José Luis GÓMEZ « Joselo »
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Joselo era el mayor de 3 hermanos, hijo de una familia de trabajadores, ya que mi padre era obrero en SanCor y mi madre tenía una pequeña mercería, para ayudar a mantener la familia. Nació en San Justo un 6 de Junio de 1956 comenzó la primaria en la Escuela N° 415, y a partir de 5° grado en el Colegio Urbano de Iriondo del Niño Jesús, donde terminó la primaria, el secundario lo hizo completo en la Escuela Normal Superior República de México, terminando con el título de Bachiller con Orientación Pedagógica.
Excelente alumno, nunca le quedaron materias para rendir. Siempre se destacó en él su gran generosidad y su carisma para llegar a la gente, fue líder innato en sus grupos y muy querido por todos, con vocación para ayudar a los que más necesitaban o más necesidades padecían, y esto queda demostrado en el afecto que todavía me hacen, a pesar del tiempo, todos los que lo conocían o compartieron con él algún momento. Y cada vez que se reúnen sus compañeros de secundaria, lo recuerdan, lo visitan y dejan siempre un gran afecto.
Practicó futbol, jugando en las divisiones inferiores del Club Colón de San Justo, y terminó jugando en la reserva del club, ya que después se fue a estudiar a Santa Fe, Ingeniería en Construcción; los baile, si que le gustaban, todos los fines de semana salían con su grupo de escuela, y recorrían todas las localidades vecinas y por supuesto no se perdían los bailes en San justo o en esos momento “las Confiterías” (La Casona, Papagayo) de nuestra ciudad. También tuvo novias , ya que tenía buena pinta y muy agradable para entablar amistades. Las peñas también le gustaban, había estudiado folklore y era Profesor, zapateaba muy bien.
Fue muy afectuoso, tanto con mis padres como con nosotros, los hermanos más chicos, siempre trató de protegernos y ayudarnos, a tal punto, que una noche cuando él tenía 14 años y yo 12, fuimos a casa de unos amigos y volvimos como a la 5 de la madrugada, mi padre muy disgustado no nos dejó ir a dormir, y nos mandó acarrear tierra con una carretilla, como yo era más chico, estaba con mucho sueño y cansado, entonces él me dejó durmiendo en el lugar y acarreó toda la tierra. Con esta pequeña anécdota quiero destacar su generosidad, su amor y su sacrificio por los demás, no le interesaba dar todo de sí para el bien del otro. También esa fuerte personalidad y gran compromiso con sus ideales, con su familia, con sus amigos, y la gran vocación de servicio, que lo llevó hasta dar su vida para mantenerlos. Quince días antes de su caída, habían ido a visitarlo sus padres y hermanos, y cuando se despidieron, abrazó fuerte a su hermano y le dijo, ”tal vez es la última vez, que nos veamos” pero no le digas nada a los papis, lo trató de convencer de que regresara, pero no hubo caso.
/ Alberto (Manito)
Conocí a Joselo en la casa que el Colegio Mayor Universitario había regenteado a principios de la década del 70 en calle 9 de Julio al 2700 pero que para entonces -año 1976- era administrada por nosotros. Había llegado de su ciudad natal - San Justo- para estudiar Ingeniería en la UTN, tiempos en que los jóvenes nos involucrábamos en política para lograr una sociedad mas justa. Hijo de laburante y ama de casa, tenía un hermano y una hermana menor a quienes quería entrañablemente. Se incorporó a su llegada rápidamente a la militancia integrando la JUP de la UTN y participando activamente de los hechos políticos de entonces. Era un tipo bárbaro, siempre de buen ánimo y con ganas de hacer, arrebatado a veces.
El año 1976 venia duro, golpeados por la detención y asesinato de varios compañeros, el golpe en marzo de los milicos, aseguraban aun más dureza para la militancia, no eran tiempos de esquivarle al compromiso. Ahí estuvo el 1 de Mayo en un acto relámpago que se hizo en calle Santiago y las vías de calle San Luís dando muestras de que la nueva resistencia peronista no le iba a ceder fácilmente la calle y los espacios de lucha a los milicos asesinos. Lo detienen en la retirada cuando intentaba alejarse del lugar a bordo de un colectivo de línea, resiste pero es apresado, lo llevan a la Comisaría 3ra (Balcarce y Lavalle); allá nos vamos turnando los compañeros para llevarle la comida y otras necesidades. Pasa luego a la Guardia de Infantería Reforzada y es dejado en libertad por el mes de septiembre u octubre.
Recuerdo que festejando su libertad, la familia organizó en San Justo un gran asado con cuero donde compañeros y familia pudimos compartir esa alegría junto a él. A los días, de regreso a Santa Fe, con la clara convicción de que su compromiso con la causa la llevaría hasta las últimas consecuencias, se encuadra nuevamente en la Organización Montoneros, una Organización que ya le pesaban las bajas que venía sufriendo producto de la ofensiva del Ejército organizado en patotas. Desde entonces lo pude ver y compartir momentos de a cuenta gotas.
Murió el 24 de marzo de 1977, a la madrugada del primer año del golpe, luego de resistir en su casa de Guadalupe (Javier de la Rosa al Oeste de las vías), junto a las compañeras Silvia Wollert y Norma Meurzet, un ataque del Ejército. Ha sido un tipo bárbaro con el cual me unía un afecto de hermano y hoy/siempre lo recuerdo -a pesar de su juventud- con el coraje de haber entregado su vida por una lucha que asumía como justa, con un objetivo noble de lograr la Patria justa, libre y soberana. Sé que andará diciendo por ahí, ¡LIBRES O MUERTOS, JAMAS ESCLAVOS! ¡VIVA LA PATRIA!
/ El Pato, compañero y amigo
Su memoria es recordada en una placa colectiva en la Universidad Tecnológica Nacional-Regional Santa Fe y por la Municipalidad de San Justo en oportunidad de crearse el Espacio de la Memoria el 24 de marzo de 2015
Los responsables de su asesinato fueron juzgados y condenados en la Causa Acumulada Santa Fe