Gervasio Ramón GIRAU«Negro Ramón»
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Ramón era el menor de la Familia de don Cecilio Girau y Doña Silveria, nació en la laguna «La Palma» en Santiago del Estero. «(...) A la edad de 6 años se traslada a nuestra localidad para cursar sus estudios en la Escuela N* 559, su maestro fue el Sr. Américo Monti. Le gustaba el teatro y su deporte favorito era el fútbol, por lo que integró los primeros equipos de la Asociación Deportiva Juniors Club. A los 12 años comienza a trabajar como cadete de la imprenta del Sr, Héctor Cruz, la que antes de cumplir los 18 años ya le pertenecía con el nombre de «Gráfica Girau».
Desde muy joven lo preocuparon las grandes diferencias sociales y la falta de oportunidades que tenía la gente más carenciada de Suardi. Esto lo motivó a formar parte de la Juventud Peronista, y (...) por su intervención, se logra el alumbrado público del Barrio San Miguel.
Integra también la comisión que impulsa la creación de la Capilla en dicho barrio, donde estrecha relación con los sacerdotes que visitaban nuestro pueblo, seguidores de la Doctrina Tercermundista que se difundía por toda América Latina. Posteriormente (...) integra la comisión de la Secretaría de Acción Social (de la Comuna) donde entre otras actividades, tramita pensiones y jubilaciones. Junto a sus amigos trabajó arduamente para conseguir la instalación en Suardi del Centro Asistencial SAMCO. Realizaron grandes festivales en la Sociedad Cosmopolita para recaudar fondos con los que solventaron los gastos de mejoras del lugar y la compra del equipamiento para el Centro Sanitario que funcionaba en dichas instalaciones. También formó parte de la Secretaría de Cultura donde se emprendieron cursos de alfabetización que se dictaban en la Capilla San Miguel y cursos de costura que se realizaron en la Sociedad Cosmopolita. (...)»
/ Homenaje de la Comuna de su pueblo, Suardi, 24 de Marzo de 2006
Carta a Ramón de Sara, hermana, amiga y compinche
Ramón:
No sé cómo comenzar hablar de Vos, porque a pesar de tantos años de silencio duele mucho recordarte, es que los recuerdos están aquí en mi memoria y en mi corazón, intactos; por ejemplo los de nuestra niñez, cuando solíamos ir a jugar después de llover cerca del canal de la laguna (Laguna «La Palma», límite entre Córdoba y Santiago del Estero), y nos quedábamos extasiados mirando ese cielo tan celeste y esos espacios de tierra que parecían no tener fin, allí no había alambrados, ni tapiales, todo era infinito.
Después cuando el papi nos traía a la escuela, en Suardi, comenzábamos un poco más tarde que los demás chicos, pero eso no te impidió a vos terminar con muy buenas notas a fin de año. Nuestra adolescencia y tu afán de superarte, eras un petiso que nunca se achicaba por nada, hasta pretendiste tocar el saxo cuando carecía totalmente de oído musical y mamá que tanto te amaba decía: «pobre m'hijo no le sale nada», ese amor entre ella y vos era sublime y recíproco. Cuando comenzaste a trabajar de empleado en la imprenta que en poco tiempo llegó a ser tuya, y la llamaste «Gráfica Girau»,
El trabajo fue tu meta y te dedicaste a él con alma y vida. La imprenta te dio la posibilidad de poder ampliar tus horizontes intelectuales y así plasmar en un papel todas tus inquietudes. Empezaste a interiorizarte en las necesidades de los más humildes y tu nombre cambió, dejaste de ser Ramón, el dueño de la imprenta para ser el «Negrito», la voz defensora de su gente, de su barrio...
EL QUE NUNCA VACILÓ EN DAR SU VIDA POR SUS IDEALES.
Palabras a Ramón de su hermana Mercedes
Ramón:
Eras como mi hijito, recuerdo cómo te enseñé a escribir, a unir las letras, estaba siempre pendiente de vos, cuando hacías obras de teatro en la escuela, yo me aprendía la letra para poder enseñártelas, no quería que te equivocaras porque para mí eras tan importante, que pretendía que todo te saliera bien. Tu ausencia me ha dejado un vacío tan grande en mi interior, que aún no lo puedo asumir.
Te amo, tu hermana Mercedes.
¿Cómo describirte Tío Ramón? Muy simple, eras un «tipazo», tan sencillo, tan auténtico y siempre con la palabra justa para responder todas mis inquietudes de adolescente.
Hoy mi mente está poblada de tus recuerdos, cierro mis ojos y te veo pasar en tu bici, llevando siempre ese negro maletín, que tan solo vos sabías lo que había ahí dentro.
Durante años mantuve la certeza de verte llegar con esa sonrisa amplia y poder decirte que sí, que leí el libro de Neruda que con tanto amor me regalaste.
/Marisel, su sobrina
Recordar a Ramón o mejor al querido y entrañable «Negro» hace que vuelvan a mi memoria las largas charlas en la imprenta, Los Quillapayún con su cantata a Santa María de Iquique, sus gestos, su risa ante un chiste pueblerino, su ternura y sus convicciones de luchar por una sociedad más justa y solidaria.
Luchó por tener un lugar, ser respetado y escuchado, no solamente él, sino ser voz de buena parte de la comunidad de Suardi, en especial del Barrio Oeste, siempre relegado, maltratado y humillado por el otro sector, supuestamente educado, que solo entiende de mezquindades, ostentaciones y racismo, salvo honrosas excepciones. Ese fue uno de los motivos de su vida: que nadie se sienta discriminado por el color de su piel, educación o pobreza.
Recuerdo los '70 cuando nos juntamos con amigos solidarios y comenzamos a trabajar en el Barrio abriendo nuevos canales de comunicación para que todos comprendiesen que teníamos la obligación, como creyentes o no, de construir una sociedad más justa y solidaria. Naturalmente, ni la iglesia entendió el mensaje, salvo la honrosa conciencia del padre Miguel, que ante tantas posturas en contrario del párroco García, tuvo que irse.
Nuestros caminos se bifurcaron pero nos seguimos viendo. Una de las últimas veces fue en el bautismo de mi hijo Enrique Agustín, en el '77, ejerciendo de padrino. No podía y no quiso quedarse en Buenos Aires, su compromiso militante y de lucha se lo impedía.
Todo esto y mucho más fue el «Negro», un hombre digno e insobornable, amigo del alma, militante ejemplar, irrenunciable y de corazón abierto hasta sus últimos días.
/ Juan Carlos, su amigo y compadre
Recordar a quien tuviera tanta influencia en mi vida, es una tarea que me genera muchas sensaciones, muchos recuerdos de una etapa de mi vida, que evoco con cariño.
Tratar de ser objetivo será extremadamente difícil, ¿cómo ser objetivo con alguien que tuvo tanto que ver con la formación de mi persona? Sin idolatrar, ni endiosar, trataré de dejar una semblanza de una persona con altos valores morales y una capacidad intelectual envidiable.
No voy a hacer mención, aunque quisiera, de las convicciones ideológicas de Ramón, porque ésa es otra cuestión, aunque esas convicciones, discutibles o no, lo condujeron a ser uno de los tantos desaparecidos en esa época tan oscura de la historia de nuestro querido país, sólo quiero expresarme sobre el ser humano, sobre la persona del «Tío» Ramón.
Apasionado, solidario, luchador, soñador, son algunos de los calificativos que me vienen a la mente; innovador, de una gran personalidad y un carisma tremendo. A mí me encantaba escucharlo discutir y hablar de los temas de la actualidad de su pueblo, de nuestro país, tan tremendamente castigado por las diferentes políticas nefastas que nos han tocado vivir.
Creo poder dar fe de lo que él siempre pregonaba, la solidaridad con los menos pudientes, con los necesitados. A los doce años de edad, siendo todavía un niño alumno de séptimo grado, tengo la desgracia que mi familia se desmembrara, tomando mis hermanos y yo diferentes rumbos, algunos fueron con mi madre, otro con mi padre, en fin, cosas de la vida... Yo ya había empezado a trabajar en la Gráfica Girau, una pequeña imprenta entonces, propiedad de Ramón, él me ofreció vivir en su casa y que siguiera trabajando en la imprenta. Por supuesto que acepté, allí comencé a aprender las artes gráficas, a la par de él, oficio con el cual todavía hoy, más de 35 años después, sostengo a mi familia. También tengo muy presentes los festivales para recaudar fondos la instalación del actual SAMCO. En ese entonces era apenas una sala asistencial.
Puntilloso y exigente en las tareas de la imprenta, aprendí a trabajar con responsabilidad y seriedad, a ser prolijo, a conocer la «galera», el «componedor», el «tipómetro», «cíceros», «picas», «lingotes», «cuadratines»... ¡Cuánto le agradezco!
En el año 1975 trajo la primera impresora offset a Suardi y su zona de influencia, toda una innovación en las artes gráficas, dónde todo se hacía con los tipos móviles, y se imprimía en las minervas o una máquina tipográfica plana, era un gran avance. Llegamos a ser varios compañeros trabajando en el taller.
Con el tiempo, el taller había crecido de tal manera que fue necesario trasladar la imprenta a otros mercados. Bueno, Santa Fe fue el destino, allá fuimos los dos, a tratar de hacer crecer la imprenta, pero era un momento del país muy difícil. En marzo de 1976 llegó a nuestro país una dictadura, la más nefasta de la historia, se hizo cada vez más difícil trabajar, allanamientos, mermas en el flujo de trabajo, una economía que no ayudaba a crecer.
Recuerdo que durante el día trabajábamos a destajo en el taller, por la noche yo iba al colegio secundario, era una imposición por parte de él que agradezco eternamente.
A mediados de 1976 me tuve que volver, la situación política era insostenible, las desapariciones de personas eran moneda corriente, Pensó que era demasiado riesgo que me quedara con él, a partir de allí nunca más supe de él, nunca más lo vi, pero guardo en lo más profundo de mi corazón su recuerdo, sus consejos y recomendaciones para la vida.
En lo personal fui objeto de persecución, presiones y hasta tortura, para confesar lo que sabía de él, dónde se había ido, que pasó con su imprenta. Por supuesto que no lo sabía, y aunque lo supiera, no lo habría confesado.
Ojalá que estas pocas líneas sirvan para dejar aunque más no sea un pequeño homenaje a la persona de Ramón Girau, con quién estaré en eterna deuda, siempre estuvo y estará en mi recuerdo.
Simplemente, gracias tío!!!
/ Oscar, su sobrino del corazón
"Las letras como emisoras... pueden contar muchas historias”
Recuerdo: 9 años tenía cuando recibí mi primer paga por lo que hacía con mis manos, ahí en tu lugar, ese espacio creador con aroma a tintas, solventes... mi trabajo consistía en limpiar con un pincel las tipografías y cuidadosamente colocarlas en su lugar, ordenadas por cuerpos (6,8,10) sin que caigan al piso para que no se arruinen.
En ese mundo de tipografías, interlíneas, cuadrados, orlas, lingotes... sobre el componedor plasmaste tu magia, sueños y sobre todo el compromiso que la «minerva» imprimía sobre el papel y la vida sobre el corazón de quienes te conocimos...
TIO RAMÓN... PRESENTE
/ Javier, su sobrino
A la edad de 31 fue secuestrado-desaparecido en Rosario, en septiembre de 1978. Era peronista y montonero.
En el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia de 2015, la comunidad de Suardi realizó un acto-homenaje a Gervasio Ramón Girau. Familiares y el Presidente Comunal descubrieron una placa que fue colocada donde Girau tenía su imprenta.
En Espacio de la Memoria Suardi realizó un mural como parte del programa Memoria en la Pared
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Guerrieri I