Alberto CORAZZA
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Nació en Santa Fe, era el menor de tres hermanos. Cursó sus estudios primarios en la escuela Bernardino Rivadavia, los secundarios en el Nacional Simón de Iriondo, a los 15 años ingresó en la Facultad de Derecho obteniendo su título de abogado a los 18 años de edad. Fue secuestrado en Rosario, el 18 de mayo del “77, tenía 42 años. Como egresado de la Facultad de Derecho de la UNL, su nombre está incluido dentro de la lista de aquellos alumnos y egresados muertos y desaparecidos de esa Facultad, que fueron recordados en el año 2006, de esos homenajes extraemos los testimonios de sus antiguos compañeros y amigos:
“Se recibió de abogado siendo muy joven. Disputaba con Horacio Uzandizaga el mejor promedio de su promoción. A los 22 años era abogado notorio en el foro de Santa Fe. A los 24, ya casado, intentó la aventura de Buenos Aires. De inmediato tenía bufete en el centro porteño y militaba en la Gremial de Abogados junto con Ortega Peña, Héctor Sandler, Horacio Sueldo, Zito Lema y otros. Entendía que la lucha por la justicia excede las posibilidades del tribunal. La urgencia de su voluntad lo hacía fastidiarse con las lentas costumbres de las instituciones democráticas, en una época, en que, el corte de estas, el golpe de mano y el recurso de la fuerza era práctica cotidiana de unos pocos. Perseguido por la Triple A y luego por la dictadura se refugió en Rosario. Prefirió el anonimato de un barrio pobre y el trabajo de empleado en un estudio. Creyó que eso era suficiente para salvar la vida. Lo secuestraron en pleno centro de Rosario. Lo amontonaron junto con otros 7 u 8 secuestrados de otros lugares y de otros orígenes, entre estos el arquitecto Ricardo Franco. Entre ellos ni se conocían. Los igualó la muerte y los cubrió la misma basura de ese tiempo de desprecio. Acompañé a su joven esposa, embarazada de 7 meses, al ritual trágico del reconocimiento. Un balazo desde muy cerca denunciaba el ojo certero del cazador. Una barba de 7 u 8 días el de su cautiverio y tortura. Alberto era capaz de escuchar, por tanto de pensar y hoy su inteligencia brillante sería un aporte importante a la lenta construcción de un país mejor.” /Dr. J. C. Adrover
El perfil de un hombre llamado Alberto Corazza. “En nuestro grupo de condiscípulos, Alberto era varios años menor al promedio de nuestras edades. Estudiaba en forma sacrificada; pertenecía a una familia humilde, no compraba apuntes pero prácticamente copiaba el texto de los libros para estudiar. Y sus exámenes eran francamente enjundiosos, porque precisamente abrevaba en los libros, no en los apuntes. Se graduó como abogado con poco más de 20 años, con excelentes calificaciones, no como quienes estudian para "recibirse" sino porque amaba las ciencias jurídicas y se afanaba especialmente con las ciencias sociales. Era muy formal en su vestimenta habitual, casi siempre con traje y corbata (claro, en aquellos tiempos muy pocos se atrevían al vaquero, indumentaria del oeste norteamericano que poco a poco pasó a ser la de nuestros jóvenes, inundados por música foránea y letras con un idioma que ninguno conocía, pero tarareaba). Hasta graduarse, Alberto no había viajado nunca más allá de Rosario; cuando salimos en un pequeño automóvil, en un viaje de vacaciones rumbo al mar -donde nos esperaban otros amigos-, todo era novedad para él, la ruta, las curvas, los carteles de publicidad, los moteles! (de los cuales nunca había sido habitué).
Su joven vida había sido dedicada entrañablemente, hasta entonces, a los libros, a descubrir los caminos y la gente. LA GENTE! Ese era el mayor misterio que despertaba y conmovía en Alberto, quien a poco comenzó a distinguir de ella, sus necesidades, la iniquidad de su pobreza y postergación, las privaciones, la negación de la justicia, reservada para quienes, por el camino de la política corrupta o los golpes de Estado, se habían apoderado de ella degradándola a sus intereses. Permaneció poco tiempo en Santa Fe, y ya desde su nuevo lugar de residencia, en cada vez más distantes comunicaciones telefónicas, me contaba de su trabajo, su joven familia, su militancia. Si nadie lo conocía, una forma de comenzar a hacerlo era enterarse que su hijo se llamaba CAMILO, por el enorme revolucionario cubano compañero del Che y de Fidel. Con la misma pasión que puso en sus estudios, abrazó la lucha revolucionaria hasta lo que fue su secuestro, su desaparición y su prematura muerte. Laura, su hija, me dijo ayer: "Yo no lo conocí a Papá..." Y así fue, sin duda, arrebatado a su compañera, a sus hijos, a sus libros, a sus compañeros, a la vida a la que tenía tanto pero tanto DERECHO. Yo no recorrí su mismo camino, por eso a pesar de los afectos, nos desgarró la distancia que no impedía que tuviéramos los mismos sueños, aquellos por los que él resolvió que valía la pena morir. Pero morir luchando, no la muerte artera que eligieron para él los terroristas de la tortura, la desaparición, los ladrones de criaturas, los enemigos de la cultura y el Derecho. ¡Tan joven era Alberto cuando lo arrebataron! Qué enorme suerte tuvimos de tenerlo. Qué inconmensurable dolor haberlo perdido. Con estas palabras, mi inalterable afecto y recuerdo.” / Felipe Cherep
Pero son sus propias palabras, dirigidas a su esposa Marta, las que nos ayudan a ir completando una imagen, por supuesto siempre inacabada, de esta brillante persona que fue Alberto:
Mi Querida Marta: Hoy se cumple un mes de algo muy sublime e inconmensurable que iniciamos juntos, solo espero que este amor perdure en el tiempo, el camino de montaña que hoy comenzamos a transitar juntos está lleno de dificultades y peligros, pero es siempre ascendente. Los jóvenes de hoy solo podemos elegir entre la abulia, el "no te metas", la inercia; o revelarnos a todo esto y construir un mundo mejor, así lo hicieron nuestros mayores y en especial tu padre a quien respeto y admiro, solo espero que él comprenda que la juventud de hoy le toca transformar y crear al "hombre nuevo".
Como decía Howard Fast en su libro "Espartaco" (el que espero hayas terminado de leer) ..Construiremos mejores ciudades, sin murallas...”. No me guían intereses personales y económicos, sólo el bienestar de mi patria y mi pueblo persigo, y tengo como todos derecho a hacerlo, has decidido acompañarme, enhorabuena, todo será bello y bienintencionado. El camino será muy duro, pero el amor y el respeto que nos debemos mutuamente hará de éste un camino luminoso.
El esfuerzo y el sacrificio de esta lucha, quizás no lleguemos a verlo, pero quedará marcado firmemente el camino a seguir por las generaciones venideras y para nuestros hijos ésta será la única herencia que habremos de dejarles, lo cual nos hará merecedores de su respeto y aprecio. Espero pronto tu respuesta, hacela clara y pensada, como sueles hacerlo.
TE QUIERO, TE AMO, TE EXTRAÑO. Alberto
Esta es la segunda carta que Alberto me envió cuando estábamos de novios, él en Buenos Aires y yo en Santa Fe. Así fue la herencia que le dejó a sus hijos: Camilo Salvador y María Laura, y a sus nietos: Julián, Ignacio, Alberto Agustín, Tomás y Ramiro. / Marta Pugliese de Corazza
Su memoria es recordada por una placa colocada en la semana de homenaje en la Facultad de Derecho UNL 2006 y una placa en el Colegio de Abogados de Lomas de Zamora
Los responsables de su secuestro fueron juzgados y condenados en la Causa Guerrieri IV -