Mario CUEVAS "Indio"

Nacido en Reconquista el 15 de agosto de 1948. Hijo del plomero - cloaquista Tomás Cuevas y de Jovita Gamarra. Militante revolucionario peronista, desde muy joven asumió el compromiso de caminar junto a los desposeídos. Compartió muchas horas de militancia en el entonces marginal Barrio La Cortada de Reconquista junto a Juan "Taca" Alderete y otros jóvenes. Allí vivirá por un tiempo.

"Era un muchacho distinto a todos los que conocí. Recuerdo cuando se hablaba de los primeros enamoramientos, él era fiel a sus principios. Trabajábamos en el barrio La Cortada en aquella época y Mario profundizaba su compromiso; vivió en un rancho que construimos todos, trabajaba, se enamoró y llevó sus días por mucho tiempo con la compañía de una muchacha, un amor auténtico. Sara se llamaba. Después se terminó, por una cuestión común cuando ya no coinciden los amantes. Tras esto tuvo un hijo con otra muchacha", comienza a recordar mientras se le enrojece los ojos a Juan Carlos Domínguez, responsable del espacio cultural Tatakua de Reconquista.

"Mejorar las comunicaciones entre los estudiantes"

La educación primaria la recibió en la Escuela Normal N° 3, cursando secundaria en la entonces Escuela Industrial (ENET N° 1) de calle Roca y Mitre, de donde egresó en 1968 como tornero mecánico. Siendo alumno en abril de 1967 fue elegido presidente de lo que entonces se denominaba Club Colegial, nombre reemplazante que la política educativa de los años posteriores al 55 impuso a los centros de estudiantes de las escuelas secundarias. Fue director del periódico escolar "Nosotros", sucesor de otro homónimo publicado en años anteriores. En ese ámbito institucional, ya como ex alumno, hará algunos reemplazos como docente de taller.

Para ilustrar el pensamiento que tenían muchos jóvenes y sus ganas de expresarse y participar, rescato parte de un acta del centro estudiantil donde Mario fue presidente: "En la misma los integrantes de la comisión tratamos como primer punto las actividades próximas a desarrollar. Entre las que se destacaba la publicación de un periódico en la que estuviera representada la juventud estudiosa de Reconquista. El mismo tiene por objetivo mejorar las comunicaciones entre los jóvenes estudiantes de nuestro medio fomentando a la vez las actividades culturales, deportivas y de ofrecer una oportunidad de expresar sus inquietudes a aquellos que lo deseen en lo técnico y lo humanístico..." (Acta Club Colegial N° 14. 27/6/1967)

Domínguez ha sido uno de los compañeros que más conoció la vida de este reconquisteño: “Con Mario Cuevas nos conocimos en la más tierna adolescencia, cuando los dos ensayamos nuestras primeras armas con la regia T y los cálculos matemáticos en la vieja Escuela Industrial. Y desde aquella época ya empezábamos, como todos los jóvenes, a ensayar, a salir, un poco extasiados (éxtasis quiere decir "salirse, largar el alma afuera") y coincidimos con todas esas ideas que tienen todos los jóvenes a través de toda la historia: esa amistad por todo lo solidario, por la humanidad... es decir, una vida cargada de sueños, donde era imposible caminar, ya que no caminábamos, ¡estábamos a 30 cms del suelo como levitando!. Como compañero de escuela siempre fue íntegro, destacado, aplicado, estudiaba con libros prestados hasta que los padres pudieron comprarles para la carrera de técnico mecánico. Era de esos compañeros que era capaz de cortar un lápiz por la mitad o el borrador con una Gillete para compartir con el que no tenía. Teníamos el mismo origen, éramos muchachos de barrio, pobres, y lo digo con mucho orgullo, con hidalguía. Compartimos aventuras, soñábamos con libros, con los grandes de la época. Mario era el prototipo del amigo, la sinceridad llevada al fondo, hasta las últimas consecuencias. Era sencillo, de alpargatas y ropa simple, o cuándo no, la ropa regalada. La camisa planchada con una puntillosidad que solamente una mamá, doña Jovita, podía hacerlo".

El militante

En la mañana y el mediodía del 17 de octubre de 1971 la historia de Mario lo vio participando de una pequeña caravana y actos relámpagos en las esquinas de la ciudad, junto a históricos del peronismo como Miguel Castillo y Manuel Roselli, reivindicando el "Día de la Lealtad". Con otro joven participaba en ese puñado, Jorge "Puchero" Gutiérrez, apretaron el micrófono desafiándose a estrenar discurso político en tiempos prohibidos.

“Tenía unos años menos que yo, pero me asombraba su convicción de ir hasta el final. Fue un muchacho de lo más cabal, íntegro, no desteñía ni destiñó hasta lo último. Entramos a militar, ¿y en qué podíamos militar los muchachos en esa época?: éramos ciudadanos, revolucionarios del mundo pero estábamos en la Argentina. Creíamos que algunas bases de la doctrina justicialista era nuestro camino, y nos metimos en eso. Con todo ese hermoso error que ello significaba. A algunos les tocó ganar, a otros les tocó perder y a otros les tocó sobrevivir, que pienso que es peor. Vivir y durar como el almanaque sin dar testimonio de un compromiso, o de un antiguo compromiso sin dar muestras de que alguna vez, aunque sea en la lejana adolescencia abrazaron una causa por la libertad, la causa popular de la que tanto se habla y que se han olvidado: yo pienso que esos sobreviven.", rememora el paraguayo Domínguez.

En abril de 1972 su nombre aparece como director responsable del periódico “Sapucay”, reemplazando a Carlos Echegoy. Esta responsabilidad se prolongará hasta el ocaso de la publicación, en agosto de 1973. Si bien no era su fuerte la pluma, Cuevas le puso el cuerpo con su nombre a esta herramienta de difusión, en momentos en que la policía y los militares anotaban y la mediocridad de Reconquista señalaba buscando el aislamiento y la soledad de cualquier militancia transgresora.

"Y como para todos los integrantes del Movimiento Peronista en este país lo mejor que tenemos es el pueblo, desde esta trinchera puesta a su servicio denunciamos la explotación a que la someten, en nuestro norte santafesino, los grupos económicos de la zona y los de afuera. Así lo venimos haciendo desde que nació en nosotros este SAPUCAY" afirmó la publicación en su editorial de febrero de 1973.

Trabajó, entre otros oficios, en una pollería propiedad del médico y político desarrollista Guillermo Pietropaolo, ubicada al sur de la ciudad. Después será obrero del frigorífico Friar.

"Con él, cuando yo ejercía como abogado en Reconquista, muchas noches dibujamos con palabras, entre vinos y salames, el perfil exacto de la justicia que anhelábamos construir" certificará en relación al Indio, Roberto Cirilo Perdía en su libro "La otra historia".

El 10 de noviembre de 1972 formará pareja con María del Carmen Cattaneo, siendo testigos del casamiento el poeta Domínguez y una doña del barrio Jacinta Espíndola. De esa unión nacerá en junio de 1974 su hijo Mario Andrés. Laboralmente, al poco tiempo Mario había ingresado como empleado municipal, ocupando la tarea de inspector de calle.

En abril de 1974, en el marco de diferencias internas de la Juventud Peronista - Regional II, es designado para reemplazar el cargo que ocupaba Juan Cancio Alderete en la Comisión Municipal Autárquica de la Vivienda.

El cargo de inspector le durará hasta la primera gran razzia represiva de 1976. llevada a cabo en toda la zona que comprende Reconquista y Avellaneda, el 30 de enero, en la que se escapó por los techos cuando lo fueron a detener. Alli apresarán a su compañera. Clandestinamente irá al Chaco y el interventor municipal de Reconquista, capitán aeronáutico Danilo Sambuelli decreta su cesantía.

En Resistencia vivirá en Villa Prosperidad, en Villa Marín y frente a la cancha de Central Chaco. Con su bajo perfil y muy callado buscaba el camino para insertarse y trabajar políticamente con sectores populares, que era lo que más sabía forjar. Algo que la represión y las constantes caídas de paraderos le impedían. Le pisaban los talones. Era escaso el tiempo desde su venida del norte santafesino.

Comienzo del fin

Será en los campos de La Rubita, lugar en el que existían innumerables ladrillerías, en la periferia de Resistencia, donde en un atardecer a mediados de año (junio-julio) es rodeado por fuerzas conjuntas, cuando nuevamente intentaba huir. Contrariando directivas de que no debía portar armas, Mario tenía encima un revólver calibre 22. Le descerrajaron y un proyectil 9 mm se incrustó en una de sus piernas. Al caer herido fue apresado.

Por esas heridas va directo a la Alcaidía, donde permaneció por unos días pero ello no impedirá estar en la "sala negra" de la Dirección de Investigaciones (Marcelo T. de Alvear 32) y ser sometido a tormentos hasta que lo trasladan al Hospital. Para reconocerlo y confirmar su identidad, ya que tenía documentación falsa, viajaron desde Reconquista un par de hombres de la policía santafesina.

En esa dependencia Cuevas, junto a otros prisioneros, serán advertidos por el coronel Jorge Larrateguy de "que no pasan de fin año"". Información que también manejaban los policías de Reconquista. Por razones de amistad ese registro le pasaron a familiares de Mario para que no dejen de moverse, a pesar de que no tenían contacto con él y el bloqueo era férreo.

En octubre, blanqueada su situación, lo conducen a la Unidad 7 del Servicio Penitenciario Federal, más precisamente en el pabellón 3. Cuando ingresó a la cárcel, según testimonio de Miguel Ludueña, se presentó ante los penitenciarios identificándose con la Organización a la que pertenecía, Montoneros, y el grado que tenía dentro de la misma, que no era alto. Permaneció en la cárcel varios meses, reconocida su detención pero incomunicado con sus familiares. Físicamente nunca se podrá recuperar del balazo en su pierna.

"Lo despedimos cantando la marcha"

“El 12 de diciembre de 1976, en horas de la tarde informan a un detenido del pabellón 3, Mario Cuevas, que va a ser trasladado. Lo que llama la atención era el día del traslado, ya que era un domingo a la tarde. Cuevas se niega a salir del pabellón, situación que observó también el pabellón 4. Viene el oficial Casco y le dice a Cuevas: -- o sale por las buenas o entran (el ejército) a sacarlo por las malas. Cuando el compañero Cuevas se decide a salir, lo despedimos cantando la marcha Los muchachos peronistas...”

(Testimonio del ex detenido Hugo Alberto Didieu- Informe Comisión Derechos Humanos. Cámara de Diputados de la Provincia del Chaco. 1985)

Fue fusilado junto junto a otros compañeros en un camino lateral próximo a Margarita Belén.

"Murió por no doblegarse"

Mario le tocó la parte más dura, la muerte. Murió joven, a los 28 años. Fue un testimonio de las luchas del hombre por las convicciones.. Estaba convencido de que valía la pena pelear por lo que se quería: por la justicia, por la libertad, por el amor. Cuando murió morimos un poco, tal vez para renacer. Fue un modelo para quien quiera vivir con una entrega total. El no declamaba: hacía!. Era inflexible con quienes cometían un error, un desliz porque él no se lo admitía. Yo sé que fue criticado, nosotros mismos a veces hemos criticado cosas, pero de fondo no se le podía decir nada a Mario porque él lo pagaba con su piel, que tenía cicatrices no condecoraciones como los grandes en los campos de batalla.

“Cada vez que paso por Margarita Belén, rindo mi homenaje silencioso a uno de estos grandes héroes, que no aparecen en los libros de historia ni una calle lleve su nombre. Es el homenaje de quienes lo conocimos, su ejemplo va a ser constante como el reflejo de las estrellas que toman el brillo de las pupilas de los que remontaron como ellas, de los que pensaron más allá de la cosa circundante".

/ Juan Carlos Domínguez

Elaborado con textos publicados en “Solo digo compañeros” de Raúl Borsatti, donde se puede contar con más desarrollo de información

Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Margarita Belén

El Sindicato de Trabajadores Municipales de Reconquista denominó a su Sala de Conferencias con el nombre “Mario Cuevas”

Última actualización

Logo

Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente