Beatriz Susana SÁNCHEZ
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Editorial EL PERISCOPIO - Libre de reproducirse con mención de fuente
Nació en Santa Fe el 7 de mayo de 1957, era la menor de tres hermanas hijas del matrimonio de Alfredo Sánchez y Blanca Hernández. Su infancia transcurrió en el barrio Candioti, su casa estaba al lado del antiguo cine Esperancino.
En el año 1970 ingresó a la escuela Industrial Superior donde cursó hasta tercer año como una de las mejores alumnas de su curso, en sus promedios de calificaciones abundan los “nueves”; las notas de Historia, - en 1er año 9,33; en 2do promedio 10, en el 3er. Año, 9 - nos hablan no sólo de su condición de buena estudiante, sino también de su preocupación por entender nuestro pasado y el presente conflictivo que le tocaba vivir.
En 1972, durante las luchas por el medio boleto escolar que llevaron adelante los estudiantes de secundaria de la ciudad de Santa Fe, fue una activa participante y dirigente del Industrial. Durante estas luchas que sacudieron a la ciudad, fue detenida por distribuir volantes, en el barrio San Lorenzo, en los que se llamaba al pueblo santafesino a apoyar y plegarse a la lucha, del estudiantado de secundaria.
Los reclamos y la presión estudiantil lograron que fuera dejada en libertad a pesar de que se le aplicó la famosa ley 17401, que reprimía toda actividad tildada de comunista. Para la dictadura, pedir el medio boleto para los escolares, era una medida comunista.
Ya a estas alturas y a pesar de su corta edad La Flaca era una destacada militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), integrando la dirección regional del frente estudiantil secundario.
En el año 1974 abandona sus estudios para dedicarse a la actividad política en otros frentes, el obrero, los obreros del frigorífico Nelson y de la localidad de Laguna Paiva conocieron de su determinación y sacrificio en las tareas de organización y propaganda de las ideas revolucionarias. A fines de ese año, la Policía Federal rodea su casa, pero la flaca se les escapa por los techos y desde ese momento pasa a la clandestinidad. Luego de un tiempo en el norte santafesino a la espera de nueva documentación, que aprovecha para organizar a trabajadores del campo, su nuevo destino sería la ciudad de Córdoba.
En esa ciudad, su actividad principal estará ligada también a los frentes obreros, principalmente Fiat Materfer, donde será conocida como “la Panterita”.
El golpe militar, lejos de amedrentarla, la tuvo como una de las principales sostenedoras de la regional Córdoba del PRT, junto también a otro santafesino el “Piqui” Puyol Mántaras , hasta que cayó en manos de la patota de La Perla el 1° de diciembre de 1976.
Los testimonios de su fortaleza frente a sus captores y su inquebrantable moral, es y seguirá siendo un ejemplo de vida para todos los que tuvimos la suerte de conocerla. Sus cortos años de vida, sólo 19, fueron vividos con toda la intensidad de una vida.
Con respecto a su vida en La Perla, una compañera, sobreviviente de ese campo, nos cuenta:
“A “VICTORIA”, entre otros compañeros, la recuerdo muy particularmente. Delgadita, menuda, de pelo lacio, rubio, de aspecto infantil, quizás por su edad, 19 años, fue secuestrada en la vía pública y llevada al Campo de Concentración de La Perla, dependiente del III Cuerpo de Ejército al mando del General Luciano Benjamín Menéndez.
La represión desatada después del golpe militar de Videla, en marzo del 76, hace de este año un período de tortura, muerte, violaciones y desapariciones para miles de personas. Fue un año brutal, doloroso y desgarrante para los secuestrados en La Perla.
Al ser diciembre, el último mes del año, en nuestros corazones latía la idea de que terminara ese dolor, como si fuera de verdad posible que sucediera, pero necesitábamos creerlo así... Y es cuando llega “Panterita”, así le pusimos. Su presencia también significaba que la resistencia a la dictadura no se consolidaba.
Por la represión desatada algunos de los compañeros secuestrados presentaban un estado físico resentido y una similitud en la apariencia física, por lo que ellos formaron un prototipo de militante que encasillaban en cada organización política, los de bigotito y peinados hacia atrás eran Montoneros y los flacos, más bien enflaquecidos, eran PRT- ERP”
Es así como el 1 de diciembre del 76, cuando estaba esperando el ómnibus es vista y marcada como sospechosa por “Paco”. Como si de una cacería se tratara, se lanzan sobre ella, la introducen en un auto y la conducen a La Perla. En su bolso llevaba papeles con anotaciones y algún periódico o material comprometedor. Fue golpeada y torturada, pero dada su contextura física hacía que al tocarla “volara” lo que les causaba inconvenientes, por lo que desorientados paraban. Esto no quiere decir que no fue torturada.
Estar allí bajo esa presión, la incertidumbre, el ambiente terrorífico, era algo que ningún ser humano podía soportar. La situación vivida por cada secuestrado era particular. A cada uno le tocó vivir una historia diferente dentro de esa gran historia común a todos. En cada caso intervenían muchos factores y variantes. Teniendo en consideración todo esto, Victoria no tuvo que soportar tormentos.
Cuando consideró que por el tiempo transcurrido ya no había peligro para su marido y compañeros, se identificó y dio pistas falsas. Actuó con gran dignidad y gran valentía, siendo otras características la dulzura, silenciosa y reservada.
En los piletones donde nos lavábamos y dónde podíamos levantarnos un poco la venda de los ojos, se comunicaba con nosotros, nos comunicábamos con una sonrisa. No podíamos dialogar a la vista de los guardias. A través de “Tita”, otra secuestrada, consigue ropa sin usar y se confeccionó un muñeco de trapo de 80 cm. de largo más o menos. Era de piernas largas, tipo Pantera Rosa, que llamó Pantera. Ese muñeco era su compañero DIEGO y lo tenía a su lado en la colchoneta.
Un día abrieron la reja, caminaban los guardias sin hacer ruido, si no fuera que estábamos duchos en mirar a través de la venda ni nos hubiésemos enterado de lo que pasaba. El guardia fue hacia su colchoneta, la tocó y la tomó del brazo, la llevó hasta la reja. Lentamente pasó por delante de las otras colchonetas nuestras. Llevaba la venda un poco subida, como nosotros. Estaba prohibido mirar, hacer gestos, expresar sentimientos de dolor, llorar.
Al llegar a la reja, giró hacia nosotros que quedamos a su espalda y mientras el guardia la seguía agarrando del brazo en cuya mano apretaba su muñeco de trapo, “Pantera”, levantó el otro puño en alto en un saludo revolucionario, que dio muestras de su integridad, fortaleza y alegría por su lucha. Como un rayo su fuerza entró en mí y poniéndome de pie la saludé con el puño en alto, compartiendo un segundo inolvidable, hermoso. Porque no estaba sola y así lo entendió en esos duros momentos. Ese fue un día de traslados, ella fue trasladada junto a otros compañeros, aproximadamente el 20 de diciembre de 1976.
Su presencia no pasó desapercibida, su forma de actuar se agiganta con el tiempo, la síntesis que podemos transmitir hoy a sus familiares es que la llevamos en el corazón y en la mente por toda su dignidad, su fuerza, sus convicciones. En esa lucha despareja, injusta, con los asesinos, actuando con inteligencia, les ganó porque los llevó a su terreno.
El sentimiento de la mayoría de los compañeros secuestrados era de lucha, de resistencia, de un profundo amor a nuestro pueblo, y el hecho de no permitir que nos destruyeran como seres humanos, como militantes, era el orgullo que guardábamos en el corazón. Aportó también sus recuerdos y comparte lo escrito Ana lliovich “Cecilia”, compañera que conocía a Victoria y Diego y los quiere mucho.”
/ Liliana Callizo
Su memoria es recordada en una placa colectiva colocada en la Escuela Industrial Superior
Los responsables de su secuestro y desaparición fueron juzgados y condenados en la causa Menéndez III-La Perla