Fernando Lucio LÓPEZ « Lucho »
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Mi hermano, comenzó desde chico una militancia se podría llamar inorgánica, en casa la que militaba era yo, y en eso, no era muy acompañada por la familia. A mi domicilio llegaban algunos volantes y documentos varios, un día descubro que él los leía y que además, salía a repartirlos por el barrio. Lo descubrí porque un día, una vecina, le comenta a mamá que Lucho había tocado timbre en su casa para ofrecerle un volante y explicarle de qué trataba. La mujer, que estaba con sus tareas en la cocina lo acepta, y le dice que después lo lee; y él responde que si ella quería, mientras cocinaba le cebaba unos mates y le leía el volante. Era un volante algo extenso, una hoja oficio con letra chica, editado por el Ateneo, se refería a un conflicto ferroviario.
En esa época, Lucho tenía unos 12 o 13 años y junto con un amigo, un gordito cuyo nombre no recuerdo, con el que estaban siempre juntos, salían a repartir volantes. Nosotros vivíamos en el barrio Las Flores l, en casa no teníamos teléfono y el público estaba en la comisaría, así que los policías nos conocían. Una noche, Lucho, no vuelve a dormir y mamá no se preocupó pensando que se quedaba a dormir en la casa de algún amigo. Pero, al otro día llama a la puerta un policía diciendo que Lucho estaba en la comisaría por el robo de una bicicleta. Mi mamá lo va buscar acompañada de un abogado y lo sueltan.
Entonces, nos cuenta que en la noche habían estado tirando unos volantes del "Luche y Vuelve", la policía los detuvo y los metió en un calabozo lleno de agua. Lucho y su amigo, dos chicos que aún no habrían pasado los 13 años, estuvieron toda la noche mojados, abrazándose para darse calor, sin poder siquiera sentarse, y además teniendo que soportar la vergúenza que les acarreaba, a estos muchachitos que apenas iniciaban la adolescencia, ser dos chicos varones y pasar la noche abrazados.
Pero lo que quizás refleja mejor la «calidad moral» de quienes se ensañaban de ese modo con dos criaturas, es que, como a las tres de la mañana, una persona de civil y borracho entró a la celda con una pistola en la mano y poniéndosela en la cabeza los amenazaba diciendo: «... donde los encuentre otra vez les vacío el cargador» y otras cosas por el estilo.
Durante el «Luche y Vuelve», la movilización por el retorno de Perón, participó en toda la campaña, asistiendo a todos los actos que se hacían, cosa que por su edad y ser mi hermano más chico no me gustaba mucho, se lo hacía saber, al igual que otros compañeros, pero él siempre se las arreglaba para estar.
Cuando fuimos a Ezeiza, ayudó en el armado de una bandera muy grande de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que llevaba la columna de Santa Fe. Además, participó del armado de carteles y tizones. Trabajó con mucho entusiasmo, tanto que una noche tomó unos tizones y desde las Flores hasta el Cementerio fue haciendo pintadas, culminando en una construcción en la curva de Blas Parera y Fray Cayetano Rodríguez, en la parte más alta, donde había un gran espacio de cemento, tirado en el techo, pintó las consignas del «Luche y vuelve». En las reuniones de JP (Juventud Peronista) el comentario y las preguntas de los compañeros eran sobre quién habría hecho tan buen trabajo de propaganda.
El 1° de mayo del 1974, cuando nos vamos de la Plaza de Mayo, Lucho estaba con la gente de Santa Rosa y en un momento lo golpean en la espalda con una madera, gracias a un compañero que lo ayuda la situación no fue peor. En esa época, vivían en el barrio César y Mario, dos compañeros del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) con los que teníamos discusiones políticas. Él siempre se quedaba charlando con ellos; cuando en la Plaza, Perón nos dice «estúpidos imberbes», ¡y pobre, él era imberbe! Esas palabras provocaron su ida del peronismo.
Después de una volanteada en la Terminal de Ómnibus, lo detienen junto con otros compañeros y permanece diez días en la Alcaidía. Lo que ya había pasado antes, sumada a esta detención, hace que lo persigan constantemente. Tal es así que una noche cae la patota en mi casa estando mi mamá con otro de mis hermanos y un cuñado, pero Lucho no estaba, porque le habían avisado de la caída de Marcelo, otro compañero. Lo estuvieron esperando toda la noche, por eso él ya no pudo volver a vivir allí.
Estuvo viviendo en diferentes lugares hasta que llega a la casa de calle Primera Junta y San Lorenzo, la que compartía con otros compañeros. Mi otro hermano visitaba a su novia a algunas cuadras de ese lugar cuando salía de la colimba. La tarde que cae, mi hermano escucha disparos, sale en una moto y pasa frente a la casa, en el balcón, en el respaldo de una silla estaba la camisa que él le había dado a Lucho y también el tablero de ajedrez. Como siempre jugaban al ajedrez en ese lugar, se aleja tranquilo, pero un rato más tarde le avisan del allanamiento de la casa de mi mamá y se entera de lo ocurrido, Le dicen que había fugado por los techos, disparando, y que lo hieren en la espalda. A mamá le dijeron que lo estaban atendiendo en el hospital. Pero lo dejaron morir sin ningún tipo de atención, eso lo sabemos por la lectura del expediente y por declaraciones de compañeras que lo vieron allí.
Lucho era un chico con una sensibilidad muy grande, no era un chico extremadamente activo, tampoco podríamos decir que era rebelde. Tenía un carácter especial, se llevaba muy bien con su madre. Los vecinos recuerdan de él su solidaridad, como cuando salía a pedir ropa o zapatillas para compañeros de escuela que lo necesitaban, lo veían como un chico de buen corazón, para nada violento. Esa es la imagen que me quedó, su gran sensibilidad y preocupación por las injusticias, los pobres, el hambre, que volcó en unos versos. Yo los guardaba. Lamentablemente, en oportunidad de estar en Rosario en casa de familiares, mi cuñada por miedo a los allanamientos y sin que me diera cuenta, los quemó junto con otros papeles que tenía.
Cuando Lucho tenía 7 años, estando en la escuela Lavalle, le dan para decir una poesía en un acto, La estudió, cerca de la fecha mamá le pregunta si ya sabía lo que tenía que decir, y entonces se da cuenta que la poesía era el Romance de Juan Lavalle, muchas estrofas que recitó solo, con sus 7 años, chiquito con la cabeza llena de rulos rubios y el aplauso de la gente al terminar cada estrofa.
/ Nancy , hermana
Lucho, en el recuerdo de un amigo
Cuando ingresé a la escuela media, ya existían varias agrupaciones estudiantiles a nivel secundario, las principales eran la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), la Juventud Guevarista, Espartaco y la JF. A Lucho lo conocí cuando ingresó a la ElS, luego pasó al Colegio Nacional, en ese entonces estaba vinculado con la UES, Pero cuando la represión hace que esa organización se vaya desarmando y seguramente por desacuerdos internos se vincula con el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores).
Esta organización, después del secuestro de las abogadas Nilsa Urquía y Marta Zamaro (en noviembre de 1974), sufre un fuerte impacto que desorganiza la estructura por la caída de muchos de sus dirigentes. Parece que la casa de las abogadas había estado vigilada y desde allí siguieron a Darío (César Zerbatto) al que finalmente secuestran y asesinan; pero previamente, al seguirlo, habían logrado identificar a varios compañeros.
Lucho se había enganchado a fines del '74 o principios del '75 en el frente estudiantil, pero el funcionamiento fue bastante inorgánico hasta fines de 1975. En esa época se estaba organizando la Mesa Directiva de la Juventud. No milité con él y no puedo dar testimonio al respecto. Creo haberlo encontrado en el Congreso del FAS. Le dieron un balazo cerca de la columna y murió después por falta de atención. Alguien comentó que hubiese quedado paralítico, cosa que, pienso, no habría podido bancarse un tipo tan inquieto y activo como él.
/ Marcelo
Su memoria es recordada por una placa colectiva colocada en la Escuela Industrial Superior y en la Baldosas por la memoria en la vereda del establecimiento
Los responsables de sus asesinato fueron juzgados y condenados en la causa Militantes del PRT