Alfredo GONZÁLEZ « Gonzalito »
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Alfredo González “Gonzalito” o “Papacho”. Nacido en Bella Vista, Corrientes, séptimo hijo de una familia numerosa, once en total, vino de su Corrientes natal a Santa Fe a estudiar Ingeniería Química en la FIQ de la UNL. Morocho, bajito, usaba grandes anteojos de marco negro, buen tipo, simpático, muy querido por todos.
Muy católico, militaba en el Ateneo Universitario y vivía en el Colegio Mayor Universitario de Santa Fe, dónde fue decano de una de sus residencias y buen amigo del cura Leyendeker, fundador de esa institución. Ya recibido de Ingeniero Químico, llegó a ser Decano de la Facultad de Ingeniería Química de la UNaM en Posadas(Mnes) y fundador del Comedor Universitario de esa ciudad. Científico reconocido en Japón, Alemania y Estados Unidos, fue secuestrado el 24 de marzo de 1976, en abril, el delegado militar lo deja cesante en la Facultad. Después de pasar por varios centros clandestinos y la cárcel es liberado en el mes de octubre. Reincorporado a la Universidad, ocupa la cátedra de Proyectos de Grado.
“Como dirigente del Partido Demócrata Cristiano abrazó la política con firme vocación democrática y pluralista, sustentada en su formación humanista. Tuvo participación activa en las elecciones de 1973 y en los posteriores acontecimientos políticos que conmocionaron a la sociedad argentina, manteniendo una definida posición nacional y popular, dando su apoyo al Partido Peronista Auténtico en las elecciones de Misiones de 1975”. (de “ El Golpe de Estado en la Provincia de Corrientes” Ediciones Al Filo)
Al celebrarse el Juicio por su desaparición, la periodista Alejandra Dandán, publicó en Página 12, el 30 de enero de 2006, una nota de la que transcribimos algunos párrafos:
“(...)según sus amigos y colegas, era un genio. Sus amigos sospechan que se lo llevaron para robarle una fórmula. La dictadura militar de Misiones sabía que había logrado una invención para abaratar la fabricación de aluminio, iniciar un proceso de potabilización del agua y fabricar un abrasivo semejante al cif.” “Alfredo vivió sus últimos años en su casa de soltero de Posadas, pero recorría habitualmente los 80 kilómetros que lo separaban del pequeño laboratorio del pueblo de Alem, donde hacía sus investigaciones de rutina.
(…)” “Alfredo era uno de los académicos reconocidos de la UNaM. Había nacido en la ciudad correntina de Bella Vista, donde aún vive María Amelia, su hermana, que es la querellante de la causa por su desaparición, que se inició en 2004. Hace unos días, ella tuvo entre sus manos el viejo pasaporte de su hermano. Lo miró aún sorprendida por la turbulencia de fechas, viajes y recorridos: “¡Eran un montón! –dice–. Pero mi hermano no viajaba por turismo. Tenía viajes a Japón, Estados Unidos y Alemania, donde hacía cursos de posgrado”. “Para la época, Alfredo era un adelantado. Con su aspecto menudo, su estatura chiquita, sus inmensos pares de lentes, el tono locuaz y su incorregible aspecto de científico, era uno de los pocos académicos con acceso a masters y posgrados en el exterior. Llegó a la UNaM cuando la universidad aún era un conglomerado de facultades con la cabecera en Corrientes”.
“Posteriormente en su provincia comenzó a trabajar dentro de una convulsionada estructura de la democracia cristiana. Aunque muchos de los que lo conocieron aseguran que nunca se asoció a las organizaciones armadas ni tuvo gran militancia política, dentro del partido era uno de los que mantenían posiciones más cercanas a la izquierda.” “Mario Alfredo Marturet fue uno de sus compañeros de militancia. (…) “Alfredo tenía una gran militancia –dice– y no sólo dentro del partido, sino con todo lo que tenga que ver con un nacionalismo sin zeta.” Para muchos de los detenidos de la época, la militancia de Alfredo iba en la línea de los que trabajaban por un mundo mejor sólo a partir de sus convicciones internas.”
“Los conflictos en la universidad y los enfrentamientos políticos con los grupos de la derecha católica universitaria no son ajenos a la investigación de su desaparición, se transforman en otra línea de análisis que puede confluir, o no, en la investigación del aún supuesto robo de la fórmula. Alfredo trabajó en la universidad para la época de los bastones largos del gobierno de Juan Carlos Onganía. Y cuando los correntinos se aproximaban a la revuelta estudiantil que terminó con la muerte del estudiante Juan José Cabral, herido durante la protesta multitudinaria del 15 de mayo de 1969. La sede correntina de la UNaM estaba intervenida por los amigos del brigadier y gobernador Hugo Garay Sánchez, nombrado por Onganía: “Fue el que trajo los cursillos de la cristiandad hasta Corrientes, de la clásica derecha católica; no sé si me explico”, apunta Marturet.(…)”
“(…) Alfredo no había cambiado de partido pero aquellos debates, su compromiso universitario y su participación en el bloque de la Confederación Universitaria del Nordeste que le disputó la dirección de la universidad a la derecha, le valieron la calificación de comunista en las páginas de los diarios: “Lo acusaban de izquierdista –dice Marturet–. Esa derecha lo acusó siempre de idiota útil, que quería decir que no era comunista pero que trabajaba para los comunistas”. “Sus padres aún estaban en Bella Vista. “El Gallego” don Manuel era panadero y doña Elba había criado a más de una decena de hermanos. Alfredo pasó a visitarlos luego de su primera detención, producida el mismo día del golpe de marzo de 1976. A esa altura, no sólo había avanzado con su carrera y sus estudios sino también con la fórmula. Sus captores lo sabían. Dicen que se lo preguntaron en el interrogatorio.”
La fórmula. “Alfredo pasó seis meses detenido, primero en la unidad penitenciaria de La Candelaria, a unos 20 kilómetros de Posadas, y luego en la UR 7 de Resistencia,… Parece que dentro de la cárcel no lo acosaron. Por lo menos al comienzo. Pero finalmente lo trasladaron a Resistencia cansados de su modo de pasar el tiempo. Había comenzado a dar clases de química entre sus compañeros; los carceleros no lo soportaban.”
“El abogado Ramón Alfredo Glinka es un ex detenido político de Misiones. Hace unos días su testimonio se incorporó a la causa porque estuvo detenido en el mismo período que Alfredo. Su relato aportó detalles sobre el aún supuesto robo de la fórmula. Según dice, el propio Alfredo mencionó el interés de los militares sobre el tema cuando lo liberaron para septiembre de 1976.” “¿Cuál era la importancia del invento? ¿Por qué había tanto interés por su fórmula? ¿Por qué no lo vendió o lo cedió? Las preguntas siguen sin respuestas, pero algunos testimonios cercanos empiezan a darle sentido al rompecabezas.”
“¿Cuál fue la importancia?”, pregunta su hermana María Amelia en forma retórica. “Imagínese que lo que descubrió era cómo fabricar papel 50.000 veces más barato de lo que en ese momento se pagaba por el papel que comprábamos a Chile o Estados Unidos. Yo no le puedo contar de la fórmula porque no la sé, lo único que puedo decir es que siempre le preguntaron por la fórmula.” Se lo preguntaron los militares, pero no fueron los únicos. También lo hicieron insistentemente sus socios del pueblo de Alem. Querían que Alfredo la compartiera pero el académico no lo hizo, convencido aparentemente de que la patentarían para producirla en Norteamérica”.
“Al parecer, la fórmula que descubrió se parecía al CIF. Además del abrasivo y del método de fabricación de papel, Glinka explica que su amigo identificó “las propiedades de las tierras lateríticas para una fabricación mucho más económica del aluminio y de otras arcillas misioneras que suplantaban a un costo mucho menor la potabilización del agua”. Era un genio, insiste su compañero de cárcel aún sorprendido porque sin la ayuda de las computadoras el otro se tragaba las fórmulas de memoria.”
“Aún hay dudas, y muchas, sobre el modo en el que la información, si es cierta, llegó a la cúpula militar. ¿Dónde se escuchó? ¿Quién la recibió? ¿Y desde qué sector se dispuso su secuestro? El ingeniero no sólo se había metido a trabajar sobre el proyecto del abrasivo y su comercialización. Dicen que cuando desapareció llevaba años detrás de una inversión de papel misionero adjudicada a Alfredo Martínez de Hoz y Albano Harguindeguy. Esas pistas y el enfrentamiento con algunos dirigentes de la facultad son parte de las hipótesis que se investigan en la causa.(…)”
“Alfredo González fue detenido por segunda vez el 4 de marzo de 1978 con un operativo impresionante frente a su casa. Lo acusaron de subversión económica, una figura por la que la dictadura militar misionera avanzó contra muchos militantes (…)” “Glinka creyó oír allí dentro la voz de González. Y durante el juicio explicó que, de acuerdo al relato de un policía de nombre Sánchez Boado, cliente suyo,(…) el académico de la UNaM murió de un ataque cardíaco en la sala de torturas. Su cuerpo, dijo este tal Boado, habría sido arrojado al río Paraná.”
Al conocerse la condena al represor Caggiano Tedesco,responsable de la zona, la mamá de Alfredo, entonces de 98 años, le dijo “COBARDE, SE VIVE O SE MUERE, NO SE DESAPARECE.”
Su memoria es recordada en un Mural de homenaje en Bella Vista Ctes y en una placa colectiva colocada en el octágono de la Facultad de Ingeniería Química en 1996
Los responsables de su secuestro y asesinato fueron juzgados y condenados en la causa Casita de Mártires-Misiones