Ramón Ricardo PUCH «El Negro»
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Nació en Santa Fe un 28 de mayo de 1952, estudió en el Colegio de la Inmaculada. Una vez egresado trabajó varios años como preceptor en el Colegio, continuando su acción concientizadora hacia el alumnado.
Al Negro se lo recuerda caminando por su barrio (San Jerónimo y Crespo, casa paterna) con sus mocasines marrones, vaqueros y peinado con algún producto que le alisaba el cabello. Ingresó a la Facultad de Derecho en 1970, militante del Ateneo fue uno de los líderes en la formación de la Juventud Universitaria Peronista en 1973, fuerza nacional del peronismo universitario que un año después pasó a ser la fuerza mayoritaria en las universidades nacionales. Fue dirigente nacional de la JUP, e integró el secretariado de la Federación Universitaria Argentina, como Presidente de la Federación Universitaria para la Liberación Nacional del Litoral.
Preguntado oportunamente sobre la importancia de la JUP, expresó: “Fundamentalmente la JUP aporta al Movimiento Peronista Auténtico (estamos en 1975) un sector social enfrentado al imperialismo; dinámico y combativo. Aporta en las calles, en las barricadas, luchando contra los gorilas de turno, y con la formación de cuadros técnicos y profesionales que estén al servicio del pueblo”. Suplantó a Roberto Mayol como la cara visible de la JUP (Juventud Universitaria Peronista) cuando éste, deja formalmente ese frente para pasar a ser el responsable general, luego de la fusión de FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) y la antigua estructura de Montoneros en 1974).
En ese momento se produce el trasvasamiento o cambio de los referentes públicos a quienes en la jerga se denominaba “jetones”. Estos eran los referentes que daban presencia formal en actos o acontecimientos públicos, había uno por cada frente, es decir uno por la JUP, otro por la JP (Juventud Peronista) que era a su vez el referente de la regional (el frente tradicional y de mayor importancia); otro por el frente sindical, la JTP (Juventud Trabajadora Peronista); y uno por la UES, Unión de Estudiantes Secundarios. Una anécdota: “Al Negro le tocó ser el último referente o “Jetón” de la JUP.
Cuando en julio del 74 muere el General Perón, en medio de la inmensa conmoción que todos vivíamos, se nos ordena a los jetones hacer una visita de cortesía al Gobernador de la Provincia Don Carlos Silvestre Begnis, por quien sentíamos especial respeto y al que apoyábamos frente a los intentos de desplazarlo de los sectores sindicales encabezados por el entonces vicegobernador, previendo que éstos recrudecerían. Esa gestión nos fue encomendada al Negro Mechetti, de la JP, a Publio Molinas de la UES, al Negro y a mí por la JTP. Habíamos quedado en encontrarnos en un bar que estaba frente a la casa de gobierno, Los Constituyentes. “Los Consti”, que tanto yo como él solíamos frecuentar en otras épocas.
Un rato antes de la audiencia esperaba la llegada de los demás, el Negro fue el primero en aparecer, nos abrazamos, fue instintivo, como si mutuamente nos diéramos el pésame. Como para decir algo, o romper la tensión, no sé. Le pregunté: “¿Y ahora?”, sin esperar respuesta, pero, con esa cara de negro buenazo, que me parece seguir viendo, dijo: “El diluvio”; simple, sin ningún énfasis, dejó caer las dos palabras y un gesto que a la distancia no puedo descifrar, no sé si fue un pensamiento íntimo o la conclusión de un análisis. No sé si era el dolor por la muerte del viejo, no me imagino premoniciones porque no creo en ellas, sólo sé que nunca más olvidaré ese diálogo, en la cárcel siempre lo recordaba.
Aunque con el Negro nunca estuvimos en el mismo ámbito y no lo conocí demasiado, sé que ese instante nos unió íntimamente, para siempre y siempre va a acompañarme esa experiencia ligada a un enorme cariño por ese tipazo. Quizás algún día, alguien pueda explicarme, cómo vínculos aparentemente tan pequeños e intrascendentes entre personas que apenas se conocen, dejen tamaña impresión de afecto para toda la vida. Quizás, esto sirva también para poder explicarles a otras generaciones o a los hijos, para poder aproximarlos al concepto que involucraba la definición del hombre nuevo, o la concepción que se tenía de la pertenencia, que daba un vínculo indeleble que generaba lazos afectivos que no necesitaban del conocimiento íntimo del otro. Esto es tan así, que uno ha amado a personas de las cuales lo ignoraba todo, no solamente su historia, sino hasta ese detalle formal que incluye una presentación, que es el nombre y el apellido”.
/ Pancho
Fue uno de los primeros dirigentes amenazados por la Triple A y debió irse de Santa Fe. Continuó su militancia en Buenos Aires ya en la clandestinidad, en su domicilio de Capital Federal donde fue secuestrado el 18 de octubre de 1976, tenía 24 años. Antes de su asesinato se lo vió con vida en El Campito, centro clandestino de detención y torturas en Campo de Mayo.
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Facultad de Derecho-UNL
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la Megacausa Campo de Mayo