Moisés Alberto RITVO
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
El Monchi, como lo llama su familia, nació el 4 de diciembre de 1955 en Rosario, siendo el único hijo de José Ritvo y Reina Laredo. El padre era médico en Margarita, pueblo del Dpto. Vera en la provincia de Santa Fe, su mamá era oriunda de Calchaquí otro pueblo del norte santafesino. Pasó su infancia en Margarita donde cursó la escuela primaria. No tuvo hermanos pero sí primos y tíos en la ciudad de Santa Fe –dice su tía Berta- a los que visitaba regularmente y con los que pasaba sus vacaciones.
Roberto, uno de sus primos, recuerda la ansiedad con la que esperaba cumplir los 18 para sacar el carnet de conductor. Tal era su ansiedad que el mismo día del cumpleaños fueron a hacer los trámites y salió, sin pensarlo demasiado, con el auto del tío a hacer el correspondiente examen. En ese momento el primo recordó que el auto no tenía nafta, pero por suerte la vuelta fue cortita, dice riendo… Era muy pequeño cuando la vida comenzó a golpearlo, a los 13 años muere la madre en un accidente, y a los 15 cuando hacía el secundario en el Liceo Militar de Santa Fe, falleció su papá. Nosotros pasamos a buscarlo por el Liceo, recuerda Roberto, el padre había muerto en Margarita. Entonces va a vivir a Santa Fe con sus tías maternas, Luna y Sara Laredo. Deja el Liceo Militar sin haber finalizado el secundario, lo completa como alumno libre en la ciudad de Vera, en el Colegio Nacional donde era profesora su tía Luna.
Terminado el secundario se inscribe en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional del Noroeste, en la ciudad de Resistencia, Chaco donde se queda a vivir. Corría el año 1974. Al poco tiempo, dice la tía, aunque no le conocíamos antecedentes de militancia estudiantil, es elegido Secretario del Centro de Estudiantes de la Facultad. En tanto los compañeros del Chaco sostienen que militó en la Juventud Universitaria Peronista y se caracterizó por ser un estudiante cuestionador, inquisitivo. Con su grupo exigían la reforma del Plan de Estudios de la carrera y la reapertura del comedor universitario. Como una de sus actividades complementarias, redactaba apuntes para distribuir entre los compañeros. Con posterioridad se incorporó a la organización Montoneros, alrededor de 1975, fue enviado a Córdoba por la organización.
La tía Berta afirma que en el 75 encontrándose en Córdoba con su esposo Jaime, en forma casual lo vieron en la calle, él los saludó con mucho afecto y les dijo que debió irse de Resistencia y adoptar otro nombre porque lo buscaban. Nunca más supieron de él. Las tías fallecieron y nadie de la familia supo dar cuenta de lo ocurrido. Fue secuestrado-desaparecido en el Chaco, a la edad de 20 años, en julio de 1976, sin poder precisarse un día exacto.
Hay una foto donde se nos ve a los tres, Mochi, nuestra prima Mirtha y yo, mañana soleada reunidos en familia no sé por qué motivo en la casa de mis padres, en el revés de la foto se lee el año, 1970. Teníamos 15 años. Mochi y yo era casi de la misma fecha. Allí se nos ve, sonrientes, alegres, con todo el mundo por delante, disfrutando de la vida. Hay otra foto, más vieja aun. Debemos tener 5 años: estamos en otra reunión familiar. Fue cuando mis abuelos cumplieron 50 años de casados: Bodas de Ora. En la foto él está en un costado, con los ojos bien abiertos y con un moño. Esos son los únicos testimonios fotográficos que tengo de Mochi. Me queda solo el recuerdo de un chico bueno, delicado, fino. Lo perdí de vista cuando estábamos a mediados de la secundaria. Solo tenía algunas referencias de su quehacer. Hoy tengo estos recuerdos
/ Daniel
ALBERTITO
"Yo me siento un poco culposa, porque cuando él llegó, pasó por dos o tres casas y luego vino a vivir a la mía. Vivió un tiempo con nosotros. Yo tenía con él una especie de amor filial, quizás por no tener hermanos. Yo era alta y el un tapón de este tamaño, un gringo judío ojitos claros; era “la” ternura. No lo recuerdo enojado, discutiéndote algo. Uno de los líderes de la JUP era hosco, peleador, Albertito era la antítesis, se cagaba de la risa, lo reconozco con una sonrisa colgada de la oreja Ingresó en 1973 en Arquitectura, nos conocimos ahí en una facultad chiquita, 110 estudiantes. En ese año nosotros conducíamos todos los centros de estudiantes, entonces se armó una coordinadora, porque la mitad estaba en Resistencia y la otra en Corrientes, y se designa un representante de cada sede. Albertito, (para nosotros era Albertito, creo que nunca supe que le decían Monchi), era el coordinador de la JUP de Resistencia. El último día que nos vimos nos estábamos yendo para nuevos destinos, perseguidos por la represión, nos habían dado pedido de captura en Resistencia. Llegamos juntos a Santa Fe. Boludeamos desde las 6 de la mañana en la terminal de colectivos, íbamos y veníamos, tomábamos un café, compramos revistas, si decíamos lo que no hay que hacer, eso estábamos haciendo. Recién a la tarde tenía su colectivo a Córdoba, pero así nos acompañamos, sentimos que estar juntos en ese momento era más importante que el riesgo que corríamos. "
/ Ana, amiga y compañera
Carta a Albertito
En la primavera de 2010 Tengo que empezar a escribir de vos y no puedo, cada vez que me siento para hacerlo algo me lo impide. ¿Cómo lo leemos Albertito? ¿Será que no quiero aceptar que no voy a volver a verte?, que no se cumplirá nuestra promesa?, aquella que sellamos el 23 de diciembre de 1975 en la Terminal de Micros de Santa Fe.
Te cuento que en todo este tiempo que dejamos de vernos, treinta y cinco años, los sistemas de comunicación son diferentes, tal vez nuestra promesa ya está superada por las nuevas formas de comunicarse. Aunque para algunos compañeros de arquitectura, de nuestra facu, allá en la UNNE, con los que yo también dejé de verme por distintas cosas. Fijate lo que me preguntó uno hace unos meses atrás: ¿Cuál era Albertito? Y aseveró rápidamente «ese chiquito que estaba todo el día con vos». Sí, ese, y te digo que alguna lágrima se me cayó.
Porque al no verte después de 35 años, no sabés, soy medio llorona, mucho. Algo que no puede nunca decirte es que el embarazo fue muy bueno y de todos los nombre que me ayudaste a inventar, al Negro (Juan Carlos Silva- desaparecido en junio de 1980) no le gustó ninguno. Al final fue una nena, no un varón como vos apostaste, y le pusimos de nombre Paula. Te hubieses convertido en un buen tío, como decías «mi sobrino», en lo único que falló es en que fue nena. No pude avisarte para el parto, es que vos no llamaste al teléfono de mi vieja, como habíamos quedado, imagino que en ese intervalo tan corto y tan intenso entre el 23 de diciembre del 75 y el 21 de abril del “76 día en que nació «Paula» pasaron tantas cosas que no quiero pensarlas ahora 35 años después.
¿Te acordás de la época en que vivíamos juntos en esa casa que era casi un «aguantadero» en la calle 9 de julio en Resistencia?, ...qué ordenado eras,... al lado mío que nunca escuché una buena crítica, sobre el tema. Allí también me vienen esos recuerdos lindos ..., te acordás cuando decidimos entre gallos y medianoche que vos representabas a todas las facus nuestras de la JUP de Resistencia, y te tenías que encontrar con el cumpa que representaba las facus de Corrientes, qué bueno.
El año pasado la gente de la Universidad, en el rectorado de la UNNE en Corrientes puso una placa con los nombres de todos los que hace treinta y pico de años no los vemos. Bien querido Albertito después de estar muy triste porque ustedes no están; porque primero los desaparecieron y luego, aunque ellos no lo acepten, los mataron y nos dejaron ese tremendo hueco, imposible de llenar, hoy volvemos a vivir una «segunda primavera» y estamos por fin juzgando a los genocidas asesinos de nuestros queridos 30.000. Chau Albertito, vos sabés que siempre pienso en vos.
/ Ana
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en el rectorado de la UNNE en Corrientes y otra en el Colegio de Arquitectos de Santa Fe en 2017