita va presa. Al salir, edita diarios clandestinos, y vuelve a ser detenida», dice Baschetti. Sufre prisión, escapes, exilios, regresa, vive apuros económicos y fallece en 1975. «Su familia no la perdona. Cuando el diario cumple 100 años, en una muestra de fotos de sus directores faltó la de Nora, maldecida por peronista», dice Baschetti.
Irrupción de los trabajadores
Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, dice Moscatelli: «Perón tratará de lograr la adhesión de los periodistas». El decreto 7618/44, sobre Estatuto del Periodista, produce importantes cambios en la relación entre trabajadores y empresas periodistas, ante una ley que regulaba la actividad.
Explica la investigadora que «se establecen requisitos para ser periodista profesional, se reafirma la libertad de prensa y de pensamiento» y garantiza el ejercicio del oficio.
El Estado será mediador en conflictos sociales y eso preocupa a los medios. Se impulsa «una ciudadanía en un molde más social y se interpela al trabajador. Hay un enemigo común para el gobierno y trabajadores: los patrones opuestos al aguinaldo y otros beneficios sociales, la oligarquía. La irreverencia del movimiento falta el respeto a los superiores», sostiene.
Además, en octubre de 1944, al abrir el Congreso de la Federación de Periodistas, Perón, afirma: «No creemos haber hecho otra cosa que un acto de justicia». Y agrega que «el panorama social que ofrecía la prensa mostraba el contraste tremendo entre empresas demasiado ricas con periodistas demasiado pobres».
Comunicación y territorio
La investigadora Mercedes Prol sostiene que «organizar también es comunicar». Recalca que el peronismo, al trabajar en el barrio, mantienen una comunicación alternativa. Esa tarea realizaron los centros culturales en Rosario y localidades como Bigand, Arminda, Bombal, Alcorta y otras.
«Eran lugares aglutinantes, con trabajo de hormigas, sin empleados y con vecinos con pertenencia territorial que rescataban lo popular, el asado y las fiestas patrias», explica.
«Partidos y prensa opositora sospechan que esas actividades no eran transparentes, y que la acción transcurría desde la Secretaría de Trabajo y Previsión a esas instituciones», señala la magíster en Ciencia Política y Sociología por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y miembro del Centro de Estudios de Espacio, Memoria e Identidad de la UNR y de la Red de Estudios sobre el Peronismo.
Mientras «proliferan en Rosario asociaciones de Tiro y Gimnasia (Todo por la Patria), y Centros Cívicos (Coronel Perón)». «En esos espacios, desde el 47, nacen unidades básicas», agrega.
Propaganda y espectáculos
La Subsecretaría de Informaciones y Prensa se forma durante el gobierno del general Ramírez (1943). «Cobra importancia cuando Perón la considera como herramienta para su candidatura», dice Baschetti en 1946–1955. La prensa escrita en el gobierno peronista.
Y Prol remarca: «La Subsecretaría de Informaciones y Prensa se convirtió en el espacio para difundir las distintas imágenes de la revolución». «Se crean direcciones de Prensa, de Propaganda, de Espectáculos Públicos y de Radiofonía. Aparece la participación del cuestionado Raúl Alejandro Apold, hombre del cine y el periodismo». «Algunos lo comparaban con Joseph Goebbels, ministro de propaganda del nazismo».
Hoy algunos funcionales al cerrojo informativo desde los medios hegemónicos, sólo perciben «al autoritarismo, censura y concentración informativa impuesta por el peronismo». Pero no se refieren a quienes detentaban la propiedad de las empresas periodísticas, sus intereses y en qué condiciones producían sus trabajadores.
Tribuna y radio
Sobre otros diarios, Moscatelli indica que «una frase del diario La Tribuna (1928), ligado a los demócratas progresistas, explica lo que estaba en juego: Un hombre puede oponerse a las reformas o a las revoluciones por dos motivos: porque no comparte sus programas o porque lesionan sus intereses personales. Nunca nos contaremos entre los últimos».
Por otra parte, en los años 30 irrumpe la radio y el radioteatro. El formato incluye lo cotidiano, la música nativa, ficción, historias de vida y de barrios. Asoman dramas pasionales y colectivos, desde la inmigración, el trabajo y la pobreza.
Toman protagonismo sectores que la prensa no contenía, y también acceden a ella quienes no sabían leer y habían conocido a Eva por la radio.
Zapatillas sí, diarios no
«Me preguntaba cómo, a pesar de las críticas por su autoritarismo, fascismo, las presiones sobre la prensa y el pasado militar, ese tipo atrajo a las mayorías y gana tres elecciones», dice Gabriela Vercesi, licenciada en Comunicación Social y del Profesorado de Grado Universitario de Ciencias Políticas, UNR.
Tras recorrer las páginas de La Capital, del 43 al 45, se gradúa en 2003 con su tesina Perón y el gobierno militar a través de la mirada de La Capital, un análisis del discurso del diario rosarino:
«El diario se abría con noticias internacionales y quejas por la neutralidad del gobierno en el conflicto mundial. En las editoriales aparecía la cuestión nacional y se confiaba en los militares para sanear a los partidos políticos. Pero acentuaba que el gobierno militar era provisorio y critican que ellos dispongan el funcionamiento de los partidos».
Registra que «las noticias sobre Perón y su actividad eran pocas y pequeñas, pero luego cambia cuando Perón empieza a tener relevancia, pero crea un estado de alerta y resalta las intervenciones en universidades, huelgas y la censura a los partidos».
También transmitía el temor, hablando de «elementos peronistas, seguidores o los adictos a Perón», dice Vercesi. «Había antiperonistas antes de llegar al gobierno». Y, desde 1945, «las notas apuntan a los disturbios y violencia que desataban los peronistas».
Advierte que «sin medios alternativos y más fuentes para acceder a otra construcción mediática, se supone que persuadían con el discurso basado en democracia, libertad y republicanismos».
Pero, «los sectores populares no considerados por nadie, parecieron optar por la justicia social, a pesar de todo lo demagógico que se le asignaba», agrega la también profesora de Gráfica Editorial, Prácticas Profesionalizantes y Técnicas de Expresión Oral y Escrita.
«Fue determinante el acceso a derechos y a participar. Si alguien tiene su primera bicicleta cuando ve a Evita en un camión, eso tiene mucho peso. Hay que agregar logros como las jornadas laborales de 8 horas, vacaciones, aguinaldo y el voto femenino, entre otros».
«Los diarios, a los movilizados por el peronismo, las describen como «mujeres que vestían en forma estrafalaria, como criollas. Se hacen llamar descamisados», términos despectivos comparados con la caracterización de los seguidores de la Unión Democrática».
«El tratamiento mediático no alcanzó a opacar a las mejoras impulsadas. Además Perón y Evita eran oradores que sabían llegar a los suyos».
«El diario tildaba de demagógicas, frases como de la casa al trabajo y del trabajo a casa. Pero algunos analistas afirman que la clase obrera tomó conciencia política desde las mejoras logradas y la organización en gremios y sindicatos en los que tomaban identidad política, como práctica y acción, para llegar al protagonismo».
La comunicación organizada
En 1994, la erupción del volcán Nevado de Huila (Andes colombianos), destrozó la zona y dejó cerca de mil muertos. Tras el desastre se colocó un sismógrafo para monitorearlo. Al advertir algún peligro, un operador debía telefonear al primero de una lista armada en forma de pirámide, quien a su vez llamaría a los dos siguiente en la pirámide y así se difundía masivamente. El sistema evitó muertes en otras erupciones. En su artículo «Decolonizar la comunicación...» (2013), Germán Bustos, al pensar qué fue lo prioritario en esa experiencia, no privilegia al rol del sismógrafo, operadores o la cadena de llamados. Afirma que lo esencial es atender la señal emitida por la Madre Tierra.
Los aportes de las investigadoras apuntan también a estar atentos a las señales de la comunidad, sus organizaciones, expresiones y reclamos.
En tanto, en esta batalla por la comunicación no se debe caer en la trampa de incluir, sólo para encubrir la dominación y domesticación de la diversidad. Se trata de desafiar al sistema hegemónico y a la lógica comercial, para articular esas históricas experiencias con las nuevas y colectivas expresiones que la tecnología nos brinda para construir una comunicación comunitaria.
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