Hugo Washington MEDINA "Taco"

Nació en Malabrigo el 26 de noviembre de 1941, hijo de Eduardo Medina y Sara Flores. Sus padres residían en esa localidad debido a la profesión docente, directora de escuela, de doña Sara. Tras esa etapa toda la familia se radica en Reconquista.

Trajinará la escuela primaria hasta 3er grado en Malabrigo y luego en la Bernardino Rivadavia frente a plaza 25 de Mayo de Reconquista. De la secundaria egresará como maestro en la Escuela Normal No. 3 Juan B. Alberdi.

En 1964 participa del inicio de los Campamentos Universitarios del Trabajo (CUT) en Mendoza, impulsados por el Padre Llorens. En 1965 esos campamentos con universitarios de varias provincias se realizan en Reconquista y en Fortín Olmos, donde Medina es responsable del primero (Barrio La Cortada) y Miguel Giraudo el de Fortín Olmos, con la presencia del padre Llorens hasta el final.

En 1966 se recibe de educador de Historia en el Profesorado de Reconquista. Había comenzado la carrera en Santa Fe pero al abrirse el Instituto retorna a su ciudad. Trabajará como docente en el Instituto Reconquista. Realiza con sus compañeros y con el profesor Dante Ruggeroni un viaje de estudio por el NOA: Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, Salta, Jujuy.

En 1967 se realiza un CUT en Neuquén, bajo la responsabilidad de Medina. Ese año con unos compañeros y el Padre Llorens se van de gira por Sudamérica. Hugo enviará una tarjeta: “Al grupo Reconquista / Algún día, los bienes de la tierra, serán repartidos justamente, para que los hombres sean plenamente hombres / Si ese día, no estamos con los que han luchado por eso, no habremos sido nada / Con el enorme cariño que les tengo, me abrazo y Adelante!. Hugo"

En 1968 el campamento es en Salta. Se pone de novio con quien sería su esposa, la mendocina María Stella Zanocco (Piki), hija de un prestigioso jurista que llegará a la Corte Suprema provincial. Ese año Piki viene de Buenos Aires, donde estudiaba Ciencias Políticas, a Reconquista a visitar a sus suegros. De retorno se detiene en Santa Fe para conocer a su cuñada Susana.

En septiembre muere trágicamente su hermana Susana. En diciembre Hugo y Piki se casan. A pesar del duelo toda la familia participa del casamiento. Los novios viajan a Mina Clavero y retornan a Reconquista. En 1969-70 se radican en Tucumán y trabajan en la Secretaría de Cultura de la Provincia. Vivieron primero en la ciudad capital, luego en Yerba Buena.

Estaba iniciando su militancia en uno de los grupos armados del peronismo que dará luego origen a Montoneros. La temprana caída de Taco Ralo en acuerdo con la conducción de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), el grupo pasó a hacerse cargo de la reorganización de esa fuerza en Tucumán y Salta. Hugo se hizo cargo de Tucumán.

En 1971 nace su primogénito Diego. En 1972 Hugo y Picki se radican en Salta continuando con el trabajo político social. En 1973, con el retorno de la democracia y los triunfo del Dr. Héctor Cámpora en la presidencia y de Ragone en la gobernación, es nombrado jefe político de la Policía salteña, al que después renuncia. En ese año nace su segundo hijo Raúl Sabino.

En 1974, el matrimonio Medina se traslada a Córdoba donde Hugo es nombrado Inspector General de la Dirección Nacional de la Educación para Adultos (DINEA) en toda la provincia. Fue el último año en que volvió a Reconquista, con motivo de la muerte de su padre en el mes de septiembre. A pesar del dolor por esa partida, aprovechó la oportunidad para encontrarse con muchos amigos.

Detención y fuga

En noviembre de 1975 Hugo Medina estaba probando una camioneta junto con un compañero en la periferia de la ciudad de Córdoba cuando se encontró con un control de policía. Le dieron la voz de alto, desobedecida, por lo que les dispararon varias ráfagas. Fue herido en el hígado, detenido y hospitalizado. Mientras se reponía tenía una obsesión: huir de alguna forma del Hospital.

Comienza a pedir a quiénes le permitían visitarlo algunos elementos: guardapolvo bordado con el nombre de un médico, pantalón blanco, lentes ahumados, zapatos. Un médico joven le puso una llave en la cama para la puerta de salida de los médicos, siempre llena de profesionales. Hugo había hecho amistad con dos enfermeras, quienes le elevaban la temperatura de la fiebre para que no lo saquen de allí y lo lleven a sala general y de allí al Hospital de Policía. Comienza a probar su estado físico, levantándose para ir al baño, pero se marea. Deja el intento para mejor día. Con el apoyo de sus compañeros y familiares afuera se decidió el momento; Hugo se levantó, se afeitó los bigotes y se vistió. Y pateó el tablero. Avanzando resueltamente como médico salió del hospital, debió ir a distintos lugares hasta ser rescatado, alojado en una “posta sanitaria” siete días, para recuperarlo de una infección importante.

En 1976 se radica en el Gran Buenos Aires, tras estar un breve lapso en Rosario. En Buenos Aires se encontraron con amigos que los ayudaron mucho, primero compartiendo casa y luego buscándole trabajo y para alquilar. Por razones económicas y de trabajo cambiaron varias veces de domicilio. Diego (Pichi) y Raúl (Lali) empezaron a ir al Jardin de acuerdo a su edad.

“El consiguió trabajo y la estaba pasando más o menos bien. En el año 1977 los visité, no recuerdo la fecha, Hugo venia a esperarme en la casa de mi mamá y me llevaba. Tenían una casa amplia, muebles. En enero del 78 supe que tuvieron que cambiarse de casa y lugar y yo me puse muy preocupada" repasa doña Sara, su madre.

El 3 de febrero de 1978 es muerta su compañera Piki. El cadáver de Stella Maris Zanocco será visto en el campo de concentración "El Vesubio". Los restos de esta militante serán ubicados en 1992 en el cementerio de Lomas de Zamora por el Equipo Argentino de Antropología Forense.

Hugo escribe un carta para sus hijos.

“ Queridos Diego y Lali:

11/4/1978. 09.30 hs. Hace un montón de días, más de un mes, que tenía que haber empezado a escribir esto y hoy recién lo empiezo. ¿Pero qué es "esto" que quiero escribirles?. En verdad, no lo sé muy bien. La idea la habíamos concebido con la Petisa, retomando algo que se acostumbraba hace años, allá cuando empezamos; escribir una carta para que sea leída por ustedes para el caso de que nos pase algo a nosotros dos.

A esa idea se nos había ocurrido completarla con algo así como unas “Memorias”, donde aprovechando o siguiendo nuestra "biografia política" hiciéramos un aporte a la historia de Montoneros, cosa que hasta el presente no tengo noticias de que se haya hecho (supongo que la habrán empezado ahora los compañeros en Europa).

Por no saber exactamente cómo encarar, como empezar "esto", fue que no lo empezamos antes. Lástima grande porque de haberlo hecho tendrían ustedes algo escrito por “la mamá” especialmente para ustedes. Pero de todos modos, a no ser por la letra, tengo la seguridad de que todo lo que les escribo, lo hacemos los dos. No tengo otra forma de hacerlo que junto a ella.

Empiezo entonces a escribirles con la idea de contarles todo lo que hemos hecho juntos (Piki, ustedes dos y yo) desde 1964 más o menos. Para que conozcan mejor a la mamá, para que además del recuerdo inolvidable que tendrán siempre de ella, conozcan su entrega de más de 14 años a la revolución, de amar intensamente a sus hermanos, los oprimidos de nuestro país, de luchar con todas sus fuerzas contra la injusticia en el mundo. Vaya entonces todo esto, de homenaje cálido a su querida memoria, hoy a más de dos meses que la Petisa cayó físicamente, para que la Patria viva.

En este acto de comportamiento heroico de la Petisa, que cayó combatiendo, se sintetiza algo así como nuestro legado o herencia para sintetizar todo el amor que les hemos tenido, el ejemplo de vida que hemos querido dejarles, la recompensa por todos los sacrificios que ustedes inconscientemente debieron ir asumiendo durante la guerra. (...) Ustedes se enteraron antes que yo de la ausencia de la mamá y supongo habrán tenido la casi certeza que algo malo le había pasado; yo esa noche estaba en una reunión y recién volví a la mañana siguiente. Ustedes se pasaron la noche solos. Lloraron un poquito al ver que no volvía la mamá. Unos vecinos los acompañaron hasta que se durmieron. Yo llegué el sábado a las 8.30 hs. Lali se había levantado para ir al baño y Diego estaba sentado en su cama, con sus ojitos muy grandes y fijos. Cuando me vio llegar me dijo: “Papá, la mamá no volvió anoche...”

Yo volvía contento, contento por volver, por volver para ustedes y la Petisa (habíamos aprendido en esta dura guerra a valorar cada minuto de estar juntos). Les traía unos chupetines todos pegoteados para ustedes (que iban a saltar de alegría). Cuando escuché lo que dijiste, Diego, tuve en un segundo la certeza total de que lo peor había ocurrido. Aunque ya una vez los dos no habíamos vuelto a casa y después "revivimos”, tuve la certeza de que esta vez no era así. La guerra cambió y ya aquellas cosas casi no ocurren. Pateé la cama con rabia y desesperación. Me senté junto a vos y me empezaron a salir unas lágrimas, vos empezaste a hacer lo mismo. Al ver eso, yo me reprimí y vos también te frenaste. Desde ese momento ni una sola lágrima más derramaste; tampoco lloró nunca Lali. Creo que hubiera sido mejor que los tres pudiéramos desahogar tanto dolor.

Realmente estoy inmensamente orgulloso de ustedes por como se portaron. Como hijos revolucionarios de un pueblo en guerra. Cuando "hablo” con la mamá le cuento de ustedes y nos sentimos tan felices de haber sabido darles todo lo que estuvo a nuestro alcance para que ustedes asumieran así esto. Siempre decía ella un poco en broma, que "lo mejor que nos salió, son los chicos...”.

(Publicado en el libro “Campana de palo” de Roberto Baschetti)

Cada vez que Hugo salía de su último domicilio que habitaba en la calle Yrigoyen 990 de Rafael Calzada (Buenos Aires) dejaba cartas. Tenía el presentimiento de que podía sucederle lo peor.Una de ellas fue escrita Y decía:

“A cualquiera de mis vecinos: Si están ustedes leyendo esta carta, es seguramente porque me ha ocurrido a mí algo grave. Es por eso que les pido que lean detenidamente esta carta y cumplan con lo que aquí les pido.

Soy Montonero. Como ustedes saben luchador, para que algún día en la Argentina exista la justicia social y se acaben el hambre y la explotación.

Si no he vuelto a casa es porque he tenido un enfrentamiento con el Ejército o la policía y me han matado. Lo mismo que pasó con mi querida esposa y compañera, el 3 de febrero.

Les pido que se encarguen de cuidar a nuestros queridos Ale y Pichi hasta que algunos de los abuelos venga a llevárselos. Y para eso también les pido que les avisen urgente a las siguientes direcciones: mi madre: ... mi suegro: ... (...)Esto se los pido no solo como vecinos, sino como parte de este mismo pueblo que forman ustedes. Ellos son nuestros enemigos, mios y de ustedes, porque están al servicio de este gobierno asesino, que hambrea al pueblo y encarcela a quienes protestan y reclaman. Tortura y mata.

El que venga, se hará cargo de retirar los muebles y dejar la casa en condiciones de entregarla.

A ustedes mi agradecimiento, como el de mi querida compañera; hemos sentido desde que llegamos, su amistad y solidaridad. Los sentimos parte de este pueblo, de este heroico pueblo trabajador, peronista, montonero, por el cual orgullosamente hemos dado la vida y 10 años de lucha. Y cuando esta dictadura asesina y mentirosa hable de un montonero, acuérdense de nosotros y habrán visto quién miente. “

El cerco se cerraba. Corría 1978, Hugo trabajaba en una fábrica de pinceles de Avellaneda.

"Le dieron vacaciones escolares a fines de julio y él me dijo porqué no me iba con los chicos a la casa de mi mamá a pasar unos días porque a ellos les gustaba mucho. El domingo 30 de julio nos acompañó a Villa Tesei (Morón), se volvió a la noche y ese fue el último día que nos vimos. Quedó en volver el miércoles o sábado siguiente o domingo, pero no volvió. No dormí. El lunes 7, temprano fui a llamar por teléfono al trabajo en Avellaneda, pregunté por él, fueron a buscarlo y me contestó que desde el martes de esa semana, no había concurrido al trabajo, sin aviso y que tenía haberes que cobrar"

/ Sara, su madre

El 1° de agosto de ese año Hugo fue secuestrado presuntamente cerca de una comisaría de Lanús. Era un cuadro de la organización Montoneros. La conducción le había ofrecido salir del país, oferta que no aceptó tras reflexionar sobre su hermana Susana, su compañera Piki y los miles de compañeros muertos. Se presume que sus restos fueron ocultados en el cementerio de Avellaneda (BsAs), aunque no se los pudo identificar ya que pasado algunos años los habrían depositado en el osario común.

Su vida puede recapitularse en palabras de su compañero de estudios Hugo Nalli: "Fue un insobornable y combativo en la defensa de sus ideas; solidario y humano en sus relaciones con compañeros y amigos. Supo manejarse con astucia en situaciones límites, Con valentía y lealtad apuntó a convicciones. Caminamos juntos la Escuela Normal y el Instituto Superior del Profesorado. Compartí momentos irrepetibles, disfrutamos espacios de Verdad en inacabables discusiones sobre la acción y el pensamiento, la teoría y la práctica. Aprendí mucho con Washington, lo escuchaba y respetaba. Su prédica, su dialéctica, su mensaje se dirigía al rescate de la dignidad humana. La utopía de un mundo mejor vivió en él."

Elaborado con textos publicados en “Solo digo compañeros” de Raúl Borsatti, donde se puede contar con más desarrollo de información

Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en AMSAFE Regional Gral Obligado

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