Jorge Ramón Fabián PERALTA «Bananita», «Pascual»
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Nació el 29 de agosto de 1950 en San Cristóbal, era hijo de Sofía Peña y Jorge Peralta, obrero ferroviario. Jorge cursó los estudios primarios en la Escuela Juan Bautista Alberdi N2 411 de barrio José Dho, vivía en la calle Cochabamba 1921. Posteriormente inicia los estudios secundarios en la Escuela Agrotécnica «Lanceros del Sauce». Al finalizar el secundario se traslada a Sa PereIra y Esperanza para estudiar Agronomía durante seis años.
El 26 de abril de 1975 contrae matrimonio con María del Carmen Barbaglia, con quien tiene un hijo. Vivía en Esperanza y militaba en las filas de la JP (Juventud Peronista), no perdiendo contacto con sus compañeros de San Cristóbal, con los que se encontraba cada vez que visitaba a la familia en esa localidad.
En 1977, a pesar de la terrible represión del '75, continuaban los problemas y la resistencia de los metalúrgicos en Villa Constitución. Junto a un grupo de militantes de la JP apoya con volantes la protesta de los obreros por mejores condiciones de trabajo y contra la amenaza de cesantías. En esas circunstancias, un 17 de julio es cercado por patrulleros policiales y se convierte en uno de los tantos desaparecidos que la dictadura militar acumula en su haber.
Los años '70 se agitaban en las hojas de un almanaque cargado de historias de vida, con profundo compromiso social y un sentimiento de solidaridad, acuñado en las raíces más profundas del verdadero ser nacional. El hombre nuevo es una vertiente inagotable, que se inserta en los jóvenes y los aires de liberación de los pueblos se acrecientan fundamentalmente en los sectores más postergados. La conciencia revolucionaria implicaba un cambio profundo en las formas de conducir las naciones, y especialmente en Latinoamérica era una semilla que crecía día a día.
El «PERÓN CUMPLE, VUELVE A LA ARGENTINA» era un slogan que invitaba al retorno del conductor que había marcado huellas profundas en la transformación política y social de nuestra patria. Perón sería el salvador de una situación caótica, imposible de contener por los gobiernos de facto, a pesar del buen momento que algunos adjudicaban al General Lanusse. Las organizaciones sociales y políticas habían crecido enormemente, y la masacre de Trelew era una herida abierta en el corazón de los jóvenes militantes. Nada sería igual a ese 1955 en que el General Perón dejaba el gobierno, tras el golpe de Estado de la Revolución Libertadora. Mucha agua había corrido en esos puentes con intenciones de retornos frustrados, con dirigentes funcionales a los gobiernos de turno.
Ellos convalidaron todo lo que afectaba los intereses del pueblo y en especial de la clase trabajadora... En ese ámbito creció la militancia, donde Jorge Peralta asumió el compromiso con la realidad circundante, de la cual era parte indisoluble. La juventud peronista lo acogió en su seno y allí creció en su compromiso cotidiano, sin especulaciones, convencido de aquellos principios para aportar a la realización personal y colectiva.
Nunca olvidó su San Cristóbal natal, sus juegos de infancia y adolescencia en su barrio de José Dho... las largas carreras pedestres en la manzana de Cochabamba, General Paz, Chacabuco y Ameghino... las tardes de fútbol en la cancha de Talleres, el equipo de la V negra, que albergó su amor por el fútbol en los «babys» veraniegos.
Los años del secundario transcurrieron normalmente, en la escuela Agrotécnica «Lanceros del Sauce» de su ciudad, que tenía ciclo básico; luego pasó a la Agrotécnica de Cantón de Zárate (distrito Esperanza), en la que además de recibirse fue ayudante de cátedra. Luego comenzó a estudiar en la FAVE (Facultad de Agronomía y Veterinaria). Participó de las movilizaciones para la estatización de la facultad.
Sa PereIra y Esperanza acogen la voluntad de conocimientos teóricos y prácticos que ayudarían a su formación y aportarían en la conformación de una tarea mancomunada con sus semejantes. Había que dejar la semilla, acompañando la lucha que los trabajadores, motores de la producción, libraban en cada región del país.
No hay datos precisos sobre su secuestro y posterior desaparición, pero fuentes fidedignas dicen que fue en Villa Constitución: las fuerzas de seguridad le tendieron una emboscada, tras una volanteada en apoyo a las luchas de los obreros metalúrgicos de esa localidad. A partir de allí se convierte en NN en los oscuros designios de muerte de la dictadura militar.
Jorge ESTÁ VIVO en cada compañero, como una luz perenne que se perpetúa en la memoria colectiva, al igual que Juan Lucero y Oscar Girardello, otros sancristobalenses a los que debemos revindicar.
Aquel «Cumpa», permanente en los labios de Jorge es un aire fresco que recorre en su ciudad, azotada por los vendavales de despidos de 900 ferroviarios en los tristes años de la década del "90...
Una luz se avizora en el horizonte, vamos por más…
/Víctor Hugo
Mi amigo Jorge
Él llegaba y decía «¿Qué tal Pascual?». Y así le quedó para siempre el apodo, para todos era «Pascual».
Lo conocí en el preuniversitario del año '72. Ya empezaba a moverse el estudiantado y ese año fue la lucha para estatizar la Facultad. Con «Pascual» nos integramos al Grupo Universitario Esperanza, grupo católico; leíamos historia revisionista (conseguir un libro de José María Rosa era muy difícil). Era un grupo que se tiraba a la derecha; los otros venían de la Línea Estudiantil Nacionalista (Mario, «La Tía» y otros compañeros).
Los dos grupos trabajábamos juntos, pero después empezaron a aparecer algunas diferencias: el nuestro era más nacionalista, se tiraba a la derecha y se daban discusiones. El punto de definición fue el «Operativo General López», gran movilización de trabajo social que la JP hace en el norte santafesino. Allí vamos con Pascual y al volver planteamos nuestra definición y nos sumamos a la JUP (Juventud Universitaria Peronista).
Su novia era de Ñanducita, Pascual iba todos los viernes en el cochemotor porque era hijo de ferroviario y tenía un pasaje más barato. Luego, en una Zanella 125 que tenía se iba a Ñanducita. Se casó con ella en la peor época, cuando ya apretaba la represión.
Con Mario Tottereau y «Pascual» vivimos juntos. Con Mario le hicimos de regalo la casa, dejamos la que vivíamos nosotros tres para ellos, la pintamos, la arreglamos y se la dejamos. Era fácil la mudanza, cargábamos una cama y un colchón y nos mudábamos en moto. Fuimos a un altillo que alquilábamos con Mario, que también fue su padrino de casamiento.
Era un tipo muy pensante, muy claro, sano como no hay muchos. Decidido como Mario. Muy capaz, pero muy capaz. Por ejemplo, en Veterinaria hay una materia brava: Fisiología, que llevaba 2 0 3 meses para prepararla. A Mario y «Pascual» les llegó la fecha y no la habían estudiado. Se encerraron los dos en una pieza con dos perros, estuvieron estudiando sin parar jueves, viernes, sábado y domingo; y el lunes la rindieron bien. Cuando volvieron los estábamos esperando, hicimos unas torrejas (que era lo más barato que se podía hacer) y cuando terminaron de comer se quedaron dormidos hasta el día siguiente.
En un momento la JTP (Juventud Trabajadores Peronistas) necesitaba ayuda, entonces varios de la JUP nos fuimos a trabajar a FACRO, la fábrica de caños que hacía el acueducto a Rafaela. Allí estaba Antonio Roque Bernal. Se produjo un conflicto gremial a raíz del cual fuimos todos despedidos. A partir de esa situación fuimos todos marcados y perseguidos. «Pascual» se fue entonces a Santa Fe.
A finales de 1975, buscándolo, detienen a su compañera que estaba embarazada. Su hijo Gustavo nació en prisión. Pascual logró escapar y marchó hacia el sur de la provincia, a la zona fabril de Villa Constitución.
La última vez que estuvimos los tres. Estuve en el casamiento de Mario, yo ya estaba fondeado en el campo. Me fui hasta la capilla en Santa Fe a la mañana y tuve que quedarme hasta la noche mirando como jugaban a las bochas. «Pascual» también estaba, escondido porque ya habían detenido a su compañera. Esa fue la última vez que lo vi a Mario: en su noche de bodas, entrando con Cristina al hotel. A la vuelta de su breve luna de miel los secuestran a los dos.
/ Edgardo, “Moncho”
Jorge se va a vivir unos meses a «Los Alerces», en las afueras, donde vivían «La Tía» Mattioli y el «Francés» Tottereau. Termina por integrarse a las estructuras de JP.
Era un poco más grande que nosotros, callado, serio, observador; con la gente que logró intimar decían que era un tipazo, tenía un corazón de lujo. Marito lo apreciaba muchísimo. Era un tipo muy formal para nosotros que éramos más jóvenes y quilomberos. Estudiaba y trabajaba, tenía un rostro muy duro, rasgos angulosos.
En «Los Alerces» (en realidad no eran alerces sino casuarinas) cada uno hacía su vida. Varios trabajaban, todos estudiaban, pero por allí pasaban todos los compañeros de la JUP. Se armó en los años '73 y '74, época de gran actividad pública. Fue el lugar de encuentro de todo el grupo, compartiendo la militancia con algún que otro asado y una buena guitarreada. Criábamos conejos, muchos perros, comíamos gatos...
/ Carlitos
Jorge Peralta es otro de los olvidados militantes desaparecidos de nuestro San Cristóbal. Sé que su padre también era ferroviario y que vivían en mi barrio. No lo conocí, pero después con el tiempo, por mi trabajo, tuve la oportunidad de hablar con su compañera, María Barbaglia (fallecida hace unos pocos años), quien estuvo detenida, y con su hermana, quienes me contaron que su último destino fue San Nicolás. Recuerdo que estudió en la Escuela Agrotécnica «Lanceros del Sauce» de nuestra ciudad y que luego prosiguió su carrera en Zenón Pereyra; y de allí siguió sus estudios en Esperanza. Su militancia fue en Montoneros, tuvieron un hijo, Gustavo Barbaglia.
/ Cacho
Su memoria es recordada en un monumento en la Plaza de la Memoria en Esperanza
AMSAFE y Barrios por la Memoria colocaron una baldosa por la memoria en la Escuela Nacional de San Cristóbal
Los responsables de su secuestro y desaparición son juzgados en la Causa Geerrieri IV