Mario Osvaldo MARINI « el Grillo »
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
El Grillo vino en el año 1969, desde Villa Cañás (Santa Fe) a estudiar Ingeniería Química. Sus padres eran agricultores. Él había sido abanderado en la escuela secundaria. Entre los años 71-72 fue responsable de la residencia de calle San Luis del Colegio Mayor Universitario y ayudante de cátedra en la Facultad. Gran jugador de fútbol y mejor degustador de vino tinto, se destacaba en el frontón. Muy ingenioso, en la época del “luche y vuelve” había desarrollado un equipo para rellenar los aerosoles con gas de garrafas, ya que era muy grande la demanda y escasos los recursos económicos, esto terminó cuando reventó uno, por suerte no pasó nada. Se casó con Anita y tuvieron un hijo que en la actualidad vive en la provincia de Córdoba.
Un amigo y compañero de militancia, lo recuerda así:
"Lo conocí un enero de hace 37 años, ojos y pestañas grandes, estatura pequeña, pelo y bigotes negros, siempre alegre y locuaz, fue inevitable que lo bautizáramos: El Grillo.
El Grillo era el prototipo del gringo de campo, bonachón, casi inocente, solidario, su vestimenta lo delataba, un jean tiro corto, camisa de grafa color caqui y un pulóver marrón que nunca abandonaba. ¿Qué adjetivos usar para describirlo?
Era bueno desde el alma, tranquilo, no le gustaba estudiar, futbolero (hincha de Independiente) recordaba siempre su familia y su querida Villa Cañás, quizás por su timidez admiraba el éxito de su hermano con las mujeres.
Experto en el funcionamiento de los calentadores Bran-Metal, admirador de Sergio Denis, jugador de ajedrez y brisca, admirador de la cultura griega (leía la llíada y la Odisea), desprendido de las cosas materiales, soñaba con una familia y un mundo mejor para todos, sencillo y simple.
Así recuerdo al AMIGO, al querido GRILLO.”
El 9 de diciembre de 1975 en una emboscada en su propia casa es detenido y posteriormente desaparecido “el Grillo”, por un grupo de tareas del Área 212 que actuaba bajo el control operacional del Ejército. Se había casado a principios del 75 y tenía un bebé de un mes y medio, Germán. Vivían en una casa humilde, en Jujuy 3618 (hoy Pasaje Andrade), en el sur de la ciudad. Ese día Ana María, su esposa, paseaba con su bebé por bulevar Gálvez, cuando vio que alguien comenzó a seguirla. Tomó un colectivo en la esquina de República de Siria y llegó a su casa con su hijo en brazos, alrededor de las 19. No habían pasado más de diez minutos, cuando el grupo de tareas irrumpió en la vivienda. Eran seis hombres, fuertemente armados, sin uniforme y a cara descubierta, que "en ningún momento exhibieron orden de allanamiento ni identificación alguna”.
Buscaban a su esposo, revisaron la casa, comprobaron que no estaba y siempre a los gritos, le dijeron que no se moviera, aunque no le taparon la cara. Afuera había otras tres personas en un auto que también forma parte del operativo Los represores dejaron la casa en penumbras. Sólo quedó encendida la luz de la cocina para no despertar sospechas. Y esperaron que llegue Marini. Media hora después, cuando el "Grillo" se asomó por la puerta "se le abalanzaron encima, lo tiraron al piso boca abajo, lo apuntaron con armas y le preguntaron de dónde venía". Seis contra uno, es muy difícil que alguien pueda resistirse. Además el Grillo no medía más de 1.65. Pasaron unos minutos, cuando la sacaron de la casa con su bebé y allí pudo ver que los otros tres represores seguían a bordo de un auto en la calle.
En un momento, pidió volver porque se había olvidado el chupete de Germán, pero se topó con una orden: "¡Si volvés a entrar, sos boleta!", le gritaron los de adentro. La llevaron con su hijo hasta la Comisaría 1ª (25 de Mayo y Primera Junta), donde pasó la noche. Esperó que también trajeran a su marido, pero fue en vano. Al otro día, un policía le comentó que lo habían llevado a la Comisaría 4ª y que ellos no tenían nada que ver, que el operativo estaba a cargo de los militares. Una semana después, la interrogó otro militar que le dijo que Mario "se les había escapado", lo que le pareció imposible por la magnitud del despliegue militar y cómo lo habían reducido. Luego, y ante sus súplicas a los policías de la Comisaría 1ª, uno de ellos le comentó que se rumoreaba que Marini había muerto en la sala de torturas, de un paro cardíaco.
Ana María estuvo detenida cuatro años y medio a disposición del Poder Ejecutivo. Con el correr del tiempo supo que su casa había sido desmantelada. Le robaron todas sus pertenencias: la ropa, la vajilla, los libros, los regalos de casamiento, los electrodomésticos. Un botín de guerra.
Su memoria fue recordada en el Parque de la Memoria de Villa Cañás, organizado por la Escuela de Educación Técnica Nº 652 “José Manuel Estrada” y la Municipalidad de Villa Cañás.
También en placa colectiva en la Facultad de Ingeniería Química de la UNL
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la “Causa González”
JUICIO: (VER ANEXO)