Orlando TRUJILLO

Orlando fue el tercero de cuatro hermanos varones. Orlando era oriundo de Reconquista pero por el trabajo del papá fue trasladado a Santa Fe, entonces allí hicieron su casita en Av. Galicia. La primaria la hizo en una escuela cercana y el secundario lo cursó en la Escuela Almirante Brown donde fue escolta de la bandera y donde conoció a Lupe, su futura esposa.

Era un chico muy bueno, muy responsable, le gustaba mucho dibujar y era un excelente dibujante, recuerdo que muchas veces en que los demás nos dedicábamos a jugar a la pelota, él estaba dibujando.

Cuando terminó el secundario a mí me tocó el servicio militar, por ese entonces yo trabajaba en Zóttico y para que me guardaran el puesto, Orlando ocupó mi lugar. Cuando volví a mi puesto, decidió entrar en la Escuela de Policía, cosa que le permitía tener un trabajo y luego seguir estudiando. La entrada a la policía era fácil porque nuestro padre era miembro de la fuerza. Él necesitaba el trabajo porque la familia, luego de la separación de nuestros padres, tenía dificultades económicas y los hijos debíamos ayudar a mamá.

Orlando estudiaba abogacía, trabajaba en la Policía de Esperanza y vivía allí, en esa época yo estaba trabajando en Santiago del Estero y nos veíamos poco, por eso no se mucho de sus amigos de entonces, aunque a algunos los conocí después.

Cuando desaparece, hacen un simulacro de búsqueda, bloquean caminos, gran aspaviento, pero en realidad no buscaron nada. Orlando nació el 13 de julio de 1952, el mismo día de mi cumpleaños. Después de su desaparición, nunca más volví a festejar esa fecha. Desapareció el 26 de abril del '77.

/ Aldo, su hermano

Orlando era una persona tan especial, tan hermosa. Tenía unos valores tan grandes, era tan buena persona; sus ideales eran grandiosos, él quería realmente un mundo de paz, parece una obra literaria pero realmente era así, él era así. Era una persona muy pausada, muy dulce, muy cariñosa, incapaz de levantar el tono de voz, sumamente comprensiva.

Había sufrido mucho la separación de sus padres, su papá policía los había abandonado, y por eso habían tenido que salir a trabajar desde chicos. Por todo esto él valoraba mucho el trabajo de la madre en su casa.

Era muy buen estudiante, fue escolta de la bandera en el Almirante Brown, cosa que era muy difícil, ya que era una escuela muy buena. Las chicas no me perdonaron que se pusiera de novio conmigo, porque yo no era precisamente tan buena alumna y había muchas chicas que tenían más méritos para ser novia de él.

Físicamente era muy delgado, como muy frágil, pero era guapísimo. Tenía unos ojos celestes hermosos, el cabello corto, con los ojos caídos «como los ojos de poeta» le decía yo, eran unos ojos medio así como de pensante, Una persona muy espiritual, naturalmente intuitiva para todo, quien tenía la palabra justa. Hasta en su rostro era bueno, era bueno en todos los sentidos.

Como ser humano fue muy fuerte en lo que quería, en sus decisiones, en sus aspiraciones. Esa era la personalidad de Orlando y eso era lo que él quería transmitirle a su hijo, lo que quería para nuestra familia. Con ideales que tuvieran que ver con el respeto, con la libertad, con la justicia, con el amor por los demás, ser buen cristiano, todo eso era él.

Por eso digo que no perdí yo sola, perdieron todos los que tuvieron posibilidad de haberlo conocido como lo conocí yo. Así que muchas veces también digo que mas allá de haberlo perdido hay gente que pasa por este mundo sin conocer el amor ni a una persona como él.

Es una injustica que hoy no esté alguien que se jugó por los demás. Toda esa generación merece hoy un gran reconocimiento, debido a los valores que llevaban como bandera.

Yo creo que por un lado tengo la gran satisfacción de poder decir hoy, que tuve la gran dicha de haberlo conocido; y de haber sido nada más ni nada menos que su esposa. De haber compartido íntimamente con él momentos muy especiales, únicos e irrepetibles quizás, que fueron excelentes.

Él se destacaba porque dibujaba como los dioses. Yo trabajaba como maestra y si diez minutos antes de salir le decía: «Hoy tengo que dar una clase y no sé cómo ilustrarla»; él me decía «¡porque no me avisaste antes y yo te lo hubiera hecho...!» Tomaba el lápiz, hacía un esquema... «¡Acá lo tenésl» y ya me daba cosas para que lleve a la escuela. ¡Continuamente yo abusando de su bondad.

Como pareja me acompañaba en todo momento, era muy servicial, era perfecto para mí, lo que realmente quería para terminar de hacer el recorrido de mi vida. Cuando éramos novios nos queríamos muchísimo. Después de tres años y medio nos casamos acá en Santa Fe, en el '74, el 11 de enero. Nuestro hijo Diego nació en abril del '75. Yo había terminado el secundario, había hecho el Profesorado que eran 2 años en ese momento y me recibí de profesora de Jardín de Infantes. Cumplía mis años en febrero, faltaban unos días para que cumpliera los 21 años, entonces mi papá tuvo que ir a firmar; en cambio él ya tenía 22 años.

Mientras yo terminaba de estudiar el profesorado, él hizo en Rosario el curso de oficial de policía. La intención era hacer una carrera corta que nos permitiera casar, terminé yo e inmediatamente nos casamos y nos fuimos a vivir a Esperanza. Cuando terminó el secundario, su gran anhelo era estudiar lo que siempre le gustó: Arquitectura, pero era una carrera larguísima e imposible de costear. Entonces se decidió por Abogacía. Pero era capaz de hacer cualquier carrera porque tenía una capacidad enorme. Orlando en un principio intentó estudiar Abogacía, rindió el ingreso, una primer materia y después nos dimos cuenta que no podíamos. Yo había quedado embarazada de Diego y se nos hizo dificultoso. Decidió estudiar magisterio en Esperanza.

Por toda la situación que se estaba viviendo en el país, las complicaciones que había en su trabajo y por las cosas que a él no le gustaban que pasaban ahí, es que decide hacer Magisterio. Él me decía «Me recibo de maestro y nos vamos los dos a trabajar a alguna escuelita donde podamos ser útiles, donde podamos tener nuestros hijos y donde podamos hacer nuestras vidas sin problemas», ese era el proyecto que teníamos.

En el momento del secuestro, estaba estudiando en el magisterio. En un principio quería ser abogado, para ser abogado de la policía, ser un buen abogado, como decía.

Tenía una idea de la policía y quería que la policía fuera otra cosa. Decía «Yo quiero ser un buen servidor público, Lupe, yo quiero ser ese Policía que esté atento a las necesidades de la gente, que ayuda, que puede colaborar, que puede estar en función de los demás. Si yo logro eso en la policía está bien que este ahí, pero si yo no logro eso me tengo que ir a otro lado a hacer mi función social.»

Éramos muy idealistas. Teníamos ideales muy altruistas, no sé por qué no nos dábamos cuenta que el mundo no nos acompañaba.

Quiero destacar que más allá de todo lo que pasó, siento la dicha de haberlo conocido. Eso es algo que me sirve para toda mi vida y creo que si estoy viva hoy, es por todo lo que recuerdo de él.

Fue un buen marido y un excelente padre, le gustaba jugar con su hijo. Cuando llegaba del trabajo, lo primero que hacía era ir a jugar con Diego; daba vuelta los muebles y la habitación se convertía en un circo, una selva, cualquier cosa que su imaginación le dictara. Su recuerdo me ayudó a salir adelante, a ser una buena docente comprometida, a que cada vez que tengo que hablar de esto con otra persona pueda transmitir que mi marido fue diferente... se puede vivir en libertad, se puede vivir con amor y con responsabilidad.

/ Guadalupe, su esposa

No tuve un lugar donde dejarte esta carta y quiero decirte...

Que todo de vos quedó en nosotros

tus ideales...

tu respeto...

tu entereza...

tu gran capacidad para amar... a todos. ¡A la libertad!

Los que quisieron matarte

se mataron... y perdieron conocerte.

Fuiste un gran ejemplo, amor nuestro.

Sentimos orgullo de haberte conocido

y de formar parte de tu historia...

Sos un ser especial...

tan especial que trasciende la muerte con su esencia.

Quisieron matarte...pero estás vivo.

Te amamos

/ Diego y Lupe


Orlando era colaborador de la Juventud Peronista de Esperanza, amigo y compañero de los jóvenes militantes. Su trabajo en la policía lo ponía en un riesgo mayor que el común, ya que la represalia sería mayor. Así fue, una mañana de abril de 1977 fue esperado a una cuadra de su casa por dos autos de la patota represiva, oficiales de inteligencia de la policía provincial que lo secuestraron cuando salía para su trabajo. Los vecinos avisaron a la comisaría, ésta a la jefatura regional, que decretó un “operativo cerrojo” hablando de que se trataba de un “operativo subversivo”. A las pocas horas fue levantado sin explicación, denotando la autoría del secuestro.

Su memoria es recordada en una placa colectiva en Casa de Gobierno en homenaje a los empleados públicos desaparecidos.

Su nombre figura en un monumento en la Plaza de la Memoria en Esperanza

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