María Elena AMADÍO

Es enorme el agradecimiento que mi familia y yo sentimos hacia todas las personas e instituciones, y en particular a Espacio por la Memoria Rafaela, que han puesto su esfuerzo y prestado su apoyo a la construcción de esta plaza pública.

Cada ejercicio de la memoria constituye, en sí mismo, un desafío al Terrorismo de Estado. Desafío que se inició con el desesperado valor de unos pañuelos blancos, también en una plaza, y que hoy, con el mismo estoicismo y la misma empatía para compartir las experiencias de familiares y amigos, se continúa en esta acción de diseño urbano.

Mi madre, María Elena Amadio, nació aquí, en Rafaela. Tras unos años en Rosario, se casó muy joven, viajó a París –donde yo nací–, se separó y volvió a la Argentina. Era segunda generación de mujeres universitarias en nuestra familia, estudiaba y trabajaba mientras, con el incondicional apoyo de mis abuelos, criaba a solas un hijo, en medio de un país, una América y un mundo convulsionados.

Recuerdo, como niño, mi impaciencia ante esas interminables charlas con sus compañeras de estudio, pero me llevó toda una vida como hombre, como esposo y como padre poder imaginar y valorar el titánico esfuerzo que representa ser madre monoparental, feminista, trabajadora y estudiante.

Fue, además, una militante que pagó, como dice el eufemismo, el máximo precio. Un cínico podría señalar que la muerte embellece, pero yo, que tanto extraño su sonrisa, no le conocí defectos. El recuerdo de sus parientes, sus amigos y sus compañeros ratifica ese recuerdo de que fue una mujer fantástica.

Y no quiero decir excepcional. La injusticia, la arbitrariedad y la barbarie son contingencias de la vida de los pueblos, pero estoy convencido de que, enfrentados a ellas, los seres humanos desplegamos valor y entereza, que son cualidades inherentes a nuestra existencia; y de que cada generación enfrenta sus propias circunstancias y encara sus propias luchas. Mi madre, nacida en 1945 y muerta en 1976, vivió épocas de golpes de Estado y violencia y no alcanzó a disfrutar de la democracia en Argentina, pero ayudó a construirla. Sus deudos fuimos afortunados: desde 2003 sus restos recuperados descansan en el Cementerio de la Chacarita, bajo una sencilla lápida que dice “Vivió, luchó y murió por la alegría”.

Como abogado, orgulloso egresado de la Universidad Pública gratuita, laica y cogobernada, podría hablarles horas sobre el crimen de desaparición forzada de personas, sobre los interminables esfuerzos de un puñado de familiares para mantener los juicios contra los responsables, partícipes y encubridores del Terrorismo de Estado, o sobre la ingente lucha de Abuelas de Plaza de Mayo para recuperar la identidad de quienes fueron apropiados, o sobre el uso del ADN mitocondrial para los procesos de identificación y recuperación de restos.

Pero no puedo. Me conmueve que el nombre de mi madre ocupe un espacio público en su ciudad natal. Me conmueve pensar que quizá podrá velar por otros juegos, otros paseos y otras charlas con el mismo amor que siempre sentí que velaba por mí. Me conmueve y estoy enormemente agradecido.

/ Raúl J. Maldonado 24/03/22

Tenia 31 años cuando fue secuestrada por fuerzas policiales y del ejército, el 29 de marzo de 1976, en la localidad de Moreno, provincia de Buenos Aires. Antropóloga e historiadora, ingresó al periodismo para ganarse la vida y por la vocación política y profesional de comunicar, como muchos compañeros universitarios.

A fines de la década del sesenta y principios de la del setenta estudiar, trabajar y militar en política eran casi una misma cosa. Se estudiaba para comprender el mundo, se trabajaba para conocerlo y se militaba para transformarlo. Maria Elena fue parte de esa generación que vivió la epopeya y el sueño de intentar una vida plena para todos. Antes de ocuparse de la sección internacional de la revista "Discusión" -donde trabajaba en la época en que fue secuestrada- había sido ayudante de la cátedra de historia que dirigía Alberto Pla en la Facultad de Filosofía y Letras de Rosario. Traductora, realizó algunas de las mejores versiones castellanas del psicólogo italiano Franco Basaglia y de varios ensayistas franceses. Al periodismo fue ingresando de a poco: fue cofundadora de la revista política universitaria "Compañero" y colaboradora de varios medios radiales y escritos de la ciudad de Rosario sobre temas históricos y antropológicos. Tenía un hijo y muchísimos amigos. Era marxista y como tal aspiraba a una sociedad más justa. Militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores.

Yo era entonces su compañero de militancia y de vida. Como persona, madre, mujer y compañera, solo diré aquí que fue un ejemplo de amor, amistad y valor personal. Alguien imposible de olvidar para todos quienes la conocimos.

Carlos Gabetta

El 29 de marzo de 1976 asistió a una reunión de la organización, que tuvo lugar en la quinta "La Pastoril" cerca de La Reja, en la provincia de Buenos Aires. La quinta fue atacada por los militares el 29 de marzo de 1976. Los miembros del PRT contestaron el fuego, por lo cual 37 de los 49 participantes de la reunión pudieron escaparse. María Elena fue detenida-desaparecida en algún momento de la represión.

La Justicia procuró reconstruir las circunstancias de su muerte, ultimada a balazos. Se presume que fue asesinada el 29 de marzo del '76 en el partido bonaerense de Moreno, es decir el mismo día de su desaparición. En 1984 la Municipalidad de Moreno ordenó exhumar los cuerpos que descansaban en el cementerio local bajo tumbas individualizadas como NN y los restos recuperados quedaron a resguardo de un cuerpo pericial de la provincia de Buenos Aires.

Cuando en 1995 la Cámara Federal porteña abrió una investigación para establecer el destino de víctimas de la dictadura, Raúl Maldonado se presentó en el tribunal con la intención de conocer el paradero de su madre. Pero los escasos datos existentes sobre el caso de la periodista complicaron la búsqueda. Más adelante, relacionando la fecha de los hechos de “La Pastoril” en Moreno que culminaron con muertes de militantes del ERP, los investigadores orientaron la pesquisa hacia los restos que habían sido confiados al cuerpo pericial bonaerense en 1984.

El Equipo de Antropología Forense logró, tras un extenso trabajo, identificar el cuerpo de María Elena Amadío y las pruebas genéticas realizadas a Maldonado permitieron corroborar la filiación de la periodista y acreditar que, efectivamente, fue asesinada a balazos y enterrada en Moreno como NN. La Cámara Federal dispuso extender un certificado de defunción que documente la muerte de la periodista y entregar el cuerpo a su hijo.

/Análisis Digital

El Decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario y el programa de Preservación documental “La Facultad de Humanidades y Artes: historia, memoria y política”, realizaron el acto/homenaje de reparación de legajos y material documental recuperado de docentes, estudiantes y graduados/as desaparecidos/as y asesinados/as durante el terrorismo de Estado de la ex Facultad de Filosofía y Letras (actual Humanidades y Artes) de la UNR, entre ellos María Elena Amadío, antropóloga.

La Unión Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) la recuerda todos los meses de marzo junto a todas las trabajadoras de prensa detenidas desaparecidas y asesinadas

El Espacio de Memoria de Rafaela la incuyó en 2022 entre las personas de esa ciudad homenajeadas en la Plaza de la Memoria

Los responsables de su secuestro y desaparición fueron condenados en la Causa La Pastoril

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