Francisco MOLINAS « Pancho »
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Pancho fue muy diferente. De conducta impulsada por los afectos, fue, con las cosas que descubría, comprometido y simple. Muy leal en sus relaciones le hacía ganar enseguida el cariño de todos los que lo conocían. El colegio secundario lo hizo al compás de su personalidad, sin importarle mucho los resultados académicos, vivía las relaciones humanas como la asignatura más importante. Desde muy chico rebelde con las injusticias y con la mano siempre tendida para con sus compañeros.
Guiado por la militancia de Alberto, inició la suya en la Universidad Católica de Santa Fe como miembro del Movimiento de Estudiantes de la Universidad Católica (MEUC), dando origen al grupo montonero santafesino. Viudo de María Guadalupe Porporato y con una niña de apenas un año, formó nueva pareja con Clara Josefina Lorenzo Tillard, posteriormente secuestrada desaparecida junto a Francisco en febrero de 1977.
La melliza de Pancho, Haydée dijo que un día soñó a su hermano. A la mañana siguiente llamaron a su puerta. Era su sobrina, Paula Molinas, a quien no conocía porque durante 18 años se crió en Córdoba con la familia de la segunda compañera de Pancho. Su mamá, María Guadalupe Porporato, cayó en septiembre de 1974, en Rosario, cuando ella tenía seis meses. Desde esa pérdida, Pancho no se despegó de su niña hasta que lo mataron, en 1977.
En 1993, ella volvió a Santa Fe y le dijo a su abuelo: "Yo soy Paula". Los Molinas quedaron impactados porque durante años ellos creyeron que Paula era otra adolescente que vivía en Rosario. Un juez de San Isidro se las había entregado como la beba de Pancho. En 1995, los análisis genéticos revelaron que la otra Paula era Laura Fernanda Acosta, la hija de otro militante político, Lidio Acosta y de su primera compañera, María Dolores Vargas, que desapareció en 1977.
“Pancho: hermano mellizo y mi otro yo, alegre, decidido, valiente, sensible, amigo fiel, padre enamorado de su hija, protagonizando siempre su entrega incondicional. “ / Haydee
El 1 de septiembre de 2015, la familia fue citada por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para entregarle los restos, identificados entre decenas de víctimas del terrorismo de Estado, en el cementerio de Avellaneda. Era el último de los Molinas desaparecido.
Su hija Paula fue quien encabezó el homenaje en la Plaza de Mayo de Santa Fe, frente al Colegio de la Inmaculada, donde jugaron desde niñxs todxs los hermanxs